The Missing parts of History [Traducción]

Harry Potter - J. K. Rowling
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The Missing parts of History [Traducción]
Summary
En retrospectiva, Harry podía admitir que tocar cosas al azar en Grimmauld Place no había sido una buena idea. Sin embargo, era un poco tarde para eso.Varado en el tiempo, sin camino de regreso a casa, Harry tuvo que aprender a hacer frente a su vida mientras vivía en los años 50.Por extraño que parezca, Orion Black no se parecía en nada a lo que esperaba. Abraxas Malfoy tampoco. O sus amigos, en su mayor parte.Honestamente, tratar de mantenerse al día fue agotador.
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Chapter 30

Septiembre-Octubre 1954


-¿Qué es esto?- Preguntó, leyendo el pergamino que Orión le había entregado justo antes de salir por la puerta.

-Tu nuevo plan de ejercicios. Si Abraxas quiere que empieces a forjar lo vas a necesitar. También te conseguiré un par de muñequeras encantadas, para añadir peso-.

-¿Por qué? ¿No es suficiente lo que ya hago?-

-Ya te gustaría. No, necesitas mucha más fuerza en la parte superior de tu cuerpo. Brazos, hombros, torso. Mucha resistencia también, aunque esa parte es bastante fácil para ti, no estás acostumbrado a ejercicios basados en la fuerza y aunque va a pasar un tiempo hasta que Abraxas te suelte en el laboratorio, no lo hará a menos que sepa que estarás a salvo-.

-¿Por qué ser más fuerte me haría más seguro?-. Se sentía como si estuvieran jugando a las veinte preguntas y, sin embargo, sólo se encontraba más confuso.

-¿Qué pasa si estropeas una poción?- Preguntó Orión, mirándolo como si fuera idiota. O tonto.

-¿Depende?-.

-Sí, ahora añade fuego y metales peligrosos a la mezcla-. Tragó saliva, el resultado no sería agradable. -La falta de resistencia hará que te canses en mitad de la forja, y la falta de fuerza hará que no puedas ver realmente los procesos alquímicos, lo que equivale a una poción chapucera. Así que haz lo que te digo o te prohibiré continuar con la alquimia-.

-De acuerdo, lo siento. Sólo estaba confundido-.

-Mejor que así sea, no voy a jugar con tu seguridad-. Dijo Orion, severo. -Ahora shoo, quiero ir a la cama un poco más-.

-Adiós, entonces. Que duermas bien-. Dijo, dándose la vuelta y asegurándose de que la puerta estaba cerrada detrás de él. No había querido que el hombre se enfadara con él. Sólo tendría que asegurarse de seguir su nueva rutina al pie de la letra para que Orión viera que se estaba tomando las cosas en serio, no debería ser demasiado complicado.

(Se perdió la expresión confusa de Orión, demasiado perdido en sus pensamientos como para mirar atrás).

🌿🌿🌿🌿🌿🌿

-¿Te importaría decirme qué tienes en mente, hermanito?-.

Su hermana le sacó de sus pensamientos. Por un momento pensó en mirarla mal, pero no lo hizo, no sería propio de él.

(¿Cuándo había empezado a preocuparse por las facetas de él que veía su familia?)

Habían pasado unos días desde su... pelea... ¿fue una pelea? No lo sabía, sólo había sido una conversación, y todo había seguido como siempre. Hadrian ni siquiera había aludido a ello, pero aún así le traía un sabor amargo a la boca y no podía apartarlo de su mente. Ni siquiera sabía si había algo mal.

Había hablado con Hadrian, el adolescente había aceptado y se había marchado. Y cuando volvió, todo seguía igual. No pasaba nada. Entonces, ¿por qué le molestaba tanto?

Miró a Lucretia, disimulando su no-turbulencia interior.

-He tenido algunos problemas con un proyecto-.

-¿Cuántas veces vas a dar la misma excusa, Orión?-. Preguntó ella. Y aunque no era lo que le molestaba ahora, era uno de sus problemas.

-Intenta encantar el cristal para reflejar la mente de alguien, Lucretia, si lo consigues no volveré a quejarme delante de ti-.

-¿Así que un pensadero?-.

-No, los pensaderes guardan recuerdos. Lo que quiero es una forma de ver a través de los ojos de otra persona en tiempo real-.

-¿Por qué? ¿Qué sentido tiene?- Su hermana mayor preguntó, confusión expertamente enmascarada detrás de una fachada de indiferencia.

