
Auxilintasma
Líquido escarlata decoró con frescura las manos y rostro del mago oscuro.
Se dice que la sangre expuesta a la luz de la noche se visualiza de un negro puro, quizá lo sea, la sangre manchada en Reagan es se ve aun roja, el amanecer es lo suficientemente brillante permitiendo la distinción colorida.
Los hechizos de limpieza no son lanzados, su cuerpo está herido, él lo siente, pero también sabe que la sangre no es solo suya. No está interesado, solo quiere terminar e irse de ese lugar. No le gusta. Ha estado allí, conoce perfectamente cada pasillo, no todos los rincones, es imposible hacerlo, pero podría cerrar los ojos y dejar que sus pies avancen por sí solos. Y así lo hace. Transforma su apariencia, comenzando a andar en cuatro patas.
Camina en dirección donde las serpientes habitan, escucha siseos bajos, el no se detiene, no son los siseos que quiere.
Sale un gruñido adolorido, le duele al caminar, está seguro que tiene unas costillas rotas, trata de ignorarlo.
La noche se deslizó de manera normal, un tanto trivial, hasta el llamado de un patronus, dando aviso al inicio del plan.
Regulus gesto el designio combatiendo a los carroñeros que se atravesaron en el camino con intención de robar lo que debía proteger, ya fuera por órdenes de los mortífagos cercanos a Voldemort, o simplemente por a quién pertenecía aquel objeto originalmente. Por supuesto, él lo hizo. Peleo. Ensucio sus manos.
Los carroñeros fueron golpeados casi hasta la muerte, los más suertudos murieron mágicamente. Reagan destrozó el rostro del carroñero sobrante sin simpatía, su rostro solo reflejó disgusto. Al terminar sacudió ambas manos dejando que la sangre volará en dirección contraria a él. Su disgusto seguía ahí después de acabar con el último carroñero.
El sigue viajando por los pasillos, maúlla en cada cierto paso, no lo hace intencional, el dolor aumenta en su forma animaga, está sobrellevando las heridas en su estado salvaje lo mejor posible.
Entra por una puerta entreabierta al final del corredizo oscuro. La puerta se cierra una vez que está completamente dentro de la habitación que no se encontraba completamente sola.
La serpiente que Reagan cazaba estaba en la trampa, o quizá era él quien se arrinconó con su propia arma.
"¿Fue demasiado para ti, 𝘮𝘪𝘭 𝘴𝘦ñ𝘰𝘳𝘦𝘴?" La diversión sonó en aquella voz profunda.
Regulus gruño en respuesta, regresando a su forma humana.
No habló, solo observo, apresando al último rival que el plan requería. Ambos guardaron un largo silencio, cada uno repasando las posibilidades de aquella situación. Jamás intercambiaron palabras, las serpientes procurarán sisear fuertemente ante algún tipo de traición.
En un parpadeo, la batalla dio inicio. Uno contra uno.
Los dos son buenos en el campo, intercambiaron hechizos, destruyendo la habitación a su paso, el lugar era pequeño, por lo que la movilidad se mantenía al mínimo, los escondites se reducían con el pasar de los minutos. Maldiciones resonaron de lado a lado, por suerte el lugar ubicaba un hechizo silenciador evitando llamar la atención de terceros. La pelea se sostuvo igualada hasta que la alarma del hogar de Reagan sonó, un llamado que, por supuesto no le gusto, su batalla debía acabarse sin más preámbulos.
Su contrincante solo presumía, quería demostrar que aún es más poderoso que él, muy probable lo era, pero había algo que nadie podría ganarle; el engaño, donde él era el maestro.
Así que con rapidez lanzó un conjunto de maldiciones distrayendo a su oponente; uno de los hechizos enviados arrebató la varita ajena en lealtad.
Regulus le dedicó una reverencia en conjunto de una sonrisa fría, como si la pelea anterior fuera una clase de entrenamiento escolar. Con gracia enderezó su espalda, volviendo su sonrisa feroz a una burlona colocando sus brazos en su espalda, dándole una postura despreocupada y elegante.
Su oponente liso sus propias túnicas negras en busca de aplacar el rastro de la batalla llevada. Cuando estuvo satisfecho con el resultado le dedicó una simple mirada al mago, ocultando inútilmente el levantamiento de comisuras seguido de un asentamiento.
Fue respondido de la misma manera. El bolsillo de Reagan vibró, el recién perdedor observó esto, ambos se dieron una extraña mueca. Regulus le devolvió su varita, despidiendo aquel encuentro de esa manera.
☆
Regulus fue atacado nuevamente por los carroñeros en el bosque, a unas millas de distancia de su hogar. Estas mismas personas se encontraron magulladas antes de que el les apuntara con la varita, le preocupó lo cerca que se encontraban de su hogar, el responsable también debería de estarlo. Sin más remedio ensució nuevamente sus túnicas verdosas de rojizo vibrante, lamentando ya el desperdicio de unas buenas túnicas.
Se alejó de los cuerpos desangrados una vez que la alarma se activó nuevamente.
Detuvo sus pasos a unos cuantos metros de la casa, tres presencias vagaban en la planta alta, se distinguieron gracias a la ventana de una de las habitaciones. Ellos eran los que habían activado las alarmas. Los intrusos parecían buscar algo entre las cosas de la Joven Lovegood.
Reagan entró a su hogar, haciendo ruido en el transcurso, llamando la atención de los tres niños que allanaron el lugar.
Reconoció a estos jóvenes, los había visto un par de veces, nunca se presentaron adecuadamente, no era necesario. Regulus estaba familiarizado con los apellidos. Por eso cuando dirigió su presencia a la cocina en busca de un buen té negro antes de escuchar lo que las tres presencias tendrían que decir, su varita fue guardada en el saco.
