The Missing parts of History [Traducción]

Harry Potter - J. K. Rowling
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The Missing parts of History [Traducción]
Summary
En retrospectiva, Harry podía admitir que tocar cosas al azar en Grimmauld Place no había sido una buena idea. Sin embargo, era un poco tarde para eso.Varado en el tiempo, sin camino de regreso a casa, Harry tuvo que aprender a hacer frente a su vida mientras vivía en los años 50.Por extraño que parezca, Orion Black no se parecía en nada a lo que esperaba. Abraxas Malfoy tampoco. O sus amigos, en su mayor parte.Honestamente, tratar de mantenerse al día fue agotador.
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Chapter 20

Abril de 1954.       


Había terminado otro libro y se levantó para cambiarlo por otro cuando Abraxas entró por floo. Hadrian había salido a correr y a hacer ejercicio por la mañana, probablemente contento de que la cantidad de pociones que tomaba se hubiera reducido una vez más ayer por la tarde. Alejar a Abraxas del departamento sin hacerlo sospechar había sido difícil, pero lo habían logrado, Hadrian no se sentía muy seguro de contarle a Abraxas sobre su salud que aún mejoraba y Orión tenía que respetar eso.

-¡Tengo algo que decirte!- Dijo al verlo, olvidándose incluso de saludarlo.

-Cuéntalo-. Dijo, sin saber qué esperar.

-¡Acabo de recibir un pensadero para ti! Toma-. Abraxas sacó un paquete de su bolsillo y lo agrandó.

Lo cogió, completamente desconcertado. Los pensaderos eran raros. "¿Qué, por qué?"

-Estabas teniendo problemas para descifrar la transferencia de memoria del proyecto espejo, ¿verdad? Puedes desmontar este, ¡quizás te ayude!-.

Pudo notar, por la cara de Abraxas, que esperaba que Orión reaccionara de alguna manera, pero estaba tan sorprendido que no sabía qué debía hacer. Sí, había tenido algunos problemas, pero no podía simplemente destruir uno de los artefactos más raros del mundo mágico.

-Sí que puedes. Por eso te lo compré. Puedes volver a armarlo después-.

-No vas a devolverlo si digo que no lo quiero, ¿verdad?-.

-Haré que Hadrian te convenza-. Afirmó, una sonrisa de satisfacción en su rostro, como si supiera Orion cedería. Que... Sí, probablemente lo haría. Era extrañamente difícil negarle algo a Hadrian. No es que tuviera menos problemas con Abraxas.

-Bien, gracias, no vuelvas a hacer esto. Debería volver pronto para hacer el desayuno y creo que está listo para probar algo más de alquimia práctica si estás interesado-. Dijo. -Voy a dejar esto en la oficina-.

Salió de la habitación. Mentiría si dijera que no había sentido curiosidad por el funcionamiento interno de los Pensadores desde que las conoció a los 8 años, así que no se quejaría más.

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-Abraxas, ¿puedes ir a sacar a Orión de la oficina, por favor? Creo que se ha vuelto a olvidar de comer para no perderse la cena-.

-¿No puedes hacerlo?- gimoteó Abraxas desde donde estaba sentado en un sillón, con un libro abierto en el regazo.

-No si no quieres pasar hambre esta noche-.

-Ah bueno, me gusta demasiado tu comida para eso-.

Dijo el hombre, antes de levantarse y desaparecer por el pasillo. Rodando los ojos, se concentró en su tarea. Había conseguido unos cuantos libros de cocina y últimamente estaba probando nuevas recetas, y Abraxas había llegado un día al apartamento con uno sobre cocina francesa. La pregunta sutil había sido muy clara y él no había estado de humor para burlarse del rubio por ello, demasiado cansado de su pesadilla más reciente.

También había sido en uno de los raros días en que dormía solo, lo que no le había puesto de buen humor.

-Ya voy, ya voy-. Oyó decir a Orión, contrariado, y tuvo que morderse la lengua para no reírse.

Lo peor que Abraxas podría haber hecho era darle algún proyecto para resolver. Claro que era útil, pero Orión estaba tan concentrado en él que a veces se olvidaba de comer y dormir, y la mayoría de las veces ni siquiera se pasaba por el apartamento, ya que no tenía una sala de trabajo que utilizar.

