![The Missing parts of History [Traducción]](https://fanfictionbook.net/img/nofanfic.jpg)
Chapter 50
31/7/1955 - 1/8/1955
-¿Mudanza?-.
-Sí-.
-¿Por qué?- Preguntó, confuso. Hasta ahora, Hadrian siempre rechazaba la idea, incluso la odiaba. El adolescente se removió sobre sus pies, mordiéndose el labio y mirando a Orión, que se limitó a arquear una de sus cejas. -¿Qué está pasando?-.
-Bueno, mira, ¿sabes que llevas semanas durmiendo en Grimmauld?-. Él asintió. -No me gusta, así que pensé que sería mejor que nos mudáramos a un lugar más grande para que no tengas que irte sólo para tener algo de espacio para ti. Quiero decir, está bien si no quieres, pero no creo que sea justo que tengas que dejar tu casa sólo para estar cómoda por la noche-. Volvió a asentir, pero Adriano ya estaba a tope despotricando y no se dio cuenta. -Además, podrías tener tu propio dormitorio, quiero decir... como para cuando lo necesites, no para siempre... bueno, si lo quieres para siempre también está bien, sólo... sí-.
-¿Quieres que siga compartiendo dormitorio, pero que tenga otro aparte para las noches que no me sienta cómodo compartiendo cama, así que deberíamos mudarnos para hacerlo posible?-. Dijo, pensando despacio sus palabras, no quería equivocarse. Hadrian asintió ansioso. -De acuerdo, me gustaría-.
-¿Abraxas? Brax, ¿estás bien?-.
-¿Eh?- Miró a Orión, que acababa de hablar por primera vez. Ah, estaba llorando, apenas podía ver al hombre como más de un borrón negro delante de él.
Llevaba meses pidiéndole a Hadrian que se moviera -en realidad no estaba enfadado por la negativa ni nada, sólo quería ver cuánto tardaba en cansarlo, aunque si Hadrian se hubiera enfadado de verdad con él por eso habría dejado de hacerlo-.
Él... estuvo... sólo "no" y "no es necesario" y "tenemos suficiente" durante meses sólo para cambiar de opinión porque él... ¿quería a Abraxas cerca? ¿No irse? No es que le importara, estaba de acuerdo con irse, era sólo por la noche y, como Hadrian dijo, no era para siempre, simplemente no se sentía cómodo estando cerca de la gente mientras dormía por el momento y...
-Yo... gracias...- Maldita sea, ¿por qué estaba llorando? Ni siquiera estaba triste.
-Shhh, Brax, está bien, déjalo salir-. Orión canturreó suavemente en su oído mientras Hadrian se cernía sobre ellos, moviendo los brazos cómicamente, sin saber qué hacer.
(Hadrian lo quería aquí con él, él y Orion, había estado tan afectado por eso que había accedido a algo que no necesitaba era... Simplemente no había querido ser una molestia, era tan necesitado a veces, no quería imponerse cuando sólo había una cama y Hadrian ya tenía tantos problemas para dormir ya).
-Lo siento, no sé qué me pasa-. Dijo, secándose las lágrimas.
-También puedes llorar cuando estás contento. De hecho, lo prefiero-. Orion dijo, voz suave y baja y cariñosa.
Puede que su sonrisa fuera pequeña y algo temblorosa, pero hizo que Hadrian se calmara y le devolviera la sonrisa y que Orión soltara una carcajada, así que lo contó como una victoria. Morgana, realmente no podría haber elegido una familia mejor para él.
Tarareó mientras se adentraba en el bosque. Claro, estaba medio inestable, pero no iba a olvidar el cumpleaños de Hadrian, no estaba totalmente fuera de sí.
Vale, tal vez alejar una parte entera de un bosque mágico para que pudieran pasar un buen día fuera no estaba al mismo nivel que el año pasado, pero Hadrian necesitaba literalmente gastar energía ahora mismo, no visitar viejos lugares a paso de tortuga. La magia del adolescente se arremolinaba por todas partes a su alrededor y le daba el triple de energía de la que solía tener, así que o la gastaba o algo iba a explotar, probablemente él. Abraxas no quería que eso ocurriera, así que aquí estaban, medio perdidos en un bosque con sus escobas durante un día.
Hadrian parecía entusiasmado, ya que no tenía muchas oportunidades de volar, así que eso era una ventaja.
