
Capítulo once El partido de Slytherin
Capítulo once
El partido de Slytherin
Detestable Scorpius H. Malfoy.
Terminarás saliendo James Sirius Potter. Yo lo predigo. Aunque quemes esta carta en fuego maldito, recuerda mis palabras.
Ir con un Slytherin a un baile es un honor, terminar bailando con una Gryffindor… aunque sea la Gryffindor más detestable sabelotodo de todas, y tu amiga, ¿cómo dejas un Slytherin por una Gryffindor?
Mis peores deseos,
Merlina Zabini.
Scorpius tragó al leer, una y otra vez, la carta de su prima. ¿Cómo podía maldecirlo de esa manera? Un escalofrío recorrió su espalda. James Potter lo odiaba. Y además, ahora tenía novia. Suspiró y miró entonces la docena de lechuzas que peleaban por entregarle una carta. Miró a la mesa de Gryffindor. Rose estaba en las mismas condiciones. Desde el baile y su foto en la revista Corazón de bruja, más los malditos reportes en el Profeta, no dejan de llegarle cartas de fanáticos y anti fanáticos.
Las tomó a todas espantando a las lechuzas y las guardó para leerlas en la noche. Cuando estuvieron en su habitación, Vincent tomó una, y como era costumbre, la leyó en voz alta.
Querido Scorpius.
Me alegra tener noticias tuyas y de tu hermosa y valiente novia. Ya verás como su amor abrirá los ojos de los magos y brujas de Gran Bretaña y dejarán el odio por tu familia atrás. Verán la fuerza del amor.
Reconozco que soy una fan de ScorSe. También le mandé una carta a ella.
Fuerzas,
M.P
—Bueno, al menos es positiva —dijo Vincent—. No como la de ayer, que era odio puro —Luego, tomó una de la bolsa de Albus que esos días también recibía su buena porción de cartas debido a la nota en el profeta—. ¿Puedo? —preguntó.
—Haz los honores —respiró Al. Para él, casi siempre eran reproches de lo malagradecido que era con su padre.
Querido Albus Potter.
Empezaré esta carta diciéndote la verdad: No me caías bien. No podía entender como un hijo del Gran Salvador acabara en una casa como Slytherin. ¿Se habría equivocado al llamarte Severus? Pero ahora veo lo equivocado que estaba. Estás en la casa correcta, del lado correcto, como tu padre lo estuvo en su momento. Para que veas lo arrepentido que estoy, te daré un consejo para robarle Scorpius a tu prima, es un hechizo que la hará fea.
L.P.
Pd: Nuestro fan club se llama ScorBus
Scorpius estaba espantado ¿Qué tipo de carta era esa? Miró a su amigo.
—¿Tengo que andarme con cuidado de que me robes? —Albus le lanzó un almohadón y fue difícil dejar de reírse—. Bueno, tienes fans más locos que los míos —le dijo finalmente.
—Merlín, ¿qué pasa con la gente? —Albus estaba en blanco—. ¿Y te das cuenta que no es solo mi fan? ¡Es nuestro fan, Scorp! ScorBus.
Scorpius sintió sus mejillas arder de una forma que jamás había sentido. No podía acostumbrarse aún al ScorSe y ahora también surgía el ScorBus. ¿Es que estaba destinado a ser emparejado públicamente con todos su amigos? Bueno, era mejor que un ScorMes. Aunque, ¿quién lo emparejaba con James Potter? Ah, cierto, su primera Merlina. Ufffff, tal vez debería quemar la carta de Merlina, si llegasen a leerlas saldría un fanclub nuevo. ¿Por qué siempre ponían su nombre primero? ¿Era una buena cosa? No lo sabía.
Al siguiente día, ScorBus fue portada y discusión candente en otro número de Corazón de Bruja, desde entonces, empezaron a salir artículos dedicados a Scorpius y Albus. Rose, a quien vieron al día siguiente en los jardines, camino a Herbología, tomó esto como buenas noticias.
