El Legado de Potter #2: La maldición de los Malfoy

Harry Potter - J. K. Rowling
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El Legado de Potter #2: La maldición de los Malfoy
Summary
Una mujer lidera un grupo en contra del Ministro y en contra de los mortífagos, en especial de Draco Malfoy. Más y más gente se suma a este nuevo movimiento. Harry, Hermione y Ron hacen lo que pueden para emprender el lema “Basta de odio”.En medio de toda esta guerra política, Scorpius, Albus y Rose empiezan su segundo año en Hogwarts,James Sirius Potter, que empieza su tercer año, sigue confundido respecto a Scorpius Malfoy. ¿Es tan bueno como su hermano dice? ¿O solo aparenta serlo? Se dicen tantas cosas en los medios y el colegio, que no sabé qué hacer para saber la verdad.
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Capítulo diecisiete Derrotas y victorias

Capítulo diecisiete 

Derrotas y victorias 

El Profeta: LAS ARAÑAS ATACAN ESTUDIANTES EN HOGWARTS

Anoche, mientras uno de los hijos de Harry Potter y el hijo de Draco Malfo, cumplian un castigo en el colegio de Magia y Hechicería Hogwarts, una araña gigante intentó comérselos. Grande fue nuestra sorpresa al descubrir que no es el primer ataque de estas criaturas. 

¿Es Minerva la directora más inepta después del fallecido director Albus Dumbledore? 

Ver también: ¿Draco Malfoy mandó a las arañas a atacar a Albus Potter?

*** 

Para el Slytherin más falso entre los falsos: 

¿Otra vez? ¿Es en serio? Eres un Slytherin, no un Gryffindor. 

No puedo esperar a entrar al colegio y que la gente vea lo que es un Slytherin de verdad. 

Merlina. 

Scorpius dejó la carta sobre la cama y miró el rostro de su padre. Parecía enojado. Podía regañarlo, estaba bien, lo escucharía, pero él volvería a salvar a Al cuantas veces sean necesarias. No importaba que apenas recordaba haber llegado al colegio en brazos del profesor Hagrid. No importaba que después de eso perdiera la conciencia despertara después perdió la consciencia y despertó ya en el hospital frente a su padre. 

—No lo siento —fue lo primero que dijo. 

—Vaya que sé que no lo sientes —su padre no desarrugó el ceño, pero Scorpius le vio respirar hondo—. Primero salvas a Rose —su padre asintió—, ahora a Albus. Me queda claro que harás lo que sea por tus amigos. 

Vaya, pensó Scorpius. Su padre lo entendía. 

—Sí —respondió. Su padre respiró hondo una vez más antes de sentarse en una silla a su lado. 

—Merlín, Scorpius. No tienes idea lo nervioso y aterrado que estaba cuando me comunicaron… —su padre ya no tenía el ceño arrugado, pero a cambio, su rostro expresó un dolor que atravesó al propio Scorpius—. Una araña…Merlín. 

—Estoy bien. El señor Scamander tenía un antídoto. Lo recuerdo. —Gracias a los calzones de Merlín, pensó sin decirlo en voz alta. Si hubiese sido así, quién sabe el estado de su padre en estos momentos. Se mordió el labio, tal vez debería empezar a tener más cuidado. Aunque sin duda salvaría a Rose y Albus otra vez. 

—¿Y si no hubiera sido así? —preguntó justamente su padre—. ¿Si el señor Scamander no hubiese estado allí? ¿O si no tenía el antídoto con él?

Scorpius no lo sabía y ¿la verdad? no quería saberlo. 

—Pero lo tenía —diciendo que era mejor pensar así y no darle más vuelta al asunto. Luego, miró alrededor—. ¿Albus está bien, padre? ¿Vincent, Sophie y Thomas?

—Todos están bien. Los mellizos y Thomas ni siquiera sabían de la araña. Slughorn casi se olvidó de ellos —escuchó a su padre hacer un sonido con la lengua y volvió a mirarlo—. ¡Maldito desgraciado! Dejarlos solos en el bosque. 

