Un Alfa para Draco

Harry Potter - J. K. Rowling
M/M
G
Un Alfa para Draco
Summary
Scorpius no puede evitar acercarse al hombre de capa roja y preguntarle si quiere ser el Alfa de su papá antes de desaparecer. Cuando Harry se entera que el papá Omega del pequeño no es otro que Draco Malfoy, no duda en ir a reclamarle el atrevimiento de mandar a su hijo a intentar engancharlo. El tema es que se encuentra con algunos inconvenientes.
Note
Honestamente, la idea de este fic nació para ser One Shot, y tenía la esperanza de publicarlo para el cumpleaños de Harry, pero me enfermé y quedó con espacios en blanco que hasta hoy no pude cerrar. Como lo escribí en el celular, y aun sigo enferma, me estoy pasando de a pedazos a la compu para editar, por eso terminé dividiéndolo en base a la cantidad de palabras que vi contabilizadas.Respecto al fic:Todo pasó (menos el epílogo), lo de voldemort, horrocruxes, Draco adquirió la marca tenebrosa, Draco si buscó herir a Harry cuando lo encontró en el baño, Harry si lanzó el sectusempra.No se presentan con su segundo género hasta tener 17.
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Lamentablemente, tuvo que ser así. Harry no tenía una excusa para quedarse, y la picazón en la nariz estaba volviéndolo loco, por lo que dejó que Malfoy le diera acceso a su Red Flú, porque “afuera está por caer una tormenta y no pienso abrir las puertas, Potter.” El problema fue cuando Malfoy pasó a su lado y su aroma lo golpeó con fuerza. 

Carajo

No quería irse. 

La mirada de Scorpius era tan triste, que casi se le partió el corazón. 

—Toma algunos —dijo Malfoy, tendiendole una bolsita con polvos Flú. 

Harry tragó, tomó algunos, y volvió a ver a Scorpius. 

—Ven —le pidió. Scorpius corrió a su encuentro. Harry se arrodilló y le revolvió el pelo—. No te pongas triste.  Tal vez no soy el Alfa de tu papá. 

—Yo sé que sí —susurró el pequeño, tan bajito, que estaba seguro Malfoy no lo escuchó. Harry le dedicó una sonrisa más amplia. 

—Pero te aseguro que no vine a arrestar a tu papá ni esta será la última vez que me veas —¿de dónde había salido eso? Sí, él quería volver a ver a Draco. Su nariz picó con fervor. Era momento de irse. Tiró los polvos a la chimenea y:

—Número 12 de Grimmauld Place. 

Cuando llegó, extrañó la falta del aroma del Omega. 

***

Desde la noche en casa de Malfoy hace dos días, Harry no había dejado de dar vueltas al asunto de que Draco era un Omega. Por el olor, sabía que no estaba marcado, pero tenía un hijo, Scorpius, un pequeño muy simpático que estaba harto de los tratos a su papá y a él.

¡Argh!

Draco no era un desconocido. De hecho, era alguien muy conocido por él, por ejemplo, recordaba a Draco Malfoy en Hogwarts como un grano en el culo de lo engreído que era. En la guerra, incluso había elegido el bando equivocado, pero a su vez, había mentido por él. Harry recordó el día en que junto a Hermione y Ron fueron atrapados por carroñeros mientras buscaban los Horrocruxes para destruir a Voldemort. Ese día terminaron en Malfoy Manor. Bellatrix Lestrange vio el color de sus ojos y la deforme cicatriz que, pese al hechizo de Hermione para ocultar su rostro, podía verse. Había enloquecido de euforia, pero no podía llamar a su señor por una sospecha, así que le pidió a Draco que lo identificara. 

Harry recordó entonces que sí, había identificado el olor de Malfoy como un Omega. El chico se había presentado en su ausencia. La nariz le picó y le costó mantenerse al margen cuando Bellatrix acercó su rostro al de Malfoy. Lucius dando vueltas alrededor de su hijo no ayudaba.

—Bien, Draco, ¿es él? ¿Es Harry Potter? —lo presionó Lucius.

 Era el fin, es todo lo que pudo pensar. Malfoy confirmaría que era Harry y entonces llamarían a Voldemort. Pero aquellos orbes grises lo miraron directamente a los ojos apenas unos segundos antes de mirar a otro lado. Harry pudo oler el nerviosismo emanar de él. Tuvo un fuerte impulso de dejar salir su olor para tranquilizarlo. Como Alfa, estaba destinado a tranquilizar a cualquier Omega, sin embargo, Draco reprimió entonces gran parte de sus emociones, aunque no volvió a mirarlo, y respondió:

—No puedo, no puedo estar seguro. 

—Pero míralo cuidadosamente, ¡míralo! ¡Acércate, Draco! —Harry recuerda la mano de Lucius cerrarse en el cuello del Omega y empujarlo cerca de su rostro. Los orbes grises brillaron unos segundos antes de apartar la mirada. Lo esquivaba—. ¡Si somos nosotros quienes le entregamos a Harry Potter al Señor Tenebroso, todo será perdonado!

