Chapter 1
El miedo hasta ahora nunca lo había experimentado así, desde los huesos a la piel, una manta fría de anticipación fatídica, una angustia sin origen identificable. No quería abrir los ojos, hasta respirar parecía que desencadenaría lo inevitable, ¿dónde estaba?, ¿qué diablos estaba pasando que se sentía tan confuso?.
Un estruendo lo hizo dar un brinco, abrió los ojos por acción refleja, un clóset, estaba dentro de un clóset, trató de controlar su respiración agitada, llevó una de sus manos a la cabeza y dolía la frente, podía sentir el chichón, tener heridas y chichones era algo conocido, sabía de dónde venían, su corazón empezó a latir más lento hasta que dió un segundo brinco ante otro estruendo, parecían truenos, pero solo no lo eran, fuera de su clóset, probablemente fuera de la casa en que se encontraba, debía pensar cuánto llevaba dentro del clóset y que había pasado, estaba tan confuso y asustado.
Poco a poco se fue aclarando su mente, la empresa de Tío Vernon lo había enviado a la sucursal en EEUU los gastos pagos para la familia, sorprendentemente lo habían llevado al no encontrar con quien dejarlo, la experiencia más alucinante de su vida, el aeropuerto, el avión y su primo con mareos, mientras él disfrutaba de un viaje sin molestias y la azafata lo mimaba con bocadillos, obviamente a escondidas de sus parientes, que no podían vencer su naturaleza molesta y prontamente habían sido clasificados como pasajeros molestos por el personal de cabina.
Estaban en un apart hotel en Atlanta, ayer algo no había ido bien en una de las reuniones de su tío y obviamente lo acusó de ser el responsable, por eso estaba todo golpeado y hambriento en el clóset.
Algo vacilante se puso de pié y trató de abrir la puerta, para su sorpresa esta se deslizó sin obstáculos, la luz bañaba la sala que estaba con las cortinas abiertas, debía ser medio día, extraño, tía Petunia no le arrastró a preparar el desayuno, de hecho el silencio indicaba que era el único en departamento.
Se acercó a los grandes ventanales y la panorámica le sacó el aire de los pulmones y le dió una razón al miedo, a tres pisos de distancia se desarrollaba en las calles una escena de terror, personas atacando a otras personas, desgarrándolas, mutilando hasta la muerte, devorándose y para su horror, los muertos se levantaban hambrientos.
Las rodillas se le doblaron y quedo ahí, en el suelo por mucho tiempo solo viendo como la escena se repetía, solo su estómago vacío y la sed lo hicieron moverse casi como un autómata, bebió directo de la llave, luego su instinto de preservación entró en acción, buscó y clasificó toda la comida, registró los dos baños por los kits de primeros auxilios y art. de aseo personal, al revisar las habitaciones le quedó claro que sus parientes habían salido a la rápida, las ropas tiradas, los cajones a medio cerrar indicaban una huída con no más de una muda de ropa, solo llevando el dinero.
Sentado nuevamente en la sala con la puerta asegurada con un par de muebles, las dos bañeras llenas de agua así como cuanto recipiente encontró, y una merienda constituida por aquello que probablemente duraría menos, Harry de 10 años y 8 meses decidió que debía usar su cabeza, no fue fácil sobrevivir a sus parientes todos estos años, era consciente que abusaban de él, no lo amaban, lo humillaban y degradaban, solo su inteligencia y capacidad de recuperarse lo mantenían vivo y ahora en este mundo horrible él estaba decidido a sobrevivir y prosperar.
Harry se sabía más inteligente que el promedio, leyó mucho escondido en la biblioteca de la escuela, ciencia, aventuras, revistas de exploración, manuales de sobrevivencia del más apto, todo lo guardó en su memoria, porque aunque sus calificaciones nunca superaron las desastrosas de su primo, Harry era inteligente.
Se obligó a mirar lo que sucedía afuera, como una película dantesca, necesitaba aprender de lo que veía, horas de personas que corrían sin sentido, gritando y atrayendo a esos "errantes", era como una absurda repetición hasta que vió un hombre disparando a los herrantes, no caían hasta que la última bala dio en la cabeza de uno y éste se desplomó.
" Caen si destruyes el cerebro, no son rápidos, el ruido los atrae, huelen la sangre, atacan cualquier cosa viva". Concluyó después de horas de observación silenciosa, se recostó en el mullido sofá envolviéndose en cálidas mantas, mañana sería su primer día como sobreviviente.