
Capítulo doce Basta de odio
Capítulo doce
Basta de odio
James Sirius Potter estaba bajo su capa de invisibilidad cerca de la puerta de la enfermería. Le gustaría acercarse, pero su hermano ya lo había visto en el campo de juego cuando, en un impulso, horrorizado por ver a Malfoy caer, se sacó la capa en la que había estado mirando el partido y corrió, buscando el hechizo para ralentizar la caída de Malfoy. Desde entonces, sospechó que Albus sabía que podría estar por ahí y lo que menos quería era ser visto en estos momentos porque…
Maldición. Él solo se había quedado parado con la varita alzada, sin hacer nada, porque nada salió de su boca. Fueron los profesores los que hicieron todo el trabajo. Estaba tan frustrado que le salían lágrimas de los ojos.
Maldición.
Maldición.
Nada había salido de su maldita boca. Tantos Excelentes en DCAO, encantamientos, y nada, absolutamente nada llegó a él.
Cuando se trataba de atacar verbalmente a Malfoy se le venían miles y miles de cosas. Cuando tenía que salvarlo, la única palabra que en su cabeza se había cruzado había sido Expelliarmus, y eso fue el ciclo pasado.
Desde donde estaba veía a su hermano, a su prima, y los amiguitos que tenía, más la chica esa melliza del guardián de Slytherin. Ni siquiera podía escuchar lo que decían.
Maldición.
Todo el año se la pasó debajo de la capa, detrás de Malfoy cada vez podía. Al principio, solo quería encontrar algo que le dijera que era como todo el castillo decía, un mini mortífago, alguien que buscaba seguir el legado Malfoy. Pero no encontró nada. Por eso buscó provocarlo. Sí, había salvado a Rose, pero ¿y qué? ¿y si era como decían, una treta? ¡Merlín, él mismo lo había salvado!
¡Merlín, que atacaron a su tío Percy porque estaba defendiendo a los Malfoy!
Algo tenía que ser Malfoy si la gente estaba actuando así. No podía ser que casualmente todo el mundo mágico se pusiera en contra de los Malfoy sin razón. Scorpius debía esconder algo oscuro en él.
Pero sus provocaciones tampoco resultaron. Pronto, además, para su rabia, entendió que más que el supuesto legado de Malfoy el muy desgraciado seguía el de su padre, un Potter. Parecía más justo que el más Gryffindor de los Gryffindor.
El Slytherin encima estaba en las noticias, la gente hablaba de sus supuestos romances, y lo atacaban también, como las historias que su padre le contaba de él mismo cuando el mundo mágico estaba en su contra cuando solo decía la verdad.
¡Que era un Malfoy no un Potter, joder!
Luego, cuando se dio cuenta que el maldito en verdad parecía ser honesto, aunque fuera una serpiente, no pudo dejar de seguirlo. De repente, en Halloween, sintió que le molestaba la forma en la que andaba con Rose todo el año pero terminó yendo al baile con Albus. ¿Por qué simplemente no elegía entre Rose y Albus y se dejaba de histeriquear?
¡Merlín, fue con Albus y terminó bailando con Rose! ¿Qué calzones de Merlín era eso?
¡Argh, el maldito baile! Recordó que mientras despotricaba por Malfoy en voz alta, Henrietta pareció entender que le pedía salir y aceptó y él no tuvo cara para corregirla. La idea de que empezarían a hablar de él se le apareció en la cabeza, el problema fue que nada fue bueno. Incluso Rose se acercó, sólo para decirle que dejara a Henrietta así no la lastimaba. ¡Ojalá fuera fácil! Pero no tenía la más mínima idea de cómo. De hecho, jamás hubiera ido al estupido baile (él no bailaba) sino hubiera escuchado a Rose decir que el idiota de Malfoy iba con el super idiota de su hermano.
Mierda.
Se distrajo cuando la puerta de la enfermería se abrió y Madam Pomfrey salió por ella. Se arriesgó a acercarse, quería escuchar. Sí, aunque no lo admitiría en voz alta, estaba preocupado por el maldito Malfoy.
—El joven Malfoy está bien. Su nariz se quebró pero no fue por el impacto sino cuando perseguía la Snitch. Ya tiene la nariz en su lugar. Y su espalda no tiene daño alguno.
