
CAPÍTULO 5
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CAPÍTULO 5
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No fue difícil hablar con Croome. Harry le preguntó a un apuesto joven interno en el Departamento de Aurores si podría utilizar su cabello para poción Multijugos. El chico estaba tan emocionado de que Harry Potter le pidiera un favor que accedió al instante, incluso cuando Harry le dijo que podría ser para propósitos desagradables.
Varias horas más tarde, con poción Multijugos hasta los ojos, Harry estaba sentado en un pub con la mano de Croome en su pierna. Fingió emborracharse con Smirnoff Ice1 y volverse cada vez más fácil y ridículo en el transcurso de la noche.
—Pero señor… ¿Qué pasa después del aprendizaje? —preguntó Harry, cuando estuvo bastante seguro de que Croome estaba a) Enamorado de él y b) Iba a mover su mano más arriba del muslo de Harry si Harry no salía de allí pronto.
—Oh, no te preocupes por eso, muchacho. Tengo todo tipo de contactos.
—Debes conocer a mucha gente —dijo Harry.
—Todos valen la pena conocerlos. Bueno, ¿Eso te tranquiliza?
Harry soltó una risita y literalmente pestañeo.
—Oh, si —dijo— ¿Qué clase de gente? ¿Son famosos?
—Mucho, en algunos círculos —dijo Croome, engreído. Se inclinó más cerca y Harry se obligó a sonreír para no ceder al impulso de sacarle todos los malditos dientes a Croome— ¿Alguna vez has oído hablar de los Knutters2?
Harry parpadeó para contener su consternación. Había oído hablar de los Knutter. Fueron responsables de un sólido tercio de los crímenes más abominables y violentos con los que tuvieron que lidiar los Aurores. Era imposible localizarlos porque tenían mucho dinero.
—Pero son demasiado exclusivos —dijo Harry, abriendo mucho los ojos en lo que sabía que Croome pensaría que era admiración— Nadie sabe cómo contactarlos.
—Yo sé —dijo Croome— Y tú también, después de tu pasantía.
“Maldita sea”.
Harry se inclinó un poco hacia un lado y dejó que su encantador rostro prestado se enfriara.
—Eso es algo fácil de decir —dijo.
—¿No me crees? —preguntó Croome. Harry se encogió de hombros, haciendo un puchero. (Se estaba divirtiendo, ahora. Siempre había sido la parte del espionaje que le gustaba; la parte en la que se sentía como la noche en que tomó Felix Felicis y convenció a Slughorn para que le diera el recuerdo).
Croome tomó la mano de Harry entre las suyas, se la llevó a los labios y la besó. Harry sintió que toda la sangre se le subía a la cara mientras la furia crecía en su interior. Croome evidentemente confundió el color repentino de Harry con una timidez virginal.
—Eres delicioso —dijo Croome— Me harás perder la cabeza. Bien, bebé, te diré.
Y luego lo hizo. Como Harry había sospechado, no era una conexión muy estrecha. Una estatua en la que de vez en cuando se entretenían algunos Knutters, si sabías cuándo mirar.
Pero fue suficiente.
—Tengo que usar la habitación de los niños pequeños —dijo Harry, con un guiño. Cuando estuvo fuera de la vista, se Apareció en Grimmauld Place y se duchó hasta que ya no pudo oler el humo y el Smirnoff Ice de la barra en su cabello.
Harry pasó todo su tiempo merodeando cerca de esa estatua, buscando a los Knutters. Croome les había explicado sobre su señal secreta: llevaban una copia de un periódico muggle francés, “Le Monde3”. Harry estaba ocupado con el trabajo de Auror y el entrenamiento de Inefables, pero iba cada vez que podía.
Mientras tanto, Timothy se enamoraba cada vez más de él.
Timothy trató de hacerle la cena a Harry. (Fue un desastre absoluto. Harry tuvo que hacer hechizos de limpieza en las paredes, mientras que Timothy decía entre lágrimas: “¡Pero seguí la receta!”).
Timothy dobló a Harry una grulla de origami.
—Gracias —dijo Harry, conmovido. Le recordó a L.
Timothy le dio otra grulla de origami.
—Gracias —dijo Harry, de nuevo.
En la tercera grulla de origami, el agradecimiento de Harry fue silenciado. Esto no pareció disuadir a Timothy en lo más mínimo.
Timothy llamó a la puerta de Harry en medio de la noche.
—¿Está todo bien? —preguntó Harry, sentándose. Había estado dando vueltas y vueltas, incapaz de conciliar el sueño.
—Pude oír que estabas despierto —dijo Timothy— Pensé que querrías algo de compañía.
—Eh, está bien —dijo Harry, pero Timothy vino a sentarse en su cama.
—¿Puedo decir algo? —preguntó.
—Eh, sí —dijo Harry. Lo desconcertó tener a Timothy en su cama; guapo, disponible, cerca. Era consciente de cuán ferozmente deseaba ser tocado.
