The Missing parts of History [Traducción]

Harry Potter - J. K. Rowling
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The Missing parts of History [Traducción]
Summary
En retrospectiva, Harry podía admitir que tocar cosas al azar en Grimmauld Place no había sido una buena idea. Sin embargo, era un poco tarde para eso.Varado en el tiempo, sin camino de regreso a casa, Harry tuvo que aprender a hacer frente a su vida mientras vivía en los años 50.Por extraño que parezca, Orion Black no se parecía en nada a lo que esperaba. Abraxas Malfoy tampoco. O sus amigos, en su mayor parte.Honestamente, tratar de mantenerse al día fue agotador.
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Chapter 19

27/3/1954


                  

-...mi sobrina más pequeña nacerá dentro de un par de meses, en realidad, pero el primo Cygnus y su esposa Druella -(sí, muy desafortunado, no te rías)- aún no han decidido el nombre. Creo que siguen esperando que sea un niño, pero a estas alturas las pruebas no pueden equivocarse-.

-Con un poco de suerte, elegirán un nombre con tiempo y no se precipitarán-.

-Eso es lo que todos esperamos. La niña tendrá que vivir con su decisión el resto de su vida. Aún no sé por qué algunos nombres son aceptados en mi familia. ¿Quién quiere llamar a su hijo Nigellus o Walburga? No quiero faltar al respeto a la prima Walburga, pero casi toda la familia la llama Wally y eso no ayuda a su mal genio-.

-¿Qué hay de Alphard? Sé que hay al menos uno de esos en tu familia cercana, pero no lo has mencionado-.

Orion había estado hablando sin parar de su familia -(nueve familias ramificadas más la familia principal en Gran Bretaña e Irlanda, tres familias ramificadas en Francia, otras seis en Alemania y Suiza y un par más en algún lugar de Asia)- durante unas dos horas, desde que llegó a casa del trabajo. Había preguntado de qué hablaba con Abraxas y le habían dado sumariamente todo el árbol genealógico de Orión. Era entrañable porque hablaba de cada uno de sus parientes, incluso de los que conocía menos o con los que tenía menos contacto, con la misma dedicación, cuidado y devoción que lo hacía con su hermana y sus padres, incluso sabía cada uno de sus nombres y cuán lejano era su parentesco y a través de quién. Hadrian no quiso detenerlo aunque estaba seguro de que ya necesitaba una poción para el dolor de cabeza.

-Oh, eligió entrar en Magizoología hace poco, nadie sabe dónde está ahora mismo, pero envió una carta de confirmación al Baile, así que lo veré en un par de días-. Orión sonrió, juguetón. -No se ha casado, aunque le gusta pasar las noches en camas ajenas. Todos estamos esperando a que nos diga que ha metido la pata y ha acabado teniendo un hijo. Es lo último que quiere, pero no es conocido por su previsión-.

-Pobre bebé, sin embargo, si eso llegara a suceder-.

-La verdad es que no. Bueno, se esperaría que lo cuidara, por supuesto, pero a pesar de que no lo demuestra, es un blandengue. Probablemente se enamoraría de él a primera vista y malcriaría a su engendro-.

-Eso podría ser peor, no dejes que lo haga-.

Orión ladró una carcajada -(Sirius la había sacado del hombre, aunque estuviera acentuada por su forma de animago)- que sobresaltó a Abraxas de su lectura. Le hizo un gesto con la mano y el rubio volvió a ignorarlos, pasando las piernas por encima del reposabrazos del sillón y reclinándose en él. Su cerebro emitió una dolorosa punzada ante el fuerte ruido que reprimió, aunque al parecer no lo suficientemente rápido.

Orión lo miró, frunciendo el ceño, toda su alegría desapareció en un momento. -¿Estás bien?-.

-Por supuesto, sólo que es tarde-. Dijo, restándole importancia. -¿Pero por qué tu primo está tan en contra de una familia, si le encantaría? No te ofendas, pero yo mataría por una-. En su mente no había problemas con no querer casarse o tener hijos, pero tampoco tenía sentido para él que alguien se describiera como un posible padre amoroso y al mismo tiempo se negara a tener hijos, o a adoptar uno.

A cada cual lo suyo, pero era confuso. Orión lo miró con una mirada suave que Hadrian no entendió.

-Por lo que ha dicho, quiere 'disfrutar de su libertad mientras es joven'. La mayoría piensa que sólo le asusta el compromiso que implica una familia, lo cual no interfiere con el hecho de que probablemente le iría bastante bien una vez dado ese paso-. Eso tenía mucho más sentido. Supuso. ¿Quizá no lo entendía porque la única familia que había podido reclamar eran sus amigos y su padrino? Asintió a la afirmación de Orión.

-Vaya, no estás bien-. Oyó decir distante a Abraxas. Estaba demasiado ocupado intentando contener su mareo. -Deberías habernos avisado si no te sentías bien-.

-Estoy bien-. Dijo, tratando de quitar la mano de alguien de su cara. -Sólo un dolor de cabeza-.

-Orion, trae una poción-. Hubo un revuelo a su lado y de repente se sintió desorientado, como si algo que debería estar allí simplemente no estaba. Honestamente, era sólo un dolor de cabeza, ni siquiera uno de los peores que había tenido, no debería estar perdiendo la cabeza así.

-Tonto...- Dijo Orión mientras le acercaba una poción a la boca y se la hacía beber menos de un minuto después. Merlín, era horrible, odiaba las pociones.

