The Missing parts of History [Traducción]

Harry Potter - J. K. Rowling
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The Missing parts of History [Traducción]
Summary
En retrospectiva, Harry podía admitir que tocar cosas al azar en Grimmauld Place no había sido una buena idea. Sin embargo, era un poco tarde para eso.Varado en el tiempo, sin camino de regreso a casa, Harry tuvo que aprender a hacer frente a su vida mientras vivía en los años 50.Por extraño que parezca, Orion Black no se parecía en nada a lo que esperaba. Abraxas Malfoy tampoco. O sus amigos, en su mayor parte.Honestamente, tratar de mantenerse al día fue agotador.
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Chapter 36

Yule 1954
Parte 1


Caminaba por la calle a paso lento. Abraxas se tomaba su tiempo mirando escaparates antes de decidir si quería entrar. Orión agradeció que quedaran muy pocas tiendas en las que Abraxas pudiera comprar, había sido una mañana muy larga.

Claro, no le importaba llevar sus bolsas y seguirlo a todas partes, y tampoco le importaba ir de compras, pero sólo había un número limitado de horas que uno podía caminar en el frío -(incluso con encantos de calentamiento)- antes de que se cansara de ello.

-¿Podemos ir a un café ahora, por favor? Deja que me caliente un poco al menos-.

-Este-. dijo Abraxas, deteniéndose bruscamente en la entrada de un callejón lateral. Frunció el ceño.

-¿Qué?-.

-Entremos, por favor-. Abraxas le miró, mordiéndose el labio.

-De acuerdo, pero el café es lo siguiente-. Recibió una inclinación de cabeza.

Mirando el escaparate de la última tienda elegida por Abraxas, tragó saliva. Su mejor amigo miraba al suelo mientras entraba. Cogió la mano de Abraxas entre las suyas y le siguió.

Bueno, esta era sin duda una manera de hacer una declaración.

🌿🌿🌿🌿🌿🌿

-Podría arreglarse. El Hotel Brillant Diamant -(el gusto de la familia de Abraxas por los nombres es horrible, por cierto)- está escondido a mitad de camino de Hauts-Forts, en Francia, y sólo lo usan los mágicos. También está en un lugar de difícil acceso para los muggles, lo que lo hace seguro también en ese aspecto. Podríamos reservar una de las habitaciones grandes para los tres, las que tienen buenas vistas y balcón-.

-Sí, por favor, Hadrian-. Miró al adolescente, haciendo su mejor imitación de ojos de cachorro aunque él mismo nunca los hubiera visto. No estaba dispuesto a suplicar.

-Siempre que no les cause problemas a ninguno de los dos-. Se alegró tanto que se cayó del sofá.

Valió la pena.

Ahora sólo tenía que convencer a Orión de programar algunas actividades y el uso privado de las aguas termales que su familia había creado allí hacía siglos, también tal vez podrían montar la pista de hielo para patinar, no lo hacían todos los años pero Orión y Abraxas podrían enseñar a Hadrian si su familia aceptaba. Por algo el Resort estaba donde estaba y seguía atrayendo a muchos clientes durante todo el año. Era un lugar muy exclusivo y la mayoría tenía que reservar una habitación con meses de antelación para que le dieran un lugar. No era muy grande, estaba aislado y era un lugar estupendo para relajarse incluso si decidías no hacer nada en absoluto.

🌿🌿🌿🌿🌿🌿

-¡Arriba, arriba, arriba!-.

Le despertaron bruscamente de un sueño maravilloso, no apto para espectadores de trece años o menos ni para ninguno de sus amigos y familiares del pasado-futuro, un par de brazos fuertes que le apretaban la cintura y la sensación de besos en la cara.

-¡Cállate, Brax!-.

-¡No, vamos, hay regalos!-.

-De todos modos, ¿cuándo llegaste?-.

-Anoche. No podía soportar estar más tiempo en la mansión, no quería despertarte. Además, Orión trajo el desayuno para que no tengas que hacerlo tú. Feliz Yule atrasado, ¡ya arriba!-. dijo Abraxas, dejándole un último beso en la punta de la nariz, fulminándolo con la mirada, antes de levantarse de la cama y darse la vuelta para abrir las cortinas.

Bueno, al menos ahora recibía un abrazo antes de que alguien le arrojara luz a la cara. Sin duda era una mejora. No entendía cómo Abraxas podía tener tanta energía ciertas mañanas y otras no. ¿No podía ser constante y simplemente dormirse?.

Con el sueño completamente arruinado, se levantó y alzó los brazos hacia Abraxas. Si el hombre quería que se levantara, tendría que ayudarle. Desafortunadamente, no había planeado la parte en la que Abraxas era un idiota.

En lugar de ayudarlo a ponerse de pie, Abraxas simplemente lo tomó en sus brazos, con las manos en la parte superior de sus piernas para evitar que se cayera, haciendo que se aferrara por su vida a su cuello y rodeando sus caderas con sus piernas todo mientras lo maldecía hasta el infierno y de vuelta.

Aún así, Abraxas era cálido y fuerte, así que se limitó a recostar la cabeza, esconder la cara en el cuello del hombre y no hacer nada por ayudar mientras éste lo llevaba a la sala.

