
planificando para sobrevivir
capítulo dos: planes y exploración
Harry inició el día con una merienda abundante, estaba claro que tendría que salir a recolectar alimentos e información, el hotel tenía 4 pisos más la recepción, dos áreas de comida, una en la planta baja que asumió que era la más ocupada, la otra en el cuarto piso donde además estaba una piscina y el gimnasio, también ahí estaba un pequeño dispensario que atendía un enfermero. En la primera planta estaba el restaurant, varias tiendas, el bar y un salón de baile. En el exterior una serie de espacios recreativos con piscinas y multicanchas.
Se vistió con las únicas ropas nuevas que le habían comprado para el viaje, por las apariencias, por supuesto, jeans, remera y zapatillas de la tienda más económica, lo importante es que le quedaban cómodos y le brindaban facilidad de movimiento, buscó algo que le sirviera de arma en el departamento y se frustró hasta que descubrió el bate de beisbol de su primo tirado bajo de la cama, lo agitó simulando golpear, si parecía una eficiente arma por el momento.
El plan, revisar el piso, y de ser posible ir al 4, con él llevaba su bate, una mochila con una botella de agua y una pequeña navaja. Despejó la puerta, y la entre abrió, espió con un espejo de mano y no encontró caminantes en el pasillo, abrió más y se escabulló, fue probando las puertas, estaba claro que el sistema de cerrado automático estaba cancelado, de manera que si no estaban bloqueadas por dentro, estas cedían, las dos primeras habitaciones estaban limpias, sin uso, de ellas retiró lo que había en el frigo bar, los kit de primeros auxilios, la tercera había sido desocupada apresuradamente, encontró unos mapas turísticos de la ciudad y sus alrededores, un paquete con barritas energéticas y dos latas de coca cola que guardó en la mochila. Las escaleras las subió silencioso y para su horror encontró un cuerpo flotando en la piscina, estuvo a punto de correr cuando se dió cuenta que no se movía. Bate en mano caminó alrededor, fue al gimnasio, estaba vacío, se asomó en el dispensario, nadie, retrocedió y nuevamente observó el cuerpo en el agua, con una sombrilla lo empujó y se pudo dar cuenta que tenía un fuerte golpe en el cráneo, esto le dió tranquilidad.
Ahora sus pasos lo guiaron a la zona de comidas, halló frutas para preparar jugos, azúcar, miel, galletas y palitos de queso, varias hogazas de pan y dos cajas con emparedados preparados, huevos cocidos y para su sorpresa una pierna de jamón curado. Esto era un tesoro difícil de abandonar y a la vez de transportar, buscó por todas partes hasta que encontró una especie de morral, respiró profundamente deseando de todo corazón que todo entrara en él, que pudiera cargarlo camino a su habitación, en un gesto puramente infantil abrazó el morral como si se tratara de un artículo lleno de magia, un escalofrió le recorrió la espalda y le hormiguearon las manos, "extraño ¿cierto?", suspiró y empezó a llenarlo y llenarlo.
"Quizás si soy un fenómeno", musitó mientras cargaba escaleras abajo, sobre su hombro, el morral que, de hecho, llevaba como por milagro todo lo recolectado, transitó el pasillo y entró en su provisorio hogar, cerró la puerta tras comprobar que el talco de bebé en la entrada estaba sin huellas. Blindó la puerta, dejó el morral e hizo una inspección por todas las habitaciones, corroboró que aun salía agua por las cañerías, se dió una ducha, lavó su cabello, deseando que fuera más largo para poder mantenerlo atado, ya seco se preparó una ensalada de frutas, comió varias barritas de queso y rollitos de fiambre, de una bolsa aparte que había obtenido en el dispensario sacó un frasco de multivitaminas, tragó una con agua porque necesitaba estar más sano y compensar la desnutrición.
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Harry estaba muy consciente de su contextura delgada y pequeña, resultado del mal vivir con sus parientes, tenía casi 11 años y la estatura de un niño de 9, sus fortalezas eran la agilidad, la rapidez, su memoria eidética, su adaptabilidad ante los obstáculos, tenía mucha experiencia en buscar alimentos donde otros morirían de asco. Sus flaquezas eran estar solo, sin un grupo de apoyo, ser demasiado delgado y sin una reserva de grasa a la cual recurrir, sin entrenamiento de uso de armas o en técnicas de lucha y sobre todo él no sabía cazar, nunca quitó la vida a un animal aunque si lo había presenciado, su primo había matado por placer muchas mascotas y animales callejeros con su pandilla, era consciente que matar para comer era muy distinto a las motivaciones que hacían actuar a su primo, su primo había sido un tipo distinto de "Monstruo", aunque nunca se atrevió a pronunciar esa palabra en voz alta.
Con el estómago lleno, se aprontó a pasar una segunda noche en solitario, observando a través de los ventanales, mañana debía decidir cuanto tiempo seguir en este departamento o cambiarse más cerca del primer piso y de alguna salida de emergencia por si llegado el momento debía correr. Además quedaba encontrar ropa y calzado, unas armas y más alimentos.
Esa noche Harry durmió tranquilo, sin percatarse de que su propia naturaleza le estaba protegiendo, esa rareza que por años lo salvó de las peores golpizas lideradas por su primo y su pandilla, esa naturaleza mágica que se volcó en un morral para hacerlo mucho más grande por dentro, de peso pluma y un deseo cumplido de conservación, la misma rareza que haría crecer su cabello mientras dormía.
A kilómetros de ese lugar, un par de jóvenes cazadores salían presurosos de una cabaña semi invadida por caminantes, una camioneta y una motocicleta los llevaron a la cantera inundada de sus acampadas de niños, apartada de la ciudad por unas horas de viaje, con caza en los bosques y quizás una oportunidad de resguardo y tiempo de adaptación para lo que sucedía a su alrededor.
Instalaron una carpa para dos, excavaron el hogar para una hoguera, el más joven se internó en el bosque y una hora después volvió con dos conejos que poco después ya despellejados se asaron al fuego.
"Mañana pondremos seguridad, y recolectaremos provisiones" habló mientras un cigarrillo hacía equilibrio entre sus labios, era el mayor por 8 años, había estado en los marines por 5 años hasta que lo dieron de baja por fracturarle la mandíbula a un superior, fuera se había metido en líos con drogas y en riñas.
"Necesito más flechas, cazar un siervo quizás y explorar el entorno", musitó el más jóven mordisqueando el borde del pulgar, única manifestación de nerviosismo, había estado solo muchas veces, cuando huía de las palizas de su padre borracho, cuando estuvo perdido en el bosque una semana y nadie lo buscó, su hermano con todos sus defectos era familia, juntos se cuidaban las espaldas y sobrevivirían.