![The Missing parts of History [Traducción]](https://fanfictionbook.net/img/nofanfic.jpg)
Chapter 33
Noviembre de 1954
Nunca había pensado que pudiera sentirse tan libre. Era como flotar sobre una nube. Según su experiencia, una sensación así era peligrosa, pero esta vez había decidido ignorarla.
Después de su reacción exagerada tras el ritual, descubrió que podía respirar. Ya no eran sus padres, ni sus parientes del lado Potter de la familia, sólo algunos nombres e historias inconexas que había oído de otras personas. Claro, era amargo saber que no los conocería, no como sus padres o abuelos o tíos, pero ya no eran sólo una idea que no podía reclamar como suya.
James Potter siempre había sido amigo, o alumno, o enemigo, o amante de alguien, pero nunca se había sentido como su padre. Lily Evans no era más que una chica, más tarde una mujer, que casualmente lo había parido y le había regalado sus ojos. Se había sentido orgulloso de ellos y los había amado, pero nunca los había conocido y todo lo que tenía de ellos eran los recuerdos que otros decidían compartir con él, tan subjetivos a sus puntos de vista como lo habían sido aquellas historias.
Se había aferrado a ellos como a un salvavidas, algo que le dijera que sus padres eran personas reales que habían vivido y lo habían querido, pero no había sido así; era difícil sentirlo cuando no sabías casi nada de alguien.
Ahora había sentido su magia, ahora tenía algo que era sólo suyo y, de repente, sus padres no eran sólo una mezcla de historias y experiencias que le habían dado otras personas. Sabía que técnicamente aún no habían nacido, pero suponía que estaban muertos para él y eso era lo que contaba para el ritual.
(Sus padres querían que viviera. No sólo para luchar contra Voldemort. No para estar a la altura de lo que la gente esperaba de él. No para ser el mejor, el más inteligente o el más fuerte. Sólo que viviera y fuera feliz pasara lo que pasara y eso... bueno, le hacía sentirse bien).
Y sí, les guardaba un poco de rencor por haber muerto. Los quería, estaba orgulloso de su sacrificio, nunca sería capaz de odiarlos por querer que viviera, pero se permitía estar un poco resentido con ellos por abandonarlo. Los sentimientos no eran racionales y no le hacía mala persona permitirse eso, Abraxas lo había dicho y sabía de lo que hablaba, ¿no?.
(No era mala persona por querer que sus padres estuvieran vivos y bien y con él).
Todo el mundo había hecho siempre tanto hincapié en que eran héroes, que debía sentirse orgulloso y feliz de que fueran sus padres, pero nadie había reconocido que era Harry quien había tenido que crecer sin ellos, rodeado de gente que le odiaba. Se había alegrado cuando le habían dicho que sus padres no eran unos borrachos inútiles que se mataron en un accidente de coche, pero al final la alternativa no era mejor.
Porque al final, no era más que un bebé abandonado en el umbral de una puerta con una manta, una nota y una diana en la espalda. Era el niño que dormía en un armario y al que le dijeron que nunca llegaría a nada en la vida. Fue el que perdió la esperanza durante años y que no tuvo una infancia normal.
Fue el que se quedó atrás.
Y eso estaba bien, sus padres hicieron lo que pudieron y ahora Harry, Hadrian, tenía la oportunidad de hacer algo. Había tardado una década y media, pero por fin lo estaba consiguiendo.
-¿Vas a levantarte hoy en algún momento, Rian?-.
-¡Ya voy, Ry!-.
Sí, todo iba a salir bien, y ni siquiera tenía que hacerlo solo.
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-Los tengo-. Dijo, cerrando la puerta detrás de él.
Parpadeó y sacudió la cabeza. Parecía que habían vuelto a despejar el salón para practicar tiro al blanco. El trabajo de Hadrian con los hechizos era maravilloso de ver, pero Abraxas prefería no estorbar y poner unos cuantos encantamientos escudo cada vez que practicaba.
Por lo general, Hadrian conseguía el hechizo a los primeros intentos, lo cual era asombroso, pero lo hacía dominándolos, por lo que siempre era un poco más peligroso que una lección normal de encantamientos o Defensa o transfiguraciones. Con el tiempo los afinaba, pero Abraxas había tenido que curarse a sí mismo demasiadas veces como para confiar en el adolescente en esto.
Nunca se había alegrado tanto de haber tomado clases de curación y de haber obtenido su N.E.W.T. como cuando se dio cuenta de lo peligroso que podía ser Hadrian, que con un hueso roto bastaba.
-¿Tienes qué, exactamente?-.
Sacó tres álbumes de fotos diferentes para que sus amigos los vieran. Cada uno en un color diferente. Había elegido el azul marino preferido de Orión, el suyo propio en violeta y el verde esmeralda de Hadrian.
