The Missing parts of History [Traducción]

Harry Potter - J. K. Rowling
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The Missing parts of History [Traducción]
Summary
En retrospectiva, Harry podía admitir que tocar cosas al azar en Grimmauld Place no había sido una buena idea. Sin embargo, era un poco tarde para eso.Varado en el tiempo, sin camino de regreso a casa, Harry tuvo que aprender a hacer frente a su vida mientras vivía en los años 50.Por extraño que parezca, Orion Black no se parecía en nada a lo que esperaba. Abraxas Malfoy tampoco. O sus amigos, en su mayor parte.Honestamente, tratar de mantenerse al día fue agotador.
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Chapter 39

Febrero de 1955
Parte 1


Miró a Abraxas. El rubio estaba tumbado en la cama, tarareando una canción para sí mismo mientras hacía movimientos en el aire con el dedo. Llevaba unos pantalones deportivos muggles blancos y una camiseta caleidoscópica que le había gustado en su último viaje al mundo muggle, el pelo suelto a su alrededor como pocas veces lo llevaba.

Hadrian sabía que Abraxas estaba trabajando en algo que sólo él podía ver, cálculos que se hacían a partir de ilusiones en su mente, no sólo haciendo movimientos al azar porque sí, así que no quiso interrumpirlo.

Como deseaba que él y Orión estuvieran haciendo más progresos en su proyecto, era mejor y ahora no explotaba, pero eso apenas era una mejora.

-Puedes entrar, sabes que no me importa-.

Tragó saliva, mordiéndose el interior de la mejilla pero avanzando en silencio. No tenía sentido fingir no haber oído al hombre, eso sólo empeoraría las cosas, más aún porque sólo quería disculparse.

-Acuéstate conmigo, no te quedes ahí de brazos cruzados-.

-¡No lo hago!- Se quejó, pero se subió a la cama de todos modos. Abraxas no detuvo sus movimientos, sólo frunció un poco el ceño e hizo una línea cortante con el dedo antes de volver a él. -Lo siento-.

-¿Por qué?- Dijo, aparentemente desinteresado. Hizo una mueca.

-Por ser un idiota contigo, lo siento. No fue culpa tuya que estuviera enfadado y no me diera cuenta de que te estaba haciendo daño-.

-¿Puedo al menos saber qué es lo que está tan mal para que ocurriera en primer lugar?-.

-Yo...- Tragó saliva, sin mirarle. -Estoy trabajando en ello, lo siento-.

-Esa es una disculpa horrible-.

-Estoy tan...-

-Para-. Abraxas le cortó y él hizo otra mueca de dolor, mordiéndose el labio.

Abraxas suspiró con fuerza, casi convirtiéndolo en un gemido, antes de ponerse de lado, con cuidado de no tirarle del pelo, con un brazo bajo la cabeza. Su otra mano buscó su barbilla, haciéndole levantar la vista hacia él. Así, estaban más cerca de lo que Hadrian se había atrevido antes.

-Entiendo que me ocultes cosas. Soy un Sangre Pura, hay cosas que no le cuento ni a Orión, y él es Orión, sobre todo cosas de Familia y cosas así. Pero si te vas a enfadar conmigo, lo cual sería perfectamente normal porque sé que soy un pesado la mayoría de las veces, quiero que sea por algo que hice, aunque no lo entienda-. Dijo Abraxas, serio. -Y si te vas a enfadar así y luego vienes y te disculpas, me gustaría mucho saber qué ha pasado, porque no es justo y no puedo reaccionar adecuadamente ni ayudar ni siquiera reconocer que no tiene nada que ver conmigo. Ni siquiera me dijiste que necesitabas espacio, habría sido comprensible y no me habría quejado así que... por favor, dime algo, lo que sea-.

Tragó saliva, bajó la mirada para evitar los ojos claros y suplicantes de Abraxas. -Lo siento-.

-De acuerdo-. Abraxas respiró hondo. -Está bien, está bien, no me debes nada Hadrian, sólo dime la próxima vez que necesites tiempo o algo, esto fue realmente horrible-.

Se acercó más a Abraxas, enterrando la cabeza en su pecho y abrazando al hombre, que le correspondió sin dudarlo, llegando a besarle el flequillo, sin apartarse realmente después. Como si fuera Abraxas el que intentaba hacerle sentir mejor, en lugar de al revés. No creía haber hecho un buen trabajo disculpándose, pero supuso que siempre podría intentar hacerlo mejor más tarde. No, lo haría, sólo tenía que averiguar cómo.

