The Missing parts of History [Traducción]

Harry Potter - J. K. Rowling
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The Missing parts of History [Traducción]
Summary
En retrospectiva, Harry podía admitir que tocar cosas al azar en Grimmauld Place no había sido una buena idea. Sin embargo, era un poco tarde para eso.Varado en el tiempo, sin camino de regreso a casa, Harry tuvo que aprender a hacer frente a su vida mientras vivía en los años 50.Por extraño que parezca, Orion Black no se parecía en nada a lo que esperaba. Abraxas Malfoy tampoco. O sus amigos, en su mayor parte.Honestamente, tratar de mantenerse al día fue agotador.
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Chapter 18

Marzo de 1954


-Deberíamos hacer algo para el cumpleaños de Orión-.

Harry dio un respingo en su sitio. La voz de Abraxas había salido de la nada. Literalmente, porque había creído que estaba solo en la casa. Aun así se las arregló para sonreír al hombre en señal de bienvenida, envainando discretamente su varita.

-Por favor, no vuelvas a hacer eso-. Abraxas levantó los brazos, sonriendo satisfecho.

-¿Me has oído?-.

-Sí, sí, ¿qué propones?-.

-Me alegro de que preguntes-. Dijo y empujó unos cuantos folletos hacia él. Por supuesto, el hombre había venido preparado. -Necesito que me ayudes a decidir. Pareces estar bien informado sobre esto-.

Parpadeó, repetidamente, mientras miraba los panfletos. Todos eran de diferentes museos de Gran Bretaña. Museos muggles. ¿Museos muggles?.

-A Orión le encanta la historia, así que pensé que le gustaría ir a uno... Pero nunca voy a lugares muggles-.

-Eso... no es lo que me confunde. Ya sé lo de la historia-. Abraxas lo miró, confundido. Le devolvió la mirada. Una expresión de comprensión cruzó el rostro de su amigo.

-¡Ah, claro, él no habla de eso!-. dijo Abraxas sobresaltado, sentándose en el sofá a su lado. -Vale, pues cuando tenía unos trece años, el verano anterior a su tercer año en Hogwarts, que también era el quinto mío, Orión descubrió que a los muggles les gustaba grabar la historia y exponerla para que todo el mundo pudiera verla. Se dedicó a investigar sobre los muggles durante meses. Nunca paró. Por una vez fue más molesto que yo, honestamente. Nunca ha visitado un museo muggle-.

-Museo-. Corrigió. -¿Por qué no habla de ello? No es algo malo-.

-¡Oh, sigues siendo tan ingenuo! ¿Has olvidado quién es?- Parpadeó, sin darse cuenta. Abraxas puso los ojos en blanco. -Un Black. Orión es un Black. Su madre vio lo que había captado el interés de Orión y, aunque no se lo impidió, le dijo que se lo guardara para sí. También su padre, y su hermana, y todos los que conocía en ese momento, así que se lo guardó. También se le dio bastante bien ocultarlo-.

-Oh-.

-Sólo me di cuenta porque, bueno, yo soy yo. Así que habla de ello conmigo, porque no me molesta como a otros, aunque no entiendo de dónde viene su fascinación-. dijo Abraxas. Hadrian había olvidado que a los Black no les gustaban mucho las cosas muggles o los muggles en general por la forma casual en que Orion hablaba de ellos. -Creo que también empezó a avergonzarse de ello, un secretito sucio que a nadie le gusta o del que nadie habla. Tiene a sus padres convencidos de que sólo fue una fase y que lo superó, y nadie menciona ese verano-.

-Apuesto a que se le dio mejor esconderse-.

-Y también ganaría. Se hizo muy bueno con las runas ese año, así que las usaba para esconder sus notas. Cualquiera que no fuéramos Orión o yo sólo vería Historia de la Magia-. Abraxas sonrió, pequeño y reservado. -Seguro que te diste cuenta en Odham-.