Las escaleras crujieron notoriamente debido al desgaste. El andar de los niños era, sin duda, cuidadoso, sin embargo, seguía siendo ruidoso.
"Joven Potter, Señorita Granger, Señor Weasley." Saludó sin calidez en su voz, escuchando la respiración agitada al ser descubiertos. Reagan aún no se daba la vuelta cuando preguntó: "¿Puedo preguntar qué los trae al humilde hogar de los Lovegood?" Tomó el té con ambas manos, girando sobre su propio eje mostrando una expresión inexpresiva, sin inmutarse por tener tres varitas en su dirección.
Le dio un sorbo al té, esperando a que cualquiera de los jóvenes hablará.
Ellos, aún en vigilancia constante, dudaron un poco ante la presencia de Reagan, pues cualquiera que lo mirará justo en ese momento pensaría que el apellido Black estaba cobrando certeza, sin embargo, nadie de ahí sabía que él era el último heredero directo de la noble familia Black, por supuesto tampoco señalaría ese detalle insignificante.
Solo tenía encima la rareza de los Lovegood, por qué ningún mago entendía la autenticidad que los Lovegood, así que ellos simplemente eran raros para todos.
Y los tres jóvenes magos sabían esto, temiendo la respuesta, decidieron callar y organizar las palabras que tenían que decir, o por lo menos eso es lo que Reagan creyó.
"Eso es sangre." El pelirrojo señaló finalmente el atuendo.
"Excelente ojo, Señor Weasley." tambaleó el té con delicadeza cerca de su nariz, olfateando el delicioso aroma fuerte.
Notó el cambio de humor en el rostro del Heredero Potter por el rabillo del ojo, la moralidad y heroísmo no dejó en duda de quién fue su padrino y sobre todo, padre.
Para el jóven el reconocimiento ambiguo que Reagan le ofreció no le resultó satisfactorio debido a la omisión de la historia detrás de sus ropas ensangrentadas.
"¿Humana?"
Regulus se fijó en la mano que empuñaba la varita, si el lugar se encontrará en silencio absoluto podría escuchar el tronar de los huesos.
El niño Potter accionó la moralidad y justicia de la misma manera que su hermano lo hacía cuando no le parecía correcta la forma de actuar de sus padres, o cuando su propia madre los obligaba a practicar los imperdonables en animales.
Esa imparcialidad que lo hacía remeter a los ideales de la pureza de sangre cuando sus padres les enseñaron a despreciar a los 'sangre sucia'.
Quería reírse de la ironía de la vida ante tal revelación.
Regulus recuerda el verano cerca de su sexto cumpleaños. Un niño normal debía amar su día de nacimiento, sus padres los llenaban de besos, abrazos y regalos, ¿no? Pero Regulus no era un niño normal, Regulus era un miembro de la noble familia Black, su cumpleaños debía festejarse con atuendos extravagantes, rodeado de adultos a pesar de el ser un solo niño, felicitaciones formales, reliquias en lugar de juguetes y comiendo comidas que su paladar no degustaba.
Regulus odiaba su cumpleaños, no era día de mimos por ser el menor y estar en su día, no, recibía su cumpleaños como un evento social dónde sus padres lo utilizaban para discutir temas que un niño no tendría porqué saber.
Ese año, lloró por la noche, no quería una fiesta ridícula, él solo quería montar su escoba con su hermano y comer pastel. Su cumpleaños llegó cuando él sollozaba con la cara metida en la almohada, tratando de ahogar el ruido del llanto.
Su hermano, por supuesto, que espero despierto para ser el primero en desearle un feliz cumpleaños, esa era la tradición del pequeño Sirius.
Sirius lo vio llorar, y decidió que su hermano debía de tener el mejor cumpleaños de todos los tiempos, arrastró a Regulus a la cocina, cocinarían un gran pastel de chocolate.
Los elfos no fueron llamados, ellos decidieron preparar por sí solos el grandioso postre.
Fue una tarea complicada, ellos eran demasiado pequeños para alcanzar ciertos lugares, las porciones mencionadas en el libro de cocina eran difíciles de calcular. No sabían lo que era con exactitud 100 gramos de azúcar.
Kreacher apareció en algún punto de la noche, viendo el desastre que los jóvenes Black hicieron en su apreciada cocina. El elfo retorcía sus orejas ansioso por tal desastre, no sabía si llamar a su ama, la señora Black o ayudar a sus amitos.
Decidió lo segundo al escuchar la petición de su amito Regulus en pedirle ayuda.
Cuando sus padres se enteraron por la mañana, el pastel estaba listo, no era uno muy bonito, pero tenía un buen sabor y lo más importante era que los pequeños Black lo habían preparado ellos solos.
Desafortunadamente, no fueron recibidos con buenas opiniones por los adultos.
¿𝘗𝘰𝘳 𝘲𝘶é, 𝘲𝘶é 𝘤𝘭𝘢𝘴𝘦 𝘥𝘦 𝘱𝘰𝘴𝘵𝘳𝘦 𝘱𝘢𝘨𝘢𝘯𝘰 𝘮𝘶𝘨𝘨𝘭𝘦 𝘦𝘳𝘢 𝘦𝘴𝘦?
Kreacher fue golpeado. Sirius sometido a un crucio por tratar de ayudar a Kreacher y ser el de la idea del pastel. Regulus fue obligado a ver estás agresiones y después a comer todo el pastel él solo.
Sirius más tarde, aún en el cumpleaños de Regulus, provocó a sus padres, protestando en nombre de su hermano.
