![The Missing parts of History [Traducción]](https://fanfictionbook.net/img/nofanfic.jpg)
Chapter 37
Yule 1954
Parte 2
El aire en el complejo estaba positivamente helado, Hadrian parecía un poco azul en los labios tipo de congelación. Se preocuparía por ello si Orión no le estuviera lanzando ya todos los hechizos calentadores conocidos por el hombre.
Ambos llevaban puestas sus nuevas bufandas -(él había convertido la suya en violeta y azul, los amuletos de color funcionaban de maravilla, probablemente se había quedado un poco pasmado al ver cómo Hadrian había insertado de alguna manera matrices de runas activas en un arte que debería funcionar de forma totalmente pasiva)-, así que Abraxas apenas se dio cuenta. Por lo que sabía, sus amuletos de aclimatación al clima eran más fuertes que los del pañuelo de Orión, debido a que su temperatura corporal era más baja que la del hombre más joven. Le había rogado a Hadrian que entrara en detalles al respecto.
El hecho de que tuviera que rogarle al adolescente que lo hiciera alardear de sus propios logros lo enfurecía un poco, ya que Hadrian debería estar orgulloso y feliz por ello, no ansioso y preocupado por no haber hecho más.
(Un día, un día encontraría a todos los que le habían hecho daño y los torturaría hasta que se les rompiera la cabeza. Los dejaría atrapados en el pabellón Janus Thickey de San Mungo hasta que murieran. No había piedad para los que podían hacer dudar tan profundamente de sí mismos a una persona tan increíble).
Aun así, Hadrian le había contado a regañadientes y en detalle cada matriz que había hecho y cómo y por qué había elegido ciertas runas en lugar de otras e incluso, aunque avergonzado, le mostró sus anteriores intentos fallidos, así como sus anotaciones y mejoras al respecto.
Era una obra de arte y se había asegurado de que Hadrian pasara por el mismo proceso con Orión, porque no había suficientes elogios en el mundo para hacerle ver lo asombroso y brillante que era por sí solo.
-¿Estás bien?- Preguntó Orión, sacándolo de sus pensamientos. Sonrió por encima de la bufanda.
-Sí, Hadrian ya no se congela?-.
-No, no puedo creer que olvidáramos que no se había hecho una bufanda. Tendremos que convencerle para que se haga una, es útil-. Asintió. Podían coincidir si el adolescente hacía eso.
-Vamos entonces-. Dijo, alzando la voz para que Hadrian, que había necesitado un momento para descansar después de su segundo Traslador del día, pudiera oírle. No era sólo su trauma anterior lo que le daba problemas, parecía que el transporte mágico le daba problemas en general. -Hay un poco de camino hasta el edificio principal desde aquí, por suerte parece que han limpiado la nieve recientemente-.
-Bien, mis botas no están hechas para eso-. Sonrió. Hadrian era tan guapo, demasiado vestido con ropa de invierno como estaba y con las mejillas rojas por el frío y los encantos de calentamiento.
-No te preocupes, te conseguiremos unos que hay aquí, hay una tienda pero ya mandé decir que todos los necesitaríamos. Ha pasado tanto tiempo que los míos ya no me servían-.
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-Sólo estoy agradecido de tener una semana libre de Trasladores. Y que los baúles se puedan encoger-.
-No sé cómo lo hacen los muggles, que tienen que subir sus cosas por el otro lado de la montaña hasta su propio complejo-. Dijo Abraxas.
-Ni siquiera lo sabías hasta que te lo conté hace una semana-.
-¡Pero ahora me lo pregunto!-.
Él no pudo evitar la risa que se le escapó en Abraxas 'indignación.burlona', que habría caído al suelo si no hubiera estado sosteniendo su mano o Orion tener un brazo alrededor de su cintura.
-Cuidado. Rian, no quiero tener que curarte antes de que nos instalemos-.
-¿Pero esperas tener que curarme después?-. Preguntó, divertido, levantando una ceja de la forma en que Orión lo hacía a menudo.
-Con un 68,8% de probabilidad, sí-.
-Idiota-.
-Simplemente honesto-. Replicó Orión. Le sacó la lengua al hombre. Así que era algo torpe, no era tan malo la mayor parte del tiempo.