Draco no lo delató. Ni a él, ni a Ron, ni a Hermione. 

Harry, que estaba en la sala de Grimmauld Place recordando aquellos hechos, enderezó su espalda. 

¿Por qué no los delató?

Ciertamente, después de la batalla final en Hogwarts esta era la primera vez que veía a Malfoy. Nunca había sido tan consciente de que era un Omega pese a que años antes lo había advertido. 

Sacudió la cabeza en frustración. Debería irse a dormir, no podía fantasear sobre un hombre que probablemente aguardaba una excusa para lanzarle una maldición aun siendo Omega. ¡Oh! Porque eso es lo que hacía hace dos días, fantasear con el Omega rubio de ojos grises y olor celestial. 

Bajó la mirada.

Tenia un problema. 

***

Ahora sí estaban en la primera semana de Diciembre, las decoraciones estaban listas, al igual que las nuevas protecciones contra intrusos, pero ahora Draco tenía un problema. 

¿Amo? Prim se acercó. ¿Se encuentra bien?

¿Dónde está Scorpius? —preguntó, buscando el sofá para sentarse. 

Durmiendo, amo.

Excelente

Prim... —le costó respirar mientras se desplomaba en el sofá—. ¿Puedes alcanzarme mis supresores? ¡Mierda! —se retorció. 

Su celo.

Draco no lo entendía, había tenido el último hace dos semanas. No debería tener el siguiente ahora. Era imposible. Sí, admitía haberse sentido desolado cuando Potter se fue hace dos días, llevando su olor Alfa con él, pero… esa no podía ser la causa, ¿o sí? 

Señor...  —Prim movió sus orejas, nerviosa—. Sí, ahora mismo los traigo. 

Plop.

Draco logró sentarse derecho. Podría sentir la fiebre aumentar. ¿Qué estaba pasando? Ni siquiera en su adolescencia su celo se le adelantó de esta manera. Escuchó unos pasos. Bien, Prim, se dijo, sin embargo:

—¿Papi? 

Draco saltó.

¡Scorpius! —se tragó un maldito gemido—. Prim dijo que estabas dormido. —intentó respirar con normalidad mientras el pequeño se acercaba arrastrando sus pies. 

Me desperté se refregó el ojo, dormido. Su hijo era muy pequeño, no notaría lo que sucedía con él. Respirando hondo, esperó que Scorpius arrastrara sus pies y se sentara a su lado.

—¿Tuviste una pesadilla? —preguntó mientras le sacudía el cabello. Mierda. Ni siquiera estaba en condiciones de soltar algo de olor que tranquilizara a su pequeño.

—No. Oye, papi, ¿el héroe Potter será tu Alfa? ¿Cuándo vendrá a reclamarte? La abuela dijo que los Alfas reclaman, mordiendo el cuello. Que no duele. 

No. Lo que menos necesitaba era que le trajeran a la mente el porte de Potter, un Alfa. Su nariz picó en ese momento recordado el aroma que había inundado su sala. Carajo

No —dijo con esfuerzo. Su Omega gimió lo contrario. Debió retorcerse un poco, asustando a su hijo. Respiró hondo. Él y yo nos odiamos, Scorpius.

¿Por qué tienes un hijo sin Alfa? —preguntó entonces su pequeño, con unas lágrimas brillando en las esquinas de sus ojos. 

Una risita se escapó de los labios de Draco.

No —le limpió aquellas lágrimas—, es porque... respiró hondo, apenas ignorando la fiebre. Él y yo fuimos a la escuela juntos, y simplemente, siempre nos odiamos.

Ok. Debió tragarse un gemido. Estaba por llamar a Prim cuando apareció.

Amo —chilló. 

Dame eso y llévate a Scorpius, Prim —miró al pequeño que estaba protestando—. Amor, por favor, papi no se siente bien ahora ¿sí?

Scorpius lo miró horrorizado. 

—¿Estás enfermo, papi? Puedo llamar al Salvador. Escuché su dirección, papi. 

—No, cariño. No. Solo… papi necesita un momento a solas ¿sí?

Tuvo que volver a asegurarle que estaría bien, siempre y cuando él colaborará portándose bien. Por suerte, el pequeño frunció el ceño y asintió lentamente.

—Sí, papi.

Mañana estaré bien, te lo prometo.

No lo estuvo.

*** 

El problema de Harry tres días atrás había sido que su celo se adelantó. Hoy, se sentía mejor que en mucho tiempo, al menos emocionalmente. De hecho, como nunca, estaba limpiando su casa cuando alguien irrumpió en su sala a través de la Red Flú. 

Hermione —saludó, sonriendo. La mujer vestía ropas muggles así que estaba claro era uno de sus días libres. Se quedó anonadada al verlo con la varita apuntando a varias cortinas sucias y la sonrisa en su rostro. 

Vaya —logró decir por fin su amiga—, pensé que estarías comiendo helado y tirando en el sofá.

Sí, Harry también.