Tal vez era la valentía de gryffindor que su hermano siempre presumía después de clasificar con los leones, o simplemente a todos los gryffindor les falta saber de prudencia y supervivencia.
Y cayó en cuenta, nadie le informo al Joven Potter que el mundo no era blanco y negro, que la sociedad mágica no se dividía entre la orden de fénix y los mortifagos.
Su hermano lo sabía, sabía lo gris que el mundo podría ser, y aún así solo fingía que existían dos colores; blanco y negro. Dumbledore y sus padres.
Harry Potter era un huérfano de madre, padre, padrino y tío. Fue criado por parientes muggle y en el mundo mágico fue enseñado por Dumbledore. Harry Potter solo conocía los bandos del bien y el mal, no la línea gris que los dividía.
"No lastimo a seres inocentes" Señaló dándole un último sorbo al té.
Y el silencio cayó en la habitación.
El Heredero Potter necesitaba entender que el mundo era de más colores, más líderes, más supervivencia y menos moralidad.
Porque en la guerra o matas o te matan.
La guerra no pregunta si eres bueno o malo, no, la guerra llega esperando a que gane el más poderoso, estratégico y de liderazgo.
"No suelo insistir sobre algunas preguntas cuando no son respondidas por primera vez porque es grosero, sin embargo, me gustaría saber la razón de su invasión a mi hogar y por supuesto, el motivo del porqué estoy siendo apuntando por sus varitas."
Los tres jóvenes se miraron entre ellos con solo unas cuantas miradas. Dudaron en bajar su única protección, pero lo que tuvieran que decir los hizo acceder a la buena educación.
"Fuimos atacados por los mortifagos utilizando Poción multijugos antes de llegar aquí, debíamos estar seguros de que fuera usted y no impostor." Ron Weasley explicó bajando con lentitud la varita, sin meterla de nuevo a su bolsillo, la sostuvo en casa de un altercado.
"Lamentamos la intrusión," fue el turno de hablar de la castaña "pero la situación requiere urgencia, señor Lovegood."
Por alguna razón la cocina se volvió muy pequeña a su vista. Lo sofocó. Comenzó a sentir claustrofobia. Abandonó la habitación que se reducía con cada respiración. Viajó desde la cocina a la sala de estar, dejando que los gryffindor lo siguieran.
Tomó asiento en un mueble marrón individual, no necesitaba que los jóvenes se acomodaran cerca de él, quería espacio. Cruzó las piernas, colocando de manera delicada las manos sobre estás, su postura siguió en posición recta.
"¿Mi autenticidad fue comprobada?" Regulus mostró una mueca sarcástica, ocultando la incomodidad de su pecho.
El pelirrojo se dejó caer descuidadamente en el sillón frente a Reagan. "Lo fue." Dijo sonrojada, siguiendo el ejemplo de Ron, terminó sentada en un sillón de tres personas.
Harry permaneció de pie, sin intención de acompañar a sus amigos, ”Entonces," Regulus expresó su irritación al tener que preguntar por tercera vez lo mismo "¿cuál es su motivo para venir hasta aquí?"
Espero las respuestas. Granger y Harry compartieron una mirada silenciosa, aprecio la conexión de ellos.
"Los mortífagos se llevaron a Luna."
Reagan se tensó. Sabía que el plan estaba en marcha. Sin embargo, parecía que los pequeños niños tuvieron un inconveniente. O un mal entendido del trío dorado.
Su juicio razonable le permite saber qué pequeña Lu se basa en un plan, era una Slytherin, trabajaba rápido cuando la situación lo ameritaba, ejercía todas las posibilidades en un instante.
Su hija estaba en marcha con el plan, era hora de que él también siguiera el segundo paso designado.
"¿Cómo sucedió esto?" Trató dejar que la preocupación genuina se notará en su rostro.
La mandíbula del Niño-que-vivió se tensó notoriamente, apartando la vista de la situación. Regulus quiso levantar una ceja ante tal acción, pero el momento no era el adecuado, así que permaneció a la espera de una respuesta.
"Todo es culpa del hurón." Ron Weasley escupió molesto, dejando en claro el descontento. Hermione golpeó su costado reprendiéndolo, cuando el chico hizo una mueca de dolor y soltó un pequeño “¿𝘲𝘶é?” Ella lo miró exasperada.
No tenía el humor para que la parejita siguiera con su juego de miradas, por lo que Regulus preguntó, sabiendo la respuesta anticipada: "¿Hurón?"
"Malfoy también está involucrado en el altercado." Granger dijo. Expectante, Regulus tomó silenció fingiendo meditar la información. Él sabía, por supuesto, que Draco era parte del plan.
Incluir a los dos jóvenes en el plan, le resultó un poco renuente, él no los quería poner en peligro, pero la guerra se veía a la vuelta de la esquina, ellos de alguna forma saldrían lastimados.
Les preguntó, ellos querían. Así que de algún modo, también se hicieron peones importantes. Han trabajado tan duro como los adultos.
Los padres de Draco no apoyaron del todo que su hijo estuviera con ellos, temían, y era normal. Él también lo hacía.
"Malfoy llevó a los mortífagos a la torre de astronomía para matar a Dumbledore." Harry interrumpió los pensamientos. Regulus prolongó el silencio lo suficiente para hacer que el Joven Potter soltará la información bruscamente.
Frunció el ceño.
"Esa es una acusación demasiado fuerte, Joven Potter." Regulus habló con cuidado, dándole una mirada sería al Joven.
"Pero lo es." Su voz sonó firme, molestó "Malfoy tenía la misión de matar al Director en la torre de astronomía."