"Puedes decírselo". La voz de Orión resonó en su mente. "El mundo no se va a acabar, Hadrian".

🌿🌿🌿🌿🌿🌿

-¡Orion! ¡Dile que pare!-.

-No veo por qué debería-. Dijo, pasando otra página de su libro, agradecido por la sombra que le proporcionaba la sombrilla.

Abraxas había querido ir a la playa por su cumpleaños, así que lo había hecho realidad. Por supuesto, en ningún lugar de Gran Bretaña hacía suficiente calor, así que había reservado un Traslador a los Estados Unidos para ese día. Ciudad de México tenía sus fronteras mágicas cerradas en ese momento, algún tipo de conflicto interno en curso en el que no querían turistas involucrados, por lo que Miami era.

Abraxas estaba contento y radiante por ello, mientras que Hadrian estaba descontento por el tiempo que tardó en aterrizar el Traslador. Tardaron unos ocho minutos desde que salieron de Inglaterra hasta que llegaron a la Sucursal Ministerial de Florida.

Por supuesto, Hadrian aún tenía mucho que compensar a Abraxas, así que Orión no sintió remordimientos al dejarlo lidiar con el rubio sobreexcitado por su cuenta. Mientras Abraxas no ahogara al adolescente, todo estaría bien.

Abraxas necesitó cinco horas, una comida abundante y una cantidad obscena de correr por la arena y jugar en el agua para estar lo bastante cansado como para tumbarse boca abajo en su toalla de playa y dormirse. Abraxas se había aplicado una cantidad considerable de crema solar y se había puesto una camiseta (circe, quería tocar esas piernas, ¿por qué Abraxas tenía que ponerlo a prueba así? Ugh), así que no debería quemarse demasiado. Era uno de los problemas de ser tan blanco pálido como Brax, se quemaba como nadie si se descuidaba con la cantidad de sol a la que se exponía. Orión también lo hacía, pero no tanto, así que la crema solar funcionaba bien, no le importaba broncearse a diferencia de su amigo rubio.

Hadrian se sentó en la silla de playa reclinada a su lado, parecía completamente agotado. Sonrió satisfecho.

-¿Bien?-.

-Sí, ¿de qué está hecho? Nadie debería ser capaz de durar tanto...-

-Tú lo hiciste-. Dijo.

-Vete a la mierda-. Se rió de la réplica agravada, ganándose una ligera bofetada en el brazo. Ni siquiera le dolió. -¿Está realmente dormido?-.

-Debería estarlo, aunque no creo que dure mucho-. Hadrian miraba a Abraxas. Entonces, el adolescente se volvió hacia él, demasiado cansado para disimular la línea de tensión de sus labios.

-Deberías hablar con los Inefables-. Se quedó quieto, echando una mirada furtiva al rubio. No se movió.

🌿🌿🌿🌿🌿🌿

-¿Debería?-.

-Sí-.

-De acuerdo. Abraxas tendrá que pasar mañana con su familia así que lo haré entonces-.

-Gracias-.

-Por supuesto, que sepas que una vez que pida el papeleo debe ser enviado, archivado, en pocos días, así que no te entretengas-.

-Lo sé, Ry-. Hadrian hizo una pausa. Contuvo la respiración. ¿De verdad creían que estaba dormido? ¿Por qué cojones necesitaban a los Inefables? -¿Estoy haciendo lo correcto?-.

-Puede que sí, puede que no. ¿Importa?-.

-¡Claro que importa!-.

-¿Cambiarías tu elección si fuera la equivocada? Piénsalo bien-. Dijo Orión, con voz grave y carente de cualquier tipo de respaldo emocional, como cuando intentaba refrenar sus propios pensamientos y sentimientos. Se le retorció el estómago.

-Yo...- Pausa. Alguien gritó a lo lejos, las olas retrocedieron y volvieron a subir, un pájaro los sobrevoló. Abraxas esperó. -No lo creo. ¿Me convierte eso en una mala persona?-.

-Sólo si no lo estabas cuestionando-.

¿Qué... qué estaba pasando? Orión ya no hablaba y Hadrian tampoco. Hubo un crujido a su lado, una bolsa siendo movida y luego Hadrian se acomodó de nuevo.