-Ciertos magos ven un mundo completamente distinto al nuestro. Lectores de auras, videntes, ciertos tipos de mirada del alma también. ¿No tienes curiosidad?-.

Preguntó. El Don de Abraxas era un secreto, todos atribuían su comportamiento a su extraño gusto por la Adivinación y su habilidad de otro mundo con la Aritmancia -(incluso su familia, no había sido muy difícil para Orión encogerse de hombros ante su culpa, Abraxas era más importante que sus sentimientos en esto)- así que no podía decirle a su hermana lo que había impulsado su proyecto.

-Sería increíble ver a través de los ojos de esas personas, sí-. Los ojos de Lucretia se movieron, considerando las posibilidades. -Sin embargo, ¿por qué esto?-.

-Se me ocurrió un día, que si pudiera conectar un espejo para que funcionara de esa manera podría trabajar con más eficacia, siempre y cuando encontrara a una persona dispuesta a intentarlo. Es un proyecto personal, no un trabajo, así que no tengo límite de tiempo ni nada, pero es frustrante que no obtenga resultados a pesar de haber pasado tanto tiempo-.

-Ah, así que no quieres admitir que has fracasado. Estás siendo testarudo-. Frunció el ceño.

Aunque no le gustaba fracasar cuando se trataba de runas -(o de cualquier otra cosa, no llevaba bien el fracaso)-, esta vez su temperamento no tenía nada que ver. Pero no podía decirlo. Tenía la lengua atada por sus promesas. ¿Cómo sería poder entender por fin a Abraxas? ¿Ver el mundo que tenía a su mejor amigo tan enamorado de él? ¿Qué se había estado perdiendo todos estos años que era tan normal para Abraxas? El proyecto pudo haber empezado por Hadrian pero Orion no podía contener su curiosidad y su mejor amigo lo sabía y lo aceptaba.

-Supongo-.

-Orión, a algunas personas se les dan dones, tal vez por el destino o la suerte, y son suyos por una razón. Tal vez la Madre Magia no quiere que te entrometas-.

-Pero no quiero entrometerme, sólo quiero Ver-.

-Tal vez ese sea el problema, que se supone que no debes hacerlo, porque esos poderes no te fueron concedidos. Sé que estás frustrado por no haber heredado ninguno de los Dones de la Familia, pero esto...-

-No saques ese tema. Fui un niño y un malcriado, lo superé y no tiene nada que ver con mi situación actual-. Dijo.

No quería que esto se convirtiera en algo que hacía por envidia, no quería.

-Muy bien. Aún así, si no has recibido resultados hasta ahora, te aconsejo que no sigas intentándolo, no sea que rompas algo que no puedas reparar-.

Lucretia le dejó con sus pensamientos. Bueno, al menos no había acabado en desastre. Frunció el ceño, pensativo. Luego se puso en pie como un rayo y se dirigió a la chimenea, diciéndole a uno de los elfos que informara a sus padres de su marcha. Por supuesto, lo que había molestado a Hadrian no habían sido sus palabras, sino su tono de voz.

Y por supuesto Hadrian no diría nada al respecto. Ahora sólo necesitaba asegurarse de que Hadrian no pensara que estaba enfadado con él. Fácil. Joder, a él también le había costado mucho evitar los malentendidos. Siempre era una molestia tener que arreglarlos.

🌿🌿🌿🌿🌿🌿

-Abraxas, ¿podemos hablar un momento?-.

-Por supuesto. Adelante-. Dijo, levantando la cabeza de sus cálculos.

Orión entró en el despacho y tomó asiento, con la silla cerca de él. Había dos sillas en el despacho, aunque era para una sola persona, probablemente debido a lo a menudo que se utilizaba la habitación como aula o sala de estudio.

-¿Va todo bien?-.

-Hadrian me dijo que planeas pasar Samhain aquí-.

-Sí, ¿y?-.

-Quería asegurarme de que estás bien-.

-¿Por qué no iba a estarlo?-.

-¿Tal vez porque nunca te has perdido una celebración de Samhain?- preguntó Orión, retóricamente.

-Oh, quería hablar contigo de eso. No esperaba que tú lo mencionaras primero-.

-¿Qué?-.

-Bueno, no quiero perderme la celebración. Sabes que me tomo esas cosas muy en serio. Pero no sé si Hadrian lo hace. Es... Samhain es tan personal, que no sabía si estaba bien preguntarle-.