Viendo a los hombres mayores discutir y burlarse unos de otros, se preguntó si debería encontrar la manera de hacer uno. Al menos podría asegurarse de que Orión no se quemara.

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-¡Argh, por qué esto es tan frustrante!- Gritó.

Había estado intentando restringir la cantidad de hilos del Pasado que veía, sólo en las personas, pero estaba resultando mucho más difícil de lo que había pensado. Aunque cuando era más joven había funcionado a las mil maravillas empujar cosas detrás de sus escudos de oclusión, ya que sólo quería limitar la entrada sensorial que recibía, en realidad nunca había dejado de verlas.

Sólo quería que no fuera una reacción tan instintiva. Si veía hilos, los leía, era menos de un segundo, ya no le costaba nada, ni siquiera un vistazo superficial. En general, aprendía lo que le gustaba y lo que no, las emociones más presentes, el carácter general y los momentos más importantes -(desde un punto de vista mágico, no la visión subjetiva de la persona)- de la vida de alguien con un solo hilo del Pasado. Si conseguía no verlo en el momento exacto en que se encontraban, lo que se convertía en un pequeño nexo entre ellos y le permitía conectarse a la magia de otra persona durante un tiempo muy limitado, su tarea estaría cumplida.

Era tan fácil como no mirar, pero aún así no lo conseguía. Un hilo menor se formaba cada vez que hablaba con alguien, una especie de cruce entre ellos, así que había visto el pasado de Orión miles de veces, hasta el punto de que podía ignorarlo porque ya era algo que conocía. Era completamente diferente a otras personas.

-Lo conseguirás, llevas menos de un mes en esto, Brax, relájate-. Le dijeron sus amigos, frotándole la espalda en un gesto tranquilizador.

Orión se había vuelto recientemente mucho más táctil, en su caso significaba que realmente comenzó el contacto físico que duró más de un segundo a la vez. Sabía que Orión tenía razón, que no debía precipitarse. Esos hábitos, buenos o malos, eran difíciles de romper. Pero hacer este experimento le había hecho darse cuenta de lo invasivo que era lo que había estado haciendo hasta ahora. A la gente realmente no le gustaba que supiera tantas cosas privadas cuando no lo conocían.

Odiaría que alguien se enterara de sus secretos antes de que él estuviera listo para hablar. Llevaba haciendo lo mismo con todas las personas con las que hablaba desde que tenía siete años. Tal vez tuviera suerte, mucha suerte, de que nadie se hubiera dado cuenta de lo instantánea que era su recopilación de información.

-Lo intentaré de nuevo contigo ahora, ¿de acuerdo?- Orión asintió. El hombre era un santo, o podría considerarse como tal a estas alturas. Hadrian se había ofrecido a ayudar, pero teniendo en cuenta sus circunstancias especiales que aún lo confundían mucho, Abraxas había tenido que declinar y el adolescente se había ido a estudiar un poco más antes del almuerzo.

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Mayo de 1954         

-Rian, ¿puedo quedarme hoy también?-.

Orión escuchó preguntar al rubio. Sabía que la conversación no era para que él la escuchara, ya que Abraxas y Hadrian habían tomado el tiempo que les tomaba cuidar el cabello de Abraxas -(sin importar cuándo lo hicieran)- como tiempo a solas. Parecían utilizarlo sobre todo para cotillear, pero era suyo y él no intervendría. Sin embargo, estaban en el baño con la puerta abierta y él había ido a cambiarse de ropa, ya que hoy lo esperaban en el Castillo Black para cenar.

Guardó silencio pero no ocultó su presencia, si los otros dos le oían no pasaría nada.

-Sabes que no tienes que preguntar-. Una pausa. -En realidad, sólo se pregunta cuando ha ocurrido algo en la Mansión-.

-Mis padres están presionando por un Heredero, otra vez. No estoy de humor-.

-Sinceramente, no sé por qué estás tan en contra, aparte de tu relación con Druella-.

-¿No te refieres a la falta de relación?-. La voz de Abraxas era burlona, y probablemente se estaba mofando, pero recibió un bufido de Hadrian. -Bueno, no estaría en contra de un hijo, pero tengo que follármela para que eso ocurra-.