Orión y Hadrian estaban bromeando muy atrás, lo que lo dejó perdido en sus pensamientos. Y tal vez sus pensamientos sólo iban en una dirección últimamente, pero eso estaba bien porque eran pensamientos felices.
Había pasado los últimos dos días repasando sus listas tanto con Orión como con Hadrian, cruzando y reescribiendo y detallando cosas y... bueno, tal vez Hadrian se había desesperado un poco pero, en su opinión, si iban a mudarse a una casa eso significaba que tenía que tener todo lo que necesitarían para no tener que pasar por todo el calvario otra vez. Hadrian había hecho un mohín y había enterrado la cabeza en la mano, pero había estado de acuerdo en que no sería práctico mudarse cada vez que se dieran cuenta de que necesitaban algo más.
Abraxas se daba cuenta de que Hadrian no estaba muy contento con tantas "habitaciones innecesarias", pero en realidad, ni Orión ni él pensaban mantener la existencia de Hadrian en secreto para siempre. En realidad quería presumir de él ante todos sus conocidos, sólo reconocía que ahora mismo no era posible. La cuestión era que aquellas habitaciones serían útiles en algún momento y no había razón para no conseguirlas. Incluso había reducido el número de habitaciones de invitados a sólo diez, ¡así que Hadrian no podía decir que no estaba dispuesto a transigir!.
(No había entendido la cara agria de Hadrian cuando se lo había comentado, pero tampoco había entendido por qué le había hecho reír a Orión, así que lo estaba ignorando).
Si no encontraba ninguna casa buena que se pudiera ampliar mágicamente, simplemente iría a comprar el terreno y contrataría a una agencia de construcción o algo así, en realidad podría salir más barato. También necesitaban encontrarla en un lugar sin mucha población, o con mucho espacio libre que pudiera ser protegido y escondido. Hmmm, otra cosa a considerar.
Iba a necesitar la ayuda de Orión para convencer a Hadrian de que también necesitaban al menos un par de elfos domésticos. Hadrian odiaba absolutamente la idea -(ya había surgido antes y habían acordado no estar de acuerdo)-, pero no iba a dejar que Hadrian se hiciera cargo de toda una casa. Había tenido las manos atadas cuando se trataba del apartamento, porque era pequeño y fácil de ordenar, pero esto sería completamente diferente y demasiado para una sola persona, ya que él y Orión se negaban a hacer tareas reales.
El hecho de que realmente no supieran cómo hacerlas correctamente, aparte de algunas pequeñas cosas que podían hacer con un simple hechizo o dos, era un asunto diferente. Ayudaban bien en el apartamento, pero Hadrian pensaba que no debían quedarse solos mientras lo hacían.
Pero no quería que Hadrian se pasara la vida haciendo tareas cuando podría estar disfrutando de la vida y siendo la persona brillante y asombrosa que era, y contratar a un humano simplemente... bueno, no se sentía cómodo con eso, muy poca gente estaba en ese sector de todos modos, ya que los elfos domésticos existían por una razón...
-¡Estamos aquí!- Gritó al llegar a un bonito claro en medio de bastantes árboles altos, todavía llenos de flores de primavera.
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Pasó zumbando, esquivando por los pelos las ramas de los árboles que se interponían en su camino y dando vueltas alrededor de la línea de demarcación de Orión tan rápido como podía.
Era estimulante estar en el aire, sólo su escoba para sostenerlo mientras la empujaba a mayores velocidades cada vez. Orión se había rendido a la quinta vuelta, y Abraxas a la duodécima, y habían comenzado algunas formaciones de persecución que podían hacerse con sólo dos personas mientras él seguía adelante.
Tardó horas en estar demasiado cansado y hambriento para continuar después de unas cuantas docenas de vueltas entre juegos de persecución, juegos de etiqueta, búsqueda de su snitch en competiciones a tres bandas y algunas prácticas de tiro con encantamientos que cambiaban de color, pero acabó aterrizando y devorando tres bocadillos antes de que cualquiera de los otros dos hubiera desenvuelto siquiera el primero.
-¿Qué?- preguntó, mirando al par de lunáticos risueños que tenía delante. Milagrosamente, se había acordado de tragar antes de hablar.
-No... Nada, Rian, lo juro. ¿Tienes hambre?- Dijo Orión, luchando por contener la risa.
-Mucho, dame eso-. Le tendió la mano, y Orión le puso un sándwich de jamón y queso que procedió a comer a un ritmo más tranquilo. -¿Por qué estoy así, otra vez?-.
