![The Missing parts of History [Traducción]](https://fanfictionbook.net/img/nofanfic.jpg)
Chapter 41
Marzo de 1955
Dos días. Habían pasado literalmente dos días desde que Dorus se había reunido con Hadrian y... no había pasado nada. De alguna manera, Dorus le había escuchado, por una vez, y había mantenido la boca cerrada sobre sus ideales. Abraxas había estado un poco preocupado, pero se había desahogado en cuanto vio a Hadrian y lo tuvo de nuevo en sus brazos.
En realidad, Dorus nunca iba a hacerle daño a Hadrian. Mejor que no, de todos modos.
Aun así, sentarse en el formal salón de Carlisle con el hombre mientras esperaban a que todos llegaran -(Carlisle había vuelto a perder la noción del tiempo en el hospital, Rabastian siempre llegaba exactamente cinco minutos después de la hora acordada, Abraxas había sido llamado a la Mansión para arreglar otra de las rabietas de su esposa y Andro simplemente no vendría hoy)- por alguna razón, lo estaba poniendo nervioso. Como si el hombre tuviera algo que decir pero mantuviera la boca cerrada. No era propio de él, ya que Dorus nunca había tenido problemas para dar a conocer sus opiniones.
-Sabes que no aprecio tus pequeños juegos mentales, Nott-.
-No estoy jugando a nada-.
-Estabas esperando a ver si llegabas al final de mi paciencia, estoy seguro, porque sabes que me irrita-. Dijo, desdén claro en su voz. -¿Para qué necesitas que me irrite?-.
-Ese amigo tuyo es... interesante-. Y ahí estaba.
-Lo es. Y brillante también, aunque le cuesta darse cuenta-.
-Oh sí, no lo dudo, de alguna manera se las arregló para utilizar la Maldición de la Sangre de Unicornio para sus propios fines sin que causara una reacción violenta. Cómo logró tal cosa y aún así no pudo darse cuenta de los errores en su propia fórmula me asombra-.
-Era la primera vez que lo intentaba, y asumió un proyecto extremadamente difícil. Estarías preocupado por tu posición como el mejor maestro de pociones de nuestra generación si no hubiera cometido ningún error-. se defendió. Hadrian se había esforzado al máximo y había conseguido algo increíble, no quería que lo menospreciaran sólo porque aún no tenía suficiente experiencia para hacer las cosas por sí mismo.
-Cierto, necesita mucho trabajo-.
-Entonces te gusta-.
-Puede ser, aún no lo he decidido. Debería conocer mejor su lugar-.
-Te contestó y se negó a inclinarse, ¿eso es lo que te tenía de mal humor?- Dijo, sonriendo satisfecho. Su amigo frunció el ceño.
-Mi posición es una que evoca respeto entre mis pares, ver a uno como él pisarla es desconcertante-.
-En realidad no te respeta, no. No le importa tu posición, Dorus-. El hombre lo fulminó con la mirada, molesto. -Hadrian es así, el trato deferente que recibes de los extraños, sólo lo obtendrás de él cuando realmente te respete como persona-.
-Eso es tan retrógrado, no puedo creer que fueras tú quien le enseñara etiqueta-.
-Hice lo que pude, pero su personalidad estaba fijada antes de conocerlo, difícilmente puedo cambiar eso-.
-Lograste que Abraxas se comportara-. Resopló, no había hecho que Abraxas hiciera nada, ese hombre era el caos mismo y simplemente sabía fingir inocencia cuando tenía que hacerlo.
-¿Quién habla de mí ahora?-. Dijo el rubio, entrando por las puertas, Carlisle justo detrás de él. Su sonrisa de satisfacción se hizo más pronunciada.
-Dorus lo hizo, al parecer soy capaz de lograr la hazaña de enseñarte buen comportamiento-. Las cejas de Abraxas se alzaron sorprendidas al mismo tiempo que Dorus se burlaba.
