
02
Hermione había pasado toda esa semana en la biblioteca tratando de averiguar más sobre apariciones, muggles reyes de naciones, sobre un tema de su clase de runas mágicas y todo lo que tuviera algo que ver con Narnia.
Esta última le había provocado dolor de cabeza, pues no encontraba ni una sola pista de que existiera realmente.
No estaba en ningún libro mágico y había consultado en el mundo muggle, cosa que solo fue una perdida de tiempo pues tampoco había algo que confirmara su existencia ahí.
La castaña estaba desesperada, pues el chico no parecía haber inventado toda una monarquía de la nada, no tenía sentido mantener una mentira así si sabía que era muy probable que nadie le creyera.
Después de todo un día de investigación, Hermione seguía pensando que lo que decía el chico eran idioteces, idioteces que Dumbledore creía, pero al fin y al cabo idioteces.
Le era imposible asimilar que algo no estuviera en un libro.
Y eso la dejaba con la pregunta de que si Narnia era real y nadie había escrito de ello, ¿Qué otras cosas lo eran y nadie sabía de su existencia? o lo que era peor ¿Qué no era real y solo porque había evidencia escrita todos creían?
Dió un fuerte suspiro y procedió a abandonar la biblioteca. Si los libros no le iban a dar respuestas tal vez el chico llamado Edmund lo haría.
- ¿Se encuentra Edmund aquí? - preguntó la castaña al llegar al lado de Madame Pomfrey.
- Me temo que lo di de alta esta mañana, Hermione. No tenía motivos médicos para estar aquí.
Hermione debió poner una cara de decepción demasiado obvia, pues la enfermera después agregó:
- Pero ahora mismo debe estar en la oficina del director, para asignarle una casa y hacer todo el papeleo.
Después de pronunciar un "gracias" la chica salió corriendo a buscar al susodicho.
En el camino se encontraba a si misma preguntándose como le sacaría información al pelinegro. No es que ella hubiera sido muy amable con él. Le había lanzado un hechizo aturdidor y había buscado, por todos los medios posibles, algo que desmintiera la historia de aquel extraño y misterioso reino que el pelinegro llamaba Narnia.
Sin darse cuenta ya había llegado a la vieja gárgola, pero pensó que sería imprudente interrumpir, así que espero recargada en la pared mientras repasaba el tema de clase de mañana.
Finalmente, luego de veinte minutos, un Edmund más sonriente salió y detrás de él, Dumbledore.
- Señorita Granger, me alegra verla por aquí, justo íbamos a ir a buscarla...
A Hermione no le gustaba hacia que dirección iba eso.
Pero Dumbledore prosiguió.
- Ya que usted apareció al joven Pevensie creí que lo correcto sería que usted sea su tutora y acompañante por el castillo.
Edmund solo observaba serio, parecía que cuando Hermione estaba en la misma habitación él se ponía tenso y evitaba respirar muy rápido, como si la cautela lo hiciera invisible, cambiaba de postura, cruzaba sus brazos sobre su pecho para después pasarse una mano por el cabello, y no decía ninguna palabra, ni siquiera emitía algún sonido. Era como si la presencia de la castaña lo aturdiera de sobremanera.
- Es lo justo, director - Fue todo lo que respondió la chica.
Dumbledore regresó a la oficina y los dos chicos quedaron solos.
- Entonces... - comenzó Hermione, no era muy buena haciendo amigos - Me llamo Hermione Granger.
- Edmund Pevensie.
Hermione supo que ganarse la confianza del chico sería difícil. No parecía feliz de estar allí.
No era que ella quisiera su confianza, pero creía que era obvio que para dar un tour por Hogwarts tenían que hablar un poco. Pero también parecía que Edmund era un chico de pocas palabras.
- ¿En qué casa quedaste? Yo soy gryffindor.
- Slytherin.
La castaña puso una mueca al escuchar esas palabras. No quería juzgarlo, no más de lo que ya lo había hecho, pero le era imposible no pensar en Edmund y Draco haciendo una amistad y luego haciéndola su blanco de burlas matutinas.
- Es una buena casa, siempre y cuando sepas distinguir los valores principales y no te guíes por los inventados por la sociedad mágica.
- Bueno, no es como que sepa algo sobre la sociedad mágica y tampoco es que tú tengas muchos valores.
Edmund comenzó a caminar hacía el lado contrario, no sabía a donde ir, pero sabía que estar a lado de aquella chica lo hacía sentirse asfixiado.
- ¡Y dijo que no tenía valores! - contaba Hermione, Harry y Ron solo la veían confundidos. No sabían en que momento su amiga había aparecido a un extraño en hogwarts y había decidido no contárselos.
- Pues simplemente no le hables y ya - había comentado Ron, la castaña lo volteó a ver con una expresión enojada.
Claramente el pelirrojo menor estaba molesto. La
idea de Hermione y otro chico lo molestaba, pero no lo iba a admitir.
- Para ti es muy fácil decirlo, Ronald, pero al final soy su guía y no lo puedo evitar todo el tiempo.
- Creo que deberías pedirle una disculpa - comentó el de lentes. Hermione pensó que era justo disculparse pero sería difícil si el tal Edmund se la pasaba evitándola.
- Supongo, cuando logre hablar con él lo haré - Tomó sus cosas, que consistían en dos libros y una mochila pequeña, y se dispuso a encontrar al pelinegro.
Edmund estaba en su sala común, era al único lugar al que había podido llegar con ayuda de uno de sus compañeros. Encontraba aquella escuela totalmente loca, las escaleras le habían cambiado el camino tres veces, los cuadros le hablaban, ¡había visto dos fantasmas! y, por si fuera poco, había unos dulces de colores que sabían a vomito y la gente los comía por diversión. ¿A donde había ido a parar? Ni siquiera Lucy le creería cuando contara aquello, si es que lograba ver a sus hermanos de nuevo.
Mientras reflexionaba todo eso en su habitación, escuchó demasiado ruido afuera, en la que le habían dicho que era la sala común.
- ¡La sangre sucia está discutiendo con Draco! - gritó un chico pelinegro.
¿Qué era sangre sucia? se preguntó Edmund, y anotó mentalmente ir a la biblioteca a investigar todo sobre este mundo más tarde.
Se dirigió a la salida de la sala de Slytherin, donde observó un grupo de personas que estaban amontonadas viendo algo, más bien a alguien... Se acercó más y pudo escuchar un poco de aquellos gritos.
- ¡Por lo menos yo tengo estatus en este mundo!
- ¡El estatus el último que necesito, Malfoy, nadie quiere ser tan insoportable como tú!
- ¡Cuando trabajes para mí me vas a rogar que te ascienda de puesto, Granger!
- ¡Preferiría pudrirme en azkaban antes de tener que aguantarte!
Edmund reconoció aquella voz de inmediato. La chica que lo había encontrado en aquel armario
Antes de poder pensar algo más, observó como el puño de Hermione Granger impactaba con la cara de el tal Malfoy y este caía al suelo quejándose.
En otra situación le hubiera parecido divertido, pero el chico rubio se había levantado del suelo hecho una furia y le había regresado el golpe a la castaña. Y la castaña se había defendido de manera impresionante.
Edmund se preguntó entonces si en Narnia ella hubiera sido buena con la espada o el arco.
De tanto pensar no se dió cuenta que un maestro había llegado y todos salieron corriendo, dejando a Malfoy, Hermione y a él solos y en problemas.
Le había prometido a Peter ya no meterse en problemas, y lo primero que hacía al llegar a un nuevo mundo era buscar uno.