(Hadrian se había negado a elegir un color favorito, diciendo que no lo sabía, pero eso estaba bien, sus ojos eran hermosos y a Abraxas no le importaba usar ese color tanto como fuera posible. O a Hadrian le encantaría o encontraría un color que le gustara más para que Abraxas dejara de hacerlo).
-Me llevó un tiempo tenerlos todos impresos y encantados, tres veces. También tuve que hacer los diarios a mano, reaccionan mejor con mi magia si lo hago yo. ¡Ta dah! ¿Te gustan?-.
-Oh-.
Hadrian ojeaba las páginas con una expresión ilegible en su rostro. No... era lo que él esperaba. Orión miraba por encima del hombro del adolescente con una pequeña sonrisa privada en la cara, lo que él esperaba.
No se había dado cuenta de la cantidad de fotos que se habían hecho en Italia, y no sólo fotos en las que aparecía Hadrian. Había muchas fotos individuales de los tres, en parejas y de los tres juntos. Fotos de ninguno de ellos, centradas en el paisaje. Abraxas había tenido que debatir cómo organizarlas todas y qué fotos poner en cada álbum. Al final, había decidido hacer tres copias de cada una y utilizarlas todas, además de encantarlas para que funcionaran de forma un poco diferente.
-¿Por qué no se mueven?- Dejó su propio álbum en la isla de la cocina y sacó su varita, claro que Orión se daría cuenta primero.
-No quería que la magia de las fotos se desvaneciera demasiado rápido, así que modifiqué los hechizos que tenían. Sólo tienes que hacer esto...-
Puso la punta de su varita sobre una de las fotos de la página que Hadrian se había atascado, solo para que se moviera. La foto era de Orión intentando escuchar sutilmente a unos turistas con un guía durante su visita a la catedral. Le había hecho gracia su cara, lo interesado que estaba que no se había dado cuenta de que el guía se había fijado en él y hablaba más alto para que pudiera escuchar -(qué hombre más majo, Orión había hablado de ello durante horas)- y no había podido resistirse a hacer la foto.
Cada foto duraba quince segundos desde que uno pulsaba el botón, y una vez terminada la escena volvía a congelarse al principio.
-¿Ves? Las fotos en movimiento acaban gastando magia al repetirse continuamente durante unos cinco años. Así, durarán mucho más-.
-Seguro que un hechizo que te permita hacer eso no existe, Abraxas-. Dijo Orión.
-Bueno, sí, ya te dije que me llevó bastante tiempo hacerlo bien. Soy un aritmético, ¿recuerdas? Soy perfectamente capaz de modificar un mísero hechizo para adaptarlo a mis necesidades-.
-¿Por qué está escrito encima?- preguntó Hadrian, que había vuelto a mirar las fotos. Algunas páginas tenían garabatos sobre toda su caligrafía.
-Las fotos no tienen sonido, ¿verdad? Así tampoco olvidaremos lo que pasa en ellas-.
Orión se movió de detrás de Hadrian, dejando su propio álbum al lado del suyo y acercándose a él. No pudo evitar sonrojarse cuando Orión se inclinó para besarle la mejilla. Tampoco fue un beso corto, Orión se demoró y cuando finalmente se apartó, lo hizo lentamente, rodeando sus caderas con un brazo y... querido Salazar, si tan sólo a Orión le gustara usar lápiz labial, Abraxas tendría la marca de sus labios en él.
(¡Maldita sea, quería eso! Realmente quería que Orion le dejara una marca).
-Eres increíble-.
-Bueno... Um... Sí... Quiero decir, tenemos que dejarlos aquí, sería un desastre si alguien los viera. Por eso los hice yo mismo. Quiero decir... Sí, ahora me callo-. Orión soltó una carcajada, sin preocuparse lo más mínimo por su tartamudeo, y acercó a Abraxas hasta que apoyó la mitad de su peso en el hombre más alto.
-No hay más-. Dijo Hadrian, con unos bonitos ojos verdes que le miraban acompañados de un mohín, cuando llegó a la última página llena.
-Las habrá, esa es la gracia de tener páginas en blanco. ¿Te gusta, Rian?- Volvió a preguntar.
-Sí, es el mejor regalo-.
-¿Mejor que el viaje?- Preguntó Orión, sorprendido.
-Bueno, no es como si ese día fuera a durar para siempre. Las fotos lo harán, aunque al final ya no puedan moverse-.
-Oh, bueno, tendremos que asegurarnos de hacer más fotos con regularidad, si tanto te gustan-. Hadrian se sonrojó pero asintió tímidamente, con una pequeña sonrisa en los labios.
Vio que el adolescente cambiaba de peso sobre sus pies y con un giro de ojos abrió los brazos. Hadrian aceptó la invitación de buen grado, acercando el álbum cerrado a su pecho y dejándose abrazar. Orión lo rodeó con el otro brazo.
