Recuérdame

Kim Possible (Cartoon)
F/F
G
Recuérdame
Summary
La historia sigue el viaje de una heroína amnésica y su dedicada novia exvillana reformada. Después de una batalla cataclísmica que deja a la heroína sin recuerdos, ella se encuentra vulnerable y ajena a los peligros ocultos que acechan en las sombras. Su novia exvillana reformada, ahora su protectora más feroz, debe navegar el camino traicionero de proteger a su amor del peligro mientras lucha por ayudarla a recuperar los fragmentos de su pasado compartido.A medida que la heroína lucha por reconstruir sus recuerdos perdidos, el vínculo entre las dos mujeres se pone a prueba. Enfrentan viejos adversarios, descubren verdades ocultas y redescubren la profundidad de su amor.
Note
¡Hola!Siempre he sido fan de Kim Possible, y Shego fue mi primer crush. A lo largo de los últimos años, he disfrutado leyendo innumerables historias de fanfiction de Kim/Shego, y decidí que es hora de contribuir con mi propio relato. Aunque no soy un escritor profesional, pongo todo mi corazón en mi trabajo.Esta historia es un trabajo en progreso; todavía estoy escribiendo los capítulos finales y haciendo ediciones, pero no podía esperar para compartirla con todos ustedes. Me encantaría leer sus opiniones sobre esta introducción y saber si estarían interesados en leer más.(Hay una versión en inglés de esta historia también)
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Despedidas sin final

Finalmente llegó el día en que Kim fue dada de alta. Ella, su familia, y también Shego, compartían una felicidad palpable. Gracias a su excelente condición física previa al accidente, Kim había avanzado notablemente en sus terapias, lo que permitió una recuperación más rápida que la de un paciente promedio. Ahora podía caminar sin ayuda, aunque solo por períodos relativamente cortos, y aún no recuperaba completamente su fuerza. Sin embargo, ya no necesitaba permanecer hospitalizada; bastaba con asistir a sus citas semanales.

Ese día, toda la familia Possible —incluidos los gemelos— llegó al hospital para llevarla de regreso a casa. Caminaban con entusiasmo por el pasillo familiar hasta la habitación de Kim, cuando se encontraron con una escena inesperada, aunque no del todo sorprendente: Kim y Shego, de pie una frente a la otra, enfrascadas en una acalorada discusión.

—¡Deja de invadir mi espacio! ¡Ya es suficiente que sigas aquí después de que te lo he dicho mil veces, pero hurgar mis cosas es otro nivel! —bramó Kim.

—¡No estaba hurgando! ¡Solo estaba ayudándote a empacar! —replicó Shego con indignación.

—¡Oh claro! Shego, tan noble y servicial como siempre —respondió Kim con un tono cargado de sarcasmo.

La familia, que hasta ese momento había permanecido inadvertida, decidió intervenir.

—Hola, chicas —saludó el Dr. Possible, ganando la atención inmediata de ambas.

—¡Hey! ¡Qué bueno que ya están aquí! —dijo Shego, aliviada.

—¿Qué haces de pie, señorita? Espero que no lleves mucho tiempo así —la reprendió Ann, lanzándole una mirada acusatoria.

—Te lo dije —musitó Shego con una sonrisa triunfal.

—Tú no te metas —espetó Kim.

—¡Kim! Sé amable —intervino su padre, tratando de apaciguar la situación.

—¡Pero papá! ¡Shego ha estado molestándome toda la mañana!

—¡Eso no es cierto! —exclamó Shego, visiblemente ofendida—. Solo estuve ayudando a Kimmie a empacar sus cosas y asegurarme de que todo estuviera listo para su alta médica —explicó, dirigiéndose a los padres.

—Gracias, Sheryl. Eso es muy amable de tu parte —respondió Ann, acercándose y posando una mano en su hombro.

Ante esa interacción, Kim se cruzó de brazos con un gesto obstinado, dejando claro su descontento. Los gemelos no pudieron evitar reírse de la escena, mientras sus padres intercambiaban miradas con Shego, intentando transmitirle ánimo.

