![The Missing parts of History [Traducción]](https://fanfictionbook.net/img/nofanfic.jpg)
Chapter 56
1/10/1955
-¿Sabes dónde está mi túnica amarilla?- Miró a Abraxas, a punto de gritarle.
No lo hizo, porque su mal genio no era culpa del rubio y llevaba mucho tiempo aprendiendo a no gritar a la gente que no se lo merecía.
-¿Cuál? Creo que he visto diez en la última media hora-.
-Err... El que tiene detalles dorados-. Claro, amarillo y dorado, fácil. -Ya sabes, el que llevé para la Gala Benéfica en el Ministerio hace unos meses-.
Oh, ese. Sí, Abraxas no se había alegrado de ser invitado y había decidido cegar a todo el que pudiera a través de su ropa. Y divertirse como nunca.
-¿No fue ese a Grimmauld?-.
-¿Tú crees? Ya empaquetamos todo allí, puede que me lo haya perdido. Lo buscaré más tarde. Gracias-. Abraxas ladeó la cabeza, se encogió de hombros y volvió a salir de la habitación.
Resopló y volvió a doblar la ropa. ¿Desde cuándo tenía tanta? Estaba seguro de que casi siempre usaba los mismos pares. Esto era muy confuso.
¿Y quién dijo que mudarse era fácil? No había estado tan estresado en su vida, tratando de mantenerse al día con todas sus cosas y asegurándose de que todo estuviera empacado y marcado y que los dos idiotas adictos al trabajo con los que vivía no se perdieran más comidas de las necesarias.
Por suerte, la mayoría de sus cosas ya estaban de vuelta en la casa, y terminarían pronto, y él podría irse a dormir durante una semana.
Merlin, realmente se estaba mudando a una casa tres veces maldita. Incluso el apartamento parecía un sueño, algo salido de la imaginación del pequeño él.
-Oh, estás aquí. Necesito que firmes algunos documentos más-. Orion dijo, entrando en el dormitorio.
Orion no debía estar aquí, sino en la nueva casa, vigilándola. Orion había sido muy serio con todo el asunto.
Internamente, gritó. Sólo quería terminar de hacer las maletas, ¡¿era mucho pedir?! -¿Por qué?-.
-Son los últimos pergaminos de los goblins. Sabes que técnicamente estoy siendo empleado por ellos para ti y Abraxas, incluso si eso es sólo una tapadera-.
-¿Por qué no podías proteger la casa y terminar con esto?- Dijo, invocando una de sus plumas estilográficas y leyendo los pergaminos que le entregaron. -¿Por qué reciben tanto los goblins? Creía que no hacían nada-.
-Es un soborno-. Cierto, los sangre pura hacían eso por diversión. -Y las protecciones deben anotarse en algún registro, en caso de accidentes, para que alguien pueda rendir cuentas. De todos modos, sobre el papel aparece como los goblins haciendo las protecciones, pero no están involucrados en absoluto. De esta manera no hay ningún rastro de papel que indique que estoy involucrado, los goblins no tienen que responder ante nadie sobre a quién emplean para una cosa u otra y odian cuando alguien intenta obligarles-.
-¿Por qué era necesario el soborno?-.
-Porque querido, a los goblins les gusta el dinero, y este era un buen trato para ellos-. Dijo Orion, petulante. -Así, si alguien acude a ellos en busca de información, estarán de nuestro lado. No hay necesidad de cabrearlos-.
-Hmmm-. Era una explicación lo suficientemente buena, incluso si no estaba de acuerdo con los métodos. -Muy bien, esto está hecho. ¿Cuándo terminarás?-.
-Todo está listo, sólo tengo que terminar los encantamientos para vincular las piedras a la sala principal. Tardaré unas horas más. Entonces te harás cargo-.
-¿Por qué tengo que hacerlo?- Preguntó. -Sigo pensando que sería mejor si tú o Abraxas mantuvierais los pabellones-.
-No mantener, nadie puede mantener tanta presión sobre ellos. Sólo estarás vinculado a ellas. Será un poco extraño al principio, pero después de unos días podrás olvidarlo. Abraxas y yo también estaremos en él, pero menos presentes por así decirlo. Todos tendremos cierto control sobre ellas-.
-Sí, pero ¿por qué?-.
-Ya tengo casa, y el don de Abraxas le incomoda, sus malos días podrían empeorar si está conectado a otro sistema mágico más-.
-Claro, lo tuyo es solo una excusa, para que lo sepas-. Dijo Harry, ganándose una carcajada como de ladrido por parte del hombre.
-Lo es, pero en realidad, en el momento en que llegue a Lord Black tendré suficientes guardianes de diferentes casas sobre mí para que me duren toda la vida, y Abraxas está temiendo totalmente esa parte. Así que haz esto. Alguien tiene que estar conectado en todo momento por si salta una alarma-.
-Sí, sí, lo tengo. Vayan ahora. Con un poco de suerte, dormiremos allí esta noche-.
-Sí-. Los ojos de Orion se suavizaron una fracción, la mueca se convirtió en una pequeña sonrisa. -No puedo creer que ya estemos en este punto-.
-Estoy aliviado de que lo estemos, si tengo que ver otra imagen de colores y decoraciones, explotaré y te dejaré para que limpies mis entrañas-.
-Eso es... descriptivo-.
-Se convertirá en realidad si no me dejas hacer mi equipaje-. Dijo, señalándolo, no muy seguro de si estaba bromeando o no. Orión lo entendió, marchándose con una risa nerviosa.
-Entendido, nos vemos luego, no mates a nadie-.
En realidad no había ido a ver la casa él mismo, no el resultado final al menos, porque al parecer Abraxas quería "darle una sorpresa". Tenía miedo, de verdad, porque quién sabía lo que había hecho el hombre ahora.