—Me alegra que estén todos bien. Eso es lo que importa, ¿verdad, padre?

Su padre volvió a respirar hondo antes de ponerse  de pie. 

—Iré a buscar a Madam Pomfrey. Tus amigos están pegados a la puerta. Ella dirá si pueden entrar o no. 

Scorpius vio su espalda alejarse. Sólo entonces se dio cuenta que esto sería algo de lo que su madre se enteraría. Maldición

Encima, Madam Pomfrey se negó a dejar entrar a sus amigos. De hecho, la mujer también corrió a su padre. No le gustaba la perspectiva de quedarse solo, pero la enfermera le dio algo para dormir sin sueño. Era buena idea, aun recordaba lo asustado que estaba cuando Albus no reaccionaba y no se movía mientras la araña se acercaba chasqueando sus pinzas. 

*** 

Cuando Draco salió le sorprendió ver a Potter allí junto al matrimonio Weasley. Los chicos protestaron un poco al saber que no podrían entrar pero se retiraron con la promesa de volver a primera hora del día siguiente. Potter, sin embargo, se quedó, y aunque el matrimonio Weasley tampoco se movió, Draco se dio cuenta que Potter estaba allí por él. Pronto, lo recorrió con la mirada, vestía de Auror. Cuando lo miró a los ojos, lo supo.

—Potter, mi hijo casi muere hoy por salvar a… 

—A Albus, lo sé. Lo agradezco, por supuesto. No quiero hacer esto. Sé que no has sido tú, Malfoy. De hecho, los tres lo sabemos. 

—¿De qué me acusan esta vez? —preguntó sin ganas, cansado, agotado de que se lo acusara de todo siempre. No estaba seguro de poder soportarlo—.  Mira, si es por lo del Profeta que mandé a esas arañas… 

—No, no. No es eso. Es… 

Granger-Weasley perdió la paciencia. 

—Han atacado a un pocionista —dijo ella. 

Draco asintió y masajeandose la sien preguntó;

—¿Volvieron a robar ingredientes? 

—Y algo más —agregó Weasley—. Lo mataron. Murió hace una hora en San Mungo. No pudo decir quién lo atacó de verdad. 

Vaya, eso sí sorprendió a Draco. Weasley también creía en su inocencia. Como fuera, no tenía mucha cabeza para esto ahora. Quería hablar con Minerva sobre Slughorn y esas malditas arañas. ¿Cómo era que no era la primera vez que atacaban? No sabía nada. 

—Hace una hora estaba corriendo a Hogwarts —todos asintieron—. Miren —estaba cansando, el dolor de cabeza aumentaba. Su esposa estaba en Malfoy Manor, débil y preocupada—. ¿Qué se supone estoy robando en estos ataques? 

—Es confi— empezó Potter, pero Granger-Weasley le reveló la lista—. ¡Hermione!

—Harry, Malfoy es bueno en pociones. Él por años ha buscado una cura para Astoria, sabe de ello, la única razón por la que iban a San Mungo era porque no quería hacer nada ilegal. 

Draco se sonrojó porque aquella mujer a la que tantas veces insultó de adolescentes le estaba dando un elogio. Sin embargo, se le fue rápido porque al repetir mentalmente los ingredientes, supo por qué necesitaban robarlos cada tanto. Quien quiera que fuera el autor, estaba experimentando con… 

—Sé lo que pueden estar haciendo. 

—¿Qué? ¿Cómo? —Harry parecía sorprendido de su intervención.

—Como bien te acaba de informar tu amiga, Potter, sé de pociones. Esos ingredientes se hicieron casi ilegales y difíciles de conseguir por mi culpa. Yo experimenté con ellos un tiempo hasta que el Ministerio creyó que estaba haciendo algo malvado y no una cura para mi esposa. Están experimentando. 

—Dijiste que sabes en lo que pueden estar trabajando, ¿en qué, Malfoy? —preguntó Granger-Hermione. 