No tardaron en llegar a un pequeño pueblo rodeado de árboles. Podía sentir cómo atravesaba las protecciones, lo que explicaba por qué no había muros aquí.
-No es una aldea-. Dijo Abraxas y él, comprensiblemente, frunció el ceño. -¿Ves el edificio grande, del tamaño de una mansión medianamente pequeña? Ese es el edificio principal del Resort, donde te registras y consigues una habitación. El edificio grande de al lado es la cafetería para los clientes habituales; en la segunda planta hay un restaurante y varios comedores privados. El de enfrente es el almacén donde se alquilan los equipos, tiene un anexo que es una tienda por si quieres tenerlos en propiedad-.
-El resto de las pequeñas cabañas son para clientes y residentes a largo plazo. También hay otros edificios dedicados a otras actividades para los días en que nieva demasiado. O la gente no está de humor para estar al aire libre-. Dijo Orión cuando Abraxas no los mencionó en su explicación.
-¿Cuánto tiempo tienes que quedarte aquí para que se te considere de larga estancia?-.
-¿Seis semanas?-.
-Dos meses completos. Creo que al menos. La gente que se queda tanto tiempo quiere privacidad, después de todo-.
-¿Así que estamos en el edificio principal?-.
-Sí-. Respondieron ambos.
Todas las casas eran de madera y en algunas parecía haber gente dentro, por el humo que salía de las chimeneas. Pasaban algunas personas con esquís o tablas de snowboard y todas llevaban una pulsera roja alrededor del brazo. Nadie se volvió para mirarlos. Probablemente porque Abraxas se cubría el pelo con un gorro de lana y tenía media cara tapada para que no le reconocieran como un Malfoy.
-¿Qué significan esos?-.
-Es para categorizar. Dependiendo del paquete que hayas comprado te dan una serie de servicios, y así es más fácil que los distintos trabajadores sepan lo que tiene reservado cada uno. Los trabajadores llevan un marcador blanco con un árbol, los clientes normales llevan rojo, los premium azul y los familiares, morado-.
-¿Y si alguien es familiar y trabajador?-.
-¿Por qué lo preguntas?-.
-Bueno, eres de la familia, pero ¿y si te confunden con uno de los trabajadores?-.
-Ah, no, esos tienen una segunda marca, claro. Yo llevaría uno morado sencillo, mientras que mi prima Agatha, que trabaja aquí por elección desde hace años, lleva uno blanco con la M dorada encima del árbol negro cuando trabaja, y el morado cuando no-.
-Lo que no ha dicho es que también es una forma de asegurarse de que todo el mundo está controlado. Hay una matriz rúnica cosida en cada banda y si causas problemas, se escribe directamente en un libro que tiene la Directora para que pueda tomar medidas para ordenar que se calme la situación o que se cancele la estancia de los instigadores-.
-Y todo el mundo tiene que llevar el suyo fuera, porque si alguien desaparece a causa de una avalancha o algo así, sirve de rastreador para que el personal médico del lugar pueda llegar hasta él lo antes posible. No ha habido ningún incidente grave en tres décadas y ninguna muerte evitable desde 1834-.
-Todo eso es bastante útil-.
-Por supuesto que lo es. Esta es la principal estación de esquí mágico de Francia, hay normas que deben cumplirse. La seguridad es una de ellas-.
Abraxas estaba obviamente presumiendo, pero era increíble lo bien gestionadas que estaban las cosas así que tenía derecho a ello, en su opinión. Que presumiera de la falta de muertes en un lugar gestionado por su familia era mejor que que presumiera de lo bien que estaba su pelo en comparación con el de Hadrian u otras cosas ridículas. Eso era simplemente molesto.
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-¡Emile, Germain!- exclamó Abraxas, adelantándose por las puertas del edificio principal para hablar con sus primos en un rápido francés. Ahogó una carcajada, viendo a Hadrian hacer una doble mirada a Abraxas.
Los primos gemelos serían una copia perfecta de Abraxas si no fueran más bajos y corpulentos, con ojos marrones en lugar de los azules de Abraxas y el pelo mucho más corto. Si no recordaba mal, Germain era el mayor de los dos y el más introvertido, aunque Émile no era mucho mejor. Por algo se habían mudado de su superpoblada ciudad a las montañas, más tranquilas.