Estaba bastante seguro de que no le gustaría. Por mucho que Abraxas le hubiera pedido ayuda, sabía que el rubio sólo quería que participara, aunque no supiera nada de casas, muebles y demás. Era agradable, pero sabía que Abraxas a veces se olvidaba de sí mismo y hacía cosas, lo cual no era intrínsecamente malo, pero ciertamente le gustaría que se lo dijeran.
Esperaba que Orión hubiera conseguido engañar al rubio. No tenía demasiadas esperanzas, porque la actividad favorita de Orión era complacerlos en lo que quisieran, pero necesitaba mantener la cordura de alguna manera.
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Volvió a sentarse en cuclillas, intentando recuperar el aliento. Querida Morgana, ni siquiera Grimmauld Place le había dado tantos problemas para protegerse.
Claro, para Grimmauld sólo era la casa. Era una casa en medio de Londres, con muggles a ambos lados, y no se había esforzado en proteger el exterior de la casa, por si acaso se daban cuenta.
Aun así, Abraxas había conseguido demasiado terreno que debía ocultar, ya que estaba bastante seguro de que Abraxas sólo lo quería para el invernadero y para que Hadrian tuviera espacio para volar. No es que estuviera en contra de ello, ver volar a Hadrian siempre era asombroso y lamentaba profundamente que Hadrian no deseara hacer una prueba para el equipo nacional, no es que no entendiera sus razones.
-Toma-.
Cogió la botella de agua que le tendía el duende. ¿Sangrelark? Algo así. Puede que los goblins no estuvieran haciendo nada, pero necesitaban tener a alguien en el lugar por si acaso. Una protección nunca debía hacerse solo, no uno tan grande, por si surgían complicaciones.
-Gracias-. Dijo abriéndolo y bebiéndose casi la mitad de golpe. Joder, iba a matar a Abraxas.
Espera, no, olvídate de eso, sabía que Hadrian lo intentaría primero, podía apartarse y descansar.
Se levantó, estiró todo el cuerpo y miró a su alrededor. Alderley Edge estaba a unos ciento setenta o ciento ochenta kilómetros (no lo sabía con certeza) del Callejón Celestial, lo cual no era nada para un mago que podía aparecer (por fin tenían espacio suficiente para enseñarle eso a Hadrian, al menos) o usar el floo, así que el cambio del centro de Londres a la campiña más cercana a Manchester no debería ser tan difícil. Mill Lane tampoco tenía tantas casas, todavía no, así que era perfecto. Sabía que podría cambiar en el futuro, pero para entonces ya estarían instalados aquí.
-¿Hemos terminado aquí, entonces?-.
-Firma esto-. Malditos goblins, siempre con sus pergaminos. La última vez que trató de iniciar algún tipo de pequeña charla con cualquiera de ellos. Sin embargo, hizo lo que le dijeron, porque era rutina, sólo un pergamino que decía que todo había salido según lo planeado. -Ya me voy. El pergamino será supervisado por el maestro Swordclaw y archivado dentro de tres días-.
Exhaló aliviado una vez que el goblin se hubo ido. Tenía las copias para actualizar la información en el ministerio y después de eso, el registro estaría finalizado. Abraxas viviría oficialmente aquí, no en la mansión, y nadie podría hacer nada al respecto.
Silbó una alegre melodía durante todo el camino hasta su casa (¡su casa! Se sentía tan bien decirlo), algo que rara vez hacía, pero éste era un buen día.
Ni siquiera era la hora de comer, así que Hadrian no se enfadaría con él por saltarse las comidas. Lo único que quedaba por hacer era vincular los pabellones a Hadrian, actualizar el reloj familiar y colocar la piedra de pabellón en su lugar bajo la casa, y oficialmente su casa sería el lugar más seguro de los alrededores.
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Estaba temblando de emoción. Seguro que Hadrian se enfadaría un poco con él por algunas cosas, pero eso no le molestaba demasiado. Hadrian se acostumbraría pronto, siempre lo hacía, y más cuando ya era demasiado tarde para cambiar nada.
Ya se lo imaginaba, el adolescente tratando de dar una pelea que no ganaría, pero al final sólo sacudiendo la cabeza y resoplando divertido.
Bueno, en su defensa, algunas cosas eran necesarias para las personas criadas como Orión y él. Como, realmente, no se trataba de las habitaciones extra o la necesidad de múltiples de algunos de ellos. Hadrian no sabía de archivos secretos con toda la información sobre otras familias, cosas que definitivamente no podían salir, no entendía por qué era importante un cuarto de guardia (se lo había dejado todo a Orión y no había hecho preguntas) o por qué los invitados necesitaban su propio espacio en una casa.
A los invitados nunca se les permitía entrar en las habitaciones familiares, como los dormitorios o los despachos, y tenían que estar un piso más abajo, con un conjunto diferente de salas. Era un procedimiento de seguridad que todos seguían.
El adolescente no comprendía que ser autosuficiente, tener sus propios invernaderos y negocios y bóvedas secretas bajo sus casas era lo que había mantenido a las antiguas Familias en el poder y prosperando incluso cuando el mundo se suicidaba y cazaba mágicos durante siglos. Incluso cuando los goblin cerraban el banco en rebelión o en casos de emergencia, los sangre pura podían seguir con su estilo de vida normal -(aunque un poco más controlado debido a las circunstancias)-.
Hadrian no veía por qué iban a necesitar dos bibliotecas, porque "eso es demasiado".
(No lo era, una biblioteca privada contenía demasiados secretos de Familia y grimorios e historia, fuera como fuera, y no debería acceder a ella nadie que no estuviera autorizado).
Así que sí, Hadrian no lo entendía, aún no aunque esperaba que algún día llegara a ver las cosas desde su perspectiva, y por eso era mejor que lo supiera ahora que no podía cambiarlo.
Sí, Hadrian era inteligente y adaptable, y a Abraxas no le importaba que lo regañaran un poco hasta que llegara a ese punto.