—En una variación —respondió él. Potter y Weasley eran los más despistados y se ve que apenas entendieron sus palabras, por lo que después de un gesto de frustración, él mismo les explicó—: Descubrí que sirven para variar el tiempo de duración de una poción. Por ejemplo, saben que la poción multijugos tiene un límite de acción de una hora, con estos ingredientes, tal vez, solo tal vez, porque no lo probé en ella, pueden hacer que ese tiempo se extienda a… tal vez dos horas, o tres, o dos minutos. Quien sabe si es posible en esa poción, pero esos ingredientes, en algunas, puede hacer eso, variar su tiempo de acción.

—¿Es lo que usan las pociones que San Mungo le daban a tu esposa? —preguntó Hermione. 

—Lo desconozco. Nunca me han dado las recetas. Pero lo que experimenté con ellas antes de que el Ministerio pudiera gestionar su venta, todo lo que pude extender una poción fue una hora. Ahora, de verdad me gustaría hablar con la directora. 

—Te acompañamos —dijo Potter—. No para vigilarte. Tu hijo salvó a mi hijo, Mafoy. También debo velar por la seguridad de ellos.  

*** 

Corazón de Bruja: El resurgir del ScorBus. 

Como han notado, lamentablemente el fandom ScorSe, Rose y Scorpius se han distanciado entre ellos. La causa de esta separación  parece ser Albus Severus Potter. La prueba ferviente de ello es que el joven Malfoy, según testigos cercanos a la nueva pareja,  al ver a Potter ser atacado por una araña no dudó ni un segundo y tomó su lugar. De no ser por el señor Scamander, el joven Malfoy hubiera perdido la vida salvando a quien se rumorea ser su nuevo amor. 

Albus S. Potter y Scorpius H. Malfoy son la prueba de que el amor puede vencer cualquier mal. 

ScorBus, levanten sus banderas, parece ser que el romance arcoiris tiene nuevos protagonistas. 

Corazón de Bruja: Sección Teorías. 

Un lector fiel nos ha escrito diciendo que le confió a Albus una poción secreta para que Scorpius dejara de mirar a Rose Weasley. ¿Creen que sea cierto y por eso la pareja que parecía ir directo al altar se ha roto? 

*** 

Querido Scorpius. 

Anoche no tuve la oportunidad de verte en persona porque Pomfrey no dejó entrar a nadie, pero deseo agradecerte lo que hiciste por Albus. No sé cómo hacértelo saber. Aunque espero enormemente que no vuelva a pasar algo similar. Ninguno debió estar bajo semejante amenaza. También me alegra saber que estás y estarás bien gracias a que Scamander llevaba un antídoto. Lo que Medusa lleva adjunto es lo único que encontré para agradecerte lo que has hecho. No es la gran cosa, es solo una pieza de ajedrez que perteneció a la familia Black, la familia de tu abuela paterna. 

Saludos

Harry J. Potter

*** 

A la mañana siguiente, a primera hora, Albus junto a Rose estaban en la puerta de la enfermería esperando para ver a Scorpius. Esta vez lo dejaron pasar. Scorpius estaba despierto cuando llegaron a su cama, sonriendoles, con el cabello fuera de su usual coleta. Se veía raro según Albus, pero eso no era importante en ese momento. Estaba por preguntarle cómo estaba cuando vio una caja de chocolates caseros que reconoció. 

—Son los que hace mi abuela. 

—Sí, me mandó una carta —Scorpius se sonrojó—. Tu papá también. Bueno… toda su familia —miró a Rose, en señal de disculpas porque solo había chocolates—. Sirvete, Al. Solo he podido comer uno cuando me atrapó Madam Pomfrey y amenazó con envenenarlos si no esperaba al desayuno. 

Rose se movió y se sentó, negando. 

—No son ni las siete, por supuesto que no dejó que comieras chocolate —entonces respiró hondo y fuerte—. No tienes idea lo asustada que estaba. 

Albus se apresuró a narrarle cómo Rose los esperaba con unos bollos de arroz que se guardó de la cena anoche. 

