Prólogo
Harry estaba jodido, jodidisimo.
Solo necesitó una sola cosa, Draco Malfoy agachándose por un lápiz. Y listo, se lo quiso coger. Y ok, eso es normal, le pasó con Cho, con Ginny, esa chica rara de Ravenclaw que no se molestó en memorizar el nombre, pero su padre le dijo que esperara, que ella llegaría. Así que lo hizo. Ignoró sus instintos por esperar a su perdición, a su alma gemela.
No llegó ninguna ella, sino un él. Pero estaba seguro, era él.
Porque está vez no se fue el sentimiento aún pasado un mes. Si, seguía con unas ganas casi animalísticas de follarse al rubio pero también lo quería conocer, quería hacerlo reír, verlo feliz y que le regale una sonrisa enamorada que pone cada que se ve al espejo. Lo quiere. Lo quiere tanto que podría matar por ello.
¿Por qué se tuvo que transferir desde Beauxbatons? ¿Por qué no se pudo quedar ahí? En Francia, ¿sin volverlo loco? Porque casi mata a alguien. Lo cual debería hacer que Harry deje de estar tan putamente caliente por él, porque es peligroso, pero honestamente, eso solo le hace querer intentar algo más con el rubio.
Ha escuchado los rumores, él y un alumno mayor, peleando por su mano, por la propia mano de Draco, porque él no quiere casarse con un idiota, no le importa lo que tenga que hacer para poder evitarlo.
Era un duelo amistoso que se convirtió en un baño de sangre cuando el alumno mayor le lanzó un diffindo al rostro, gritando que si él no podía tener ese hermoso rostro entonces debería dejar de ser hermoso, corto su brazo, una herida profunda pero sin arrancar que enfureció tanto al heredero que lo siguiente que los profesores supieron es que el lugar entero estaba cubierto de llamas azules, devorando todo hechizo que intentase ayudar al pobre alumno.
Y fue expulsado.
Mandado a Hogwarts.
Dónde Harry lo conoció y su vida se fue al garete. Porque Dios, míralo, con esos ojos grises llenos de un venenoso mercurio, que planea seducirte lo suficiente para envenenarte poco a poco. A Harry no le molestaría ser matado por él. Honestamente.
"¡Hey, Malfoy!" Ron grita por él, se niega a decir ese apellido, no le queda, Potter sonaría mucho más lindo.
El rubio voltea a verlos, el verde de su uniforme solo hace que sus ojos resalten más, Harry tiene ojos verdes, tal vez le gusten.
"Vamos cariño, ya dime qué sí" le grita y el rubio voltea los ojos exasperado.
Ron también grita, algo sobre dejar de solo calentar a Harry y hacer algo al respecto. Hermione les dice que se cayen, que dejen de acosar a Draco, ella no lo entiende.
"Vamos, te voy a hacer feliz Draco, ¡te puedo dar todo lo que quieras!" El rubio voltea, una pequeña sonrisa burlona en sus labios.
"Ya tengo todo lo que quiero"
Cómo odia esa maldita sonrisa, siempre significa que Draco ha ganado, que hoy no será el día en que lo logre.
"Ese anillo será mío cariño" El anillo de los herederos Malfoy, será suyo en cuanto pueda casarse con ese rubio.
"En tus sueños, Potter" Se da la vuelta, moviendo su túnica con superioridad.