(Las manos de Abraxas tan cerca de su culo no le ayudaban a olvidar el sueño al que quería volver, por muy embarazoso que fuera. Merlín, realmente debería aprender a controlarlas. Más aún porque dormían con él la mayoría de los días. Estaba bastante seguro de que Orión sabía por qué se escabullía al baño tan a menudo y el hombre tenía la decencia de no comentarlo).

(Abraxas se estaba arrepintiendo mucho de su decisión ahora, ¡¿cómo podía un adolescente adulto ser tan condenadamente mono?! ¿Era un gato o algo así?).

-Lo tengo-.

-¿Estás seguro? Parece que te tiene a ti, en todo caso-. Oyó decir a Orión. Mirando hacia arriba, lo vio abriendo algunas cajas de comida en la encimera de la cocina.

Abraxas lo dejó en el sofá, con cuidado de no dejarlo caer, y se sentó a su lado, invocando una de las muchas cajas decoradas que habían dejado sobre la mesa del comedor y a su alrededor. Dioses, se habían pasado con esto, debería haberlo sabido. Si comparaba la pila de regalos con la de Dudley cuando cumplió once años, estaba bastante seguro de que eran el doble, o el triple. Con un poco de suerte, esto era sólo Abraxas y Orión tratando de superarse unos a otros.

-Aquí, tú primero-. Abraxas dijo, pareciendo más emocionado que un niño.

-¿No puedo tomar café primero?- Orión se acercó a él, con una taza de té y una jarra en las manos y las dejó sobre la mesita que tenían delante, sentándose al otro lado de Abraxas y pasándole el brazo izquierdo por los hombros. Cogió la que era claramente de café y dio un gran sorbo. -Gracias-.

-¡Presentes, Rian, vamos!-.

-Tú...- Orion señaló al rubio con su mano libre. -Eres peor que un niño-.

Se rió de Abraxas, que había decidido que la mejor forma de combatir la afirmación de Orión era sacarle la lengua y arrimarse a él mientras miraba con odio a Orión.

No hacía más que darle la razón a Orión, pero era Navidad/Yule, aunque un poco tarde para ellos, así que no importaba. Estaba contento de que hubieran pospuesto su celebración para pasar tiempo con él.

Tarareando, empezó a abrir las cajas que le ponían delante, rebosante de alegría, con cuidado de no ensuciar demasiado todos los envoltorios como solía hacer su primo. Limpiar ese desastre siempre era horrible y él no quería tener que hacerlo.

Sí, la magia facilitaba las cosas, pero no se trataba de eso.

(La alegría de recibir regalos sólo para él no había desaparecido ni cambiado desde que tenía once años).

Abraxas y Orión no tenían la misma idea, ya que decidieron hacer bolas con los envoltorios para lanzárselas el uno al otro, lo que se convirtió en una pelea de bolas de papel cada vez, después de que cada uno hubiera abierto unos cuantos regalos.

Entre comer la selección de pequeños pasteles y pastas -(y sus queridas tartas de melaza)- y abrir los regalos, se sintió cálido y feliz.

Recibió todo tipo de libros, suficientes para duplicar su colección, ya que la mayoría venían en paquetes de tres a ocho (el mayor era una Colección de Porciones de quince, pero ese fue el único que superó los diez) en lugar de regalos por separado, unos cuantos colores diferentes de hilo y otros tipos de hilo y materiales para coser, acompañados de una mirada cómplice de Orión, más ropa de la que nunca habría tenido, una colonia demasiado cara, una de las plumas de pavo real pintadas a mano por Abraxas para usarla en un collar en vez de como pendiente, en un precioso azul noche con estrellas y la luna (Abraxas y Orión tenían unas iguales, porque Abraxas era un tonto), un par de gemelos nuevos que no creía que llegara a usar nunca...

(Platino encantado, Abraxas, ¿en serio?).

...E incluso algunas pociones y productos para el cuidado del cabello como, ¿era necesaria la indirecta? Envió una mirada fulminante a Abraxas al ver aquello, pero sólo recibió una risa divertida y un beso en la mejilla. Idiota. A su pelo no le pasaba nada, ¿vale? Simplemente tenía vida propia.

-Este es el siguiente-. Orion dijo, sosteniendo otro cuadrado a él. No pasó por alto la mirada que sus dos amigos compartieron cuando pensaron que estaba concentrado en él en lugar de en ellos, cómo la sonrisa de Abraxas se había vuelto un poco tensa en los bordes. Raro.

Deshizo con cuidado el envoltorio verde y azul y lo dejó a un lado. Dentro de la caja de madera, que estaba bien cerrada con un candado y tenía un hermoso árbol tallado en el centro, encontró un reloj. Frunció el ceño, mirando el diseño y... oh, era como el de los Weasley, ¿verdad? En lugar de las horas, tenía escrito en la circunferencia "Hogar", "Mansión Malfoy", "Grimmauld Place", "Hospital", "Peligro Mortal", "Prisión", "Castillo Black", "En el trabajo", en una bonita cursiva, además de dos ranuras vacías más. Estaba hecho de una madera rojiza con detalles floridos, peonías y tulipanes si no se equivocaba, a lo largo de los bordes y tenía un fino cristal que lo protegía y...

Un extensor de mano otro regalo envuelto para él, mucho más pequeño pero decorado con el mismo papel y una cinta plateada.