Orión casi dejó caer la bata que sostenía. Realmente debería salir de la habitación. Ahora mismo. Pero no podía. Seguramente Abraxas ya sabía que estaba aquí y no estaría hablando si no quisiera que Orión escuchara. Era una excusa débil en el mejor de los casos, pero por lo general Abraxas era muy cerrado acerca de su sexualidad. La única vez que tuvo sexo con una chica Ravenclaw mayor, cuando tenía quince años, declaró lo mucho que lo había odiado.

Era un problema para alguien que había estado prometido desde la infancia a una chica que ya no le gustaba como persona.

-¿No te gustan las mujeres, entonces?-.

-Nunca he sentido nada por nadie, es difícil de explicar-.

-Puedes intentarlo-.

-Bueno, mientras Orión se preguntaba lo difícil que sería meterse bajo la falda de una chica o en los pantalones de otro chico, yo estaba ocupado obsesionándome con la cartomancia. Y él es dos años más joven que yo-.

Abraxas, qué coño, pensó, todo su cuerpo subiendo de temperatura por las palabras de su amigo. Sólo provocaron un suave murmullo de Hadrian.

-Quiero decir, puedo decir objetivamente cuando alguien es bonito o guapo, y estoy bastante seguro de que el sexo no sería tan malo.... Es sólo que... se siente mal, como si no debiera ser sólo algo físico, o un deber, o tener algún tipo de objetivo. No sé, para empezar, no es que nunca me haya sentido atraído así por nadie-.

Orion consiguió reunir las fuerzas suficientes para marcharse y cambiarse en el baño. Aquella conversación era demasiado privada como para seguir escuchando desde las sombras. Bueno, no era de extrañar que Abraxas no pudiera tocar a su mujer, si necesitaba sentir algo por ella para sentirse mínimamente cómodo. No había sido así en absoluto para Orión, así que por supuesto no había sido de ninguna ayuda durante su adolescencia.

Pero... Si lo pensaba bien, Abraxas era todo sentimientos desde el principio, claro que no era extraño que también influyera en cómo veía el sexo y las relaciones en general. Se sentía como un idiota, pero al menos Abraxas lo estaba hablando con alguien ahora, Hadrian era casi el menos crítico que había conocido en su vida, incluso si tenía sus momentos, así que Abraxas estaría bien, ¿verdad? Cierto, y si el rubio alguna vez necesitaba hablar con él sólo tendría que asegurarse de que Abraxas sabía que era seguro hacerlo.

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-No sé qué me pasa-. Abraxas dijo, pareciendo derrotado.

-No creo que haya nada malo, Abraxas. No te gusta Druella, así que, por supuesto, no puedes obligarte a hacerlo-. Se encogió de hombros, apartando otra sección de pelo y empezando a cepillarlo. -En todo caso, parece que ya sabes lo que quieres-.

-¿Qué?-.

-Quieres una relación, Abraxas. Alguien que te quiera y a quien quieras. La atracción física viene después para ti, ¿no crees? Mira tus prioridades, seguro que también puedes verlo-.

-¿Pero y si no es eso?-.

-Entonces sigues sin tener nada malo, nada de esto define tu valía-.

-Oh-.

Abraxas no parecía convencido y Hadrian sabía que era inútil. Al fin y al cabo, Abraxas seguía casado con alguien a quien odiaba y que no le valoraba a cambio. Aun así, alguien tenía que decirlo y Hadrian no vería a su amigo menospreciarse sólo porque sentía las cosas de otra manera. Suspiró, soltó el pelo de Abraxas y lo abrazó por detrás, con los brazos sueltos alrededor del cuello del mayor.

-Algún día te librarás de ella y lo descubrirás, o tal vez encuentres a alguien mucho antes de que eso ocurra, pero no hay razón para que te tortures así. Y aún nos tienes a Orión y a mí por si pasa algo-. Dijo antes de soltar al hombre e ignorar las lágrimas no derramadas que brillaban en sus ojos. Reanudó su tarea, dejando que Abraxas se recompusiera.

-Gracias, eso ayuda-.

