
CAPÍTULO 1
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CAPÍTULO 1
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Por la noche, L a veces se sentaba bruscamente y pasaba las piernas por el costado de la cama. Luego miraba rígidamente hacia adelante durante quince minutos antes de volver a acostarse.
—¿Todo bien? —preguntó Harry, la primera vez que sucedió.
—Bien —dijo L. Harry se acurrucó alrededor del cuerpo de L en forma de u. L puso una mano fría sobre su cabeza y le acarició el cabello— Vuelve a dormir —dijo, y Harry lo hizo.
L notó que Harry era malo en la administración básica necesaria para mantener a flote una vida adulta. Harry regresó a su dormitorio solitario una noche y encontró a L sentado en su escritorio, rodeado de montones de papeles cuidadosamente apilados.
—Firma aquí y lo enviaré mañana cuando este en mi “segundo empleo” —dijo L.
—¿Pudiste leer esto? —preguntó Harry, sorprendido, porque la póliza de seguro que L había llenado incluía información personal. El hechizo del Departamento de Misterios generalmente ocultaba cosas como esa, al igual que impedía que Harry supiera realmente cómo era L. Harry podía ver partes de él a veces, cuando lo miraba directamente. Sabía que había visto los ojos de L antes, aunque no podía recordarlos. Se miraban el uno al otro lo suficiente y, a veces, cuando la miraba de Harry se posaba en el rostro de L, sentía como si estuviera a punto de entender algo. Pero nunca lo descubría. Los rasgos de L se desvanecían como un sueño en el momento en que Harry miraba hacia otro lado.
—Solo partes —dijo L— He puesto estrellas al lado de las partes que necesitas completar.
—No tienes idea de lo estresado que estaba por esto.
L sonrió. Harry lo captó de un vistazo, pero un momento después se había ido, y Harry no podía recordarlo.
—Por supuesto que sé lo estresado que estabas por esto, K —dijo L— Es por eso que lo hice por ti.
K era el nombre de letra asignado de Harry. Por eso él y L se habían hecho amigos tan rápidamente; sus habitaciones estaban una frente a la otra.
En clase, Harry veía a L lanzar hechizos, más rápido y seguro que el resto de su cohorte. Solo quedaban catorce de los veintiséis originales, y su periodo de entrenamiento de dos años estaba llegando a su fin. Entonces serían Inefables completos, y el hechizo de Ocultamiento sería eliminado. Harry trató de no enloquecer cuando lo recordó. Sabía que L también estaba preocupado.
Era difícil hablar de eso, cuando el hechizo ataba sus lenguas con tanta frecuencia.
Cuando empezaron a dormir juntos, pronto descubrieron la imposibilidad de una relación normal en tales circunstancias. Harry estaba teniendo un Mal Día, el tipo de Mal Día que lo había empujado a inscribirse en el Departamento de Misterios a la edad de veinticinco años, siete años después de la edad tradicional de alistamiento. Tuvieron que romper las reglas para permitirle la entrada, pero Harry estaba acostumbrado a eso.
Le molestaba saber que L era mucho más joven. No es que L pareciera más joven, por supuesto; y no fue el tema de la edad lo que atrapó a Harry, en realidad, fue más el asunto de No-Entender-Sobre-La-Guerra.
En ese primer Mal Día que tuvo cuando estaba con L (porque una vez que comenzaron a dormir juntos, nunca hubo ninguna duda de que eran exclusivos), Harry se sintió más consciente que de costumbre de la secuela que la guerra había dejado en él.
Estuvo hosco y en blanco todo el día. L lo siguió de regreso a su dormitorio como una sombra.
—Algo anda mal —dijo L.
—Es… —“…la guerra, estuve un poco involucrado en ella, lo recuerdo en destellos, probé sangre en mi tenedor esta mañana, era solo metal, pero a veces el metal sabe a sangre, ¿Sabes a lo que me refiero?”.
L no dijo nada por un momento. Tendió la cama de Harry y se rio un poco cuando encontró el cepillo de dientes de Harry debajo de la almohada.
—No sé cómo llego eso allí —dijo Harry.
—Eres un desastre —dijo L.
Harry se acercó a la ventana y apoyó la cabeza contra el cristal.
—Es… —“…frustrante, exasperante, todos esos mortífagos que liberaron, probablemente hayan vuelto a la normalidad, mientras yo sigo… solo quiero ser normal. Solo quiero ser como todos los demás. No quiero arrastrarte con esto”.
—Podrías intentar —dijo L, vacilante— … decir lo que sientes.
Harry se dio la vuelta con una expresión de incredulidad. L se encogió de hombros.
—El hechizo por lo general no detiene los sentimientos —dijo L— No revelan demasiado.