Tiró la cautela al viento y lo abrió sin cuidado. Dentro de la cajita a juego había tres agujas de reloj hechas de algo parecido a la plata -(o algún tipo de oro de aspecto plateado, quién sabía con estos dos)- con sus nombres en ellas, junto con una pequeña foto en la parte superior.

Él...

-¿Qué tiene de importante?- le preguntó a la señora Weasley.

Llevaba un día en la madriguera pero ya le encantaba. Las tareas se hacían solas, en su mayoría, todo el tiempo y sin embargo todo estaba desordenado y colorido. El señor Weasley estaba trabajando casi todo el día, al parecer, pero era muy simpático y amable, y la señora Weasley, a pesar de que había aparecido de la nada, lo había recibido con los brazos abiertos, su única queja era que no comía mucho. Le había estado dando golosinas, la mayoría de ellas frutas o pasteles hechos de fruta para "intentar que engordara". Le había pedido a Ron que desenterrara algo de su ropa vieja y a los gemelos que trasladaran un segundo colchón -(mucho mejor que el que tenía en casa de los Dursley)- a la habitación de Ron para que pudiera dormir allí.

También le habían dicho que ayudara con las tareas de la casa, pero apenas eran nada comparado con lo que tenía que hacer normalmente y además eran mucho más divertidas, ya que no era el único que trabajaba por aquí y los gemelos siempre estaban bromeando y haciendo las cosas interesantes. Estar con Ron después de tanto tiempo separados era increíble, aunque Ginny, la única hermana de Ron, estuviera un poco rara con él.

Aun así, había muchas cosas que no entendía, y el extraño reloj era una de ellas. Sin embargo, a la señora Wesley no le molestaba que preguntara como a la tía Petunia, así que no le importó mencionarlo.

-Es un Reloj Familiar, querido. Muestra dónde está cada uno siempre y cuando estén en un lugar que lo muestre-.

-¿Pero por qué?-.

-Fue un regalo de Arthur, para nuestra boda. Suele significar que estás dispuesto a formar una familia juntos o que te tomas muy en serio tu relación con las personas que tienen la manecilla del reloj. La familia es muy, muy importante en el Mundo Mágico, por eso una pieza como ésta es tan importante cuando se regala a alguien-.

-Eso está bien, supongo. ¿Cómo funciona?-.

-Inquisitivos, ¿no? Creo que se engancha a los guardianes o a los lugares. Vas a algún sitio con la piedra de guardián dentro y grabas la zona, luego la metes dentro y escribes el nombre de esa nueva zona. Las manecillas del reloj tienen un poco de sangre de cada persona, su firma mágica, de modo que cuando se advierte una firma mágica en algún lugar, el reloj reacciona a ella y mueve las manecillas del reloj en consecuencia-.

-¿Por qué pone 'Prisión'?-.

-Bill. Oh, mi William-. Dijo la señora Weasley con un resoplido y poniendo los ojos en blanco. Él soltó una risita, ganándose una sonrisa cariñosa de la mujer. -Se portó bastante mal después de cumplir los catorce, creo que es porque es el mayor, lo mimé bastante antes de que llegara Charlie, aunque sólo haya un par de años entre ellos. En algún momento Arthur salió con la piedra de guardián y añadió ese horrible lugar muggle al que siempre se hacía llevar. Solíamos dejarlo por la noche cuando se hacía mayor, para ver si por fin aprendía una lección o dos-.

-¿Aprendió?-.

-En absoluto. Ahora está en Yemen, pero de alguna manera la aguja de su reloj sigue moviéndose a 'prisión' de vez en cuando. Ese chico debe haber descubierto cómo manipularlo para que funcione de otra manera para él. Me pregunto si será igual cuando le asignen el proyecto de Egipto dentro de un par de meses-.

Familia. Eso sonaba maravilloso. Tal vez tendría una, algún día. Familia, eso es. Y tal vez les compraría un reloj, así podría decirles que le importaban, ¿no?.

🌿🌿🌿🌿🌿🌿

-¿Hadrian?- No se atrevió a moverse, viendo los ojos llorosos de Hadrian y oyéndole sollozar.

Abraxas le lanzó una mirada de pánico, moviendo las manos alocadamente, probablemente tratando de averiguar qué hacer. Mordiéndose el interior de la mejilla, se levantó y rodeó al rubio, agachándose frente a Hadrian y cogiéndole las manos. El adolescente seguía aferrado a la cajita.

-Hadrian, ¿está bien?- Preguntó, con voz apenas por encima de un susurro.

-¿Qué?- Preguntó, parpadeando para que no se le cayeran las lágrimas.

-El Reloj Familiar, ¿está bien? ¿Quieres ponerlo en la pared?-.

🌿🌿🌿🌿🌿🌿

Miró a Orión, y a Abraxas por el rabillo del ojo. El rubio parecía asustado y nervioso, pero Orión estaba tan tranquilo como siempre.

-Yo... Sí... Necesita... sangre, ¿verdad? ¿Para las protecciones?-.

-Así es, la tuya es la única que aún no la tiene-.

Orión hizo un rápido trabajo de encuadernación, apenas perforando la punta de su dedo para poder extraer algunas gotas de sangre que Abraxas luego curó, pareciendo aliviado de poder ayudar, y colocando las manecillas del reloj en su lugar antes de sellar la capa de vidrio de nuevo.