-Creía que sólo era conocimiento general. Historia de la Magia sí cubre conocimientos muggles cuando es necesario-.

-Supongo. Aún así, los museos-.

Echó otro vistazo a los folletos y le dio uno a Abraxas. Decía "El Museo Británico".

-En este, hay una visita el día 27, y hay un montón de galerías para ver después de que termine. Los otros no tienen una tan cerca de la fecha, y si es la primera será más fácil para él. Sólo dura unas dos horas, pero los guías suelen explicar cosas y dar información extra. Cosas así. Podemos aprovechar el resto del tiempo para repasar lo que más le haya gustado pero no haya tenido tiempo de ver con claridad-. dijo. En primaria había podido visitar un par de museos, ya que tía Petunia no había tenido excusa para excluirle, así que sabía que a Orión también le gustaría así. El rubio leyó todo el folleto, asintiendo para sí mismo.

-Aquí dice que tenemos que comprar las entradas con antelación para la visita, en lugar de ir el mismo día. Bueno, yo no iría sólo para esperar en una cola-. Puso los ojos en blanco. Por todos los cielos, Abraxas no actuaría como una persona normal ni siquiera para eso. -¿Qué?-.

-Nada, Brax, nada. Podemos ir a por ellos en un par de días. Ahora deberías esconderlos, a menos que quieras que Orión los vea cuando vuelva-.

Con un chillido, Abraxas se apresuró a coger todos los volantes y metérselos en los bolsillos. Se rió del hombre e intentó ayudarle. Sinceramente, no era como si Orión fuera a entrar por la chimenea ahora mismo. Finalmente, todos los papeles estaban fuera de la vista, y no sobresaliendo de sus bolsillos cómicamente.

-También deberíamos buscar restaurantes cerca, ya que iremos por la mañana. Buenos restaurantes, o tan buenos como los muggles puedan conseguir, por favor-. Dijo Abraxas, señalándolo con el dedo y mirándolo burlonamente.

-Ya entiendo. ¿Sólo has venido a eso?-.

-Sí, pero no me voy. ¿Qué estás haciendo?-.

-Teoría de la transfiguración-.

Abraxas hizo una mueca, pero intentó ayudarle a estudiar, sentándose más cerca y pasándole un brazo por los hombros por encima del respaldo del sofá distraídamente. Sería entrañable si Abraxas no fuera tan malo explicando cosas. El esfuerzo era lo que contaba, supuso.

🌿🌿🌿🌿🌿🌿


Abraxas estaba nervioso. Y emocionado. No solía visitar el Londres muggle, ¿de acuerdo? Nunca iba a ir solo y no tenía amigos que visitaran el mundo muggle en absoluto, estaría perdido si lo intentara. Ni siquiera había cursado Estudios Muggles en el colegio. Eso sí que habría sido útil. Se golpeó la pierna con la mano derecha, esperando a Hadrian. Se suponía que Orión llegaría mañana, así que habían decidido hacer su viaje antes de que él llegara.

Había intentado transfigurar su ropa en algo que usaran los muggles -(se le daba mejor la transfiguración práctica que la teórica, pero aún no era tan bueno)- y creía que había hecho un buen trabajo. Simplemente había cogido una camisa azul abotonada y unos pantalones negros, había cambiado una de sus túnicas por un chaleco como el que Hadrian le había enseñado -(el diseño era diferente al que estaba acostumbrado, y de todas formas apenas usaba el suyo)- y había modificado una de sus chaquetas. Su abrigo lo había dejado solo, ya que no era nada especial, sólo uno azulado que rara vez usaba porque era muy aburrido. Si alguien le preguntaba por sus botas, eran de cuero. De piel de dragón, pero no hacía falta que lo supieran. Llevaba el pelo recogido en un moño bajo trenzado para que no le cayera sobre la cara.

-¿Estás listo?- preguntó el adolescente, Abraxas se volvió para mirarlo. Hadrian parecía sorprendido. -Vaya-.