(Y sí, había algunas cosas que había añadido sólo porque quería, pero en realidad, ¿quién podía culparle? Hadrian necesitaba su propia sala de trabajo y un lugar para volar, y los añadidos en la cámara de duelos, y sí, la piscina era sólo un bonito detalle. Y desde luego no iba a dejar a Orión sin una Sala de Música, ¡sólo porque ya no tocara instrumentos tan a menudo no significaba que no debiera poder elegir!).
Salió de sí mismo cuando vio a Hadrian acercarse a él, con dos cajas de cartón marcadas con "ropa" flotando tras él.
-¿Eso es todo?-.
-Sí, por fin-.
-No te preocupes, sólo tenemos que deshacer las maletas-. Dijo, sonriendo. Hadrian gimió. -Siempre podemos esperar a que lleguen esos elfos domésticos y obligarlos a hacerlo-.
El adolescente le envió una mirada molesta. -No, son nuestras cosas, nuestro trabajo-.
-Bueno, entonces, ¿qué tal si llegamos, te damos el tour, dejamos estas...- Señaló las cajas. -...en nuestro dormitorio, y vamos a almorzar al Golden Phoenix, ¿eh? Podemos hacer el trabajo duro después de eso, Orion debe estar agotado ahora-.
-Ya has hecho la reserva, ¿no?-.
-No estás enfadado. Te gusta ese lugar-.
Y así era, Abraxas se había asegurado de llevar a Hadrian a casi todos los restaurantes que le gustaban, pero ese había terminado siendo su favorito. Abraxas sentía mucha más predilección por la comida de la Cocina Francesa de Artemis, en Diagon, pero era cierto que El Golden Phoenix era un lugar estupendo para ocasiones especiales.
(Hadrian también había arrastrado a Abraxas y Orion cada vez que veía un sitio nuevo que quería probar, aunque estuviera... muy por debajo de lo que estaban acostumbrados, pero algunos no habían estado tan mal, sólo habían sido una experiencia extraña).
Después de todo, por eso había llevado allí a Orión y Hadrian.
-Tienes suerte de que sea sábado y no tenga que trabajar esta noche, Malfoy-.
-Todo formaba parte de mi gran plan-. Hadrian resopló, divertido.
-Claro que lo era. ¿Nos vamos, entonces?-.
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Se tragó los nervios. Era el momento, ¿verdad? Se suponía que comprar una casa y mudarse era el final de una etapa de tu vida y el comienzo de otra. O eso decían la mayoría de los adultos. Como si fuera algo grande e importante.
A Hadrian le resultaba estresante a más no poder, por mucho que lo hubiera estado deseando durante los últimos meses.
Para ser sincero, no necesitaba una casa, a veces le parecía más problemas de los que podía soportar. Su pequeño apartamento era suficiente para él, más de lo que nunca había esperado tener...
(Aunque técnicamente no era suyo, era de Orión).
Y dejarlo era como perder.
Pero él podía lidiar con eso, porque era sólo un lugar donde vivía, y la parte más importante era la gente con la que vivía. Ese era el punto de mudarse, asegurarse de que Abraxas se quedara.
Mientras Abraxas y Orión estuvieran cerca, podría acostumbrarse al cambio.
Privet Drive no había sido una casa perfecta, pero comparada con el apartamento en sí, era una casa bastante agradable para vivir. Pero no lo había sido, porque sus parientes la habían hecho horrible para él. Así que en realidad, casa o apartamento, las cosas no cambiarían tanto ahora, ¿verdad?.
Sabía que estaba cayendo en una espiral, así que agradeció cuando Orión puso una de sus manos en la parte baja de su espalda y lo sacó del susto.
-Perdona, ¿decías?-.
-Abraxas entró corriendo para dejar las cajas dentro, ha decidido arrastrarte. ¿Te parece bien?- Repitió Orión, tranquilo.
-Sí, claro, si eso le hace feliz-. Se encogió de hombros.
-De acuerdo. Aparte de eso, me aseguré de dejar las cajas más o menos en su sitio para que no tuviéramos que andar buscando nada, pero dime si necesitas ayuda para encontrar algo más tarde. Tampoco tenemos que terminar hoy, con tener los dormitorios y quizás los despachos montados sería suficiente. Sé que han sido un par de semanas agitadas-.
-Desde luego pareces muerto de cansancio-. Dijo, arqueando una ceja.
-Abraxas es un idiota, las protecciones me sacó más de lo que esperaba-.
-¿Qué hizo?-.
-Bueno, ya no tienes que preocuparte por no poder volar libremente, eso es seguro-. Orión sonrió.
-Por tu propio bien, será mejor que me cuentes todo lo que hizo, por favor-.
-¿Nada demasiado malo? No para mis estándares, pero ya piensas que esos están sesgados, así que no sé qué esperas de mí-.
-Que tenga agallas-. Se quedó mudo.
-Literalmente aceptaste mudarte por él-.
-Que te jodan-. Supo que la había cagado cuando los labios de Orión se separaron en una sonrisa de Cheshire. -No, cállate, ni siquiera hables-.
-No iba a hacer nada-.
-¿Estan bien?- preguntó Abraxas, regresando y mirándolos, confundido.
-Perfectamente bien, no creo que Orión se dé cuenta de que en realidad es bastante predecible-.
-El bonito soy yo, Rian. Orión es guapo. Entiéndelo bien-.
-Ustedes dos son horribles-. Entonces, sonrió satisfecho. -Si tú eres bonito y Orión guapo, ¿qué soy yo?-.
-Impresionante-. Ambos dijeron al mismo tiempo. Sintió que la sangre se le subía a la cara.
-Vaya, sin dudarlo-. Dijo con indiferencia. -¿Podemos entrar ahora?-.
Sí, estaba desviando y cambiando de tema, demándalo. Dioses, estos dos podrían al menos haberse tomado el tiempo de pensar como personas normales. Era como si tuvieran todas las respuestas en la punta de la lengua, listas para cuando él preguntara.