La luz de la luna entraba a raudales por la ventana, y los ojos de Timothy encontraron los de Harry en la oscuridad plateada.
—Es solo que… pareces solitario, Harry.
Timothy juguetonamente golpeó la rodilla de Harry a través del edredón.
—Vamos. Sé que nunca traes a nadie a casa. ¿No te sientes…? —Timothy había dejado su mano en la rodilla de Harry. Clavó un dedo— ¿… inquieto?
Harry se sentó y apretó las piernas contra su pecho.
—¿Qué te hace pensar que soy gay? —preguntó.
Timothy se encogió de hombros.
—Bueno, antes que nada, sé que piensas que estoy caliente y que has pensado en acostarte conmigo.
—YO…
—No lo niegues —dijo Timothy— Puedo saberlo. Y, en segundo lugar, Draco Malfoy no era solo tu “amigo”. ¿Es por eso que no te acuestas conmigo? ¿Por su culpa?
—Esta no es una conversación que quiera tener, Timothy.
—¿Cuánto tiempo ha estado desaparecido?
Harry suspiró.
—Meses.
—Él no puede esperar que permanezcas célibe para siempre.
—Timothy…
—No es… no es solo para agradecerte —dijo Timothy, mirando sus manos en su regazo.
Harry tragó.
—Quiero decir, estoy agradecido —dijo Timothy.
—Lo sé. No tienes que decirlo, pero lo sé.
—Pero en realidad quiero tener sexo contigo. Realmente quiero… Y no soy demasiado joven. Soy tres años mayor que tú cuando derrotaste al Señor Oscuro.
—Llámalo Voldemort.
—Voldemort —dijo Timothy obedientemente.
Harry se quedó en silencio. Timothy se acercó arrastrando los pies. Harry no se movió. Timothy acarició la cara de Harry que estaba contra sus rodillas, luego miró hacia arriba.
No se parecía en nada a Malfoy. Pero, de nuevo, Malfoy nunca se había visto como Malfoy, cuando Harry estaba con él.
Harry estaba inmóvil cuando Timothy se inclinó hacia delante y lo besó, dos veces, en los labios. Fue un lindo beso. Llenó a Harry con una soledad vertiginosa. Le hizo sentir a Harry que nadie volvería a cuidarlo nunca más.
—Eres tan ardiente —suspiró Timothy.
—Estoy cansado —dijo Harry— No debería haberte dejado hacer eso.
Timothy apoyó su frente en las rodillas de Harry y Harry tocó su cabello. No se sentía como el de Malfoy. Nada de esto se sentía bien.
—Entonces me iré a la cama —dijo Timothy.
—Si, eso es probablemente lo mejor —dijo Harry.
Timothy se detuvo en la puerta del dormitorio.
—Avísame si cambias de opinión —dijo.
Harry asintió.
Pasaron las semanas. Harry no podía seguir adelante. Malfoy no estaba muerto. “¿Lo estaba?”. No se habían separado. “Lo habían hecho”. No había nadie más en quién Harry quisiera confiar, nadie más a quien quisiera abrazar o que lo abrazara. No había nadie más, para nada. La claridad fue amarga porque llegó demasiado tarde.
—¿Por qué diablos estás tan triste todo el tiempo? —preguntó Ron. Harry se encogió de hombros e hizo una broma sobre ser malo para la adultez.
Hermione le lanzaba miradas compresivas cada vez que se cruzaban en el Ministerio. Un mes después de que Timothy se mudara, ella le preguntó si le agradaba a Harry.
—Sí, quiero decir, estoy orgulloso de él, ha estado arrasando en su nuevo trabajo —dijo Harry. Timothy estaba trabajando en “Ollivanders” como asistente de tienda. Resultó que sabía muchísimo sobre núcleos de varitas, ya que esa había sido una de las formas antiguas y puras de magia que sus padres habían aprobado.
—No, quiero decir, ¿Te gusta él? —preguntó Hermione.
Harry vaciló.
—No.
—Hmm —dijo Hermione. Estaban en la Cafetería del Departamento de Misterios. Era típico del Departamento no poder producir algo tan mundano como una cafetería normal. Los Inefables comían en un búnker nuclear aterrador, y la comida era diseñada mágicamente para hacer cosas como aumentar el crecimiento óseo y la actividad celular.
—¿Qué? —dijo Harry.
—Dudaste —dijo Hermione.
—Es guapo —dijo Harry— E interesado, y yo…
—Deberías intentarlo —dijo Hermione.
—Tú sabes algo que yo no —dijo Harry— Sobre Draco.
Hermione asintió.
—¿Él… puedes decirme si está vivo?
Hermione negó con la cabeza y las manos de Harry comenzaron a temblar.
—No, Harry, ¡Quise decir que no puedo decírtelo!
—Oh —dijo Harry temblorosamente.
Aun así, Harry siguió evitando los avances de Timothy. Y siguió buscando a los Knutters junto a la estatua que había mencionado el señor Croome.
Al final, cuando encontró a Malfoy, fue por accidente.
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...CONTINUARÁ...