Una vez que todo estuvo en orden, se dirigieron a la residencia Possible en el coche familiar. Aunque Ann y James invitaron a Shego a acompañarlos, ella rechazó cortésmente al percibir la mirada de desaprobación de Kim. Decidió ir primero a su apartamento y luego dirigirse en motocicleta a la casa.

Shego llegó poco después de que Kim hubiera sido instalada en su antigua habitación.

—Kim está en su habitación —informó Ann mientras caminaba hacia la sala con Shego detrás de ella.

—Está bien, mamá. Pero no creo que ella quiera verme. En realidad, solo vine para saber cómo tomó el regreso y ver si necesitan ayuda con algo —dijo mientras tomaban asiento.

—Oh, Shego... sé que nada de esto ha sido fácil para ti, y aun así sigues aquí. No sabes cuánto te lo agradezco —dijo Ann con genuina gratitud.

—No es nada, mamá. Tú sabes por qué lo hago.

—Lo sé, y por eso mismo lo valoro tanto —respondió Ann, tomándole la mano.

—¿Y cómo está Kim? ¿Cómo reaccionó al llegar?

—Dijo que todo le resultaba familiar y al mismo tiempo ajeno. Le explicamos que llevaba tres años sin vivir aquí y creo que eso confirmó para ella que su presente es, en realidad, nuestro pasado. Luego pidió estar sola un rato.

—Tiene sentido. Sé que esto debe estar siendo extremadamente difícil para ella. Por eso trato de ser paciente. Porque no sé cómo reaccionaría yo si me pasara algo así —dijo Shego con una sonrisa amarga.

—Sí. No puedo imaginar por lo que debe estar pasando Kimmie. Pero sin duda tiene suerte de tenerte a su lado.

—Y también a ustedes. Sé que, con su ayuda, logrará salir adelante. ¿Hay algo que necesiten? ¿Puedo ayudar en algo ahora?

—Ya has hecho mucho, Shego. Pero claro que te mantendremos al tanto. ¿Irás a ver a Kim? ¿Quieres pasar a su cuarto?

—No lo creo. Aunque tal vez esté empezando a aceptar la situación, eso no significa que los sentimientos que recuerda tener hacia mí no sean reales. Seguiré pendiente, pero por ahora creo que es mejor mantener cierta distancia.

—Sabes que esta siempre será tu casa. Tal vez, si te ve con frecuencia e interactúas con nosotros, poco a poco sus emociones puedan empezar a cambiar.

—Tal vez —suspiró Shego, antes de cambiar de tema—. Mientras tanto, quiero empezar a buscar a quien causó todo esto. He dejado pasar demasiado tiempo sin hacer nada. Espero no estar tarde, pero sé que el peligro aún no ha pasado. Quiero hablar con Tim y Jim sobre medidas de seguridad para la casa.

—Me parece una excelente idea. ¿Pero crees que Kim aún está en peligro? Ha pasado mes y medio desde el accidente y no ha ocurrido nada más.

—Creo que eso se debe a que me aseguré de que tanto la privacidad como la seguridad en el hospital fueran rigurosas. También hice todo lo posible para que los reportes del accidente fueran ambiguos respecto a su estado. Tal vez eso haya retrasado a quien sea que está detrás de esto, pero definitivamente no los ha detenido. Créeme, si algo aprendí de mi tiempo como villana es cómo piensa esta gente... y gané algunos contactos que ahora me serán útiles.

—Entiendo. Confío en tu criterio, pero ten cuidado. No quiero verte herida.

—No te preocupes, mamá. Creo que aún no he perdido el toque. Y no haré nada ilegal. Me prometí a mí misma ya no darte motivos para avergonzarte de mí.

—Oh, Shego... eso no me preocupa. Estoy orgullosa de ti, y confío plenamente en ti. Nunca lo olvides —dijo Ann, inclinándose para abrazarla con fuerza.