La única respuesta que obtuvo fue que Abraxas le cogiera de la mano y tirara de él hacia la casa de dos plantas.
Sabía, racionalmente, que la casa no era sólo de dos plantas, pero había decidido no cuestionar las Extensiones Espaciales añadidas en ella. Sabía que había ventanas en el tercer piso, aunque no hubiera un tercer piso desde el exterior, así que se dejaría llevar.
Sabía que Grimmauld tenía un total de siete pisos, sótanos incluidos, aunque desde fuera sólo se vieran tres, así que, en realidad, esto era normal, ¿no? Era un dolor de cabeza, eso seguro. Tal vez Hermione hubiera sido capaz de entender toda la teoría mágica y aritmética implicada que lo hacía posible, pero él había tenido que rogarle a Abraxas que dejara de intentar explicárselo después de sólo diez minutos.
Desde luego, no iba a trabajar en Renovaciones Domésticas, así que no le preocupaba.
Espera, en realidad...
-¿De cuántos pisos estamos hablando aquí, exactamente?-.
-¿Con o sin sótanos?- Abraxas preguntó, sonriendo como un tonto.
-En realidad me da miedo la respuesta, pero cuéntalos todos-.
-Ocho-.
-¿De dónde demonios han salido los dos últimos?-.
-Vale, no me mates, pero siempre íbamos a tener un desván y, la verdad, tener un piso sólo para guardar cosas en él no es útil, así que pedí que lo acondicionaran como observatorio, ya que, ya sabes, gran parte de nuestro trabajo tiene que tener en cuenta la Astronomía-.
Parpadeó, de acuerdo, podía ocuparse de eso. -¿Y el otro?-.
-Bueno, necesitábamos espacio de almacenamiento, así que eso está debajo de la biblioteca privada, lo que significa que hay un tercer sótano oculto que en realidad funciona como sótano. Hay algunas otras habitaciones ahí abajo, te llevaremos más tarde-.
-¿Debería preocuparme que tuvieras que especificar qué biblioteca?-. Preguntó, temiendo ya la respuesta.
-Todo es culpa de Abraxas-.
-¡Eh!- chilló Abraxas, sacando una llave y abriendo la puerta. -No es que dijera que no habría una biblioteca en uno de los pisos superiores, sólo que necesitábamos una en el sótano-.
-Los sangre pura y sus malditas lagunas, lo juro-. Murmuró en voz baja.
-Sí, sí, Rian, somos lo peor. Toma, tu llave, sabía que olvidaba algo-.
-¿Por qué los magos tienen llaves?-.
-No todos las tienen, en realidad, pero sabía que tú lo preferías. Sólo se pueden usar llaves introducidas en los pabellones, lo que es útil en caso de que alguien intente hacer una copia-. dijo Orion. -Claro, eso si alguien también puede entrar sin permiso y desactivar las alarmas, pero un simple Alohomora no funcionaría. No soy descuidado. Si alguien consiguiera violar mis protecciones, dudo que se preocupara por hacer una llave, así que eso está fuera de mis posibilidades, aunque tampoco es que a alguien le resultara fácil intentar hacer algo así-.
Claro, porque alguien sería tan estúpido como para intentar entrar en la propiedad de Abraxas Malfoy a través de las guardas de Orion Black, resopló internamente. Ni siquiera se trataba de sus reputaciones o sus lugares en la sociedad. Ambos eran considerados genios en sus materias, y todo el mundo sabía que a menudo trabajaban juntos.
Sí, sería una sentencia de muerte.
-Muy bien, quítate los zapatos-. Puso los ojos en blanco, pero obedeció, cogiendo las zapatillas grises que Abraxas le tendía mientras el rubio colocaba sus zapatos en el armario, exactamente en el lugar donde habían estado las zapatillas.
Claro, sus zapatos no eran los más limpios ahora mismo, pero no estaban tan mal. A Abraxas normalmente no le importaba que llevaran zapatos dentro del apartamento, pero era cierto que siempre acababa quitándose los suyos y, o bien caminaba descalzo, sólo con los calcetines, o bien usaba zapatillas.
Soltó una risita cuando Abraxas obligó a Orión a hacer lo mismo.
-¿Por qué insistes tanto hoy?-.
-Casa nueva, obviamente, no hace daño mantener los suelos limpios. Es madera recién pulida, ten un poco de decencia. Te dejaré en paz después de que traigamos a esos elfos domésticos-. Abraxas arqueó una ceja mirando a Orión, que suspiró y obedeció.
(Como si no tuvieran una cita para eso mañana por la mañana. Todavía no sabía cómo sentirse al respecto).
Miró a su alrededor. Puede que hubiera elegido algunos colores para las paredes (sobre todo blanco y colores claros, no papeles pintados de flores, muchas gracias por eso tía Petunia. Y Abraxas habría convertido la casa en un arco iris literal y Orión se lo habría permitido siempre y cuando sus espacios personales estuvieran en paz, y Hadrian no lo tenía, Abraxas podía pintar los colores del arco iris en sus propias habitaciones) y ayudado a elegir los muebles, pero era completamente diferente verlo en persona.
Por desgracia, sólo sabía qué habitaciones había en cada planta, más o menos, así que era difícil imaginárselo.
Afortunadamente, había conseguido convencer a los mayores de que mantuvieran el espacio abierto de cocina y comedor incluso aquí. Por alguna razón, los sangre pura preferían que sus cocinas estuvieran en el sótano, pensó que era porque normalmente eran los elfos domésticos los que trabajaban allí, y él no lo iba a consentir.
Era su cocina, muchas gracias, y le gustaba tener mucho espacio para trabajar, y su isla de cocina donde Orión y Abraxas podían sentarse y hablar con él. No iba a ir al sótano. El único requisito que Orión le había pedido era tener una despensa en lugar de atiborrar los armarios, de lo cual no había tenido ninguna queja.