James respiró aliviado cuando su hermano y compañía pudieron entrar a ver al buscador.
—Pueden pasar. Pero no se preocupen. El joven Malfoy será dado de alta en dos horas —dijo Madam Pomfrey—. Solo les pido que esté en reposo estas dos horas antes de salir.
—Gracias, enfermera —era el capitán del equipo, Tarón.
James no sabía qué pensar, ¿no era mejor que lo dejaran hasta el día siguiente en observación por si tenía alguna herida interna o algo?
Un momento… ¿Qué demonios le importaba a él?
Enojado otra vez se dio vuelta y regresó a la torre de Gryffindor. Frente al retrato de la Dam Gorda, dijo la contraseña.
—El Aleph (*)
—Espero lo encuentres querido, a ver si cambias ese ánimo que traes —murmuró la Dama Gorda
James no entendía una mierda de esa historia Muggle de El Aleph. Que lo encontrara la Dama Gorda.
Dentro de la sala común, Fred estaba sentado frente a la chimenea con su hermana Roxanne. Ella parecía preocupada.
—¿Sabes cómo está Malfoy? —preguntó la niña. James elevó las cejas hasta el cielo mientras detenía sus pasos de golpe. Hasta donde sabía, no habían ido a ver el partido. Fred se adelantó a responder.
—Todo el castillo habla de eso. Dicen que jugaron espectacular y Ravenclaw ha estado tan cabreado que…
James empezó a asentir, retomando su camino hasta sentarse al lado de su primo y prima.
—Sí, sí. Le han tirado una Bludger y se cayó de la escoba. Pero los profesores evitaron su caída, aunque ya se había hecho daño antes, buscando la Snitch. Madam Pomfrey dijo que está bien.
Se escucharon pasos bajando la escalera. Era Molly, otra de sus primas Weasley. Ella era pelirroja, no tanto como Lily, y no tenía el rostro cubierto de pecas. Tenía el cabello suelto y lacio hasta por debajo del hombro.
—¡Oh! —exclamó cuando lo vio—, James —¿Acaso también iba a preguntarle por Scorpius?—. ¿Es cierto que Albus ha jugado fenomenal?
Ah.
Maldito enano.
—Seee —dijo, mirando a Fred. Durante el verano, la verdad es que se habían dado cuenta que Albus tenía potencial en el Quidditch. Lo único que podía hacer que sus jugadas no salieran bien eran los nervios. No había sido el caso, excepto por los primeros minutos cuando recibió un pase y casi se le cae de las manos. James lo había insultado en silencio.
Menos mal él mismo se pasó el verano entrenando porque el equipo de Slytherin parecía digno, y Scorpius, estaba seguro, no le tendría miedo. Buscaría la snitch para ganarle. De hecho, Malfoy volaba muy bien, tenía que admitirlo. El tema ahora era que no estaba seguro de que él quisiera hacerle daño. No después de que le hizo tropezar con sus pies bajo la capa de invisibilidad y lo vio caer y lastimarse las manos y rodillas antes del juego. Definitivamente no después de ver su rostro lleno de sangre y caer del aire. Y menos que menos después de que lo escuchó alentar a su hermano, el enano idiota, en las pruebas de Quidditch.
Carajo, ¿es que no podía tener un defecto el maldito idiota Malfoy?
—¿Vas a dejar de seguir a Malfoy? —escuchó entonces que le preguntaban. Alzó la mirada. Molly y Roxanne ya no estaban. Eran solo Fred y él.
—¿Qué?
—Ya sabes. Estás obsesionado con él. Últimamente no haces más que seguirlo bajo la capa que te regaló tu papá.
—No estoy obsesionado con nadie. Solo quiero… solo quiero… ¿no crees que debería dejar de jugar con Rose y Albus?
—¿Quién debería dejar de jugar conmigo? —preguntó otra vocecita, seria y curiosa. James miró, era Rose. Ya no tenía lágrimas en los ojos y volvía a sonreír de oreja a oreja. También vestía su ropa solo de Gryffindor.
—¿Qué haces aquí? —la atacó.
—James —le advirtió Fred. Lo ignoró. Rose también.
