![The Missing parts of History [Traducción]](https://fanfictionbook.net/img/nofanfic.jpg)
Chapter 12
1/12/1953 - 2/12/1953
-Necesito hablar contigo-.
-¡Orion!- exclamó Harry, sobresaltado. Había oído la llamarada del floo, pero normalmente Orion no era tan directo.
Al mirar al hombre, Harry se dio cuenta de que estaba absolutamente agotado. Su ropa estaba, bueno, no desarreglada, después de todo era un Black, pero ciertamente se había apresurado al vestirse. Su cabello largo hasta los hombros no estaba recogido en su acostumbrada coleta baja y estaba enmarañado y lacio como si no se lo hubiera lavado. Tenía bolsas oscuras bajo los ojos y la piel ligeramente amarillenta. Incluso tenía los hombros caídos y la cabeza medio baja, lo que le hacía parecer más bajo de lo que era. Lo cual, sí. Esto era malo, la postura del hombre era impecable en todo momento, por lo general, le hacía fruncir el ceño.
Dejó su libro y se levantó para ayudar a Orión a quitarse el abrigo.
-¿Qué estás haciendo?-.
-Podemos hablar más tarde, no te ves muy bien ahora-. Dijo, empujando a Orión hacia su dormitorio, con la capa sobre su propio hombro. -Vas a tomar una ducha y cambiarte de ropa. Luego comerás y descansarás. ¿Esto es por mi cicatriz?-.
-Sí, así que no puede esperar. ¡Basta!- Orion se quejó. Poniendo los ojos en blanco, ignoró al hombre que ahora estaba de pie torpemente en medio del espacioso dormitorio. -¡Ni siquiera tengo ropa aquí!-
-Claro que tienes, dejaste una de tus túnicas hace un par de semanas y la limpié, pero como que me olvidé de ella. Y puedes cambiar la talla de uno de mis pantalones y boxers. También te prestaré un par de zapatillas, así que no te molestes con tus zapatos-. Miró al hombre más alto, deteniéndose en su búsqueda de ropa. -¿Qué haces? Entra en el baño. Dejaré la ropa aquí fuera e iré a prepararte algo ligero-.
-Pero...-
-No. Estás hecho una mierda, literalmente. Sea lo que sea mi cicatriz, ya lleva ahí catorce años, dudo que unas horas más cambie nada así que deja de quejarte-.
-Está bien, de verdad. Sólo necesitaba hablar contigo. Menos de cinco minutos, puedo descansar en casa después-.
-¿Y quién me asegura que has descansado de verdad?-. Arqueó una ceja, dejando la bata azul oscura pulcramente doblada y un par de pantalones redimensionados sobre la cama y encontrándose con los ojos de Orión con descaro. -No, no tienes opciones aquí. Te has puesto así por mi culpa, así que lo menos que puedo hacer es asegurarme de que estás bien-.
Orión retumbó y se quejó un poco más como si eso fuera a hacer que Harry cambiara de opinión, pero se detuvo cuando se dio cuenta de que Harry estaba dispuesto a empujarlo a la ducha él mismo si no lo hacía por su cuenta. Con un último suspiro derrotado, Orión se dirigió al baño y cerró la puerta tras de sí.
Harry terminó su tarea antes de ir a la cocina a preparar algo. Cogió unos rollitos de carne que había almorzado -(todavía no era la hora de cenar, pero Orión iba a pasar la noche muy temprano si tenía algo que decir al respecto)-. Puso un poco de sopa de verduras en el hornillo y encendió una tetera de té de manzanilla para que Orión se tomara una taza antes de irse a dormir. Así se calmaría y se relajaría.
El hombre tardó quince minutos en salir del dormitorio, con el pelo todavía un poco húmedo y una toalla alrededor de los hombros para que no se le mojara la túnica. Harry sirvió la comida y la dejó en el asiento habitual de Orión en la mesa -(de espaldas a la pared y con la ventana a su izquierda)- y miró fijamente al hombre hasta que tomó asiento y comió. Satisfecho, Harry volvió a la cocina y terminó de limpiarla. Odiaba dejar la cocina desordenada.