-¿No leíste los libros que te dimos?-. dijo Abraxas, limpiándose la boca con una servilleta.
-¿O escuchaste cuando te lo dijimos?- preguntó Orión, arqueando una ceja.
-No, y a medias-. Recibió dos miradas. Grosero, había sido demasiado "hiperactivo" para hacer otra cosa.
-Cuando llegas a los diecisiete años tu cuerpo está en su plenitud, en la mejor condición posible que puede estar y tu magia se despliega ahora que puede soportarla completamente. Se llama maduración y dura desde una semana antes de tu cumpleaños hasta más o menos el día y la hora en que naciste...- Orión empezó a recitar, como si lo hubiera memorizado de un libro.
-...Toma tanto tiempo para que tu cuerpo no explote de adentro hacia afuera, pero aun así debes gastar toda la energía que puedas durante el proceso. Nada de magia hasta el día después o se volverá loco y peligroso, como cuando ignoraste nuestras advertencias y casi incendiaste el apartamento ayer al intentar encender la estufa-. Abraxas contó con los dedos, como si intentara recordar. Hizo una mueca de dolor ante el pequeño pinchazo, así que no había sido su mejor idea, sólo se había frustrado cuando no se encendió bien, ¿de acuerdo? -También aumenta la concentración, el control, la velocidad de invocación, tu cantidad de magia en al menos un tercio y tanto como la mitad e incluso aumenta la cantidad de magia que tu sangre y tejido muscular retienen, lo que hace que tu cuerpo sea más duradero, lo que significa que disminuye el envejecimiento y te hace más resistente en general a lesiones y enfermedades. No mucho de esto último, pero algo-.
-Muy bien, ¿por qué es para tanto?-. Orión lo miró como si fuera denso y él se encogió de hombros, sin inmutarse.
-Es como si hubieras tenido ruedas de entrenamiento en tu magia hasta ahora, y ahora se ha vuelto libre. Hay una gran diferencia entre estar a una semana de los diecisiete y tener diecisiete. ¿Por qué pensaste que esa era la edad de madurez en el mundo mágico? Nosotros vivimos lo suficiente para que sea por lo menos a los treinta, pero es un año antes que la de los muggles a pesar de eso-.
-Pensaba que era por las N.E.W.T.s y todo eso-.
-Es al revés, soleil. La gente quería asegurarse de que todos estuviéramos bien entrenados para cuando llegáramos a los dieciocho-. dijo Abraxas, tomando otro bocado y un sorbo de su botella de agua. -También se convirtió en tradición lanzar un gran hechizo delante de tu familia al día siguiente, para gastar de golpe los últimos posos de energía extra-.
-Sí, se convirtió en algo-. Dijo Orión, divertido.
-''Se convirtió en una cosa'' es como se hacen las tradiciones, Ry. No seas así-. Abraxas señaló al hombre, entrecerrando los ojos ligeramente. Luego, se volvió para mirarlo de nuevo. -¿Vas a hacerlo? Naciste casi al final del día, ¿verdad?-.
-Un par de minutos antes de medianoche, más o menos-. Sirius se lo había contado, cómo su madre se había puesto de parto aquella mañana pero él se había negado a nacer durante horas y horas y cómo, de no haber sido por las pociones para el dolor, su madre se habría cortado para sacarlo. Había sido extraño oírlo, pero había apreciado el esfuerzo que le había costado a su padrino hacer que la palabra saliera de su boca, el hombre obviamente había sentido dolor al hablar de ello. Sonrió con satisfacción, alejando el recuerdo. -Puede que lo haga. Prometí enseñar mi patronus-.
-Tú... ¿Realmente vas a hacerlo?-.
-Tal vez, ¿a menos que no quieras que lo haga?- Dijo, mordiéndose el labio.
-Es... Hadrian, un patronus es como, el encantamiento más personal que podrías usar frente a otras personas a menos que sea contra un Dementor-.
-¿Lo sé?-.
-¿Lo sabes?- Preguntó Orión retóricamente. -¿Sabías que es llamado el Encantamiento del Alma por algunos filósofos?-.
-Umm... no-. Dijo, confundido. -¿Por qué?-.
-Porque algunos creen que es lo más parecido a un alma real que podemos producir fuera de nuestros cuerpos, ¿por qué disuadiría a los Demetors de lo contrario? Algunos dicen que es por los sentimientos positivos, pero otros creen que es más por la cantidad de esos sentimientos que debes poner en ella. ¿Abraxas?-.