—Es mi casa. Soy Gryffindor, ¿recuerdas? —Rose elevó una ceja, como si pensara que se había golpeado la cabeza o algo.
—Bueno, estabas de verde durante el partido —soltó, cruzándose de brazos,
—¿Perdón? —Rose se acercó, ceño fruncido—. Estaba de verde porque apoyaba a Slytherin, donde juegan mis amigos —enfatizó la última palabra—. No entiendo por qué eso te cabrea tanto.
—¿Quién se cabrea? ¿Y si tan amigos son, por qué no estás en su sala común? Es más, ¿por qué le dices a tía Hermione que pida que el sombrero vuelva a hacer tu selección? Apuesto que te manda allí.
Su prima sacudió la cabeza.
—No te entiendo en lo absoluto. Sólo sé que… tú también estabas allí, en las gradas de Slytherin.
James agradeció tener bastantes pecas en ese momento, tal vez le ayudarán a disimular el maldito sonrojo que sabía estaba teniendo.
—Cállate y piérdete.
Rose se despidió de Fred y se fue.
—Yo tampoco lo entiendo —soltó Fred de repente.
—¿Qué cosa?
—La razón por la que estás enojado. La razón por la que sigues al chico. ¿Por qué ir a ver el partido bajo la capa? ¿Es que te interesa Scorpius? Ya sabes, si es eso, no hay problema. Soy fan de Theo. Apoyo eso del arcoiris.
—¿Scorpius? —preguntó James con incredulidad. De repente Malfoy era Scorpius.
Fred se encogió de hombros otra vez.
—Papá y tío Ron le llaman así. Tu papá también.
James abrió la boca y no la volvió a cerrar. Omitió la pregunta de su primo y prefirió levantarse e irse a dormir.
***
Corazón de Bruja: ¡EXTRA! ¡EXTRA! ¡VUELVE LA PAREJA PREADOLESCENTE MÁS ACLAMADA DEL MUNDO MÁGICO!
Este fin de semana Scorpius Malfoy y Albus Potter tuvieron su primer encuentro de Quidditch en Hogwarts. Se pudo ver a la atenta Rose Weasley alimentando a su novio en la boca. ¿Qué tan romántica puede ser? El pobre Albus se quedó mirando la escena sin poder hacer nada. Al parecer, Scorpius ya ha elegido. A quienes aseguran que ScorBus jamás existió. ¿Ustedes qué opinan?
Nuestro fotógrafo favorito captó el momento exacto de este intercambio.
El artículo era acompañado por una foto donde podía verse a Rose Weasley forzar la tostada en la boca de Scorpius Malfoy y a un Albus Potter mirando la escena mientras eran sorprendidos por los flashes de una cámara.
***
Albus no supo a qué hora se acostaron la noche anterior. Festejaron hasta tan tarde que a duras penas logró abrir los ojos la mañana siguiente. No los hubiera abierto de no ser porque algo le picoteaba en la cara una y otra vez.
—Medusa —susurró. Era la lechuza de su padre con un gran, gran paquete colgando de su pata—. Ya voy —cuando se sentó, notó que era el único despierto. Desató el paquete como pudo y la lechuza se fue. Empezó a abrirlo y se despertó del todo. Era comida, los mejores bocadillos de su abuela, y…
Se levantó y casi saltó a la cama de Scorpius.
—¡Scorp! —llamó—. ¡Scorp! ¡Mi abuela, Scorp!
—¿Qué? —Su amigo tenía el cabello rubio como el suyo, para todos lados. Se tentó al verlo y le costó controlar su risa—. ¡Ya! —le regañó, peinándose con las manos y acomodando su pelo en su lugar, momento en que Albus dejó de reír—. ¿Qué hora es?
—Ni idea. Pero despierta. Mi abuela, Scorp. Te envía chocolate amargo, del que te gusta.
Su amigo se sentó, despierto de repente.
—¿Caseros?
—Sí, se enteró de tu accidente ayer y te manda muchos mensajes. Además, nos felicita por nuestra primera victoria. Anda, tomalos —Tenía tantos que más tarde incluso compartió con Vincent y Thomas, incluso a Sophie le dio uno. Rose los miró frunciendo la vista de lejos. No le gustaban, y tampoco entendía cómo a Scorpius, después de lo que sucedió el año pasado, podía seguir comiendolos.
