The Missing parts of History [Traducción]

Harry Potter - J. K. Rowling
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The Missing parts of History [Traducción]
Summary
En retrospectiva, Harry podía admitir que tocar cosas al azar en Grimmauld Place no había sido una buena idea. Sin embargo, era un poco tarde para eso.Varado en el tiempo, sin camino de regreso a casa, Harry tuvo que aprender a hacer frente a su vida mientras vivía en los años 50.Por extraño que parezca, Orion Black no se parecía en nada a lo que esperaba. Abraxas Malfoy tampoco. O sus amigos, en su mayor parte.Honestamente, tratar de mantenerse al día fue agotador.
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Chapter 38

Enero de 1955


-Abraxas, ¿estás bien?-.

-Demasiado alto. Sal sólo... hoy no-.

-Muy bien, ¿quieres un amuleto amortiguador a tu alrededor?-.

-Sin magia-. Abraxas gimió, enterrando la cabeza en la almohada y tapándose también los oídos con ella.

Orión no creía que aquello le ayudara en absoluto, en realidad nada lo hacía y sabía que lo único que podían hacer era esperar a que pasara, pero seguía siendo angustioso. Podían pasar horas y a veces días hasta que la magia natural se equilibraba lo suficiente como para no causarle más dolor. Al menos no era su sentido del gusto lo que le molestaba, Abraxas casi dejaba de comer en esos momentos y siempre perdía mucho peso como resultado.

Salió de la habitación, cerrando la puerta lentamente. Esperaría a que Hadrian volviera y desayunara antes de hacerlo entrar. Con su "falta de hilos" -(la falta de magia natural que se conectaba a él, a diferencia de todos los demás)- podría calmar a Abraxas lo suficiente como para que comiera y se levantara de la cama el tiempo suficiente como para darse una ducha. A veces, su singular situación resultaba útil y a Hadrian nunca le molestaba ni parecía disgustado por ello.

🌿🌿🌿🌿🌿🌿

Estaban sentados en el sofá. Bueno, Abraxas estaba más o menos sentado, reclinado sobre el reposabrazos con un cojín en la espalda, él estaba medio tumbado encima de él, entre las piernas de Abraxas y apoyando la cabeza en el pecho del hombre. Después de una semana entera de descanso, volver a su rutina de ejercicios y a sus estudios había sido más o menos duro, aunque sólo fuera porque sólo quería tumbarse y no hacer nada en todo el día.

La respuesta de Orión y Abraxas a eso había sido, por alguna razón que no podía entender, acurrucarse con él mientras trataba de estudiar la teoría de sus materias. Se le había ido de las manos después del segundo día y ahora estudiar era sólo una excusa para acurrucarse en su lugar.

En su defensa, se sentía bien y estaba nevando afuera, así que hacía frío. Además, ninguno de los dos parecía estar forzándolos, y los había encontrado dormidos en el sofá uno encima del otro, así que no era como si estuviera cruzando una línea invisible que no le estaba permitida. Tal vez debería sentirse un poco más cohibido después de su charla con Orion...

(El hombre casi había admitido que estaba enamorado de Abraxas y que era recíproco, aunque la mayor parte fuera implícita).

Pero no lo estaba. Era normal, ¿no? Llevaban meses así de unidos físicamente y una sola conversación incómoda no iba a cambiar su forma de comportarse, aunque fuera un poco rara. A veces parecía que tanto Abraxas como Orion lo trataban de la misma manera que se trataban entre ellos y entonces Abraxas simplemente miraba a Orion como si fuera lo mejor del mundo u Orion se dejaba llevar más cuando besaba o abrazaba a Abraxas y la realidad lo golpeaba de repente, no estaba celoso, porque se sentía bien verlos así, un desarrollo perfectamente esperado para ellos, ¡pero dolía por alguna razón y no entendía nada de eso!.

Dejó escapar un suspiro frustrado, por muchas veces que revisara el recuerdo de su charla con Orión, tanto en su mente con la oclumancia como en el pensadero, sabía que le faltaba algo.

-¿Todo bien, Rian?-.

-Yo... Sí, sólo pensaba, no te preocupes-. Dijo, empujándose para cambiar de posición, escondiendo su cara en el pliegue del cuello de Abraxas.

