The Missing parts of History [Traducción]

Harry Potter - J. K. Rowling
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The Missing parts of History [Traducción]
Summary
En retrospectiva, Harry podía admitir que tocar cosas al azar en Grimmauld Place no había sido una buena idea. Sin embargo, era un poco tarde para eso.Varado en el tiempo, sin camino de regreso a casa, Harry tuvo que aprender a hacer frente a su vida mientras vivía en los años 50.Por extraño que parezca, Orion Black no se parecía en nada a lo que esperaba. Abraxas Malfoy tampoco. O sus amigos, en su mayor parte.Honestamente, tratar de mantenerse al día fue agotador.
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Chapter 13

9/12/1953


-Orión, bienvenido, no te esperaba hoy-.

-Necesito tu ayuda-. Su amigo arqueó una ceja en su dirección. Puso los ojos en blanco. -Bien, hola, me alegro de verte, necesito un gran favor, oh poderoso señor de los pavos reales-.

-Nada de esa desfachatez, eres tú el que pide cosas a una hora tan poco santa de la mañana-. Dijo Abraxas, con una sonrisa burlona en la cara. Abraxas tenía muchas sonrisas diferentes para cosas diferentes, era casi su propio lenguaje. -Ahora, sígueme a mi salón privado, tómate unas bebidas, como la gente civilizada que soy y que se supone que eres, y hablaremos-.

Si Orion no hubiera sido amigo del hombre mayor desde que tenía 3 años, probablemente lo habría estrangulado. Pero lo había sido, así que lo siguió, porque estaban en la mansión de su familia y no quería ser más grosero de lo que ya había sido. Por supuesto, Abraxas se pasó todo el camino tarareando una de sus irritantes canciones y saltando más que caminando de verdad. Sinceramente, y antes le estaba reprendiendo. Resopló, era como si Abraxas viviera en un mundo de su propia creación la mayor parte del tiempo.

Llegaron a la sala de estar -(había cuatro en la mansión, la formal para los invitados cuando no usaban el salón, la informal para la familia, la del Señor y la del Heredero)- y Abraxas no perdió tiempo en sentarse en su sillón favorito y pedirle un té a uno de los elfos de su familia.

Orión se tomó un momento para estudiar a su amigo -(cabello rubio plateado largo hasta la cintura atado en una cola baja con una cinta púrpura, el suyo)-, túnicas exóticas perfectamente planchadas y sin una sola arruga fuera de lugar, el ligero maquillaje que le había gustado usar desde su quinto año inmaculado y haciendo resaltar sus claros ojos azules, varios accesorios coloridos decorando sus muñecas y orejas, la imagen perfecta de un sangre pura en su dominio, antes de sentarse con un suspiro.

El té llegó poco después y Abraxas se encargó de servirlo él mismo de la misma forma en que lo había hecho desde que estaban en tercer año y se le había metido en la cabeza aprender todo lo que había sobre la correcta ceremonia del té. Orión tomó su taza con un murmullo agradecido -(té blanco de Aguja de Plata, más dulce que el que Orión bebía pero que Abraxas sólo tomaba cuando estaba con su madre, así que probablemente no había sido su elección)- y esperó que las formalidades terminaran rápido.

-Estás lamentablemente impaciente hoy, Orión. No es propio de ti-. Y de repente, el libro encogido que llevaba en el bolsillo ganó una tonelada de peso mientras se aquietaba bajo la mirada de su más viejo amigo.

-Lo soy-. Meditó sus palabras. -Recuerdas que te pedí prestados unos libros hace una semana o así...-

-Hmmm, sí, catorce de ellos, hace once días. Muy particular, ya que nunca antes habías sacado los libros de la Mansión. ¿Fueron de ayuda?- Asintió, alisándose la cara para no hacer muecas, había esperado que no fueran de utilidad. Abraxas dio un sorbo a su té, parecía tan relajado como siempre. -¿De qué se trata, entonces?-.

-Yo...- Se encontró sin palabras. Lo mismo le había pasado con Hadrian, salvo que el adolescente lo había perdonado e incluso le había agradecido su honestidad, Abraxas era bastante más complicado que eso. No es que no quisiera escucharlo o ayudarlo, pero causaría un gran malentendido si no era claro. -¿Recuerdas la última vez que tuvimos aquí la noche del Juego? Creo que me lo imaginaba, pero me encuentro sin medios para confirmarlo-.

-Ah. Eso-. Abraxas se enderezó, dejando la taza y centrándose totalmente en él cualquier signo de broma desaparecido.

Orión sacó el libro y lo colocó, ahora de nuevo a su tamaño original, entre ellos en la mesa baja.

-Mi amigo necesita sobrevivir a esto, lo asumí como una responsabilidad hace tiempo, pero esto debe ser completamente confidencial, hasta su identidad-. Abraxas sonrió satisfecho, con un brillo peligroso en los ojos.

-¿Un amigo, Orión? Eso es nuevo. Estoy dolido. Antes me contabas esas cosas-. Tomó el libro, tratándolo como a un animal enfermo que necesitaba ser sacrificado. -¿Qué estoy buscando en esto?-.

-Página 126, El arte del alma enraizada-. Sin decir palabra, su amigo pasó las páginas y leyó en silencio. No pasó ni un minuto cuando tiró el libro a la mesa, con una expresión de puro disgusto que se apoderó de su rostro. -Sí, eso fue lo que yo también pensé. Mi reacción fue un poco peor que eso-.