-Está bien, está bien, dame un momento-. Abraxas inspiró profundamente, ensimismado en sus pensamientos. Alrededor de un minuto después, sus ojos volvieron a enfocarlos. -El encantamiento patronus se considera un protector, tanto en su forma corpórea como en la de escudo, pero la forma que adopta en la primera es imposible de controlar o definir. También se cree que es semi-sentimental, por la forma en que se comporta una vez que está completamente lanzado. La mayoría de los que lanzan patronus lo describen como si el propio amuleto supiera instintivamente qué hacer y cómo comportarse sin importar cuándo lo lancen o en qué circunstancias, a pesar de tener sólo sentimientos positivos y la orden de 'proteger' que se le da al principio-.
Abraxas hizo una pausa, tomando aire y bebiendo un poco más. En realidad, el rubio estaba hablando mucho hoy, lo cual era bueno, pero quizá llevaba demasiado tiempo sin hacerlo, ya que necesitaba hacer pausas y beber más a menudo.
-La Teoría Mágica sugiere que ambos hechos son tomados del subconsciente del lanzador y el patronus está, por lo tanto, conectado al lanzador en todo momento, a pesar de que la conjuración del mismo haya terminado o incluso no se mantenga activamente. Algo así no debería ser posible, nada de eso, y por eso el Encantamiento empezó a ser reconocido como un reflejo del yo, de forma muy parecida a la transformación Animagus. Dado que ambos están ligados a quién es el lanzador en su esencia, se cree que puede considerarse, entonces, una representación del alma. El hecho de que un patronus corpóreo pueda cambiar de forma en caso de un cambio drástico en la personalidad del hechicero, influenciado por sus sentimientos, sólo da más credibilidad a esta teoría, ya que se cree que el alma no es un factor estático, sino que crece y cambia con las experiencias que una persona atraviesa en su vida. Eso es todo lo que sé-.
-Claro, dilo como si no fuera increíble que sepas tanto-. Dijo sonriendo y arqueando una ceja ante el ligero rubor de Abraxas.
-Lo que significa es que podrías estar mostrando mucho tu alma si decides hacer esto porque sí, No es una decisión que se deba tomar a la ligera-.
-Bueno, he tenido un año para pensarlo, no creo que eso sea un problema-.
Abraxas y Orión se miraron en su propia versión de comunicación silenciosa antes de mirarle con idénticas miradas de asombro.
-Bueno...- Orion tosió un poco, las mejillas rosadas por el sol. -Bueno, si pudiera hacer uno, tampoco me importaría hacerlo-.
-Sería interesante de ver, eso es seguro-. Abraxas estuvo de acuerdo.
Tal vez él podría enseñarles, tenía curiosidad por saber qué formas adoptarían sus Patronus, sólo que estaba un poco inseguro al respecto, ya que ambos habían admitido que nunca habían sido capaces ni siquiera de mostrar mucha niebla.
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Hadrian tenía oficialmente 17 años, pensó mientras lo miraba, cocinando el desayuno con Abraxas, el rubio siguiendo órdenes en silencio y sonriendo cada vez que Hadrian le lanzaba un pequeño cumplido o le daba las gracias.
Parpadeó varias veces, ahuyentando la somnolencia y bebiendo de su taza de té. Ya hacía dos años que conocían al adolescente. Morgana, apenas podía creerlo. ¿Cómo había pasado el tiempo tan rápido? El adolescente que apenas le llegaba al pecho ahora podía apoyar cómodamente la cabeza en su hombro incluso estando de pie, ya no era piel y huesos, ya no tenía tanto miedo ni incertidumbre aunque tuviera sus días.
Apenas había notado el cambio, pero esta mañana Hadrian había tirado de él para besarle la mejilla y no había podido ignorar el hecho de que apenas había tenido que agacharse. Claro, el adolescente probablemente nunca llegaría al metro ochenta, pero seguro que ahora aparentaba su edad.
No estaba escuchando su conversación, así que se sobresaltó cuando una mano le pasó por encima de los ojos.
-¿Sí?-
-¿Qué estás mirando con tanta atención?- preguntó a Abraxas.
-A ti, por supuesto-. Disfrutó de los sonrojos, y de los tartamudeos de Hadrian, que le dedicó una sonrisa de suficiencia.
-Bueno... Ummm.. Patronus... Sí, eso, ¿quieres verlo?- Se bebió el resto de su té de un último trago.
