The Missing parts of History [Traducción]

Harry Potter - J. K. Rowling
Multi
G
The Missing parts of History [Traducción]
Summary
En retrospectiva, Harry podía admitir que tocar cosas al azar en Grimmauld Place no había sido una buena idea. Sin embargo, era un poco tarde para eso.Varado en el tiempo, sin camino de regreso a casa, Harry tuvo que aprender a hacer frente a su vida mientras vivía en los años 50.Por extraño que parezca, Orion Black no se parecía en nada a lo que esperaba. Abraxas Malfoy tampoco. O sus amigos, en su mayor parte.Honestamente, tratar de mantenerse al día fue agotador.
All Chapters Forward

Chapter 16

1/2/1954 - 15/2/1954


-¿Cómo que el cumpleaños de Abraxas es la semana que viene?-.

-Sí, la octava. ¿Desde cuándo le llamas por su nombre?- replicó Orión, desconcertado. ¿Cuándo había ocurrido esto?.

Estaban sentados en el sofá, Hadrian reclinado contra el reposabrazos con un par de cojines en la espalda y las piernas medio dobladas para poder apoyar su libro en ellas mientras Orion estaba sentado como una persona normal muchas gracias. Honestamente, Hadrian iba a destruir su espalda con la forma en que se sentaba.

-Desde que pasó la noche. La primera vez-. El adolescente se encogió de hombros. El ojo de Orión se crispó, si alguna vez escuchaba a Abraxas burlarse de él por dejar que el adolescente usara su nombre de pila tan rápido como lo había hecho se iba a enterar, de verdad. -¿Por qué me hablas de su cumpleaños ahora?-.

-A Abraxas siempre le gusta celebrarlo, pero su familia... ya sabes que no se lleva bien con ellos-. Hadrian asintió, sin emitir juicio alguno. -Así que puede que te pida salir o hacer algo. Así que no lo rechaces demasiado rápido aunque no te interese, o dirígelo en mi dirección si no sabes qué hacer. Lo hace todos los años unos días después de la fecha real-.

-Lo tendré en cuenta-. Dijo, asintiendo y volviendo a su libro. Levantó la vista de nuevo no unos segundos después. -¿Cuándo es tu cumpleaños?-.

-El 29 de marzo-. Dijo automáticamente, sin esperarse la pregunta. Satisfecho, Hadrian volvió a su libro.

🌿🌿🌿🌿🌿🌿


-Abraxas, hijo, ¿cuándo vas a cortarte ese pelo? Sabes que ese largo no es apropiado-.

-Gracias por tu preocupación, tía Matilde, pero está perfectamente bien como está-. Le dedicó una de sus sonrisas más alegres, una que le decía que no iba a cambiar de opinión, antes de excusarse.

Eran sólo las siete de la tarde y, por suerte, la cena familiar que papá había hecho preparar a mamá no se había retrasado demasiado. Después de años sin asistir, sus padres se habían dado cuenta de que no le gustaba asistir a bailes, y mucho menos a bailes de cumpleaños en los que él era el centro de atención. Al final se decidieron por una cena familiar como término medio.

No es que los odiara, la extravagancia, las decoraciones, la ropa, incluso la compañía en ocasiones cuando sus propios amigos eran invitados eran de su agrado. Pero al mismo tiempo los bailes eran tan restrictivos, tantos protocolos y reglas, todo el politiqueo aunque la mayoría de las veces las personas invitadas ya eran consideradas aliadas o amigas. Era su cumpleaños. Aún tenía veinte años, quería salir con sus amigos y emborracharse, ¡no asistir a bailes! Música de mal gusto para gente igualmente de mal gusto, en su opinión, aunque sabía que Orión era capaz de superarlos impecablemente.

Sin embargo, esas cosas le drenaban la energía como ninguna otra, no era como si les gustara, o le entendieran, o supieran de lo que hablaba cuando realmente intentaba entablar una conversación. Y entonces acababa diciendo algo que no debía saber pero que no sabía que no debía saber porque era algo natural en él y molestaba a todo el que no debía. Hacía lo que podía cuando tenía que asistir a una, pero no el día de su cumpleaños. Claro, él siempre quería celebrar el día en que se unió al mundo, fue un momento sin precedentes -(para todos los demás, claro, ya que ni siquiera él podía recordarlo)- en la historia, ¿quién no querría celebrarlo? Pero aun así, si quería celebrarse a sí mismo, prefería que fuera por algo que él hubiera hecho, le habían repetido una y otra vez lo terriblemente poco colaborador que había sido el día que nació, así que obviamente había sido mamá quien había conseguido una hazaña, no él.