Era obvio para él que Orion estaba cayendo para cuando terminó la comida. Se mantenía erguido por pura fuerza de voluntad y se preguntó cuántas veces había tenido que hacerlo para que pareciera tan natural. Desechó el pensamiento, no en su casa.
-Ve a la cama, Orión-. Dijo, suavemente. Lo último que necesitaba era que el hombre se obligara a permanecer alerta. Cuando lo vio caminar hacia la chimenea, tuvo que volver a poner los ojos en blanco y agarrarlo del brazo. -A la cama, Orión, por el pasillo-.
-¿Y dónde vas a dormir?- Preguntó, sacudiendo la cabeza en un intento de mantener a raya la somnolencia.
-Aún es pronto, ¿recuerdas? Cenaré pronto y me iré a trabajar. Volveré a las nueve y media-. Dijo y el hombre asintió, frotándose los ojos con el dorso de las manos. Parecía un niño. -Espero que hayas descansado al menos un par de horas, pero no te preocupes si te quedas toda la noche. Necesitas esto, ¿vale?-.
-No has respondido a mi pregunta-. Dijo, con un brillo de complicidad en sus ojos.
-O estaré demasiado cansado para recordar que estás en la cama y me uniré a ti, o me quedaré en el sofá. En el peor de los casos, lo transformaré en una cama para pasar la noche. Ahora vete-.
-Bien-. Orion hizo una mueca, pero no había fuerza detrás de ella. Luego, antes de volverse hacia el dormitorio. -Gracias-.
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Orión estaba desorientado. De mala manera. La cabeza le latía con fuerza, no reconocía dónde estaba, tenía demasiado calor y estaba confuso. Intentó levantarse, pero una oleada de náuseas y mareos lo arrastró hacia abajo.
Se sumergió en sus ejercicios de respiración, aunque sólo fuera para que se le pasara el dolor de cabeza y pudiera pensar. Tardó un par de minutos, pero entonces recordó. Hadrian. Había ido a ver a Hadrian, incapaz de leer una palabra más en el asqueroso libro por mucho que lo intentara. Había querido hablar con él, pero el adolescente se había negado, cierto.
Recordó la comida caliente, y estar tranquilo, y que le habían dicho que se fuera a la cama. Era completamente, totalmente inapropiado, dormir en la cama de otro y sin embargo... Bueno, Hadrian era tan testarudo como él, así que no era de extrañar que no hubiera aceptado un "no" por respuesta. Y Hadrian lo valoraba como amigo, él lo había dicho.
Se oyó una puerta que se abría, aunque no entraba luz. Un revuelo, luego un chapuzón a su lado en la cama. Le quitaron algo húmedo y ligeramente caliente de la frente -(no se había dado cuenta de que estaba allí)- y le pasaron un paño seco por encima. Luego otro, húmedo y fresco. Ooh... eso... eso se sentía bien. Intentó mirar a la persona que estaba a su lado Hadrian, claro, no había nadie más. ¿Dónde estaba su madre? Ella... ella era la única... cierto, madre no había estado desde que él había llegado a la edad de Hogwarts, ¿verdad? Ya era un niño grande. Entonces era Abraxas quien se quedaba con él. Sí, pero Hadrian no conocía a Abraxas. Debería, se llevarían bien.
La inmersión en la cama disminuyó. Una mano acariciaba su pelo, junto a su sien.
-Duerme, Orión, te sentirás mejor la próxima vez que despiertes-. Una voz suave y Orión... durmió.
Unos hilos de luz le dieron en los ojos y se dio la vuelta, persiguiendo su sueño. Las sábanas eran suaves y cálidas. Sus esfuerzos fueron en vano cuando alguien descorrió las cortinas y gruñó a Kreacher que las volviera a cerrar, ¡maldita sea! La única respuesta que recibió fue una risita. Una risita humana. ¿Qué...? ¿Qué...? Tenía una mano en la frente. La cogió, estaba fría.
-Despierto, ¿verdad? ¿Cómo te sientes?- Dijo una voz. Orión trató de hacer funcionar su cerebro y abrió los ojos, parpadeando un par de veces para tratar de despertarse correctamente.
-¿Hadrian?-.
-Sí. Buenos días-. Ah, cierto, mierda. Necesitaba recomponerse. -¿Cómo te sientes?-.