-¿Lo hizo? Hmmm, eso es un poco ofensivo. Creo que nunca me han acusado de comportarme. Amenazado con hacerlo, sí, pero no acusado de ello-.
En la verdadera forma de Abraxas, el rubio se sentó a su lado en el sofá de dos plazas verde oscuro que había elegido, medio desparramándose sobre Orión, apoyando el codo en su hombro sin ninguna preocupación en el mundo. Era una prueba de lo mucho que sus amigos los conocían el hecho de que ni siquiera pestañearan ante la acción, aunque Dorus entrecerró un poco los ojos cuando Orión instintivamente rodeó las caderas del hombre con su brazo.
Con una rápida mirada, pudo adivinar que Abraxas había hecho todo lo posible por irritar hoy a su familia. No sólo había elegido uno de los atuendos más progresistas y llamativos que poseía ahora, sino que se había maquillado por completo a juego con su túnica verde y amarilla brillante, se había dejado el pelo suelto salvo por una pequeña trenza en forma de corona, no se había puesto guantes haciendo que sus uñas pintadas a juego resaltaran en sus manos, además de su habitual surtido de joyas.
Sinceramente, si no fuera porque Abraxas sonreía alegremente y charlaba amigablemente, se habría preocupado. Abraxas nunca fue domesticado cuando se trataba de su amor por los colores, pero incluso para él esto era demasiado. Realmente no debería encontrarlo bonito -(mucho menos hermoso)- o entrañable.
-¡A propósito!- Abraxas se volvió para mirarlo, ahora serio y le habló al oído en un susurro, asegurándose de que se mantuviera en privado. -Ten cuidado con tu prima Walburga. Ha estado hablando con Druella y parece tener planes para convencer a su padre de que presione para conseguir un contrato contigo. Estoy bastante seguro de que Druella sólo quería hacerme daño de alguna manera, pero no lo descartes-.
Asintió con un suspiro. Debería haberse esperado algo así. Walburga deseaba, más que nada en su vida, el título de Lady Black. Morgana, ella era su prima segunda, esperaba que esto sólo hubiera sido Druella siendo cruel, tan horrible como sonaba porque era Abraxas el que salía herido por ello, en lugar de la verdad.
-Te elijo a ti-. Dijo, un susurro hecho para consolar. El rubio le sonrió, amplia y blanca como una perla.
Ignoraron las miradas de sus amigos mientras volvían a introducirse en su conversación.
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-Aquí, ustedes dos tienen que ayudarme esta vez-.
Dijo Abraxas, cogiéndoles de la mano a él y a Orión y haciéndoles sentarse alrededor de la mesa del comedor. Estaba llena de fotografías apiladas, trozos de pergamino, notas y los tres álbumes de fotos.
-¿Qué es todo esto?- preguntó Orión, cogiendo una de las pilas y hojeando las fotos.
-¡Nuestras vacaciones a los Alpes, por supuesto! Cada foto está triplicada y, sinceramente, me llevó tanto tiempo hacer los álbumes la última vez, ¡que pensé que sería mejor si lo hacíamos todos juntos! Así que, ¿un álbum cada una o vamos foto a foto? Puedo enseñarte el trabajo de encanto para hacer los comentarios en los márgenes una vez que los álbumes estén hechos-.
-Foto por foto, ni siquiera sé cuándo fueron tomadas algunas de éstas-. Dijo. Tenía que haber al menos cincuenta fotos para tener tantas copias con las que trabajar. Estaba impresionado.
-¡Entonces está bien!-.
Abraxas hizo un rápido movimiento con la varita y todas las fotos se reorganizaron. Al final, había una pila de fotos delante de cada uno de ellos y tenía el álbum de Abraxas delante. El hombre había pintado a mano un montón de flores en la portada. No era la persona más creativa, así que había dejado el suyo tal y como se lo habían dado, aunque Orión le había añadido algunos detalles plateados y dorados, así como un broche para cerrarlo bien.