Hadrian estaba sumido en sus pensamientos, con su cuarto libro de pociones del día olvidado sobre el escritorio. Habían pasado casi dos semanas desde su charla con Abraxas. Orión había admitido haber escuchado algo, pero Abraxas había dicho que lo sabía y que no le molestaba, así que Hadrian no estaba muy enojado por las escuchas. No, lo que le molestaba era otra cosa.

Abraxas había dicho que para tener un hijo necesitaba hacerlo con su mujer. Lo cual era horrible en su opinión, se sentía como una violación de los derechos de Abraxas como individuo. Excepto que recordaba a Hermione hablando de una poción en su tercer año que lo anularía para que Abraxas no tuviera que pasar por algo así.

Había estado hablando de que los muggles habían desarrollado algo llamado In-vitru o algo así y que los magos habían creado su propia versión para satisfacer sus necesidades en los años cincuenta.

Sólo había un problema, no importaba cuántos libros hubiera leído o cuánto hubiera investigado, ¡no encontraba la maldita poción! No recordaba cómo se llamaba, ni siquiera el año exacto en que había sido creada. Diablos, con su suerte, Lucius Malfoy podría haber nacido antes de que la poción saliera a la venta. Pero no podía quedarse de brazos cruzados.

Ron diría que se trataba de "salvar a la gente" y Hermione probablemente lo regañaría por intentar cambiar el pasado, pero...

Abraxas era su amigo ahora, y Ron y Hermione no estaban aquí. Esperaba que lo perdonaran por haber alterado la línea temporal y se pusiera a trabajar.

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-Oh-.

-¿Qué pasa?- Dijo. Orión estaba mirando una carta que acababa de llegar, Hadrian demasiado invertido en su nueva obsesión por las pociones como para levantar la vista.

-Nació mi sobrina, se llama Andrómeda Cedrella Black-. Dijo, como si no estuviera procesando realmente la noticia. Sus palabras bastaron para que Hadrian volviera a la realidad.

-¿No deberías cambiarte e ir a reunirte con tu familia?-.

Orión los miró, con la incomprensión escrita en su rostro y en su cuerpo, antes de salir corriendo hacia el dormitorio, como si la Muerte lo persiguiera. Compartió una mirada divertida con Hadrian, Orión llevaba años esperando el nacimiento y, cuanto más se acercaba la fecha, más hablaba de ello. Sin embargo, se había adelantado dos semanas, así que, por supuesto, le había pillado por sorpresa.

-No me esperes para comer-. Dijo Orión, con la ropa desaliñada pero afortunadamente a juego.

Revolvió el pelo de Hadrian, apretó la mano de Abraxas y se fue en un giro de llamas verdes.

-Cualquiera diría que es él quien está teniendo un hijo-.

-Cállate, ya sabes cómo se preocupa. Será peor cuando sea suyo, estoy seguro-.

Hadrian se rió de él, probablemente debido a su cara de escándalo, pero eso no importaba. ¡Orión no podía estar peor! ¡¿Cómo se suponía que iba a sobrevivir a algo así?!.

-No seas así, es tu mejor amigo. ¿Quién te dice que no serás el Padrino?-.

-Yo...- ¡Oh dioses, él no sabía nada de niños! ¡¿Orion no le haría eso, verdad?!.

-Merlín, Abraxas, Orión ni siquiera está casado, por favor deja de estresarte-.

-Cierto, no lo está, y su madre lo mataría si dejara embarazada a una bruja de la nada, así que nada de niños por aquí durante bastante tiempo todavía. Eso está bien-.

Se sentó en el sillón libre, sintiéndose como si acabara de correr unos cuantos kilómetros.

-Eres un desastre-.

-Estás demasiado tranquilo con todo esto-.

-Porque no nos involucra a ninguno de nosotros. Sólo tenemos que escuchar a Orión mientras habla de su nuevo miembro de la familia. No es como si fuera algo nuevo-.

🌿🌿🌿🌿🌿🌿

-¿Cómo estaba el bebé?-.

-Quiero uno. Era tan mona, no tienes ni idea. Déjame decirte que ella...-

Hadrian no tuvo que esforzarse mucho para imaginarse la cara de Abraxas si hubiera escuchado la declaración de Orión, aunque sí tuvo que contenerse para no reírse. Al menos Orión estaba contento.

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