El Legado de Potter #2: La maldición de los Malfoy

Harry Potter - J. K. Rowling
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El Legado de Potter #2: La maldición de los Malfoy
Summary
Una mujer lidera un grupo en contra del Ministro y en contra de los mortífagos, en especial de Draco Malfoy. Más y más gente se suma a este nuevo movimiento. Harry, Hermione y Ron hacen lo que pueden para emprender el lema “Basta de odio”.En medio de toda esta guerra política, Scorpius, Albus y Rose empiezan su segundo año en Hogwarts,James Sirius Potter, que empieza su tercer año, sigue confundido respecto a Scorpius Malfoy. ¿Es tan bueno como su hermano dice? ¿O solo aparenta serlo? Se dicen tantas cosas en los medios y el colegio, que no sabé qué hacer para saber la verdad.
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Capítulo catorce El robo de Albus

Capítulo catorce 

El robo de Albus

Querido Albus

Mi navidad no ha sido la mejor de todas. Ni aunque mi madre esté en cama hace que mi abuelo hable indirectas de como mi padre estaría mejor de haberse casado con alguien más. Mi abuela, en cambio, ¿puedes creer que se sentó con mi madre y conversaron tranquilas toda la noche? No sé bien qué pasó. Aunque es verdad que padre está muy delgado, pero lo vi comer bastante durante la cena. Lo siento, no es mi intención escribir cosas tristes. 

Espero que tu regalo te haya gustado. El tuyo me encantó. Dile gracias a tu abuela también por el sweeter, el del año pasado ya me quedaba corto. También por los chocolates. A Mer le han gustado mucho, aunque no le he dicho de quién era porque tal vez no iba a querer comerlos, se lo he dicho después y se ha cabreado bastante. Pero ya se le pasará. 

Atentamente, 

Scorpius H, Malfoy. 

Albus se mordió el labio, la segunda parte de la carta le parecía graciosa, ahora, la primera lo deprimía. Aunque tenía algo bueno, su abuela parecía estar cambiando. 

—¿De qué es la H? —preguntó alguien a su espalda, haciéndolo saltar. Era el idiota de su hermano. Había olvidado cerrar la puerta de su habitación y no lo había escuchado. Se había vuelto bueno en eso, estaba seguro que era por esa capa de mierda que tenía. Seguía tan enojado con él. 

—¿Esa es tu profesión ahora? ¿Espiar? 

Su hermano se alejó, suspirando. Tenía un nuevo corte de cabello. Él mismo también, aunque le hubiese gustado tenerlo largo, como su tío Bill, pero dudaba lograr el mismo nivel de manejo de su cabello. 

—No sé de qué hablas —James se hizo el desentendido, desordenando su cabello. 

Albus no lo entendía. Él no tenía el cabello de su padre, sus ondas, como le había escuchado decir a Scorpius una vez, eran prolijas.

——Seguro. Ya te dije que sé muy bien que eras tú el que estaba escuchándonos hablar fuera del castillo. También te vi en el partido de Slytherin. Estabas bajo la capa. ¡Oh, por Merlín! Estoy seguro ahora que tu hiciste tropezar a Scorp. el día del partido. 

—Repito, no sé de qué hablas —James lo siguió negando—. Ahora dime, ¿De qué es la H en la firma de Malfoy?

—Sabes bien de qué hablo. Y deja de hacerlo, deja de seguirnos o le diré a papá. 

—Díselo. No hice nada. Ahora, ¿de qué es la H?

Alguien se acercó a la puerta. Albus miró. Su versión adulta, su padre. 

—¿La H de qué?

—El novio de Al —respondió James, haciendo que Al se quejara—, firma como Scorpius H. Malfoy. 

—No es mucha ciencia, idiota —le gritó mientras su padre le decía “lenguaje”—. Es la inicial de segundo nombre, sin cerebro —otra advertencia de su padre. 

—¿Cuál es?

—Qué te importa —No se lo diría. 

—Hyperion —respondió otra voz. Albus miró enojado a la dirección. Detrás de su padre, se acercaba Teddy que pasaba las vacaciones con ellos. Teddy, al verlo, levantó las manos—. No sabía que era un secreto.

Albus miró amenazante a su hermano por si se atrevía a burlarse de su amigo, pero James estaba lejos de tener una sonrisa, tenía el ceño fruncido, mirando a Teddy y luego asintiendo. 