Deseaba poder preguntar qué demonios acababa de oír, pero eso significaría admitir que estaba escuchando a escondidas y teniendo en cuenta que no era como las otras veces que había sido un accidente -(vivir en un apartamento pequeño significaba que no siempre podías evitar escuchar conversaciones que no eran para ti, les había pasado a los tres)- sabía que debía esperar hasta que le dieran respuestas pero... ¿y si nunca las obtenía?.

🌿🌿🌿🌿🌿🌿

Había una tensión en el apartamento que podía cortarse con un cuchillo sin afilar. A Abraxas no le gustaba, pero como al parecer no estaba incluido en... lo que fuera que estuviera pasando, no podía hacer nada al respecto.

Así que se sentó en la isla de la cocina, con los montones de pergaminos desordenados a su alrededor, y trató de concentrarse en la búsqueda de Información sobre el Recipiente del Alma. Hacía poco que los Goblins habían dado permiso a Orión para entrar en su archivo, siempre y cuando no se llevara nada. Eso significaba un montón de notas manuscritas y un montón de tiempo perdido, pero era su trabajo organizarlo todo y discernir lo que era útil de lo que no lo era.

Hadrian estaba en el trabajo, Orión había salido y por primera vez en tres días sintió que podía respirar. No es que no le gustara pasar tiempo con ellos, es que... era fácil ignorar todo el asunto de los "secretos" cuando no era algo de lo que hablaban o actuaban, pero ahora le parecía mal.

Se mordió el labio, pintó otro pergamino con una cruz roja en la esquina superior izquierda y lo desechó. Luego otro, y otro, encontró uno que marcó con una marca verde y puso en otro montón, mucho más pequeño, para que Orión pudiera buscar más información sobre él más tarde.

No sabía cuánto tiempo llevaba en ello, sólo que la luz ya se había apagado fuera y que Orión acababa de entrar por la puerta, sin moverse tras cerrarla.

La tensión se espesó, hebras de magia tensándose con ella entre ambos. Orión respiró profundamente, una, dos, tres veces. Golpeó la superficie plana rítmicamente con ella.

-¿Está todo bien?- Preguntó.

Orión caminó hacia él, con la espalda recta como cuando venía de ser reprendido por su padre. Estresado, preocupado. El beso que Abraxas recibió en la sien fue inconsciente por su parte, algo que Orión estaba tan acostumbrado a hacer que ya no tenía que pensar en ello. Sus manos, sin embargo, no temblaban, como si estuviera controlando cada movimiento que hacía y ese no fuera aceptado.

Abraxas ladeó la cabeza hacia la derecha, mirando al hombre, esperando. Orión abrió la boca y volvió a cerrarla, mirando hacia otro lado. Puso un pergamino enrollado frente a él en la isla, Abraxas no se había dado cuenta antes, tal vez estaba demasiado perdido en sus pensamientos y no había visto a Orión sacándolo.

Sin mediar palabra, abrió el sello y lo leyó. Acuerdo de no divulgación, dos juramentos de confidencialidad al firmarlo, uno de los cuales encerraba la información en su mente, a la que no se podía acceder ni siquiera con 4 gotas de Veritaserum o Legilimencia. No se menciona qué información mantendría en secreto.

De los Inefables. Tragó saliva, cerró los ojos y contó hacia atrás desde veintiuno.

-¿De qué va esto?- Preguntó. Tenía que esperar, le habían dicho que esperara, podía esperar.

-Hadrian necesita hablar contigo-. Una pausa, más tensión. Abraxas estaba harto de la tensión. No estaba en la Mansión, así que ¿qué hacía aquí?.

-¿Y necesita otro juramento para eso?- Preguntó, cortante y mordaz.

-Sí-.

Se mordió su propia réplica, su dolor, su ira. ¿Acaso Hadrian no sabía que no lo traicionaría? Pero Orión no había terminado de hablar, parecía que no sabía cómo decir lo que necesitaba, Abraxas tenía que darle espacio y silencio para hacerlo o la conversación se cortaría por su pelea. Orión no siempre era bueno con las palabras, mejoraba pero a veces necesitaba tiempo para organizar su mente y sacarlas. No sería justo que Orión fuera paciente con sus rarezas y Abraxas no se lo devolviera.