Sabía que su sobrino tenía una sería enemistad con el heredero Potter, no había tenido el gusto de conocer su rivalidad en persona hasta ahora. Le pareció... interesante.
Empujó un poco la paciencia que mostraba el elegido. Considerando lo dicho, el volvió a cuestionar "¿Y Malfoy lo hizo?"
"No." Dijo. Su frustración y alivió lo confundieron.
Por un lado estaba agradecido de que Draco no cometiera ningún crimen contra una persona que él apreciaba, y por el otro, la frustración se consumía a lento fuego, pues deseaba ser capaz de entender el porqué no lo hizo. Tenía oportunidad y no hizo uso de esta.
"El director y Harry fueron atacados antes de que Malfoy apareciera." Granger se interpuso entre el intercambio de palabras y pensamientos. Regulus se dió cuenta que le gustaba hablar. Cómo una sabelotodo. "Ellos estaban debilitados cuando Malfoy llegó."
Harry asintió a lo dicho, "El profesor Dumbuldore me pidió que llamara al profesor Snape, pero no podía dejarlo solo, me quedé. Luego ví a Malfoy apuntarle con la varita. Defendí al director. Después los mortifagos que venían con Malfoy comenzaron atacar y tuvimos una batalla en la torre de astronomía." Su rostro se oscureció en ese momento, como si recordará algo que no le gustó en absoluto.
"Luna apareció a mitad de la batalla llamando a 𝘔𝘢𝘭𝘧𝘰𝘺." Ron Weasley enfatizó ante la mirada de su novia "Ella corrió a su lado."
"Alguien lanzó un imperdonable hacia mi, pero... Malfoy lo evitó. Me ayudó. Después todo fue muy rápido y los mortifagos se los habían llevado."
Regulus se dió cuenta que los tres apoyaron los acontecimientos con información. Pero también parecía como si estuvieran narrando un cuento, en algunos puntos se escucharon escépticos, e incluso como si los sucesos fueran algo simple, sin impresión, su voz no sonó profunda ni con sentimiento, fue hueca. Solo uno fue quien tenía algo en su voz, mirada y acciones, él era, por supuesto, quién lo vivió, y después le contó a sus amigos.
"¿Y Dumbledore?"
"El Director recibió una maldición, el profesor Snape lo está ayudando a estabilizarse."
Asintió ante la información. Se levantó del sillón, ignorando los sonidos de sorpresa seguido de las presencias detrás de él.
"¿A dónde va?" El joven Potter llegó rápido a su lado, pues él había sido el único que se quedó de pie.
"Buscaré a mi hija." Dijo dirigiéndose a una puerta en la planta alta, con un chasquido de dedos, la puerta se abrió y entró a su oficina.
Comenzó a buscar en su escritorio algunos pergaminos, hojeo algunos, leyendo con rapidez su contenido, desechando los que no deseaba. Al final, tenía sobre su escritorio cinco tubos de pergamino en dos secciones; dos y tres.
Los tres los encogió y metió una pequeña bolsa. Alzó su mirada, los jóvenes vieron cada uno de sus movimientos, hizo un movimiento para que hablarán.
"Iremos con usted." Informó Weasley. Los otros dos no hicieron ninguna objeción al ser incluídos en esa afirmación.
Regulus estaba expectante, no le interesaba si estos niños habían luchando con dragones, basiliscos, sobrevivido al señor oscuro, ganado el torneo de los tres magos. Le era indiferente.
No se trataba de cuántas veces habían sobrevivido, sino la planificación. La vida de su hija y sobrino podría estar en peligro, la suerte no debía ser un arma, acertar lo era.
"Gracias, pero no es necesario." Declinó, esquivando sus presencias al salir de la habitación.
Se dirigió a la lechucería, necesitaba enviar a Artus, su búho real, a entregar los pergaminos encogidos a un viejo amigo, necesitaba su ayuda con el contenido de estos.
Artus ulo entusiasmado al ver a su dueño entrar. Reagan rasco detrás de su ala como saludo, Artus canturrio en respuesta. Le dió una golosina a Artus, quien lo recibió gustoso, antes de comenzar amarrar el paquete en una se sus garras.
Le había facilitado los recados a Agnés, la lechuza marrón que trajo de Francia, adquiriendo de Artus, un macho con resistencia para viajes al extranjero. Agnés se quedó a la disposición del correo local.
Por supuesto, los jóvenes aún seguían detrás de sus pasos.
"Luna es mi amiga." Harry dijo.
El movimiento en sus manos se detuvo por un instante, antes de seguir amarrando el paquete. Regulus lo sabía, su hija le mencionó con adoración sobre sus amigos, más Slytherins que de otras casas, sin embargo, Harry Potter seguía destacando en esa lista de nombres que su hija despotricaba cuando contaba sus aventuras en Hogwarts.
"Ella ha hablado de ti." Comentó. Su voz no demostraba nada, era como sonido blanco. Despidió a Artus con una última caricia y un "cuídate". Lo vió alejarse. Suspiró y enfrentó nuevamente al trío dorado.
"Déjenos acompañarlo." Suplicó, aferrándose a la idea.
"No." El eco frío en sus palabras descolocó a los jóvenes. Regulus ignoró eso retirándose a su estudio y bloqueando la puerta al entrar.
Las insistencias lo habían cansado. Y los niños no eran lo suyo. Si no hubiera tratado con la pequeña Luna, él jamás creería ser capaz de criar a un niño.
No los odiaba, o por lo menos no tanto. Era él quien no era adecuado. Si no hubiera sido por sus padres, la idea de hijos propios no se le hubiera pasado por su cabeza.