Estaba impaciente por irse.

🌿🌿🌿🌿🌿🌿


-Buenos días, Abraxas-. Oyó un golpe detrás de él y, cuando apartó la cabeza de su libro, fue para ver al hombre quitándose la túnica -(al parecer había tirado un bolso sobre la mesa)-, dejándose sólo una sencilla camiseta blanca y unos pantalones grises claros y arrojándose al sofá sin gracia. El mismo sofá en el que estaba sentado. -¿Feliz cumpleaños atrasado?-.

Sólo recibió un gruñido donde Abraxas había apoyado la frente en su muslo. No sabía qué hacer. ¿Dónde estaba Orión cuando lo necesitaba? Envió su libro flotando a su lugar en los estantes y esperó hasta que el hombre respondiera de nuevo. Tardó algún tiempo.

-Mi familia me agota-. Canturreó. Comprendió lo que quería decir. Frunciendo los labios, consideró sus opciones. Abraxas parecía estar vestido con su túnica del día anterior, a juzgar por el material y el corte de que estaba hecha, además de la forma descuidada en que la había desechado, y aunque su cabello no estaba desordenado, exactamente, ya que estaba recogido en una trenza apretada, Hadrian pensó que ya debía estar bastante incómodo.

-¿Quieres contarme algo más?-. Dijo en voz baja, cogiendo el lazo de su pelo y deshaciéndolo. Manipulando la trenza, invocó un peine y un cepillo.

Permanecieron así un rato, la voz retumbante de Abraxas llenando el silencio mientras relataba cada pequeño detalle del día anterior, haciendo voces -(y probablemente también expresiones de la cara que él no podía ver pero sí sentir claramente)- y saliéndose por la tangente cada vez que recordaba algo más mientras Hadrian le cepillaba el pelo con cuidado, desde las puntas hasta la parte superior de la cabeza, no quería hacerle daño si encontraba algún nudo, y tarareaba o respondía para asegurarse de que Abraxas sabía que seguía prestando atención. En algún momento, el hombre se había quedado dormido, con la cara vuelta hacia la pared en lugar de hacia abajo. Sobre su muslo. Suspiró, suponiendo que el hombre se había visto obligado a quedarse despierto hasta tarde y no había dormido sus nueve horas, y siguió peinándolo. En realidad era la primera vez que se le permitía tocarlo y era simplemente. Tan suave. Pero Abraxas tenía debilidad por su pelo, así que, por supuesto, estaba bien cuidado.

Así fue como Orión los encontró a la una menos cuarto. Hadrian debería haber empezado a almorzar hacía tiempo, pero no tenía fuerzas -(físicas ni emocionales, lo sabía todo sobre familias difíciles)- para mover al hombre mayor. Miró a Orión, Orión miró al todavía dormido Abraxas, y luego a Hadrian. Orión tuvo el descaro de reprimir una carcajada mordiéndose los nudillos. Le lanzó una mirada fulminante por eso, pero su risita no hizo más que empeorar.

-Si sólo vas a reírte, podrías ir a hacer algo productivo y comprar comida para los tres, no he tenido tiempo de cocinar-. Dijo.

-Claro, claro. ¿Alguna preferencia?- Respondió Orión, con una sonrisa de satisfacción en la cara.

-Ese sitio que tanto le gusta a Abraxas que tiene comida francesa, bueno. Algo de su gusto, ya que ayer fue su cumpleaños-.

-Estaré en camino, entonces. Trata de despertarlo si puedes. A menos que haya empezado a hibernar-.

-Cállate. No, durmió en la mansión, debería despertarse bien-.

-Qué amable de tu parte aprender sus hábitos de sueño-. Orión dejó su maletín junto a la bolsa de Abraxas sobre la mesa y volvió por el floo antes de que el cerebro de Hadrian pudiera conjurar una réplica adecuada.

🌿🌿🌿🌿🌿🌿


-Abraxas, deja de mirarme-.

-Por qué, eres bonito-.

-Y menor de edad, coqueto idiota-. Frunció el ceño. Sinceramente, a Abraxas ni siquiera le gustaban los hombres, sólo le gustaba descolocarlo. Miró por encima del hombro cuando estuvo seguro de que su guiso no iba a acabar en llamas. -¿Por qué me estás mirando, de todos modos?-.

-Quiero salir-. Enarcó una ceja. -Sí, tú, Orión y yo. Nunca lo hemos hecho. Siempre estás en el trabajo o estudiando, y Orion está igual de obsesionado con su trabajo y su familia-.