Shego correspondió con ternura, reafirmando una vez más su compromiso con esa familia que tanto le había dado. Al separarse, Ann agregó:

—Sé que los chicos estarán encantados de ayudarte con el proyecto de seguridad. Están en su cuarto, por si quieres hablar con ellos ahora.

—Sí, iré a buscarlos.

—Perfecto. Yo comenzaré a preparar el almuerzo. ¿Te quedarás a comer, verdad?

—No lo sé. Dependerá de cómo reaccione Kimmie. No quiero incomodarla.

Ann asintió con comprensión y se dirigió a la cocina. Shego se quedó sentada unos minutos más, respirando hondo, tratando de reunir fuerzas, y luego fue a tocar la puerta de los gemelos.

Tal como Ann había anticipado, los chicos recibieron con entusiasmo la oportunidad de colaborar con su cuñada. Pasaron una hora desarrollando ideas, dibujando planos y afinando detalles hasta que Ann los llamó a comer. Los gemelos corrieron al comedor, pero Shego, insegura, se demoró. Al llegar y no ver a Kim, aceptó la invitación. Empezaron a comer sin ella, quien había dicho no tener hambre. Sin embargo, a mitad de la comida, apareció en el comedor.

Al ver la escena —Shego comiendo con su familia, como si fuera parte integral de ella— frunció el ceño. No le parecía correcto. Pero estaba agotada, confundida, y lo último que deseaba era otra discusión. Decidió no hacer un escándalo.

—Comeré en mi cuarto —murmuró.

—No —dijo Shego, poniéndose de pie—. Quédate, come con tu familia. Yo me iré.

Kim la miró, desconcertada. James intervino rápidamente.

—Eso no es necesario, Sheryl. Puedes quedarte. No has terminado tu comida. Kim, podrías al menos permitirle terminar.

—De verdad, no hay problema —dijo Shego antes de que Kim pudiera replicar—. Estoy segura de que Kim estará más cómoda sin mí aquí. Igual ya casi terminaba.

Tomó su plato y lo llevó a la cocina en silencio. Nadie dijo nada. El ambiente se volvió tenso hasta que Ann se levantó con una sonrisa suave.

—Al menos llévate algo de comida para más tarde —ofreció.

Shego aceptó sin decir palabra. Una vez empacadas sus sobras, Shego se despidió de todos con una sonrisa que, por más que intentó contener, no logró evitar que dejara entrever una tristeza callada. Kim ocupó su lugar en la mesa poco después, y su familia la observó en silencio, con rostros marcados por una amalgama de alivio, preocupación y melancolía.

El resto de ese día, y los que siguieron, transcurrieron en una rutina delicadamente orquestada. La familia Possible se esforzaba por acompañar a Kim mientras ella trataba de hallar su lugar en un presente que, aunque familiar, le resultaba ajeno. Intentaban ser pacientes, presentes, amables… mientras lidiaban con sus propios sentimientos encontrados.

Durante esos días, Shego no volvió a aparecer. Su nombre apenas se mencionaba, y cuando lo hacían, era con cautela, casi como si evocarlo pudiera romper la frágil armonía que intentaban mantener. De todo lo que había cambiado, la distancia emocional entre Kim y Shego era lo que más les dolía… y lo que menos sabían cómo sanar.

-

Había pasado una semana desde que Kim fue dada de alta, y Shego se había mantenido ocupada. Aunque aún no había visitado formalmente a los Possible, permanecía en contacto constante con Jim y Tim respecto a las medidas de seguridad que estaban implementando en la casa. Los gemelos habían avanzado bastante, y ella misma había ido a realizar algunas pruebas el día en que Kim asistió a su sesión de terapia.