-Bien. Dijo, mirando por encima del hombro. Hadrian estaba mirando en algún lugar de la pared. Extraño. -¿Hay algo interesante allí?- Preguntó, arqueando las cejas.
-Cállate. ¿Me vas a soltar la mano? Estaba haciendo el desayuno y se me va a quemar a este paso-.
Sólo cuando lo mencionó Orión se dio cuenta de dos cosas. Primero, que obviamente aún no había soltado la mano del otro. Y, al mirarlo, recordó haberse quitado la bata antes de ir a dormir la noche anterior, ya que no le gustaba usarlas para dormir. Ah, con razón Hadrian no lo miraba, sus orejas y mejillas estaban de un rojo ardiente aunque era más difícil notarlo con el color de su piel. Soltó la mano, ligeramente mortificado por su comportamiento.
-Le pido disculpas. No sé qué me pasó. Y por lo de anoche también, normalmente una cosa así no pasa-.
Hadrian resopló. -Te agobiaste y no te tomaste el tiempo suficiente para descansar, ¿qué creías que iba a pasar?-.
-No algo como esto-. Dijo Orión, frunciendo el ceño. Hacía años que no caía enfermo. -¿Qué hora es? ¿Qué día es?-
-Es dos de diciembre. Y las siete de la mañana, ahora-.
-Bueno, realmente perdí la noción del tiempo. La última vez que lo comprobé, todavía era noviembre-.
-Claro que lo era-. Hadrin puso los ojos en blanco y se levantó. -Bueno, espero que no te importe que haya irrumpido en Grimmauld Place. Le pedí a Kreacher que me diera un par de mudas para ti, están en el armario, ya que al parecer doblar la ropa es una práctica Bárbara-.
Orión tardó unos instantes en procesar las palabras de Hadrian y, para cuando soltó un horrorizado "¡¿Tú qué?!", el adolescente ya había salido del dormitorio. Se levantó y se vistió con unos pantalones negros y una camisa blanca en la que se había dejado dos botones abiertos -(no es que fuera a andar dos días con la misma ropa, y los pantalones con los que había dormido se le pegaban incómodamente a la piel)-, hizo una pausa junto al baño para lavarse la cara y atarse el pelo, que debería haberse secado bien la noche anterior pero no lo hizo, y le siguió.
-¿Por qué has ido allí? Te dije que no lo hicieras-. Le dijo.
En realidad no estaba enfadado, ya que había dejado el acceso abierto en caso de emergencia, pero cualquiera de su familia podría haber entrado allí para una visita sorpresa y haberlo encontrado. Diablos, podían preguntarle a Kreacher, el elfo se vería obligado a responder.
-Bueno, sé que odias no tener ropa limpia y sabía que te resultaba incómodo tomar prestada la mía. Además, de alguna manera te subió mucho la fiebre mientras estaba en el café, así que pensé que lo mejor sería que te cambiaras los pantalones sudados una vez que recuperaras el conocimiento. Además, ¿té o café? Espera, no contestes a eso, mejor té. No sé si es bueno o malo tomar café después de estar enfermo, así que no me arriesgaré-. Le pusieron delante un desayuno inglés completo junto con una taza humeante de té negro. Hadrian ni se había molestado en dejarle contestar ni le había permitido ir a comer a la mesa como una persona normal. Obedeció, sin embargo, porque el chico había cuidado de él mientras estuvo enfermo. Sus padres no podían saber nada de esto, en absoluto. Se estremeció al recordar las lecciones de decoro de su madre, ya debía de haberlas roto todas.
-Aunque preferiría que no te arriesgaras tanto, te lo agradezco-. Lo estaba, y Hadrian le lanzó una pequeña sonrisa desde donde estaba antes de hacer una mueca al probar una de sus pociones y bebérsela de un solo trago. -¿Todavía horrible?-.
-Sí. ¿Estás seguro de que esa curandera tuya no está intentando matarme?-. Se rió del tono del adolescente. Realmente odiaba beber pociones, cosa que Orión podía entender, pero le resultaba infinitamente divertido verlo.
-Sí, seguro-. Entonces, recordando por qué estaba en el apartamento, preguntó. -¿Podemos hablar ahora? ¿O mi estado aún no es lo suficientemente bueno para ti?-.
