Un Alfa para Draco

Harry Potter - J. K. Rowling
M/M
G
Un Alfa para Draco
Summary
Scorpius no puede evitar acercarse al hombre de capa roja y preguntarle si quiere ser el Alfa de su papá antes de desaparecer. Cuando Harry se entera que el papá Omega del pequeño no es otro que Draco Malfoy, no duda en ir a reclamarle el atrevimiento de mandar a su hijo a intentar engancharlo. El tema es que se encuentra con algunos inconvenientes.
Note
Honestamente, la idea de este fic nació para ser One Shot, y tenía la esperanza de publicarlo para el cumpleaños de Harry, pero me enfermé y quedó con espacios en blanco que hasta hoy no pude cerrar. Como lo escribí en el celular, y aun sigo enferma, me estoy pasando de a pedazos a la compu para editar, por eso terminé dividiéndolo en base a la cantidad de palabras que vi contabilizadas.Respecto al fic:Todo pasó (menos el epílogo), lo de voldemort, horrocruxes, Draco adquirió la marca tenebrosa, Draco si buscó herir a Harry cuando lo encontró en el baño, Harry si lanzó el sectusempra.No se presentan con su segundo género hasta tener 17.
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Draco se levantó de la silla de su pequeño escritorio en su habitación con un suspiro y se frotó los ojos cansados. Era más de medianoche y llevaba horas escribiendo una nueva carta acerca de cómo su hijo llegó llorando de su estancia en la escuela para magos y brujas menores de edad, que el Ministerio había creado hace unos años, por las mismas razones de siempre.

Draco no quería, pero estaba a punto de sacar a Scorpius de la escuela. La única razón por la que lo mandaba era para que no creciera tan solo y creciera sin prejuicios a la sangre como él, pero no estaba funcionando, porque los que tenían el prejuicio eran los demás. 

 El maldito artículo de El Profeta en el que Scorpius se había visto envuelto sin saberlo sólo empeoró las cosas. Y lo peor es que él no había estado presente para las lágrimas de su hijo cuando llegó todos estos días porque... por alguna razón, los supresores de celo no habían funcionado.

Se acercó a la ventana y contempló el oscuro exterior de Malfoy Manor a la vez que se masajeaba la sien. Había pasado un mal celo. Nunca era algo placentero pasarla solo sin supresores. Tampoco había sido su intención, hacía tiempo que los utilizaba y jamás le habían fallado así. Lo peor, sin embargo, eran las imágenes a las que recurrió para pasarla solo. 

Joder.

La sensación de insatisfacción que lo había perseguido aquellos últimos días aún no se esfumaba. La imaginación sólo le llevó a darse cuenta que no era real, y no sólo eso, sino que nunca sería real. 

Harry Potter, Alfa Auror Jefe estaba totalmente lejos de su liga. 

Draco suspiró, ahora debía sumar a su malestar la frustración de saber que por mucho que se esforzara, la mayoría de los magos y brujas no cambiarían de opinión respecto a él y a su familia, no importara lo que hiciera o dijera. 

Plop.

Amo, Dracolloró Prim. Ha… —la Elfina se refregó las manos, nerviosa—.  ¿Ha pensando en lo que le dije?

No.

. Pero se negaba a darle vueltas a las palabras que su Elfa le dijo cuando su celo terminó. Prim era una Elfina que sabía cosas que los magos no o que solo consideraban leyenda. A raíz de su celo sin control, Prim le contó una de esas leyendas. Era una de Parejas Destinadas. Para Draco, era solo una leyenda infantil. Su madre se la había contado una vez cuando era pequeño, y ahora que lo pensaba, tal vez se la hubiera contado a Scorpius. Draco suspiró una vez más y se sentó, observando a la Elfina retorciéndose las manos.

¿Qué sucede, Prim?

El señor Potter está en la sala, esperando.

¿Qué?

Prim jamás permitía la entrada a alguien sin su consentimiento, y mientras sus padres estuvieran en sus vacaciones de invierno, sus Elfos Bilm y Pitts no salían de las cocinas. 

¿Por qué rayos su Elfina había hecho tal cosa?

¿Qué rayos estaba haciendo Potter en su casa otra vez?

***  

Scorpius se despertó cuando escuchó la voz de su padre fuera de la puerta de su habitación. Se refregó los ojos y echó una ojeada a la ventana en lo alto de su cama. Veía la luna, por lo que era de noche. Se sentó, aun refregándose los ojos. Esos días había llorado mucho. Los niños habían sido muy malos con él, y pese a que estaba seguro que entendía la mitad de las cosas que le decían, la forma en la que lo miraban era lo que más le hacía doler el pecho. 