-Acabo de darme cuenta de que no voy a poder entender a nadie aquí-. Dijo Hadrian, parpadeando para disipar su sorpresa, dándole su abrigo mientras se lo quitaba. El edificio era lo suficientemente cálido sin ellos como para estar cómodo.
-Hay un par de piedras rúnicas que actúan como traductoras que Abraxas ya pidió alquilar para ti. Todo lo que digas saldrá en francés, y todo lo que te digan los demás lo oirás en inglés. Entrarás según nos registremos-.
-¿Por qué no me sorprende?- Preguntó, retóricamente.
-¿Vienen ustedes dos o qué? Quiero enseñarle la ciudad a Hadrian por hoy-.
-¿Vamos?- Dijo, tendiendo una mano al adolescente.
Se alegró bastante de que los días en los que Hadrian no la aceptaba hubieran quedado atrás.
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-¿Cuántos primos tienes aquí?- Hadrian estaba lleno de preguntas hoy, aunque supuso que tal vez debería haber explicado esto antes de venir.
Estaban en sus habitaciones. Técnicamente, había tres habitaciones separadas, porque se había negado a informar a su familia de su arreglo habitual, por si acaso decidían cotillear, lo cual no era un delito. Tenían una sala común compartida y había tres puertas que daban a tres habitaciones diferentes, cada una equipada con su propio cuarto de baño. Que sólo fueran a utilizar la del medio, que tenía un bonito balcón y una cama lo suficientemente grande como para que cupieran cómodamente era asunto privado de cada uno. Como el mantenimiento de las habitaciones corría a cargo de los elfos domésticos, nadie se enteraría.
Ya había dado órdenes a los seres para que deshicieran sus cosas en la habitación, les había entregado su equipaje y se había librado de la tarea. Sinceramente, como si fuera a hacerlo él mismo. A Hadrian no parecía gustarle, pero no le habían educado para dejar que otros hicieran sus tareas. Tendría que acostumbrarse a ello durante la semana, al menos. El adolescente aún se negaba a dejar que Orión y Abraxas le consiguieran uno para el apartamento, prefiriendo hacer las cosas él mismo por alguna razón insondable.
Realmente no entendía la necesidad de Hadrian de darles las gracias por hacer su trabajo, que había puesto histérica a la elfa doméstica que tenían asignada entre elogio y elogio, pero no podía quejarse porque le gustaba la amabilidad de Hadrian.
-Bueno, ahí está Agatha. Es la nieta de mi tío abuelo por parte de padre, así que es mi prima segunda. Ya conociste a los gemelos, son cuatro años mayores que yo y los primos hermanos de Agatha por parte de su madre, es su padre quien está casado en, y los medio hermanos de Lucien, quien actualmente está en Beauxbatons porque eligió estudiar, está en su último año pero es mi primo favorito por ese lado-. Explicó Abraxas, contando con los dedos. -Noelle, Léonie y Maël son los tres hijos del hermano de mi padre y todos tienen madres diferentes, por alguna razón él se consiguió tres esposas que soportaban estar cerca de él, pero toda la familia piensa que sólo quieren estar juntos y mi tío fue la forma de lograrlo. También está Benoit, que es el hijo de mi tío abuelo, pero es lo suficientemente joven como para llamarlo primo. No hice demasiadas preguntas al respecto, mi tío abuelo es mayor-.
-¿Qué hay de malo en eso?-.
-Hadrian, no quiero pensar en la vida privada de mi padre, y mucho menos en la de cualquier pariente que supere los ochenta años. Benoit fue literalmente un niño milagro, ni siquiera sé cómo nació-.
Hadrian hizo una mueca de disgusto, la imagen se le quedó grabada en la mente. No debería haber preguntado. Soltó una risita, guiñándole un ojo al adolescente, que frunció el ceño antes de separar los labios en una sonrisa.
-Deberíamos ir a cambiarnos para poder enseñarte la casa. Será bueno que conozcas todas las actividades que puedes elegir hacer-.
-Muy bien, Abraxas, relájate-. Dijo Orión, saliendo de la habitación, con su banda azul ya en el brazo. -Hadrian, ven aqui, te enseñare como tienes que llevar eso. Abraxas, sigue adelante y haz que tu pelo cumpla o te estarás quejando de ello todo el tiempo-.
