
Epílogo
Epílogo
Rose Weasley sabía bien lo que James Potter sentía por su amigo Scorpius Malfoy, pero era tan bobo que se negaba a aceptarlo.
¿El problema? Que después de ver a Scorpius con su cabello largo rubio atado en una coleta, sonreír como lo hacía, a ella también le parecía hermoso.
¿Sería que a ella también empezaba a gustarle?
No. No podía ser. Él era su amigo. Su mejor amigo si no contaba a su primo.
El tema es que estaba demasiado confundida en este momento. Cuando Scorpius pareció estar enojada con ella la pasó muy mal. Y las cartas que vivían elogiando lo bien que se veían juntos…
Argh.
Tal vez tenía que dejar de leer esas cartas. Muchas hablaban tan mal de Albus, y le mandaban cada hechizo o poción desagradable, que no entendía cómo vivían en paz.
Bueno, una cosa era segura, Scorpius sí era muy hermoso. La misma Emily la última semana no paraba de hablar de él. El tema era descifrar si eso significaba que le gustaba, de gustar, así como sus padres se gustaban.
¿Y si le gustaba, qué pasaría con James? James era su primo, y era obvio lo que sentía.
¿Pelearía con ella por la atención de Scorpius?
¡Pero qué bobadas estaba pensando!
Esa tarde, sin embargo, intranquila, se sentó a escribirle una carta a Scorpius y por primera vez se sintió en blanco. Había intentado un par de veces, pero solo podía hacerles calendarios y horarios de estudio. ¿Y si le escribía otra cosa?
Entonces bajó y encontró a su madre sola en la sala.
—Mamá —llamó.Le terminó pidiendo ayuda a ella, sin decirle que era para saber si Scorpius le gustaba o no, sólo dijo que quería escribir menos temas relacionados a los estudios. Su madre le ayudó encantada.
***
Scorpius estaba espantado por la carta extremadamente larga de Rose. Es más, corrió con su padre para que le dijera si la carta era legítima o no. Era 100 % legítima.
¡Merlín bendito! ¿Qué le pasó a Rose?
Scorpius apenas si logró terminar de leer el pergamino.
No había pasado ni una semana del inicio de las vacaciones.
***
Scorpius tomó el Profeta con la intención de leerle algo a su madre débil en reposo cuando una foto de James Potter casi hace que suelte el periodico.
—¿Scorpius? —preguntó su madre en la cama—. ¿Sucede algo?
—No.
—¿Es algo sobre ti?
—No. No importa —pero su madre ya estaba tomando el diario.
—Ah, es el hermano de Albus, ¿verdad?
—Sí, su hermano mayor.
La foto era de un entrenamiento de Quidditch donde James volaba pero a mitad se resbalaba torpemente. Ni siquiera parecía de este año.
—Leela —dijo su madre pasándole el diario de nuevo.
—¿Qué?
Su madre se rió, a él le gustó eso. Pese a lo enferma, ella siempre reía así.
—Que la leas —repitió—, quiero saber qué dicen del hijo de Harry Potter.
Scorpius no creía que fuera algo bueno, especialmente por la foto, pero lo hizo de todos modos.
La nota no era muy buena en lo absoluto.
James Potter, indigno de su apellido.
El heredero de Potter, el Salvador del Mundo Mágico, no logra cumplir con las expectativas que todos esperan del hijo de unos de los magos más talentosos de todos los tiempos. No sólo el año anterior dejó mucho que desear como Buscador del equipo de Quidditch de Gryffindor en Hogwarts, sino que este año ni siquiera llevó a su equipo a la victoria.
Este año ha quedado claro que al parecer ha heredado más de los Weasley que de Potter mismo, y no, no me refiero a su cabello pelirrojo y esas pecas que le tapan el rostro. Sino a sus castigos y bromas, la carrera de todos los Weasley. Parece un chico en busca de atención. ¿Sabían que al parecer hechizó a un estudiante y lo transformó en un gato cuando en Transformaciones apenas alcanza un aceptable? Por supuesto, como es el hijo de Potter, el Chico que Vivió, el mago que mató a uno de los magos más terribles de la historia, no fue expulsado.
Hogwarts no sorprende ya con sus decisiones y privilegios.