-¿Qué? Esto está bien, ¿no? Creo que no he acertado con la chaqueta, pero...-

Hadrian iba vestido con pantalones negros y un extraño jersey beige sin mangas con camisa de cuello y corbata negra. Llevaba el pelo tan revuelto como siempre, pero Abraxas se había asegurado de antemano de que tuviera un aspecto a propósito, así que al menos tenía buen aspecto y no como si acabara de salir de una cueva o algo así.

Sin embargo, vestirse en el apartamento había sido extraño. Muy diferente a quedarse a dormir y cambiarse por la mañana. De hecho, no le importaría volver a hacerlo.

-No, en realidad es mejor de lo que esperaba. Las cosas que he visto que otros usan cuando van al mundo muggle... Bueno, cuanto menos se hable de ellas, mejor-. Hadrian pareció estremecerse ante el recordatorio. -Te ves muy bien, sólo actúa como si los demás ya debieran saber lo que llevas puesto si dicen algo. Además, una cosa más-.

-¿Por qué hacer eso?-.

Hadrian duplicó su corbata y le hizo ponérsela. Cerró el chaleco sobre ella y se aseguró de que la corbata estuviera recta. No se había puesto una desde Hogwarts. Hadrian le dirigió una mirada apreciativa y asintió con la cabeza.

-Les incomoda, como si les faltara algo, no me preguntes porque yo tampoco lo entiendo muy bien. Y bueno, normalmente la gente no te molesta si sabes lo que haces y pareces seguro de ti mismo. Los muggles suelen estar demasiado centrados en sus vidas como para preocuparse mucho por los demás, es parecer fuera de lugar lo que les llamará la atención-.

-¿Eso es seguro para ellos? ¿Que no presten atención? ¿Y si los atacan?- Preguntó, buscando su varita, oculta bajo la ropa.

-Los muggles tienen leyes que en realidad no permiten que la gente normal, que no forma parte de la policía o el ejército, lleve armas encima, Abraxas-. Hadrian lo miró con una mirada condescendiente. -Son los mágicos los que deberían preocuparte, una varita es un arma peligrosa que se les da a los niños a los once años y que luego les enseñamos a usar con eficacia-.

-¡Es necesario! ¿Cómo se supone que vamos a hacer magia si no?-.

-No digo que no lo sea, digo que un niño de once años lanzando un encantamiento de levitación puede ser más peligroso que cualquiera de los muggles que nos podemos encontrar hoy en día. Claro que hay ladrones y similares, pero tú tienes tu varita. La probabilidad de encontrar uno de esos es muy baja ahora mismo, que yo sepa-. Asintió a regañadientes. Hadrian no parecía convencido. -Abraxas, puedes hacer levitar un ladrillo sobre la cabeza de alguien y romperle el cráneo. Un niño de once años aprende ese hechizo a los tres meses de recibir una varita, más o menos. Vives en una sociedad en la que los niños de once años pueden hacer eso y, aunque la magia puede salvarte, ¿qué crees que le pasaría a un muggle, sin esos recursos?-.

-Oh, eso sería malo-. Hadrian tarareó y se movió para tomar su propio abrigo.

-Realmente no entiendo cómo los magos no son tan paranoicos, el Mundo Mágico es como, extremadamente peligroso si te importa mirar-.

-Creo que Orión es paranoico con esas cosas, en realidad-. Hadrian se encogió de hombros. -Y creo que ahora lo entiendo un poco mejor, todos esos guardianes, pensé que estaba loco por lo mucho que siempre los quiere a su alrededor-.

-Creo que es un paranoico en general, no es que eso sea malo-.

-Realmente quiero saber tu razonamiento para eso-. Hadrian sonrió inocentemente. No obtuvo nada del chico más joven, oh cómo deseaba ser capaz de leerlo. -¿Nos vamos, entonces?-.