Harry frunció el ceño ante eso. Por supuesto que los sentimientos delataban cosas. Aunque tal vez no sobre la identidad de Harry, que era todo lo que concernía al hechizo de Ocultamiento
—Está bien —dijo Harry— Siento… —se detuvo, tocándose los diminutos jirones de piel que parecían vellos alrededor de sus uñas.
—Enfado —dijo L.
—Sí —dijo Harry.
—Acerca de… —L miró hacia abajo— ¿Se trata de nosotros? ¿Yo?
—No —dijo Harry, aunque eso no estaba del todo bien— Un poquito.
Cuando L habló, su voz era fría.
—Correcto —dijo— Bien, no lo alarguemos. Le preguntaré al Jefe si podemos intercambiar compañeros de duelo. Estoy seguro de que podemos ser civilizados el uno con el otro en clase.
—No, L, estoy, estoy avergonzado, eso es todo.
L se rio sombríamente.
—¿Qué pasa? Ni siquiera sabes quién soy todavía.
Harry de repente entendió.
—L. Idiota. No estoy avergonzado de ti. Me da vergüenza ser así. Toda está maldita… depresión que estoy sintiendo. Es… —Harry luchó por pronunciar una palabra. Era más difícil pensar, porque L se había acercado y pegado su nariz a la de Harry, había puesto sus manos en las caderas de Harry— Es vergonzoso —dijo Harry.
—Estás siendo un poco duro contigo mismo, ¿No crees?
Harry negó con la cabeza y luego, porque podía sentir el aliento de L en su oído, se permitió un fragmento de honestidad.
—No quiero que sepas lo arruinado que estoy —dijo.
L se rio.
—Tú, querido —dijo— No tienes idea de cuánto me identifico con eso.
—¿Sí?
—Sinceramente dudo que estés más arruinado que yo —dijo L— No es que sea una competencia.
—Soy un desastre —dijo Harry— No puedo… —“…hacer nada, me dieron un millón de oportunidades y las desperdicié todas, creo que mi vida ya no es muy útil para nadie, solía ser tan útil, ¿Sabes lo que es lograrlo todo? Y dirigirte aun así a un declive sin fin…”.
—Te amo —dijo L.
Algo nuevo se abrió en Harry, como si L se hubiera abierto camino a través de él.
Se besaron y Harry sonrió, pero no lo devolvió.
Habían sido lo que fuera esto durante seis meses cuando L entró en la habitación de Harry llorando. Mientras Harry miraba los feroces ojos enrojecidos de L, tuvo una impresión fugaz de su color, pero desapareció en un instante.
L le tendió una carta.
—¿Puedes? —dijo, y Harry trató de leerla, pero el encantamiento lo mareó y las palabras se volvieron borrosas. Entendió algunos “Lamentamos informarle” y “falleció esta mañana a las 10 am”.
—Alguien murió —dijo Harry— Eso es todo lo que puedo ver.
L asintió, las lágrimas caían rápidas y espesas por su vago y retorcido rostro.
—¿Y si tú…? —L se detuvo, frustrado. Harry trató de sujetarlo. L se alejó. Abrió la boca para decir algo, pero el hechizo claramente lo impidió— Joder —dijo, finalmente— ¡Honestamente, a la mierda esto!
—Podrás decírmelo, pronto —dijo Harry. L se cubrió la cara con las manos, como si las palabras de Harry le hubieran traído una nueva ola de dolor— Tienes miedo de La Revelación —dijo Harry.
—Ja —dijo L— Los Inefables nunca tienen miedo.
—Yo también tengo miedo —dijo Harry.
—¿Por qué?
—Porque… —“…soy Harry Potter. Solo he podido estar contigo porque no sabías quién soy. Porque todo en lo que puedo pensar es en la estúpida y maldita guerra y probablemente eras un preadolescente cuando sucedió”.
L se rio para sí mismo y volvió a leer su carta.
—¿Estás bien? —preguntó Harry.
L negó con la cabeza.
—¿Quién murió? —preguntó Harry. L hizo una pausa antes de responder.
—Alguien importante para mí —dijo, y luego pareció sorprendido de que el hechizo le hubiera permitido decir tanto.
—Lo siento —dijo Harry. L frunció el ceño al suelo.
—Tengo miedo de que nadie me quiera nunca más —dijo.
Harry dio un paso tentativo hacia adelante. Cuando L no retrocedió, Harry envolvió sus brazos alrededor de él y lo abrazó tan fuerte como puedo.
Sabía lo que L quería que dijera, pero Harry no pudo decirlo. ¿Cómo podrían saber si se amaban, cuando no sabían quiénes eran? Harry sospechaba que amaba a L. Amaba la forma en que L se movía en la cama. Amaba la gracia tranquila de L y la forma en que L lo cuidaba como pensó que nadie lo haría antes. Pero ni siquiera sabía a quién acababa de perder L, y L no sabía que Harry había pasado toda su vida luchando contra Voldemort y persiguiendo a los Mortífagos.