—Bueno, espero empezar a conseguir menos cartas. Ya no las leo, pero me incomodan un montón. No puedo desayunar ni almorzar y casi ni cenar con las lechuzas llegando todo el tiempo —dijo con fastidio. Luego, su expresión cambió—. Quien no está nada contento con todo esto es tu hermano, Al.
—Me sorprendería si se pusiera contento con algo. ¿Esta vez por qué es?
—Bueno, sales en los diarios y revistas, con artículos malos, pero también buenos. El ScorBus es una buena cosa. Tienes un fanclub, Al. En cambio, a él lo están crucificando por salir con Henrietta Jones. No hay un solo artículo bueno de eso.
Scorpius prestó atención, mientras avanzaban.
—¿Sabes? Siento pena por ella —dijo—. Los he visto varias veces. Él ni siquiera la mira. —sintió un maldito escalofrío recorrer su espalda, como si lo mirasen. Pero detrás no venía nadie y de los invernaderos los chicos habían salido temprano, los cruzaron a la salida del colegio.
—Pero sale con ella —le respondió su amiga. Cuando vio que no entendía suspiró frustrada—. Puede que sea la sobrina de quien más esté a favor la gente en este momento, pero ella se opone a su tía. Y encima, corre el rumor de que se transforma en lobo como su madre. Para colmo, el año pasado atacó a Scorpius y la gente cree que fue por rechazo a su confesión. Entonces, llega James, que se las da de galán, y es un Potter, y le pide salir. ¿La verdad? No entiendo como no escriben cosas buenas de ellos.
Llegaron a los invernaderos. Scorpius le prestó poca atención al profesor Longbottom. Algo que dijo Rose le hizo ruido. ¿Podría James estar saliendo con Henrietta por cómo la miraba la gente y quería apoyarla? ¿Acaso había madurado?
¡Nah! ¿Desde cuándo James Potter era una buena persona? A él le gustaba burlarse de la gente.
Entonces el estómago cayó a sus pies.
¿Y sí solo quería burlarse de Henrietta? No, no sería capaz.
La cosa con él era porque James lo odiaba. Merlina podía prepararse para no dormir jamás porque esa maldición de terminar junto a James jamás se haría realidad.
Merlín ¿Por qué el hermano de Albus era tan difícil de descifrar?
—Joven Malfoy —escuchó al profesor. Scorpius le prestó atención—. Oh, finalmente me escucha. Muy bien. Ahora sí, ¿nos haría el favor de ponerse las orejeras así podemos empezar a trasplantar las mandrágoras?
Scorpius vio delante unas orejeras rosadas y las tomó, al ver como los demás estudiantes las tenían ya puestas, los imitó. Entonces, vio al profesor tomar un montón de hojas de una de las miles de macetas frente suyo, y tiró. Algo arrugado, asqueroso, con forma de rostro pareció abrir la boca y llorar o gritar a todo pulmón.
¿Eso era una mandrágora? Se acordó del libro de texto. Lo había leído. El llanto o grito de la planta podría matar a quien lo oyera. Agradeció con el alma haberse puesto las orejeras. De esa forma, se olvidó de James Potter por el resto de la hora.
***
EL PROFETA: ARRESTAN A CUATRO SEGUIDORES DE CATHERINE JONES.
Un matrimonio y sus dos hijos que han sido señalados como los culpables de la invasión a propiedad privada en casa de Percy Weasley. El Auror Potter encabezó el arresto. Al respecto, Catherine Jones alega mentiras:
“No pueden aceptar que el culpable de todo es el líder de los mortífagos, un Malfoy, que busca seguir el legado de Voldemort. Yo personalmente defenderé a la familia Logan. Los defensores de los mortífagos no se saldrán con la suya. Alguien deberá escucharnos”.
Se recuerda que Catherine Jones y su grupo, cada vez mayor, pide a gritos un cambio de Ministro, así como ha mandado ya varias cartas a Hogwarts exigiendo la expulsión de los mini mortifagos.