-Es tarde, debería irse a dormir-.

-Todavía está consciente, muchas gracias-. Oyó risas ahogadas y trató de medio mirar a sus amigos.

-Está bien, está bien. Ven aquí-.

Fue ajustado por Orion, que le hizo sentarse correctamente en el sofá y luego tiró de él para que su cabeza estaba en su pecho mientras que el brazo de Orion estaba colgado sobre sus hombros. La forma en que estaba jugando con su pelo podría estar dándole sueño, pero nunca diría eso en voz alta. Se acurrucó contra el mayor mientras Abraxas les tapaba con una manta -(sí, había echado un vistazo)- y se quitaba las gafas mientras sofocaba su propia risa.

-Buenas noches, Ry, Brax-. No tardó en dormirse.

🌿🌿🌿🌿🌿🌿

Sacudió el hombro de Hadrian, con cuidado de no despertar a Orión. Por fin era 27 y no podía esperar. La noche anterior lo había desconcertado, y por un momento había temido que no pudieran hacer el viaje porque Hadrian se había enfermado. Por suerte no había sido para tanto y una simple poción había solucionado el problema. Podrían haber cambiado la fecha si fuera necesario, pero él no quería tener que hacerlo.

Ya era tarde cuando Orión por fin se hartó y se llevó a Hadrian a la cama. No se había resistido mucho cuando Orión había vuelto a salir y le había preguntado por qué no se cambiaba y se iba a la cama justo después, demasiado cansado para procesar por la noche. El hombre era como una gallina madre.

Despertarse con un adolescente medio tumbado encima de él y el pecho desnudo de Orión apretado contra su costado, uno de sus brazos bajo la cabeza de Abraxas y la almohada, y el otro alrededor de su cintura, había sido ciertamente desconcertante durante todo un minuto hasta que sus neuronas empezaron a funcionar. Además, la cama no era para tres, pero al menos estaba caliente.

Si pudiera despertar a Hadrian para ir al baño... Ah, por fin.

-Hadrian, por favor-. Dijo. El adolescente parpadeó, tratando de ver sin sus gafas. Cierto, Orion las había dejado en la mesa del salón anoche.

-Buenos días-. Dijo, con la voz entrecortada por el sueño.

-Sí, buenos días, necesito que te muevas, por favor-. Luego añadió -Sin despertar a Orión, si puedes hacerlo-.

-Bien, um, sí-. Rodó fuera de él, balanceándose un poco sobre sus pies. Si no fuera por la tenue luz de la habitación, podría jurar que se estaba sonrojando. Lindo, debería tomar nota de ello. -¿Cómo llegamos aquí?-.

-¿Hubieras preferido el sofá?- Dijo, retirando con cuidado el brazo de Orión y sentándose para estirarse. Morgana, ¿cuánto tiempo había pasado en la misma posición?.

-Err, ¿no?-.

-No importa, voy a darme una ducha-. Realmente debería haber esperado que Hadrian se volviera a dormir después de que finalmente se levantara de la cama, el adolescente todavía parecía agotado. Sintió que sus labios se dibujaban en una sonrisa. -Recuerda que hoy vamos a salir-.

-Hmmm. Tú primero, el tardará más en secarse". Su voz estaba amortiguada por la almohada y era algo difícil de entender, pero entendió lo esencial.

Resopló y fue al otro baño, su shampoo y lociones y jabón -(hechos para su piel)- no estaban en el del dormitorio, aunque tal vez debería cambiarlo, ya que aparentemente también dormía allí.

🌿🌿🌿🌿🌿🌿

Orion se despertó entre risas y charlas. Estaba solo en el dormitorio, pero la puerta del baño estaba ligeramente abierta y la luz encendida, así que al menos no oía voces. Tenía que ducharse. Y vestirse y desayunar. Una vez hecho, Hadrian se encargó de eso. Tenía que echar un vistazo a unos documentos -(casi había terminado su espejo para mirar la mente, aunque estaba jugando con la idea de convertirlos en gafas)- y Abraxas y Hadrian habían dicho que querían salir sobre las once y tener el día libre. Así que sí, un día tranquilo hoy.

Se permitió unos minutos más en la cama antes de levantarse y buscar una de sus camisas. Sinceramente, estaba seguro de que se había ido a dormir con la ropa puesta, pero siempre se despertaba por la mañana sin la ropa de arriba. Pensaba que ya habría dejado de ocurrirle. Tenía, por alguna razón, una temperatura corporal extremadamente alta por la noche desde que era un niño, pero eso no era excusa para dormir medio desnudo. Con otras personas en la cama. 

-Ugh, gracias a Morgana que sólo era Abraxas-. Susurró para sí mismo. Había estado a punto de invitar al hombre a su cama. No a su cama. Lo que sólo empeoró la situación. Normalmente no importaría, pero era Abraxas. Joder.

Fue a echar un vistazo a la puerta del baño, más por curiosidad que por una decisión consciente. Había planeado entrar y preguntar qué pasaba, pero no pudo evitar pararse en seco y quedarse mirando. ¿Desde cuándo...?

-Abraxas, lo juro por Merlín, quédate quieto-. Hadrian estaba cepillando y secando el pelo de Abraxas. 