***
Querido Scorpius
Estamos muy felices por tu primera victoria. Estamos seguros de que será la primera de muchas. Felicidades a todo el equipo. Han hecho un gran trabajo. Te mereces un regalo. Es algo que esperábamos poder entregarte con anterioridad, pero por cuestiones de correo no habíamos recibido. Espero te guste y lo cuides mucho. Es un guardapelo, la cadena hecha de nudos de oro, ovalado. Es una reliquia de la familia Greengrass.
Te quieren,
tu padre y madre.
***
Al más idiota de los Slytherin:
¿Cómo osas ganar para caer al suelo después? ¿Cómo es que aun no escucho la venganza por lo que te hizo ese inepto bateador? ¿Qué haces en el colegio exactamente?
Mis peores deseos,
Marlina.
***
Draco supo que algo malo pasaba cuando Harry Potter llegó a las afueras de Malfoy Manor sin anunciarse. Dudaba que fuera por sus hijos. El elfo doméstico esperaba sus órdenes después de anunciar al auror. No estaba solo en ese momento ni en la sala. Estaban en una de las mazmorras de la mansión, una reformada, y estaba en compañía de Merlina. La miró a ella primero. Estaba frente a un caldero, le enseñaba una poción que Potter podría considerar peligrosa, tal vez. ¿Qué no sería peligroso para Potter?
—Déjala —dijo. Merlina frunció el ceño.
—Se estropeará.
—Lo sé, no importa. Potter es un Auror, debemos tener cuidado.
—¿Está prohibido hacer pociones en casa? —preguntó la niña que sentía como su hija aun siendo su sobrina, con inocencia fingida. Le resultó un poco incómodo ese parecido con él.
—No, y tampoco creo que sea ilegal, pero… una vez más, es mejor tener cuidado ¿Me harás repetir lo mismo otra vez? —elevó las cejas en dirección de Merlina, ahora avergonzada. Le parecía increíble que solo tuviera diez años. Parecía más despierta en muchos sentidos que su hijo Scorpius. Claro, su hijo no pasó por lo mismo que ella.
Merlina había visto la muerte de la forma más cruel con solo cinco años. Cosas que él vivió de grande y aun así le dejaron marcar incurables.
—No, lo siento, papá Draco.
Draco volvió la mirada al elfo.
—Guialo a mi oficina, lo encontraré allí.
—Sí amo.
Llevó a Merlina mazmorra arriba después de desvanecer la poción que elaboraban.
—Quiero que vayas con Astoria —le dijo mientras subían las escaleras—. No le digas de la visita de Potter.
—¿Estarás bien? ¿Él te arrestará?
—Estaré bien, y si Potter me arresta no tendrá mucho en mi contra. No te preocupes
Esperó hasta ver desaparecer escaleras arriba a Merlina antes de ir a la oficina. Potter ya estaba ahí, de pie, en su uniforme de Auror.
—Te ves horrible, Potter —saludó. Y era cierto ¿Acaso veía una dos canas?.
—Quién lo dice.
Draco se lo concedió. No había comido casi ninguna de sus comidas. Pero estaba seguro que aún no había canas en su cabello.
—Es justo —dijo de todas formas, rodeando la mesa y sentándose—. No estás aquí por la victoria de nuestros hijos, ¿Verdad, Potter?
—No.
—Entonces, ¿a qué debo tu visita?
—Esta madrugada ha habido un ataque.
Draco asintió. Lo presintió.
—¿A qué Weasley es esta vez?
—A ninguno. La víctima es Cho Chang, llegaba de un viaje cuando… según testigos… te vieron a ti atacarla sin piedad.
¿Cho Chang?
—¿Ella no iba a Hogwarts un año por delante nuestro? —Preguntó. Potter asintió—. ¿Por qué habría de atacarla?
—Al parecer, traía en sus manos un artefacto oscuro que perteneció a Voldemort.
Draco abrió y cerró la boca muchas veces. ¿Existía algo así? Él había investigado hace años, porque bueno, esto era un secreto, él no solo buscaba una cura a la maldición de Astoria, sino que durante muchos años, sacó del mercado artefactos de magia oscura para que nadie, especialmente aquellos como Voldemort, tuviera acceso a ellos. Pero según recordaba, los tenía todos, a salvo, seguros, bajo miles de hechizos protectores, a espaldas incluso de su familia.