—No puedo creerlo. Se supone que no había ninguna otra araña fuera de su nido. Que habían entendido que su hija no está en el castillo. Eso dijo H- el profesor Hagrid. Qué bueno que el señor Scamander estaba allí. 

Scorpius asintió. 

—Sí, aunque no lamento que no te hayan lastimado —Albus se sonrojó—. Lo haría de nuevo —se encogió de hombros—. ¿Sabes, Rose? Esa araña no buscaba a su hija o sobrina ni a su nieta o lo que fuera. 

—No —apoyó Albus mirando a su prima—. Solo gritaba Carneeee carneeeee. Estaba famélica de hambre. Hasta los suyos seguro huyen de ella, tal vez por eso las arañas se meten al castillo. Les tienen miedo a esas cosas enormes. 

Los ojos de su prima se entrecerraron en una expresión peligrosa. 

—¿Qué quieres decir con eso? —le preguntó la chica—. Acabas de decir que hay arañas que se esconden en el castillo. 

Oh, entonces Albus se acordó que ella no estuvo con ellos cuando buscaron a James. 

—Sí, las vimos cuando seguimos a James a la torre del baño de niñas en desuso, donde está Myrtle la llorona. 

—No me habían contado eso, de que vieron arañas.

—Se nos pasó, lo siento. Fuimos castigados, ¿recuerdas? Y atacados. Pero sí, vimos unas mil arañas pequeñas (no de la familia de esas cosas en el bosque) entrar y perderse en uno de los muros —se encogió de hombros—. A saber dónde pueden entrar tantas en el castillo —un escalofrío le recorrió de solo imaginarse un aula repleta. No se podría ni abrir la puerta. 

—Hay un lugar —dijo Rose, como si fuera obvio. Al ver que no captaba hizo un ruido con sus labios señal de frustración—. ¿No lo recuerdas? 

—La cámara de los secretos —dijo entonces Scorpius—. Ahora lo recuerdo, leí sobre eso en un libro que está en casa. Tu padre, Al. Bueno, antes de tu padre, Voldemort. Ellos encontraron la cámara que Salazar Slytherin ocultó de los otros fundadores de Hogwarts. Allí, escondió un basilisco. Que tu padre, Al, y tu tío, Rose, mató cuando salvó…

—A mi mamá —Albus lo recordó entonces. 

—Si entra un basilisco, y vivió por años ahí… ¿qué es una cantidad de arañitas? —concluyó Rose. 

Albus miró incrédulo a su prima. ¿Un montón de arañitas? Ella no las había visto. Eso seguro. Estaban por seguir hablando del tema cuando Madam Pomfrey apareció con tres desayunos. 

—Porque estoy segura que ustedes tampoco han comido —dijo, mirándolos. Albus le sonrió y aceptó la avena, porque efectivamente, no habían pasado por el Gran Salón. Cuando la mujer se fue, Scorpius fue quien tomó la palabra en primer lugar. 

—Pero no podemos entrar allí. Lo que leí decía que solo puede abrirla alguien que sabe hablar pársel. Yo no sé. ¿Ustedes? 

Albus se decayó. 

—Tampoco.

Su primera arrugó la nariz. 

—¿Qué harían si supiese? ¿Ver si las arañas están ahí? —los dos chicos asintieron—. ¿y después?

Guardaron silencio, porque él no tenía idea. Había pensando que le había encontrado la solución a algo, pero eso no era verdad. Entonces, la expresión en Scorpius cambió. 

—¿Y si la araña, esa que las demás buscan, está ahí?

—Para que esté ahí —contestó Rose—, alguien debió colocarla. Y nadie en la actualidad sabe hablar pársel. Creo que en la teoría de que las arañas huyen de las que están próximas en el Bosque Prohibido. Ellas se comen entre ellas, ¿sabían?

¿Era necesario que su prima le colocara esas imágenes en su cabeza? Miró lo que quedaba de avena y no pudo volver a comer un bocado.

Maldición

Scorpius debió quedarse todo el día en la enfermería, por lo que, mientras que Rose se quedó, él debió ir al campo de Quidditch. Tarón cambió el entrenamiento del viernes por el sábado en la mañana, aunque no contaba con un jugador menos. En el camino se encontró con Sophie que iba a ver a Scorp.  