Claro que lo había hecho antes, cuando Abraxas estaba más que medio dormido. Pero no así, con Abraxas sentado en un taburete, sin camisa y con una toalla alrededor de los hombros, tan cómodo en su propia piel y simplemente, hablando. Hadrian tenía un cepillo en una mano y su varita en la otra mientras manejaba el pelo del rubio con cuidado. Estaba bastante seguro de que el encantamiento para secar el pelo no se usaba así.

-¡Si al menos me explicaras lo que estás haciendo!... Auch, perdona, para. Ahora me callo-. Abraxas hizo un puchero después de que le pellizcaran el costado.

-Sinceramente, sólo te tiro aire caliente al pelo y te lo aliso. No es ningún misterio-.

-No es así como funciona el encanto, querido Hadrian-.

-Es sólo un encanto de Aire constante de poca potencia, Abraxas. La única diferencia es que yo produzco aire caliente. ¿Por qué te quejas tanto?-.

-¡Es raro!-.

-En realidad no, y es mucho más rápido que usar toallas. Y siempre te quejas del encanto del secado de todos modos. Todavía tenemos que despertar a Orión, ¿recuerdas? Así que no podemos quedarnos así para siempre sólo porque es la primera vez que haces las cosas de esta manera-.

-Pero él ya está despierto-.

Se dio la vuelta y volvió a buscar su camisa antes de que Hadrian pudiera pillarlo escuchando a escondidas, aunque sabía que Abraxas ya lo había hecho. Repetía la escena en su cabeza una y otra vez. Una vez había intentado ayudar a Abraxas con su pelo. Casi había perdido la mano por culpa de un hechizo de corte demasiado potente. Incluso tuvo que ir a la enfermería para que se la arreglaran. Era como si su pelo fuera de oro y nadie pudiera tocarlo. Nadie más que Hadrian, al parecer.

No, no estaba celoso. Que se llevaran tan bien era algo bueno. Lo era, pero Abraxas era su amigo primero. Y también había conocido a Hadrian antes que al rubio.

🌿🌿🌿🌿🌿🌿

Orión sostenía la ropa doblada, zapatos incluidos, delante de él con el ceño fruncido. -¿Qué es esto?-.

-Ropa. Te la pones para que la gente no tenga que verte vestido como viniste al mundo, normalmente. He oído que hay gente que no lo hace, pero tú siempre has llevado algo, así que no me imaginaba que fueras de ese tipo-.

-¡No lo soy!- Gritó, avergonzado y escandalizado, las mejillas rojas y los ojos redondos, le hizo gracia. -¡Y esa no es la cuestión! Lo sabes muy bien!-.

-Claro, por supuesto. Tienes que ponértelas hoy y luego te vendaré los ojos. Chop chop, no tenemos para siempre-.

-¿Me estás pidiendo que me cambie delante de ti?- Dijo Orión, levantando las cejas.

-No es la primera vez, ni la última. No hay nada ahí que no haya visto y lo sabes-.

-¡Abraxas!- Orión chilló de nuevo. -De verdad... no deberías decir esas cosas... lo juro...-

-No deberías murmurar así, lo sabes, ¿verdad? ¿Y si tu querida madre te oyera?- Se burló, Orión había tomado el hábito de Hadrian. 

Había estado esperando esto desde que Orión se había burlado de él por adquirir malos hábitos. Orión lo fulminó con la mirada pero no perdió tiempo en vestirse. Hadrian había elegido un traje de tres piezas en un color azul oscuro para Orión con una camisa en un color ligeramente más claro. A Abraxas le habían dejado elegir uno morado con un montón de flores en plena floración estampadas ese día, porque en realidad le había gustado aunque le habían dicho que los muggles no solían llevar trajes tan brillantes, y Hadrian se había conformado con uno negro sencillo, aunque admitía que no estaba acostumbrado a llevar ese tipo de ropa, y se había negado a ponerse el chaleco que lo acompañaba.

Eso no había impedido a Abraxas llevar a Hadrian a casi todas las tiendas de ropa que había visto aquel día y comprar ropa para los tres. Lo difícil había sido ocultarle a Orión su viaje inicial al Londres muggle para que no empezara a hacer preguntas. Resultó que los muggles no tenían ni medio mal sentido de la moda y Abraxas ya estaba pensando en más cosas que hacer en el mundo muggle en el futuro.

Resulta que debería haber escuchado a Orión hace mucho tiempo.

Le ató la venda justo después de que Orión se pusiera la chaqueta, todavía muy confuso, y procedió a acicalarle y a borrarle las arrugas que se le habían formado con las prisas por vestirse. Tuvo cuidado con su pelo, que había sido recogido en una trenza francesa -(el pelo de Orión se estaba alargando, pronto querrá volver a cortárselo)- muy minuciosamente hecha por Hadrian. Orión no se había mostrado muy entusiasmado al principio, pero Hadrian le había dicho que agradecería tener el pelo fuera de la cara más tarde y lo había permitido a regañadientes. En cambio, Abraxas se había limitado a recogerse el suyo en una coleta alta, salvo dos rizos en la parte delantera. La coleta no hacía que su pelo pareciera más corto en absoluto, ya que aún le llegaba a media espalda o más abajo.

-Muy bien, estás listo-.

-¿Por qué es necesario todo esto?-.

-Tenemos una sorpresa para ti, por supuesto. ¿Cómo se supone que va a ser una sorpresa si lo ves antes de que lleguemos?- Orión dio un suspiro, probablemente arrepintiéndose de todas sus decisiones en la vida hasta ese momento.

Abraxas pensó que, al menos por esta vez, Orión no se enfadaría con él. O molesto. O exasperado.