-Quieres celebrarlo con él-. Afirmó Orión, abriendo mucho los ojos. Se encogió de hombros, jugando con la pluma en sus manos. -¿Estás seguro?-.

-Sí-.

-Bueno, entonces deberías planteárselo con tiempo. A él no le importará, pero nunca lo ha celebrado él mismo, así que dependerá sobre todo de ti-.

-Los muggles, o los hijos de muggles, no suelen entender Samhain, Orión. Ni quieren celebrarlo. Lo cual está bien, cada uno a lo suyo, pero no puedo asumir...-

Orión tomó su mano derecha, entrelazando sus dedos. No pudo evitar apretarla más fuerte, odiaba sentirse tan malditamente inseguro.

-Lo peor que puede pasar es que Hadrian diga que no quiere participar. No le importará lo religioso que puedas llegar a ser. En todo caso, creo que ya lo sabe, con lo mucho que hablas de Magia Natural y las festividades y el destino y los dioses y diosas de la magia-.

-Ah, ¿eso crees?-.

-No es un misterio, Abraxas. Y Hadrian no es quien para juzgar. No diré que no estés nervioso, pero si hablas con él te darás cuenta de que no necesitabas estarlo-.

-Bien. Bien, hablaré con él más tarde-.

-Bien-.

Orion ni dejó ni soltó su mano. Afortunadamente había aprendido a escribir mientras levitaba una pluma hace mucho tiempo -(difícil pero factible, viendo que no era una pluma automática)- así que no necesitaba hacerlo.

🌿🌿🌿🌿🌿🌿

-¿Ya te vas a casa, Hadrian?-. preguntó Marta, viéndole recoger sus cosas y meterlas en su bolsa.

Se había sentido bastante orgullosa de él cuando le había hablado de sus notas en el O.W.L. y de sus planes para las N.E.W.T.s y le había animado a seguir estudiando todo lo que pudiera. No había tenido problemas con ningún cliente, ninguno que fuera culpa suya, así que nadie se había quejado de que se distrajera en el trabajo con ella. Tantos años sirviendo a sus familiares por fin le servían, ya que podía lidiar con cualquier gilipollas que intentara meterse con él o con los demás trabajadores.

No era culpa suya que no soportara que abusaran de la gente delante de él, sólo hacían su trabajo. Aun así, Marta agradecía sus esfuerzos y a él le encantaba trabajar aquí en la Biblioteca. A ella -(y a su primo Carl)- les había preocupado que hiciera todos los turnos de noche, pero él le explicó que los prefería porque se pasaba el tiempo trabajando en las asignaturas prácticas antes de cenar y empezar el turno y no le serviría de nada cambiar de horario ahora.

Todos los demás trabajadores siempre se aseguraban de comprobar cómo estaba cuando se marchaba y estaba bastante seguro de que Jake, el hombre con el que compartía su trabajo, se aseguraba de dejarlo todo organizado antes de cambiar de turno para que Hadrian no tuviera que hacerlo y perder el tiempo. Era una novedad tener a tanta gente animándole a que le fuera bien en los estudios o ayudándole sin pedirle nada.

Cogió su mochila y se la colgó del hombro.

-Sí. ¿Nos vemos mañana?-.

-Por supuesto, ten cuidado en el camino de vuelta-.

-¡Lo tendré!-.

Salió y emprendió el corto camino a casa. Todo su cuerpo protestaba por sus acciones, aún no se acostumbraba a su nueva rutina de ejercicios, aunque era mucho mejor que el primer día. Abraxas estaba en medio de la construcción del "nuevo laboratorio" y sabía que Orión también estaba tallando un montón de guardias en piedra para poner allí. No se le permitía entrar en absoluto, lo que iba en detrimento de sus esfuerzos en pociones, pero lo aceptó y siguió trabajando en su trabajo.

Lo tenía, pensó, pero necesitaba algunos ajustes. Y ser preparado al menos una vez para asegurarse de que el brebaje era estable. Lo cual era un problema, porque era pésimo en eso y se trataba de una poción experimental, pero como fuera, había que hacerlo y él lo haría. También tendría que probarla, lo cual sería... bueno, necesitaba ayuda con eso, pero si la poción era realmente estable, no sólo en teoría, entonces podría hablar con Orión al respecto. Esperaba que eso estuviera bien.

-¿Hola? Estoy de vuelta-. Dijo, abriendo la puerta del apartamento.

-Bienvenido a casa-. Respondió Orión, levantando la cabeza del libro que estaba leyendo, sentándose en el sillón que le daba la mejor vista de la puerta.