-No-. Dijo, quién sabía quién podría verlos juntos. Alguien como Rita Skeeter, si tenían mala suerte. Gracias, no gracias, pensó.

-Oh vamos, Hadrian, no es gran cosa, sólo una cena-.

-¿No ibas a reunirte con tus amigos en un par de días?-.

-¡Eso es diferente!-.

-No, no lo es-.

-Sí, lo es-.

-No lo es-.

-¡Sí lo es!-.

-Ustedes dos, paren-. Orión dijo, saliendo de la chimenea.

-Bienvenido-. Ambos dijeron, sorprendidos.

-¿De qué estan discutiendo ahora?-.

-Abraxas quiere que salgamos los tres y yo le dije que no. Ahora se queja-. Orión resopló, divertido.

-Tú también no, Orión. Nunca hacemos nada-.

-Y creo que has olvidado que la única razón por la que se conocen es el trabajo-. Dijo. Hadrian parpadeó. Lo había olvidado. Abraxas golpeó a Orión en la parte superior del brazo una vez que estuvo lo suficientemente cerca.

-Ahora somos amigos, no hay vuelta atrás y todo es culpa tuya-. Abraxas sonrió diabólicamente. -Deberías aceptarlo, de verdad-.

-Como tú digas-. Entonces, mirando de nuevo a Hadrian, Orión dijo. -¿Hay alguna razón por la que no quieras salir?-.

-Me he esforzado tanto para que no me vean con ninguno de los dos, que no quiero que me pille uno de esos periodistas locos que van por ahí buscándolos...-. Dijo, tratando de transmitir su verdadero significado a Orión con sus ojos. No puedo soportarlo, se supone que no debo llamar la atención, ¡sácame de aquí maldita sea!.

-Ah, tiene sentido-. Ambos ignoraron la mirada confundida de Abraxas entre ellos. -Si encuentro una solución para eso, ¿estarías dispuesto?-.

-Supongo, siempre y cuando ninguno de los dos haga nada demasiado escandaloso-.

-¿Cuándo lo hemos hecho?- preguntó Abraxas, volviendo a sonreír.

-Orión literalmente compró el apartamento para mi uso. Le dije que me gustaba el café y al día siguiente mi armario estaba lleno de café instantáneo Premium limitado que no debería salir a la venta hasta dentro de cuatro años-.

-Pero eso no es nada-.

-Maldito rico...imbécil... no todo el mundo puede permitirse eso...- Empezó a murmurar en voz baja, decidiendo centrarse en su cena en lugar de arriesgarse a lanzar algo a las cabezas de los dos idiotas. Por eso, se perdió la cara de confusión de Abraxas y el movimiento de cabeza derrotado de Orión.

-Pensaré en algo para tu problema de apariencia. Abraxas, no te pases-.

-Como quieras. ¿Dijo Travers que nos acompañaría este sábado al final?-.

Hadrian ignoró la conversación que se desarrollaba detrás de él, feliz de concentrarse en cocinar. Eso, al menos, podía entenderlo, los hombres detrás de él no tanto.

🌿🌿🌿🌿🌿🌿


-¿Estás seguro de esto, Orión?- preguntó Hadrian por décima vez.

Lanzó una mirada al adolescente. Por primera vez vestía una de las túnicas que le había regalado, verde oscuro con forros dorados y un cinturón dorado, y probablemente llevaba al menos unos pantalones debajo, aunque podía ver que pronto le quedarían grandes, finalmente. Abraxas le había cepillado el pelo durante más de media hora antes de darse por vencido, aunque podía adivinar que sería más sedoso de lo normal, y simplemente hacía que el desorden pareciera intencionado.

Se estaba atando al cuello una cadena de plata con amuleto, en forma de estrella de siete puntas, que sólo él mismo podría quitarse una vez cerrada. Las runas que había tallado en el amuleto eran minúsculas, como solían ser en este tipo de joyas, y le permitirían parecer diferente.

La magia del glamour era rara y sólo los Maestros de la Ilusión -(que también eran una rama de las Artes de la Mente)- eran capaces de mantener una durante mucho tiempo, e incluso entonces era una de las ramas más difíciles de dominar. Para ser sincero, no se había dado cuenta de lo que había hecho hasta que lo probó. El colgante superpondría una imagen fija sobre el adolescente mientras lo llevara puesto y no sufriera daños significativos. Tendría que hacer uno nuevo cada vez que quisiera cambiar la imagen que quería mostrar, y aún no había descubierto cómo hacerlo de modo que uno pudiera desactivar la ilusión si así lo deseaba, pero para ser un trabajo apresurado estaba bastante bien hecho.