Si —le dijo honestamente—, yo también. Pero no sé se encogió de hombros. Tal vez la imagen de Draco Malfoy estos tres días lo tuvieran muy contento, pero eso no lo diría. ¿Qué haces aquí?  Hermione alzó una bolsa de McDonalds. Los gruñidos de su estómago no esperaron y su amiga se rió—. Espera que mande a Kreacher con Andrómeda, si no se enojará. 

El Elfo, al estar viejo suponía Harry, se ponía muy cascarrabias cuando no prescindía de su comida.  Cuando se sentaron en la mesa, su amiga habló primero.

Estoy contigo, Harry Harry no dijo nada. No importa si era un Malfoy o no, nadie debía disciplinarlo. Y esas son cosas que un Ministro no debe decir.

Harry recordó a Scorpius. Nunca estuvo tan feliz de salvar a alguien. Incluso Draco…

Me agradeció interrumpió a su amiga en un discurso de leyes y artículos, castigos ejemplares y disculpas públicas.

¿Qué?

—Draco, quiero decir. Me agradeció haber salvado a su hijo.

Su amiga entrecerró los ojos.

¿Hablaste con... Draco? ¿Cuándo?

Hace cinco días —su amiga siguió mirándolo—. ¡Oh! Es que fui a verlo. Es que… 

Y le contó cómo pensó que Draco había mandando a Scorpius, como descubrió que era Malfoy, cómo sospechó que era una broma, cómo terminó en Malfoy Manor y cómo comprobó que no, Draco no había mandado a Scorpius a preguntarle nada. De hecho, Scorpius ni siquiera sabía que era Harry Potter, el Salvador.

No está marcado —terminó su relato, por alguna razón, considerado esa pieza de información vital. Su amiga le frunció el ceño.

No. Claro que no. El papá de Scorpius falleció poco después de anunciar oficialmente su relación con Draco, no llegó a marcarlo, creo yo,  y su familia lo negó. Por eso... ¿Lo has vuelto a ver?

No. Estuve por ir a verlo de nuevo —de alguna manera estaba seguro que encontraría una excusa, visitar a Scorpius, por ejemplo—, pero entré en celo y…

¿Tu celo no fue hace dos semanas, Harry ?

Argh. ¿Por qué su amiga llevaba una cuenta de su celo? 

Si, no sé bien qué pasó se encogió de hombros. Espera... ¿Cómo sabes la historia de Malfoy? ¿Entonces estaba con un Alfa? ¿O era un Beta? ¿Cuándo falleció? ¿Qué sabes, Hermione?

Todos saben la historia de Malfoy, Harry. La verdadera y la inventada, claro. Lo que pasa es que no lees. Y no me refiero solo al El Profeta. Harry, ¿sabías...? su amiga dudó. Harry odiaba que hiciera eso. 

¿Saber qué?

Nada. Olvidálo. ¿Qué piensas de... Draco, entonces?

El cambio del tema no le pareció insignificante, pero... 

Que es hermoso ¿de dónde había salido eso?. Quiero decir... yo... creo que ha cambiado y no es el mismo Malfoy de Hogwarts.

Harry, ¿te das cuenta que desde que se presentó cómo un Omega, solo lo viste en situaciones de vida o muerte?

Sí, Harry había estado pensando en eso. 

Sí, la primera vez fue el día que mintió por mi cuando deformaste mi rostro.  La segunda vez,  en la guerra, en la sala de menesteres, cuando…

Cuando por alguna razón, que nunca supiste explicar, y a Ron le costó entender, volviste por él pese al fuego maldito.

Sí, justo así había sido, pensó Harry. 

¿A qué viene eso?

A que es la primera vez que tienes un encuentro civilizado con Malfoy desde que se presentó como Omega.  Y que cuando eso pasa... tu celo se adelanta. Harry, ¿sabes lo que dicen de los celos que se adelantan?

No.

¡Harry!

—¿Lo dirás o me harás buscarlo en un libro?

Hermione respiró hondo, bebió un poco de gaseosa y lo miró. 

—¿Conoces la leyenda muggle del Hilo Rojo?

—No, pero… ¿Qué tiene que ver una historia muggle?

—Tú sólo escucha, Harry. Existe la leyenda del Hilo Rojo del Destino, que cuenta que un hilo rojo invisible, atado a las meñique,  une a las personas destinadas a conocerse. Este hilo rojo jamás se rompe, puede tensarse, o enredarse, pero siempre acompaña a aquéllos a los que une desde el nacimiento. No importan las circunstancias o  el momento en el que estén destinadas a conocerse, tienen un lazo afectivo, un vínculo y no puede negarse. Con nuestro segundo género pasa lo mismo. Bueno, eso dice la historia, hay parejas destinadas a conocerse por algún motivo, con un vínculo irrompible. Deberías saber que muy pocos han encontrado a dicha pareja, se desconoce la razón, tal vez porque muy pocos la tengan, pero hay algunos registros históricos, Harry. Y uno de los antecedentes es que cuando la conoces, el celo se te adelanta, porque tu segundo género desea volver a estar cerca de su destino.

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