Cada noche, Shego patrullaba los alrededores de la casa, montando guardia bajo la ventana de Kim. Mientras las defensas no estuvieran completamente instaladas, no se permitiría el lujo de dejar a su princesa —ni a su familia— desprotegidos. Durante el día, dedicaba su tiempo a rastrear al culpable del accidente. Hasta ahora se había limitado a bucear en las profundidades de la red, revisando publicaciones y foros clandestinos frecuentados por villanos meses antes del atentado. No había encontrado nada concluyente, pero sabía por experiencia que el ego de algunos los llevaba a decir más de lo prudente. Aun así, hoy estaba lista para una nueva fase de su plan: hablar con Drakken y revisar sus antiguas guaridas.

Comenzó por la base en Middleton, pero al llegar descubrió que Drakken no se encontraba allí y, por el estado del lugar, parecía no haber estado en algún tiempo. Se dirigió entonces a la sala de control, donde accedió al sistema que conectaba todas las guaridas del científico. Localizó cuáles estaban activas o habían sido utilizadas recientemente. Aprovechó también para revisar si existían grabaciones de seguridad del día del accidente, y al encontrarlas disponibles, comenzó a descargarlas para analizarlas con más detenimiento más adelante.

Mientras la descarga avanzaba, Shego examinó algunas de las grabaciones superficialmente, pero no notó nada particularmente inusual. Una vez que el archivo completo estuvo en su poder, se dirigió a su antigua habitación dentro de esa base, recogió un par de pertenencias que decidió conservar y buscó un aerodeslizador que pudiera llevarla hasta el Painted Desert, en Arizona, donde el sistema había detectado la presencia de Drakken.

Agradeció que no estuviera demasiado lejos. No quería alejarse de Kim por mucho tiempo. Con el vehículo adecuado, el viaje —ida, conversación incluida, y vuelta— no debería tomarle más de cuatro horas. Tenía la intención de sacar información del científico… y cerrar ese capítulo de su vida de una vez por todas.

Al llegar a la guarida del desierto, supo de inmediato dónde estaba Drakken. Desde la cocina provenía el inconfundible tarareo de la melodía que siempre entonaba al preparar coco-moo. En lugar de anunciar su llegada, Shego, con el sigilo que la caracterizaba, esquivó con maestría a los ineptos secuaces que el doctor aún contrataba. Se dirigió a su habitación, pero al no encontrar nada digno de conservar, se encaminó finalmente hacia su objetivo: el propio Drakken.

Esta vez no se molestó en ocultar su presencia. Aun así, la mayoría de los secuaces no la notaron, y los pocos que lo hicieron quedaron paralizados, observándola con la boca abierta y sin reaccionar. Ella apenas rodó los ojos, harta de su ineptitud.

Mientras caminaba hacia la cocina, escuchó de pronto la voz del científico proveniente del centro de la guarida, donde solía realizar sus experimentos. Al llegar, lo vio de espaldas, murmurando para sí, absorto. Shego entró sin hacer ruido, se sentó con calma en una silla, y comenzó a inspeccionar sus guantes como si fuera una tarde cualquiera.

Drakken le daba la espalda, sosteniendo una taza de coco-moo .
—¡Oh sí! ¡Con esta fórmula, no solo controlaré las telecomunicaciones de Canadá, sino que el mundo se arrodillará ante el gran—!

Drakken tardó un par de minutos en voltear. Cuando lo hizo, tomó su taza de coco-moo con aire distraído, sin notar su presencia. Shego contó mentalmente: “Tres... dos... uno…”

—¡SHEGO! —soltó con un grito agudo y teatral, derramándose el coco-moo en el pecho—. ¡Ayayay! ¡Está hirviendo! ¡Mis pezones de genio!

Shego se rió con una carcajada genuina, incapaz de contenerse. Solo cuando su risa se disipó, comenzó a hablar:

—¿Sigues llamándote "genio" cuando no puedes sostener una taza sin autolesionarte? 

—¿Dónde has estado? ¿¡Me abandonaste en medio del caos! ¡No contestaste ni un triste mensaje! ¡Shego, me dejaste a merced de… de mí mismo! ¿Sabes lo peligroso que es eso?

—Sí, y sin embargo sigues vivo. Milagrosamente.