Se había arriesgado y había enviado una copia al gremio para que la revisaran, ya que no sabía si alguien había hecho algo así antes. El original lo había guardado, por si acaso, si resultaba que era el primero no se arriesgaría a que le robaran o copiaran su logro.

Una vez colocado el collar, dio un paso atrás y volvió a mirar a Hadrian. Su pelo negro era ahora rubio como la arena y su piel mucho más pálida. Sus facciones estaban ligeramente desviadas, lo suficiente como para que nadie lo reconociera. No había cambiado el color de sus ojos aunque fueran fácilmente reconocibles, eran del tono verde más hermoso que había visto nunca y taparlos sería una parodia. No había querido arriesgarse por si de repente fallaba en medio de su velada de otra manera. Sonrió.

-No te pasará nada. Ahora si Abraxas pudiera ponerse en marcha, no tendríamos que poner excusas por haber perdido nuestra reserva-. Dijo, alzando la voz lo suficiente para provocar un "¡Mierda!" desde el dormitorio al otro lado de la casa y luego oír los pasos apresurados de Abraxas.

-¡Lo siento!-.

Abraxas iba vestido con su túnica favorita, con un diseño morado degradado que empezaba muy profundo en los pies y terminaba casi blanco en los hombros. Sus habituales pendientes de plumas hacían juego completamente con ellos, pero Orión se dio cuenta de que llevaba unos bucles de oro unidos por finas cadenas y que terminaban en un pendiente colgante de diamantes en la otra oreja. Llevaba todo el pelo recogido en una coleta alta -(que en realidad no hacía nada por controlar su cabello liso, que por lo demás llevaba suelto)-, excepto unos cuantos mechones en las sienes que enmarcaban su rostro en sencillos rizos. Sinceramente, le sorprendió que el hombre no se hubiera maquillado a conciencia como solía hacer, limitándose a colores neutros, algo de carmín y su habitual sombra de ojos a juego con la ropa. Llevaba un abrigo blanco colgando de uno de sus antebrazos, así que al menos no iba a depender de amuletos calentadores para no congelarse esta noche, ya lo había hecho otras veces sólo para presumir su ropa.

La verdad es que le quedaba bastante bien. Era una prueba de lo acostumbrado que estaba al excéntrico estilo de vestir de Abraxas que le resultaba extraño verlo tan normal.

-Tienes buen aspecto-. Dijo tendiéndole al hombre un collar idéntico al que le había regalado a Hadrian. -¿Necesitas ayuda para ponértelo? Pensé que sería mejor si todos evitábamos a los reporteros de El Profeta-.

Con una pequeña mueca, Abraxas sacudió la cabeza y cogió el collar, poniéndoselo sin mucho problema. Podía seguir diciendo que era Abraxas tras el glamour rúnico -(necesitaba un nombre para él)-, pero los demás estarían muy confusos y probablemente no querrían arriesgar su trabajo sacando una foto y publicándola. Él también había hecho lo mismo consigo mismo.

-A dónde vamos, de todos modos-.

-Eso, querido Hadrian, es una sorpresa-. Dijo Abraxas, petulante.

Técnicamente estaban celebrando el cumpleaños de Abraxas -(era su tercera vez, una más y sería un récord)-, pero el hombre estaba más interesado en mimar a Hadrian después de convertir en su misión de vida "acostumbrarlo a un estilo de vida de alta sociedad". Para Abraxas, que seguía sin entender que hubiera gente incapaz de mantener un estilo de vida como el suyo, era indignante que Hadrian nunca hubiera experimentado lo que era no tener que preocuparse por el dinero.

Era infinitamente divertido de ver.

🌿🌿🌿🌿🌿🌿


Abraxas estaba emocionado. Hacía mucho tiempo que no tenía una salida así, arreglarse e ir a un restaurante de lujo sólo para divertirse. El hecho de que fuera con Orión lo hacía aún mejor, porque el hombre normalmente se negaba en redondo.

(Orion había inventado literalmente un nuevo tipo de runas para esto, y había sido quien convenció a Hadrian. ¿Desde cuándo Orión había sido tan indulgente con él? Nunca, había sido el primero en rechazar las peticiones de Abraxas de salidas y viajes regulares cada vez que no estaba de humor. No era malicioso, y Orión se sentía lo suficientemente cómodo con Abraxas como para rechazarlo a menudo sin temer por su amistad de la forma en que otros no lo hacían, pero una aceptación tan fácil era... inesperada. Agradable, pero totalmente desconcertante).

