
CAPÍTULO 3
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CAPÍTULO 3
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Esa noche, Hermione llegó a Grimmauld Place.
—¡Hermione!
—Hola, Harry, ¿Cómo estás? —ella preguntó. Parecía exhausta.
—¡Eres una Inefable! No podía creerlo, cuando vi… ¿Así que sabías que estaba saliendo con Malfoy?
—Sí —dijo ella— Traté de advertirte.
Harry tenía un vago recuerdo de Hermione (nombre en clave Tejón) acercándose a él hace un año y medio y diciéndole que los enredos románticos eran un riesgo en esta línea de trabajo.
—¡Fuiste malditamente inespecífica!
—No podía decir más. Dije todo lo que pude. ¡El hechizo nos ata la lengua a nosotros también, lo sabes!
Harry se hundió en el sofá.
—Bueno, él y yo tuvimos una pelea —dijo.
—Renunció —dijo Hermione.
Harry levantó la cabeza para mirarla.
—¿Qué?
—Renunció —dijo Hermione de nuevo— Eso es lo que he venido a decirte.
—¡Qué… pero eso es… no lo haría!
—Fue bastante firme, Harry. Tratamos de disuadirlo. Como puedes imaginar, es muy costoso entrenar a un Inefable y perder uno justo después de La Revelación…
—¿Dónde está él? Haré que vuelva, yo fui un idiota. Solo necesito disculparme.
—Lo siento Harry —dijo Hermione miserablemente— No puedo decírtelo. Es clasificado.
Harry la miró boquiabierto.
—Pero él es mi… —Harry se interrumpió, sin saber cómo terminar.
—Lo siento —dijo Hermione de nuevo— Literalmente no puedo. Es por un hechizo para atar la lengua. Como el hechizo de Ocultamiento.
—Bueno, ¿No hay alguna manera de que pueda contactarlo?
—Lo siento —dijo Hermione— No la hay.
Y no lo hubo. Harry preguntó a todos en el Departamento de Misterios. Nadie podía darle ninguna respuesta. Envió lechuzas. Regresaron con las cartas sin abrir. Buscó en los registros de los Aurores y no encontró nada excepto un memorándum que señala que Malfoy trabajó en cierta tienda de artículos raros en Knockturn Alley durante algunos años cuando salió de Azkaban por primera vez.
Completó el formulario inicial para una pensión y lo envió por correo. Seguía encontrando notas de L por toda su habitación. Había uno en su neceser.
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¿Cómo es que nunca compras pasta de dientes hasta que tienes que extraer la pasta con las cerdas de tu cepillo de dientes, como un minúsculo minero de carbón dental? Te he pedido más. ¿Por qué te quiero?
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El paquete de pasta de dientes llegó tres días después. Suministro para seis meses, con cargo a la cuenta en Gringotts de Harry.
Había una nota en su libro de texto “Sutileza en el Campo” (era la materia menos favorita de Harry).
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Deja de buscar notas de amor en tus libros de texto y haz tu maldito trabajo. (Te amo).
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Cuando encontró la que estaba en el bolsillo de un par de pantalones que rara vez usaba…
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Te ves bien con estos. Te amo.
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Harry pasó el resto del día emborrachándose solo en un pub.
Al día siguiente, no fue al trabajo y fue a la tienda de artículos raros en Knockturn Alley. “Croome’s” decía el cartel resquebrajado encima de la puerta.
Era una pequeña tienda desvencijada, oscura y lúgubre, atestada de cosas que, si no eran ilegales, eran muy poco legales. Harry usó su capa de invisibilidad, porque Hermione le había dicho que buscar a Malfoy lo pondría en riesgo.
“—La gente se enojará si descubren que trabajó en el Ministerio. Sabes que eso no es técnicamente legal. Tuvimos que mover bastantes hilos”.
Así que esperó a que alguien entrara en la tienda y lo siguió en silencio al interior.
Hubo un destello de cabello rubio detrás del mostrador. El corazón de Harry dio un brinco y empujó hacia adelante, tirando descuidadamente algunas cosas de los estantes, solo para darse cuenta de que no era Malfoy después de todo. El chico detrás del mostrador era más joven, quizás diecinueve años, y su cabello era más oscuro que el de Malfoy. Era delgado y miró con ansiedad al hombre que había entrado en la tienda antes que Harry.
—Hola, señor —dijo.
—¿Y bien, Timothy? —dijo el hombre— ¿Cómo te ha ido hoy?
—No ha estado atareado hoy, Señor Croome —dijo el chico, que Harry supuso que se llamaba Timothy. Harry observó al hombre al que había seguido. El señor Croome, presumiblemente el dueño de la tienda. Era enorme, ominoso. Había algo codicioso en la forma en que miraba a Timothy. Timothy pareció sentir esto también, porque se encogió bajo su mirada— Lo siento, señor —agregó— Conseguí que una mujer preguntara por un poco de sangre de dragón, pero como no conseguiremos nada hasta junio…
—Eres un inútil en los negocios, Timothy —dijo el hombre, de una manera que hizo que Harry se sintiera repentinamente incómodo. Un momento después, Harry supo por qué— Tienes suerte de tenerme a mí para cuidarte —Croome tomó la barbilla de Timothy con una mano fornida y la movió de un lado a otro— ¿No es así?