—¡Y me debes una explicación! ¡Y una indemnización por daños emocionales! ¡Mira esto! —dijo señalando su bata manchada de coco-moo como si fuera una herida de guerra.

Shego se levantó lentamente y caminó hacia él con calma peligrosa.

—Drew Lipsky.

Drakken se congeló.
—Shego, ya habíamos hablado de lo del nombre real… ¿recuerdas las reglas?

—Drew. Lipsky.

—¡Ay no, ya empezó! —susurró Drakken mirando a sus lados en busca de una ruta de escape.

—¿Ya terminaste de hacer tu numerito? Porque ahora es mi turno.

—Shego, espera, ¿estás enojada por lo del contrato? ¡Podemos renegociar! ¡Yo soy flexible! ¡Podrías tener sábados libres! ¡Y un aumento! ¡Un aumento simbólico, claro…!

—Drew —dijo, acercándose hasta quedar frente a él—. Ese contrato expiró el día del accidente. Yo cumplí mi parte: te puse a salvo. Desde ese momento, lo que hiciera con mi vida ya no te concernía.

—¡Pero Shego, piensa en todos nuestros años de travesuras! ¡De planes que nunca funcionaban! ¡De gritos histéricos en cuevas volcánicas!

—Nostálgico, ¿eh? —susurró con una sonrisa torcida—. Pues guárdalo en un álbum, porque no va a repetirse.

—¡¿Qué?! ¡No puedes hacerme esto! ¡Yo necesito—!

—Drew. No voy a renovar ningún contrato. Ni verbal, ni emocional, ni nostálgico. Me retiro. Fue divertido mientras duró… más o menos. Pero terminé.

Una vez dicho esto, la ahora oficialmente ex-villana dio un par de pasos atrás, manteniendo su mirada afilada fija en Drakken, en silencio, como si esperara una detonación. Y no estaba equivocada.

Al principio, el doctor quedó estático, con la boca abierta como un pez fuera del agua. Movía los labios, pero ningún sonido salía. Solo después de varios segundos de ese espectáculo, comenzó a reírse... y no paraba.

—¡JAJAJA! ¡Ay, por favor! Esto... esto tiene que ser un sueño —dijo entre carcajadas—. ¡Esa no es Shego! ¡Mi subconsciente está haciendo teatro! ¡Qué mente tan brillante tengo, ni en sueños descanso! ¡Wajajajaja!

Otro estallido de risa lo sacudió, esta vez con un giro dramático y una reverencia hacia la nada.

Shego frunció el ceño. Su paciencia tenía un límite.

Con un suspiro cansado, conjuró una pequeña bola de plasma —lo justo para arder, no para matar— y se la lanzó a la manga de la túnica azul. El fuego comenzó a devorar lentamente la tela.

Drakken lo notó por un instante... y siguió riendo.

—¡Oh no, no, no! ¡Qué efectos especiales tan realistas! ¡Estoy soñando en IMAX!

Shego rodó los ojos. Contó mentalmente otra vez: “Tres… dos… uno…”

—¡AAAAAAGH! —El grito fue agudo, teatral, y con todo el dramatismo que solo Drakken podía lograr. Corrió en círculos, agitando el brazo como si tratara de espantar un enjambre de abejas invisibles—. ¡Me estoy desintegrando! ¡MI BATAAAAA!

Shego no rió. No esta vez. Con rapidez, se acercó, lo agarró del brazo como una madre cansada del berrinche de su hijo, y apagó las llamas con palmadas precisas y nada delicadas.

—¡Auch! ¿Era necesario, Shego?

—Te acabo de lanzar fuego. ¿Aún crees que estás soñando?

—Mmm… —Drakken se detuvo, pensativo—. Tal vez es un sueño lúcido...

—Doctor D...

—¡Está bien, está bien! Ya entendí. No es un sueño. Eres tú. Pero... ¿¡cómo que no renovarás tu contrato!?

—Mis motivos son personales.