-¿Un humano? ¡¿Hay una de esas cosas dentro de un humano?!-.

-Sí. O eso creo. No puedo confirmarlo, pero tengo información que me lleva en esa dirección-.

-¿Qué tan seguro estás?-.

-Diría que más del 85%, pero menos del 100%. Pero no quiero actuar a menos que esté absolutamente seguro, hay demasiado en riesgo-.

-Yo diría-. Permanecieron en silencio durante unos minutos. Orion bebió su té hasta que la taza estaba vacía dos veces, pero Abraxas no había tocado la suya de nuevo. -¿Cuántos años tiene esa cosa?-.

-¿Preguntas por la edad del que la hizo o...?-. Abraxas puso los ojos en blanco.

-No, y lo sabes-.

-Catorce años. No lo habríamos sabido si yo no hubiera estado preocupado por la salud de mi amigo por motivos ajenos a él y le hubiera aconsejado que pidiera cita médica-. Orión pensó qué decir, no quería divulgar demasiado los asuntos personales de Hadrian. -Al parecer, los escáneres mostraron una extraña alteración mágica en una cicatriz que tiene en la frente y me pidieron que hiciera un escáner por mi cuenta para intentar determinar si era maligna o no-.

-Y lo era-.

-No me habría preocupado tanto si la magia no hubiera atacado a la mía y hubiera provocado un ataque a mi amigo, todo en dos minutos-.

-¡¿Hizo qué?! ¿Estás bien?- preguntó Abraxas, mirándolo con preocupación. -¿Te aseguraste de que no hubiera efectos persistentes?-.

-Me atacó. Ya estoy bien. Me aseguré de que no hubiera más efectos en cuanto me recuperé y mi magia se estabilizó tras la terrible experiencia-. Abraxas asintió, mirándolo ligeramente. Orión sabía que la primera pregunta había sido retórica, pero irritaba al mayor cuando respondía ese tipo de preguntas, Abraxas decía que lo hacía sentir como un niño que necesitaba que le repitieran las cosas. -Aun así, convencí a mi amigo de que tu ayuda sería beneficiosa, aunque él no estuviera muy por la labor de difundir la información-.

-Lo comprendo. No le gusta mucho mi familia, ¿verdad?-. Y ahí fue Abraxas, sabiendo cosas que no debía.

-Es cauteloso, ha tenido malas experiencias con otras personas antes-.

-¿Así que confiará en mí hasta donde pueda lanzarme?-.

-Puede que no estuviera en el mejor estado de ánimo cuando insistí en que pidiéramos tu ayuda-. Orión dijo. Había visto la oportunidad y la había aprovechado, aunque le hiciera sentir culpable, el estado de ánimo de Hadrian había sido culpa de Orión, después de todo, y aprovecharse de ello lo hacía sentir premeditado, cosa que no había sido. -Ha dejado todo en mis manos por el momento. Necesito que me ayudes a determinar si estoy en lo cierto o no, ayúdame a averiguar cómo sacarlo y destruirlo con seguridad si lo estoy y, si no lo estoy, ayúdame a descubrir qué es en realidad-.

-¿Eso es todo lo que vas a decirme, de verdad? Es una forma horrible de pedir ayuda-. Dio un sorbo a su té, luego le hizo una mueca y pidió que le llenaran otra taza. Ah, se había enfriado, Abraxas odiaba el té recalentado, o las bebidas, o la comida.

-Lo sé, pero la mayor parte de esto no me corresponde contarlo-.

-¿Ni siquiera el nombre de tu amigo?-.

-Si aceptas, te lo presentaré de todos modos-. Abraxas lo miró, y Orión vio el momento exacto en que tomó una decisión.

-¿Cuándo?-.

-En cuanto le diga que has aceptado, así que dentro de una semana-.

-El lunes no, si puedes evitarlo-. Su amigo hizo una mueca y luego resopló burlonamente. -Mis padres quieren un día en familia-.

-¿Otra vez?-.

-Creen que así me gustará mi mujer. Si tanto le gustaba a mi padre, debería haberse casado con ella él mismo, no obligarme a esto. Últimamente se habla de herederos-.

-Mis condolencias-. Dijo.

Druella Malfoy de soltera Burke era una mujer vil, obsesionada con la Pureza de Sangre, el estatus y las apariencias y, como sangre pura, Abraxas y Orión lo entendían, pero eso no significaba que les gustara tanto. Aun así, los padres de Duella y Abraxas eran extremistas, y Abraxas estaba librando una batalla perdida con ellos. No había ninguna broma en su voz, Brutus y Acantha hacían esto de vez en cuando y cada vez hacían que Abraxas huyera más. Orión estaba seguro de que, si su madre aún pudiera tener hijos, habrían preferido que otro niño fuera el heredero. Uno que los escuchara ciegamente, tal vez.

Pero no podían, y no podían hacer que Abraxas cambiara su personalidad o sus valores, así que estaban atascados. Al final, Abraxas pasó todo el tiempo que pudo fuera de la mansión y sus padres y su mujer le echaron la culpa del declive de sus relaciones. Todo empeoró por el hecho de que Abraxas se vio obligado a casarse con ella menos de un mes después de haber terminado Hogwarts a los 18 años.

-Bueno, si ya hemos terminado con los temas deprimentes, ¿cómo te fue con el chico Fawley?-.

Abraxas sonrió satisfecho. Orión gimió, había esperado que no sacaran el tema.

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