—Sí —susurró Timothy.
Croome le dio una sonrisa lasciva que hizo que a Harry se le pusiera la piel de gallina y se unió a Timothy detrás del mostrador.
—He tenido un día estresante —dijo, empujando a Timothy contra la pared. Entonces, ¿Por qué no cierras la tienda para almorzar y subes conmigo?
—Dentro de un rato —dijo Timothy— Tengo que terminar este inventario.
—Diez minutos —dijo Cromme. Golpeó a Timothy en el trasero y desapareció por una puerta detrás del mostrador. Timothy se mordió el labio, frunció el ceño e inclinó la cabeza sobre un enorme libro de contabilidad con un suspiro apenas audible.
Harry se quitó la capa de invisibilidad.
—Hola.
—¡Salazar Slytherin! —exclamó Timothy— ¡Me diste un susto! ¡No te vi entrar!
—Estaba viendo tu interacción con el Señor Croome, allí.
Timothy se sonrojo y volvió a mirar su libro mayor.
—¿Puedo ayudarlo a encontrar algo, señor? —preguntó— ¿Criaturas raras, raíces extranjeras, polvos exóticos?
—Un amigo mío solía trabajar aquí. Draco Malfoy. ¿Alguna vez lo conociste?
Timothy negó con la cabeza minuciosamente, todavía sin mirar a Harry.
—El señor Croome es el dueño de la tienda, ¿Cierto? —preguntó Harry. Timothy miró hacia arriba.
—Por supuesto. Su nombre está en el frente.
—Parece amistoso —dijo Harry. Timothy se sonrojó de nuevo.
—Es un hombre muy generoso.
—Lo es —dijo Harry.
—Tú amigo no puede haber trabajado aquí recientemente, si tiene tu edad —dijo Timothy, sacando la barbilla— Tienes arrugas alrededor de los ojos. Probablemente estés bien entrada la treintena.
—¡Tengo veintisiete años! —dijo Harry. L (Malfoy) solía decirle que usara crema facial. De repente deseó haber escuchado— De todos modos, ¿Qué tiene eso que ver con algo?
—El señor Croome no mantiene a sus muchachos en la tienda una vez que llegan a los veinte —dijo Timothy, luego pareció darse cuenta de lo que había dicho— Quiero decir… el aprendizaje solo dura dos años, y… él ha sido muy bueno conmigo.
Su voz se elevó a la defensiva al final de su discurso.
—Está bien —dijo Harry, lentamente— Así que Malfoy probablemente no haya trabajado aquí durante unos siete años. ¿El señor Croome se mantiene en contacto con sus antiguos… aprendices?
—Sé lo que estás pensando, y no es así —dijo Timothy— No sé lo que crees que viste, pero él nunca fue forzado… estoy muy agradecido con el Señor Croome. Él me acogió cuando nadie… ¡Y quién eres tú de todos modos, para meter la nariz en mis asuntos!
—No lo hago —dijo Harry— Solo estoy buscando a mi amigo. ¿A dónde van los aprendices del señor Croome, después de que termina su tiempo con él?
Timothy pareció desinflarse. Se apoyó tristemente contra el mostrador.
—Afuera —dijo— No sé. Supongo que encuentran otros trabajos.
—¿Cuántos años tienes? —preguntó Harry, porque las jóvenes facciones de Timothy estaban arrugadas por la preocupación.
—Diecinueve —dijo Timothy— Veinte en dos meses —agregó.
—¿Qué vas a hacer?
Timothy se rio. Harry reconoció esa risa. Era la misma que L solía hacer cuando Harry le había hecho una pregunta desesperada. Harry se preguntó de dónde lo habían contagiado ambos.
—No lo sé —dijo Timothy— Supongo que tendré habilidades transferibles.
—¿Será tan difícil para ti encontrar un nuevo trabajo? Eres demasiado joven para haber sido un mortífago; no puedes tener muchas restricciones —dijo Harry. Timothy se encogió de hombros.
—No tengo ninguna credencial. Mis padres me educaron en casa, para que no tuviera que mezclarme con sangre sucia.
Harry hizo una mueca.
—No uses esa palabra.
Timothy lo miró con curiosidad.
—¿Eres un sangre sucia? Nunca he conocido a uno antes. No parece como si lo fueras.
—¿Qué diablos se supone que significa eso?
—Oh, ya sabes —dijo Timothy, alegremente— Los sangre sucias son todos gordos y estúpidos, con ojos pequeños y porcinos.
Harry estaba empezando a comprender por qué a Timothy le costaba encontrar un empleo de buena reputación.
—Creo que tus padres pueden haber sido mal informados —dijo Harry.
Timothy volvió a reír con esa risa desesperada.
—Probablemente —dijo— Nunca acertaron en nada, maldita sea —se tapó la boca con la mano— Ooops. Lo siento. Por maldecir.
Fue un gesto tan escolar que el corazón de Harry se derritió. Sacó una pluma y un trozo de pergamino y escribió su dirección en él.