-No se trata del aspecto secreto del contrato, aunque esté incluido. Queremos asegurarnos de que la información no pueda serle arrebatada involuntariamente-. dijo Orión, asintiendo para sí mismo. Bien, pensó Abraxas, podía ocuparse de la protección, podía. -También firmé uno. No puedo hablar de esto con alguien que no lo sepa sin Hadrian en la habitación, e incluso con él, no sin su permiso-.

-De acuerdo-.

-Cuando lo firmes se hará una copia en el archivo de Hadrian con los Inefables, que lo procesarán y lo guardarán bajo llave. Si de alguna manera lo rompes, o te quitan la información a pesar del contrato, aparecerá allí y se nos notificará, lo mismo a mí que a Hadrian-.

-¿Es tan importante que los Inefables no quieren que se filtre?-.

-Sí-.

Fue la respuesta definitiva lo que le hizo firmar. El hecho de que incluso Hadrian tuviera un contrato para proteger su propio secreto, como si él no fuera el más interesado en esto. La magia se encendió, vio los juramentos hundirse en su pecho, aunque sabía que Orión no lo había hecho. Una luz dorada rodeó su corazón y su mente. Vio el hechizo de copia resplandecer y supo que había sido como Orión había dicho, los Inefables eran conscientes ahora de que había firmado.

-Hecho-.

El alivio en la cara de Orión era evidente, la forma en que sus hombros bajaron minuciosamente, sus ojos recuperaron algo de brillo, su sonrisa apareció, temblorosa y tensa pero allí. Orión cogió el pergamino, lo guardó en el bolsillo interior de su capa -(no se la había quitado, debería haberlo hecho)- y se inclinó, salpicándole la mejilla de besos hasta que Abraxas no pudo evitar reírse, con las grandes y cálidas manos de Orión en las caderas.

La postura era extraña, porque Abraxas seguía sentado en un taburete y realmente no quería caerse, pero no le importaba.

🌿🌿🌿🌿🌿🌿

Puso una taza de té rojo delante de Abraxas junto con otra llena de chocolate caliente con un poco de canela sobre la crema y le dio a Orión su té negro. Sabía que el azúcar del chocolate caliente ayudaba al rubio a animarse cuando estaba decaído -(a Abraxas le gustaba mucho más que para eso, pero era un plus)- y, por alguna razón, el té rojo con un poco de leche y un poco de azúcar le ayudaba a bajar el ritmo y procesar la información. No sabía si eran las propiedades del té en sí o simplemente Abraxas, pero realmente no le importaba.

Cuando había llegado a casa, Orión había agitado el pergamino firmado desde donde estaba sentado con Abraxas en el sofá y él había asentido con la cabeza. Bueno, no hay necesidad de retrasar lo inevitable, ¿verdad? Abraxas los había mirado a ambos con curiosidad, pero había decidido que hacer bebidas no contaría como procrastinar ni nada por el estilo y se aferraba a ello.

Puso un pequeño éxtasis en ambas tazas, mejor dejar que Abraxas decidiera cuál necesitaba.

-¿Qué está pasando?- Abraxas preguntó, confundido. Miró a Orión.

El hecho de que hubiera decidido contarle a Brax casi todo no significaba que supiera por dónde empezar, ¿de acuerdo? Dale un respiro. Orión parecía igual de tenso, pero suspiró y bebió un poco de té antes de dejarlo en la mesa, impidiendo que Abraxas cogiera el suyo.

-Créeme, no quieres beber todavía. Hadrian tiene una manera de hacerte escupir el cerebro por la boca con su enfoque directo de las cosas-.

-¿Qué?- Abraxas dijo.

-¡No es cierto!- Dijo, avergonzado. Vale, tal vez debería haber tenido más cuidado la primera vez que se había encontrado con Orión, y aquella vez cuando le habló al hombre de sus pociones fue un accidente. Realmente lo fue, algunas cosas eran difíciles de decir.

-¿Tú no? ¿Siquiera sabes cómo empezar esta conversación aparte de hacer afirmaciones que le revolverán el cerebro?-. Enrojeció bajo las miradas de ambos hombres. -No es que sea algo malo. Sólo quítate la venda y luego explícate-.

-No quiero que me revuelvan el cerebro-. Abraxas hizo un mohín.

-Lo siento, Brax, es casi un requisito-.