(Abraxas esperaba que a Orión le gustara la sorpresa, seguro que no era tanto, pero él y Hadrian se habían esforzado en ello).

🌿🌿🌿🌿🌿🌿

Se acercaron todo lo que pudieron al museo sin llamar la atención de nadie. No sería bueno que los muggles se preguntaran por qué intentaban arrastrar a una persona con los ojos vendados por Londres. Los museos eran normales para ellos, después de todo. A Hadrian no le gustaba llamar la atención, aunque estaba de acuerdo en que era una buena idea sorprender a Orión en vez de dejar que se diera cuenta antes de tiempo.

Al ver la cara de confusión de Orión después de que se había quitado el paño le había mordido el interior de su mejilla. No sabía lo que Orión había estado esperando, pero obviamente no había sido lo que encontró. Eran alrededor de las 11:10 a.m. y la mayoría de la gente estaba en el trabajo, en la Universidad cercana o en casa en este momento, a excepción de las personas que iban al museo y las tiendas de los alrededores, que no eran muchas. Al no encontrar respuestas a su localización, Orión los miró, con la sospecha clara en sus ojos claros.

-¿Dónde estamos?-.

-En Russell Square, ahora mismo-. Dijo, con Abraxas entonando por detrás -¡En algún lugar de Londres!-.

-Eso no responde a mi pregunta-. La voz de Orión era tan seca como el desierto. Luego se miró a sí mismo cuando ni Abraxas ni él hicieron ningún intento de aclarar nada. -¿Qué llevo puesto, exactamente?-.

-Un traje, Hadrian me ayudó a conseguirlos hace unos días. ¿Te gusta el mío?-.

-¿Es... normal?-.

Hadrian negó con la cabeza, sin poder contener una sonrisa. Orión parecía cada vez más confuso.

-Estamos en el Londres muggle, Orión, ahora vamos, llegaremos tarde-.

-¿Tarde para qué? ¡¿Qué hacemos aquí?!- Preguntó Orión pero, compartiendo una mirada con Abraxas, no contestaron. En su lugar, guiaron a Orión en la dirección correcta con unos tirones en sus mangas.

No tardaron mucho en llegar a la entrada principal del museo, y los ojos de Orión se abrieron cómicamente cuando cruzaron un pilar con las palabras "El Museo Británico" en él. Hadrian vio que se le veía todo el contorno del iris, ¡incluso tenía la boca ligeramente abierta! Abraxas estuvo a punto de reírse de la expresión que ponía, pero una mirada fulminante lo detuvo en seco.

Por suerte, la cola para comprobar los billetes no era muy larga. Aunque tuvo que recordarle a Abraxas que no podía saltársela.

-Eres como un niño mimado príncipe. Excepto que no eres un príncipe, ni un niño-. Le había dicho, bromeando. Casi bromeando. Nadie podría decir que Abraxas no era un niño mimado.

-¡No lo soy!-.

-¿Qué estamos haciendo aquí?- Orión preguntó, su voz pequeña e insegura de una manera Hadrian nunca había pensado que podría ser.

-¡Le dije a Hadrian que has estado queriendo venir a uno de estos como desde siempre, y él sabía el camino! ¡Feliz cumpleaños- por adelantado!. Dijo Abraxas, restando horrible importancia a sus propias acciones. Hadrian seguía sin saber de dónde había sacado los folletos del museo.

-Eso no es cierto. Más bien decidió darte una sorpresa y me arrastró para esto-.

-¡No lo hice!-.

-Abraxas, voy a enseñarle el armario cuando lleguemos a casa, y luego quiero que repitas esa afirmación-.

Orión los miraba por turnos, mirando de uno a otro intentando seguir la conversación. Entonces soltó un pequeño "eh" e inhaló profundamente. Una tímida sonrisa se dibujó en su rostro.

-Bueno, o nos ponemos en marcha u Orión nos odiará por hacerle perder la visita-. Dijo Abraxas.

Fue como si un interruptor acabara de encenderse en el cerebro de Orión, que los arrastró hasta el edificio principal y preguntó a dónde ir en poco tiempo. No corriendo, pero ciertamente a un ritmo mucho más rápido de lo que Orión solía usar.

🌿🌿🌿🌿🌿🌿

Era casi el final del recorrido y a Abraxas le dolían los pies. No era el tipo de dolor bueno que se produce tras horas de investigación exhaustiva sin descanso ni práctica volando en escoba. 

Aun así, no podía decir que se arrepintiera de su decisión, aunque sabía que todavía le quedaban unas cuantas horas más de caminata. Hadrian caminaba a su lado casi al final del pequeño grupo en el que los habían metido tarareando y observando las diferentes galerías como lo haría una persona normal. Mientras tanto Orión caminaba unos pasos por delante de ellos hablando con un hombre sobre unas escrituras egipcias que acababan de ver y que Orión había tenido que contenerse corporalmente para no tocar.

Abraxas realmente quisiera saber lo que Orion había visto para provocar tal reacción de él. Orión probablemente había caminado el doble que Hadrian y él juntos, yendo y viniendo entre la parte delantera del grupo sólo para volver a ellos y decirles lo que había visto, los ojos brillantes y hablando a una milla por hora. De algún modo, había conseguido un poco de "papel" y "bolígrafo" y había empezado a garabatear cosas con una letra inusualmente desordenada, mirando cada trozo de historia como si quisiera hacer una fotografía de ellos con sus ojos.