—Escucha. Si alguna vez necesitas un lugar donde quedarte, ven a mi casa —dijo Harry— Te ayudaré.
Timothy aceptó el trozo de pergamino. Sus ojos recorrieron apreciativamente el cuerpo de Harry.
—Está bien —dijo.
—¡No así! —dijo Harry.
—¿Así cómo? —preguntó Timothy, inocentemente.
—Yo no… puedes lavar los platos de vez en cuando, si quieres pagarme.
—Qué eufemismo —dijo Timothy.
—¡No es un eufemismo!
—Tienes una idea equivocada sobre el señor Croome, ¿Sabes? Nunca me ha obligado a hacer nada. Solo estoy agradecido.
—Hay muchas formas de abusar del poder —dijo Harry.
—Él me acogió cuando nadie lo haría. Me gusta hacerlo feliz —dijo Timothy.
Harry suspiró.
—Es tu vida. Ven a mí si necesitas algo, o si te enteras de Draco Malfoy —se dio la vuelta para irse.
—Espera —dijo Timothy— ¿Cuál es tu nombre?
—Oh —dijo Harry— Harry. Harry Potter.
La boca de Timothy se abrió cuando Harry desapareció de la tienda.
Harry y L habían sido amigos durante años antes de besarse, y luego se besaron durante años antes de empezar a tocarse, y luego se tocaron durante años antes de decidirse a tener sexo.
—Usualmente soy el de arriba —dijo Harry— ¿Qué haces usualmente?
Le se quedó en silencio por un rato. Harry esperó. L era un poco raro acerca de la intimidad física. A Harry no le importó.
—Eso funciona —dijo L, finalmente. Siempre era tímido y vago cuando hablaban de sexo. Usaba un lenguaje evasivo y eufemístico.
Pero cuando Harry trató de prepararlo, L se quedó rígido como una tabla, mirando directamente al techo con expresión vacía.
—¿Estás bien? —preguntó Harry. L asintió, pero no se relajó. Harry subió a la cama para acostarse a su lado— No estás bien.
L frunció el ceño al techo.
—Realmente no me gusta hacerlo… de esta manera… —dijo— Me hace sentir fuera de control.
—Estoy feliz de cambiar —dijo Harry— Tu arriba.
—Nunca lo había hecho así antes —dijo L.
—Te guiaré.
Era mejor así; mucho mejor, porque L no se fue.
—¿Te pasó algo? —preguntó Harry, después.
—No —dijo L, con esa expresión extraña y melancólica que Harry eventualmente aprendería que siempre se deslizaba en los ojos de L después del sexo— Nadie me ha obligado nunca a hacer nada.
Harry se incorporó, sacando la cara del pensadero. Era extraño observar sus recuerdos, porque en ellos podía ver a Malfoy, donde nunca pudo en ese momento.
Le resultó más fácil cerrar la brecha entre L y Malfoy en su mente. Empezó a obsesionarse con el pensadero. Se escabulló entre clases y observó cómo se desarrollaba su relación.
Fue L quien lo besó primero, aunque Harry claramente había estado buscando un beso durante semanas. Estaban en la biblioteca del Departamento, y Harry pasó junto a L para tomar un libro, presionándose demasiado cerca a propósito. L se dio la vuelta.
En ese momento, Harry solo había notado los besos. Ahora, podía ver que el rostro de Malfoy estaba decidido.
Observó más recuerdo. Tal vez los estaba sobre analizando, pero parecía como si a Malfoy le hubiera resultado difícil besarlo, aunque claramente había querido hacerlo durante mucho tiempo.
A veces, Harry observaba a su propio recuerdo darse cuenta por una fracción de segundo de con quién se estaba acostando. Por lo general, era cuando Harry besaba los brazos de Malfoy y se encontraba con la Marca Tenebrosa. Harry pudo ver que su yo pasado retrocedía sorprendido, y luego el horror desaparecía de su expresión cuando olvidaba lo que había visto.
Malfoy siempre miraba su rostro cuando esto sucedía. Incluso trató de decírselo a Harry, una vez. Harry acababa de alejarse de la Marca. L se alejó de él.
—K —dijo— Hay algo que tengo que decirte.
—¿Qué es? —preguntó Harry.
—Yo… —la lengua de L fue atada por el hechizo— Durante el… —otra vez— Tú no…
—Cuéntame después —dijo Harry, inclinándose para besarlo— Yo también tengo cosas que decirte.
A veces, Harry miraba al Malfoy del pensadero darse cuenta, por una fracción de segundo, que era Harry. Usualmente era cuando Malfoy apartaba el cabello de Harry de su frente. Sus ojos se posaban en la cicatriz del relámpago y se agrandaban con una expresión que Harry no podía leer.
Eventualmente, Harry lo descubrió. Era la misma expresión que tenía Malfoy el día que murió su padre. Era de dolor.
Harry envió lechuzas y revisó carpetas confidenciales e hizo preguntas a personas importantes, pero nadie sabía dónde estaba Malfoy. Había desaparecido del mundo por completo.
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...CONTINUARÁ...