Observó, con cierta distancia, cómo Orión se ponía en pie y colocaba el reloj en la pared, encima de la chimenea. Al instante, las tres agujas del reloj se movieron a "Inicio".

Se ahogó con otro sollozo. Pudo sentir cómo sonreía y cómo Abraxas se apoyaba en él, abrazándolo por los hombros.

Tenía un hogar. Tenía una familia. Se dio cuenta tan de repente que sintió como si le hubiera atropellado un camión. O golpeado con el garrote de un troll de montaña. Orión y Abraxas lo estaban reclamando. Como su familia. Maldita sea, necesitaba más tiempo para procesar esto.

-¿Bien?- Orion preguntó, sentándose en el sofá.

-Sí, definitivamente-. Respondió, sonriéndoles.

🌿🌿🌿🌿🌿🌿

La sonrisa del adolescente deshizo los nudos que se formaban en su garganta y estómago, haciéndole sentir cálido y mareado en su lugar, la alegría convirtiéndose en fuego y oro fundido en sus venas cuando se dio cuenta de que Hadrian no estaba enfadado ni triste, sino feliz. Feliz por Orión y por él, tanto que casi había llorado. Por un momento, le había preocupado que hubiera sido demasiado. Reclamar a una persona sin sangre como familia... no se hacía. Muchas cosas no se hacían en el Mundo de los Magos, en realidad, y Hadrian tenía todo el derecho a rechazar el regalo.

Orión ya lo había aceptado al permitirle comprarlo. Orión lo habría rechazado si hubiera pensado que era demasiado y demasiado pronto.

Abraxas siempre había prosperado cuando tenía gente a la que llamar suya. No importaba lo horrible que fuera su familia, siempre los había reclamado como familia porque no tenía a nadie más, excepto Orión, que pudiera llenar ese papel en su corazón y en su vida.

Pero ahora lo tenía, ¿no? Podían ser sólo ellos tres, pero se sentía infinitamente mejor de lo que sus padres nunca le habían permitido sentirse. Las cosas no solían ir tan mal, pero entonces él creció y cambió y las cosas se deterioraron y aunque a veces deseaba que aún pudieran arreglar su relación sabía que era imposible. Eran demasiado diferentes, sus padres estancados en lo que querían que Abraxas fuera y él sin cumplir sus expectativas.

Hadrian le ayudó activamente a aceptar que ser diferente no era malo ni estaba mal. A Orion nunca le había importado si era bueno o malo, o ninguna de las dos cosas, lo que le ayudó a su manera y le ayudó a sobrevivir tanto a su infancia como a su adolescencia, no completamente entero pero ciertamente no roto mientras intentaba encajar en un molde que no estaba hecho para él.

Ya no lo intentaba, no tenía sentido, pero el apoyo constante había sido necesario. Si no lo hubiera tenido, probablemente se habría doblegado y roto para ser lo que sus padres querían, por mucho que le doliera, desesperado por mantenerlos a su lado.

-Ahora sigan abriendo regalos o no terminaremos a tiempo para que ustedes dos se preparen para el Baile de esta noche-. Dijo Hadrian.

Abraxas no tuvo queja alguna a eso, invocando más cajas de diferentes tamaños y formas y pasándoselas, o abriéndolas, cuando leyó la etiqueta en ellas.

Frunció el ceño, abriendo su último regalo de Hadrian, que no les había regalado tanto como ellos a él, pero obviamente había sido escogido meticulosamente a lo largo del tiempo y ¡era tan dulce! Lo notó por el diferente papel de envolver y el método utilizado. Mientras que Orión y él conocían el práctico amuleto que envolvía las cajas por sí solo, Hadrian parecía haberlo hecho a mano, lo que hacía que cada regalo tuviera un aspecto diferente por fuera.

Como su nuevo juego de esmalte de uñas que sabía que su madre odiaría. Hadrian también lo sabía, el rayo de luz y mezquindad que era, y le había dicho a Abraxas dónde conseguir más, además de darle una revista de diferentes estilos que podía probar. Los sangre pura no llevaban las uñas pintadas, la mayoría de las veces usaban guantes, así que no tenía sentido. No, había sido un mestizo quien había introducido el concepto y Abraxas tenía muchas ganas de probarlo, pero no era algo con lo que pudiera salirse con la suya.

Hadrian le había encontrado un hechizo que le ponía una fina capa en las uñas antes de pintárselas para poder quitársela sin problemas muy rápido y otro para que dicha capa se le volviera a pegar en el dedo siempre y cuando tuviera la pintura conservada en una caja especial que venía con el kit. También había un hechizo que eliminaba directamente el esmalte de uñas, por si acaso, sin dejar rastro en caso de que tuviera poco tiempo.

(Acabaría llevándolo delante de su familia, pero aún no estaba preparado para ello. No sólo se consideraba que el esmalte de uñas era algo que sólo llevaban los mestizos y los nacidos de muggles, sino que sólo lo llevaban las mujeres. Como el maquillaje, en realidad, pero eso no le importaba. Sólo estaba contento de que Hadrian se los hubiera dado, sin rastro de disgusto en él. Lógicamente, sabía que a Hadrian no le importaría y que a Orion tampoco, pero probar cosas nuevas como esta siempre era difícil al principio, le hacía sentirse cohibido).