Incluso el pequeño hermano de James Potter, aun siendo amigo del hijo de un mortífago, parece más digno de su apellido.
Rita Skeeter.
A Scorpius le costó terminar de leer semejante artículo. Era cierto que James hace dos años había jugado pésimo aunque se habían llevado la Copa de Quidditch y que este año ni siquiera ganaron (aunque James había mejorado muchísimo) pero… Okey, también era cierto lo de Michael. De sus calificaciones no estaba seguro, Scorpius no podía opinar, aun así, Rita Skeeter estaba siendo injusta.
—¿Scorpius? —escuchó la voz de su madre. Scorpius abrió sus ojos muy grandes cuando notó que sus manos temblaban—. Tranquilo.
—Creo que Rita -
—Esa mujer es una arpía —agregó su madre. Scorpius asintió—. ¿Así que James Potter no es nada de eso?
—No —un poco. Okey, sí, pero no iba a decirlo—. Ni un poco —mintió descaradamente con las mejillas bastante calientes.
Su madre empezó a reírse hasta que empezó a toser y Scorpius debió llamar a su padre.
***
Draco estaba sentado sobre la cama con el rostro de Astoria contra su hombro. La vio sonreír y eso era algo bueno, pero aquella sonrisa era algo traviesa.
—¿Puedo preguntar qué es lo que acabas de recordar?
Astoria se acomodó mejor sobre su lado.
—Una vez dijiste que no importaba las decisiones que tomará Scorpius respecto a su pareja, ¿sigues pensando igual?
Ok. Draco estaba confundido. ¿De dónde venía esto?
—Sí, por supuesto.
—Si le gustasen los chicos, ¿te importaría?
—Para nada. ¿Te ha dicho que le gusta su amigo Albus? —no era muy difícil de pensar en esa posibilidad, aunque no pudo evitar fruncir un poco la nariz ante la idea de su hijo agregando el apellido Potter al suyo.
Astoria entonces lanzó un suspiro y la vio poner los ojos en blanco.
—Claro que no. Creo que Scorpius ni siquiera piensa en si alguien le gusta, aunque yo creo que ya tiene a alguien, pero no se da cuenta, y no, no es Albus. Pero ya tiene 13 años, Draco. Sus hormonas se revolucionarán y un día abrirá los ojos y se dará cuenta que alguien le gusta, que ocupa cada segundo de su mente, que produce reacciones a su cuerpo. Solo quiero asegurarme que ese día tú podrás estar a su lado.
—Siempre —respondió Draco, sin que se le pasara por alto que Astoria creía que no llegaría a ese día. Siendo honesto, él también debería de hacerse a la idea de ese futuro también—. Por lo que dices, él no sabe que le gusta alguien, pero tu ya lo sabes. Si no es Albus, quedan solo dos opciones… ¡Ay! —Astoria le pellizcó en la cintura—. ¿Por qué?
—En serio, ahora entiendo a Scorpius cuando se pasa todo el año diciéndole a todo el mundo que la relación con sus amigos es solo eso, amistad. Pareces un niño de mente estrecha, Draco.
Eso le dolió. Draco trabajó muchísimo para abrir su mente durante años. Jenna le había dado junto a todos los adultos unas buenas clases de Educación Sexual Moderna poniendo su artista favorito, Theo, como ejemplo. Caray, estaba diciendo que apoyaría a su hijo si elegía a un chico para pasar su vida. ¿Por qué lo atacaba así?
Respiró hondo y contó hasta diez. Su mujer tenía razón. No tenía por qué ser uno de sus amigos
—No me lo dirás, verdad.
—No. Podrías asustarlo.
Claro que no.
De acuerdo, tal vez se volvería algo intenso.
Rayos.
—Estaré a su lado.
—Gracias.
—Es nuestro hijo. Quiero lo mejor para él. Quiero se sienta libre, algo que en mi adolescencia no sentí.
—¿Draco?
—¿Sí?
—No te cierres. Cuando llegue tu momento, no te cierres.
Draco sabía a qué hacía referencia. Que no estuviera solo el resto de su vida, que si alguien se presentaba no la rechazara, pero dudaba de algún día encontrar a alguien más aparte de ella.
***
—¡Achú! —estornudó Harry. Se rascó la nuca. No estaba resfriado. ¿Alguna alergia?