The Missing parts of History [Traducción]

Harry Potter - J. K. Rowling
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The Missing parts of History [Traducción]
Summary
En retrospectiva, Harry podía admitir que tocar cosas al azar en Grimmauld Place no había sido una buena idea. Sin embargo, era un poco tarde para eso.Varado en el tiempo, sin camino de regreso a casa, Harry tuvo que aprender a hacer frente a su vida mientras vivía en los años 50.Por extraño que parezca, Orion Black no se parecía en nada a lo que esperaba. Abraxas Malfoy tampoco. O sus amigos, en su mayor parte.Honestamente, tratar de mantenerse al día fue agotador.
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Chapter 29

11/9/1954


-¡Despierta dormilón, hoy tenemos cosas que hacer!-.

Gimió, escondiendo la cabeza bajo la almohada. A la mierda, iba a matar a Abraxas. Dicho hombre le quitó su última defensa contra la luz que entraba por las cortinas ahora abiertas.

-Realmente necesitas levantarte, Rian, por favor-.

-No quiero-.

-Ahora estás siendo infantil-. Se volvió para mirar al hombre, haciendo pucheros.

-Tengo dieciséis años, al menos tengo la excusa de la edad-.

-¡¿Perdón?! ¡¿Estás diciendo que soy infantil?! ¿Cómo has podido?- Se rió ante la fingida ofensa del hombre.

-¿Por qué te has levantado tan temprano? ¿Y dónde está Ry?- Dijo al no encontrar a su amigo al otro lado de la cama.

-Llamaron los duendes. El proyecto egipcio está en marcha. Va a llevar años, pero han accedido a cooperar con él. Pensé que podríamos hacer algunos recados y luego recogerlo. Salir a comer, ¿sabes? Así que levántate y prepárate-. Sintió que Abraxas se inclinaba y le besaba la coronilla antes de salir de la habitación.

¿¡Qué coño...!? ¿Por qué siempre hacía esto? Nunca podía reaccionar y luego se le hacía raro sacar el tema. No es que Abraxas no hiciera lo mismo con Orión, y el hombre tampoco decía nunca nada, así que ¿quizá era un comportamiento normal de Abraxas que él no había conocido hasta hacía poco? Pero estaba tan seguro de que los niños de sangre pura no hacían cosas como esas, que tal vez se trataba simplemente de Abraxas comportándose como siempre...

No importaba. Quiso gritar contra la almohada, pero Abraxas la había tirado al otro lado de la habitación, probablemente para obligarlo a levantarse. Y maldita sea, funcionó.

Se levantó con un resoplido, se dio una breve ducha y se vistió con unos pantalones de correr y una simple camiseta con chaqueta. Aunque suerte si Abraxas quería que se vistiera. Se llevó un cepillo al salón, donde Abraxas ya estaba preparado y esperándole sentado en el sofá, y se lo metió en la cara al rubio. Se sentó a su lado, dándole la espalda. Abraxas no perdió el tiempo y empezó a cepillarle el pelo, con cuidado de no tirar demasiado fuerte.

El hombre había tomado la costumbre de hacerlo todas las mañanas y tardes -(aunque Hadrian le devolvía el favor antes de acostarse para que Abraxas no tuviera que hacerlo cuando estaba cansado)- que pasaba en el apartamento, alegando que no creía que Hadrian se ocupara de él como era debido.

-¿Qué te tiene de tan mal humor?-.

-Cállate, simplemente lo estoy. ¿Quizá fue el arrojarme luz a la cara o que me gritaras que me despertara? Elige-.

-Culpa mía, culpa mía. ¿Qué, quieres que te abrace para despertarte?-.

-Sería mejor que esta mañana, gilipollas... ¡Eh!-. Abraxas lo atrajo a su regazo por la cintura y siguió cepillándole el pelo como si nada, con uno de sus fuertes y ágiles brazos aún rodeándolo. -¿Qué haces?-.

-Te estoy abrazando hasta despertarte-.

-¡Ahora no, Malfoy, ya estoy despierto!-. Dijo, sintiendo como si le ardiera la cara. Abraxas sólo se rió e ignoró su réplica.