🌿🌿🌿🌿🌿🌿


Aparecieron cerca de la Universidad y se dirigieron al museo a pie. Había convencido a Abraxas de no ir en hora pico, aunque el hombre había querido ir a comprar las entradas lo antes posible.

Explicarle a un sangre pura sin educación muggle que todos los muggles iban a sus trabajos u otros lugares al mismo tiempo varias veces al día, lo que haría que las calles estuvieran muy concurridas y probablemente sobrecargaría sus sentidos, había sido complicado, Más aún porque Abraxas no entendía el hecho de que los muggles tuvieran que ir a pie o en coche explicar lo de los coches había llevado otra media hora y Hadrian había tenido que tener mucho cuidado de no contar datos erróneos sobre ellos debido a las diferencias horarias en lugar de aparecerse desde la puerta de sus casas o pasar por el Floo. La cara del rubio cuando le había explicado que para los muggles ir a otros lugares no era un asunto instantáneo había sido, al menos, divertida.

Sin embargo, lo había conseguido, así que habían pasado una mañana tranquila antes de vestirse y salir. Ahora eran las 10:30 y por suerte las calles estaban en su mayoría tranquilas, no había mucha gente ni demasiados coches alrededor. Eso hizo que se calmara considerablemente. El Londres muggle podía ser muy ruidoso para cualquiera, pero él sólo había visto a Abraxas tener un ataque de sus sentidos una vez y ciertamente no sabía cómo calmarlo y ayudarlo si lo tuviera ahora. Por mucho que su Don fuera útil y sobre todo inofensivo, lo conectaba al mundo a través de todos sus sentidos todo el tiempo, lo que ya era mucho a diario. Por lo general, el rubio utilizaba un flujo constante de oclusión, perfeccionado a lo largo de los años, para mantener alejada la mayor parte de la afluencia, como un zumbido bajo en la parte posterior de su cerebro que podía ignorar. Pero si era demasiado...

No era bueno. El propio Hadrian había tenido algunos problemas con los lugares ruidosos cuando era joven -(su tía se lo había quitado de encima)- y tener eso extendido a todos sus sentidos al mismo tiempo y luego multiplicarlo por cien probablemente lo volvería loco. Orión le había asegurado que Abraxas ya casi no los tenía, pero a veces su cuerpo podía más que él y no podía evitarlo.

Lo único que sabía que podía ayudar era trasladar a Abraxas a un espacio más apartado y darle tiempo para que se calmara, pero eso era imposible en el centro literal de Londres, ya que apenas lo conocía. En realidad, nunca había estado en Londres en su tiempo libre, y se había pasado los dos últimos días preguntando a desconocidos cómo llegar a las estaciones de Charing Cross y King's Cross, fingiendo ser un estudiante perdido. Se le había dado bien y ahora sabía adónde ir, pero no era un experto, así que no se arriesgaba.

Por eso no había abofeteado a Abraxas durante sus explicaciones sobre el Londres muggle y los hechos más comunes sobre la gente no mágica, y había intentado mantener la calma durante toda la conversación. Necesitaba que Abraxas fuera consciente de lo que podía pasar si no le hacía caso durante el viaje. El mundo mágico no era tan ruidoso y la gente solía utilizar amuletos para amortiguar el sonido o para que nadie escuchara las conversaciones de los demás. No había tanta gente en los callejones ni en ningún otro lugar, a menos que hubiera algún tipo de acontecimiento importante -(o se acercara la temporada de compras en Hogwarts)-, así que no entrañaba el mismo riesgo. A los muggles no les importaba el ruido que hacían, ni que se formaran grandes aglomeraciones y atascos.

Orión lo mataría si volviera a una de las crisis de Abraxas. Hadrian había descubierto lo protector que era Orión con sus mejores amigos durante la que había tenido y el cariño que le mostraba era inconmensurable. Gracias, pero él quería vivir más allá de los quince años y medio.