-Biiien- Fuera con eso, ¿qué es tan importante, entonces?-.

-Como que viajé en el tiempo-.

🌿🌿🌿🌿🌿🌿

Sí, amaba a Hadrian. Sí, estaba dispuesto a aguantar cualquier mierda en la que se metiera. No, no estaba superando que se hiciera amigo de esos vampiros, no quería tener nada que ver con eso, Hadrian simplemente era raro. Aun así, esa era una manera horrible de decir algo tan importante y a la vez hacerlo sonar como una broma de mal gusto.

-Aquí es donde te ríes, Orion-.

-No, él viajó en el tiempo. Casi partió mi casa en dos al hacerlo, me aterrorizó hasta que me di cuenta de que estaba inconsciente y sin varita mágica-.

Abraxas los miró. Primero a él, luego a Hadrian, después empezó a señalar de uno a otro. Decidió que realmente debía permanecer en silencio a menos que lo necesitaran, estos dos necesitaban aclarar las cosas.

🌿🌿🌿🌿🌿🌿

-Abraxas...-

-¿Qué coño? ¿Por qué hiciste eso?-.

-¡Fue un accidente!-.

-¡No rompes el mundo accidentalmente, Hadrian!-.

-Bueno, menos mal que no se rompió nada, entonces. Ahora estoy aquí-.

-¿Justo aquí ahora?- ¿Qué demonios significaba eso? Necesitaba más información, ahora.

-¿Cómo sucedió? ¿De dónde vienes? ¿Es Hadrian tu verdadero nombre?-.

-Yo... No, mi nombre es Harry Potter, y no puedo decir de dónde vengo, no me siento cómodo compartiendo tanto de cosas que ni siquiera han sucedido aún. Yo... como que agarré algo que no debía en Grimmauld Place y cuando desperté ya estaba aquí-.

Bueno, se sentía bien poder hacer preguntas y que las respondieran. Realmente bien, lo necesitaba, la sinceridad, aunque le diera vueltas la cabeza. Se alegró de haber estado sentado para esto.

-¿Por qué estarías en Grimmauld?-.

-Mi padrino era un Black, iba a pasar con él el resto del verano-. Hadrian se encogió de hombros, bueno, eso tenía sentido.

-Pero eres huérfano-. Hadrian se estremeció, pero asintió de todos modos.

-Sí, bueno, cuando mataron a mis padres me enviaron con la hermana muggle de mi madre. No conocí la magia hasta los once años y hubo circunstancias por las que no conocí a mi padrino hasta los trece, así que estábamos arreglando las cosas cuando ocurrió todo esto-.

Un pensamiento cruzó su mente y... oh. Ahora tenía mucho sentido.

-Tú no existes-.

-¿Qué?-.

-No existes, no has nacido y no has muerto, estás atrapado en tu sitio. Por eso te registras ante mí como lo haces. Desde un punto de vista mágico, aún no estás aquí-.

-Oh-. dijo Hadrian, parpadeando lentamente. -Bueno, eso es una cosa menos. Supongo que empezarán a aparecer hilos cuando por fin nazca dentro de unas décadas, o quizá una vez que se cierre el bucle-.

-¿Décadas?-.

-Sí, ¿qué esperabas?-.

-Bueno, ahora mismo hay un par de Potter en edad de tener hijos, ¿no podrías ser tú su hijo?-.

-No, no lo soy. Yo... bueno, ni siquiera sé qué parentesco tengo con ellos. Fui el último de la línea así que...-

-¿El último?- Miró a Orión, que asintió con gesto adusto.

El último vástago de una casa Noble se perdió en el tiempo. Bueno, mierda.

-Necesito algo más que esta versión bastarda de 20 preguntas, por favor. A este paso se me va a derretir el cerebro y se me va a salir por las orejas-. Suplicó.

Entonces Hadrian-Harry habló. Sobre la guerra. De un loco que la tenía tomada con él por razones que desconocía y que probablemente nunca entendería. Hadrian habló de haber nacido un año antes de que terminara, de padres que dieron sus vidas por él, de una maldición verde brillante que cumplió su curso y rebotó, de la vida con sus parientes después de la muerte de sus padres...