Aparecieron en Saddleworth, en Manchester -(siempre olvidaba el nombre de la zona)-, donde se encontraba la Avenida Mágica principal. Era muy diferente a Los Callejones de Londres. Mientras que Los Callejones eran un distrito comercial para todo el mundo, para entrar en la Avenida de la Colina Alta necesitabas tener dinero. Del tipo que normalmente no se ganaba en toda una vida, a menos que tuvieras mucha suerte o algún precedente de riqueza, como Orión y él mismo. No es que fuera a decírselo a Hadrian, estaba seguro de que el adolescente acabaría por darse cuenta.

Si no lo tenías, bueno, sinceramente no había lugar para ti en él. ¿Quién iría a un lugar así si no pudiera permitirse ni el entrante más básico en el restaurante más barato?.

-¿Adónde vamos ahora?- dijo Hadrian, ya recuperado del viaje. Los métodos mágicos de viajar realmente lo odiaban.

-El Fénix Dorado, está a unas pocas manzanas de aquí-. Orion dijo, comenzando a caminar. Ellos lo siguieron a paso tranquilo.

-Te va a encantar. Uno de los mejores restaurantes en los que he estado-. Dijo, y Hadrian frunció el ceño. Porque claro que le gustaba. Se abstuvo de poner los ojos en blanco, estaba en público. -No preocupes demasiado tu cabecita, Hadrian. Lo que pasa es que su servicio es estupendo, discreto y eficiente y sus cocineros están tan bien tratados por sus habilidades que llevan años trabajando allí-.

No había dicho ni una palabra de mentira, cosa que Hadrian pudo comprobar. Recibió un asentimiento y una leve sonrisa antes de que Hadrian se dirigiera a Orión para preguntarle por la historia del lugar. Orión estaba obsesionado con la Historia, así que era justo el tema para enviar a Orión a una explicación detallada de la historia, la cultura, las costumbres y los acontecimientos recientes de Manchester.

-¿Creía que aquí había restos romanos? ¿No fue después?- Preguntó, la historia nunca había sido su fuerte.

-Los romanos llegaron por primera vez a las islas en el año 55 a.C., aunque la primera conquista fue durante el reinado del emperador Augusto tras su ascensión en el año 27 a.C., y duraron en las islas hasta durante el 400 d.C. más o menos, por eso hay tantos restos romanos por todas partes. Hogwarts se construyó en el año 928, siglos después de que los romanos ya se hubieran ido. Pero no me refería a eso-. Dijo, y Abraxas estaba seguro de que iba a olvidar esta información para cuando llegara la mañana. -Durante la Edad Media, gran parte de lo que hoy es Manchester se encontraba dentro del centenar de Salfordshire, una antigua división del condado de Lancashire. Abarcaba varias parroquias y ciudades, algunas de las cuales, como Rochdale, eran importantes ciudades de mercado y centros del comercio lanero de Inglaterra. Odham, donde nos encontramos, no era mucho más que tierra baldía con algunas aldeas o asentamientos que unían Manchester con York Los magos de la época utilizaban mucho esas rutas comerciales tanto para ser vistos como simples mercaderes como para estar relativamente protegidos, ya que los reinos de la época se beneficiaban enormemente del mantenimiento de los caminos-.

Orion hizo una pausa en su discurso.

-También se creía que nadie sería tan estúpido como para tomar tales rutas si estaban tratando de ocultar algo como la magia, por lo que era la manera perfecta de engañar a los demás, siempre y cuando tuvieras cuidado...-

-Orion-. Dijo, lamentando tener que interrumpir. Orión simplemente se volvió hacia él.

-¿Sí?-.

-Estamos aquí, y tú eres el que hizo la reserva-.

-Ah. Mis disculpas-. Le hizo un gesto con la mano, dirigiendo a Hadrian a través de la puerta ya abierta y esperando a que Orión pasara antes de entrar él el último.

 

🌿🌿🌿🌿🌿🌿


-Reserva bajo Black-Asher-. Le dijo a la mujer de la recepción, sin esperar a que le preguntara.

-Por supuesto, ¿mesa para tres?- Asintió. Ella firmó algo y llamó a un camarero. -Por favor, siga a mi colega, él le mostrará su mesa-.

Asintió al camarero, que hizo una ligera reverencia.

-Por aquí, señores-.

Le siguieron, y resistió el impulso de poner los ojos en blanco cuando Hadrian susurró un "gracias" a la mujer. Sinceramente, era su trabajo, Hadrian era demasiado amable. Todo el local estaba decorado en oro pulido, blanco y rojo bermellón, con una distancia considerable entre mesa y mesa. No podía oír nada de las conversaciones que mantenían los demás comensales, aunque la ligera música clásica no estaba lo bastante alta como para interferir. Encantos silenciadores, bien. A diferencia de Abraxas, él prefería hacer que la comida viniera a él o simplemente comer en casa, así que no había venido antes a este restaurante en particular.