—Albus —la chica lo frenó. No tenía el cabello suelto, lo llevaba todo agarrado arriba de su cabeza—. ¿Cómo te sientes hoy?

—Ah… bien… Ya dije, a mi no me pasó nada. 

—No seas tonto. Te golpeaste la cabeza y el hombro. 

Era cierto, cuando Scorpius lo empujó, había caído sobre su costado y su cabeza rebotado. Madam Pomfrey lo trató, pero había sido poca cosa. 

—Ya ves. Tengo la cabeza en orden y en su lugar, todavía—dijo torpemente—. ¿Vas a ver a Scorp?

Sophie asintió. 

—Sí. Vincent quería venir, pero Tarón lo agarró y lo arrastró hasta el campo de juego. 

Mierda

—Debo irme. Nos vemos, Sophie. 

Cuando llegó al campo de Quidditch Vincent le preguntó sobre Scorpius. 

—Estaba bien. Enojado porque mi abuela le mandó chocolates pero Madam Pomfrey no dejó que se los comiera. 

Vincent se mató de la risa.

—No sé cómo carajos está en Slytherin. Quisiera leer la carta de Merlina.

Entonces debieron entrenar. Tarón fue un grano irritado en su peor momento. Estaba enojado por estar entrenando sin buscador. 

—Esta noche le dan el alta —intentó tranquilizarlo él—. En la semana podrá unirse. No es como si el nivel fuera a bajar —Tarón, de todas formas, no cambió su genio. 

Iba de regreso con Vincent hacia el castillo cuando Kate le tocó el hombro. 

—Ya se le pasará. A Tarón digo. Tiene miedo de que perdamos frente a Gryffindor. 

—No perderemos —dijo al unísono con Vincent. 

Después de almorzar, volvieron con Scorpius. 

*** 

El baño de niñas donde vive Myrtle, James y las arañas van quedando atrás en cuanto se reanuda el Quidditch y Scorpius descubre lo exigente que está Tarón. Vincent hasta está por amenazar con renunciar de nuevo, pero entre él y Al empiezan a ayudarlo en sus deberes que esta vez no logra mantener. En esas condiciones, llega el gran enfrentamiento: Gryffindor vs Slytherin. Rose, esta vez decide ser neutral, aunque solo desde la ropa porque se coloca con Thomas y Sophie en las gradas de Slytherin. 

Scorpius estaba con todo el equipo en los vestidores. No tenía idea cómo estaba ya con el uniforme al igual que Al. Tampoco recordaba si desayunó. Sí recuerda a Rose metiéndole una tostada en la boca. Otros flashes. Mierda, habría más fotos de ellos en la maldita revista. 

No quería estar nervioso. Quería solo salir y ganarle a James Sirius Potter. Aunque la verdad hacía siglos que no lo molestaba, pero por todas las veces que en primero le llamó Hijo de voldemort deseaba poder ganarle. Podía ver en Al un brillo nuevo en sus ojos, un brillo que en este segundo año había aumentado, era un brillo muy Slytherin. Albus quería aplastar a su hermano. Quería ganar, como él, como todos. 

Tarón dio un discurso, pero fue incapaz de escucharlo. En su cabeza solo había un pensamiento: Atrapar la Snitch antes que Potter. 

Llegó el momento de salir al campo. Lo hicieron, extrañamente, bajo una nueva ovación. Scorpius se sorprendió entonces de ver, por primera vez, aparte de Rose claro, alumnos y alumnas de otras casas en la tribuna de Slytherin. Incluso el profesor Hagrid volvía estar allí, aplaudiendo y silbando cuando anunciaron su nombre y el de Albus, incluso el de Vincent. 

Los nervios se le dispararon un poco más. Pero en cuanto subió a su escoba y dio una patada al suelo y empezó a volar se disiparon. 

Podía ganar este partido. 