Se bajó de la cama. Su papá, por lo que escuchó, había salido corriendo mientras hablaba con Prim. Se preguntó si seguía enfermo. 

Scorpius se llevó la uña del dedo índice a la boca. Tenía muchas ganas de usar los polvos Flú y buscar al Alfa que estaba seguro era para su papá, a Harry Potter, el Salvador. 

—Pero se enojará más —murmuró, sacando el dedo de su boca.  Sus abuelos seguían de vacaciones y no sabía a quién recurrir. Prim, que era quien lo ayudaba muchas veces, estaba muy ocupada cuidando a su papá—. Tengo que pensar un plan —se dijo. Caminó hasta la puerta de su habitación, descalzo. Cuando la abrió, pensó a dónde ir. Si su papá había bajado, podría estar en la sala. No quería que se enfermara más. Lo había escuchado llorar y no quería eso, por lo que caminó en dirección opuesta y abrió el retrato de un hombre que a Scorpius no le gustaba, era un atajo a la mazmorra de juegos que su abuelo habilitó para él.

Podía pensar en un plan allí, mientras jugaba en los juegos. A Scorpius le gustaba uno que su papá había instalado para él, era un jugeo muggle, consistía en uno de metal, su papá lo llamaba Pasamanos, allí podía colgarse y balancearse. 

Scorpius estaba decidido a ver cómo convencer al Alfa Salvador de reclamar a su papá.  Era una pena que su abuela no estuviera aquí porque estaba seguro que le diría cómo lograrlo. Su abuela sabía mucho de esas cosas. 

***

Controlar sus emociones era algo que le solía salir maravillosamente, por ello, Draco se sorprendió al tener dificultades para ocultar cualquier olor que pusiera en alarma al invitado. Especialmente, uno que le dijera de sus nervios o su reciente celo descontrolado.Respiró hondo muchas veces antes de bajar el último tramo de escaleras y acceder a la sala. 

¿Qué haces aquí, Potter? Pudo notar que Harry lo observó atentamente y que algo ensombrecía sus preciosos ojos verdes. Aquella vista lo perturbó, por lo que relajó el tono. Es decir, ¿qué sucede?

—Te debo una disculpa, Draco.

Draco casi deja salir su aroma con todas las sensaciones, la de curiosidad, y algo más. 

—¿Por qué? —preguntó él, extrañado.

Porque... creo que… creo que eres mi Omega.

Draco apretó sus manos, pensando en Prim. 

¿Prim ha hablado contigo? —preguntó con cautela. 

¿Tu Elfina? No. No —Harry, no, Potter, amenazó con acortar la distancia, pero Draco se alejó—. Mira, hay muchas señales que pueden indicar que Scorpius tiene razón. Me pones nervioso —Potter subió la manga de su remera, en un gesto de claro nerviosismo. Ese movimiento a Draco no le gustó, pero a su Omega sí. Su nariz empezó a picar—. Y haces que me sienta... suspicaz y cauteloso... y... ¡Joder! Eres hermoso —Draco se sorprendió al oler mejor el aroma de Potter, estaba lanzando esas cosas Alfas, ese olor candente—. Hueles rico y... hay algo en ti... No sé cómo explicarlo, pero cada vez que estás cerca siento que pierdo el sentido común y la capacidad de razonar. ¿Tienes idea de como me pica la nariz y cómo me hormiguea la piel? —se adelantó, y esta vez Draco no pudo alejarse. 

Si, respondió su parte Omega. 

—No. —Dijo Draco.  

 

Harry había tenido tiempo de pensar en la leyenda de Hermione. Al principio, le pareció estupido e imposible, pero cuando se quedó solo, era como que todo empezaba a cobrar sentido. Además, su Alfa gruñía cuando pensaba en Malfoy. Y por eso estaba aquí, diciéndole: Creo que eres mi Omega. 

¡Mierda!

Es que ya ni lo creía, lo admitía, estaba seguro. Respiró hondo y sin poder contenerse terminó de cerrar la distancia entre Draco y él. Sin pensar, deslizó las manos en torno a la cintura de Draco y lo atrajo hacía sí para llenarse de su aroma y rozar sus labios con los suyos. No pudo evitarlo, una fuerza invisible le llevó a realizar aquella acción. 

 El cuerpo de Draco reaccionó al instante y lo estrechó con más fuerza a la vez que el Omega le permitió profundizar el beso, entonces,  Draco gimió suavemente y lo rodeó con los brazos por el cuello.

