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Chapter 42
Abril de 1955
Abraxas se despertó. No debería haberlo hecho, pero Hadrian se había estado moviendo y agitando mientras dormía, con gotas de sudor en la frente y la ansiedad filtrándose en su magia. Otra vez. La cama no era lo suficientemente grande como para que no se diera cuenta y se despertara, Hadrian estando angustiado de alguna manera había empezado a afectarle incluso cuando dormía. Lo que era un milagro era que Orión estaba sujetando al adolescente por la cintura y aún así ni siquiera se había movido.
Honestamente, y Orión dijo que Abraxas podía dormir durante un terremoto, el hombre obviamente no se había visto en un espejo. Aunque para ser justos, Orión había tenido un par de días duros y también necesitaba dormir.
El adolescente, con mucho cuidado, se levantó, zafándose del agarre de Orión, y salió de la habitación, cerrándo la puerta tras él con un suave chasquido. Apenas había amanecido y, con las cortinas corridas, no podía verlo realmente, pero sentía que su magia se alejaba. Ah, probablemente iba a usar el baño o a esconderse en otro lugar, Hadrian hacía eso cuando se despertaba sin ayuda y no quería despertarlos.
Con un suspiro, se impulsó hacia arriba y siguió al adolescente, con cuidado de no desalojar demasiado a Orión o empujar las mantas fuera de él. De ninguna manera iba a dejar solo a Hadrian. Podía echarse otra siesta más tarde, a Orión no le importaba dejarle dormir sobre él mientras trabajaba y era una almohada muy cómoda.
Encontró a Hadrian en el baño, secándose la cara con una toalla y con las puntas del pelo chorreando. Ah, una mala hoy, entonces. Una pesadilla no tan mala normalmente sólo le llevaba a prepararse un café y madrugar, pero cuando tenía una mala, necesitaba despertarse antes, o empezaba a actuar de forma incoherente o delirante, como si no se hubiera dado cuenta de que ya se había despertado, mezclando realidad y sueños y sin saber dónde empezaba una y terminaba la otra.
No era agradable verle así.
Hadrian lo miró, dejando la toalla a un lado.
-¿Te he despertado?-.
-Sí, ¿estás bien?- Una interacción practicada. La sonrisa de Hadrian era amarga, peor que un té sin leche ni azúcar. -¿Quieres hablar?-.
-No, no quiero-. Dijo, sacudiendo la cabeza al hacerlo.
-Y supongo que dormir también está descartado-.
-Sí, no creo que pueda volver a dormir-.
-Bueno, es demasiado tarde... o temprano, supongo, para darte un Sueño sin Sueños ahora. ¿Quieres ir al sofá y acurrucarte hasta que Orión se despierte?-.
-En realidad me gustaría eso, por favor-.
Así que eso fue lo que hicieron, después de que Abraxas cogiera una manta extra del dormitorio. Todavía hacía un poco de frío. Acunó a Hadrian entre sus brazos durante horas, hasta que apenas pudo sentirlos ya, pero al ver que el adolescente se fundía en ella y se relajaba, descubrió que valía tanto la pena como las otras pocas docenas de noches que había hecho esto.
A veces Hadrian hablaba de sus sueños, y a veces no. A veces, Hadrian se volvía letárgico y no hacía nada en absoluto, hasta el punto de que Abraxas sólo tenía que preocuparse por su estado de ánimo. A veces charlaban hasta que Hadrian podía apartar la pesadilla de su mente. A veces Orión se despertaba, frío y con la cama vacía, y se unía a ellos hasta que Hadrian estaba listo para empezar el día.
Y en algunas noches, como ésta, Hadrian se acurrucaba cerca y sonreía, devolviendo cada caricia que Abraxas le daba, siempre hambriento de más, como si temiera perder su oportunidad si no la aprovechaba. Le rompía el corazón, como si Abraxas no fuera a darle el mundo si se lo pedía.
Aún no había decidido qué tipo de noches eran peores, pero a pesar de todo quería estar allí para todas ellas.
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-¿Qué estás practicando?-.
-Conjuración-. Orión hizo una mueca.
-¿Ya tienes algo?-.
-En realidad no, el único pergamino que conseguí fue... bueno, desapareció apenas dos minutos después, así que no fue muy útil-.
-Sólo necesitas conjurar un objeto durante tres minutos para aprobar esa parte del examen práctico, Hadrian, de hecho casi lo consigues-. Frunció el ceño.
-¿Pero de qué sirve si no puedo usar lo que conjuro? No es que vaya a usar mucho este tipo de magia, Transfiguración no es mi favorita, así que debería conseguir que me durara ya-. Dijo. Sinceramente, ¿por qué Orión le miraba así?.