Llegaron al Museo bastante rápido -(tuvo que darle un manotazo en el brazo a Abraxas para que dejara de mirar boquiabierto el edificio)- y entraron sin problemas. Bueno, casi. Había un guardia que los había registrado y Abraxas había tenido que confundirlo para que no se diera cuenta de las varitas, pero una vez superado eso no tuvieron realmente ningún problema.

-¿A dónde tenemos que ir ahora?-.

-La verdad es que no lo sé. Pensé que podríamos preguntar en el mostrador de información, siempre hay uno cerca-.

Abraxas asintió pero no se movió. Risueño, miró unos carteles de indicaciones y siguió la flecha que necesitaba. Abraxas le siguió como un patito perdido, cacareando una de sus mangas mientras caminaba un paso por detrás de él, mirando a todas partes a su alrededor.

Conseguir las entradas no les llevó demasiado tiempo, ya que la visita más temprana que podían reservar era a las 11:30, lo que les vino muy bien.

-También pueden salir a comer y volver. Sus entradas les permitirán entrar en el museo después de la franja horaria que hayan elegido para ese día-.

-Gracias, señorita-. Dijo mientras recibían las tres entradas.

No tardaron mucho en salir, aunque le molestó un poco que Arbaxas no le dejara pagar, ni siquiera por su propia entrada. ¡Incluso había cambiado dinero por él!.

-Vaya, qué rápido-. Dijo Abraxas con una sonrisa cegadora. -¿Qué hacemos ahora?-.

-Ahora vamos a comprarte a Orión y a ti ropa muggle para que no tengan que seguir gastando magia en transfiguraciones-. Dijo, empezando a caminar. Se detuvo al notar que Abraxas no lo seguía, sino que lo miraba extrañado. -¿Qué?-.

-No podemos tener ropa muggle, Hadrian. Esa es la razón por la que trajimos a Orión aquí en vez de a su familia-.

-No, dijiste que los demás no podían saberlo. Sólo tienes que dejar esa ropa en el apartamento y asegurarte de no usarla delante de tu familia-.

-Oh-. Abraxas parecía como si la revelación lo hubiera desconcertado. -¿Así que Orión ya puede tener sus libros muggles? ¿Sin esconderlos ni nada?-.

-Supongo que sí. No es que me moleste. Tú también puedes, si encuentras algo que te guste. Aunque tendremos que ampliar mi armario, porque sé que te encanta comprar ropa nueva y si no, no habría espacio-.

-Vale, gracias-. Su voz era suave y casi sin aliento. Se preguntó cuánto había afectado a Abraxas ver a Orión cerrar parte de sí mismo de esa manera. Se conocían desde que eran muy jóvenes. -Aunque se lo diré a Orión después de su cumpleaños, no quiero que sospeche nada-.

Abraxas caminó con un brinco -(más de lo habitual)- en su paso por el resto del día y, ya que su pequeña salida era un secreto, Orión estaba bastante confundido en todo el asunto. Resulta que compartir miradas cómplices a espaldas de Orión casi le hace caerse de la risa.

También lo hizo el darse cuenta de que la persona con la que lo había compartido era Abraxas Malfoy y que no le molestaba en absoluto.

🌿🌿🌿🌿🌿🌿


-¿Qué les pasa?- Le preguntó a Abraxas cuando lo pilló a solas. Preguntar a Hadrian no le había llevado a ninguna parte.

Estaba bastante seguro de que Abraxas y Hadrian no se habían llevado tan bien antes de que él se hubiera ido hacía una semana. Una semana.

No es que fuera algo malo, pero tenía miedo. Hadrian de alguna manera se metía en las situaciones más extrañas -(estaba bastante seguro de que el chico se había tropezado con un bebé vampiro recientemente y lo había ayudado con algo pero no podía probarlo, lo cual era peligroso porque los vampiros eran muy cuidadosos con los niños recién convertidos (una existencia maldita, en su opinión, imagínate estar atrapado en el cuerpo de un niño por toda la eternidad) y podría meterlo en problemas si pensaban que Hadrian tenía malas intenciones)- y Abraxas se topaba con ellos a propósito. Al menos Hadrian podía decir que no hacía las cosas a propósito, que simplemente tenía mala suerte.