Hadrian y él intercambiaban miradas casi siempre e intentaban no partirse de risa.

La cuestión era que siempre que Orión salía con amigos -(algo ya raro de por sí)- solía quedarse atrás, siguiendo lo que los demás querían sin quejarse demasiado. Orión dijo que no quería discutir sobre esas cosas, Abraxas estaba seguro de que Orión simplemente era demasiado indulgente. Acordaron no estar de acuerdo pero, en privado, Abraxas sabía que hoy era la prueba de que tenía razón. Un Orion de ojos brillantes, tranquilamente excitado que no estaba esperando o mirando desde la barrera y estaba disfrutando activamente era... bueno, Abraxas pensó que le hacía parecer más joven, más libre.

-Tenemos que decirle que es hora de comer-.

-Hazlo tú-.

-No, adelante-. Abraxas hizo un mohín pero no discutió más. No era tan importante. Así que se acercó a Orión y le dio un golpecito en el brazo, desviando su atención de la pareja con la que estaba hablando.

🌿🌿🌿🌿🌿🌿

-¿Ya ha terminado?- Dijo, decepcionado. Apenas se había dado cuenta de que había pasado el tiempo.

-El recorrido es, no pongas esa cara-. Dijo Abraxas, mirándole con indulgencia. -Vamos a comer algo y volvemos más tarde, ¿vale? Si tus nuevos amigos siguen por aquí estoy seguro de que no les importará continuar la conversación donde la dejaste-.

Abraxas esperó mientras se despedía y caminó a su lado hacia Hadrian, que esperaba junto a la puerta.

-¿Te ha gustado?- Preguntó Abraxas de repente. Una mirada a su amigo más antiguo le dijo que estaba nervioso y Orión, bueno, no era frecuente que Abraxas se esforzara tanto en darle algo que deseaba. No es que a sus amigos les faltaran nunca sus regalos, pero había pocas cosas que Orión no pudiera adquirir por sí mismo, tenía suficiente dinero y poder político para hacer que casi cualquier cosa sucediera con un chasquido de sus dedos, pero esto... bueno, ya lo habría hecho si hubiera tenido el valor.

-Gracias-. Dijo, deseando desesperadamente tener las palabras para expresar lo agradecido que estaba.

Tuvo la abrumadora necesidad de tomar la mano de Abraxas, de tocarlo de cualquier manera. Como si las palabras no fueran suficientes para transmitir las emociones que en ese momento calentaban su pecho. Abraxas nunca lo había defraudado a propósito, nunca lo había criticado ni se había burlado de su obsesión, nunca había dejado que se avergonzara de ella ni que renunciara a ella por la opinión de los demás. Sabía que Abraxas no lo había entendido realmente, al igual que él nunca había entendido por qué Abraxas siempre se aferraba a diferentes temas y no dejaba de investigar hasta que sabía todo lo que había que saber sobre ellos, pero nunca había dejado que eso se interpusiera en su camino para apoyar a Orión.

Sin embargo, no lo hizo, estaban en público, pero Abraxas sonrió como si lo supiera y caminó a su lado un imperceptible paso más cerca de él, tan cerca que sus brazos se rozaban a cada paso.

-Hadrian-. Dijo una vez que llegaron al adolescente.

-¿Todo bien?- Asintieron al mismo tiempo. -Vamos a encontrar un buen lugar para comer, entonces, y podemos volver. ¿Había algo que te llamara la atención?-.

Pequeño pícaro que era, los ojos de Hadrian centelleaban con diversión. Orión no pudo evitar sonrojarse, aún así, ¡había tenido sus razones! Abraxas se rió.

-Cuando te cuente lo que he encontrado, lamentarás no haberlo visto antes-.

🌿🌿🌿🌿🌿🌿🌿

El almuerzo fue breve. Orión no quería otra cosa que volver al museo y a Abraxas se le había despertado la curiosidad justo antes de comer, así que intentaba distraídamente sonsacarle los detalles a Orión con poco éxito. El propio Hadrian estaba feliz de sentarse y verlos discutir.

Orión ya ni siquiera necesitaba indicaciones mientras recorrían las galerías de vuelta a la Colección Egipcia. Cuando llegaron allí, recibieron una mirada de los dos guardias de seguridad que había dentro, que le hizo tragar saliva. El comportamiento de Orión había sido tan poco característico que se había quedado congelado en el sitio durante un momento demasiado largo. Sin embargo, Orión no volvió a hacer ningún movimiento brusco ni intentó acercarse demasiado a las exposiciones, así que no les detuvieron.

Orión los condujo hasta una gran vitrina con un montón de antiguos jeroglíficos egipcios. Hadrian no podía entender ninguno de ellos, a pesar de que Orión y Abraxas ya le habían mostrado algunos ejemplos en sus estudios -(nada específico, ya que se suponía que no debía estudiarlos hasta llegar a sus estudios de N.E.W.T., pero lo suficiente como para poder identificarlos en una formación nórdica o griega y saber que no debía meterse con ellos)- y era frustrante.

-¿Qué es esto entonces?- preguntó Abraxas.

-¿Cómo puedes no saberlo?- dijo Orión, probablemente maldiciendo su inteligencia en la intimidad de su mente. -Abraxas, estos jeroglíficos son de antes de 2000 AEC!- Gritó en un susurro.

-No hay jeroglíficos de esa época, Orión, ya lo sabríamos-.

