
prólogo
Hermione se encontraba practicando hechizos complicados, de mayor nivel, en su habitación. Ya que ese año había pedido un cuarto para ella sola, pues si bien la mayoría de los Gryffindor la querían, el porcentaje sobrante seguía viéndola como alguien rara... tal vez rara no era la palabra, pero así se sentía. No era su culpa ser la más inteligente de su generación y mucho menos haber sido hija de muggles.
Claro que no había dicho nada, Ron y Harry eran demasiado despistados para darse cuenta de las miradas que muchos de su propia casa le daban, la mayoría con envidia, eran pocas pero eran suficientes como para hacerla sentir mal respecto a su pureza de sangre, aunque más que nada ella sabía que lo que no les agradaba de ella era que sabía todo, absolutamente todo.
- Vamos... vamos... - Decía la chica de rizos mientras movía sus labios pronunciando el hechizo en voz baja.
Estaba tratando de aprender a aparecerse silenciosamente, pues pensaba que si bien la red flu era imprescindible, a veces no era muy práctica, sobre todo a la hora de un combate o alguna emergencia. No siempre iba a existir una chimenea cerca.
Lo intentaba y lo intentaba, pero no lograba aparecerse en la habitación de sus mejores amigos, el cuál era su propósito para sacarles un susto y divertirse un rato con Ginny por sus caras.
Suspiró y volvió a leer el libro que tenía sobre su cama (el cuál le habían prestado los gemelos) para ver que estaba haciendo mal, pero no encontró la fuente de su fracaso. Quizá la fuente era precisamente que los gemelos se lo habían dado o quizás era el cansancio que le había dejado aquel día.
Después de leer y repasar todo una vez más, decidió cerrar fuertemente el libro y aventarlo al suelo, culpándolo de su pequeño fracasó.
Apagó su lámpara que se encontraba a lado de su buró y se metió a la cama, todavía pensando en que podía hacer para lograr aquello que nadie de su edad había hecho, ni siquiera se lo planteaban al ser tan jóvenes.
- ¡Aquí tienen su tonto libro! - Fue la primera frase que escucharon Fred y George cuando Hermione se sentó frente a ellos en el desayuno. Lo cuál era costumbre, pues ninguno de sus amigos se despertaba temprano.
- Te dijimos que eras muy joven... - Comenzó a decir George.
- ...pero no nos hiciste caso - Fred terminó la oración.
Hermione solo les puso una mala cara y se dispuso a comer su desayuno, que consistía en pan tostado con mermelada y un vaso de leche.
Cuando el enojo se le pasó, les dirigió la palabra.
- Les juro que esta semana lo voy a lograr, y sin su estúpida ayuda - Pronunció la chica.
Los gemelos levantaron las cejas, algo desafiantes.
- ¿Quieres apostar? - Dijeron al unísono.
Hermione lo pensó en silencio algunos segundos, pero sabía que si decía que no la tomarían como una cobarde y una miedosa.
- Si lo logro, dejan de hacer bromas por todo un mes - Sonrió triunfante cuando después de decir eso los pelirrojos frente a ella borraron su sonrisa.
- ¿Y si no? - Preguntó uno de ellos.
- Si no Hermione deberá faltar a algunas clases para ir a hacer bromas con nosotros, George - Antes de que Hermione propusiera su propio castigo, Fred dijo aquello. Pues sabía lo mal que la pasaría si llegase a conseguir una sola falta durante el año escolar.
Hermione trató de no demostrar su miedo, pues no quería que vieran que ni ella misma creía que lo lograría.
Estiró su mano a la de los gemelos y pronunció un "Hecho" y seguido de eso un hechizo para que el que perdiera cumpliera su parte (A menos que quisieran tener el cabello color verde toda una semana).
Después de clases el trío de oro se encontraba en la sala común haciendo sus tareas, ya era de noche y estaban más cansados que nada. Pero todavía les quedaban tres ensayos sobre plantas medicinales y uno sobre alguna criatura de la página doscientos diecinueve de su libro.
- Ya no puedo más, con esto es más que suficiente para sacar un aceptable - Ron fue el primero en rendirse y, tras recoger todas sus cosas y pronunciar un "adiós y suerte" se fue a la habitación que compartía con Harry.
- No aguanta nada - Se burló Hermione, sabiendo que ella le haría lo que le faltaba porque si bien no lo demostraba al cien por ciento, Ron le preocupaba.
- Bueno... no hay que culparlo, yo tampoco aguanto - Dijo Harry mientras se estiraba y comenzaba a guardar sus cosas.
Hermione que claramente ya había terminado sus deberes no estaba preocupada, al menos no por los ensayos. Su preocupación era como haría para aprender a aparecerse.
- ¡Harry! - Gritó cuando este estaba a punto de subir las escaleras con dirección a las habitaciones de los chicos.
El de lentes volteo para que ella continuará.
- Te quería preguntar si de casualidad podrías prestarme tu capa invisible, Ginny y yo queremos hacer una broma a su compañera de cuarto - Hermione le sonrió inocentemente, esperando que Harry se creyera aquel invento repentino.
- Claro, pero mañana porque...
- ¡NO! - Gritó la hija de muggles - Es que la necesitamos hoy..
Y sin más, después de eso Harry subió por su capa y luego bajó a dársela a su amiga, no sin antes mencionar que era importante para él y que la cuidara.
Ya con aquella capa, Hermione se dirigió a la biblioteca, específicamente a la sección prohibida.
Si aquel libro de quinto año no le servía, uno de los que estaban ahí lo haría.
Tomo algunos interesantes y los hojeó mientras buscaba el indicado. Ya que estaba allí no desaprovecharía ver los libros.
Finalmente, luego de treinta minutos buscando, encontró uno que recopilaba todos los hechizos de magia silenciosa. Le quitó el polvo y se fijó en el índice, el cuál claramente tenía una sección de "Apariciones". Leer aquella palabra fue suficiente para la bruja, que después de eso regresó a su habitación triunfante.
- Para aparecer a un animal, una nube, una luna... - Leía en voz alta los diferentes subtítulos de aquella sección - aparecer comida, personas... aparecerse.
Finalmente encontró el hechizo que buscaba. Lo leyó, lo memorizó, en su cabeza se imagino su varita formando el movimiento, lo pronunció con sus labios, sin sonido y luego cerro los ojos... ¡nada! seguía en su habitación.
Hermione maldijo por lo bajo, estaba segura de que lo lograría, de hecho hasta sintió esa sensación que te da la magia cuando la usas... ¡pero nada!
Tomó aquel libro enojada y volvió a la página de apariciones, fue ahí cuando se dió cuenta que leyó el hechizo equivocado.
¿Apareció a una persona? ¿A quién y por qué no veía a nadie?