Normalmente, este tipo de restaurantes seguían un menú fijo especificado de antemano, pero Abraxas había dicho que le gustaba más porque daba la opción del menú pero no era obligatorio tomarlo. Por lo que él sabía, las personas que elegían el menú se sentaban en una zona diferente a las que no lo hacían para facilitar a los trabajadores el servicio de los platos adecuados.

No fue hasta que estuvieron sentados y les sirvieron las bebidas -(agua para él, ya que era demasiado pronto para el alcohol y llevaba horas sin comer, y Hadrian y vino para Abraxas, que no tenía ningún autocontrol y había pedido que le trajeran la botella de Chavalier-Montrachet a la mesa)- que Hadrian hizo la pregunta que había estado esperando.

-¿Por qué Black-Asher?-.

-Es el nombre que usa su familia cuando no quieren llamar la atención. Hay tantas ramas de la familia Black que ya nadie pestañea ante ellos-. explicó Abraxas.

-A menos que nos llamemos sólo Black. Eso significa que somos la línea principal o la más cercana a ellos. Polémicamente, no ha habido un Black-Asher real en mi familia desde hace más de tres siglos, pero seguimos usándolo-.

-Y de alguna manera nadie se ha dado cuenta todavía-.

Hadrian resopló.

-Figuras, tener tanta familia que nadie se molesta en comprobar los nombres y terminan usando el que está muerto-.

-Curioso, ¿verdad?- dijo Abraxas, animado.

-Para ti todo tiene gracia. ¿Quién fue el que me pidió que hiciera la reserva en primer lugar?-.

🌿🌿🌿🌿🌿🌿


Hadrian estaba jodido. El menú ni siquiera ponía los precios, ¿cómo iba a saber cuánto ahorrar si no sabía cuánto se estaba gastando? A su lado, Orión soltó una carcajada y se acercó para hablarle al oído en un susurro.

-Deja de exagerar, esto ya está pagado. Pide lo que te apetezca. Es culpa de Abraxas por insistir en que viniéramos-. Orión directamente le guiñó un ojo, la única razón por la que no se quedó boquiabierto fue porque sabía que sería raro en un lugar de tan alta categoría.

-¿Qué me estoy perdiendo?- Preguntó Abraxas alzando las cejas.

-No mucho, sólo recordarle a Hadrian que te haga sufrir el bolsillo todo lo que pueda-.

-Bueno, sólo por eso él puede, pero tú no-. Bromeó. Llamó a su camarero con un elegante movimiento de la mano que Hadrian estaba seguro de que nunca sería capaz de replicar.

Estaba tan fuera de lugar. Aunque no estaba mal, ya que Orión le había explicado los platos que no entendía en el menú y Abraxas le había dado recomendaciones elogiosas para un montón de cosas -(sobre todo pescado y la mayoría de los platos franceses que servían)- no le costó pedir su propia comida. Aunque sólo fuera por aparentar que sabía lo que hacía, que desde luego no era el caso.

Aun así, era agradable que sus amigos no esperaran saberlo todo, aunque Orión hubiera tenido que insistirle tres veces en que no pusiera los codos sobre la mesa.

La etiqueta y los modales eran difíciles cuando llevas toda la vida, como diría Orión, viviendo como un campesino.

🌿🌿🌿🌿🌿🌿


-Abraxas, no puedes esperar que la gente sepa lo que eres. ¿Me estás diciendo que has estado tanto tiempo sin explicar lo que realmente haces?-.

-¿Oops?- Dijo Abraxas, intentando zafarse de la mirada de Orión, aunque éste parecía más molesto que enfadado.

Orión no se había enfadado en absoluto en toda la tarde-noche, ya era de noche, aunque no sabía qué hora era. No le molestaba en absoluto, sin embargo, sólo había asumido que no era algo de lo que Abraxas hablara.

-Eres imposible-.

-Lo sé-.

-Y tú-. Dijo Orión, mirándole. Hadrian se enderezó bajo su mirada, alerta. -¿Por qué no dijiste nada? ¿No estabas confundido?-.

-Simplemente supuse que no era algo de lo que se pudiera hablar. Además, parecías totalmente de acuerdo con ello, así que obviamente sabías lo que pasaba y prometiste que te encargarías-. Dijo. En su cabeza resonaba la voz de su tía no hagas preguntas.

-No entiendo cómo has sobrevivido tanto tiempo con vida-.