—Esta mañana —dijo con cuidado—, lamento decir que estaba ocupado, mandando, ya sabes, una carta a mi hijo, por su victoria. Además, recibí un encargo, ya sabes que me retrasan todo lo que pido porque… no soy libre de andar en las calles. No sin represalias, intento decir —se apresuró a agregar, viendo que Potter protestaba—. La lechuza es mía, solo me obedece a mi, puedes comprobar qué llegó mi paquete a Scorpius… eso sirve ¿no?
—¡Merlín, Draco! Por supuesto que sé que no atacaste a Cho Chang, pero es… burocracia. Ya sabes. Debía venir y comprobar —finalmente Potter se sentó.
—¿Acabas de llamarme Draco? —preguntó, olvidándose de lo demás.
—Por supuesto que no.
—No, claro que no —Era imposible, Potter jamás lo llamaría por su nombre. Solo buscaban ser civiles por la amistad de sus hijos, sin llegar a la confianza de llamarse por su nombre—. ¿Necesitas algo más?
—¿Qué? No —Potter se dio cuenta que estaba sentado y se puso de pie—. No. Lo siento, me retiro.
Cuando se estaba yendo, Draco lo llamó.
—Si tal artefacto existe…
—Lo sé, debo encontrarlo.
—Tienes una idea de quién fue.
—Sí, Lewis. Pero no hay forma de encontrarlo. Y estas denuncias hacen perder mi tiempo.
—Potter —Draco se puso de pie—. Hay algo que no entiendo. ¿Cómo sabía que Cho Chang traía un artefacto? Espera, ¿traía uno siquiera? ¿Ella no es pocionista?
Potter respiró hondo y se acercó nuevamente en vez de irse.
—No sé lo que traía porque está inconsciente. Eso son solo rumores. Pero ahora que lo mencionas… sería lógico que si traía algo fueran ingredientes y no un artefacto. Ingredientes difíciles de conseguir o hasta ilegales. Pondré a Hermione en ello.
—¿Ella no está en otro departamento?
Potter se sonrojó, como si fuera un maldito mocoso, para contrarrestar demasiado con aquellas nuevas canas. De hecho, ahora parecía nervioso.
—Nos vemos, Malfoy.
Vaya, así que Potter seguía siendo inutil sin Granger. Granger-Weasley intentó corregirse.
—Algunas cosas no cambian —susurró.
***
El Profeta: BASTA DE ODIO.
La jefa del Departamento de Defensa de los Derechos de Magos y Brujas y toda la Sociedad Mágica, Hermione Granger-Weasley se pronuncia ante la lista de quejas de mortífagos que denuncian a sanadores de San Mungo de no querer atenderlos.
“No son mortífaos. La guerra ya pasó. Algunos de ellos ya pagaron, otros jamás estuvieron en el bando de Voldemort. Y otros ni siquiera habían nacido. Son personas, y tienen derecho como todos” dijo.
Una sanadora renunció a San Mungo por no soportar la presión del director de no atender mortígafos.
“Que no son mortífagos” aclaró “son personas. Los sanadores hicimos un juramento de salvar vidas. No de matarlas”
Granger-Weasley agregó, muy enojada: “¿Cómo es posible que niños de doce y trece años puedan ser amigos entre ellos, no discriminar en condición ni género, pero nosotros, los adultos, estamos matándonos por el odio y no poder olvidar? ¿Quieren hablar de memoria? Pues bien, recuerden que los mortífagos nacieron del odio. Y es lo están propagando, odio. Basta”
Ver también: MALFOY ATACA A POCIONISTA.
***
Harry dejó el periodico en la mesa. Lily terminaba su avena. Era fin de semana y no entendía qué hacía ella levantada a las nueve de la mañana.
—El discurso de tu tía ha sido poderoso —Dijo. Lily asintió.
—Más que el tuyo, papá. Lo bueno es que llegará a muchas personas. Tiene todo el apoyo de… ¿cómo se llama el club de Scorpius y Rose?
Harry respiró hondo.
—ScorSe.