-¿Cuánto tiempo llevas practicando esto?-.
-Desde la semana pasada. Abraxas dijo que mis transfiguraciones Humanas y mis autotransfiguraciones ya eran buenas y realmente no me gusta practicar eso, así que no estoy tratando de dominarlo ni nada-.
-La transformación Animagus es un tipo de Autotransfiguración-. Señaló Orión.
-Supongo, pero eso es una cosa completamente diferente, y no tengo el tiempo para intentarlo todavía, aunque me gustaría intentarlo eventualmente-.
-Muy bien, si estás tan seguro. Veamos si puedo ayudarte con esto, ¿te parece?-.
-Gracias-. Dijo, aliviado.
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-Necesitamos una cama más grande-. Abraxas gimió, tumbándose en dicha cama aunque debería haberse levantado hacía más de media hora.
-Dile eso a Hadrian-.
-Esperaba que me ayudaras a juntarme con él para esto. Ha pasado tiempo desde la última vez que sacamos el tema-.
-¡Hadrian!-.
-¿Sí?- El adolescente se acercó a la puerta mientras terminaba de abotonarse la camisa, parecía confundido. -Abraxas quiere una cama más grande, ¿me dejas conseguir una?-.
-¿Pero nuestra cama está bien?- No, no se avergonzaba de cómo se le calentaba el pecho al oír a Hadrian decir que la cama era suya.
-Sigue sin estar hecha para tres, aunque la hagamos funcionar-.
-Sigue siendo innecesario. Y la habitación no es lo suficientemente grande para lo que ustedes dos quieren-.
-Entonces, ¿deberíamos mudarnos? A una casa, preferiblemente, para que finalmente pueda hacer una forja adecuada y una Cámara de Duelos-. Abraxas intervino.
-No necesito eso, y nuestra cama está bien. El apartamento también, ¿tanto lo odias?-.
-No, sólo creo que a todos nos vendría bien un poco más de espacio. Tres en un solo despacho tampoco es la mejor solución-.
Dejó que siguieran con sus bromas habituales. Sinceramente, no es que importara. Probablemente haría falta un gran acontecimiento para que Hadrian cambiara de opinión. Algo que hiciera necesario el cambio para él. Orión podría esperar hasta que la situación se presentara y luego presionar lo suficiente para que Hadrian pudiera seguir pensando que fue idea suya.
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Le dolía la cabeza. Llevaba arrastrándose desde la mañana, pero ahora se estaba volviendo insoportable. Inspiró, espiró y volvió a inspirar.
Había empezado anoche, cuando había bebido demasiados vasos de vino y su madre había insistido en que se quedara en el castillo. No era extraño, excepto por la razón por la que había bebido tanto delante de sus padres para empezar.
Deberes. El matrimonio. Hijos.
Ahora, no lo malinterpreten, sabía que esto iba a pasar, Abraxas se había asegurado de que estuviera preparado para ello. Mitad porque Abraxas tenía miedo de que Orión se dejara arrastrar por ello -(Abraxas casi había desaparecido de su vida durante un año después de casarse, tratando de poner su vida en orden, y sí, ese año había sido difícil, como si la vida se le hubiera ido de las manos, comprendía que Abraxas no quería que él hiciera lo mismo aunque fuera inevitable)- y mitad porque Abraxas estaba enamorado de él y la idea de que Orión se casara le aterrorizaba absolutamente.
También aterrorizaba a Orión, ahora. Su vida había ido tan bien, añadir una esposa sólo haría las cosas más difíciles.
Sin olvidar que estaba intentando, aunque lentamente, tener una relación. No creía que Hadrian se opusiera, siempre y cuando fueran sinceros con él, y sinceramente, un noviazgo largo facilitaría la transición. Aquellos duraban alrededor de un año y podían romperse bastante pronto si Hadrian no creía que era lo que quería al final. Esperaba que el adolescente no lo hiciera, las cosas iban bien entre ellos y... bueno, los noviazgos rotos eran difíciles de superar. Al final, casi nunca era un asunto bonito y él estaba demasiado metido como para dar un paso atrás.
Tenía mucho que perder. No quería casarse antes de poder manejar esto. Abraxas no tenía una opción, pero al igual que él no quería entrar en una relación con Abraxas sin Hadrian, él no quería casarse antes de entrar en la relación en absoluto. Aunque sólo fuera por parte de Orión, Hadrian debería saber que él era lo primero, ¿era mucho pedir?.