El hombre canturreó, y su mano subió y bajó lentamente por su espalda antes de posarse alrededor de su cintura, dándole un ligero apretón. Desde allí, podía ver perfectamente su nuevo Reloj Familiar donde marcaba que Orión estaba en el Castillo Black y luego en Casa y un nuevo nudo se formó en su garganta.

Merlín, nunca se había sentido tan mal como cuando Orión le había dicho que el que había querido comprarlo había sido Abraxas. Aquí estaba Abraxas, confiándole implícitamente una gran parte de su vida y Hadrian estaba... mintiendo, estaba mintiendo, todos los días y eso lo carcomía y aún así no podía hacer nada.

Abraxas movió la cabeza, los labios presionaron brevemente su cicatriz y se separaron en una sonrisa tranquila antes de volver a su libro.

Tenía que aclararse pronto. ¿Y si perdía esto? No podía, simplemente no. No dijo nada y se limitó a cerrar los ojos para una breve siesta.

🌿🌿🌿🌿🌿🌿

-No, es ça, no 'ca'-.

-¿Cómo se puede considerar eso una letra?-.

-Simplemente lo es, igual que la 'ñ' española que suena como 'gn', simplemente te acostumbras-.

-¿No hay una forma mejor de aprender esto?-.

-No, búscate una si estás tan desesperado, crear hechizos no es tan difícil-.

-Puede que lo haga-.

-Abraxas, no le des ideas o no se concentrará-. Dijo Orión levantándose del sofá, donde estaba leyendo El Profeta y sólo había intervenido en su "lección" dos veces, cuando Hadrian se frustraba demasiado con Abraxas. Al hombre se le daban fatal las explicaciones, mucho peor que cuando intentaba enseñarle cualquier otra materia mágica.

Sin embargo, Hadrian había calculado mal y se había olvidado de que Abraxas había aprendido a hablar en francés cuando aún estaba en pañales, antes de aprender inglés, y no sabía cómo enseñárselo realmente, aparte de darle datos concretos y esperar que fuera capaz de seguirle la corriente.

Por muy cachondo que sonara Abraxas cuando hablaba en francés, eso no le ayudaba nada a la hora de contestarle.

Gimió y volvió a sus escasos apuntes. Pronto conseguiría un libro, estaba seguro de que podría aprender por su cuenta mejor de lo que Abraxas podía explicarle.

🌿🌿🌿🌿🌿🌿

-Estás actuando extraño, Abraxas-. Dijo Orión, sentándose en la silla frente a él.

El café en el que habían decidido detenerse era pequeño, privado y bien iluminado, perfecto después de una larga sesión del Wizengamot a la que habían tenido que asistir para "aprender el oficio". Sinceramente, no era como si no se hubieran pasado la mayor parte de sus vidas asistiendo a ellas y ni siquiera pudieran hablar durante las mismas.

-No lo hago-.

-Sí, tu y Hadrian lo estan. ¿Quieres compartir?-.

-No pasó nada-.

-Yo no creo eso-.

-Bueno, tendrás que hacerlo, es sólo que... no lo sé. De verdad que estoy intentando darle espacio para que lo resuelva por sí mismo, es como si estuviera aferrado a mí y ausente al mismo tiempo y es horrible, pero siempre que le pregunto se cierra en banda y dice que 'sólo está pensando' como, sí, me he dado cuenta, ¿pero de qué?-. despotricó Abraxas, irritado. -Es como si volviéramos al principio y ni siquiera supiera lo que hice-.

Tomó su taza de té cuando apareció frente a él. Sinceramente, no sabía qué había cambiado. Un día Hadrian se comportaba igual que siempre y luego ya no. Miraba a Abraxas de reojo cada vez que estaba en la habitación, no hablaba con él de otra cosa que no fueran sus estudios y cada vez que intentaba ayudarle o le cerraba la boca o se ponía sarcástico y molesto.

-Es un adolescente, a lo mejor no tiene nada que ver contigo-.

-Si no, te trataría igual. Y no lo hace, para nada-. Replicó, jugando hoscamente con la cuchara mientras observaba cómo el líquido oscuro se movía en círculos. -Voy a tener que obligarle a que lo haga. A veces la gente sólo necesita gritarse para que salga-.

-Sólo se retraerá más, hace falta más de una pelea para que explote, me temo, y tu relación con él sólo sufriría por ello-.