***
Al ver que su padre volvía a estar en el profeta en boca de Catherine Jones ponía a Scorpius muy nervioso. Lo bueno era que se acercaba el primer partido de Quidditch contra Ravenclaw y su capitán hacía que entrenaran casi todas las noches, por lo que cuando llegaba la noche estaba demasiado cansado hasta para pensar en las cosas que podrían pasar. Sin embargo, la noche del viernes, cuando después de la cena entraban al campo, lo vieron ocupado por Gryffindor. Los capitanes tuvieron una pelea verbal que finalizó cuando el capitán de los leones le mostró una autorización firmada por la misma directora.
—No te preocupes, Tarón —animó Kate—. Hemos entrenado suficiente, una noche menos no nos bajará el nivel. Los nuevos integrantes son mejores que los anteriores.
Scorpius sintió sus mejillas arder. Estaba seguro que sus amigos estaban igual de orgullosos. Incluso Vincent estaba eufórico, no solo podía con los entrenamientos, sino que hasta ahora, de alguna manera, se las había arreglado para llevar al día sus deberes, y sus calificaciones no bajaron.
Cuando Rose los vio regresar, se separó de su amiga Emily y corrió hacia ellos, haciendo que su cabellera, esta vez sujeta en una coleta alta, se balanceara danzarina.
—¿Qué sucedió? —los interrogó.
—Tu casa —le dijo Al—. Nos ganó el campo, con nota de la directora y todo.
—Ah, por eso Henrietta estaba sola.
—¿Y sus amigas? —preguntó Scorpius. Albus y él se sentaron con ella en una banca en uno de los pasillos, en cambio Vincent se fue a la Sala Común, dejando a los tres solos.
—Por Merlin, Scorp. —lo reprendió su amiga—. Hace siglos que no le hablan. Ellas están a favor de su tía y ya sabes, Henrietta asegura que miente. A veces intento acercarme, pero creo que me tiene miedo. No sé por qué, la verdad. Solo quiero que no esté sola.
—Esas chicas entonces son detestables —dijo Al. Scorpius asintió—. ¿Qué culpa tiene ella de lo que hace y dice su tía? —sacudió la cabeza.
La conversación le recordó lo que sucedía con su padre en el Profeta. Incluso un grupo de personas acampó dos días a las afueras de Malfoy Manor. Por suerte, el ministerio mandó aurores. Pero eso solo sirvió para seguir desprestigiando al padre de Albus. Su familia parecía llevar a todos a la descalificación del mundo mágico.
Esa noche, cuando fueron a dormir, Scorpius se sentía muy desanimado, su cabeza estaba tan llena de preocupación que incluso hacía que le doliera el pecho. Intentó vaciar su mente y poder dormir. Al principio lo logró, sin embargo, pronto surgió una pesadilla. Más bien un recuerdo.
Era mucho más pequeño, jugaba con Merlina en el salón mientras pensaba en formas de hacerla sonreír cuando dos hombres irrumpieron en Malfoy Manor y su madre los llevó de inmediato a su habitación donde quedaron a protección de los elfos. La casa estaba ruidosa, vidrios rompiéndose, risotadas que le helaban la piel. Abrazó a Merlina, como si de esa manera la protegiera. Scorpius sabía muy bien que después de ese evento pasaron meses antes de que su padre se pusiera en pie, mucho más antes de poder abrazarlo de nuevo. Habían hecho algo con su cuerpo. Luego, lo escuchó otra vez, fuerte, claro como si volviera a estar allí, como si ahora mismo estuviera pasando.
—¡Yo te maldigo Draco Malfoy, a ti y a toda tu familia!
Scorpius abrió los ojos y gritó, aterrorizado, muerto de miedo.
—¡No! ¡Padre! —le costaba respirar—. ¡Madre! ¡Merlina!
Estaba oscuro, no había nadie con él. ¿Dónde estaban los elfos que debían protegerlo?