(El recuerdo de Samhain era muy claro en su mente, no había cambiado ni un solo detalle. Estaba tan contento de que Hadrian no hubiera sentido la necesidad de mentir sobre ello y oh, cómo hubiera deseado que lo hiciera, nadie se merece un trato así, pero Hadrian era amable de una manera muy cruel, a veces, y la verdad dolía más en algunos aspectos).

-¿Pero qué guerra?- Preguntó, sin querer saber la respuesta. -Ahora no hay guerra-.

-La habrá, todavía no, pero en una década o así deberían empezar los rumores y a mediados de los setenta será una guerra en toda regla, aunque no sé cuándo empezará realmente-.

Dio un largo sorbo a su té y empezó a pasearse, Had... Harry ocupó su lugar en el sofá. Grindewald ya había sido bastante malo y apenas les había rozado. ¿Guerra en suelo británico? ¿Qué sería de su población? Sólo tenían unos pocos miles de habitantes, nada que ver con Brasil, China o Alemania, ni siquiera con España. Su población caería, la economía recibiría un golpe del que quizá no podrían recuperarse, la confianza de la gente entre sí, en un país dividido, les convertiría en los más débiles de la ICW y, si por alguna razón se extendiera por el continente, podrían ser todos condenados a muerte para que la guerra fuera contenida.

Después de Grindewald, la ICW no soportaría que otro Señor Oscuro intentara hacerse con el poder. La población aún no había aumentado en número en toda Europa y los territorios más cercanos de Asia y África, nadie quería lidiar con la guerra en estos momentos.

Had... Harry habló de Hogwarts, de una guerra creciente aunque nadie quería creerlo. Sobre la ignorancia y los idiotas voluntariamente ciegos que no hacían nada para prepararse y sobre el peligro que crecía desde las raíces de la hipocresía y los extremistas Puristas de Sangre. Sobre un Señor Tenebroso que creaba y llevaba a cabo un ritual nigromántico para recuperar su cuerpo ...y ahí tenía de dónde había salido el fragmento de alma, después de todo, debería haber sido imposible, pero con un Horrocrux de por medio el Señor Tenebroso de Harry podía resucitar varias veces, casi imposible de matar, al menos hasta que se deshicieran de él, que ahora estaba firmemente en lo alto de su lista, como si no lo hubiera estado ya... y de matar al amigo de Harry, un chico de diecisiete años, sólo porque sí.

Era repugnante. Cómo cada dato que tenía sobre su joven amor se convertía en una horrible historia de muerte, dolor y sufrimiento, de ser abandonado, ignorado y puesto en peligro mientras los adultos que lo rodeaban no hacían nada por ayudarlo. Y tal vez algunos lo habían hecho, pero obviamente no había sido suficiente. Ni de lejos, no con lo destrozado que estaba Hadrian.

Las pesadillas, su miedo a los Trasladores, su control sobre sí mismo y su magia, el secretismo y las miradas... Las miradas que Abraxas recibía a veces antes de que Hadrian parpadeara y desaparecieran, como si estuviera mirando a otra persona.

-¿Qué te ha hecho mi familia?- Preguntó, cortando al adolescente.

-Abraxas...-

-Contéstame, casi lo prometiste en el momento en que firmé ese contrato-.

-Uno de tus descendientes intentó matarme cuando tenía doce años-.

Dolía que lo dijeran en voz alta con tanta sencillez, como si fuera algo hecho y terminado, un hecho inmutable. Alguien de la familia de Abraxas había intentado matar a un niño, que luego había crecido, había viajado en el tiempo y, de algún modo, había conseguido que Abraxas se enamorara de él.

No era de extrañar que Hadrian hubiera sido tan cauteloso con él durante tanto tiempo. Abraxas no entendía cómo Hadrian se las había arreglado para dejar de lado su rencor y permitir que Abraxas se quedara, cómo había pasado por alto un atentado literal contra su vida y acogido a Abraxas como si no hubiera tenido algo que ver en, de alguna manera, criar a uno de sus posibles asesinos. Claro, era sólo un descendiente, pero seguramente en quienquiera que se convirtiera en el futuro no habría permitido semejante acción. ¿O tal vez ya estaba muerto en ese momento? No sabía qué era peor, si la diferencia de edad -(décadas, Morgana, ¿cómo iba a hacer las paces con eso?)- o el hecho de que no habría conocido al adolescente de no haber sido por un accidente.