-¡¿Entonces qué hago?! No sé lo que le pasa y por alguna razón soy yo el que tiene que pagar por ello-.

-Está bien. De acuerdo, lo siento-. Suspiró, moviendo la cabeza en señal de rendición. Orión tampoco tenía la culpa. -Vamos a darle un poco de tiempo y si al final del mes no ha cambiado me sentaré con él. Si es por ti quizá sólo necesite desahogarse como dices-.

-No siempre puedes arreglar nuestros problemas-.

-Que yo hable con él no arreglará nada, sólo hará que él hable contigo. Créeme, sería muy poco saludable para los dos no ser capaces de lidiar con esto por su cuenta, pero la mayoría de los adolescentes ni siquiera saben lo que sienten a veces, ¿verdad? Yo también solía ser un desastre, tal vez él no sabe lo que le pasa y sólo lo está pagando con el mundo-.

-Dile que ese no es un buen mecanismo de supervivencia, si puedes-.

Orión extendió la mano y se la cogió, mirándole con serenidad.

-Sea lo que sea, estoy seguro de que todo irá bien, ¿vale?-. Asintió, contento de que al menos Orión lo entendiera. -Ahora, ¿por qué no me explicas por qué Irvin Owen me envió una carta diciendo que tenía que ponerte una correa?-.

-Puede que le haya enviado o no un aullador lleno de música de ópera en mitad de su cena de compromiso-.

-¿Por qué?- preguntó Orión, gimiendo de exasperación.

-¡Dijo que le gustaba! Sólo quería hacerle un regalo-.

🌿🌿🌿🌿🌿🌿

Volvió a leer la carta y tragó saliva, luego fue a buscar a Orion a la oficina.

-¿Sí, Rian?-.

-Nott escribió. La fórmula es tan buena como va a ser sin reunirse cara a cara y discutirlo-.

-Ya veo. ¿La carta?- La entregó, esperando ansiosamente mientras Orión la leía. El hombre levantó una mano y se pellizcó el puente de la nariz, suspirando. -Bueno, supongo que tendrás que conocerlo. Pero me niego a que vayas a su mansión. Alquila una habitación privada en Gringotts si quiere reunirse-.

-Orión, eso es caro-. El hombre resopló.

-No voy a dejarte ir así bajo la tutela de otra persona, y mucho menos para un primer encuentro. Puede que Dorus no sea del tipo agresivo, pero algunos miembros de su familia sí lo son y se ofenderán con tu sangre. Dorus parece simplemente contento de que sepas de lo que estás hablando y lo ha descartado, pero no voy a arriesgarme. Pagaré los honorarios de la habitación si no quieres, pero no la mansión. Esto no es negociable y si Dorus se queja que lo discuta conmigo-.

-Bien, devuélveme eso, voy a escribir una respuesta, puedes repasarla más tarde, ¿vale?-.

Orión se levantó de la silla y rodeó el escritorio, parándose frente a él y poniendo la carta en su mano, sin soltarla después.

-Sé que no puedo decirte lo que tienes que hacer, pero esta vez confía en mí, no hay necesidad de correr riesgos innecesarios-.

-Lo sé, Ry-. Contestó. Con una sonrisa de satisfacción, dijo -Que seas un poco más paranoico que la media de los hombres me ayuda a mantenerme a salvo, ¿no crees?-.

Salió corriendo hacia la puerta antes de que Orión pudiera procesar sus palabras.

-¡Vuelve aquí, mocoso!-.

🌿🌿🌿🌿🌿🌿

Hadrian llevaba semanas nervioso, desde Yule en realidad, Orión no sabía qué hacer. El adolescente estaba como siempre, excepto que seguía lanzando miradas a Abraxas con esas expresiones preocupadas y nerviosas que dejaban claro que algo iba mal y Orión no podía soportarlo más.

Abraxas estaba un poco nervioso y quería preguntar qué pasaba, pero Orión lo había impedido. Apenas, no había sido una conversación fácil, pero le había prometido a Abraxas que se enfrentaría a Hadrian al respecto si el adolescente no hacía ningún esfuerzo por comunicarse con ellos antes de fin de mes. Que era ahora.