-No tan rápido, aceptaste un escaneo primero. Todo el mundo pasa por eso, así que al sofá vas. Será rápido-. reprendió Abraxas con severidad. Puede que la curación no fuera el centro de atención de Abraxas, pero había aprobado tanto el O.W.L como el N.E.W.T con sobresalientes y se lo tomaba muy en serio.
-Bi...en-. dijo Hadrian, haciendo un mohín pero obedeciendo.
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Abraxas hizo una mueca al terminar de leer los pergaminos. -La salud física está bien, sólo desearía que pudiéramos tener más información sobre el fragmento de alma, voy a tener que tocar tu cicatriz para hacer un escáner en profundidad. Tu madurez puede haberla afectado y necesito saberlo-. Asintió sin rechistar.
Pasaron cinco minutos mientras Orión se cernía sobre ellos hasta que los ojos de Abraxas perdieron su mirada vidriosa y el hombre respiró hondo, un poco pálido.
-Que conste que odio la Magia Negra-. Orión puso los ojos en blanco, Abraxas lo mencionaba cada vez que tenían que pasar por esto. -Se desprendió un poco, obviamente no pudo con la magia extra tan repentinamente. Dime si tienes dolores de cabeza, náuseas, pesadillas extra que no hayas tenido antes o episodios en los que no te sientas tú mismo, ¿de acuerdo? Al menos hasta que esté seguro de que no es un cambio negativo-.
-Lo haré-. Prometió, porque sonaba muy parecido a lo que Ginny había experimentado y él realmente, realmente no quería ser poseído y lastimar a alguien por eso. Imagínate tener dos Lord Voldemorts al mismo tiempo. Se estremeció al pensarlo y lo descartó, Abraxas y Orión interferirían si algo sucedía, estaba seguro. -¿Estoy bien para lanzar ahora?-.
-Perfectamente bien, diría yo. Vamos, arriba. Apartaremos los muebles para que tengas más espacio-.
-¿Es realmente necesario?- Orion preguntó.
-Tal vez sí, tal vez no, es mucha magia en un solo lugar así que más vale prevenir que lamentar cuando todo salga volando-.
Orión resopló pero ayudó a levitar o encoger todo lo que estaba demasiado cerca de él. No le habían dejado ayudar, porque su primer hechizo tenía que ser el que él había elegido. Puso los ojos en blanco ante su constante respuesta de "es la tradición", pero en realidad no luchó contra ella.
Le dijeron que se dejara llevar, que la magia debía fluir y mezclarse con la magia ambiental del mundo. Sin embargo, se había controlado durante tanto tiempo que no sabía cómo liberarla sin sentirse vacío. Orión lo alentó con los ejercicios de respiración que había hecho para practicar la oclumancia, Abraxas lo rodeó lentamente con los brazos, una mano sobre su corazón, el pecho del rubio contra su espalda mientras sincronizaba su respiración, el retumbar de una canción tarareada resonando en su pecho mientras dejaba que el rubio lo abrazara un rato.
(Le encantaba cómo Abraxas permitía ese contacto suave, aunque sólo fuera cuando las emociones estaban a flor de piel).
-Así es, lo estás haciendo increíble-. Dijo uno de ellos, pero él ya estaba demasiado perdido en su propia magia como para distinguir a quién.
Poco a poco, la magia era tan densa en el aire, la de Hadrian mezclada con la de los otros dos que nunca llegaron a dominarla del todo, que pequeñas corrientes de oro y plata y púrpura brillante aparecieron a su alrededor. Chispas brillantes de todos los colores que parpadeaban, bailando a su alrededor. Se relajó. Abraxas le dijo que lanzara un hechizo, en un tono suave que hizo que el corazón le latiera más fuerte y más rápido y le transmitiera calor por todo el cuerpo. Cerró los ojos y pensó.
En Ron, Hermione y Ginny. En los gemelos, en la cálida bienvenida de Molly Weasley a la madriguera, tan suave y cariñosa como el primer jersey que le había tejido a mano, y en la facilidad con que Arthur Weasley le había aceptado en su casa. Pensó en las cálidas tardes al sol después de largos días en Hogwarts, pensó en Ginny despertándose después de que el Basilisco y Riddle se hubieran ido, en la alegría de sobrevivir al trol y de encontrar a su primer amigo en un tren lleno de gente con la que nunca pensó que encajaría bien.
De Sirius y su torpe promesa de hogar en una noche oscura llena de estrellas tras una de las mejores y peores noches de su vida.