Trabajaron con las fotos de una en una, Abraxas enseñándoles cómo pegarlas a las páginas sin dañar el trabajo de encantamiento en ellas. Incluso había conseguido un separador para añadirlo al álbum con la inscripción "Francia, Año Nuevo, 1955" y decorado con cosas de temática invernal que iban con las cosas que habían hecho en el complejo.
Una vez más, Abraxas era una monada.
Aunque encontrar más de una foto suya en las termas fuera embarazoso. Al menos los otros dos también aparecían en la mayoría de ellas. Tardaron horas en decidir cómo poner cada foto y cuál salía primero o último, pero lo consiguieron.
-¿Y ahora qué?- preguntó Orión, obviamente interesado en el hechizo que Abraxas les había prometido. Era uno de su propia creación, o modificación, y a Orión siempre le encantaba escuchar los dislates de Abraxas sobre la hechicería, aunque sólo fuera uno de sus muchos, muchos pasatiempos y no una carrera seria.
En su opinión, Abraxas podía tener múltiples trabajos y maestrías fácilmente, aunque se negara a llamarse a sí mismo genio. Lo era, definitivamente lo era.
-Muy bien, así que sabes cómo tomar recuerdos para ponerlos en el pensadero, ¿verdad?-.
-Sí-. Respondieron, Abraxas asintió efusivamente.
-Bueno, el comienzo es exactamente así, tienes que pensar en todo lo que hiciste durante nuestras vacaciones, luego señalas la primera página, el separador que nos hice, y se centran en anclar los recuerdos a sus respectivas fotos, dejas pasar los recuerdos uno a uno. Por eso era tan importante el orden de las fotos, no quieres que los recuerdos se queden anclados en lugares equivocados. El encantamiento es εκτύπωση εικόνας μνήμης. Sí, Hadrian, es griego, pero puedes practicar un poco la pronunciación o simplemente hacerlo sin el conjuro, se te da bien el lanzamiento silencioso-.
-¿Sólo así?-.
-Sí, el hechizo está hecho de tal manera que no muestra los recuerdos reales, sólo escribe algunas líneas que aparecen en los recuerdos que le diste. Aún no he encontrado la forma de que los recuerdos sepan correlacionarse con las fotos, así que esto es lo mejor que puedo hacer-.
-Claro, modificaste un hechizo antiguo, porque eso es poco trabajo-. Dijo, sarcásticamente. -¿No hay movimientos de varita?-.
-No, sólo apuntar, no tienes que tocar el papel, sólo dejar que la punta se acerque a menos de dos centímetros de él para que sepa a dónde ir-.
Cierto, para Abraxas la magia era un ser vivo y sensible. A veces lo olvidaba. Pero, ¿cómo podía la magia "saber adónde ir"? Sonriendo y sacudiendo un poco la cabeza, le repitió a Abraxas la pronunciación correcta una o una docena de veces.
Le costó trabajo, pero se quedó asombrado cuando vio cómo, desde la varita de Orión, una suave luz blanca empezaba a filtrarse en las páginas, haciendo que se voltearan solas mientras empezaban a aparecer palabras en los márgenes. De alguna manera, la magia sabía que diferentes personas tenían diferentes caligrafías, o tal vez era una forma de diferenciar entre hablantes, o tal vez era que sus caligrafías estaban en lo más profundo de la mente de Orión y aparecían así, pero entonces su álbum -(el de Hadrian, porque Abraxas tenía el de Orión)- estaba lleno de garabatos e incluso algunas pequeñas imágenes en movimiento como copos de nieve o nieve cayendo o incluso un pequeño Abraxas esquiando por uno de los bordes.
Al final, los tres álbumes eran ligeramente diferentes, en lugar de copias exactas como la última vez. Por supuesto, con tres personas distintas lanzando el hechizo, cada una de ellas daba más importancia a unas cosas que a otras, por lo que las pequeñas instantáneas escritas eran diferentes.