Sin embargo, con lo cerca que su amigo mayor se estaba haciendo del muchacho, sabía que su resignación pronto se convertiría en dolor por no saber lo que estaba pasando. El propio Orión no entendía qué había puesto a Hadrian de ese humor. Abraxas siempre había estado a favor de la familia, aunque tuviera problemas con la suya, y declararlos a los tres así había sido un acto de fe en ellos. Que Hadrian se alejara tan poco tiempo después, obviamente, estaba tensando las cosas.

Así que había cogido a Hadrian y lo había sentado en el sofá cuando Abraxas se había ido a un trabajo programado y lo había mirado fijamente cuando el adolescente intentó protestar.

-¿Qué te pasa? No, no digas 'nada'. Ya ha pasado un mes, así que basta-. Exigió, tratando de morderse la lengua. No era una reprimenda, no era el padre de Hadrian. -No me hubiera importado dejarte a tu suerte, eres casi un adulto y puedes lidiar con tus propios problemas, pero estás lastimando a Abraxas y sabes que ese es mi límite-.

-Yo...- Orión, por un momento, pensó que Hadrin arremetería, gritaría y lo echaría o algo así. En lugar de eso, se atragantó con sus propias palabras.

-¿Tú qué, Hadrin? Por favor, necesito que hables conmigo-.

-No hay nada de qué hablar-.

-Sí, lo hay. No estarías evitando a Abraxas si no lo hubiera-.

-Yo no...-

-Sí lo eres. No físicamente, no. Emocionalmente, lo que no se merece, a menos que haya algo que yo no sepa...-

-¡No!-.

-¡¿Entonces qué?! ¡Porque tenía la impresión de que te preocupabas por él!-.

-¡Y le estoy mintiendo todos los putos días desde que nos conocimos! ¡No le haces eso a la gente que te importa! Yo... no sé, yo...- Sintió como si le hubieran tirado una tonelada de agua helada por la cabeza. -Yo... él me llamó familia y yo sigo mintiéndole a la cara todos los días, Orion-.

La voz de Hadrian era baja y débil y casi quebradiza, como si alguien le hubiera quitado la fuerza y la rabia a puñetazos. El propio Orión no sabía cómo responder, qué decir.

Debería haberse dado cuenta. Había estado tan concentrado en Abraxas y en asegurarse de que no lo lastimaran que se había olvidado de Hadrian y de dónde venía. Había olvidado que no era un asunto trivial lo que estaban escondiendo. Había olvidado que las acciones de Abraxas también tenían consecuencias y que esto estaba pesando sobre el adolescente por razones completamente diferentes.

Simplemente lo había olvidado. Su vida era tan normal que casi se había olvidado del Viaje en el Tiempo. No en el sentido de que no lo recordara, sino de que no era importante o no valía la pena pensar en ello detenidamente. La educación de Hadrian, el Recipiente del Alma, Abraxas y los crecientes sentimientos de Orión por él eran asuntos más importantes y urgentes.

Había olvidado que Abraxas no podía -(no debía)- entablar una relación con Hadrian sin estar informado de ello. Que no era la razón por la que Hadrian lo mencionaba, porque aún no era consciente de ello, sino el hecho de que se estaba acercando cada vez más al rubio y ganándose su confianza y...

Hadrian había tomado la declaración de Abraxas de que eran familia, la tomó como la confianza que implicaba, y quería igualarla ahora que las cosas se estaban, en cierto modo, poniendo serias.

Le llamaba la atención en los momentos más extraños, cómo a pesar de su vida Hadrian era tan amable y cálido y estaba dispuesto a sacrificarse por el mundo. Había creado una poción que solucionaría varios problemas de casi todos los sangre pura de Gran Bretaña y del mundo (a veces, el sexo no funcionaba para dejar embarazada a una persona, y las brujas sangre pura tenían tantos problemas para concebir debido a la endogamia que, con el paso del tiempo, su población disminuía, pero tal vez esta primera poción sería la primera de muchos otros problemas resueltos cuando Hadrian se enterara) porque Abraxas le importaba mucho, y había necesitado menos de un año de preparación e investigación; los dos se conocían desde hacía literalmente un año.

(Sí, todavía le hacía carrete. No había llorado después de la primera vez que Hadrian se lo había planteado por pura fuerza de voluntad. Los Black no suelen llorar, ¿vale?).