La única buena noticia era que, aunque su familia sacaba el tema con más frecuencia, aún no parecía ser un asunto serio. Más del tipo "¿cuándo vas a encontrar esposa?" que del tipo "hemos encontrado una buena pareja para ti, asúmelo", lo cual era bueno.
El hecho de que Walburga apareciera en tres de las cinco charlas era menos bueno, pero se las arreglaría.
Joder, lo único que quería era irse a casa de una vez, no oír a su madre hablar de las virtudes de distintas brujas solteras que serían buenas esposas y madres de sus hijos. Se enfadaría mucho si se diera cuenta de que ni siquiera le estaba prestando atención.
(Ahora entendía a qué se refería Abraxas cuando decía que hablar de Herederos le hacía sentir fatal. Su madre le hablaba de tener hijos como si fuera a entrar en una tienda y elegir al más satisfactorio. No era así como funcionaban este tipo de cosas y joder, no le importaba si sus futuros hijos no cumplían las expectativas que él y su familia tenían puestas en ellos siempre y cuando fueran felices. Eso, de alguna manera, estaba muy ausente en las prioridades de su madre ahora mismo y quería gritarle hasta que lo entendiera.
(No lo hizo, porque era un buen hijo y los buenos hijos no gritaban a sus madres como si fueran tontas).
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-Toma-.
-¿Qué es esto?- Preguntó.
Orion les había dado a Hadrian y a él un brazalete de plata a cada uno. Ambos, notó, sólo lo suficientemente anchos para sostener un ópalo muy hermoso e irradiaban magia pasiva. Orión atrajo su atención hacia un brazalete de plata a juego que ahora llevaba en su muñeca izquierda.
-Es mi proyecto de Oclumancia-Escudo, lo terminé-.
-¡Bonito!- Se lo puso inmediatamente. Hadrian hizo lo mismo, colocándose el suyo en la muñeca izquierda, donde no le impidiera moverse con la mano derecha. Abraxas sabía a ciencia cierta que acostumbrarse a trabajar con hechizos con un objeto rígido en la muñeca era difícil.
-Ustedes dos saben que al menos deberían preguntar cómo funcionan antes de ponérselas, ¿verdad?-.
-¿Por qué? Nos lo vas a decir de todos modos-. Dijo Hadrian.
-Confío en ustedes-. Reiteró por milésima vez. Como si Orión no hubiera señalado lo mismo cada vez que le daba a Abraxas una nueva piedra rúnica o un proyecto para que se lo pusiera. Sinceramente.
-Umm...- Las mejillas de Orión adquirieron un suave tono rosado. -Bueno, necesitas pasar un pequeño hilo de magia a través de las runas. Entonces empezarán a atraer tu magia por sí solas para que no tengas que concentrarte en ellas. Protección pasiva en todo momento, al menos mientras las lleves-.
-Así será-. Le aseguró por los dos, ya que Hadrian estaba ocupado examinando las runas más de cerca.
-No significa que vayan a dejar de practicar la oclumancia ninguno de los dos, pero esto es sólo un extra. ¿Me han entendido?-.
-Si Señor-. Dijo Hadrian, haciendo un simulacro de saludo con dos dedos, sonriendo a Orión.
Abraxas inmediatamente se abalanzó sobre Orión y lo abrazó, acribillándolo a besos por toda la cara.
-Estoy muy orgulloso de ti-. Dijo.
-No necesito que me lo digan-.
-Se lo digo a Hadrian cuando hace uno de sus locos proyectos o consigue algo bueno, a ti te pasa lo mismo. Nunca es malo que te lo digan-.
Orión sonrió y también le besó la mejilla antes de empujarlo de nuevo hacia el sofá y sentarse junto a Hadrian, pasándole un brazo por los hombros. El adolescente se alegró mucho de apoyarse en él y besarle la mejilla, susurrándole suavemente al oído su propio agradecimiento. Orión debería mirarse en un espejo, incluso su sonrisa parecía un poco perdida.
-¿Vas a presentar esto a tu gremio?-.
-¿Debería? Esa gente de la División de Artes Mentales podría pensar que intento quitarles el trabajo. Este sería mi segundo proyecto que gira en torno a ello-.
-¿Importa eso? Debería haber sido su trabajo hacer este tipo de cosas y no lo hicieron, no hay razón para que no te lleves el mérito-. Dijo Hadrian, arqueando una de sus cejas de la forma en que Orión y Abraxas lo hacían cuando querían dejar algo claro.
Qué lindo era, tomando sus expresiones faciales para sí mismo cuando le convenía.
-Bueno, si tú lo dices, mañana haré el papeleo y lo enviaré. ¿Alguna idea para un nombre apropiado?-.
Hadrian y él se miraron y gimieron, para diversión de Orión.