Abraxas sonreía tanto hojeando las páginas del suyo que Hadrian temía que pudiera hacerse daño y Orión de vez en cuando se reía de alguna que otra cosa que Abraxas había conseguido colar en su hechizo.
Se sonrojó cuando, al pasar una página, encontró unas palabras que no pertenecían a ninguna foto. "Realmente no lo entiendo", en su letra, "Significa que estás pegado a mí el resto de tu vida, si quieres", en la de Orión. Se quedó mirando al hombre, sin habla.
-¿Qué?- Preguntó Orión cuando se dio cuenta. Sonrió, usando su entrenamiento en oclumancia para hacer que su rubor retrocediera de forma que pareciera normal.
-Nada-.
Bueno, él no había sabido que esa charla había sido tan importante para él, y ahora estaba escrito para siempre allí. Merlín, ¿qué se suponía que debía sentir?.
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-¿Hadrian?-.
-¿Sí?-.
-Aquí-.
-¿Qué es esto?-.
-Me di cuenta que olvidaste conseguir uno, conseguiste uno en Miami pero no en los Alpes, así que le escribí a mi tía en la reserva y ella envió un imán para la colección que querías. Creo que le gustaste, porque dijo en su carta que esperaba volver a verte-.
No, no lo había hecho por el abrazo que le daría. El regazo de adolescente que había recibido era sólo una ventaja. Hadrian se había sentido un poco triste porque, entre todas las actividades en las que habían participado, había estado tan cansado que no se había acordado de hacer una parada por la tienda de regalos para comprar su imán, no era como si fuera algo difícil de conseguir, ya que el lugar era administrado por su familia. Llegar sólo había llevado tanto tiempo porque el pobre búho había tenido que viajar a través de dos países y volver en pleno invierno.
-Gracias-.
-¡Claro!- Sonrió y...
Hadrian ya estaba colocando su nuevo imán -(una representación de los Alpes con la bandera francesa; tenía las fechas de su viaje escritas en la parte de atrás para que no se les olvidara)- junto a los otros cuando el cerebro de Abraxas se reinició.
¡Hadrian acababa de besarle la mejilla! Por primera vez.
Nada podría borrar su sonrisa ni sus mejillas rojas durante el resto del día, tanto que incluso Orión le preguntó si tenía fiebre.
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-Abraxas, realmente no creo que esto sea una buena idea-.
-Es sólo un poco de maquillaje, Orión, no seas así-.
-Ya te dejé elegir mi ropa-.
-¿Qué sentido tiene elegir tu ropa si no hago que tu cara combine con ella?-.
-Es mi cara, Brax, en realidad no ha cambiado-.
-Cierto, estás tan guapo como siempre, ahora me toca ponerte guapo, deja de parpadear tanto joder-. Orión se rió, pero hizo lo posible por no moverse.
A veces se preguntaba si era demasiado permisivo con Abraxas, pero la forma en que el rubio sonreía cuando se salía con la suya hacía que no le importara tanto. No era como si fuera el padre de Abraxas, no era su deber no malcriarlo.
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-¿Qué quieres hacer por tu cumpleaños?-.
Orión parpadeó, como si estuviera procesando su pregunta, antes de hacer una mueca.
-En realidad no quiero hacer nada, sólo... no sé, ¿quedarnos juntos en casa? Podríamos comprar tarta para los tres y pasar un día tranquilo-.
-¿Estás seguro? Te gustó salir el año pasado, podríamos hacer algo así otra vez-.
-Sinceramente, tendré que pasar el día 29 con mi familia y con la de avisos que me ha estado dando Abraxas.... no creo que esté de humor para hacer nada-.