-¿Qué quieres decir?-.

-Estás actuando extraño. Los dos. ¿Pasó algo mientras yo no estaba?- Dijo, casualmente. Ya estaba planeando cómo asegurarse de no tener que salir del país pronto, una semana parecía haber sido suficiente para el par de buscapleitos. -No me voy a enfadar, así que puedes decírmelo-.

-No soy un niño. No te ocultaría cosas sólo porque pensara que te enfadarías por ellas-. Abraxas hizo una pausa. -Probablemente te lo diría para ver qué reacción se produce-.

Sí, pensó, Abraxas encontraría tal cosa hilarante. No es el punto ahora.

-Entonces, ¿qué es?-.

-Descubrí una nueva información gracias a él y me hizo feliz. Pero no te lo digo todavía porque es un regalo de cumpleaños por sí solo. La verdad es que no sé cómo ninguno de los dos nos dimos cuenta antes-. dijo Abraxas con una sonrisa entre dientes, casi vibrando en su sitio. Bueno, eso era curioso, pero si a Abraxas le gustaba algo, era una buena sorpresa, así que no habría forma de sacárselo.

-Muy bien. Ahora tengo curiosidad, pero quedan pocos días así que puedo esperar-. Dijo. La sonrisa de Abraxas se hizo más grande. -¿Estás seguro de que eso es todo?-.

-¡Por supuesto! Sinceramente Orión, Hadrian y yo podemos vivir sin ti una semana sin que el mundo arda en llamas, ¿sabes?-.

-Estás copiando sus patrones de habla y no te queda nada bien-. Dijo secamente. Abraxas hizo un mohín. -Además, no me creo esa afirmación. Una vez decidiste pasar una poción a todos los de séptimo año de tu curso para que se quedaran calvos 'por la ciencia', es imposible que no hicieras algo para acabar con el mundo si te dejaran en paz-.

-Fue por la ciencia. ¡Necesitaba saber si la versión modificada de Dorus funcionaba independientemente de los niveles mágicos de cada persona! Mi curso no sólo era uno de los más grandes ese año, sino que había el mismo número de alumnos y alumnas, así que se suponía que nos daría la mayor cantidad de información. ¡¿Cómo iba a saber que no les volvería a crecer el pelo sin un contador?!-.

-¡Preguntándole a Dorus, imbécil!-. Abraxas dio un respingo y sonrió disculpándose. -Sinceramente, trece personas juraron declarar una Guerra de Sangre a quien lo hubiera hecho, tuviste suerte de no ser conocido por tus pociones y de que a Dorus le gustara practicar en secreto en lugar de captar el interés de Slughorn-.

-Bueno, de eso se trataba, ¿no? ¿Que no te pillaran?-.

Se dio por vencido. Realmente, lo hizo. Sólo esperaba que lo que Abraxas había hecho ahora no volviera para morderlos.

(No se daba por vencido, probablemente sería él quien proporcionaría una coartada, debería haber elegido mejor a su mejor amigo en lugar de conformarse con la primera persona que sus padres le habían puesto delante. En su defensa, Abraxas a los cinco años había sido serio, estudioso, tranquilo, sereno, el perfecto heredero de sangre pura de una familia rica. Había sido tan pálido y rubio y había tenido 3 años y se había sentido atraído por las cosas brillantes como una polilla por una llama. Entonces llegó el Don de Abraxas y la vida de Orión dio un giro de 180º. Desafortunadamente, era un Black y leal, así que se había quedado a su lado. Y la mayor parte del tiempo no se arrepentía, de verdad, Abraxas era genial y no lo cambiaría por nada. Sólo que no sabía dónde estaban los límites).

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