Hadrian le sonrió.

🌿🌿🌿🌿🌿🌿

Hadrian mordía la punta de la pluma estilográfica, concentrado únicamente en los pergaminos que tenía delante. Estaba sentado con las piernas cruzadas en el suelo, entre la mesa baja y el sofá, con la cabeza apoyada suavemente en la pierna de Abraxas. Abraxas no había querido moverse en absoluto durante la última hora, por mucho que necesitara estirar las piernas. Hadrian había iniciado el contacto físico con él y no iba a desaprovecharlo.

Las primeras inversiones que Orión le había ayudado a hacer iban bien, pero no era un tema en el que Hadrian fuera a dominar nunca. El adolescente estaba luchando e incluso él se daba cuenta, sin embargo, estaba empujando a través de él, probablemente sin querer pedir más ayuda.

Un descanso no vendría mal, pensó Abraxas, y aún tengo que hablar con él.

-¿Hadrian?-.

-¿Hmm?- Se mordió el labio.

-¿Te gustaría celebrar Samhain conmigo?- El adolescente le miró, frunciendo el ceño.

-Creía que ya lo estábamos haciendo-.

-Te pregunté si podía pasar el día aquí, sí. Me refiero a celebrarlo. No pasa nada si dices que no, pero siempre es mejor hacerlo con alguien que solo-.

-¿Te refieres a hacer el ritual?- Abraxas asintió. -Ayúdame a levantarme-.

Tendió una de sus manos hacia el adolescente, con la intención de que se pusiera en pie, pero Hadrian se levantó lo suficiente como para apoyar una de sus rodillas en el sofá y, de repente, lo tenía sobre su regazo, con las rodillas a cada lado y las manos sobre los hombros. Fue instintivo subir al máximo sus escudos de oclusión y, aun así, sintió que se le calentaban las mejillas. El adolescente estaba tan cerca. Las manos de Abraxas se habían movido inmediatamente hacia sus caderas, inmovilizándolo en su sitio y, oh, Salazar...

-¿Estás bien?- Hadrian ladeó la cabeza y Abraxas, bueno, necesitaba recordar su charla con Orión, no es que ayudara. Hadrian estaba convirtiendo "ir despacio" en una especie de tarea imposible.

-Esperaba que te pusieras de pie, para ser honesto aquí. ¿Estás cómodo?-.

-Bastante, sí. Ahora, sabes que nunca he participado en un ritual de Samhain, ¿verdad?-.

-Por supuesto, le pregunté a Orión-. Dijo con ligereza. Hadrian puso los ojos en blanco, el labio ladeado hacia arriba. -Yo me encargaría de todo y te enseñaría. Sólo pensé en ofrecértelo-.

-De acuerdo-.

-¿Sí?- Parpadeó, desconcertado. No es que no estuviera contento, simplemente no había esperado la fácil aceptación.

-Sí, sé que es importante para ti-. Hadrian se encogió de hombros. -Admito que antes sentía curiosidad, pero ¿realmente está bien? Quiero decir, sé que es una especie de religión, así que no sé...-

-Está bien, mientras seas honesto en tus creencias y hagas las cosas correctamente, tendrás la experiencia completa. A la mayoría de los mágicos ya no les importa la parte religiosa de los Sabbats Wiccanos ni ningún otro día importante, por desgracia, sólo el torrente de magia que traen consigo. Simplemente soy diferente en mi forma de ver el mundo. Es imposible para mí no creer en esas cosas, en mi opinión-.

Hadrian resopló, divertido. -Claro que tu opinión importa para tu ideología, Abraxas, de hecho es la única que cuenta-.

-Me alegra saber que compartes mi punto de vista-.

-¿Orión cree en ello?-.

-Él cree en mí-.

¿Y eso no decía nada sobre su relación con Orión? Si Abraxas decía que los dioses existían entonces lo hacían. Orión debería haber sido un Hufflepuff con esa clase de creencia ciega en Abraxas.

Recogió al adolescente con sus brazos hasta que sus pechos estuvieron lo más cerca posible, respirando su aroma. El mundo no existía más allá de los brazos de Hadrian alrededor de su cuello, la forma en que tenía que levantarse para alcanzarlo, sus propios brazos aferrándose a su espalda.

Abraxas podría quedarse aquí para siempre si fuera necesario. Ahora sólo necesitaba a Orión, con su sonrisa diabólica y sus ojos cómplices, aquí también y tendría todo lo que necesitaba.

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