Encuentro en la Nieve

Harry Potter - J. K. Rowling
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Encuentro en la Nieve
Summary
Draco ha vivido como muggle durante cinco años y le quedan dos más según su condena después de la guerra.Si tuviera su varita, Draco no estaría atascado en la ruta rodeado de nieve, pero por suerte, ha aprendido varias costumbres muggles. Y por suerte, su eterno salvador apareció para salvar la vida de su bebé y la suya.El problema es que desde entonces, Potter aparece demasiado en su vida, aunque siempre para salvarlo. Draco sabe que no debería volverse dependiente del héroe del mundo que debió dejar atrás, pero se le derrite el corazón al ver a Potter con Scorpius en brazos.A los 16 años Harry Potter era demasiado joven para darse cuenta que su obsesión por Malfoy era más que fuerza ejercida por haberlo tomado como su némesis o el origen de las cosas oscuras que pasaban en Hogwarts.A los 23 años, Harry puede darse cuenta que lo sintió por Malfoy era atracción. Hoy, viendo a Malfoy con su hijo, haber ayudado a traer a su hijo al mundo, puede identificar que lo que siente por él es un deseo demasiado fuerte.Hoy, Harry sabe que quiere ser el esposo de Draco y el padre de Scorpius. El tema es ¿cómo atravesar las capas que Malfoy ha construido a su alrededor? ¿Tiene una oportunidad?
Note
Un fic que la verdad escribí en el celu. Tiene capítúlos muy cortos a diferencia de la saga que estoy haciendo. Es como me refresco (?). Cliché tal vez jajaja pero bueno.Este fic:No sigue el epilogo. No existe el Epilogo en este fic.La guerra sí pasó. Vincent si murió. Draco si hizo todo lo que hizo.Harry si salió con Cho y con Ginny.
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9 La realización de Draco

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La realización de Draco

Era lo más dulce que Draco había sentido jamás. Mucho más intenso de lo que podría haber imaginado o soñado. Harry lo besaba suavemente, casi con ternura, pero a su vez, estaba totalmente comprometido en el beso. Ni cuando las cosas subieron de temperatura Harry dejó de acariciarlo de alguna manera. Las sensaciones se intensificaron cuando dejaron la cocina atrás y su espalda tocó el sofá. 

Harry se recostó con él, besándolo, acariciando su cintura, su rostro. Si no besaba sus labios, besaba su mejilla, su cuello. Le ayudó a sacarse la remera con la mirada como si fuera la persona más hermosa que haya visto jamás. Potter entonces besó su pecho, se movió un poco más, y las cosas se pusieron más fogosas. Su lengua rozó con suavidad su pezón endurecido por la excitación.

Potter, dime que crees que esto está bien.

Más que bien. ¿Tú no lo crees?

Creo que está muy bien.

Los ojos de Potter se llenaron de pasión mientras le desabrochaba su pantalón y bajaba, llevando su boca para hacerle sentir algo que jamás pensó sentir. No es que no hubiera tenido sexo, pero nunca así. 

Lento, cuidado, con muchos besos y caricias.  

***

Harry, habiendo escuchado las declaraciones de Draco, podía imaginar que no conocía una buena manera de hacer esto, saber cómo se disfrutaba, las partes buenas del sexo. Lo único que quería en ese momento era hacerlo sentir bien y darle todo el cariño que merecía.

Su boca lo llamaba y Draco respondía con sus besos. La mitad inferior de su cuerpo se puso en tensión cuando comenzó a juguetear con su lengua. No habría podido creer que llegaría a sentir tal necesidad, pero se trataba de Draco, seguramente su primer gran flechazo.

Él habló de sexto año pero mierda. Debió tratarse de algo que surgió más atrás.

Le quitó el pantalón y después le bajó del todo su bóxer, hasta que lo tuvo ante sí a cuerpo descubierto. Una ligera sonrisa se dibujó en sus labios y al ver a Draco, pudo ver en sus ojos el mismo deseo que lo estaba consumiendo a él.

Ver las emociones reflejadas en sus ojos hizo que el corazón le empezara a latir como si quisiera escaparse del pecho. Nadie le había llegado al alma de esta manera.

Joder.

Draco había sido de seguro su primer y gran amor. No había otra explicación para todo lo que estaba sintiendo. 

He imaginado esto tantas veces confesó en un susurro.

¿En serio? —le preguntó Draco sin dar crédito a lo que oía.

Todas las noches, durante toda la noche. Y también durante el día... Tuve que poner hechizos silenciadores en mi habitación para pensar en ti a gusto. En esto —lo besó en los labios otra vez—. Y en esto —bajó otra vez a su pecho, repartiendo besos.

¿Cómo me imaginabas?

Su polla apuntó al cielo con su pregunta. Se sentó en el sillón de y lo empujó hasta que los posabrazos chocaron con su espalda. 

—Si te das vuelta, si quieres, puedo decírtelo  —Draco se dio vuelta. Su trasero quedó a su disposición—. Imaginaba que me embriagaba de ti agarró sus nalgas con ambas manos.

—¿Y después? —Draco lo provocó con la voz entrecortada.

Te imaginaba abriéndote a mí.

¿Y entonces?

Acercó su boca un poco más. 

—Te lo mostraré. 