Lo haría, había una ligera brisa hoy, lo que significaba que podría convertirse en una verdadera molestia más tarde, por la noche. Con un encogimiento de hombros, besó sus mejillas -(sí, tuvo que ponerse de puntillas e hizo que Orión se agachara, todavía estaba amargado por ello, Orión había sido más alto que él desde que tenía quince años. Abraxas, no Orión, lo que lo hacía peor, se suponía que era el mayor de los dos, ¡maldita sea!)- antes de ir a la habitación mientras Orión y Hadrian discutían sobre el traductor.
Debería enseñarle algo de francés a Hadrian, el adolescente no sobreviviría en su mundo sin al menos un segundo idioma en su haber. Abraxas hablaba francés, español, italiano, griego y latín, además de inglés. Orión, el empollón, añadía alemán, árabe e irlandés.
En realidad, la oclumancia era un salvavidas a la hora de aprender idiomas.
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-No, así no, tienes que intentar mantener las puntas juntas por delante o se te separarán las piernas y te caerás. Así-.
Abraxas, a su lado, le mostró cómo poner los pies. Otra vez. Esquiar era mucho más difícil de lo que aparentaba en las noticias deportivas de la tele cuando estaba con los Dursley. Apenas podía deslizarse unos metros antes de tener que detenerse de nuevo. Orión había optado por no ayudarle, diciendo que no era lo bastante bueno como para plantearse enseñarle, y se había ido a otra zona para practicar y volver a cogerle el truco.
Había muchas cosas que hacer en el complejo, desde los cursos normales de esquí y snowboard hasta escalada de pared, tanto en un edificio aislado con un arnés como en la naturaleza con un guía. Abraxas había dicho que la mayoría de las cosas que se podían hacer en la naturaleza se habían adaptado para que estuvieran disponibles dentro de los edificios, de modo que los clientes no tuvieran que perdérselas sólo porque el tiempo no fuera favorable un día determinado, lo que a Hadrian le pareció una idea bastante buena.
También parecía que algunas cosas eran más fáciles de hacer cuando no tenías que tener en cuenta los peligros de la naturaleza, así que eso estaba bien. Abraxas incluso había prometido no hacerle patinar sobre hielo en el lago helado en vez de en la pista de hielo.
-Creo que eso es lo mejor que vas a conseguir sin ninguna experiencia-. Dijo Abraxas, de repente.
-¿Qué significa eso?-.
-¡Buena suerte!-.
De repente se vio empujado hacia delante, con los brazos agitándose a los lados mientras intentaba no rodar por la pista de prácticas. Para niños, podría añadir. Por suerte, sólo se cayó cuando ya estaba casi abajo y no se estrelló contra ningún árbol.
-¡Te voy a matar!- Le gritó al hombre, que sólo se rió de su desgracia.
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Tenía frío en el costado derecho. Al girar la cabeza, se dio cuenta de que aún estaba oscuro fuera, sólo una tenue luz de vela en el balcón proporcionaba algo de luz. Parpadeó, intentando ver mejor en la oscuridad. Tenía el brazo izquierdo entumecido y sentía un hormigueo en el hombro.
Abraxas roncaba suavemente sobre su pecho, mientras el mencionado brazo estaba aprisionado bajo su cabeza y la almohada. Sus piernas estaban entrelazadas bajo las sábanas y uno de sus brazos rodeaba su torso y lo mantenía en su sitio; su pijama de seda se pegaba a su piel desnuda. Estaba resignado a dormir siempre medio desnudo, la verdad, pero agradecía que ni Abraxas ni Hadrian se quejaran por ello. Hadrian incluso había dejado de sonrojarse salvajemente cada vez que se despertaba antes que Orión, que era a menudo. Intentó apartar algunos pelos sueltos, le hacían cosquillas en la nariz y agradeció que la mayor parte del cabello del rubio se mantuviera en su trenza.
Si Abraxas no amara su pelo tanto como él, Orión se quejaría más de él.
Aún así, ¿dónde estaba Hadrian? Abraxas no se había despertado, así que era poco probable que hubiera pasado una mala noche. Orión odiaba las pesadillas de Hadrian y tener que drogar al adolescente para que pudiera dormir lo suficiente como para no ser un riesgo para su seguridad. Odiaba que Hadrian le agradeciera cada vez que le daba una poción, como si fuera un alivio.