-Claro. ¿Seguro que no quieres terminar eso primero?- Dijo y Orion concedió su punto. Había vomitado con mucha menos comida en el estómago hacía poco, aunque Hadrian no necesitaba saberlo. Espera, tacha eso, Hadrian definitivamente no iba a saberlo, una noche de reposo forzado sería el menor de sus problemas entonces.
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-¿Qué has encontrado?- Preguntó, nervioso.
-Tengo una pista muy buena sobre lo que contiene tu cicatriz. Por supuesto, no soy un experto y podría equivocarme, pero dudo que pueda ser otra cosa-. Orión hizo una pausa, mirándolo de una manera que Harry no entendía. -Tal vez quieras sentarte para esto-.
Tragando con dificultad, tomó asiento en el sofá, acurrucándose contra el reposabrazos. Debía de ser algo muy malo para que Orión tuviera tantos problemas para hablar de ello.
-Creo que es un Horr...rocrux-. Orión se atragantó con las palabras, aunque Harry no sabía lo que era. -Es... es un recipiente de almas-.
Para Harry, aquello no sonaba tan mal, pero Orión había vuelto a palidecer, frunciendo el ceño y estremeciéndose ante la mera mención.
-Vale, ¿pero qué es?- Preguntó Harry, cauteloso y sin querer presionar demasiado, Orión estaba claramente afectado.
-A través de un ritual del que no estoy dispuesto a hablarte, alguien rompe una parte de su alma -(eso que le hace ser quien es, su esencia misma)- y la pone en algún lugar, un objeto. para permanecer conectado a tierra a este mundo si, por alguna razón, muriera o perdiera su cuerpo-.
Oh. Oh, eso fue... malo. Se le puso la piel de gallina sólo de imaginarlo. Y... estaba sobre él. Un pedazo de Voldemort estaba sobre él. Dentro de él. En su cabeza. Y no moriría hasta que muriera. O lo sacara. ¿Cómo... cómo algo así llegó a él en primer lugar? Orión dijo que necesitaba un ritual, ¿no? Pero los dementores... ¡había visto esa noche casi todos los días durante un año! No había habido ningún ritual.
-Hadrian, Hadrian cálmate-. Había manos sobre sus hombros y... Él no las quería allí. Intentó liberarse pero sólo consiguió más presión añadida al agarre. No, no, necesitaba aire, no podía. -Necesito que te concentres en mí-.
-Nonononono, no puedo...- no...- yo...-
-Hadrian, cálmate. Mírame. Por favor-. Había... una voz. Pero...
-¡Harry no, Harry no, por favor Harry no!-
-Hazte a un lado, niña tonta... hazte a un lado... ahora-.
-Hadrian. Harry, por favor escúchame...-
-Harry no, por favor no, llévame, mátame en su lugar...-
-¡Hazte a un lado!-.
-¡Harry no! Por favor... ten piedad... ten piedad...-
-Respira, Harry. Necesitas respirar-. Los brazos a su alrededor, el fresco olor a menta y limón en su nariz donde suaves mechones de pelo le hacían cosquillas.
-¡Avada Kedavra!- Una luz verde envolvió toda la habitación y el grito de un monstruo fue lo último que se oyó antes de que el techo se derrumbara.
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Bueno... eso podría haber ido mejor, reflexionó Orión. Hadrian seguía inmóvil, mirando la chimenea pero sin verla realmente. Tal vez debería haber sido más cuidadoso con la forma en que expresaba las cosas cuando se trataba de esto, había asumido que Hadrian estaría bien, pero había sido un error. Al menos no estaba temblando y agitándose y encerrado en lo que parecía un horrible flashback.
Orión hizo una mueca de dolor, sí, estaba acostumbrado a que Hadrian quisiera respuestas directas a sus preguntas y no había podido prever qué clase de reacción tendría. Al hecho de que un pedazo de su posible asesino (y el asesino de sus padres y probablemente de bastantes otras personas, había sido una guerra) estaba atrapado dentro de él e impidiendo que dicho asesino muriera realmente. Aún así, Orión no le ocultaría la verdad, por dolorosa que fuera, eso sólo le pondría más en peligro cuando finalmente intentara averiguar lo que le estaban ocultando.