—Scorpius —escuchó, pero él luchaba por respirar y poder llamar a su familia. Los habían maldecido—. Scorpius, tranquilo.
—Amigo —le dijo alguien más. Sintió a alguien tocándolo pero se lo sacudió.
—No —gritó.
—Rayos. Lumus —entonces vio la luz de la varita y la habitación empezó a hacerse más clara. El dueño del lumus era Al—. Scorpius, somos nosotros. ¿Estás bien? ¿Te pasó algo?
—¿Alguien entró y te atacó? —preguntó Vincent, ahora también con la varita en alto y una luz en la punta. Su expresión decía que en cuanto le dijera saldría por los culpables.
Poco a poco recordó que estaba en Hogwarts, a salvo.
—Nos maldijeron —logró decir después de estabilizar su respiración—. Hirieron a mi padre… le hicieron algo a su cuerpo… le echaron una maldición a él y a toda mi familia…
¡Oh, por Merlín! Ahora lo recordaba con más claridad. Entonces recordó que se supone jamás debía contar lo que sucedió. Miró a sus amigos, que le devolvieron la mirada intrigada.
—¿Qué? —Albus fue el primero en reaccionar y se sentó a su lado—. ¿Ahora? ¿Lo viste? —preguntó, curioso.
Scorpius negó, mordiéndose los labios, aunque ya no tenía mucho sentido callarse.
—Hace años… —confesó—. Padre casi muere… ¿y si van otra vez a casa y esta vez lo matan? No capturaron a nadie, padre no lo denunció. Lograron entrar a Malfoy Manor, pueden hacerlo otra vez…
Su cuerpo empezó a temblar. Pero se las arregló para decir:
—Madre se puso mal desde ese entonces y Padre no usó más nada que dejara ver sus brazos. Los abuelos no quieren a mamá —pronto se dio cuenta que estaba llorando en los brazos de Albus pero no pudo detenerse—. Todos están deseando nuestra muerte.
Dolía.
—Mi madre morirá en cualquier momento…
Dolía demasiado. Ya no podía quedarse con todo eso dentro. Tenía que sacarlo de su sistema. Pudo escuchar a los chicos hablar entre ellos, pero se quedó con su amigo.
—Llora —lo animó Al—. La madrina de mi hermana suele decir que llorar te limpia el alma. Con otras palabras, pero es el mensaje.
—¿Qué hicieron al cuerpo del tío Draco? —escuché preguntar a Vincent. Se supone que no debía decirlo, se supone que no lo sabía, pero lo hacía. Ahora que lo recordaba, lo vio una vez.
—Lo quemaron —supo de la reacción de todos, incluido Al, porque todos se oyeron sorprendidos.
Lamentaba romper su promesa, pero de verdad, necesitaba decirlo. Tenía tanto miedo.
—Nadie va a hacerle nada. Esta vez el ministerio sabe la verdad. No se cree las incoherencias de esa mujer —le dijo Al más tarde, cuando dejó de llorar—. Mi padre no dejará que suceda.
—La gente está detestando a tu padre por eso, Al —susurró apenas.
—¿Cuándo eso ha detenido al que una vez fue el Indeseable N° 1 del Ministerio?
A su espalda, Scorpius escuchó la risita de Vincent y Thomas. Después de eso, no fue muy difícil dormir, esta vez, sin pesadillas ni recuerdos traumatizantes.
***
El día del partido de Quidditch llegó. Scorpius se moría de los nervios, casi ni siquiera desayuno, de hecho, su avena había quedado intacta y lo único que le dio a su estómago fue una tostada que Rose le dio en el camino, bueno, a Albus y a él.
—Gracias, Rosie —le agradeció, tragando mientras sentía que comía arena y no una tostada, pero no le diría eso. Ella tenía buenas intenciones.
—Solo ganen el partido —Le dijo, obligándolo a terminar la rodaja de pan. vestía una bufanda de Slytherin que contrarrestaban con el buzo color rojo de su casa y el león bordado en el pecho.