—Muchas personas te amarán —dijo Harry. L se puso rígido en sus brazos y soltó una especie de risa ahogada.
—Es como si ya lo supieras —dijo.
—¿Saber qué? ¿Qué serás amado? —preguntó Harry. L sacudió su cabeza contra el pecho de Harry— ¿Saber qué? —preguntó Harry de nuevo.
—Quien s… —pero el hechizo interrumpió a L, y Harry se dio por vencido.
Tuvieron sexo, como todas las noches, lento, duro y maravilloso. Era extremadamente extraño conocer cada sección del cuerpo de una persona en breves momentos del tamaño del tamaño de una mano. En el instante en que Harry dejaba de tocar a L, se olvidaba de todo, desde la textura de su piel hasta el color de su cabello. Solo recordaba los sentimientos que L había evocado; vagas sensaciones de exquisito agotamiento, y una especie de horrible belleza que se retorcía en el pecho de Harry sin que él supiera por qué.
—Entonces no me amas —dijo L, después.
—No nos conocemos —dijo Harry.
—Te conozco —dijo L.
Harry pensó en la guerra, en cómo se sentía como si él estuviera hecho de ella. Cómo no pasaba un día que no pensara en ello.
—Tú no me conoces —le dijo a L.
—No sé qué te paso —dijo L— Pero sé quién eres ahora. Y te amo.
—No puedes conocer a alguien si no entiendes lo que los hizo —dijo Harry.
L estaba en silencio, acariciando con desgana sus dedos arriba y abajo del brazo de Harry.
—Tal vez no me amas porque me conoces —dijo.
Harry presiono sus labios en la parte superior de la cabeza de L. Cuando se recostó, se quedó con la ligera impresión de que la experiencia había sido agradable. Se preguntó cómo se sentiría el cabello de L. Deseaba poder recordar.
El Departamento de Misterios funcionaba así: jóvenes y prometedores magos y brujas eran reclutados directamente de Hogwarts y se les entrenaba de forma anónima. Al mismo tiempo, comenzaban sus otras carreras: un “segundo empleo”. Harry no sabía nada sobre las carreras de los otros reclutas. Por sí mismo, tres días de una semana dada, dormía en Grimmauld Place, veía a sus amigos y trabajaba en la oficina de Aurores. Nadie sabía lo que hacía el resto del tiempo. La idea era que los Inefables ocuparan posiciones en una gran variedad de áreas, observando, informando, investigando.
Trató de preguntarle a L acerca de su “segundo empleo”, una vez. L siempre estaba callado y distraído cuando regresaba de sus días fuera del Departamento.
—¿Te gusta? ¿A dónde vas?
Harry pensó que eso estaba bien, sentimientos. Por lo general estaba bien hablar de los sentimientos. Pero cuando L abrió la boca para responder, el hechizo bloqueó sus palabras y apoyo la cabeza en la almohada.
—Supongo que no puedo decirlo —dijo.
—No me gusta el mío —dijo Harry— Me preguntó por qué puedo decir eso y tú no.
—No lo sé, K —dijo L. Parecía cansado.
—¿Estás bien?
L solo se rio, así que Harry lo atrajo hacia sí y tuvieron sexo, como lo hacían todas las noches. Lento, duro y maravilloso.
A Harry no le gustaba su trabajo en la oficina de Aurores, pero sí le gustaba ver a Ron y Hermione, incluso si a veces se preguntaba si su amistad estaba un poco en crisis.
Ellos estaban un poco en crisis.
La semana antes de La Revelación, Harry tuvo una cena larga y ebria en casa de Ron y Hermione. Hermione bebió agua con gas, sus labios cada vez más apretados y más desaprobadores con cada copa de vino que Ron tomaba. Harry siguió su ritmo, trago por trago.
—Y la cuestión es —dijo Ron, alrededor de las diez de la noche — La cuestión es que, los malditos… ¡Los malditos Malfoy ni siquiera pasaron un tiempo!
—Lucius murió en Azkaban —dijo Hermione. Ron hizo un gesto de impaciencia.
—¿Y eso que mierda? Narcissa Malfoy no recibió ni un tirón de orejas, y Malfoy solo recibió ¿Cuánto? ¿Tres meses?
—Seis —dijo Hermione— Ya hemos hablado de eso. Y Narcissa está muerta.
—¡Seis meses! —Ron se tambaleó por la botella de vino— Fred está muerto, la cara de Bill, Teddy es huérfano, ¡Y el bastardo recibe seis meses!