*** 

Draco se deshizo en gemidos mientras notaba la lengua de Potter pasearse por lo más sagrado de su cuerpo.

Joder.

Nunca en su vida había confiado tanto en alguien para exhibirse de esta forma por su propia voluntad. Solo en él. ¿Y la verdad? Nunca se había entregado de esa manera, pero se trataba de Potter, el hombre que estaba haciendo que le faltara la respiración, que los pezones se le pusieran duros y que en su interior fluyera una increíble corriente de placer desconocido. Aquella sensación le resultaba tan ajena que al principio le dio miedo, pero recordó que era Potter. De pronto, notó cómo un dedo accedía dentro de él con extrema suavidad. 

—Si quieres que me detenga, solo debes decirmelo, Draco. Me detendré de inmediato.

—No. 

No quería que se detuviera. Esto era… tan distinto. No solo lo quería. Lo necesitaba. Harry no le haría daño. Sabía que podía decir basta y se detendría, pero el tema es que no quería que se detuviera.  El instinto se apoderó de él y le hizo presionar su cuerpo contra el dedo. Quería entregarse por completo, quería que Harry supiera que nadie podía hacerlo sentir de aquel modo, pero ni siquiera era capaz de hablar.

Pronto se rindió al placer y se dejó llevar por las maravillosas sacudidas del orgasmo sin recibir atención en su propia excitación. Una especie de calambres le recorrieron el cuerpo desde lo más profundo. Tal éxtasis acabó por debilitarse y, sin embargo, Potter no se retiró sino que prosiguió con sus movimientos hasta llevarlo a un segundo clímax. Está vez si estiró su mano para darle un poco de atención, también enterró el rostro en su cuello, repartiendo besos. Cuando llegó el momento, Draco gritó de placer y finalmente cayó exhausto. Tenía la sensación de estar ligero como una pluma. ¿En el mundo mágico, como se decía? ¡Ah, sí! Bajo un hechizo levitatorio.

Poco a poco volvió a la realidad y fue capaz de hilar un pensamiento: él también había estado enamorado de Potter en su adolescencia, por eso confiaba en él. Por eso no lo delató frente a su tía. Por eso, aquella noche en la sala de menesteres, cuando se lo incentivó a atacar, él intentó bajar la varita. 

Joder.

Por fin se encontró con fuerzas para abrir los ojos. Allí estaba Potter, con el pelo alborotado, los anteojos deslizados en el puente de su nariz, sus ojos verdes brillando y la entrepierna de los pantalones abultada por la excitación. Lo que más deseaba era tocarlo, su peso arriba suyo, sentirlo dentro de su cuerpo. Quería hacerle sentir lo que él mismo sentía en ese momento. Estiró la mano e intentó llevarlo a él. 

Fue maravilloso.

***

Dos semanas después, estaba en la sala de Potter, Scorpius salivaba entretenido en su carrito y Kreacher les servía un plato de comida y llenaba sus vasos de vino. Draco levantó su vaso y brindó.

Por tu nueva portada en el Profeta como el solicitador de servicios miró a su bebé y se aclaró la garganta—, a un pobre condenado sin varita.

Potter gruñó, pero levantó su vaso.

Y por ti, por la anulación de tu condena por buen comportamiento y daño sufridos por miembros de la cárcel que nadie controló —añadió con una cálida mirada. Por supuesto, Potter no iba a quedarse quieto al respecto. Draco descubrió que aquellas mañanas que no estaba se la pasaba en el Ministerio luchando por su causa

Oh, luego de su gran declaración Potter siguió desapareciendo. Supo porqué días después. Hermione había entrado una tarde con el cabello alborotado, diciendo a Harry que tenía suerte por estar de vacaciones porque los guardias de Azkaban habían revelado atrocidades que habían cometido por años contra los familiares que hacían visita a los prisioneros. Por supuesto, los ojos se habían ido a su persona, pero Draco guardó silencio. 

Solo cuando la chica se fue lo enfrentó. Harry, sin intenciones ocultar sus actos, le reveló que sí, había sido él. No quiso revelar las cosas que hizo realmente que hicieron a los guardias salir corriendo a contar sus pecados. Draco se aterrorizó por un segundo, su nombre estaría en una lista, sería público. Harry le aseguró que eso no pasaría. Estaba seguro que los guardias solo confesaron bajo un pacto de confidencialidad, aunque le costó, Harry quería que pagarán también bajo el ojo público, pero pensó en Scorpius. Draco lo amó más. Así, la identidad del padre de Scorpius quedó ajena al público, condenado, pero en privado. Scorpius no merecía  crecer con eso.

No habría podido hacerlo sin ti —confesó finalmente, regresando al brindis. 

Potter bebió su copa de vino y se quedó con los ojos clavados en él.

—Escucha, Draco... te mereces mucho más. Te mereces unas disculpas públicas. Te mereces… 

Potter... Harry —se corrigió—, ya tengo mi varita. Eso es suficiente. Mi padre está mejor en Azkaban. Mi madre nunca sufrió. Scorpius y yo estamos... que explotamos de felicidad.

—Draco... —susurró, rendido—. Eres mi novio, mi pareja. ¿Quieres ir lento?

No.

Bien, porque quiero ser el padre de Scorpius. Quiero mi apellido en su nombre. Y quiero ser tu esposo. 

 

 

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