Lentamente, deshizo el agarre de Abraxas sobre él, asegurándose de que el rubio estuviera bien arropado para que no tuviera frío. Al no encontrar su camisa, se limitó a coger una de las túnicas negras abiertas que ofrecía el complejo y se la ató alrededor. Hacerlo con un solo brazo era duro, pero poco a poco iba recuperando la movilidad. A pesar de tener suficiente espacio en la cama, por una vez, para no tener que estar abrazados, parecía que la costumbre ya estaba demasiado arraigada en ellos como para dejar de hacerlo.
No había luz fuera de la habitación ni en el baño, así que lo descartó en favor del balcón.
El adolescente se sentó en el sofá cubierto por una manta, con las rodillas pegadas al pecho y una taza humeante en las manos mientras miraba a lo lejos.
-Espero que eso no sea café-. Dijo, con cuidado de no sobresaltar demasiado a Hadrian.
-Um... no, sólo cacao caliente. Lo intenté, pero Kippy se negó, diciendo que era malo para mí o algo así. No sabía que los elfos domésticos supieran rechazar cosas así-. Sonrió satisfecho, sentándose a su lado y sorprendiéndose gratamente cuando el adolescente optó por apoyarse en él y aprovechar para pasarle el brazo por los hombros.
Hadrian tuvo la decencia de compartir la manta, poniéndosela por encima de las piernas. Parpadeó, mirando al adolescente e intentando desesperadamente no sonrojarse. Al menos había encontrado la camisa que le faltaba, aunque parecía ser lo único que Hadrian llevaba puesto, ya que había visto brevemente las piernas desnudas de Hadrian en movimiento.
Joder, no le importaba perder camisas así. Nunca había tenido un amante el tiempo suficiente como para que le quitaran la ropa, ni por error ni a propósito, así que esto era una novedad.
(No es tu amante, Orión. Dijo su conciencia. Cállate, respondió él).
Le caía larga y le cubría todo menos las clavículas; las mangas estaban remangadas, pero aún le llegaban a los antebrazos. Hadrian podría haber estado creciendo últimamente, pero aún era pequeño, querido Salazar, tenía que controlarse o tendría un... problema.
No era el momento para eso, la verdad.
-Pueden si aquel a quien sirven se lo permite-. Dijo como explicación.
-¿Te he despertado?-.
-En cierto modo. Tenía frío-.
-Lo siento-.
-¿Por qué, por no ser un horno viviente?-. Se burló, ganándose una carcajada de su amigo. -¿Pasó algo?-.
-La verdad es que no, es que no podía dormir-. Arqueó una ceja y el adolescente resopló. -¿Puedo hacerte una pregunta personal?-.
-Claro, cualquier cosa-. Puede que fuera demasiado rápido, demasiado sincero, porque el adolescente lo miró con los ojos medio entornados bajo su mata de pelo, con una expresión ilegible en el rostro. -De verdad, cualquier cosa. Si no quiero contestar, te lo diré. Si no sé cómo hacerlo, también te lo diré. Lo peor que puede pasar es que te diga que pares, Rian-.
-De acuerdo-. Dijo mirando su taza y dándole un sorbo. Esperó pacientemente. -Vale, entonces... ¿Desde cuándo tú y Brax estan juntos?-.
-¿Qué?- No creía haberlo oído bien, como si el adolescente intentara apresurarse y soltar la pregunta antes de perder los nervios. -Repite eso, fue demasiado rápido y todavía estoy medio dormido-.
-¿Desde cuándo... estás... con Abraxas?-.
-¿Con él?- El adolescente asintió, jugueteando nerviosamente con los dedos y sujetando la taza con tanta fuerza que Orión temió que pudiera romperla. -¿Con él?-.
-Uhum-.
-Yo no-. El adolescente le envió una mirada poco impresionada, pero Orión seguía intentando recomponer sus pensamientos para darle una respuesta más detallada. Por su mente cruzaron un sinfín de palabras que su madre no podía saber que conocía.
-Soy inconsciente la mayor parte del tiempo, Orión, pero no estúpido-. Dijo el adolescente antes de encontrar la forma de expresar sus pensamientos.
-No. No... No lo entiendes, realmente no estamos juntos de esa manera-.
Hadrian se apartó de él, frunciendo el ceño y... ¿herido?.