Pensó en la generosidad de Orión, Abraxas de sonrisa fácil. En volver a casa, en sus riñas, en sus discusiones o incluso en sus peleas. Sobre las comidas calientes alrededor de una mesa para tres, la conversación fácil y las sonrisas aún más fáciles. Las sonrisas astutas de Abraxas, el brillo de sus claros ojos azules, el ángulo de sus hombros cuando Hadrian le cepilló el pelo y él se relajó, sumergiéndose más profundamente en su espacio mental. Sintió más que vio un patronus de lobo blanco salir de su varita, sin pronunciar palabra.
Hacía mucho tiempo que no necesitaba pronunciar el hechizo en voz alta.
Entonces pensó en Orión. En su humor seco, en la plata fundida de sus ojos cuando miraba a Abraxas divagar sobre tangentes matemáticas e hilos mágicos. En su paciencia a la hora de explicar difíciles matrices rúnicas y en el tono de su voz cuando le tocaba explicar algo que le apasionaba. De todo lo que Orión le había dado sin pedirle nada a cambio, de los secretos compartidos y los sueños y los miedos, un muro de seguridad por la noche cuando las pesadillas amenazaban con consumirlo por completo. Un felino negro azulado saltó de su varita, yendo al encuentro de la otra forma en sus saltos alrededor de ellos.
Abrió los ojos cuando sintió que uno de los brazos de Abraxas se apartaba. Orión casi tocaba al lobo con una expresión de asombro en el rostro mientras Abraxas acariciaba con cuidado el hocico de la pantera cuando ésta se inclinó hacia él y olfateó la mano que le ofrecía.
-Tan hermosa...-
-Realmente lo es-. Coincidió Orión, sin aliento y con una adoración absoluta escrita en el rostro.
Se quedaron allí por un largo rato, el esfuerzo de mantener el Patronus completamente ignorado en favor de mirar la magia a su alrededor.
-¿Quieres volver a intentarlo?- Preguntó, porque la magia le estaba haciendo sentir elevado e ingrávido, y no había nada malo en intentarlo. Después de todo, sólo fallabas cuando no lo hacías.
Obtuvo dos síes casi de inmediato y se rió.
Así que les dijo.
Les explicó el proceso de poner el corazón entero en un recuerdo o en mil, de envolverse en su calor hasta dejar de ver el mundo que es y empezar a darse cuenta de lo que puede ser. Se quedó afónico intentando explicar lo que era dar forma a tu alma con los recuerdos de todos los que quieres y los sentimientos que crecían como un árbol, raíces silenciosas que ocupaban su lugar tan dentro de sí mismas que ni cortando el tronco dejaban de doler.
Les dijo que amaran tan fuerte que los consumiera por completo y así lo hicieron. Orión emparejó su lobo blanco y añadió una pequeña águila que empezó a volar en círculos encima de su pantera y su lobo, mientras que de alguna manera Abraxas emparejó la pantera y el águila. Estaba seguro de que se le escapaba algún tipo de simbolismo, tan perdido como estaba en el océano de magia en el que habían convertido el apartamento, pero decidió que podía limitarse a disfrutar del momento por ahora.
No podía ignorar la calidez de las sonrisas de Orión, por lo general más reservadas, ni la pequeña risa sollozante que retumbaba en el pecho de Abraxas y él escondía en el pliegue de su cuello, porque no parecía ser mala. Le daba calor, un pequeño fuego se hacía notar en la boca de su estómago y lanzaba chispas por todas partes, haciendo que sus patronuw parecieran más brillantes por ello.
-Los libros no le hacen justicia, en absoluto-. Dijo, la voz pequeña pero brillante, los ojos centelleando cuando levantó la vista y se encontró con los suyos, esperanzados como no lo habían estado desde Druella. -Nunca lo habría conseguido si fuera por ellos-.
-Definitivamente faltan los libros-. Dijo Orión, ahora más cerca que antes, y se inclinó para besarle la mejilla, con las manos en las caderas. Con una mirada interrogante a Abraxas y tras un leve asentimiento de éste, besó la frente del rubio. -Esto... esto es maravilloso-.
La sonrisa de Orión era cegadora y supo, con certeza, que estarían bien mientras estuvieran juntos.
Inclinó la cabeza hacia arriba con los ojos cerrados, apoyándose en Abraxas y poniendo las manos en los brazos de Orión para apoyarse, y se permitió disfrutar de su vida.