Entonces, cuando ella volvió a llevarle la mano con pan a la boca, un flash los asustó. A lo lejos, vio a un hombre de cabello castaño claro que se les sonreía. Rose se quejó y se adelantó, alcanzando a Sophie y a Thomas que iban a las gradas. Albus, que caminaba demasiado derecho y sin fluidez, producto de los nervios, hizo algo que parecía, creía Scorpius, una sonrisa.
—Eso va a salir en corazón de bruja.
—No lo digas —se lamentó. Sintió un maldito escalofrío pero lo ignoró.
El único que no parecía estar nervioso era Vincent, caminaba bien, como siempre, con su cabeza en alto. Pero Scorpius lo conocía mejor que nadie, y sabía que el hecho de estar tan callado, aunque haya terminado con su avena, era indicio de sus nervios.
Entonces, de repente, Scorpius sintió que se tropezaba, o algo se interponía, y cayó al suelo. Juró escuchar una risita mientras lanzaba un improperio.
—Mierda —se quejó, alcanzando a evitar golpearse el rostro contra el piso con las manos que se hundieron en las piedras—. Ay —se quejó de nuevo cuando sus rodillas se chocaron en un solo plop contra el frío debajo de él. Levantó el rostro. No había nadie.
—¿Qué rayos, Scorp? —fue Vincent—. ¿Qué tan nervioso estás?
Albus, en cambio, corrió y le tendió la mano.
—Gracias… creo que me lastimé un poco —se disculpó cuando vio la mano de Al con sangre.
—Seguro Tarón podrá hacer algo, apresuremonos.
Tarón le curó las manos y las rodillas. Era bueno en ese tipo de encantamientos. Sonriendo, su capitán le confesó que deseaba ser sanador como su madre. A Scorpius le pareció super cool. Se dio cuenta, camino a su primer encuentro, que la caída le sacó todos los nervios, solo porque de repente sintió que volvieron.
¡Ay, casi se sentía tan descompuesto como el cruce en bote de primero!. Tarón entonces se acercó a él.
—Scorpius, recuerda, concentrarte solo en encontrar y atrapar la snitch, el resto dejanoslo a nosotros. No te pongas nervioso, anda, vuela y relájate.
Era fácil decirlo cuando no eras el que creía haberse olvidado de como subir a una escoba. Aunque tenía razón, en cuanto Scorpius avanzó en el aire, todo nerviosismo se fue y fue capaz de de sonreir.
***
A Albus le costó más despegarse de sus nervios. Amaba volar, verse en el aire usualmente era una forma de disociarse de las presiones que sentía de los demás. Hoy, sin embargo, la presión estaba con él en cada metro que volaba. Comparan desde su forma de volar hasta su forma de sentarse sobre la escoba con su padre. Con su hermano incluso. Saldría, tal vez, en la portada del periodico. Podía imaginar el análisis de cómo encontraban más razones sobre lo mal hijo que era. Sobre el deshonor al apellido Potter, la poco creíble relación con Harry Potter, el salvador del mundo mágico.
Podía ver a Scorpius volar relajado ya, recorriendo el estadio. Kate entonces le hizo un pase y a él la Quaffle casi se le cae de las manos. Oyó un improperio de Tarón.
Merlín, pensó. Seré el payaso del año.
Vio la Quaffle en su mano, ¿qué debía de hacer? ¿Por qué rayos no podía respirar? Varios gritaban su nombre. Miró al frente y vio dos personas de túnicas azules volar en su dirección.
Mierda.
Si no hacía algo…
Derecha. Por la derecha una Bludger se acercaba a toda velocidad.
Fue instinto tal vez, viró hacia la izquierda, sobre su escoba y de esa forma esquivó la pelota. Ese solo movimiento activó su jugador interior. Volvió a ver a los jugadores por completo del equipo venir sobre él.
Imbéciles, pensó.