-Hmmm, de acuerdo, mientras te haga feliz-. Se acercó al hombre, que estaba sentado en un taburete junto a la isla de la cocina, repasando su proyecto de Oclumancia. Estaba casi terminado, sólo le faltaba encontrar un material lo bastante resistente que soportara los ataques mágicos para tallar las runas. -¿Está basado en un encantamiento repelente?-.
-Sí, hay varias formas de evitar un ataque de Legilimencia. Engañar al lanzador, expulsarlo de tu mente, atraparlo, volver el ataque contra él en su lugar. Pensé que, con lo sensible que es la información en tu cabeza, la mejor manera era evitar que la gente entrara en ella por completo-.
-Está bien, y también hace que sea obvio que ha habido un ataque del que hay que informar. Ese es el principal problema de la legilimencia, ¿no? ¿Que siempre es difícil de probar?-.
-Sí, no lo había visto, pero es una ventaja-.
Miró los papeles, apoyándose en Orión y dejando que el hombre lo abrazara. Frunció el ceño, cogiendo uno de los pergaminos y leyéndolo detenidamente.
-¿Orion?-.
-¿Sí, querido?-.
-¿No podemos usar esto para el proyecto del Hilo-Espejo?-.
-Vas a tener que explicarte mejor-.
-Mira esto, si inviertes esta fórmula y la añades a lo que ya tenemos, se crearía lo contrario a la legilimencia, en lugar de intentar entrar en la mente de otra persona estarías expulsando la tuya cuando la uses-.
-Eso podría hacer que Abraxas se perdiera-. Puso los ojos en blanco.
-Claro que hay que refinarlo, pero ¿no era eso lo que buscábamos?-.
-No, debíamos crear una ilusión-.
-Bueno, tal vez intentamos el rute más complicado, como Nott dice que suelo hacer. Mencioné hacerlo con Magia Ilusoria porque Abraxas dijo que nuestra compatibilidad en Artes Mentales tenía que ser muy alta para que yo pudiera ver dentro de su mente. Pero no es necesario en absoluto, ¿verdad? Probablemente lo dijo en el sentido de que necesitaría entrar en mi mente o yo en la suya para hacerlo, pero si añadimos esto a la matriz de los espejos antes de encantarlos, ya no necesitaremos eso. Al final, no necesitamos una ilusión, que se define como algo que engaña produciendo una falsa impresión de la realidad, porque ya tenemos lo que necesitamos dentro de la cabeza de Brax, sólo tenemos que sacarlo-.
-Hadrian-.
-¿Hmmm?-.
-Eres brillante. Gracias-. Orión le besó sonoramente la mejilla antes de coger otro pergamino en blanco y empezar a escribir con su caligrafía "desordenada", la que usaba cuando no quería olvidar una idea pero que podía arreglar más tarde.
Se rió, caminando hacia las estanterías en busca de un libro sobre cómo hornear. Sabía que tenía al menos tres, pero necesitaba encontrar algo que le gustara a Orión. Sinceramente, no sabía por qué Orión siempre pensaba que las cosas que decía eran brillantes, ¿no era lógico que a él también? Pero bueno, Hermione siempre había dicho que los magos y los mágicos en general carecían de lógica, así que no era extraño que Orión se sorprendiera tanto, ¿no?.
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Por suerte, Orión había tenido un bonito cumpleaños, e incluso su madre no había mencionado nada relacionado con el matrimonio. Abraxas se había sentido muy ansioso al respecto, pero se alegró de que Orión no hubiera recibido ninguna mala noticia. Se merecía un buen cumpleaños, y que le pusieran un contrato delante o algo así, probablemente, lo arruinaría.
-¿Qué estás haciendo, Rian?-.
-Almuerzo-.
-Esto parece más una fiesta. He asistido a unos cuantos, así que sé cómo son, soleil-.
Había unos cuantos platos principales, diferentes acompañamientos y salsas, platos fríos y calientes. Sinceramente, lo único que quedaba era el postre.