Le impresionó y le rompió el corazón al mismo tiempo. Cómo Hadrian había sido herido, rechazado, insultado, ignorado y pasado por alto toda su vida, y sólo hizo falta que Abraxas se abriera una vez para que llegara a tales extremos para asegurarse de que Abraxas supiera que importaba. Que sus sentimientos y miedos eran importantes. No recordaba la última vez que alguien de su propia familia se había preocupado por esas cosas, por mucho que los quisiera. Él era un Black, el amor casi siempre estaba asegurado, pero los Black tomaban tales cosas como una muestra de debilidad y las explotaban a su favor, Hadrian las tomaba y hacía algo, cualquier cosa para ayudar sin pensar en beneficios para sí mismo.

Bueno, Hadrian rara vez hacía algo para sí mismo.

-¿Ry?-

-Entonces, ¿qué deseas hacer?-.

-¿Qué quieres...? ¡No puedo hacer nada! Se supone que no debo existir, Orión, ¿qué hay que hacer?-.

-Bueno, podrías decírselo-.

-Pero...-

-Los Inefables no lo recomendarían pero, Abraxas ya está bajo juramento de secreto, y créeme cuando te digo esto, aunque no lo estuviera seguiría sin contárselo a nadie. Te adora. Tendríamos que informar a los Inefables para que lo añadan a sus registros, que haya otra persona que lo sepa por si pasa algo que te involucre, pero no hay consecuencias. Y puedo pedirles que envíen otra copia del contrato que firmamos para mantener esto en secreto. El mundo no se va a acabar, Hadrian-.

-¿Y si se va?-.

Un nudo se formó en su garganta. Abraxas amaba a Hadrian, y Orión quería pensar que Abraxas podría -(podría)- ser capaz de mirar más allá del lío en el que se habían metido, pero... Era mucho, y Abraxas tendría todo el derecho a estar molesto por ello. Le gustara pensarlo o no, estar cerca de Hadrian era peligroso. No sabían si algo saldría mal, si un día Hadrian cometería un error y la línea temporal se rompería o... algo. Funcionaban según el principio de los Giradores de Tiempo porque era la única magia temporal que conocían, pero los riesgos eran inmensos.

¿Qué pasaría si Hadrian y todo lo que cambió simplemente desaparecieran un día? Los propios Orión y Abraxas formaban parte de esos cambios. Todo era muy hipotético, Orión no podría tranquilizar a Abraxas de ninguna manera si se lo tomaba a mal.

Tal vez estaba siendo demasiado pesimista y preocupándose demasiado, como dijo Abraxas. Era imposible no sentir miedo ahora que había tanto en juego, pero nunca había dejado de creer lo mejor de su mejor amigo. Tal vez Abraxas los sorprendiera y no le importara tanto.

-No podemos saberlo, pero el Abraxas que conozco, por muy molesto que esté, siempre preferiría la verdad. Es tu decisión, y la respetaré, pero si tanto te molesta, o haces algo al respecto o dejas de hacer sentir a Abraxas que es su culpa que estés molesto, porque lo está volviendo loco-.

-Lo siento-.

-Lo sé, habla con él y dime si quieres decírselo al final. Yo te arreglaré los papeles-.

Hadrian sonrió y le abrazó, y apoyando la barbilla en el pelo del más joven, se preguntó ¿cuánto podía cambiar una vida en año y medio? Y cómo podría mantenerla cuando su familia empezara a hacerle preguntas y a forzarle la mano. De todos modos, nunca era demasiado pronto para empezar a planear, y él ya no era tan joven.

Era extraño cómo había vivido toda su vida sin saber que la bondad podía ser tan devastadora como la crueldad y, sin embargo, no herir en absoluto. Lo sabía todo sobre las sonrisas afiladas hasta que Abraxas miró a Hadrian, flirteó con él y no recibió más que cortesía y amabilidad, chocó contra un muro con sus secretos, y aun así Abraxas se había pasado un año enamorándose de él, y volviendo cada vez. Se habían sentido tan cómodos el uno con el otro que las habituales barreras físicas que Orión mantenía a su alrededor se habían derrumbado sin que él se diera cuenta o sin importarle cuando se dio cuenta literalmente meses después. No solía ser tan ciego cuando se trataba de esas cosas.

Sin embargo, no renunciaría a las sonrisas de Hadrian ni a la emoción de Abraxas. No creía que pudiera perderlas y saber cómo seguir respirando.

Quería seguir viendo el mundo a través de la esperanza de Hadrian y las sonrisas de Abraxas.

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