-Vamos, no te despistes todavía-. Abraxas tiró de su mano para que le siguiera.
Miró a Orión en busca de ayuda, pero el traidor se limitaba a sonreír y a hacerles señas con la mano. Él no estaría sonriendo cuando Hadrian dejara caer polvo picapica en toda su ropa, imbécil.
-De acuerdo, soy todo tuyo-.
-No hagas esas promesas, ¿quieres? Mi corazón no será capaz de soportarlo-.
-¡Abraxas!-.
La entrada había sido ampliada y aparte de las escaleras, que tenían una puerta debajo que llevaba a los pisos de abajo y no era un armario, tenía dos puertas (un pequeño aseo a la izquierda y el "salón" a la derecha (no era más que una sala de estar elegante, no sabía cuál era la diferencia) que tenía la conexión Floo principal de la casa y una puerta enfrente donde estaba la cocina y el comedor, aunque la parte que era el comedor no se veía desde la entrada, ya que tenía forma de L.
(Lo que más le gustaba era que la pared del otro lado estaba hecha de ventanas, del suelo al techo. Le gustaba la cantidad de luz que entraba del exterior).
-¿Has añadido un patio o soy yo?-.
-No, Orion lo hizo. Además, las tres ventanas de más a la izquierda son puertas correderas, así que no hay que rodear la casa para llegar a ellas. Pero añadí una piscina, porque odio el calor de agosto-.
Podía ver eso, sí. Y sabía que era otra laguna, porque un patio, con muebles de jardín incluidos en blanco y negro, y una piscina no eran habitaciones. Maldición, realmente necesitaba aprender a redactar las cosas con estos dos.
-De acuerdo-. Dijo simplemente, y Abraxas sonrió. -¿Arriba o abajo?-.
-Abajo, necesito que me digas si tus laboratorios y tu sala de trabajo son lo suficientemente buenos y que hagas una lista de cualquier otra cosa que puedas necesitar-.
-Todavía hay que terminar las salas-. le recordó Orión al rubio.
-Más tarde-.
Así que bajaron, aunque sabía que Abraxas muy probablemente se había excedido consiguiendo cosas y no faltaría de nada. Abraxas odiaba que le faltara casi de todo.
Tal y como el rubio había prometido una y otra vez, el sótano no parecía un sótano. Se notaba que estaba hecho de piedra más resistente que de madera, y sabía que, aunque no podía ver la diferencia, todas las puertas estaban hechas de materiales reforzados, además de tener su propio conjunto de protecciones.
Sin embargo, había tanta luz como en el exterior, probablemente debido a las ventanas encantadas, aunque podía ver luces encantadas que provenían del techo. Apenas podía creer que estuviera bajo tierra.
Mira, no sabía que los sótanos pudieran ser tan abiertos, había mucho espacio y tenía por alguna razón una pequeña zona de descanso con mullidos sillones, un loveseat y una mesa baja, o tener tantas habitaciones (sabía que una de las puertas era de nuevo unas escaleras que bajaban, así que era una menos), tenía que haber al menos dos laboratorios de alquimia y uno de pociones, dos salas de trabajo (aún no entendía para qué necesitaba una ni para qué servía, Orión dijo que lo entendería cuando obtuviera su primera maestría), la sala de rituales de Orión (muy importante, no quería que su casa explotara, gracias, Orión era un Maestro de Rituales pero igual, las precauciones no le hacían mal a nadie y una sala especializada era lo mínimo que podían tener aquí) y... -¿qué más había aquí?-.
Preguntó en voz alta.
-Hmm, la cámara de Duelos, que tiene un pequeño... ¿cómo lo llaman los muggles, gimnasio? Añadido en el interior, porque Orión cree en más ejercicio que el Duelo-. Abraxas respondió.
-Cierto. ¿Por qué en realidad querías bajar primero?-.
-Esto te va a encantar-. Abraxas dijo, empujándolo ligeramente hacia la puerta con las escaleras.
Ni siquiera intentó resistirse mientras bajaban.
Él había sabido que había la biblioteca, y sólo la biblioteca, aquí abajo, pero maldita sea.
-Esto es más que un piso-.
-Teníamos demasiados libros y la ampliamos para que cupieran, aunque nos aseguramos de que ninguno se repitiera-. Orión se encogió de hombros sin inmutarse y aún sonriendo ante su cara de asombro.
Caminó hasta situarse más o menos en el centro, pasando junto a filas y filas de estanterías llenas hasta los topes hechas de una madera de color rojo parduzco. Había espacios con mesas y luces encantadas cada pocas filas, y estaba bastante seguro de que el tamaño de toda la sala rivalizaba con el doble de la planta baja o más.
Cada fila tenía marcadores y una señal obvia de los diferentes temas que contenían las estanterías y... bueno, a Hermione le habría encantado, pero él ciertamente había aprendido a disfrutar de un buen libro y ver tantos juntos era vertiginoso.
-¿Y bien?-.
-¿Qué has hecho, asaltar Hogwarts?-. Preguntó.
-No, sólo las mansiones-.
-Castillo-. Corrigió Orión.
Se volvió a mirarlos, visiblemente sorprendido. -No habrán traído aquí los libros reales de la Familia, ¿verdad?-.
-No los personales, no, eso está prohibido, aunque si nos lo pides te los enseñaremos cuando seamos los Lores, tal vez. Pero todo lo demás está aquí-. Su cerebro hizo cortocircuito por un momento.
Básicamente tenía las bibliotecas privadas de los Black y los Malfoy debajo de su casa.
-La mayoría de los libros de la Mansión Malfoy están, por supuesto, en francés, y sé que los libros de la colección de Orión tienen todo tipo de idiomas. Hay subsecciones para que los idiomas estén divididos y todos juntos, así como ordenados por categorías, así que no los encontrarás al azar-.