-Orion, pensé que sabías que no necesitabas mentirme-.
-No lo hago. Sé que mi relación con Abraxas es muy diferente a la de los demás, pero no tenemos una relación, Rian-.
-Literalmente te vi inmovilizarlo contra el suelo, un poco más y se habrían estado besando-.
-¿Cuándo?-.
-¡Hace menos de dos semanas!- Dijo irritado el adolescente. Uh... Um... Eso podría malinterpretarse así, sí.
-Hadrian-. Miró a su joven amigo y tragó saliva. Hadrian no parecía molesto por la idea de que cortejara a Abraxas, sino porque no se lo habían dicho y porque Orión lo negaba.
-¿Qué?- Dijo, desafiante.
Reflexionó sobre sus próximas palabras con cuidado. Si decía algo equivocado, Hadrian se enfadaría y seguiría pensando que había mentido. O creería que no había espacio para él en su hipotética relación y ni siquiera los consideraría una posibilidad. Abraxas lo mataría si le hacía creer eso a Hadrian, aunque fuera por error.
-He amado a Abraxas toda mi vida. No recuerdo la vida sin él, porque entonces era demasiado joven para poder formar recuerdos duraderos. Es lo único que sé sentir cuando se trata de él. Pero, para ser sincero, ninguno de los dos nos habíamos dado cuenta de que los demás pensaban que estábamos cortejándonos hasta hace unos meses. Fue... una realización complicada, y no negaré que me hizo dudar-.
-Orion...-
-No estamos juntos, no estamos listos para eso, él es mi mejor amigo y las cosas son lo suficientemente complicadas en nuestras vidas para eso-. Dijo. No importaba lo embarazoso que esto le estaba haciendo sentir, necesitaba ser honesto. Lo último que necesitaba era que Hadrian creyera que estaban en una relación exclusiva sin él, mientras Hadrian ni siquiera había insinuado que quería ser parte de ella. Salazar, qué lío. -Nosotros... Esto es difícil de explicar-.
-A veces hay que simplificar las cosas-.
-Supongo que sí. Abraxas y yo no podemos amarnos sin más. No puedo explicarlo mejor que eso-.
-¿Qué significa eso?-.
-¿Has oído hablar de las tríadas? Son bastante comunes entre los mágicos. Al igual que las orientaciones sexuales, la monogamia es sólo una de las opciones. Una tríada es, básicamente, una relación formada por tres personas en lugar de dos. No me estoy explicando muy bien-. Hadrian frunció el ceño.
-¿Así que estan buscando a alguien más?-.
-No, no estamos buscando en absoluto, esas cosas simplemente pasan, tienes sentimientos y haces que funcione o no. Abraxas y yo podríamos estar juntos muy fácilmente, pero elegimos no estarlo, al menos por ahora-.
-De acuerdo-. Hadrian asintió para sí, bebiendo un poco más y luego colocando la taza en la mesita auxiliar. -¿Me lo dirás si lo haces, o si encuentras a alguien más?-.
-No va a pasar, eso te lo puedo prometer-. Dijo, tirando de nuevo del adolescente hacia sí para abrazarlo.
Joder, no había esperado que Hadrian se lo preguntara y su corazón seguía latiendo desbocado en su pecho. ¿Podría sentirlo Hadrian? Esperaba que no.
-Soy muy feliz con la vida que tengo ahora mismo, con él y contigo y con la dinámica que tenemos. No quiero cambiarla, si no te importa-.
-¿Cómo puede ser eso?- Resopló.
-No podría elegir, Hadrian, si alguien me preguntara a quién elegiría entre ustedes dos yo... no puedo, sería un infierno de cualquier manera. Soy un Black. Primero viene la obsesión, luego la lealtad, luego la devoción sin fin. De una forma u otra sería muy extraño que me pasara una tercera vez-.
-Realmente no lo entiendo-.
-Significa que estarás conmigo el resto de tu vida, si quieres. Sólo ten la mente abierta sobre Abraxas y yo, somos así de raros-. Besó el pelo de Hadrian, lo único que podía alcanzar ahora mismo. El adolescente rió, con los hombros temblorosos mientras intentaba no hacer demasiado ruido. Se levantó, con cuidado de no dejar caer la manta no fuera a ser que su imaginación volviera a volar y le tendió una mano a Hadrian. -Vamos, volvamos a la cama, ya dejamos a Abraxas solo demasiado tiempo-.