También le había comprado unas cremas especiales para las manos, porque Abraxas odiaba lo ásperas que se le estaban poniendo a causa de los callos de la forja, unos cuantos libros románticos que le encantaban por completo pero que no solían ser algo que uno admitiera que le gustaba, un nuevo juego de piercings para las orejas, su colonia favorita con aroma a flores -(no perfume, eso era otra cosa)- que casi se le estaba acabando y una nueva bata de color fucsia brillante con flores en rosa y morado y azul.

La bata era brillante, y si Orión sentía la necesidad de amordazarse podía ir a hacerlo al baño, imbécil. Obviamente Hadrian tenía el mejor gusto de los dos.

Este era un pañuelo en sus tres (más) colores favoritos, violeta y naranja y un amarillo suave, suave y bien hecho y justo de la longitud perfecta para él, pero había algo que no podía descifrar del todo. Podía oír un zumbido que no debería existir. A su lado Orión jadeó, abriendo un regalo similar.

-¿Qué está pasando?- Preguntó.

-Esto tiene runas-. Orión dijo, mirando por encima de su propia bufanda, azul, gris oscuro y plata tanto para su Casa y colores favoritos. Parpadeó, mirando la suya.

Era tan pequeña que apenas podía ver la diferencia de colores que representaban las runas en cada sección. Los conjuntos de runas se entretejían una y otra vez en cada fila, ni siquiera podía ver dónde se conectaban. Era como si toda la bufanda fuera una única y enorme matriz que funcionaba en conjunto. Era completamente diferente de lo que sabía que podían hacer los Magos del Hilo, apenas podía comprenderlo. Esto... Esto podría costar millones, como, más allá de la marca de los 100 millones. Mierda.

Las secciones púrpuras estaban llenas de matrices en un violeta más sutil, así como las líneas naranjas y amarillas, el tono de las runas podría muy bien perderse o confundirse con un truco de la luz. Una y otra vez. Era como si cada color tuviera diferentes matrices. ¿Tres tipos de matrices? ¿Conjuntos de tres o siete? Cada matriz se repetía una vez que el color aparecía de nuevo. Había, probablemente, 21 runas por tres filas, cada color tenía al menos quince filas de ese color y cinco filas de runas cada una, y luego cuatro secciones de color en una secuencia. Cada línea de la matriz era diferente. Así que tenía tres matrices diferentes, con un total de quince encantamientos de una sola línea -(probablemente, tendría que preguntarle a Orión)- repetidos por cuatro cada uno.

Eso hacía que el pañuelo contuviera 1260 runas individuales, quince líneas que habían sido repetidas cuatro veces a la perfección. Mierda. ¿De dónde coño había sacado Hadrian esta obra maestra? Ni siquiera necesitaba saber de qué estaba imbuida, como si eso importara ya.

Normalmente, los magos del hilo añadían una o dos matrices a la costura, ¡no hacían piezas enteras de puras runas!.

-¿De dónde las has sacado?- preguntó Orión, estupefacto. Sí, a Abraxas también le gustaría saberlo. Hadrian enrojeció, retorciéndose bajo sus miradas y bajando la vista, murmurando algo. -No lo he pillado, lo siento-.

-Dije que los había hecho yo. Con las cosas que conseguí en el Callejón del Infinito-. Dijo. El cerebro de Abraxas se congeló. -¿Están bien? La señora Greenfield me ayudó a aprender a tejer bastante rápido y me dio un montón de libros. Pero ninguno de ellos decía cómo hacer lo de las runas, así que tuve que improvisar y... Nada funcionaba por mucho que lo intentara, así que pensé que sólo tenía que añadir más matrices... ¡Y funcionó bien! De verdad, y la Sra. Greenfield dijo que estaban bien pero ella tampoco se dedica a estas cosas, sólo vende los materiales. Sé que tengo mucho que mejorar en ellos, pero realmente quería hacerles algo a los dos y... Las runas tenían que coincidir con cada uno de ustedes s así que tuve que tener mucho cuidado como, los dos son tan diferentes y no habría sido suficiente con hacer lo mismo dos veces...-

-¡Hadrian!- Cortó la divagación nerviosa del adolescente. Los hizo. Joder, otra vez. Y las runas habían sido hechas a medida para ellos, incluso. Iba a perder la cabeza. -Te llevé por primera vez a ese callejón hace menos de cuatro meses-.

-¿Y? Ya sabía coser, quiero decir, tejer es muy diferente, pero no el manejo de las agujas una vez que te acostumbras-.

-Eso... no es lo que quería decir-. Orion dijo, voz y cara en blanco de emoción. El chico debe estar tratando de averiguar cómo reaccionar.

-¿Entonces qué?-.

-Tú sólo... Realmente no conoces el método que usan los Magos del Hilo, ¿verdad?-. Hadrian negó con la cabeza, encogiéndose sobre sí mismo, como si fuera de alguna manera vergonzoso no saber algo que no tenía forma de aprender en primer lugar, no sin un experto con quien hablar o ser aprendiz. -Bueno, está bien entonces, serás el mago más buscado de ese campo una vez que obtengas la Maestría en él, esto es asombroso y un trabajo completamente original, Rian-.