-¿Me estás diciendo que además de esto tenemos una segunda biblioteca y tres despachos llenos de libros?-.
-Sí-.
-Estás loco. Y yo también, por lo visto. Dioses, ¿cuántos años tienen algunos de estos?-. Se preguntó en voz alta, repasando lentamente los títulos de los libros que tenía más cerca.
-Hmmm. El libro más antiguo de la biblioteca Black era en realidad un pergamino, así que... ¿viejo?-.
-Los libros de los Malfoy datan del 1200, porque no fui a asaltar las bibliotecas de otras propiedades en Francia, pero mi Familia los ha estado traduciendo durante siglos aunque guardemos los originales bajo llave, así que leerlos no es tanto problema-.
-¿Pero cómo estás seguro de que el original y la traducción dicen lo mismo?-. preguntó con curiosidad.
-Bueno, estoy seguro de que hay algunas cosas que se pierden en la traducción, pero he leído algunos de ellos y son bastante precisos en lo que a mí respecta. Un poco... Bueno, llenos de odio a los muggles y otros temas relacionados, pero teniendo en cuenta cuándo se escribieron, no es ninguna sorpresa-.
-Vaya... Si no me sacas de aquí, puede que me meta en un libro y no salga en una semana-.
-Vamos-. Dijo Orión, poniéndole una mano en medio de la espalda para guiarle. -Hay una de las librerías que tiene una puerta y unas escaleras detrás. Nadie puede saberlo-.
-¿Por qué?-.
-Porque es asunto de nuestra Familia-. Dijo Abraxas, caminando a su lado notablemente nervioso. -A Orión y a ti no se les permite saber nada de los asuntos personales de la Familia Malfoy, como información secreta, libros de la Familia, conexiones, ese tipo de cosas, ¿verdad? Así que nadie más que nosotros tres puede saber que hay un tercer sótano aquí, porque es nuestro-.
Ladeó la cabeza, mirando al rubio inquieto. Asuntos de familia.
Joder, entre la colección privada de libros y esto... Joder, ya no había vuelta atrás.
No le molestaba tanto como creía que debería.
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Estaba bastante seguro de que Hadrian estaba conmocionado e intentaba, desesperadamente, no demostrarlo.
Sin embargo, Hadrian probablemente le estaba dando más importancia de la que Abraxas y él tenían. Esta era su familia, no la de los Black, ni la de los Malfoys, la suya. ¿Era tan sorprendente que le dieran tanta importancia?.
Le había mostrado a Hadrian su El archivo (archivo de chantajes, llamado así en broma por Abraxas y que en realidad no eran chantajes, sólo... información útil y que de todos modos era una sección aparte) donde se guardaría cada documento. Cosas como sus contratos de trabajo, las fórmulas de Pociones de Hadrian y los Pensaderos y recuerdos, porque estos últimos se consideraban información personal.
(Sí, había señalado sutilmente una sección diferente en la parte del "chantaje" mientras Abraxas divagaba. Sí, Hadrian lo había captado y un destello maníaco había aparecido en sus hermosos ojos verdes. Sabía exactamente qué material de lectura le iba a interesar más a Hadrian, y no estaba en sus bibliotecas).
Se había asegurado de que Hadrian supiera que no debía ir a la bodega de Abraxas (de alguna manera había conseguido un trato con la parte de su familia que exportaba el vino élfico que le gustaba a Orión y bastantes otros que también producían y no se quejaba). El rubio ya apenas bebía más de un vaso de cualquier cosa con alcohol, la sensación de que le hacía enloquecer cuando no tenía pleno control de su cuerpo y su mente, pero no era de los que limitaban a los demás.
Sí, Abraxas le mimaba a su manera, era muy consciente de ello.
Había sido muy claro sobre no ir a la sala de guardia sin él una vez que el Wardstone estuviera dentro, y Hadrian podría haberse resistido a la Bóveda Secreta, pero honestamente, eran una familia, este era su dinero, y puede que tuvieran una buena relación con los goblins la mayor parte del tiempo, pero Orion no iba a correr riesgos. Le gustaba su estilo de vida y aunque supiera que podría vivir sin él, no significaba que quisiera hacerlo.
Salieron de los sótanos no más de quince minutos después, para que Hadrian no se agobiara. No es que hubiera pasado tanto tiempo allí abajo.
Dejó que Abraxas guiara a Hadrian el resto del camino hacia arriba, aunque se aseguró de que el rubio no se distrajera enseñándole todas las habitaciones. Las habitaciones de invitados eran básicamente todas iguales, sólo con un pequeño baño añadido en el interior y los muebles básicos como camas y armarios. Y encima sabía que Hadrian se enfadaría.
Junto a las salas de estar, en la 1ª planta sólo había un salón (no confundir con el salón de la planta baja, que era para recibir a los invitados o a la gente con la que no se tenía una relación tan estrecha), el salón de té, la sala de música (Abraxas era un encanto) y la biblioteca a la que se permitía el acceso a otras personas.
-¿Por qué hay un piso en medio?-. preguntó Hadrian.
-Por si alguien se mete donde no debe. Las habitaciones familiares son privadas. Es normal si alguien se confunde una vez, pero la segunda vez es intencionado-.
-De verdad esperas que la gente venga aquí-.
-Por supuesto-. Dijo, atrayendo su atención. -Tú tienes amigos, y la familia de Abraxas de los Alpes como tú, y nosotros tenemos amigos. También confiaría en Dorus para venir aquí, ya que estará bajo mis guardias. Puede que no sea directamente, pero esta es tu casa, puedes invitar a quien quieras-.
-Nos aseguramos de que estuvieras lo más protegido posible dentro de los pabellones, así que ya no es una preocupación tan grande-.
Hadrian se quedó boquiabierto. Entonces, una sonrisa diabólica apareció en sus labios. -¿Significa eso que puedo invitar al pequeño Matt y a Morgan?-.