Pero no fue así, sus padres lo criaron con la imagen familiar de una esposa de sangre pura adecuada (según las opiniones de sus padres), el, un miembro de la noble familia Black purista de sangre y un heredero adecuado para merecer llevar el apellido Black.
Esos eran los planes de niños que sus padres tenían para él. Por su parte, además de obedecer, el no quería niños, no eran su gusto porque eran llorones y el solo conocía las enseñanzas de crianza Black, no dejaría que alguien más sufriera por eso. Su opinión no fue tomada, ni dicha. Sus padres lo casarían una vez que su estancia en Hogwarts terminará. Era su obligación.
Pero ese deber se vio opacado cuando una sonrisa radiante le destruyó eso.
Agradeció no haber terminado de acuerdo a los planes de sus padres, pero dolió cuando se dio cuenta que no tenía futuro propio.
Y cuando lo consiguió, lo perdió de la manera más dolorosa que el mundo le mostró.
𝘕𝘪ñ𝘰𝘴. Los comenzó a detestar después del accidente. No tenían la culpa, aún así ignoró cualquier contacto con ellos, además de Luna y posteriormente, Draco.
La puerta fue tocada, y después abierta por un hechizo. Por supuesto que el elegido podría quitar la traba con facilidad. Regulus rodó los ojos, olvidando por completo la postura. ¿Qué los jóvenes no sabían ser educados? Ya los había despedido, no los quería con él, pero seguían insistiendo.
"Señor Lovegood" El Heredero Potter lo emboscó a solas. Reagan suspiro ante el llamado. "Iré con usted señor. Solo yo." Eso captó la atención de Reagan, se decía que el trío de oro jamás se separaba. "Necesito hacerlo." dijo insistente "Malfoy. Fue mi culpa."
La culpabilidad del Joven Potter recorría todo su ser. Harry sabía lo que Draco planeaba, y aún así, él quería rescatarlo.
Regulus consideró su propuesta, lo hizo de verdad. Harry Potter podría traer muchos problemas, solo su presencia podría llamar la atención, viajar se haría riesgoso, el solo ya lo era, sin embargo, también tener a Harry Potter podría verse como una ventaja, en algún punto podría usar su presencia como una carnada si las cosas salían mal.
Era demasiado parejo, no era ventaja, tampoco desventaja, por lo menos no al inicio.
"Despide a tus amigos." Dijo después de un largo silencio "Ellos no podrán venir" advirtió señalando la salida.
Harry asintió, haciendo lo que le ordenó, volvió con sus amigos.
Regulus escuchó mientras empacaba en una mochila los dos pergaminos restantes del escritorio. Recogió unas cosas más que necesitaría por todos lados de la oficina.
Al abrir la puerta escuchó un fuerte grito de reprimenda.
"¡Harry, no!" Fue la castaña.
Reagan debía seguir guardando algunas provisiones de la recámara de su hija y la de él, pero aún a distancia oyó algunas palabras de la conversación de los tres jóvenes.
"𝘔𝘪𝘴𝘪ó𝘯. 𝘔𝘢𝘮á. 𝘎𝘪𝘯𝘯𝘺. 𝘉ú𝘴𝘲𝘶𝘦𝘥𝘢. 𝘛𝘪𝘦𝘮𝘱𝘰. 𝘐𝘯𝘷𝘦𝘴𝘵𝘪𝘨𝘢𝘳. 𝘏𝘰𝘳𝘳𝘰𝘤𝘳𝘶𝘹."
Regulus se paralizó. Su rostro palideció y su respiración se volvió artificial.
𝘏𝘰𝘳𝘳𝘰𝘤𝘳𝘶𝘹.
La mente de Regulus dejó de funcionar, el miedo quiso invadir su cuerpo. Por un instante volvió a ESE año, dónde el dolor, aberración y odio eran su piel.
Tambaleó los recuerdos, no era el momento de ahogarse en el pasado, porque solo eso era. No su presente y mucho menos su futuro.
Debía enfocarse en lo importante: ¿Qué es lo que el Heredero Potter y sus amigos sabían de ellos, o mejor dicho por qué los buscaban?
Pocas personas conocían el gran enigma del señor oscuro. Era algo que se mantenía guardado desde la primera guerra para evitar que más personas quisieran "inmortalidad".
La información de los 𝘏𝘰𝘳𝘳𝘰𝘤𝘳𝘶𝘹las viejas mentes la tenían, Regulus solo conoce a una mente tan vieja pero joven a comparación de Albus, que lo conocería, esa mente que desató todo.
Pero, era imposible que soltará de nuevo la lengua, ¿No? Alguien diría que la lección ya se había aprendido.
Recordó lo que Granger dijo. Dumbledore y Harry se encontraban débiles. ¿Por qué Dumbledore lo estaría? Misión. Investigar. Horrocrux. ¿Qué era lo que la vieja cabra dejó en manos de tres jóvenes?
En la primera carta que Luna le envió a inició de año escolar mencionó que "𝘭𝘢 𝘮𝘢𝘯𝘰 𝘥𝘦𝘭 𝘥𝘪𝘳𝘦𝘤𝘵𝘰𝘳 𝘋𝘶𝘮𝘣𝘭𝘦𝘥𝘰𝘳𝘦 𝘴𝘦 𝘷𝘦í𝘢 𝘮𝘢𝘳𝘤𝘩𝘪𝘵𝘢, 𝘤𝘢𝘴𝘪 𝘤𝘢𝘺é𝘯𝘥𝘰𝘴𝘦 𝘢 𝘱𝘦𝘥𝘢𝘻𝘰𝘴." A su vez, una alarma sonó semanas antes.