Vaya, pensó Albus, eso es extraño. Tal vez sólo estuviera portándose bien para no mandarlo al frente sobre el uso que le daba a la capa de invisibilidad. Entonces, recordó algo. Su padre tenía un mapa que le decía donde estaban todos en el castillo, incluso bajo la capa, y estaba guardado en una oficina que su padre usaba cuando traía trabajo a casa. No lo miraba, ya no. Su tía Hermione se lo hizo prometer. No espiaría a sus hijos, pero con el mapa en sus manos, Albus podría localizar a su hermano cuando éste estuviera siguiéndolo. 

La idea tenía un problema. Si lo pedía amablemente su padre se negaría. A él casi siempre le negaba todo. Maldición. Sólo podría tenerlo robándole. ¿Cómo haría eso? Ya lo vería, pero se haría del mapa, de eso estaba seguro.

*** 

Año nuevo lo pasaron en La Madriguera donde estaban todos, esta vez, incluida la abuela de Teddy, Andromeda Tonks. A Albus le caía bien aunque lo cierto era que no tenían mucha relación, los sociables eran siempre James y Lily. Él muchas veces prefería escuchar. Este hábito creció el año anterior con todos en contra de Slytherin y Scorpius, sin embargo, este año estaba todo raro. Todos parecían querer conversar con él, más allá de cómo le iba en el colegio. 

—Albus —se acercó Andrómeda después del postre, cuando todos se levantaron y se mezclaron, algunos primos y primas corrieron afuera con cosas que tío Ron y tío George trajeron de Sortilegios Weasley—, me ha contado que sigues siendo amigo de Malfoy. 

Ya empezaron, pensó. Por supuesto que saldría el tema, al parecer, solo se estaban tomando su tiempo. 

—Por supuesto, es mi mejor amigo, y de Rosie también —su prima estaba saliendo de la casa detrás de Hugo y Lily en ese momento, seguro para vigilarlos más que para jugar con ellos—. ¿Acaso no debería? —preguntó a la defensiva, por lo que su tono fue algo brusco. La abuela de Teddy pareció notarlo porque elevó sus cejas al cielo, casi de la misma manera en la que había visto al padre de Scorpius… 

Ay, ¿se parecen? pensó. 

—No es lo que quise decir, Albus. 

—Seguro —respondió, con más sarcasmo del que pretendía. Se mordió el labio. En cualquier momento llegaría su padre y le llamaría la atención—. Lo siento —agregó rápidamente. 

—Descuida. Sé que Malfoy ha ayudado a Rose antes. Sus acciones hablan por él. ¿Todo está bien? 

Albus se tragó las ganas de resoplar. Se citó a sí mismo. 

—¿Acaso no debería estar todo bien? —aquella conversación no iría a ningún lado. Tal vez la mujer solo quería hacerlo hablar, tal vez pensaba que se sentía solo, tal vez quería sacarle información de Scorpius, no lo sabía. Cualquiera fuera la opción, no le interesaba. Se puso de pie y se disculpó—. Lo siento, iré afuera con los demás. 

Casi se chocó con James en la puerta quien le fruncía el ceño.

—Ella solo quiere ser amable contigo —le reprendió como si fuera su padre. ¿Qué se creía? 

—No necesito que nadie sea amable conmigo. Carajo. 

Ok, Albus admitiría que estaba de mal humor. Esa semana había intentado entrar a la oficina de su padre, pero justo parece haber ordenado a Kreacher limpiarla, porque el elfo vivía allí prácticamente, murmurando lo reluciente que dejaría el lugar donde su amo, el más generoso del mundo, trabajaría y encontraría a todos los malos gracias al aseo. 

—No sé quién está siendo un forúnculo en el culo —le susurró molesto  su hermano. No tuvo idea cómo lo hizo, pero Albus lo ignoró. Tal vez estaba madurando. O tal vez solo era consciente que se las estaba arreglando con las personas equivocadas. El que acababa de madurar parecía James con ese comentario. 

¡Carajo que estaba cabreado si su hermano estaba siendo más maduro que él!

*** 

Draco no había podido sacarse de la cabeza si existía algún artefacto de Voldemort suelto por ahí. Tal vez no fuera lo que llevara Cho Chang, pero si habían lanzado un rumor como ese, algo detrás tendría que haber. Tal vez, no había tal objeto, tal vez, el objeto estaba fuera del alcance, en sus manos, y solo querían sacar a la luz quién lo tenía y dónde estaba. Esa línea de pensamiento es lo que había evitado que fuera corriendo a donde tenía todos los artefactos oscuros que adquirió desde la guerra. 