-Ya somos dos-. Dijo, alegremente.

-¿Debo explicarlo ahora?- Abraxas preguntó, claramente preocupado por su intercambio, pero sin hacer preguntas.

-Por favor, mientras no estés demasiado intoxicado-. Orión dijo.

-De acuerdo, de acuerdo. Entonces, primero, ¿qué pensabas que estaba haciendo cada vez que te pedía que te echara un vistazo?-.

-La verdad es que no tengo ni idea-. Dijo, honestamente, y dio un mordisco a su tarta de melaza. Estaba tan contento de que hubiera algunos aquí, y de que las porciones de comida no fueran tan grandes que no pudiera terminárselas. Además, entre plato y plato había habido un tiempo de descanso, así que no se había fatigado demasiado aunque hubiera comido mucho más de lo habitual. Podía adivinar lo caro que era el lugar y no iba a tirar la comida, le dolían los bolsillos sólo de pensarlo. -Creo que eres una especie de Vidente, o estás leyendo mentes por todas partes-.

-No soy Vidente, y no voy por ahí escarbando en la cabeza de los demás. Honestamente, ¿quién crees que soy?-.

-¿Alguien que siempre parece saber lo que quiero decir antes que yo?-.

-Ahí te ha pillado-. señaló Orión. Abraxas le lanzó una mirada burlona.

-Así que es así, cuando tenía siete años llegué a una vieja herencia mágica de la familia Malfoy que no se había visto en nuestra familia desde que nos mudamos a Gran Bretaña hace siete siglos más o menos-. Abraxas hizo una pausa y lo miró a los ojos. Si bien había explicado aquello con calma, ahora sus ojos se habían endurecido y su rostro se había transformado en una expresión seria. -No puedes contarle esto a nadie, porque me pone en peligro, ¿entendido?-.

-No tienes que preocuparte por eso-. Abraxas sonrió, abierto y con los dientes llenos, feroz de una forma que normalmente no era.

"Bien, tendría que matarte. Y nos llevamos demasiado bien como para querer perder eso. Lo principal de mi habilidad es que me conecta con la energía natural del mundo. Yo la llamo el Flujo, y la veo constantemente, cuando era niño ni siquiera tenía un filtro para poder distanciarme de ella. Orión dice que me cambió fundamentalmente...-

-Lo hizo-.

-...pero no entiende completamente lo que pasó. Ni yo. Ni nadie, ni siquiera los diarios de mis antepasados pueden describir el cambio por el que pasamos-. Dijo señalando con la mirada a Orión. -Empecé a ver el Flujo como hilos, líneas finas que conectan a todos y a todo, puntos nexos lejanos en el espacio donde se interconectan, veo posibilidades, porcentajes en cierto modo, puedo hacer conjeturas extremadamente precisas del futuro de todos con un vistazo a sus hilos. Eso es lo que hago contigo. Casi siempre-.

-¿Porque...?-.

-No tienes hilos, no estás conectado a mi red. Eres una pizarra en blanco. No es posible-. Hadrian parpadeó, ¿qué? -Hadrian, existes. Estás vivo. Sólo con eso, debería haber hilos que unan tu futuro con, digamos el de Orión y múltiples puntos nexo que representen tus decisiones o luchas o... algo. Pero mientras Orion conecta contigo, es como si el hilo se perdiera por el camino y no puedo verlo. No puedo sentirlo-.

-¿Por qué es tan raro?-.

-Porque incluso los cadáveres tienen hilos, debido a sus relaciones con otras personas vivas. Los extremos de esos hilos pueden estar tan muertos como ellos y ya no tener puntos de nexo, pero siguen existiendo. Eres como una piedra arrojada a un estanque, estás ahí, existes, hay consecuencias de tus actos, causas ondas, pero no puedo verte más allá del punto en el que fuiste arrojado, que representa el ahora, el presente-.

-Oh-.

-Sí. Por supuesto, eso es demasiado esotérico como para que alguien más lo crea, pero aprendí suficiente Adivinación como para predecir con exactitud el futuro y el pasado a partir de mis deducciones y por algo soy un Aritmancista del demonio. No puedo simplemente decirle a la gente lo que veo, quieren explicaciones reales que puedan entender. Que yo les diga que 'lo siento' no es suficiente-. Dijo, haciendo comillas con las manos.

-Ahora entiendo por qué me cuesta tanto entenderte cuando me explicas aritmética-. Abraxas se limitó a encogerse de hombros. -¿No sería más fácil enseñarme si yo también pudiera ver los hilos?-.