Escuchó el bramido en la tribuna de los leones. Intentaron igualar la ovación que recibieron ellos con el nombre de cada jugador. Pero se notaba la diferencia. Incluso James Potter ya no era tan ovacionado como el año anterior. Ante el nombre de Potter, Scorpius se atrevió a mirar. En su uniforme se podía ver cuánto había entrenado. Estaba distinto, casi hasta una cabeza más alto, otra vez. 

La altura no hará velocidad, pensó. 

Entonces, sonó el silbato dando inicio al que podría ser el partido de su vida. 

*** 

Michael era un jugador sucio, había hecho ya tantas faltas como puntos. Y muchas de esas faltas fueron contra él, Albus, en el momento justo que en la referí del partido no miraba. Todo Slytherin estaba enojado, pero no había queja que valiera, el juego seguía. Albus respiró hondo y sacudió el hombro. Le dolía como el infierno. El idiota de Michael, que era cinco cabezas más ancho, y unas tantas más alto, le había dado con todo cuando nadie miraba. 

—¿Estás bien? —preguntó Tarón volando al lado suyo. Asintió en respuesta, dejando que Tarón volviera al juego con Kate y él. 

Ellos también habían marcado puntos, pero otros habían sido frenados por las faltas que nadie veía. 

 

Maldición. ¿El árbitro era Gryffindor? Seguro. 

Mierda

—¡Punto para Gryffindor! —relató Wood. 

Otro estorbo eran las Bludgers. 

Maldición

Tal vez jugar con sus primos no fue buena idea. Fred, bateador de Gryffindor, sabía sus debilidades con la izquierda. En lo que iba del partido, Albus recibió tres roces de una Bludger suya. 

Maldición

Si seguía así, tal vez pasara toda la semana en la enfermería. El hombro ya no solo le dolía, le costaba moverlo y ardía como el demonio. ¿Lo peor? Iban perdiendo. Por diez puntos. 

Carajo

Miró hacia arriba. Scorpius sobrevolaba el campo a poca velocidad, alejado de todos los jugadores, concentrado. Luego miró a su hermano,  era lo opuesto. Volaba más rápido, entre los jugadores incluso, cubriendo más lugares para buscar. Retomó su concentración. En el aro, Vincent se sacaba el sudor cuando casi deja pasar una vez más una Quaffle. 

—Esta vez —relató Wood—, Goyle atrapó la Quaffle. 

Albus levantó el puño en dirección a Vincent. 

Necesitaban ganar esto para demostrar que Slytherin no era ni la mitad de mala de lo que decían. Vincent lo vio y asintió. Todos tenían algo que demostrar. 

Lo lograremos, pensó. 

*** 

La manera de volar de James ponía nervioso a Scorpius. Volaba muy rápido. Parecía valorar la velocidad sobre buscar la Snitch. No, pensó. Lo que sucedía era que James parecía impaciente. Tal vez estaba desesperado, sabiendo que Gryffindor podía perder aunque el marcador ahora mismo estaba empatado gracias a un punto de Kate. Sabía, por la tribuna y porque lo vio, que los leones estaban cometiendo muchas faltas. Parecían estar jugando una final. Albus ya fue golpeado varias veces y de reojo notó como le empezaba a molestar el hombro. Kate tenía un algodón en la nariz. Tarón mostraba un tajo en la mejilla. Recién el árbitro empezó a ver las faltas de Gryffindor, aunque de tres veía solo una y solo llamaba su atención. Si fueran ellos los que hicieran esas faltas estarían siendo sancionados.

Respiró hondo. Su trabajo era buscar la Snitch y evitar las Bludgers. Eso pensó, hasta que de repente, vio a alguien con uniforme rojo acercarse y estaba seguro que no era James Potter. Logró dar vuelta hacia abajo. Lo vio pasar, quejándose. Lo reconoció. Era Michael. La grada de Slytherin gritó enojada pero el árbitro no lo había visto. 

Ahora debía cuidarse más. Empezó a impacientarse, a volar más rápido. De repente, tuvo una idea. Gryffindor estaba jugando sucio, ¿por qué no hacerlo también? Podía, y lo que haría no sería ilegal. 