-Oh umm... ¿Gracias?-.

Abraxas rió, acercando al adolescente a él y besándole la mejilla una y otra vez. Luego lo soltó y le rodeó el cuello con la bufanda porque sí. Podría tener maldiciones cosidas y no le importaría. Orión la dobló en su lugar, dejándola sobre la mesa sólo para tomar la mano de Hadrian y besarle los nudillos en agradecimiento.

-¿Qué hacen las matrices? Reconozco la regulación de la temperatura tanto para el frío como para el calor y las de autolimpieza y autoreparación, pero las demás son todo variaciones-. preguntó Orión. Abraxas podría ser medianamente bueno con las runas, pero tampoco era capaz de descifrarlo.

-Bueno, las regulaciones de temperatura son más pesadas en el de Brax, porque siempre estás corriendo caliente, pero pensé en añadirlas por si acaso en el tuyo también. Hay algunos detectores de maldiciones para que estés un poco prevenido en caso de que alguien intente atacarte mágicamente, algunos amuletos básicos de detección de veneno, un amuleto siempre seco, un gafe repelente en caso de que alguien decida atacarte físicamente, cosas así. Abraxas también tiene unos cuantos amuletos que cambian de color y que se pueden activar activamente para que combinen con su ropa como a él le gusta, eso fue un dolor de cabeza-.

-Sabes, si sigues sacando Proyectos Maestros de esa cabeza tuya en lugar de los de nivel N.E.W.T., podrías seguir adelante y solicitar una prueba en un gremio-. Dijo Orión, sin aliento.

-No, gracias. De todas formas, esto es sólo un hobby. Aún no he decidido lo que realmente quiero-.

Miró al adolescente, incrédulo. Le asombraba que Hadrian no supiera qué tipo de cosas hacía y los logros que conseguía. El adolescente probablemente no entendía por qué Abraxas y Orión se comportaban como lo hacían. Para él, la magia era así de asombrosa y hacía cosas imposibles todo el tiempo, así que por supuesto debería ser capaz de hacer tanto, ¿no? Error. Hadrian era simplemente asombroso y creativo y... acababa de regalar dos obras maestras de nivel Maestro para Yule como se regalaría un juego de plumas o un libro.

Abraxas ni siquiera se sorprendió. Hadrian tenía en alta estima a todo el mundo menos a sí mismo. Abraxas tenía muchas ganas de ver el día en que Hadrian se diera cuenta de que no todo el mundo era capaz de hacer las mismas cosas que él. Su creatividad, ingenio y proceso de pensamiento no eran cosas que todo el mundo tuviera.

Oh. Hadrian estaba literalmente hecho para ser un inventor, ¿no? Era del tipo Ingeniero Mágico, ¿no? Al igual que había Magos de Batalla, Nigromantes o Espiritistas, había gente bendecida con el don de la creación. Su forma de ver la magia era diferente a la de los demás de una forma muy sutil.

No era un don obvio, pero la gente tenía afinidades mágicas. Las runas de Orion y las pociones de Dorus o incluso la curación de Carlisle Greengrass Muy raramente alguien desarrollaba más afinidades a través del uso continuado de un campo, como él mismo en la adivinación aunque no fuera un Vidente y nunca lo sería, o nacían con más de una.

Los Ingenieros Mágicos podían contar los campos de la magia con los que no tenían afinidad con los dedos de una sola mano. Tenían muy pocos límites, normalmente sólo la cantidad de magia que tenían les hacía parar, y a veces ni eso. No era un título, pero... ¿No era la Familia Potter una de las últimas en producir ese Tipo de Magos? Eran famosos por sus creaciones, su desarrollo de las artes mágicas y cada par de siglos nacía uno de ellos y creaba avance tras avance a lo largo de su vida.

No hacía falta ser un genio ni nada parecido, ni siquiera tener un alto coeficiente intelectual, sólo la capacidad de establecer conexiones entre las cosas y el impulso para investigarlas bien. Había Ingenieros Mágicos que nunca creaban nada por sí mismos, sólo hacían los planos y la teoría y los vendían a un gremio o a un Maestro autónomo a cambio de algún crédito.

Era como nacer hombre o mujer. Simplemente lo eras, tu cerebro estaba cableado para funcionar de una determinada manera que podía desarrollarse cuanto más lo usaras. Mientras que la gente podía ser desarrolladora, tú no podías aprender a ser un Ingeniero Mágico. Podías aprender adivinación y nunca ser un Vidente, podías aprender Nigromancia y nunca ser un Nigromante.

Había límites a lo que uno podía hacer en ciertas áreas si no nacías con su respectivo Tipo de Mago, después de todo.

Le entraron ganas de reír, de ponerse histérico. ¿Cómo había encontrado Orión al único Potter con ese tipo de mago? ¿Cómo había nacido así un Potter no reconocido? Hadrian se había vuelto mucho más interesante. Siendo Hadrian de tipo Ingeniero Mágico, con su ilimitada cantidad de magia -(aunque más de la mitad de ella siguiera sin estar disponible)- no tendría límites mientras Orión y Abraxas siguieran animándole a estudiar y a superarse, cosa que habrían hecho de todos modos.