Él sabía. Siempre estuvo consciente de que Albus Dumbledore había tomado un 𝘏𝘰𝘳𝘳𝘰𝘤𝘳𝘶𝘹 en su poder.
Lo que desconcertaba a Regulus fue la información que el Director le confió a los niños, que ejecución quería realizar para que los tomara como piezas de ajedrez a tres niños.
El necesitaba investigar.
Cuando salió de su hogar, tenía un presentimiento, algo dentro de él le decía que abandonará al Joven, que se marchará como el plan original estipulaba.
Sin embargo, no podía, no con lo que había escuchado.
Harry Potter lo siguió unos momentos más tarde, los amigos del chico se quedaron atrás, al igual que el hogar de Reagan.
Les esperaba un largo viaje.
☆
El sol comenzaba a descender de su máximo punto, llevaban cuatro horas sin parar. Los pies de Regulus no dolían, se habían entumecido media hora atrás, sin embargo, debían recorrer la distancia máxima antes de acampar.
El sendero a veces se bloqueaba con grandes ramas, eso hizo tardío el viaje, y el hecho que estaban tomando el camino más largo. Debían evitar a toda costa las presencias que pudieran encontrarse a la simpleza del bosque.
Ellos necesitaron sumergirse en el bosque, encontrando momentos en los que el sol no entraba por los grandes árboles, justo ahora el lugar se volvió despejado, observando cómo el sol bajaba.
"Luna es valiente." Harry dijo. El chico había estado tratando de mantener un ambiente tranquilo, sin tensiones, Regulus... no ponía de su parte. Al joven Potter no le importaba estar en un silencio incómodo, pero de alguna manera él quería establecer una conversación, se dió cuenta Reagan. En el transcurso de camino, el elegido le hacía preguntas, o a veces comentaba una situación escolar, como ahora: "Ella se unió al grupo de estudio de defensa contra las artes oscuras el año pasado."
"Escuché" caminó calmadamente, esquivando algunas piedras y ramas "que fue descubierto por 𝘭𝘢 𝘴𝘶𝘮𝘢 𝘐𝘯𝘲𝘶𝘪𝘴𝘪𝘥𝘰𝘳𝘢 𝘥𝘦 𝘏𝘰𝘨𝘸𝘢𝘳𝘵𝘴, quien utilizó 𝘝𝘦𝘳𝘪𝘵𝘢𝘴𝘦𝘳𝘶𝘮 en los miembros de ese 𝘨𝘳𝘶𝘱𝘰 𝘥𝘦 𝘦𝘴𝘵𝘶𝘥𝘪𝘰." Su voz era tranquila, pero se podía notar el énfasis en sus palabras.
Los hombros de Harry se tensaron en la culpabilidad.
Regulus no se molestó. Luna adora las aventuras y clubs secretos, ella se divirtió, un poco a costa de las normas de la escuela en ese momento, sin embargo, tampoco le gustó la forma en que el ministerio quería controlar la educación. Luna no salió lastimada, así que no le importaba realmente el término. Él no tenía la intención de reclamar esa situación, sin embargo, sacar la mención del accidente fue, en realidad, culpa de Harry por hablar del motivo, Reagan solo se unió a la conversación.
"Malfoy fue quien escoltó a Luna." El Heredero Potter acusó descaradamente a su enemigo como excusa.
A Reagen no le era ajena esa información, así que solo dijo: "El debe de cuidarla." Asintiendo en respuesta.
El crujir de las hojas se detuvo, informando que el joven ya no seguía sus pasos.
Algo interesante estaba por venir, algo le decía.
Y así fue. Cuando le dió un vistazo a Harry, su rostro era un poema, uno no muy agradable.
"¿Está de acuerdo que su hija salga con un mortífago?" Su cejas cayeron profundamente. Regulus podría haber pasado eso como una reacción de cariño y cuidado hacia Luna,
pero el pensamiento fue dejando a un lado al ver cómo la comisura de su labio se retorcía hacia arriba.
Regulus sabía muy bien lo que ese gesto significaba, !el sol era fanático de esa mueca! cómo no reconocerlo al instante.
Harry Potter no estaba preocupado o enojado por Luna, Harry Potter estaba celoso.
"¿Saliendo?" Preguntó.
"Si. Ella y Malfoy." Apretó los labios, claramente irritado.
"Parece, Joven Potter," cada palabra salió como una burla "que le interesa mucho la vida íntima de mi sobrino." Regulus guardó gustoso la reacción asombrada de Harry al enterarse de tal hallazgo. Su sobrino le agradecerá después por tan maravilloso recuerdo. "Luna y Draco son primos." Aclaró, recordando la lentitud del sol.
El Heredero Potter se mantuvo estático, quizá recordando lo grosero que había sido durante el viaje sin saber quien era Reagan realmente de Draco. Regulus presentía, y apostaría su anillo por este acontecimiento, que Harry Potter sentía algo por su querido sobrino. Podría equivocarse, y los sentimientos de Harry se dirigían hacia su hija, pero durante el
viaje el chico jamás dejó de meter el nombre de Draco en cada oportunidad que se presentaba.
"Y si le preocupa las parejas que mi sobrino pueda tener, le aseguro que Luna no está en su lista, sin embargo, me temo que debe cuidar a sus allegados." Una sonrisa quería dibujarse en las comisuras de sus labios, recordando lo fácil que podría ser molestar a un Potter. Extrañaba eso.