🌿🌿🌿🌿🌿🌿

-¿Qué 'recados' tienes que hacer, de todos modos?- preguntó Hadrian.

Un poco tarde para preguntar, si quería la opinión de Abraxas, pero si Hadrian estaba dispuesto a seguirlo sin pedirle detalles eso significaba que confiaba en él, ¿no? Abraxas iba a interpretarlo así.

Pasear por el Callejón del Infinito, escondido en las afueras de Liverpool, siempre era una buena opción si se buscaban materiales o equipos para cualquier tipo de artesanía mágica. Pociones, Alquimia, Runas, Encantamientos, cualquier cosa que necesitaras podías encontrarla aquí.

Costaba lo suyo, y necesitabas pertenecer al menos a un gremio -(había algunas restricciones para los aprendices, pero no si eras un maestro)-, ya que todo se fabricaba según especificaciones y algunas cosas podían ser peligrosas si no tenías el nivel para manejarlas. Ser maestro significaba que al menos te consideraban responsable, la verdad.

Por suerte, no necesitaba una maestría completa en alquimia para comprar lo que necesitaba hoy y le bastaría con su puntuación N.E.W.T. Nunca había llegado a conseguirlo, más centrado en la Aritmancia, pero había pasado por esta tienda con la suficiente frecuencia desde que tenía dieciséis años como para que el dueño supiera que no se dejaría matar.

-Necesitamos algunas mejoras para tu laboratorio de pociones, ya que no podemos hacerte una forja real para alquimia-.

-Pensé que no necesitaría una para mis estudios de N.E.W.T.-.

-No lo necesitas, pero aún así se espera que entregues un proyecto, ¿recuerdas? No hay razón para no enseñarte ya a trabajar con metales, quizá también con piedras preciosas, que pueden contener muchas mejoras y encantamientos. De todos modos, aprendes mejor y más rápido las materias prácticas, así que será más fácil enseñarte mientras estás ocupado haciendo la parte física del trabajo-.

-¿No será peligroso en el apartamento?-.

-No te preocupes por eso, hay protecciones específicas instaladas en el horno para mantener el fuego dentro, y más que se pueden añadir a todas las demás herramientas y equipos para que no ocurran incidentes inesperados. Ya he hablado con Orión para que limpie la mitad del laboratorio y lo proteja aún más. E insistió en que te consiguiera más equipo de protección-.

-De acuerdo, supongo. Si crees que estoy preparado para ello-.

-Lo estás-. No debería estarlo, pero Hadrian ya hacía sigilos, creaba pociones de base alquímica, tallaba runas alquímicas en piedra y moldeaba mágicamente metales ya hechos a su gusto, así que no podía enseñarle nada más a menos que consiguieran una forja. Nada demasiado grande ni profesional, sólo lo suficiente para que pudieran trabajar cómodamente.

Era la razón por la que lo mejor para Hadrian sería tener una forja completa para él, podía adivinar que una Maestría en Alquimia estaba en algún lugar de su futuro con lo mucho que Hadrian la adoraba, pero el adolescente simplemente no tenía suficiente espacio en el apartamento y cualquier esfuerzo por convencerlo de mudarse a una casa fue en vano.

Hadrian ahora mismo era como un niño, mirando cada escaparate como si estuvieran llenos de caramelos y eso hacía que Abraxas se ablandara. Había pensado en venir solo, pero ésta había sido la mejor elección. No había necesidad de que Hadrian viniera, pero Orión le había señalado que aprender a moverse por las tiendas del Callejón le ayudaría en el futuro. Si realmente se dedicaba al desarrollo, sin importar el área que eligiera, ser conocido aquí lo ayudaría. No es que necesitara saberlo.

Anotó rápidamente qué tiendas le interesaban más a primera vista -equipo de pociones, equipo y material rúnico, alguna librería especializada-, ya que sería bueno saber qué le atraía más, aunque fuera inconscientemente. Daba igual lo que dijera Adriano sobre las pociones, le fascinaban, aunque le iría mejor como investigador e inventor que como fabricante.