—Eso, y el de Scorpius y Albus también, aunque no son tantos. Aun.
Harry rascó su cabeza, mirando a su hija.
—¿En serio entiendes esas cosas?
—Por supuesto. Soy una chica, y le pregunté todo a tía Hermione. ¿Sabes por qué ponen primero el nombre de Scorpius? —Harry negó. Él no entendía nada de esas cosas, solo que la gente estaba emparejando a dos niños—. Porque dicen que el que empieza los besos es él.
¿Eh?
Sacudió la cabeza mientras su hija tomaba el diario y lo abría. Era extraño tener un Profeta en casa, pero sabía que saldría el discurso de su amiga, por lo que lo compró.
—¡Papá, mira! Habla de James ¡Y es algo bueno! Es pequeño, pero bueno, mira.
Harry se apresuró y tomó la página que su hija le cedía. Se trata de un artículo pequeño, pero efectivamente, hablaba bien de James.
James Sirius Potter
Como hemos sido testigos ya con Albus Severus Potter, siendo amigo de un Malfoy, su hermano mayor, James Sirius Potter no se queda atrás. Fiel a no discriminar a las personas por su posición social ni sanguínea, se atreve a salir de la mano de una chica que podría pasar las noches de luna llena aullando en el bosque, y no sólo eso, sino que además es la sobrina de quien va por ahí alentando al odio, Catherine Jones. El legado que ha dejado el Elegido es fuerte ¿Qué nos enseñará su hija cuándo ingrese a Hogwarts y esté bajo el ojo del mundo mágico?
Bueno, eso era justamente lo primero que había pensado cuando se enteró que su hijo, de trece años, tenía novia. Bueno, no. Lo primero había sido querer traer a su hijo y preguntarle qué hacía de su vida saliendo con alguien a tan corta edad, después se le pasó, cuando se dio cuenta que al menos, había bajando el egocentrismo del año pasado, donde sin duda, jamás hubiera salido con el blanco de terribles rumores. Ron había bromeado un poco al respecto, centrándose en que sus hijos eran noticia por sus supuestos romances, cuando los suyos eran por su supuesta locura. Y había agregado que no le molestaría tener a Scorpius en la familia, ya sea por Rose o Albus. Entonces, Harry recordó algo que dijo Hermione:
—Pues vayan pensando otras opciones, porque ellos solo son amigos —y lo había dicho con cara de sabelotodo. Algo se le escapaba a Ron y a él, pero ¿qué?
Miró a Lily. Ahora que lo pensaba, estaba llamando a un chico por su nombre, Scorpius, que ni conocía en persona. Aún.
***
Cho Chang no despertó hasta dos semanas más tarde, comprobando que Malfoy no era su atacante y no traía consigo un artefacto, sino ingredientes que últimamente eran difíciles de conseguir en Inglaterra. Según ella, eran para experimentos con pociones. Su jefe trabajaba en algo que no sabía. Hermione no paraba de dejar de pensar, era obvio al ver su mirada perdida la noche que Harry fue a su casa a cenar. Ron solo se encogió de hombros y prestó más atención a Hugo y Lily. Harry lo intentó, pero esperaba el momento en que su amiga se diera cuenta de algo que ellos no sabían.
Esa noche lamentablemente no pasó, por más que Hermione leyera una y otra vez la lista de ingredientes, ni aunque consultó varios libros. Encontraba algunas opciones que llevaban esos ingredientes, pero ninguna parecía peligrosa como para que un hombre fugado como Lewis los quisiera robar.
—Tal vez no fue él —dijo Ron, susurrando para que su hijo y su sobrina no escucharan—. Tal vez alguien necesitaba esos ingredientes para esas pociones que dices, Herms.
—Tal vez, pero… la forma en que la atacó, y que no hay pistas más que una huella de magia tan débil que apenas es perceptible me dice que fue un profesional. ¿Y quién más profesional que un Auror, Ron? No, necesitaba estos ingredientes para otra cosa, y la única manera de tenerlos era robandolos. Dudo que sea para estas pociones, la pregunta es ¿para cuáles entonces? No. No, si algo he descifrado es que la usa para lo mismo que el jefe de Cho, experimentar, pero con qué.
Si ella no tenía respuesta, Ron y él menos.