Anteriormente, casi podría decirlo como en otra vida, él lo hizo, molesto a un Potter fácilmente Tal vez, cuando termine todo, cuando por fin tuviera un descanso del señor oscuro, podría visitarlo y molestar un poco. Hacía meses desde su último encuentro.
"¿Qué quiere decir con eso?" al parecer su último comentario resultó funcionar para hacer reaccionar al joven.
"Que los fuegos artificiales son los favoritos de mi sobrino.” Le dio la primera sonrisa divertida desde que se conocieron. Casi susurrando, haciendo ilusión de un secreto agregó: “𝘓𝘦𝘴 𝘙𝘰𝘶𝘴𝘴𝘦𝘴.” La confusión quedó impregnada en el ambiente, por supuesto que el elegido no entendería el final, tampoco lo necesitaba, así que no espero a que Harry hablara
“Sigamos, en una hora nos detendremos"
☆
"¿Cuál es el destino?” preguntó Harry detrás de él. El tono que utilizó dejó ver el rastro tenso de la conversación anterior.
El silencio se estableció el resto del camino encabezado por el mayor, Reagan ocasionalmente miraba hacia atrás confirmando que el Joven siguiera estable en la travesía. Se sintió un poco responsable por el comportamiento recio del Heredero Potter, solo un poco. Desde el comienzo del rescate de Luna, Regulus se portó de una manera irracional, si bien los niños no eran lo suyo, podría tratar al niño Potter como sus modales le exigían, sin embargo, le respondió distante, demostrando que él no lo quería con el. Es por eso que se burló deliberadamente en el rostro del chico. No lo admitiría, pero sentía una molestia personal contra el niño. No era su culpa, por supuesto que no, era solo Regulus conllevando la inseguridad del pasado. Por otro lado, Harry Potter no desistió sobre lo que el señor Lovegood dijo, teniendo una crisis mental en todo el transcurso de la aventura. De una manera, su mente viajó a los recuerdos, enviando a cada uno en una misma dirección: al rubio malcriado que tanto se suponía que odiaba.
En un intento de dispersar la sonrisa presuntuosa de la memoria, se dio cuenta que solo siguió al padre de Luna sin saber a donde iban.
“Gloucestershire, está al sudoeste de Wiltshire.” observó de reojo al chico, averiguando si reconocía la ubicación. Si lo hizo, no mostró que lo hiciera.
“¿Por qué ahí?”
Regulus detuvo su caminar, admirando el alrededor, a unos cuantos metros de ellos, visualizo un río. Perfecto. Podrían acampar cerca de él, y después seguir la corriente por la mañana.
Descolgó la mochila de su hombro, hincándose en el proceso dijo:
“𝘚𝘦𝘭𝘸𝘺𝘯 𝘔𝘢𝘯𝘰𝘳, guarida del señor oscuro en la primera guerra.”
Sus palabras salieron ligeras, deseñando el peso real de ellas. Regulus sacó dos bolsas de acampar.
“Parece saber mucho sobre eso, señor Lovegood.” enfatizó, notoriamente acusador.
Oh, ciertamente olvidaba la moralidad que Harry Potter poseía. Parecía tener la de su padre y padrino juntos.
“Sobreviví a la primera guerra.” 𝘠 𝘧𝘶𝘪 𝘴𝘦𝘨𝘶𝘪𝘥𝘰𝘳 𝘥𝘦𝘭 𝘴𝘦ñ𝘰𝘳 𝘰𝘴𝘤𝘶𝘳𝘰. Pensó, por supuesto que no lo diría en voz alta, por lo menos no ahora.
La respuesta no convenció del todo al joven, pero se conformó por el momento. “¿Está seguro que se encontrarán ahí?”
Lo estaba. Ese era uno de los escondites que los propios seguidores de Voldemort le otorgaron en lealtad, él mismo había ofrecido la vieja casa familiar Grimmauld Place como guarida. Muchos de los mortifagos que sobrevivieron se volvieron traidores, huyendo a la mención del regreso del señor oscuro, no deseaban morir, así que se escondieron de los colmillos afilados de la serpiente. La familia 𝘚𝘦𝘭𝘸𝘺𝘯 aún se encontraba en la lista de los fieles seguidores de Voldemort, sería un honor para ellos tenerlo como huésped.
“Ellos deben.” fue todo lo que dijo.
En silencio le indico que instalará su tienda de acampar. Reagan tenía práctica armando tiendas de acampar, había pasado algunos años organizando escondites, después lo hizo para divertirse en la naturaleza con luna a su lado. Harry, bueno, él necesitaba ayuda para mantenerla a flote.
Una vez que ambas tiendas estaban listas, Reagan prendió una fogata, transfiguró un tronco a una silla cómoda, preparando un poco de té.
Escucho las sugerencias del chico. Quería utilizar la magia para llegar con más rapidez a su destino. Estaban manejando la situación de aquella manera gracias al poder que el señor oscuro establece cada día en el mundo mágico. No podrían viajar con polvos flu porque el ministerio tenía control de todas las salidas. Viajar por aparición era imposible. Volar sería aún más arriesgado con el control del señor oscuro en todas las áreas.
“Podríamos usar un hechizo, ritual o poción”. enumero, buscando razonamiento y un acuerdo sobre lo dicho.
“No es necesario.” declinó con un movimiento de mano, bebió el resto de su té. Ninguna de esas sugerencias servirán.
“Recibiremos un poco de ayuda.” insistió, subiendo el tono de voz.
“Dije que estaba bien.” advirtió irritado, y en un intento de entendimiento quiso hacerle saber la razón: “Un ritual tomaría tiempo, al igual que una poción.”
Espero a que eso fuera suficiente para el Joven Potter y dejaran morir la conversación, no estaba de humor, su día cada minuto se volvía más abrumador.