Por supuesto, a Hadrian se le seguían ocurriendo ideas disparatadas que normalmente funcionaban. Por supuesto que era tan fácil como juntar algunos componentes para que se le ocurriera una nueva forma de hacer cosas. La razón por la que los Ingenieros Mágicos tenían tantas afinidades era su capacidad innata para mezclarlas sobre la marcha.

Tal vez Orion debería darle a Hadrian el Proyecto del Cristal Visualizador de Hilos, o podrían trabajar juntos en él en lugar de sólo Orion. Tal vez por eso seguía fallando, era Hadrian quien era capaz de hacer ese tipo de avances mágicos, no Orion. Se lo diría más tarde, tal vez, todavía tenían algunos regalos que abrir.

🌿🌿🌿🌿🌿🌿

-¿De verdad te vas a ir con el heredero Malfoy esta semana?-. le preguntó papá, la objeción clara en su voz.

Se había quedado a pasar la noche después de que su madre se lo pidiera, cuando se enteró de que había elegido asistir al Baile y de sus planes para la semana, pero su Traslador saldría en dos horas y tenía que terminar de hacer las maletas en casa. La llamada de su padre a su despacho fue inesperada y realmente no tenía tiempo.

-Sí, padre-. Dijo, bruscamente. -Nuestro Traslador saldrá en menos de dos horas, así que realmente debo irme-.

Entendía que su familia lo quisiera aquí, todavía era la temporada de Yule, pero lo había prometido y ni siquiera sus padres lo detendrían. Había sorprendido a Hadrian mirando soñadoramente su Reloj Familiar de forma intermitente durante todo el día hasta que él y Abraxas se habían ido al Baile, con esa mirada brillante y emocionada que denotaba una alegría tan inocente que Orión no sabía que Hadrian podía sentir (del tipo que había pensado que sus parientes habían aplastado en él desde muy temprano, era reconfortante verlo), había visto a Abraxas mirándose a sí mismo y a Orión como si fueran todo su mundo y... y no podía arrepentirse de su decisión. No era la más grande ni la más importante, pero esta vez estaba anteponiendo a otra persona y, por mucho que le costara, ya no podía echarse atrás.

Hadrian y Abraxas eran literalmente familia para él, ahora.

Sentaría un precedente, lo sabía. Su padre lo vería eligiendo a Abraxas sobre la familia abiertamente, se sabría en el Baile en unos días, o al menos habría rumores. Si, como él y Abraxas sospechaban, mucha gente pensaba que estaban juntos, lo tomarían como una confirmación y lo utilizarían en el futuro.

No importaba. No tenía importancia. Hacía tiempo que creían que eran pareja y esto no cambiaría nada a largo plazo, salvo, tal vez, avergonzar a Druella. Pero esa horrible mujer se lo merecía por lo mucho que había hecho sufrir a Abraxas. No físicamente, pero sabía que estaba al menos algo afectado psicológicamente después de tantos años siendo menospreciado e ignorado y a veces directamente insultado y siempre estaba agotado y deprimido y francamente triste cada vez que volvía de la Mansión, Orión no podía evitar sentir la necesidad de echarle esto en cara.

Abraxas era suyo. Siempre lo había sido, siempre lo sería. Puede que su relación estuviera cambiando ahora -(enamorarse había sido fácil, mucho más fácil de lo que había previsto, había pensado que le llevaría tiempo adaptarse, aprender a mirar a su mejor amigo de esa manera, resulta que no había sido necesario en absoluto y no podía creer cómo había podido pasarlo por alto durante tanto tiempo, se sentía como un tonto)-, pero el resultado final seguía siendo el mismo. Había amado a Abraxas toda su vida, de una forma u otra eso no cambiaría.

Hermanos jurados o mejores amigos o amantes, no importaba.

Druella tendría que mentir sabiendo -(pensando)- que su marido legal compartía su cama aunque cada persona con la que hablara también tuviera los mismos pensamientos.

El único detalle que tendrían erróneo sería la naturaleza actual de su relación, no que no se convirtiera en verdad eventualmente. Con toda honestidad, si Hadrian terminaba no queriendo a ninguno de los dos, Orion no iba a dejar ir a Abraxas. Sus sentimientos por él no estaban atados a sus sentimientos por Hadrian en absoluto, así que aunque le dolería no habría razón entonces para detenerse a sí mismo de entrar en una relación con el rubio.

(Esperaba que no, Abraxas tendría el corazón roto si Hadrian los rechazaba. Él no se preocupaba mucho por sí mismo en esa situación, pero odiaría que el primer amor de Abraxas terminara así).

-Tus responsabilidades hacia la familia...-

-Han sido cumplidas en tiempo y forma para no causarte problemas. Y si bien es cierto que suelo quedarme todo el periodo de dos a tres semanas cada año, Yule ya ha pasado y sé que no es obligatorio que me quede. A menudo elijo hacerlo porque quiero a mi Familia y la respeto, pero este año he optado por no hacerlo-. Dijo sin acobardarse ante la mirada de su padre, había pasado mucho tiempo desde la última vez que se había atrevido a cortarle el rollo. -Abraxas me pidió pasar el Año Nuevo conmigo y no vi por qué no hacerlo. Ha pasado bastante tiempo desde la última vez que lo hicimos y resulta que los dueños de la estación de esquí tenían espacio suficiente para nosotros-.