—¿Pero qué pasó con la familia malvada? ¡El dúo dinámico del caos! ¡Tú y yo, gobernando el mundo mientras grito y tú destruyes cosas! ¡Shegooo!

—Drew, no puedo explicarte. No ahora.

Drakken hizo un puchero. Literalmente.

—Pero... pero... después de todo lo que vivimos. ¿Recuerdas cuando nos disfrazamos de pingüinos? ¡Y el rayo congelante que terminó en el Caribe!

—Drew... —Shego cerró los ojos, respiró hondo—. Tampoco pensé que este día llegaría. Pero ha llegado. Y lo que me lleva a dejar todo esto es algo más importante que cualquier plan o ambición. Es más importante que mi propia vida.

Drakken abrió la boca para protestar, pero Shego lo silenció con la mano en alto.

—Tal vez nunca te lo demostré, pero estoy agradecida por lo que hiciste por mí, sobre todo al principio. Así que sí, podemos seguir siendo familia... solo no una familia malvada. No más.

El doctor quedó en silencio. Por segunda vez ese día, estaba desarmado. La mujer frente a él no era la Shego que conocía. No la que lanzaba plasma con sarcasmo. Esta era otra Shego... una que hablaba con el corazón. Y eso, honestamente, lo asustaba.

Sus ojos se agrandaron. Su expresión de perplejidad se suavizó en una sonrisa ridículamente amplia, y las lágrimas que asomaban parecían tan fuera de lugar como enternecedoras.

—¿De verdad piensas así...? —preguntó, con una vocecita tan vulnerable que Shego casi se sintió mal.

—Sí, Drew. Lo digo en serio.

—Oh, Shego... —extendió los brazos, preparado para un abrazo melodramático.

—¡No! —le advirtió con un dedo encendido en plasma—. Que no se te suba a la cabeza. Nada de esto cambia mi decisión. No voy a renovar mi contrato y no me verás por un tiempo.

—¿Pero por qué? ¿Qué está pasando?

—No puedo decirte.

—¡Pero...!

—Lo que sí necesito —interrumpió Shego con firmeza— es que me digas todo lo que recuerdes del día que explotó tu guarida.

Drakken se enderezó como un niño regañado.

—Mmm... pues... todo parecía normal. ¡Ah! ¡Larry! Salió corriendo del baño diciendo que tenía diarrea explosiva. Literalmente. Dijo que necesitaba irse a casa. Así que pedí un reemplazo. ¡Y llegó rapidísimo! ¡Punto para HenchCo!

—¿Sabes quién era el reemplazo?

—¿Shego? ¿Parezco alguien que revise hojas de asistencia?

—No respondas eso. ¿Y el administrador?

—Carson. Él sabrá.

—Perfecto. ¿Y recuerdas qué causó la explosión?

—¡Fue rarísimo! Iba a activar la trampa para el bufón. Tenía el control remoto, pero no pasaba nada. Le apreté todos los botones, incluso el que hace luces de discoteca, ¡y nada! Luego... ¡BOOM!

—¿Y Ron o Rufus hicieron algo?

—¡Estaban riéndose de mí! ¡Lo juro!

—Y no tienes idea de quién pudo estar detrás, ¿verdad?

—¡Lo juro por mis crocs favoritos!

—...Gracias por eso. ¿Has oído conversaciones sobre acabar con Kim? ¿Últimos rumores de la comunidad?

—¡Oh! ¡Sí! Hace como dos meses. Fiske, Killigan y algunos más. Me metieron al grupo, les dije que Kim era tuya, me insultaron y me sacaron. ¡Rudos!

—¿Tienes acceso a esa conversación?

—Tal vez… Carson también podría ayudar con eso.

—Lo contactaré.

Shego se giró hacia la salida sin esperar más.

—Shego, espera —dijo Drakken. Ella se detuvo, sin mirarlo.

—Puedes contar conmigo… siempre.

Ella giró apenas el rostro, le dedicó una sonrisa leve, y respondió:

—Gracias, Doctor D. Cuídate.

Y con eso, se marchó.

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