-¡Eso es lo que intento decir, Brax, que no los tenemos! Los muggles los tienen, ¡ni siquiera sé lo que dicen!-.

Abraxas parpadeó, su boca formó una pequeña 'o' antes de romper en una sonrisa. -Por eso querías acercarte tanto-.

-Por supuesto-.

-Genial, pero no puedes quedártelos, no te dejarán-.

-Lo sé-. Orión parecía tan decepcionado ante la idea que Hadrian no pudo evitar interferir.

-¿Quizás haya libros?- Dijo. -Hay una especie de biblioteca aquí e incluso una librería, así que puede que tengan libros con imágenes claras que podamos comprar-.

Recibió una mirada esperanzada, tan inocente y llena de asombro que le dejó sin aliento.

-¿Significa esto que Orión va a resucitar una antigua lengua en runas ahora?-.

-Estoy seguro de que no estoy captando todas las implicaciones en esto, pero seguro-.

-Hadrian- Dijo Orión, serio. -El texto egipcio, su misma magia, que tenemos data de casi 1900 AEC, mucho se perdió porque no hemos podido encontrar más e incluso el dialecto cambió. Este podría ser un gran avance en la magia rúnica, probablemente el mayor desde el descubrimiento de la compatibilidad de las runas griegas y el Younger Futhark en 1816 que impulsó a Iskandar Al-Fayer a recibir uno de los 10 Asientos del Magistrado del Conocimiento Rúnico tres años después. Esto es... si puedo reconstruirlo y publicarlo...-

-Tal vez podamos acceder a las salas de las Pirámides-. Dijo Abraxas, de repente, como si se le hubiera encendido una bombilla en la cabeza. -Los goblins llevan siglos intentándolo, si cooperas con ellos en esto, estarían en deuda contigo-.

-Bueno, aún necesito a alguien que corrobore mis hallazgos, así que el gremio intentaría apropiárselo-.

-¿No?- Los dos hombres mayores le miraron, desconcertados. -¿Si llevas esto a los goblins y no le dices nada a tu gremio, ellos podrían ratificarlo? ¿Con sólo entrar en las tumbas? ¿Ser capaz de hacer eso no demostraría que tienes razón? No es que la gente del Gremio Rúnico vaya a saber más que los goblins, o ellos serían los que tendrían los derechos de las excavaciones de la Pirámide. Bueno, quiero decir...-

-Podría besarte-.

-Um, ¿no gracias?- Dijo, tratando de no ser molestado por la mirada de adoración absoluta que Orión le dirigía. -¿Deberíamos ir a buscar esos libros? Si al final no tienen ninguno tendrás que volver para dibujar tú mismo los jeroglíficos en un cuaderno-.

-Sí, hagámoslo, realmente este no es el lugar para arrasar con él, Orión-. Abraxas dijo burlonamente, lo que sacó a Orión de su estupor y lo hizo sonrojarse de un rojo ardiente.

Caminaron lentamente por el museo, deteniéndose cada vez que veían algo que interesaba a Orión más que el resto, haciéndole acercarse a menudo para leer la información que se ofrecía delante de cada pieza. Las pinturas no le interesaban mucho, aunque Abraxas dijera que eran lo más bonito del edificio, porque no entendía el simbolismo que había detrás de ellas

Le había parecido extraño, ya que pensaba que Orión había estudiado mucho de Abraxas, y él lo había dicho.

-Sé infinitamente más que nadie en mis círculos, pero conseguir información por mi cuenta es... complicado, así que mi colección no es tan impresionante. Tampoco puedo conseguir más de lo estrictamente necesario, o podría olvidar lo que tengo y lo que no. Si mi familia se enterara porque olvidé esconderlo...-

Compartió una mirada con Abraxas e hizo un movimiento con la cabeza, esperando que el hombre entendiera lo que quería decir. El hombre lo hizo, sonriendo ampliamente.

-Bueno, eso ya no es un problema, ¿verdad? Puedes coger todo lo que quieras-.

-¿Qué quieres decir? ¿Dónde podría ponerlo? Sabes que las runas protectoras que hice para que nadie pudiera acceder a mis baúles no permiten amuletos extensibles. Será extraño que tenga tantos baúles por ahí-.

-Bueno, primero, vives solo y si tu familia se pusiera a escarbar en busca de oscuros secretos en tu casa particular, me preocuparía mucho, ni siquiera mis padres hacen eso que yo sepa. Y segundo...- Abraxas hizo una pausa, con una sonrisa juguetona en la cara. Del tipo que significaba que Abraxas sabía algo que tú no sabías y estaba a punto de echártelo en cara. Hadrian permaneció en silencio, disfrutando de la forma en que Orión trataba de averiguar lo que se le había pasado por alto. -En segundo lugar, no les has contado a tus padres lo del apartamento de Hadrian, ¿verdad? ¿Cómo se supone que van a encontrar lo que sea que dejes en él?-.

Los ojos de Orión se abrieron de par en par -(si es que era posible, había pasado mucho hoy)- al darse cuenta y Hadrian se preocupó de que el hombre se diera un latigazo en el cuello con lo rápido que había girado la cabeza hacia él.

-¿Qué?-.

-¿Puedo...?-.

-Es tu casa, Orion-. Reiteró las mismas palabras que había dicho tantos meses atrás, cuando Orión lo había llevado por primera vez al apartamento. Excepto que ahora, estaba bastante seguro de que tenían una connotación diferente.