-¿Eso es todo lo que has sacado de esto?-. Orión se rió de la expresión de desconcierto de Abraxas, o de su pregunta. Hadrian sonrió.

-Tu don es algo que te sucedió, no algo que pediste, no veo qué más debería sacar de ello. Además, no has contestado-.

-La única forma que tengo de mostrarte la representación física de los hilos es mediante legilimencia, para lo que necesitaríamos una gran compatibilidad entre nosotros, y Magia Ilusoria, con la que no sabría ni cómo empezar-.

-¿Como los amuletos que hizo Orión?- Preguntó, ambos asintieron. -¿Así que no pueden ambos hacer algo similar, como, mezclar legilimencia con runas, luego tallarlas en un cristal o espejo o algo, algo que refleje lo que ves y lo muestre como un recuerdo?-.

🌿🌿🌿🌿🌿🌿


-¿Qué?-.

No pudo evitar su reacción. Le desconcertaba por completo cómo Hadrian acababa de tomar tres cosas distintas para crear teóricamente un artefacto mágico que parecía imposible. Pero tenía mucho sentido. En teoría.

Sería como coger un Pensadero y, en lugar de insertar recuerdos del pasado, conectar tu mente activa para mostrar algo que está sucediendo en ese momento. El efecto de los espejos era exactamente eso, así que podría usarse perfectamente para reflejar la realidad dentro de la cabeza de Abraxas -(porque su don estaba totalmente en su cabeza y se manifestaba a través de sus ojos, aunque a menudo también en sus otros sentidos, Abraxas tenía muchos problemas de sobrecarga sensorial por ello)-, el problema sería asegurarse de que Abraxas no pusiera todo su ser en el trabajo de las runas, aunque esto iba más con el encantamiento. Y si usaba runas árabes o egipcias en vez de las norse habituales, podría suavizar el proceso, pero...

-Orion, despierta- Sintió que alguien le sacudía los hombros

-¿Perdón?-.

-Sí, ambos estamos asombrados, pero te perdiste tanto en tus pensamientos que realmente me preocupé de que Hadrian te hubiera roto-.

-Lo siento-. Dijo el adolescente cuando giró la cabeza hacia él, tenía las mejillas rojas, aunque apenas podía verlas porque estaba mirando su plato.

-No te preocupes por eso, solo me has dado un proyecto divertido-. Y lo había hecho, iba a ser duro y desafiante, y no podía esperar a exponerlo por completo. Si no tuviera ya otros tres trabajos que completar, se encerraría en su cuarto de trabajo hasta que lo tuviera resuelto. -Aunque voy a necesitar un encantador. Además, la próxima vez que tengas una revelación así, escríbela-.

-¡De acuerdo!- Dijo el adolescente, levantando la cabeza y sonriendo tímidamente, aliviado. Desde donde estaba, podía ver sus ojos esmeralda brillar de emoción.

Se preguntó si Harry nunca había recibido elogios por sus ideas o si antes las habían menospreciado y no las habían escuchado -(no Hadrian, él nunca haría tal cosa y tampoco Abraxas, y el adolescente no había sido Harry en meses)- e hizo una nota para nunca ignorar tales cosas. El tipo de golpe que recibía la autoestima de uno cuando lo ignoraban o no lo tomaban en serio con regularidad era duro.

🌿🌿🌿🌿🌿🌿


Salieron del restaurante unos minutos antes de medianoche, pero Abraxas no quería volver aún a la mansión. Sin embargo, viendo que la mayoría de las tiendas estaban cerradas, no sabía qué podían hacer.

-¿Hay algo que quieras hacer?- Preguntó a Orión.

Hadrian caminaba un par de pasos delante de ellos, encantado de ver más del Mundo Mágico. Por lo que Abraxas sabía, a Hadrian no se le había permitido hacerlo antes y desde que había conocido a Orión lo único que había hecho era estudiar y aprender su camino por los Callejones. Parecía fascinado por las pocas luces que aún brillaban a su alrededor.

-Bueno, puede que sea febrero, pero aún podría comer Helado-. Dijo, señalando la Heladería que había calle abajo. Estaba vacía, pero no parecía que fuera a cerrar todavía.

-¡Hey, Hadrian!- Llamó al adolescente, no realmente gritando pero cerca. El chico le miró. -¿Quieres un helado?-.

Y mira, Abraxas podría haber comprado todo el Salón sólo por la sonrisa que adornó la boca de su amigo y el gritito de placer.

No volvieron al apartamento hasta que el alba asomaba por el horizonte, pero fue el cumpleaños mejor celebrado con retraso que había tenido este año.

Forward
Sign in to leave a review.