La tienda especializada para Maestros Rúnicos no era una sorpresa, ya que las Runas estaban involucradas en una amplia cantidad de profesiones, no sólo la defensa y la ruptura de runas, sino los rituales, el encantamiento, la alquimia, algunas ramas de la magia defensiva, así como la Magia de Sangre y las Artes Oscuras, las opciones eran infinitas. No creía que las dos últimas inspiraran mucha confianza en Hadrian, pero estaba seguro de que ya había visto a Orión usarlas en pequeñas cosas, así que quién sabía. El dominio de las runas podía llevarte literalmente a cualquier parte, dependiendo de cómo quisieras aplicarlas, y estar cerca de Orión, el principal Maestro de Guerra y Maestro de Rituales de su siglo, probablemente hizo mucho para que el adolescente se encariñara con ellas.

El hecho de que Orión pudiera usar runas en otras áreas aparte de esas dos, sólo daba crédito a lo bueno que era con ellas. O lo obsesionado que estaba. O ambas cosas, pero así era Orión. Conseguir una sola maestría ya era bastante difícil, pero Orion ya tenía cuatro. Su Vigilancia y Rituales, la Maestría en Magia de Sangre que necesitaba para poder realizarla con las leyes restrictivas de Gran Bretaña y sus Artes Oscuras que Abraxas se había llevado con él.

No había un verdadero "Dominio de las Runas Antiguas", para ser honesto, había demasiados usos y ganar tal título significaría que habías dominado cada rama que tenía algo que ver con las runas. Por eso era tan difícil que te dieran un Rango, no había forma de elegir qué categoría era mejor o más útil.

-Ah, ya estamos aquí. ¿Llevas el colgante? ¿Sí? Bien.-

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La tienda a la que Abraxas les llevó estaba extrañamente limpia. No supo por qué había esperado otra cosa, pero se equivocaba. Había unas cuantas piezas de equipo expuestas, un montón de herramientas en vitrinas cerradas con descripciones, incluso ropa.

-Abraxas, creía que habías dejado la Alquimia-.

-Un amigo de un amigo me pidió que le diera clases-. Abraxas dijo, mostrando cada pedacito de entrenamiento de sangre pura que había recibido. Sonaba aburrido, la inclinación de su cabeza lo suficiente como para señalarlo, un paso atrás pero aún con un ángulo lo suficientemente bueno como para que pudiera ver el rostro de su amigo, sin darle importancia alguna. Eso no le gustaba, aunque supiera que era una actuación. -Es bueno, por fin ha llegado al punto en el que necesita una forja real con la que trabajar. Le he traído conmigo para que se haga una idea, si no te importa-.

-Por supuesto. Por supuesto. Está empezando de cero, me imagino-.

-Sí, y espero que la calidad de su trabajo sea tan buena como antes-. Dijo Abraxas, la amenaza apenas enmascarada por su indiferencia.

-Implique lo contrario y lo consideraré un insulto-. Dijo el hombre de mediana edad detrás del mostrador. Hadrian no pudo decir si estaba ofendido o no.

-Nada de eso. He asumido algunas responsabilidades aquí-.

-Ya veo-. El hombre lo inspeccionó y él luchó contra el impulso de retorcerse bajo su mirada. -¿Será un pedido a granel, entonces?-.

-Sí, y necesito que se añadan algunas protecciones adicionales a casi todo. Especificaciones del guardián-. dijo Abraxas, sacando un pergamino del bolsillo interior de su capa y dándoselo al hombre. -Además, ¿todavía tienes esos guantes ucranianos de Ironbelly?-.

-Sí, aunque un poco más caros. Quedan muy pocos-.

-Como cada vez que pido un artículo específico, Keenen-. Abraxas deletreó, pero Hadrian agradeció tener por fin un nombre que ponerle a la cara.

-1050 galeones-. Hadrian hizo todo lo posible por no quedarse boquiabierto. ¡¿Esa cantidad de oro por un par de guantes?!.

-Ahora estás tratando de estafarme-.

-¿Tú? No lo creo-. Abraxas arqueó una ceja. -Bien, 900, no voy a bajar más. Digo la verdad cuando digo que son cada vez más caros-.

-Caros, sí, ¿pero seiscientos galeones más en sólo dos años? No te creo-.

-Deberías, los Ironbell ucranianos se van a convertir en una especie protegida, o eso dicen los rumores. Tengo que sacar beneficio mientras pueda-.