El apartamento era la casa de Orion. Dormía, comía y vivía en él más que en Grimmauld Place, donde normalmente se limitaba a ocuparse de cualquier papeleo importante o relacionado con la familia, cosa que cada vez hacía menos a medida que pasaba el tiempo, optando en su lugar por ocupar el despacho de Hadrian.

No sabía si había entendido bien lo que quería decir, pero eso no importaba, porque Orión lo deleito con la sonrisa más abierta y alegre que le había visto al hombre. Era como si el hombre rebosara de alegría sin fin y ya no pudiera mantenerla bajo control dentro de su cuerpo.

-Vamos a ver esa librería-. Dijo.

Hadrian temió un poco por sus estanterías. Ah, bueno.

🌿🌿🌿🌿🌿🌿

Abraxas vio a Orión hojear un libro tras otro antes de dárselos a Hadrian y a él, siempre con una mirada interrogante hacia Hadrian. Como si el adolescente fuera a cambiar de opinión, lo único que hizo fue asentirle e instarle a que fuera a buscar más.

-¿Creía que no te gustaba 'pasarte de la raya'?-. Preguntó, impresionado por su cambio de comportamiento.

-No lo hagas. Esto no es ir por la borda. Si Orión hubiera podido, habría comprado todo esto en un lapso de años, sólo que ahora parece mucho porque los está comprando todos a la vez. Ni siquiera es culpa suya-.

-Oh no, no me estoy quejando-.

-No pensé que lo hicieras. Sólo estabas tratando de medir cuánto podrías salirte con la tuya si hicieras algo similar-. Dijo, asintiendo a Orion desde lejos y sin mirarlo. ¿Cuánto podía leerle Hadrian y cómo no se había dado cuenta? -¿Qué?-.

-No sabía que podías leer a la gente tan bien-.

-Ah, eso. Sí, lo heredé de mi tío, siempre era mejor conocer sus estados de ánimo y qué acciones seguirían o... bueno, sólo soy observador, supongo-. Eso... no era bueno. -No es algo que desaparezca, pero es útil así que no me quejo-.

-Creo que tu tío no me cae muy bien-.

-Ya no está por aquí-. Hadrian dijo encogiéndose de hombros, como si decir que un miembro de su familia 'no estaba por aquí' careciera por completo de importancia. ¿Qué significaba eso? ¿Estaba muerto? ¿Se había marchado? ¿Lo había abandonado Hadrian? -Basta, Abraxas. No me llevaba muy bien con mis parientes, así que no vale la pena pensar en ello. ¿Otro? Bueno, tal vez intentar algo un poco más atrás te dará una mejor idea de por qué-.

Abraxas tenía la clara sensación de que Orión sabía de qué estaban hablando, porque había sacudido la cabeza mientras los dejaba de nuevo, frunciendo el ceño. Orion no quería que Abraxas presionara. Y él...

No había sabido que no era el único con una mala familia. Sólo había asumido que a Hadrian no le quedaba nadie, para ser honesto. Eso lo puso tenso y trató de repasar todo lo que sabía del adolescente. Lo que sabía y no lo que había supuesto. Era difícil, porque había tenido que hacer muchas suposiciones, e incluso si la mayoría de ellas eran correctas, cosa que no tenía forma de saber, obviamente se le había escapado algo.

Cómo odiaba no poder ver los hilos del chico más joven. No estaba acostumbrado a conocer a alguien de esta manera. Con una pausa, se dio cuenta de lo dependiente que se había vuelto de su don, de que no podía estar seguro de conocer a alguien a menos que supiera todo su pasado y su futuro más cercano con una mirada.

Hacer suposiciones era normal cuando se conocía a alguien por primera vez, así como que esas suposiciones se rompieran o se demostraran correctas con el paso del tiempo. Él no estaba acostumbrado a eso, estaba acostumbrado a tener razón. No, eso no serviría.

Orión volvió con tres libros nuevos.

-Estos son los últimos por ahora. Creo que tengo casi todas las secciones egipcias y griegas, y la mayor parte de la Historia Británica muggle que se remonta al 1400, debería llevarme un tiempo terminarlos-.

Sí, pensó Abraxas mientras miraba a sus amigos hablando amigablemente frente a él. Él también quería conocer a la gente de la manera normal, aunque fuera más difícil. Ya casi no sentía la necesidad de hablar con Orión. Y tal vez debería, tal vez había cosas que no sabía de su mejor amigo porque ya no le importaba intentarlo. Eso estaba mal, ¿no? Orion se había quedado con él desde siempre sin importar nada, Abraxas no quería nunca hacerle sentir que ya no le importaba.

El pensamiento le dejó un sabor agrio en la boca. Gracias a Salazar que habían conocido a Hadrian, probablemente nunca se habría dado cuenta.

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Abraxas se había quedado extrañamente callado hacía un rato, limitándose a seguirlos por detrás. Había unos cincuenta libros que había comprado y, como no podían usar magia evidente -(no quería marcharse todavía, y Hadrian le había dicho que no había problema)-, habían ido al baño y los habían repartido en tres bolsas de papel que habían encantado para que fueran ligeras como plumas y se expandieran por dentro, sin que nadie se diera cuenta.

Aun así, le dijo a Hadrian que tomara la delantera y caminó al paso de sus amigos hasta que se dieron cuenta.

-¿Estás bien?-.