Pero los niños siempre tenían mucho que decir. Y Harry Potter era el elegido, el sugestionar atacaba doblemente.
“He visto a mi padrino utilizar rituales de sangre, no le tomaba tiempo. Podría haber uno que nos pudiera ayudar.”
Claro que el idiota de Sirius utilizaría esos hechizos para presumirle a su ahijado y parecer 𝘤𝘰𝘰𝘭. Ese era Sirius. Su hermano presuntuoso, que muy seguramente utilizó esos rituales para abrir las reliquias familiares y no para llamar o buscar a un miembro de la familia.
“No funcionará.” Sabía que no lo haría, o por lo menos con su hija.
“Lo hará, es el padre de Luna.”
El padre de Luna. Lo era. Pero a veces no se sentía de esa manera. Lucian similares, el podría pasar por su padre biológico, pero era una máscara, sólo un cascarón, una poción que le era de ayuda. Sin eso, volvía hacer Regulus Black. El mortífago. El mago que no tenía familia, que no era padre de una grandiosa niña inteligente y peculiar. Solo era Regulus Black. El mago de sangre pura seguidor del señor oscuro en la primera guerra, quien no soportó el dolor y decidió morir.
“Joven Potter,” hizo una pausa notable, apretó los labios frustrado “𝘯𝘰 𝘦𝘴 𝘯𝘦𝘤𝘦𝘴𝘢𝘳𝘪𝘰.”
"Hay un hechizo." insistió Harry.
"Probablemente sea oscuro.” Los hechizos más poderosos eran los prohibidos, oscuros, los que nadie moral debía mencionar. Reagan solo deseo asustar a Harry con ese detalle, sin embargo, noto la determinación en él.
De un movimiento de mano apagó la fogata, despidiendo la noche de esa manera. Regulus se dio la vuelta, estaba dispuesto a ignorar la réplica que el niño Potter dejaría caer en cualquier instante como lo había estado haciendo momentos atrás.
Sin embargo, lo que obtuvo fue un murmullo.
“𝘈𝘶𝘹𝘪𝘭𝘪𝘯𝘵𝘢𝘴𝘮𝘢” un zumbido de magia tambaleo a su alrededor. El brillo dorado decoró con fuerza la punta de la varita, saliendo suavemente antes de explotar tintineando las sombras.
La temperatura bajó gradualmente, la luz dorada dejó de verse brillante, se transformó en un lucimiento transparente, la claridad de la luz podría imputarse a la iluminación de la luna.
Sin embargo, Regulus reconoció ese hechizo. Y debía ser una broma. No era un maleficio que se enseñara en el colegio, pero por alguna razón Harry Potter lo acaba de usar.
La respiración del Joven Potter se agitó en algún punto, Regulus no prestó atención, el mismo tropezó con su propia inhalación errática.
El cuerpo de Regulus se estremeció, temiendo con lo que se encontraría si se giraba.
Una voz habló, Regulus no entendió sus palabras, sus oídos zumbaron, los latidos de su corazón los comenzó a sentir en su cabeza.
𝙇𝙐𝙋-𝘿𝙐𝙋, 𝙇𝙐𝙋-𝘿𝙐𝙋, 𝙇𝙐𝙋-𝘿𝙐𝙋, 𝙇𝙐𝙋-𝘿𝙐𝙋, 𝙇𝙐𝙋-𝘿𝙐𝙋, 𝙇𝙐𝙋-𝘿𝙐𝙋, 𝙇𝙐𝙋-𝘿𝙐𝙋, 𝙇𝙐𝙋-𝘿𝙐𝙋, 𝙇𝙐𝙋-𝘿𝙐𝙋, 𝙇𝙐𝙋-𝘿𝙐𝙋, 𝙇𝙐𝙋-𝘿𝙐𝙋, 𝙇𝙐𝙋-𝘿𝙐𝙋, 𝙇𝙐𝙋-𝘿𝙐𝙋, 𝙇𝙐𝙋-𝘿𝙐𝙋, 𝙇𝙐𝙋-𝘿𝙐𝙋, 𝙇𝙐𝙋-𝘿𝙐𝙋, 𝙇𝙐𝙋-𝘿𝙐𝙋, 𝙇𝙐𝙋-𝘿𝙐𝙋, 𝙇𝙐𝙋-𝘿𝙐𝙋, 𝙇𝙐𝙋-𝘿𝙐𝙋, 𝙇𝙐𝙋-𝘿𝙐𝙋, 𝙇𝙐𝙋-𝘿𝙐𝙋, 𝙇𝙐𝙋-𝘿𝙐𝙋, 𝙇𝙐𝙋-𝘿𝙐𝙋.
Experimentó un leve ataque de ansiedad, ajustó su coherencia a la realidad, a la situación, sin valentía terminó el curso de la colocación, quedando frente al plano que Harry Potter creó.
Cuatro espectros fantasmales flotando a centímetros del suelo, rodearon en adoración al Joven Potter.
El estómago de Regulus se retorció en agonía. No esperaba tener que presenciar esa escena familiar nunca. Sus manos se apretaron, al igual que su corazón, necesitaba alejarse de esa vista, deseaba desaparecer en ese instante, a donde sea, a donde fuera. Solo irse.
Padecía en cada segundo el pesar del pasado, de la hambruna que le fue otorgada. De lo que fue arrebatado. El nudo en la garganta se formó pesadamente.
Sus pensamientos y sentimientos se interrumpieron ante la colisión del color avellana intenso que lo observaron.
Los ojos grises se encontraron mirando al sol directamente después de tantos años.