 

Draco sintió que el suelo desaparecía bajo sus pies. Al menos aquello fue lo que sintió mientras la calidez del cuerpo de Harry parecía invadir el suyo, satisfaciendo un anhelo esencial y primario del que no se había hecho consciente hasta aquel momento. Un sentimiento con el que creyó podía vivir sin necesitarlo.  Gimió de nuevo con suavidad y se frotó contra Potter hasta que sintió la dureza de su sexo presionado contra el suyo propio.

Oh. No.

Algo hizo que su deseo se disparara. Tal vez fuera darse cuenta que encajaba perfectamente en los brazos Potter, como si estuviera hecho para ellos. Con los ojos cerrados, sintió que se estaba perdiendo en el aroma que el Alfa empezó a propagar. Cuando Potter le hizo entreabrir los labios con la lengua y penetró con la suya su boca, suspiró. Mientras sentía que el corazón se desbocaba en su pecho, temió que las piernas dejaran de sostenerlo. Nunca había sentido nada tan intenso, tan poderoso. Nunca le había afectado de aquella manera un simple beso.

Tembloroso, saboreó el momento y al Alfa, consciente de que estaba jugando con fuego y corría el riesgo de quemarse. Sabía que debía detenerlo, pero no lograba apartar sus labios, no lograba romper el lazo invisible que parecía atraerlo hacia él. Había algo en Potter que la afectaba como ningún hombre lo había afectado nunca, y se sentía indefenso. Era como si Potter fuera todo lo que siempre había querido y necesitado... todo lo que sabía que nunca podría tener.

—Potter —reacio, buscó apartarse a pesar de que su cuerpo estaba vibrando de necesidad—. Lo siento, no…

Potter apoyó un dedo sobre sus labios para callarlo.

—No digas que lo sientes, por favor. Creo que es nuestro celo…

Imposible… Por un instante, Draco sintió la tentación de apoyarse contra él, pero en lugar de ello se contuvo y se irguió. Basta. Yo tuve... Joder... se apartó. Pare- estaba por decir lo que Prim le contó cuando la misma Prim apareció en la sala.

—¡Amo! gritó aterrorizada, haciéndolo sentir aterrado—. ¡El amo Scorpius, amo! 

Draco se puso intensamente pálido.

—¡Oh, cielo! ¿Prim? ¿Qué sucede con Scorpius?

—¡Se ha caído! Draco sintió un escalofrío—. ¡Ha sufrido un accidente! ¡Se ha caído de lo alto de las barras de la mazmorra de juegos! Pensé que dormía,  pero quise mirar, y cuando me di cuenta, revisé la sala de juegos, y lo vi, ¡En el suelo, amo! 

 

***

Draco agitó la cabeza para tratar de alejar el miedo que le aplastaba el pecho. Estaba seguro que ya ni controlaba el aroma que desprendía. Toda la casa debía sentir el miedo, el terror emanar de él. 

—¿Dónde está esa mazmorra de juegos? —Era Potter, voz firme, típico de Auror en total control de la situación. La Elfina cerró los ojos y respiró profundamente para calmarse—. Sígame.

Oh. Draco se adelantó a Potter, corriendo cerca de Prim. Casi, casi le da  una prenda en el trayecto, pero él no le había pedido estar al pendiente, y bueno, él tampoco se había dado cuenta que Scorpius se había escapado de la cama. Cuando entraron a la mazmorra, vio a Scorpius tirado en el suelo y su corazón se apretó con fuerza. Al llegar a su lado, notó que su brazo derecho estaba en un ángulo poco común y un hilo de sangre caía de la cabeza de su hijo. 

—Hay que... Tengo que llevarlo a San Mungo —dijo asustado. 

Potter asintió. 

—Tengo acceso a la sala V.I.P con mi nombre, vamos —Entonces, Potter tomó a Scorpius y le dedicó una mirada. Fue en ese momento que su nariz captó el aroma que el Alfa estaba dejando emanar de su cuerpo—. Tranquilo, Draco. Scorpius va a estar bien algo muy fuerte, que jamás había sentido, se apoderó de él: Seguridad. Ni siquiera el padre de Scorpius logró darle nunca esa sensación. Draco asintió con los ojos llenos de lágrimas.

—Sí, claro. Estará bien. 

Para cuando alcanzaron una chimenea, sus manos habían dejado de temblar, todo producto del aroma que Harry estaba dejando salir en su dirección. Se aferró a su túnica cuando Harry tiró los polvos Flú y mencionó la dirección de la dichosa sala V.I.P.

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