-Me he dado cuenta de que ya no me esfuerzo en conocer a la gente. Antes no era así-. Abraxas dijo y honestamente, Orion no entendió. Abraxas conocía a la gente mejor que nadie. -No me mires así. Conozco mi don, sé lo que me da pero... Hadrian no lo tiene... No funciona con él y es mucho trabajo llegar a conocerlo. Y no es malo, es algo gratificante para ser honesto, pero... no recuerdo la última vez que realmente me esforcé en conocer a alguien-.

-Eso no es malo. Es sólo cómo eres, Abraxas, no es tu culpa. ¿Dijo algo?-.

-¡No!- Abraxas dijo frenéticamente, pareciendo un poco avergonzado cuando se dio cuenta de que había levantado la voz. -No, yo solo, el dijo algo y me di cuenta de que habia hecho una suposicion equivocada sobre su pasado. Un error, por primera vez en mucho tiempo. Sólo se desarrolló a partir de ahí. Hadrian es demasiado bueno para decir algo así, aunque lo pensara-.

-Pero... ¿Estás bien? ¿Es una mala realización o...?-.

-Simplemente lo es, Orión. Y yo... nunca me paré a pensar cómo sería para los demás tampoco, que es otro caldero cualquiera. Para mí es muy normal. No es malo, ni bueno-.

Se quedaron un rato en silencio. Hadrian miró hacia atrás un par de veces, pero le hizo un gesto para que se apartara, sabía que Abraxas necesitaba poner en orden sus pensamientos antes de expresarlos. Abraxas, una vez que se había vuelto bueno en su habilidad, la había amado profundamente, era la primera vez que se cuestionaba cosas como estas y Orión no lo apresuraría.

-Yo quiero-. Dijo. -Quiero conocer gente de la forma normal, aunque me sea imposible. Quiero poder conocer a alguien y encontrarlo tan interesante que quiera estudiar cada parte de él sin que me lo pongan en bandeja de plata. Quiero hablar contigo y descubrir cosas nuevas que antes no sabía porque nunca te he visto más que fascinante y yo... no quiero sentir nunca que no doy lo suficiente de mí a las personas que me importan porque ya he aprendido todo lo que hay sobre ellas en el momento en que nos vemos-.

-Bueno, vale-. Pues sí, Orión no tenía palabras. Era la primera vez que Abraxas decía algo así... Y no era consciente de que Abraxas pensara tan bien de él. Sonrió a su amigo. -Va a ser difícil, no es que puedas evitarlo-.

-No, pero puedo esperar a que me cuenten cosas para sacarlas, o puedo hacer preguntas y que me las contesten. Y puedo bloquear hilos pasados, seguro que la única razón por la que nunca lo he hecho es porque no he visto la necesidad-.

-Mientras no cambies. Tu don no es malo-.

-No, no es que vaya a dejar de usarlo o algo así, sólo que no tan profundamente-.

-Bueno, espero que tu curiosidad no se apodere de ti-.

Abraxas golpeó su brazo débilmente, la sonrisa de nuevo en su lugar. Orión se alegró de no encontrar tensión en él, sólo alivio, parecía que hablar de ello había sido el camino a seguir.

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Volvieron al apartamento muy tarde, y Abraxas estaba casi borracho. Orión sólo había tenido tiempo de organizar sus nuevos libros en las estanterías del salón y ponerse ropa de dormir -(esperaba despertarse con la camiseta puesta esta vez)- antes de encontrarse a los otros dos ya dormidos en la cama, Hadrian encima de Abraxas y usando su pecho como almohada mientras Abraxas definitivamente se había tumbado dejándolo hacer, con ambos brazos extendidos a los lados, y ninguno de los dos se había cambiado. Utilizó un hechizo de cambio en ambos para que no durmieran con la ropa de día y les quitó los zapatos con la mano, además de deshacer la coleta de Abraxas y hechizarle el pelo formando una trenza suelta.

Sinceramente, había sido un buen día. Un gran día. Lástima que no pudiera compartirlo con nadie ni presumir de ello. Habían tenido que avisarles de que el museo cerraba por hoy antes de salir en busca de la cena y más tarde de copas, excepto Hadrian que los había mirado con mala cara (había un límite para la indulgencia de Orion y dar alcohol a un quinceañero era uno de ellos, sabía que Abraxas no habría tenido problemas en darle a Hadrian lo que quisiera si Orion no hubiera estado allí para impedírselo) pero lo dejó pasar rápidamente.

Ignorando la repentina introspección de Abraxas, que no iba a olvidar pronto, el día había estado lleno de muchas risas y conversaciones fáciles. Por no hablar de su descubrimiento, posiblemente revolucionario. Sabía que los muggles eran increíbles cuando se trataba de salvar la historia, y todos en el gremio iban a odiarlo a muerte cuando lo descubriera, pero a quién le importaba.

Pensar que tenía razón, que los demás deberían haberle escuchado, le llenaba de satisfacción. Y sí, era bastante engreído y no se avergonzaba de ello. Tenía razón. No había sido una obsesión inútil. No lo había sido, y tenía a sus amigos a los que no les importaba que se volviera loco por ello.

¿A quién le importaba si a nadie de su familia de sangre le gustaba? Para esto, sólo para esto, no necesitaba su aprobación.

Se metió en la cama, dudando sólo un momento antes de recolocar el brazo de Abraxas y acostarse, deslizando su brazo derecho por la cintura de Hadrian y poniendo el otro bajo la almohada.

Dormirse nunca había sido una experiencia tan tranquila.

 

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