Volando, a una velocidad más bien lenta, se acercó a James. Podía ver su cabello ondeando en olas rabiosas por el aire. Respiró hondo y aceleró, como si su vida se fuera en ello, pasando por al lado suyo, directo al frente, solo unos metros. Entonces, de forma repentina, viró hacia arriba. En cuanto escuchó a Wood decir que al parecer vio a la Snitch supo que su engaño surtió efecto. Sintió a Potter a su lado. Estiró su mano y vio al buscador enemigo hacer lo mismo. Fue cuando Scorpius empezó a reírse, sin poder aguantar más. 

—¡Maldito imbécil! —escuchó a Potter despotricar a su lado.

—Oh —escuchó apenas a Wood—. Era mentira, ha llevado a Potter con él en un engaño. Ha servido, porque en eso, Albus Potter acaba de hacer un tanto. ¡Slytherin se pone a la cabeza!

Scorpius se acomodó en su escoba, pensando que algo bueno salió de todo esto, y fue divertido, muy divertido ¡James a su lado estaba enojado! No tuvo tiempo de admirar las consecuencias de su broma porque un destello llamó su atención, sobre la cabeza de alguien en las tribunas de Slytherin. 

Viró a toda velocidad hacía las gradas. 

—Oh —soltó Wood—. ¿Será otra treta o será verdad? 

Potter no lo siguió, pensando que estaba jugando. El Gryffindor se dio cuenta tarde que no era un engaño esta vez y reaccionó tarde. Scorpius saboreó la victoria. Si la Snitch no se movía, ganarían. 

Pero bajando, descubrió que la pelota alada estaba arriba del profesor Hagrid, quien sin querer, o sin saber que era la Snitch jugando con su cabello, pegó el manotazo y la pelota alada disparada salió a la tribuna opuesta. 

—Mierda —exclamó sin perderla de vista, pero girando, le dio la ventaja a quien venía metros detrás. James pronto ganó todo lo que le había sacado de ventaja. 

Se pegó lo que pudo al palo de la escoba. Alguien acababa de marcar otro tanto. Scorpius, como Potter, sortearon jugadores amigos y enemigos hasta las gradas leonas. Pero la snitch volvió a jugar y fue hacia los profesores. 

—La Snitch parece querer saludar a todas las tribunas —se rió Wood. 

Alguien más marcó un tanto. 

Un silbato. 

Una falta ¿Gryffindor otra vez?

La Snitch se posó arriba del sombrero de la directora. Scorpius sintió a James desestabilizarse. A Scorpius en cambio no le importó. Solo debía atrapar la Snitch. Estiró la mano. La de James no apareció. Sonrió cuando sus dedos abrazaron la pelotita escurridiza. Aun cuando se estrelló contra la directora y cayó al suelo, Scorpius se levantó, alzando la mano al aire. Poco le importó los improperios de la directora respecto a su túnica o las quejas del profesor Longbottom. Scorpius solo sentía la euforia de la victoria. Ni siquiera vio a las personas en aquella grada. No, lo que vio al levantar la mirada, fue que James lo miraba con los ojos como platos desde su escoba, en el aire. ¿Sus ojos azules mostraban respeto? No, imposible. ¿O sí?

De repente, Scorpius estaba muy interesado en  descifrar esos ojos detrás de aquel mar de pecas, pero entonces, los rostros de los miembros de su equipo estaba frente suyo. 

Acababan de ganar, y nada más y nada menos que a Gryffindor, el intocable hasta el año anterior. Sentían tanta felicidad, que cuando lo bajaron al al campo de Quidditch entre brazos y brazos, y tocó finalmente el campo, apenas vio que una cabellera larga, roja, llena de rulos llegaba a él y lo abrazaba antes de saber qué estaba haciendo. Era Rose, su amiga, y ella estaba feliz por él. Le devolvió el abrazo con fuerza y felicidad. 

¡Qué importaba los miles de flashes que saltan en ese momento!

Rose después saltó en brazos de Albus y finalmente en los de Vincent. 

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