Abraxas hizo una mueca pero no dijo nada más, sacó un papelito de Gringotts de su bolsillo y escribió en él para luego firmarlo y dejarlo sobre el mostrador.

-¿Cuándo puedo esperar que recojan todo lo demás?-.

-Con la cantidad de cosas que quieres y los arreglos, en una semana si me doy prisa-.

-Sólo intentarás conseguir más dinero si haces eso. Ni siquiera estoy tan presionado por el tiempo. Que sean dos semanas-.

-Lástima. ¿Supongo que no puedo interesarte en algo de ropa especializada?-.

-No hace falta, sólo que le pongan un chaleco, pantalones, botas de piel de dragón, delantal y gafas resistentes. No hace falta que se queme cuando se le rompa la ropa. De hecho, añádele también una máscara-.

Sabía que Abraxas lo hacía por su bien, lo sabía porque había visto las quemaduras de dragón de Charlie Weasley y no quería acabar así por una forja, pero odiaba que le pincharan con agujas mientras estaba medio desvestido en un lugar extraño -(léase: no en casa)- e iba a vengarse por ello. No habría pasado nada si el hombre se lo hubiera dicho de antemano. Pero no, ¿por qué iba a hacerlo?.

Aun así, para cuando le permitieron bajar del estrado, Abraxas ya había ultimado todos los pequeños detalles y los pagos con "Keener". La brillante sonrisa del rubio no hizo que su deseo de venganza disminuyera, pero tal vez podría hacer que fuera sólo una broma y no algo doloroso.

🌿🌿🌿🌿🌿🌿

-Bueno, eso está hecho. Ahora sólo un poco de equipo de talla y materiales y un viaje a la Botica y estaremos listos. ¿Hadrian?- No se había dado cuenta de que el adolescente había dejado de caminar y se dio la vuelta para mirarlo.

-¿Qué venden allí?-.

Hadrian señaló una pequeña tienda apartada que le había llamado la atención. Abraxas se devanó los sesos en busca de información que sabía que tenía que conocer. Nunca había entrado, probablemente porque no era algo en lo que se especializara así que no había necesidad de que fuera, pero había hecho el esfuerzo de conocer bien este lugar por si alguna vez necesitaba algo.

-¡Oh! Eso es una mercería-.

-¿Qué?-.

-Oh sí, no es realmente mágica, ¿verdad? Pero sus artículos son mucho mejores que los de la ropa normal-.

-¿Quién necesitaría eso?- Preguntó el adolescente, confundido.

-Los magos del hilo, o tejedores, puedes ver que los llaman de las dos formas. Suelen ser mujeres, pero sé que hay uno o dos hombres en el sector. Es una subrama de la hechicería, haces ropa con las runas ya puestas en los patrones o algo así. No sé mucho de eso, pero sé que los magos del hilo son raros, uno entre un millón, y que es una de las ramas más difíciles de dominar porque los patrones tienen que ser perfectos y hay que coser cosas imbuyendo magia en cada puntada o algo así-. Dijo. Orión lo había explicado una vez, pero no era su especialidad y el hombre no había profundizado en ello. -Una pieza hecha por un Mago del Hilo puede llegar a quintuplicar el precio normal de un artículo premium de la misma categoría-.

-Mierda-. susurró Hadrian para sí. Sí, las cifras eran bastante asombrosas, pero quién podía quejarse. Imagínate llevar un amuleto escudo constantemente en la ropa que se activara si te emboscan por alguna razón, pensó Abraxas, y que nadie fuera capaz de detectarlo en absoluto. -Entonces... ¿por qué... por qué materiales especiales si van a poner runas en la ropa?-.

-Porque las normales acaban deshaciéndose. O se desintegran. Los materiales normales no pueden soportar la entrada mágica durante la costura original o la magia combinada final de todas las runas-.

-Sí, nadie querría comprarlos si fueras a acabar desnudo en medio de la calle-.

-Exacto-. Sonrió. -¿Quieres ir a echar un vistazo? Puedo encargarme de las compras yo solo-.

-No me vas a dejar solo aquí-. Dijo Hadrian, cambiando su peso de un pie al otro. Ah, él quería ir.