Tardó casi una hora, pero Hadrian finalmente salió de su estupor y Orion pudo por fin respirar aliviado.
-Eh, eh, está bien, despacio-. Dijo, dejando el libro que había cogido sobre la mesa y acercándose de nuevo al adolescente, tendiéndole una mano. Cogerle por los hombros no había sido una buena jugada por su parte, y sabía que Hadrian tenía dificultades con el tacto, así que esta vez le dejaría la elección a él. Hadrian no tomó la mano, simplemente lo miró, sin emociones en su rostro. Esas expresiones indiferentes no le gustaban. -¿Cómo... cómo estás?-.
Orión volvió a hacer una mueca de dolor. Era una pregunta estúpida. Hadrian se rió, sin embargo, así que lo contó como una victoria.
-Lo siento, por...-
-No lo sientas. Debería haber expresado mejor las cosas, aunque no tenía ni idea de cómo. Es un tema horrible-. Hadrian le dedicó una sonrisa que no le llegó a los ojos. -¿Necesitas algo de beber?-.
-Agua, yo...- Su voz graznó y se quebró. Orión invocó un vaso y lo llenó con un "Aquamenti", sin querer moverse aún. Hadrian se lo bebió como si no hubiera visto agua potable en siglos, pero afortunadamente no se atragantó con ella. Respiró hondo unas cuantas veces antes de hablar. -¿Qué... cómo lo saco? ¿Ahora? ¿Por favor?-.
-Yo... no lo sé. Las opciones que conozco son veneno de Basilisco...- Orión vio la forma en que Hadrian se tensó y lo anotó para más tarde. -Y fiendyfire, y ambos te mataría en un instante. Que es el punto, por lo general, pero no es el mejor curso de acción para nosotros-.
-Oh. ¿Nada más?-.
-En realidad no y yo... No puedo estar seguro de lo que sería apropiado sin mirar más profundamente en tu cabeza, pero después de lo que pasó la última vez...-
-No es una buena idea. Joder, no puedo... sólo quiero que se vaya-. Orión no comentó la forma en que sus palabras sonaban como una súplica, un sollozo contenido. Hadrian aún no estaba bien de las revelaciones que la conversación le había traído y Orión no estaba seguro de si podría presionar al adolescente sin romperlo por accidente.
-Sé que, ah, no te va a gustar esto, pero... Abraxas podría ayudar-.
-Por supuesto que no-. La respuesta inmediata hizo que Orión se detuviera, pero honestamente, el conjunto de habilidades de su amigo sería muy valioso para encontrar una manera de arreglar este lío. Suspiró.
-Mira, no sé qué tienes con los Malfoys-. Hadrian abrió la boca, pero Orión lo detuvo levantando la mano. Realmente odiaba el odio ciego que Hadrian tenía contra Abraxas cuando no conocía al hombre. -Sí, sé que me dijiste que tuviste malas experiencias con la familia en tu época, pero no conoces a Abraxas. Es malcriado y narcisista y, como te gusta decir, un marica. Pero es digno de confianza, y me es leal. Y odia la Magia Negra con pasión. Sus habilidades le hacen querer seguir la voluntad de la Madre Magia con mucha fuerza y, mientras sigas queriendo sacar el fragmento de alma, no tendrá ningún problema contigo-.
-Pero...-
-No puedo investigarlo sin que te dé un ataque. Nadie más puede saber esto o ambos estaremos muertos. Cualquier rencor que tengas contra la gente de tu futuro no es válido aquí. Así que, por favor, sé razonable. La gente que conoces aún no ha nacido-.
-¡Bien!- Dijo, y Orión pudo ver que su aceptación provenía de su miedo y preocupación. -Pero si hace algo, está fuera-.
-No lo hará. Bueno, me avergonzará hasta la muerte, pero eso lo hace cada vez que tiene ocasión-. Hadrian resopló y se relajó. -Hablaré con él y te diré lo que dice antes de traerlo aquí. Le diremos lo que necesita saber y nada más. Te va a encantar, lo sé-.
Hizo una pausa, recordando que estaba hablando de Abraxas Malfoy. Se rió entre dientes.
-Aunque puede que haga falta más de un encuentro para eso-.