Entonces Harry siguió hablando. Sólo dio los datos básicos de sus circunstancias y de lo que había estado haciendo desde que llegó al pasado, y luego se calló. El hecho de que Orión le confirmara que no sabía más de lo que habían dicho -(incluso que no había sabido algunas cosas)- le tranquilizó y le hizo confiar plenamente en él.

Le hizo acomodarse en su propia piel. Cierto, si no tenía nada más, tenía su confianza. Y eso era bueno, podrían haber decidido que esa información era demasiado peligrosa o delicada para compartirla, pero habían tenido en cuenta sus sentimientos y se lo habían dicho de todos modos, porque se preocupaban por él. Y eso era suficiente para él, lo había sido desde el principio, pero era agradable que se confirmara.

Harry estaba tan tenso sobre sí mismo que temía que un solo roce lo hiciera estallar y Orión tenía los hombros tensos, como aquella vez que un imbécil había intentado salirse con la suya con Lucretia y él no pudo hacer nada para aliviar su dolor.

Entonces, ¿qué hacer? Limpiar a Harry de la Esquirla del Alma, por supuesto, pero ya estaban trabajando en eso, pero ¿y después? Orión intentaba darle una vida, eso era obvio, pero algún día Harry volvería a un mundo en guerra, ¿no? Así que entrenar, algo más que mantenerse en forma. Así que sólo había una cosa más que preguntar...

-¿Cómo se llama el bastardo, entonces? ¿Lo conocemos? ¿Ha nacido ya?- Orión parecía sobresaltado, probablemente no había pensado que tal vez lo conocían.

La sonrisa de Harry era tensa -No puedo decírtelo, es demasiado importante y si algo cambia, bueno, ¿y si no he nacido?-. Cierto, primero, eso era preocupante, no quería que el bucle se colapsara o algo así porque Harry, la persona más importante involucrada, dejara de existir. Segundo, Orión y Abraxas sabían quién era el futuro Señor Tenebroso, o a Harry no le preocuparía que lo supieran. Un rompecabezas por resolver, entonces.

Acarició de pasada la mandíbula de Orión, dejando su taza ahora vacía sobre la mesa y luego se arrodilló frente a Harry, le tomó las manos y se las besó, primero una y le dijo -Está bien-, luego la otra, le dijo -Estoy aquí-, y siendo completamente sincero mirando a Harry a los ojos, -Gracias por tu confianza-.

Vio al chico que temía el rechazo y al adolescente que estaba listo para luchar en una guerra a los quince años, al joven abandonado en un pasado lejos de casa y que aún así sacaba lo mejor de él deshacerse ante él, uno y el mismo y todo a la vez, las manos empezando a temblar y las respiraciones irregulares saliendo más rápido.

¿Cuánto miedo, quiso preguntar, cuánto miedo has pasado para decírmelo? ¿Cómo podía merecer algo así? Se levantó, miró a Orión y tiró de él hasta que los tres estuvieron acurrucados en el sofá, Harry entre ellos hecho un lío sollozando. Probablemente no había tenido tiempo cuando llegó a su época, demasiado centrado en ponerse al día y encajar, probablemente lo había apartado todo de su mente para poder trabajar en otras cosas, y al volver a contar la historia y no tener otra cosa que hacer se derrumbó. Probablemente por primera vez llorando la vida que había dejado atrás Harry había hablado antes de sus amigos, sin nombres, de la familia, de la amistad y de sus tiempos juntos, no todo en el futuro era un mal recuerdo.

-Lo siento mucho-.

-No pasa nada, tómate tu tiempo, estamos aquí-. Orion dijo, calmado y con toda la tensión desaparecida de él. No la preocupación, pero obviamente esto lo había afectado también.

Tal vez esperar había sido la mejor decisión que había tomado, forzarles a dar esas explicaciones habría roto lo que ahora tenían, y se alegraba de no haber tenido tiempo de resentirse por haber quedado al margen. Agradeció que su educación le hubiera enseñado que había cosas que no debía sonsacar a la gente sin querer.

Mantendría a su amor a salvo, y si llegaba la guerra, Harry tendría el apoyo que necesitaba. Mirando a Orión, supo que el hombre era de la misma opinión que él.

Harry, o Hadrian, no importaba mucho. Abraxas y Orión ya le pertenecían y, aunque nunca se lo devolvieran, no creía probable que cambiara.

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