Su padre le lanzó una mirada condescendiente, sabiendo que parte de la familia Abraxas solía mimarlos mucho cuando eran niños y siempre tenía espacio para ellos, así como una invitación permanente para que pasaran.

-Muy bien. Eres un adulto y no puedo detenerte, pero recuerda esto esta Familia es lo primero y si veo que te sales de la línea por culpa del Heredero Malfoy, te lo prohibiré en el futuro-.

-Por supuesto, Padre-. Dijo, suavizando sus facciones mientras hervía por dentro. Inténtalo, pensó, un gruñido cuidadosamente contenido en el fondo de su garganta, inténtalo y veremos quién sale ileso de esto, viejo. Pelearse con su padre no le ayudaría ahora. Se sintió quebrarse un poco, había pensado que su padre entendía lo importante que era el rubio para él. Se había equivocado, si podía lanzar una amenaza tan descuidadamente. -Ahora me voy. Te deseo un feliz año por adelantado-.

Salió de la habitación sin esperar respuesta. Puede que no luchara contra él, pero no iba a ocultar su disgusto.

🌿🌿🌿🌿🌿🌿

Orión entró por la chimenea mientras Hadrian seguía sentado con las piernas cruzadas en el sofá, con la lengua fuera de la boca mientras intentaba pintarle las uñas a Abraxas sin ensuciar ni pintarse los dedos. Se le daba fatal, pero qué más daba.

Ayer había querido intentar pintárselas, pero se había dado cuenta de que no le dejarían lucirlas en el Baile. A su madre le daría un infarto o algo así, normalmente la aclimataba poco a poco para que no pudiera negarse una vez que hiciera algo que no le gustara.

Como cuando empezó a llevar piercings falsos y un día apareció en la mansión con agujeros para pendientes de verdad en las orejas. Él se había limitado a decirle que ella ya le había visto llevar ese tipo de joyas y no se había quejado por ello. Ella le había mirado, con la boca fruncida como si acabara de tragarse un limón. Había sido un día maravilloso.

Puede que tuviera una mala relación con ella, pero seguía siendo su madre.

Había hecho lo mismo con su maquillaje. Y su ropa. Y su amor por las flores y las ceremonias del té y cualquiera de sus otras obsesiones temporales. Funcionaba siempre, mamá era demasiado orgullosa para admitir un error así y si no se había quejado a tiempo, Abraxas podía echárselo en cara sin repercusiones. Ella seguía intentando hacerle cambiar y se lo mencionaba a menudo, en privado, pero no conseguía que dejara de hacerlo.

No iba a estar cerca de su familia durante una semana, así que no había nada de malo en que probara su nuevo kit de uñas ahora. Ya había terminado de empacar y también había ayudado a Hadrian, así que el único que quedaba por terminar era el propio Orion.

-¡Hola!- Dijo, sonriendo al hombre. Mientras Abraxas había vuelto al apartamento, Orión se había ido directamente al Castillo Black; le había preocupado que Orión no pudiera venir al final.

Orión tenía una gran debilidad por su familia y Abraxas lo entendía, simplemente habría sido decepcionante.

-Buenos días-. Contestó, acercándose y besando la coronilla de su cabeza, para luego hacer lo mismo con Hadrian, que le sonrió distraído y también le dedicó un breve saludo con la boca antes de volver a centrarse en la mano de Abraxas. -Voy a terminar de hacer la maleta, darme una ducha y cambiarme de ropa. ¿Cuánto tiempo tengo en realidad?-.

-Poco más de una hora-. Contestó Hadrian, mojando el pequeño pincel en el esmalte de uñas.

-Deberías haber venido antes-.

-Tuve que excusarme personalmente de todos mis familiares, y tanto mis padres como mi hermana y mi tío Cygnus intentaron convencerme de que irme una semana contigo era la peor idea del mundo-. Dijo, molesto, y Abraxas hizo una mueca de disgusto. -Olvídalo, Brax, es que están acostumbrados a que atienda todos sus caprichos. Nunca me he ido antes de tiempo de una reunión de la Familia, mucho menos de Yule, así que se sintieron insultados o... sinceramente, no sé, uno pensaría que el mundo se va a acabar mañana con la forma en que reaccionaron a mi partida-.

-Bueno, asegúrate de recordarles que nos conocemos desde hace tiempo como para querer pasar Yule juntos también-.

-Creo que están captando el mensaje perfectamente, ahora que los rechacé a todos y me fui a pesar de sus mejores esfuerzos-. dijo Orión, su voz tornándose ligeramente burlona al final. Abraxas soltó una risita, la mano le tembló un poco y Hadrian se pintó el pulgar de verde. El adolescente le dio un manotazo en el brazo, desvaneciendo la mancha accidental y volviendo a empezar con un zumbido disgustado. -Ya me voy, ven a buscarme si vamos a llegar tarde-.

-¡Llámame cuando sea la hora de peinarte!-. Gritó antes de oír cerrarse la puerta del dormitorio, sin recibir respuesta. -Grosero-.

-Dijo el hombre que acaba de gritar su solicitud en lugar de decirle antes de salir-.

-Me oyó-.

-No es el punto, Brax-.

Abraxas quiere comentar que Hadrian estaba sonriendo, así que su punto no era válido en absoluto, muchas gracias.

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