-De acuerdo-. Dijo sonriendo y entrelazando sus dedos.
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-Ohh esto se siente bien-. Orion dijo, sentándose en el banco de ladrillo natural en el manantial natural. Había un montón de vapor que salía de ella y, después de un día entero de tratar de conseguir Hadrian a esquiar en línea recta, era una actividad muy bienvenida.
Sus tatarabuelos, unas doce veces tatarabuelos, los habían creado, realizando un complicado trabajo de hechizos para llegar al magma hasta debajo de la montaña y mantenerlo contenido lo suficientemente cerca como para crear el manantial sin que resultara peligroso. Estaba a un par de kilómetros del pequeño pueblo que se había convertido en el balneario y Abraxas se había asegurado de reservarlo al menos dos tardes y una noche en días diferentes para que los tres pudieran venir aquí y relajarse sin que nadie les molestara.
Era un poco embarazoso hacer esto, porque Orión estaba literalmente desnudo ahora mismo, mientras Hadrian se quitaba la ropa y se ponía una toalla alrededor de la cintura en el pequeño puesto que había cerca, donde sus cosas estarían a salvo. Había tomado su cámara como una idea tardía, y se estaba asegurando de que había suficiente película en ella, ya que no había tenido tiempo de tomar otro rollo para reemplazar este.
-¿Realmente necesito quitármelo?-.
-Todos somos hombres aquí, Hadrian, y pensé que ya estabas acostumbrado a este tipo de cosas-.
-No al aire libre, Ry, es diferente-.
-No te preocupes, no te haré fotos para vender, aunque con lo guapo que eres...-
-¡Abraxas!- Gritó el adolescente, con la cara colorada.
Aun así, sus habituales bromas se reanudaron y Hadrian se olvidó de su timidez, metiéndose en el agua y soltando un gemido aliviado, probablemente debido a que el agua caliente hacía que sus músculos se relajaran.
-¡Eh, mira aquí!- Dijo, dándose la vuelta, con la cámara preparada para un disparo.
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Estaba avergonzadísimo, Abraxas tarareaba alegremente mientras llevaba la cámara de vuelta al puesto para que no se estropeara.
Orión simplemente le había rodeado la cintura con un brazo y lo había acercado, con una mirada desinteresada en su rostro casi inexpresivo pero enrojecido, y esa era la postura con la que se había tomado la foto.
Todavía podía sentir el brazo de Orión arrastrándose a lo largo de su espalda. Y después de la charla de anoche... bueno, era muy consciente del hombre, eso era todo. De los dos.
Pero no tanto como lo habría hecho un año antes, se dio cuenta. Entre la insistencia de Orión por el ejercicio y los duelos y la casi obsesión de Abraxas por una dieta saludable, se había llenado, seguía siendo un adolescente flaco que se molestaba demasiado por los dos hombres muy desnudos a su lado, pero eso no venía al caso.
El hecho de que todo su lado derecho estaba pegado a Orión todavía, ya que el hombre no lo había soltado en absoluto, sólo lo miraba con esa sonrisa exasperante, como si lo desafiara a mencionarlo y hacer las cosas incómodas. ¿Lo serían? Orión parecía tan cómodo en su propia piel.
Que, sí, Orión era alto y fuerte y sus músculos estaban bien definidos y tenía buenas proporciones y... Bueno, tenía suficientes razones para sentirse seguro de sí mismo, y de alguna manera no le hacía sentir intimidado o envidioso en absoluto. Tal vez era porque dormía con el hombre todos los días, verlo sin algunas de sus ropas ya no era tan extraño.
Entonces Abraxas se metió en el agua, justo al otro lado de Orión, bromeando y riendo y él se relajó aún más, sin importarle que la mayor parte de su peso estuviera sobre Orión. El hombre no se quejó en absoluto, así que eso era bueno.