Dejó escapar un suspiro. Dedicar tanto tiempo a esto había merecido totalmente la pena. Tendría que asegurarse de traer la cámara de vez en cuando para hacer más fotos, el hecho de que no estuvieran de viaje no significaba que no pudiera hacer un segundo álbum para fotos más cotidianas, de modo que estas pudieran seguir siendo los Álbumes de Viaje designados.
Sí, era una buena idea.
Hadrian los soltó después de un minuto más o menos y Abraxas lo dejó ir, juró que había visto a Hadrian saltando un paso caminando hacia la oficina.
-Bueno, eso es una cosa hecha. ¿En qué estabas trabajando?-.
-Los objetivos tienen un amuleto de escudo permanente para reflejar hechizos, quería que Hadrian pudiera lanzar y esquivar al mismo tiempo-.
-Bien, no estoy ayudando, buena suerte-.
Apretó el antebrazo de Orión antes de encaminarse a preparar té para todos, ignorando el jadeo ofendido de Orión, de todas formas Orión no lo decía en serio. Al menos Hadrian no podía quejarse de eso, puede que no fuera muy bueno cocinando, pero el té era lo suyo.
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Añadió con mucho cuidado los ojos de triturado de tritón al caldero y lo agitó cuatro veces en el sentido contrario a las agujas del reloj y una en el sentido de las agujas del reloj. A continuación añadió una pizca de polvo de oro -(sí, Orión le había mirado raro cuando le había preguntado cómo conseguirlo, pero se lo había dicho de todos modos)- y programó el cronómetro para que sonara en media hora.
La poción era estable, por suerte, pero aún tenía que pasar por dos fases más sin que le explotara en la cara para estar seguro de que al menos podía considerarlo un primer intento exitoso.
Luego podría hablar con Orión, realmente no sabía cómo mejorar la poción más de lo que ya estaba. Sinceramente, el hecho de que pareciera estable sobre el papel y que las dos primeras etapas hubieran salido tan bien como lo habían hecho ya era un milagro en sus libros.
Cómo deseaba poder echárselo en cara a Snape. El maldito murciélago odiaría saber que Harry no era un completo desastre en pociones.
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-Así que fui a buscar a Terrence, porque él sabe más de teoría de transfiguraciones que nadie que yo conozca y... ¿Hadrian?-.
-Hola, err, siento interrumpir como... Realmente lo siento, pero necesito a Orion-. Frunció el ceño.
-¿Está todo bien, Hadrian?-.
-¡Sí! Sólo... ¿Necesito tu ayuda? Es sobre mi proyecto de pociones. Creo que lo tengo, pero necesito una segunda opinión y como... ayuda profesional ahora, prefiero no decir más de lo necesario en caso de que sea un fracaso, pero es estable, de verdad. Incluso lo preparé hace un par de días sin volarme por los aires-.
Miró a Abraxas, cuyas cejas se habían levantado mirando a Hadrian.
-Está bien, Hadrian, tengo que irme pronto a la Mansión, no me importa irme ahora-.
-Lo siento-. Dijo el adolescente, con voz pequeña y llena de pesar.
Orión suspiró al ver que Abraxas se levantaba e iba a abrazar al tercero, probablemente susurrándole palabras tranquilizadoras al oído. El rubio besó la mejilla de Hadrian, dedicándole una sonrisa reconfortante, antes de volverse hacia Orión.
-Cuida de éste hasta que vuelva esta noche, ¿entendido?-.
-Sí, por supuesto. ¿Quién crees que soy?-.
-Bien-.
Abraxas invocó su capa -(del naranja más vivo que pudo encontrar, a juego con sus ropajes temáticos del Alba para ese día)- y le besó la mejilla antes de dirigirse a la chimenea, gritar la dirección de la Mansión y desaparecer del apartamento. Tomó su taza de té negro, mirando a Hadrian, que parecía incómodamente cerca del modo lucha o huida.
-¿Y bien?- Dijo, tomando un sorbo.
-Creo que encontré una manera de asegurarme de que Abraxas no tenga que acostarse con su esposa-.
Se atragantó, la taza de porcelana cayó al suelo y se hizo añicos al igual que la cordura que le quedaba a Orión, y la sensación del té saliendo por su nariz fue muy, muy desagradable. No se molestó en limpiarse, sólo tosió hasta que sintió que podía respirar de nuevo.
-¿Tú qué?-.
-Sí, pero no sé si funciona así que...- El adolescente lanzó una mirada a la chimenea, el remordimiento y la preocupación claros en su rostro.
No era de extrañar que Hadrian hubiera echado a Abraxas. Se limpió la ropa, desvaneciendo el desastre que había hecho y miró a Hadrian. Por muy nervioso que estuviera el adolescente, su declaración iba en serio. Abraxas podría...
-Dime más, ahora-.