Alguien podría saber que él lo tenía. Alguien tal vez descubrió lo que hizo en muchos de sus viajes antes de que la maldición de Astoria despertara de manera tan abrupta. Por lo tanto, alguien podría estar detrás de sus pasos. Solo por eso, también, es que se atrevió a realizar algunas salidas, aguantarse el escupitajo de magos y brujas, miradas acusatorias y unos cuantos “Muerte a los mortífagos”. Aunque también descubrió otras cosas, como que algunos locales sacaron sus carteles de la prohibición de marcados. La causa tal vez fueran las declaraciones de Luna Scamander. 

—¿En qué pensaba? —preguntó en voz baja, a nadie en particular. Se encontraba en la barra de bebidas en Malfoy Manor. Estaba solo. Astoria estaba con Merlina y Scorpius, en una especie de actividad de pijamas. Su madre, increíblemente, estaba con ellos. Su padre, bueno, seguro estaba en su despacho, bebiendo de su propia barra de bebidas. 

La entrevista de Luna no podía estar más lejos de lo que realmente había sucedido. ¿Cómo podía creer que fue un doble agente? ¡Merlín! De poder tener algo como eso y una forma de comprobarlo lo hubiera hecho hace mucho. No es que no fuera verdad que le alcanzara algo de comer una o dos noches, solo en un acto de misericordia. Era desvergonzado, un desgraciado, un estupido de adolescente, pero era humano. Y Luna no era ninguna sangre muggle ni mestiza, y era más chica, y eso le había movido a ayudarla, si ayuda puede llamarse. Sin embargo, sus palabras habían llegado a algún punto en el corazón de la gente del mundo mágico. 

¡Merlín, las palabras de Luna casi tuvieron más impacto que las de Potter! 

En sus pocas salidas, de todas formas, no logró descubrir a nadie siguiéndolo. Estaba tentado de revisar su colección de artefactos. Bebió su whisky de fuego y tomó la decisión. Iría. Si notaba que alguien le seguía los pasos, volvería. 

Llamó a uno de los elfos. 

—Si Astoria o alguien pregunta, subiré en una hora. Estoy ocupado y no deseo que nadie entre a mi despacho. 

—Sí amo. 

Esperó que su elfo se fuera y luego salió tomando su túnica de abrigo. Cruzó Malfoy Manor. No había nadie por lo que salir afuera no le ocasionó contratiempos. Luego se alejó, más allá de las barreras de protección, entonces usó la Aparición. 

***

Draco apareció sobre una superficie rocosa. Cerca, se escuchaba el rabioso mar chocar con la costa rocosa. Respiró hondo. Nadie conocía este lugar. Esperó que su vista se acostumbrara a la oscuridad y la iluminación natural de las estrellas y la luna. Después avanzó. 

Estaban en un acantilado cerca de la costa. Allí había una tierra que le pertenecía a él, algo que su tía Bellatrix le heredó, pero a nombre Black, un apellido que no estaba tan manchado gracias a ciertos miembros de la Orden del Fénix, como Sirius Black y el después conocido valiente mortígafo que desertó y buscó destruir a Voldemort: Regulus Black.  También a Andromea Tonks, Black de soltera, y su fallecida hija, Nynphadora Tonks. Él era un Black, en algún punto, debido a su madre, por lo que la tierra le respondía bien. 

Subió sobre aquella superficie rocosa hasta una cueva grabada en la pared. Antes de adentrarse, extendió los sentidos. Definitivamente nadie lo seguía. 

Para llegar al lugar que construyó y que selló con los más complejos hechizos protectores, debía adentrarse varios metros por la cueva. Saber dónde detenerse y con la varita dibujar el código sobre la pared. Era el mismo método para ingresar al callejón Diagon desde London Muggle. Entonces, quedaba a la vista un terreno con cielo falso que imitaba el de afuera, bajo el cual se alzaba una versión más pequeña de Malfoy Manor que él mismo levantó. Para entrar, se pinchó su dedo y dejó caer una gota de sangre y formó unas palabras sobre el suelo.

***

Draco recorrió las estanterías donde había miles de cosas detrás de cajas individuales de cristales, con su buena dosis de hechizos protectores. 

—El cuchillo maldito, la espada encantada —se acercó al ataúd de la momia vacía—. También está —era hora de comprobar las pertenencias de Voldemort. Estas estaban en otro lugar, bajo tierra, en una mazmorra—. Por favor, que estén —¿quién diría? se rió casi de sí mismo, Draco Malfoy rogando.  

Los hechizos debajo eran potentes. Y tenía artilugios extras. No intentó pasar ninguno, a él se le revelaba lo que había frente. Estaba todo. 