(Quería pensar que su charla había sido una pista, que no les importaba que estuviera cerca e interfiriera y... no, sólo era un adolescente y sus dos amigos, por muy amigos que fueran, ni siquiera le mirarían así. Estaba bastante seguro de que con el tiempo se le pasaría, Ron y todos sus compañeros de habitación habían empezado a tener ese tipo de sueños y pensamientos y... e impulsos, pero siempre se desvanecían rápidamente de una persona a otra, él sólo era una especie de flor tardía que tenía el gusto más extraño de todos ellos. Eso era todo. Simplemente tomaría lo que pudiera y cuando lo dejara no sería raro porque no se lo iba a decir a nadie. Se alegró de que Orión no se hubiera ofendido por su metedura de pata. Mierda, incluso le había llamado mentiroso a la cara, se habría enfadado mucho en su lugar).
(Necesitaba desesperadamente preguntarle a alguien sobre las relaciones en el Mundo Mágico, obviamente no sabía mucho al respecto si lo que Orión había dicho sobre las tríadas era cierto. Había asumido que también serían muy tradicionales con eso, viendo cómo funcionaba su mundo).
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El resto de las vacaciones pasó bastante rápido. Consiguió llevar a Hadrian a aprender a patinar y Orión incluso había bailado con él sobre el hielo por primera vez desde que eran niños y aún estaban aprendiendo. Hadrian se negó a ir a escalar, pero había ayudado a Abraxas a desenredarse el pelo después de sus muchas, muchas caídas.
Hadrian ni siquiera se había quejado cuando los habían llevado a un comedor privado el día 31 para celebrar el fin de año y la llegada del nuevo.
Como siempre, había habido un espectáculo de luz y hielo en el exterior que habían podido ver a través de la ventana y que había hecho que la cara de su sol se iluminara de regocijo y alegría. Orión lo había visto antes, cuando eran más jóvenes, y Abraxas lo había sorprendido mirándolos a ellos en vez de al espectáculo.
Aún así, nada podía superar volver a casa. Sentía que, a pesar de haber ido de vacaciones para descansar, había acabado más cansado.
-No te quejes, tú eras el que quería salir siempre, no me extraña que durmieras hasta tarde todos los días-.
-Cállate, como si no te hubiera encantado-.
-Sí que me gustó, había olvidado lo bueno que era, gracias por convencerme, Brax-. Sonrió al hombre, tendiéndole el brazo desde donde estaba tumbado en su cama -(mucho más pequeña que la del resort, y sin embargo, la había echado de menos, era hogareña)- y tiró de él hacia abajo cuando lo cogió. -¡Eh!-.
-Tenemos que hacerlo más a menudo. Siempre dijimos que viajaríamos cuando fuéramos adultos, pero al final, la única razón por la que lo hacemos es para trabajar. Me gusta más así-.
Orión tarareó sin compromiso, sosteniendo su peso poniendo el brazo por encima de la cabeza de Abraxas, colocando la mano en su mejilla e inclinándose para besarle la frente. No, no le hizo sonrojarse, cállate. Orión era simplemente guapo y cálido y estaba completamente pegado a él desde los pies hasta el pecho. Orión sonrió satisfecho, probablemente sabiendo a dónde iban sus pensamientos.
Ya estaban con la ropa de cama, la que Orion normalmente se quitaba sin darse cuenta sin importar nada y podrían desempacar sus cosas mañana.
-¿No van a dormir hoy?-. Oyó decir a Hadrian desde la puerta del baño. Orión lo miró por encima del hombro.
-No sin ti, querido-. Dijo Orión, empujándose a un lado para no caerse encima de él y tumbándose de lado. Qué considerado. Optó por limitarse a agarrar con las manos al adolescente.
Hadrian se acercó a ellos con facilidad, tumbándose y apoyando la cabeza en la clavícula de Abraxas mientras Orión los cubría a todos con las mantas y alargaba el brazo para sujetarlos a los dos a la vez.
Fuera lo que fuera de lo que habían hablado -(Orion había mencionado que Hadrian había pensado que tenían una relación, pero nada más)-, hizo que Hadrian se mostrara de alguna manera más receptivo hacia ellos, aunque al mismo tiempo no cambiara nada en su relación.
Estas habían sido unas de las mejores vacaciones que había tenido en mucho tiempo y ni siquiera el baile de mañana en la mansión podría cambiar eso. Sonrió a sus dos amores -(no amantes, por desgracia)- y cerró los ojos para dormir. Lo último que sintió antes de que Morfeo lo atrapara fue la presión de unos labios sobre su pelo y el apretón de unos brazos alrededor de su cintura. Sintió calor.