-Bueno, pensé que podría hacer las comidas favoritas de Orion hoy, cumpleaños y todo, pero luego no pude decidir qué hacer. No es como si no pudiéramos guardar lo que no comemos para mañana pero umm... por lo menos él tiene un montón de cosas diferentes para elegir...-
-¡Oh, magnifique! Comment puis-je t'aider?-. [¿En qué puedo ayudarle?].
-Con nada, Brax, de todas formas ya casi he terminado. Puedes ayudarme a hacer un pastel más tarde, ¿de acuerdo?- Sonrió. Hadrian no se había inmutado ante el cambio de idioma y contestó correctamente a la pregunta, Abraxas seguía intentando que contestara en el mismo idioma que hablaba cada vez, pero por ahora estaba satisfecho.
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-¿Qué era esa 'gran noticia' que dijiste que recibiste ayer?- preguntó Abraxas. Los tres estaban en el sofá después de comer. Había quedado muy impresionado con el banquete que le había preparado Hadrian, aunque no hubiera sido necesario. Era asombroso y había disfrutado de estar con su gente favorita comiendo su comida favorita. La cantidad de esfuerzo puesto en ello de alguna manera sólo lo hacía mejor, en realidad, su familia normalmente sólo tenía que dar una orden a los elfos para conseguir algo aún mejor o más complicado, pero Hadrian lo había hecho todo a mano para que Orión se divirtiera.
Sí, estaba muy enamorado del adolescente.
-Oh cierto, no lo dije. Mi tío Cygnus y su mujer van a tener otro hijo-. Dijo, radiante. No solía poner esa expresión, pero adoraba a todos sus sobrinitos y, en su opinión, los niños siempre eran un motivo para sonreír.
-Pero... ¿no nació Andrómeda el pasado mes de mayo?-.
-Claro, pero ya tiene casi un año, ¿recuerdas? Y el próximo, si todo va según lo previsto, debería nacer en octubre. Mi tío, como siempre, espera un niño, pero mi tía dice que es otra niña-. Explicó. -Ella dice que, después de dos embarazos, puede sentir que será lo mismo-.
-No hay nada malo con las niñas. Qué tienen los sangre pura con parir varones, tu tío ni siquiera está en la línea de sucesión-.
-Es una cuestión de orgullo, Hadrian-. Dijo Abraxas, apaciguadoramente. Él tampoco creía que Abraxas lo entendiera, pero eso se debía a las circunstancias especiales de los Malfoy con respecto a los hijos femeninos en la línea principal.
-Estaría orgulloso de cualquier hijo, ¿acaso los sangre pura no solían tener muchos problemas para concebir? No debería estar contento de haber tenido tres tan fácilmente?-.
Se encogió de hombros. Nada de lo que Hadrian había dicho estaba mal y, sinceramente, si él no fuera el Heredero, estar en la posición del tío Cygnus le haría bastante feliz. Pero así era él, le gustaban los niños en general, aunque sabía que cuidar de uno era mucho más difícil que simplemente hacer de canguro de vez en cuando.
-Bueno, que sea todo lo infeliz que quiera, él se lo pierde, enhorabuena por otra sobrina, Orión-. Y, como Hadrian venía haciendo últimamente, le dio un beso en la mejilla antes de acurrucarse contra él.
Sí, ahora entendía por qué Abraxas se había puesto tan colorado hace unos días, el rubio ya podía dejar de reírse, gracias. Sinceramente, si no quisiera a Abraxas tanto como lo quería, lo echaría del sofá.
Pasaron la tarde leyendo, hablando y contando chistes, pero le dolía la cara de lo mucho que sonreía y aunque hacer una tarta de cumpleaños había sido algo parecido a un desastre natural -(Abraxas había empezado a tirar harina y la cosa había ido a más)- y todos habían tenido que ducharse después, no lo cambiaría por nada del mundo.
(Todavía tenía harina en el pelo, iba a hacer que Abraxas se ocupara de ello, ya que había sido culpa suya en primer lugar).