-Me retracto de mis palabras. Hadrian, no se invita a vampiros sin un millón de restricciones y un trato claramente redactado-. Hadrian hizo un mohín. Joder, no era justo. Abraxas se rió de su desesperación. -Rian, por favor, al menos déjame conocerlos primero. No son prejuicios, te lo juro, los vampiros tienen poder sobre cualquiera que los invite a sus casas, y ningúna protección lo impediría-.
Hadrian frunció el ceño. -Lo pensaré-.
Hadrian subió las escaleras. -Mantenerlo a salvo es lo más difícil que he hecho-.
-¿Crees que lo hace a propósito?- preguntó Abraxas, sonriendo satisfecho.
-No al principio-.
-Vamos, quiero ver su cara una vez que entre en su despacho, esa es la siguiente parada-. Abraxas le cogió de la mano y siguió al adolescente.
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Enseñarle a Hadrian sus nuevos despachos fue tan satisfactorio como pensó que sería. Claro que tenían un montón de cajas que desembalar cada uno, pero eran grandes y cómodos y estaban hechos a la medida de cada uno para que pudieran trabajar sin distracciones.
Las tres habitaciones estaban una al lado de la otra, la de Hadrian en el centro, y tenían una placa dorada con sus nombres, por si acaso.
La de Orión tenía paredes grises, la mayoría de los muebles eran de madera dura negra, y el escritorio estaba colocado frente a la ventana que daba a la puerta. Abraxas era casi lo contrario, con muebles de color blanco, excepto el escritorio, que era de un marrón muy claro y estaba colocado contra la pared derecha para que no se diera la vuelta y se distrajera con el mundo al otro lado de la ventana, alfombra suave en lugar de madera y paredes pintadas de amarillo.
(El amarillo era un color alegre, y él siempre se concentraba mejor cuando estaba rodeado de cosas alegres).
Hadrian estaba más o menos en el medio, prefería mantenerlo sencillo y lo más parecido posible a lo que había tenido en el apartamento, con los muebles en marrón y marrón rojizo, las paredes en crema y el escritorio en una de las esquinas, la silla entre la pared y el escritorio, en ángulo de forma que recibiera toda la luz natural posible sin que le molestara.
El único añadido que había aceptado era un bonito sillón verde con una mesa baja. Hadrian se ponía nervioso a menudo y necesitaba moverse, y a menudo necesitaba cambiar de sitio para mantenerse concentrado. Abraxas no entendía cómo eso le llevaba a sentarse en el suelo con bastante frecuencia, pero era mejor para él tener un sitio donde sentarse en su propio despacho que no fuera el escritorio.
También le señalaron su sala de arte y la sala de juegos, para que supiera dónde estaban. Hadrian podía estar donde quisiera, excepto en la habitación privada de Abraxas, en la que Orion también prometió no entrar, así que se aseguró de recordárselo al adolescente.
El hecho de que una habitación u otra fuera "de Abraxas" o "de Orión" no significaba nada, sólo que estaban construidas según sus necesidades o gustos particulares.
-¿Cuáles son, entonces?- preguntó Hadrian.
-Esas son sólo extra, no hace falta añadir habitaciones si nos damos cuenta de que necesitamos algo, ¿verdad? Las habitaciones vacías son la solución perfecta-. Respondió Orión.
-¿Así que acabas de añadir tres habitaciones para nada?-.
-Oye, puedes decidir que necesitas, no sé, una habitación para uno de tus hobbies, y no necesitarás redecorar una habitación completa para ello porque ya tienes una vacía disponible-.
-Punto. Lo dudo, pero supongo que tiene sentido-.
-Claro que lo tiene-.
-Sigo un poco enfadado porque has añadido dos pisos completos sin decírmelo-. Hadrian levantó una ceja y él le sonrió, porque en realidad, Hadrian no parecía enfadado en absoluto.
-Por supuesto, querido, me aseguraré de compensarte-. Le dijo. -Ahora, ¿quieres ver nuestro dormitorio o empezar a deshacer las maletas?-.
(Se sintió bien decir. "Nuestro dormitorio"). Todavía no podía creer que se habían mudado sólo para que Abraxas pudiera decir esas palabras.
Últimamente se estaban haciendo muchas cosas por él -(los Trasladores, la poción, la mudanza, Orión dejando que Abraxas tuviera rienda suelta en la casa adosada, Orión y Hadrian poniendo toda su vida en pausa sólo para apoyarlo y estar ahí en sus días malos y pasar tiempo con él después de la Terapia y... era mucho)- y nunca dejaría de estar agradecido.
Algún día encontraría la forma de devolvérselo, tenía que hacerlo, porque no era precisamente justo, aunque comprendía que lo hacían por voluntad propia, porque se preocupaban por él.
Los quería tanto, era como una llama que ardía por sus venas en todo momento, y ni siquiera quería detenerla. Moriría antes de dejarles pensar que no se preocupaba por ellos igual de a cambio.
-Dormitorio. ¿Terminaste poniendo esa puerta para conectarlos?-.
-Sí, no se puede cerrar por ningún lado, ahora mismo no me gustan las puertas cerradas por la noche-.
-De acuerdo- Así que se fueron.
La habitación se había ampliado bastante, con dos puertas a la derecha y una a la izquierda, cerca de la puerta con una de las mesillas de noche al lado, la cama (con cabecero, claro, porque no eran bestias) contra la pared crema claro con otra mesilla al otro lado.
Había una puerta corredera de cristal que daba a un balcón privado y espacio más que suficiente para que los tres vivieran aquí sin necesidad de maniobrar demasiado ni chocar entre sí si iban con prisas por las mañanas. Había estanterías en las paredes, pero Abraxas ya había dejado claro que eran para chucherías y libros de ocio, no de trabajo o estudios.