—Bien —dijo. Se quedó tranquilo. El rumor de un artefacto solo debió usarse para evitar que salieran a la luz los ingredientes que robaron. Por cierto ¿cuáles serían? 

*** 

Scorpius sabía que su madre ya no volvería a estar mejor nunca. Era un hecho, lamentablemente. Pero verla tan feliz en esas vacaciones, a veces le daba falsas ilusiones. Ella rió, sonrió, ahora su abuela la trataba todo el día, miraba enamorada a su padre (y este le devolvía la misma mirada). Habían tenido una noche de pijamas a la que su padre se unió. Contaron historias de terror y Scorpius ocultó cuánto miedo le daba. Merlina las disfrutó. 

Esas ilusiones, sin embargo, se esfumaron cuando llegó la hora de ir a la estación nueve tres cuarto para regresar a Hogwarts y ella solo podía despedirlo desde su cama. 

—Madre —la abrazó fuerte y ella a él. Entonces, su madre le habló al oído. 

—Escúchame bien, Scorpius, ¿lo haces?

—Sí, madre, te escucho. 

—Bien. Quiero que seas feliz, ¿entidades? Nunca te rindas. Nunca dejes que alguien te haga sentir ordinario ¿me oyes? Nunca mires el suelo ante los demás, siempre ve al cielo, Scorpius. Pero sobre todo, deseo pedirte algo con todo mi corazón, hijo. Nunca abandones a tu padre. Él te necesita. Él no puede caerse, no puede seguirme, ¿me oyes? No lo dejes. No dejes que se caiga. No dejes que lo derroten ¿sí? Eres un Malfoy, el mejor Malfoy que tu padre y yo pudiéramos haber criado. Eres la luz en la oscuridad, Scorpius. Promételo, por favor. 

—Lo prometo, madre —dijo. 

*** 

Vincent, Thomas, Sophie, Rose, Albus y él encontraron un vagón solo para ellos. Se pusieron al día entre todos. Junto a Vincent y Sophie contaron cómo sus familias se juntaron una noche a cenar. 

—También estuvieron los Nott y Flint —agregó Sophie, colocándose un mechón de cabello detrás de la oreja. Era raro verla con el cabello suelto—. Jenna nos hizo escuchar lo nuevo de Theo. También nos dio unos dijes mejorados arcoiris, miren —los enseñó. Scorpius sacó el suyo y se lo puso. 

—No quise usarlo antes por mi abuelo —dijo—. Él lo ve todo antinatural, casi como lo que piensa de los sangre… —se detuvo—. No repetiré lo que él dice —se sonrojó—. Son sus palabras, no las mías, pero prefiero no repetirlas. 

—Nosotros —dijo Rose después de sonreírle en aceptación, señalando a Albus—, pasamos mucho tiempo en La Madriguera. Mi madre no pudo tomarse vacaciones y papá prefirió aprovechar las ventas en el negocio con tío George. Tienen productos nuevos. Probamos todo. 

—Qué envidia —soltó Thomas—. Eso de tener familia que te haga probar primero el producto. Son los primeros —dijo como si fuera la cosa más emocionante—. Yo me la pasé viendo como abuelo Squib renegaba con los vecinos que no echaban sal a la nieve en las calles. 

Scorpius miró a sus amigos para ver si ellos entendían, la única que parecía hacerlo era, sin sorpresa, Rose. Exasperada, como si fuera culpa de ellos, respondió:

—La sal derrite la nieve que se acumula en las puertas de las casas.  

Scorpius estaba en shock. ¡Qué difícil era la vida para ellos! No podía hacer un movimiento de varita y hacerla desaparecer, o mejor, un movimiento y la nieve ni siquiera se acumulaba. Si hay algo que Scorpius sentía por los muggle y squibs era respeto. 

Entonces, finalmente, Albus hizo una seña con las manos y les pidió que acercaran sus rostros. Scorpius lo había observado desde que se saludaron en la plataforma, mientras su padres se saludaban con el típico “Potter”, “Malfoy”, notó un brillo especial en esos orbes verdes detrás de sus anteojos.  Un brillo muy Slytherin. 

—Tengo en mi poder algo que puede cambiar todo nuestro año en la escuela —dijo, en voz baja. Rose palideció. 

—No tienes un giratiempos, ¿verdad? —preguntó. Vincent y Sophie se asombraron. Thomas no entendió ni J. Scorpius negó.