Hermione miro a Harry. Él suspiró.
—Él no fue, ya sabes, malvado, al final —dijo Harry— Como, en la mansión, ¿Cierto? Pudo haberme entregado.
—¡Seis meses! ¡Fred está muerto! y el maldito Hurón está dando vueltas por Londres, ¡Vivo!
—Malfoy no causó la guerra, Ron —dijo Hermione— Estaba tan atrapado en eso como el resto de nosotros.
Ron hizo un sonido desdeñoso.
—Por favor. Le encantó. Se jactó de su conexión con Voldemort en sexto año, ¿Recuerdas? ¿En el tren? ¿Harry?
—Sí —dijo Harry— Lo hizo.
Hermione lo fulminó con la mirada.
—Estás borracho. Ambos lo están.
—¡Es viernes, Mione! —se quejó Ron.
—Y tengo trabajo mañana —dijo Hermione— Lo sabes.
—Lo sé —dijo Ron, con tristeza. Él acaricio su cabello— Lo siento. Te amo. Te amo.
—Yo también te amo —dijo Hermione, y Harry se dio cuenta de que era tarde y que debería llegar a casa.
De vuelta en Grimmauld Place, extrañaba a L con un dolor en el pecho. Si L estuviera allí, Harry podría haber explicado algo. Podría haber dicho… “Estoy enojado. Estoy frustrado”. Y L habría puesto sus frías manos en el cabello de Harry. “Gracias por decírmelo”, habría dicho, y luego habrían tenido sexo, lento, duro y maravilloso.
Harry odiaba estar lejos del Departamento de Misterios. Odiaba el “segundo empleo”.
De vuelta en el Departamento de Misterios, le dijo a L que lo había extrañado. L sonrió, resplandeciente.
—¿Sí?
—No tienes idea —dijo Harry— No tienes idea de cuánto te necesito.
La sonrisa de L se tensó y Harry supo lo que estaba pensando. “Entonces, ¿Por qué no dices que me amas?” Pero Harry estaba seguro de una sola cosa, y esa era su propia indecisión. Así que no lo correspondió, sin importar cuántas veces L se lo dijera. Aunque sabía, cada vez que L lo decía, que Harry le estaba rompiendo el corazón con su silencio.
La noche anterior a La Revelación, yacían despiertos en brazos del otro.
—Estoy nervioso —dijo Harry.
—¿De qué tienes miedo?
—Me gusta esto —dijo Harry.
—A mí también —dijo L, en voz baja y solemne.
—¿Estás nervioso? —preguntó Harry.
—Sí —dijo L.
—¿De qué tienes miedo?
—Ya te dije —L se dio la vuelta— Qué nadie me vuelva a querer.
Harry acaricio los omoplatos de L con un dedo y se contuvo de decirlo. Por supuesto que quería decir “Te amo”. Quería tranquilizar a L, decirle que tuviera fe. Pero Harry no tenía fe en sí mismo.
—Buenas noches —dijo L, rígidamente, la manera en que hablaba cuando intentaba no molestar a nadie. Harry besó su hombro.
—Buenas noches L —dijo Harry.
—Te amo —dijo L.
Harry no pudo responder. Eventualmente, escuchó la respiración de L y supo que se había quedado dormido.
Llevaban sus túnicas formales de Inefables para La Revelación y se paraban en orden alfabético. L irradiaba incomodidad. Sus hombros estaban tan rectos que parecían quebradizos. Harry extendió la mano y enganchó su dedo meñique con el de L.
L le dirigió una rápida y fugaz sonrisa, y apretaron los dedos.
El Jefe estaba de pie con sus diversos asistentes con nombres en código. Dio su discurso sobre el espionaje moderno, sobre la importancia de la información en la era de la posguerra, sobre la construcción de la paz a través del conocimiento. Harry no estaba realmente escuchando. Se concentró en la sensación del cálido dedo de L contra el suyo, y deseó con todo su corazón que L no lo viera diferente cuando supiera quién era realmente Harry.
Era una esperanza vana. Harry lo sabía.
—Felicitaciones, reclutas —dijo el Jefe— Ahora son… Inefables.
Había una ráfaga de aire cálido, como entrar en un elegante centro comercial en invierno.
Lo primero que notó Harry fue que Hermione estaba junto al Jefe: su nombre en código era Tejón. De repente pudo recordar haberla visto alrededor, reconociéndola por un milisegundo a la vez, y luego perdiendo la memoria.
Le sonreía con incertidumbre a Harry. Sus ojos se dirigieron a su derecha, donde L estaba.
L había soltado el dedo de Harry. Harry se giró hacia él y vio el rostro pálido y afligido de Draco Malfoy.
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...CONTINUARÁ...