Protegió la Quaffle y se agazapó, esquivó a todos los Ravenclaw que hasta que giraron, él ya estaba a la altura de Tarón y Kate, pasando la Quaglle a la segunda cuando una Bludger arremetió contra él y los cazadores una vez lo tomaban como objetivo.
Lo habían visto como el eslabón débil, y casi lo fue. Sonrió cuando Kate hizo un tanto sin esfuerzo. Las gradas desde el lado de Slytherin tronaron debido a los aplausos y los gritos al unísono:
—¡Potter! ¡Potter! ¡Potter!
Rayos. Se sentía tan bien.
En el aire, Scorpius bajó y mientras buscaba la Snitch, extendió su mano y él la suya, chocandolas.
—Confío en ti, Scorp. Te toca.
Albus marcó dos tantos más, Kate logró tres y Tarón otros tres cuando Ravenclaw se dio cuenta que eran un equipo de temer y optaron por jugar más apretados y justos, empezando a presionar no sólo a él sino al resto del equipo.
Se dio cuenta, cuando las Bludger le pasaron rozando al mismo tiempo y un amague de uno de los cazadores de los águilas llevaba toda intención de tirarlo de la escoba, que no lo respetaban como a su hermano.
Recordó, mientras debía soltar la Quaffle para no perderla y evitar un nuevo golpe, como a James el año anterior nadie se atrevía a tocarlo y evitaban incluso una carrera en busca de la Snitch. No, no era respeto, a James le temían, o temían posibles represalias del mundo mágico. Quien sabe como hubiera sido su primer año, estaba claro que tuvo cierta popularidad, algo que este año no tenía tanto. Él, en cambio, si bien había sufrido comparaciones, jamás había sido popular y siempre estuvo por debajo de las expectativas desde el momento que eligió ir a Slytherin.
Pero estaba cumpliendo su cometido. Todos tendrían que ver a Albus Severus Potter, lo que con su propias manos y esfuerzo lograba. Le demostraría que verlo por debajo por no ser un Gryffindor sería su error. Lanzándose hacia adelante, volviendo a esquivar una Bludger, llegó a Taron.
—Pasamela —le gritó. Más bien exigió. Tarón vio algo en él porque le obedeció. Así, Albus marcó otro tanto para Slytherin, quienes gritaron más fuerte su nombre.
Pronto, se percató que Ravenclaw empezó a verlo como amenaza. Entonces…por primera vez desde el comienzo del partido, escuchó la voz de Riley Wood.
—Malfoy acaba de ver la Snitch. Slytherin puede ganar su primer partido con un equipo casi al completo de estudiantes de segundo año.
Albus buscó a su amigo.
¿Dónde estaba Scorpius? No lo vio, pero a la buscadora de Ravenclaw sí. Venía del Sur, a toda velocidad. Si Scorpius no estaba con ella, quería decir que… se adelantó al camino que tenía por delante y lo encontró. Scorpius iba hacia las gradas de Slytherin, agazapado sobre la escoba. Por un segundo temió que fuera a chocar, pero viró a la derecha metros antes. Parecía seguir en línea recta. Rayos, él no podía visualizar la pelota alada, pero sabía que estaba en alguna parte por delante de su amigo. El cambio de dirección pareció favorecer a la buscadora enemiga porque pronto la vio en la cola de la escoba del Slytherin.
—¡Albus! —escuchó gritar. Se había olvidado por completo del juego. Miró, los dos jugadores de ravenclaws se dirigían sorteando una Quaffle y por delante de Tarón y Kate, hacia el arco. Uno de ellos lanzó a donde estaba Vincent como guardián y…
—¡Goyle atrapa la Quaflle! Slytherin mantiene su victoria. Ravenclaw si quiere ganar debería de atrapar la snitch. Vaya equipo que ha logrado Slytherin este año, y tres de ellos son alumnos de segundo —sus últimas palabras casi no se escucharon porque las gradas de Slytherin era un solo coro de “¡Goyle! ¡Goyle! ¡Goyle!”.