Dado que había una pequeña sala de estar familiar justo fuera, no había necesidad de añadir semejante elemento en el dormitorio, era sólo para dormir.
Debería haberlo esperado, en realidad, cuando la primera acción de Hadrian al llegar a su habitación fue tirarse en la cama, todavía sin sábanas (Orion había comprado un montón de ellas, todavía empaquetadas, todas de la marca especial que Abraxas se había comprado primero, habían sido muy cuidadosos repasando lo que era aceptable y lo que no (otra cosa que estos dos hacían sin siquiera tener que pedírselo, porque eran así de maravillosos y considerados) hasta que Orión tuvo una lista lo suficientemente buena que luego había procedido a triplicar), Orión riéndose de él y sonriendo como un completo tonto ante la escena.
-No tan suave como esperaba de ti-.
-¿Quién te crees que somos?-.
-Alguien que creció con colchones como nubes-.
-Yo sí, Orión prefería más los colchones medianamente firmes e hizo que sus padres cambiaran el suyo a los 8 años. Y sé que tú prefieres dormir sobre madera o algo así-.
-Básicamente dormí en el suelo durante diez años, ¿qué esperabas?-.
-Que la decencia humana aún existiera en el futuro-. gruñó Orión. A Abraxas le gustaría mucho hacerle entender a Hadrian que los comentarios que había hecho eran una cagada, por muy ciertos que fueran, y que debía tratarlos como el asunto serio que eran. -No importa, ¿te parece bien?-.
-Si me atrevo a decir que no irás a comprar otro, así que sí. De todas formas acabaré durmiendo encima de cualquiera de ustedes la mayor parte del tiempo-.
-La cama grande es para que eso ya no ocurra-. Señaló, aunque en realidad no le importaba.
-Esta es tan grande como la de la Reserva, y no funcionó-.
Era cierto, y como Orión medía casi 1,90 (Abraxas no sabía cuándo había tenido tiempo de crecer un centímetro más, pero joder, ¿ya podía parar? ¿Acaso los hombres no dejaban de crecer a los veintiún años?) y necesitaba espacio, a Abraxas le gustaba poder estirarse sin caerse del borde, gracias. Había una cama más pequeña, una Queen en lugar de una Cal King (no entendía la necesidad de nombres) en su habitación, apta sólo para él y era suficiente.
-Sé que me voy a arrepentir de preguntar, pero ¿cómo es posible que haya un balcón aquí en el umm- tercer piso?-.
-¿Explicación larga o corta?- preguntó Orión a un ya inexpresivo Hadrian, Abraxas se limitó a sentarse en la cama junto al adolescente, que se incorporó y se apoyó en él. -Correcto, el primer y segundo piso son las expansiones, y técnicamente estamos en el primer piso. Así que si sales fuera, estarás en la primera planta fuera y en la tercera dentro-.
-Cierto, me arrepiento de haber preguntado-.
Se rió mientras Hadrian se frotaba la frente. -No te preocupes demasiado por eso, simplemente no lo cuestiones. Entonces, la puerta de la derecha es mi dormitorio, la más cercana al exterior. La otra de ese lado es el armario, y la que está al lado de la cama es el baño. Umm... Está hecho para tres, así que si duermo en la otra habitación vendré aquí por la mañana de todos modos-.
-Claro que lo harás, no hay razón para no hacerlo-. dijo Hadrian, con una sonrisa tranquilizadora en la cara. Era bueno que pensara así, porque Abraxas no se había molestado en añadir ni un cuarto de baño ni un armario a la habitación lateral, por lo que a él respecta sólo estaba allí para dormir cuando fuera necesario, y su verdadera habitación era la compartida. -Por cierto, ¿tu dormitorio es morado?-.
-¿De dónde viene eso?- preguntó Orión, sentándose por fin con ellos en vez de quedarse de pie.
-¡Es su color favorito! Me sorprende que ni siquiera su sala de arte sea morada-.
-No, es más un tono rosa-violeta que morado. Aunque la pared morada del armario es donde van mis cosas-.
-En realidad lo han codificado por colores-.
-Lo hicimos-. Orión confirmó. -El mío es azul, Abraxas intentó acercarse lo más posible al verde de tus ojos para el tuyo-.
-Los dos están obsesionados con mis ojos-. Dijo Hadrian, poniendo los ojos en blanco.
-¿Puedes culparnos? Nunca había visto un tono así en los ojos de alguien-. Dijo, levantando muy a propósito la cabeza de Hadrian con un par de dedos bajo su barbilla, sólo para ver mejor. -No creo que haya conseguido el tono perfecto, pero se acerca bastante-.
-¡Muy bien!- dijo Hadrian, levantándose de repente, con las mejillas coloradas. Qué mono. -Manos a la obra-.
-Todavía no has visto el último piso-.
-Podemos ir más tarde, ahora estoy cansado-. Dijo Hadrian, cogiéndoles de las manos y obligándoles a ponerse en pie. En realidad era más fuerte de lo que cabría esperar de su delgado cuerpo. -Tenemos que preparar este dormitorio, así como el tuyo, y terminar con las malditas salas. Seré feliz si terminamos al menos con el armario antes de irnos a comer-.
Orión y él compartieron una mirada. Qué suerte tenían de que existiera la magia.
Orión se inclinó para besar la frente de Hadrian.
-Yo me ocuparé de las cosas del baño mientras Abraxas y tú pueden empezar con la ropa. No debería llevarme mucho tiempo terminar-.
-Bien entonces-.
-Oh, espera-. Dijo Orión, parando en seco a Hadrian. -¿Derecha, izquierda o centro?-.
-¿Qué?-.
-Tres fregaderos, Hadrian. Significa que cada una de nuestras cosas tiene un lugar diferente-.
-Ustedes dos eligan, yo cojo el tercero-.
-¡Escojo el de la derecha!6 Dijo, yendo con el adolescente, dejando a Orión sacudir la cabeza divertido.