—No hay más —dijo—. Siempre hablan de eso en algún que otro periodico. Todos los giratiempos fueron rotos un año que… —miró a Albus—. Harry Potter y sus amigos irrumpieron en el Ministerio… —se mordió el labio, porque en esa historia estaba su abuelo y su difunta tía Bellatrix. 

Albus carraspeó y reprendió a su prima. 

—Tu eres todo menos tonta, Rose. 

—¿Y qué querías que pensara? Dices que tiene algo que cambiará todo el año, pensé te referías a los exámenes. 

Esta vez la que suspiró cansada fue Sophie, quien volvió a echarse un mechón detrás de la oreja. Scorpius empezaba a alterarse, si le molestaba ¿por qué no lo sujetaba? Él mismo se ataba su cabello que llevaba bastante largo en una cola baja. Su padre había querido cortarlo y por eso ahora lo tenía atado. 

—Rose, ni Albus y Scorpius piensan aún en los exámenes. 

Asintió, dándole la razón a su amiga. Rose se encogió de hombros. Albus no volvió a hablar y Scorpius lo miró. Estaba con la boca entreabierta mirando al frente, donde estaba Sophie, por lo que chistó los dedos frente a su rostro hasta que se concentró. 

—Lo siento, Scorp. —se sonrojó—. No, lo que tengo es… —sacó un pedazo de pergamino amarillo—. Este mapa. 

—¡No! —gritó Rose. 

Albus entonces les explicó que el mapa pertenecía a su padre y que lo robó de su oficina. No era un mapa común, mostraba a toda la gente del castillo. 

—Quieres saber cuando James está cerca bajo la capa —dijo Rose—. Pero no debiste haberlo robado —estaba roja, incluso su cabello ya tenía frizz. Scorpius movió su mano y la apoyó sobre su hombro, para tranquilizarla, entonces miró a su amigo. 

—¿Qué quiere decir con saber cuando James está cerca bajo la capa?

Entonces, le explicaron que James Potter tenía una capa de invisibilidad y que había estado siguiendolos por estos meses. 

—De hecho, vio nuestro partido escondido bajo la capa en las gradas de Slytherin —comentó Sophie—. Lo vi salir, cuando ese chico idiota de Ravenclaw tiró a Scorpius de la escoba, aunque quería ayudarte, Scorp. 

Scorpius asintió, un poco en shock de que le dijeran que James quería ayudarlo, sin embargo, ahora que se hablaba de eso, recordó cómo alguien le advirtió de una bludger pero cuando miró, no había nadie. ¿Fue James? Pero eso era ayudarlo. Entonces recordó algo más. 

—Él me hizo caer antes del partido. 

—Eso creo también —confesó Al—. No sé qué planea. ¿Tu sabes algo, Rose? Convives con él en Gryffindor, a veces me olvido de eso. 

Rose resopló.

—Solo está obsesionado con Scorp. Ya se le pasará. 

—Sí —dijo Al—, desde el verano creo que solo está celoso, pero a veces es demasiado imbécil. Seguir es una cosa, escuchar las conversaciones ajenas es otra. 

Rose y él intercambiaron miradas. Thomas urgió que le dijeran, explicaran por qué se miraban así. Fue él quien lo hizo. 

—Cree que escuchaba nuestra conversación cuando Al, Rosie y yo hablábamos de las arañas afuera, en los jardines. 

—Como sea, para eso no necesitabas robarle el mapa a tu padre, Al —era Rose otra vez, de pie—. Solo decirle a tu padre lo que está haciendo con la capa, y él solo se la quitará. 

Albus también se puso de pie. 

—No corras a escribirle una carta a tu mamá ni a mi papá, Rose. Eres amiga ¿o no? 

Sin saber qué hacer, Scorpius también se puso de pie. Le gustaba la idea del mapa. Podrían ver donde estaban los demás y no toparse con nadie en los pasillos. Era un tesoro hermoso. Pero no le gustaba que Rose se viera así. 

—¿Por quién me tomas? —casi gritó Rose—. Yo solo… —En ese momento, Scorpius le puso su mano en su hombro otra vez. 

—Tranquila. No haremos nada malo. Solo es para ver a James, ¿no? Tú también crees que no es sano que nos escuche, ¿no, Rosie? 

—Por supuesto que creo que está mal. 

—Tal vez, con atraparlo una vez, no volverá a hacerlo, ¿no es así, Al?  Y no usaremos más el mapa —escondió su mano libre. Albus lo miró con los ojos abiertos, hasta que captó el brillo en sus ojos y sonrió apenas.

—Claro, después lo devolveré. Papá no se enterara, Rose. ¿Qué cosa mala puede salir mal? Vamos, siéntate. 

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