Albus asintió. Esta vez no se desentendió del partido. Se concentró y siguieron buscando más tantos. Pero Ravenclaw se reorganizó con rapidez y empezó a ser más difícil llegar al campo contrario. Confiaba en Scorpius. De repente, en cuanto pensó en eso, escuchó un ruido horrible venir de las gradas de los profesores, acompañado de expresiones y sonidos de horror. No pudo mirar, estaba teniendo una batalla que quería ganar sin llegar a la falta con un Ravenclaw que tenía la Quaffle en su poder.
Mierda, Scorpius. Apúrate.
¡Crack!
Madera haciéndose añicos. Eso fue lo que Albus escuchó a la izquierda. Miró por un breve segundo, cuando su mano logró hacer que la quaffle cayera al suelo y debajo, donde Tarón estaba listo para robarla.
—Scorpius —susurró. Su amigo, con el cabello rubio hacia atrás por la velocidad, acababa de aparecer de entre unos de los pilares de madera de las gradas. Tenía el rostro lleno de sangre y la túnica verde magullada y ¿eso eran astillas? Merlín, ¿por cuánto tiempo había estado volando dentro de las gradas? Detrás, lo seguía la buscadora de Ravenclaw.
No pudo mirar más sino quería que su arco corriera peligro y fue a apoyar a Tarón, pero se la quitaron y ahora debían defender. Vincent estaba demostrando ser un excelente guardián, pero no era impenetrable.
—La Snitch hoy está muy traviesa —relató Wood—. Parece saber que este es el primer partido del buscador de Slytherin. Ahora, van hacia el cielo.
Vincent atrapó la Quaffle y se la pasó a Kate. Ahora, solo contaba con el relato de Wood para saber de su amigo. Luego, cuando la Quaffle les fue arrebatada nuevamente, dos cosas pasaron a la vez. Una, el réferi hizo sonar el silbato, dos, Riley Wood gritó:
—¡Malfoy atrapó la Snitch! ¡Slytherin acaba de ganar el partido!
Las gradas explotaron. Aplausos, madera golpeadas, gritos. Todo era una fiesta. Albus sonrió, encontrándose perdido de repente en los brazos de Tarón y Kate. Necesitaba encontrar a Scorpius. Rayos, su amigo tenía heridas, pero cuánto deseaba abrazarlo ahora mismo. Fue cuando por fin sus compañeros y compañera le daban espacio, que Wood exclamó:
—¡Pero qué! Un Ravenclaw acaba de golpear a Malfoy con una Bludger. Malfoy cae de la escoba. Oh, Merlín y sus barbas.
Con horror, Albus vio la escena en shock. El rostro de Scorpius era sangre y no podía verse bien, pero estaba seguro que caía inconsciente. Alguien en las gradas de la izquierda, de Slytherin, alguien pelirrojo, apareció de repente y corrió, avanzando. Lo vio por el rabillo del ojo elevando su varita. Pero nada salió de ella ya que entonces en las gradas de los profesores todos estaban de pie, con sus varitas en mano. Con alivio, notó como la velocidad de Scorpius bajaba y cuando tocó el piso lo hizo suave, como si solo se hubiera recostado.
Albus corrió en dirección a su amigo, como todos. Tarón y Kate discurrían y exigían sanción para los bateadores mientras él y Vincent buscaban acercarse a su amigo. Sin embargo, el réferi les prohibió acercarse mucho. Pronto llegó Madam Pomfrey. No quería moverse de donde estaba. Miró atrás. Su hermano ya no estaba. ¿Qué carajo hacía James en las gradas de Slytherin? ¿Cómo no lo había visto antes?
¡Está usando la capa! pensó.
¿Por qué se esconde?
Entonces vio la roja llama de Rose, corriendo con lágrimas en los ojos en su dirección junto a Sophie que no sabía cómo hacía para correr porque su ojos eran agua.