-Muy bien, vamos-.

Tomó el codo del adolescente y lo guió hacia la tienda. Obviamente Hadrian no iba a pedirles que fueran, mucho menos exigirlo, pero no había razón para que el adolescente no pudiera entrar y pedir más información.

Para ser honesto, la única razón por la que Abraxas nunca se molestaba en comprar ropa tejida con runas era porque Orión podía hacer piedras rúnicas que le sirvieran para el mismo propósito, aunque fueran menos efectivas en general. Los artículos más baratos podían costar docenas de millones con los amuletos más básicos, y Abraxas sabía que nadie regalaría tales cosas, así que no se había molestado en entablar amistad con un Mago del Hilo cuando Orión siempre estaba dispuesto a hacerle favores. Siempre se aseguraba de devolvérselos, aunque no quería que su amistad se viera empañada por las deudas. No era que el dinero fuera el problema, simplemente tenía otras prioridades como para gastar tanto en ese tipo de ropa.

Al fin y al cabo, eso significaba que no podía responder a las preguntas de Hadrian con eficacia, así que la mejor forma de hacerlo era encontrar a alguien que pudiera, ¿no?.

La sala principal de la tienda era pequeña y estrecha, y las estanterías estaban llenas de hilos desde el suelo hasta el techo, sin orden alguno. Parecía haber todo tipo de colores diferentes, lo reconocía. Ni siquiera él podía diferenciar unos de otros, pero todas las fichas descriptivas decían una cosa distinta. También había unas cuantas filas llenas de libros e incluso algunos ejemplos acabados en maniquíes.

Bueno, él no compraría eso. Sabía que habitualmente malgastaba su dinero, pero para él había un límite. Diez millones por un par de guantes -(con tres matrices rúnicas entretejidas, aunque no podía verlas por lo pequeñas que eran)- era demasiado. Pero si hubiera sido una capa...

Olvídalo, Abraxas, literalmente acabas de traer los guantes U.I. de la Herrería, pensó para sí. Volviéndose para mirar a Hadrian, encontró al chico a unos metros, delante del mostrador, hablando con una vieja bruja en voz baja. Decidió darle un poco de intimidad, retrocedió unos metros y siguió explorando, asegurándose de seguir siendo visible desde donde estaba el adolescente.

🌿🌿🌿🌿🌿🌿

-¡Orion! ¡Ya era hora!-.

Abraxas estaba de pie junto a uno de los pilares cercanos a las puertas del Banco con quien suponía era un Hadrian disfrazado. No pudo evitar sonreír, caminando hacia ellos a un paso relajado que podía o no ser un poco más rápido que antes.

Por supuesto que vendrían a recogerlo, Abraxas había insinuado la posibilidad de llevar hoy a Hadrian por provisiones, y se preguntó si estaría planeado.

-Hola-. Dijo y, por un momento, tuvo que recordarse a sí mismo que estaba en público, que acercarse un poco más le pondría en la portada de al menos tres periódicos y tuvo que evitar por la fuerza inclinarse para besar el revuelto pelo de Hadrian, disimular el movimiento de su mano que había tendido instintivamente hacia Abraxas. -¿Cómo ha ido tu viaje de compras?-.

-Bastante bien, ya está todo de vuelta en el apartamento y el equipo del laboratorio estará listo para recoger en quince días. Aunque no pude conseguir los cinceles que querías, deberías haberlos pedido antes-.

-Culpa mía. ¿Cómo te compenso esta vez?-. Dijo sonriendo y mirando distraídamente a Hadrian, que contenía la risa.

-Saldremos a comer, por supuesto. A menos que estés muy cansado-.

Siguió los planes de Abraxas para el día, tranquilamente feliz de sólo complacer la necesidad de atención de su amigo. Y si se acercaba a ellos, lo suficiente como para tocarlos, una vez que estuvieran fuera de la vista de la gente, bueno, eso era un asunto privado, ¿no? Debería empezar a preocuparse por el grado de codependencia al que estaban llegando, probablemente, tal vez en el futuro sacaría el tema. Estaba demasiado cómodo tomando la mano de Hadrian y teniendo a Abraxas aferrado a su brazo como para hacerlo ahora, de todos modos.

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