Go back in time: Fourth Year

Harry Potter - J. K. Rowling
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Go back in time: Fourth Year
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Chapter 2

"Inicio del año escolar"

 

A Draco le estaba costando horrores mantener una fachada tranquila en el andén, mientras el tren de Hogwarts iba frenando. Su padre lo tenía sostenido por el hombro, una mano fría y pesada, para que no tratara nada.

Narcisa no había ido, nuevamente ausente en la vida de Draco. El rubio ya no sabía si sentirse herido o aliviado.

Los señores Nott, Goyle, Crabbe y Avery estaban con ellos, hablando entre risas del Ministerio . ¿Quién mierda se reía del Ministerio, entre tantas cosas?

Si creían ser sutiles, no lo estaban logrando. Draco los iba a tirar abajo del tren.

A lo lejos escuchó la voz de Harry y Sirius, entre otros gritos. Los Weasley, por supuesto, estaban allí también. Miró, al mismo tiempo que sus acompañantes, quienes no tardaron en señalar.

—La falta de clase que hay que tolerar. —siseó, con un tono falsamente carismático, la señora Goyle—. Contengan la respiración, niños. Huele a humeda pobreza.

Draco sintió un tic en la ceja. Qué mierda dice.

Greg miró a su mamá, y después a Draco, buscando una orden del príncipe. El rubio no se movió, no podía hacer nada.

—Que vulgaridad, vestir a tus hijos con trapos es... uf. —acompañaba a Avery, mirando de arriba a abajo a la familia—. ¿Por qué tener tantos si los vas a matar de hambre?

Sus ojos se detuvieron en Fred.

Draco sintió su corazón en sus oídos, estaba hablando de sus amigos.

Harry se separó de la manada de pelirrojos, y Draco sintió que su pecho se comprimía, que no se les ocurrier-

—Oh, jo. Pero si es el niño del milagro. —se burló el señor Crabbe—. Bastante prepotente, ¿sabía usted, Avery? Se cree mucho el mocoso.

Lucius decidió hablar.

—¿Pueden creerlo? Se llamó a sí mismo un Lord.

Draco lo miró, sus tormentosos ojos se clavaron en las pupilas de su padre. Se veía más que infeliz, Lucius se congeló en un respiro.

Su hijo nunca lo había mirado de esa forma, ni siquiera en medio de sus sesiones nocturnas de... disciplina. Su mirada era usualmente muerta, no había sentimientos, ni siquiera rencor.

Pero ahora, parece que Draco había decidido que era una amenaza, una que iba a eliminar.

Lucius se le quedó viendo, las palabras atrapadas en su garganta.

—Es un Lord, no sé de qué hablan. —interrumpió Daphne, acomodando sus rubios cabellos, el esmalte verde brillaba por la dorada luz del sol—. Todos sabemos las reglas, derechos y obligaciones de la corte.

—Él es el único remanente de los Potter, ¿no es así? Entonces, ¿qué le impide ejercer el título que le pertenece? —increpó Draco, sacándose la mano de su padre de encima, caminando hacia las chicas—. Que vulgar no conocer tu lugar y darte el lujo de opinar desde la ignorancia.

Pansy se rió, colgándose de su brazo.

—Mocoso insolente. —gruñó Avery, invadiendo el espacio personal de Draco. Pansy se estremeció, pero el rubio no retrocedió un paso, manteniendole la mirada. Desafiandolo—. ¿Quién te crees que eres?

Draco le escupiría en la cara, si no estuviesen en público. Aunque esto ya era bochornoso, un adulto tratando de intimidar a un adolescente de catorce.

Cosas ridículas si las hay.

—¿Hay algún problema con mi sobrino, Avery?

Draco se tensó.

La voz aterciopelada de Sirius era algo que realmente no esperaba. Se hubiera imaginado muchos escenarios, pero nunca era Sirius Black el que lo defendería.

Miró por sobre su hombro, localizando al hombre. Muy atrás había quedado la figura escuálida, con ropa desfavorecedora y roñosa de reo. Era un aristócrata más, alto e imponente.

Draco había escuchado a varias mujeres, tanto en el colegio como fuera, decir que era atractivo. Incluso había adquirido anécdotas de los años del hombre en Hogwarts.

No va a decir que comprende el sentimiento porque eso es sumamente asqueroso, es su tío, por Merlín, pero cree entender de dónde viene toda la conmoción.

—¿Sobri-?

—¿Eres sordo, acaso? Sí, sobrino. —repitió, con lentitud, como si realmente creyera que Avery sufría de alguna discapacidad, auditiva o cognitiva.

Draco escuchó a Pansy ahogar una risa contra la tela de su túnica, y él mismo tuvo que apretar los labios para no sonreír.

—Porque si hay algún problema, creo que podríamos encontrar una solución. Muy rápidamente.

Sirius dio un paso más cerca.

Draco vio a su padre retroceder, mirando fijamente a Sirius.

Huh.

Escuchar de la boca de Sirius sobre lo asombrosas que eran sus habilidades en duelos mágicos, era una cosa, pero realmente ver lo que causaba la sola posibilidad de tener que enfrentarlo era una gran diferencia. Enorme diferencia, de hecho.

Avery retrocedió más rápido de lo que Draco pudo ver.

—¿No? Bueno, una lástima. En otra ocasión será.

Sirius se giró hacia él, y lo detalló de pies a cabeza.

—Te pareces a tu madre, vaya horror, sobrino.

El menor de los rubios se sobresaltó, mirando a Sirius con disgusto.

—¿Qué no te habían eliminado del árbol familiar a ti?—se mofó, en tono despectivo— ¿Por qué me hablas con tanta confianza? Muy apenas sé de tu existencia, freak.

Daphne toció, y tanto Greg como Vincent dejaron caer sus baúles. Theo chilló, algo sobre sus preciados libros y frascos. Blaise estaba más adentro del tren que con ellos.

—Vaya carácter. Un mini Lucius, eh... —se quejó, juguetonamente, Sirius—, qué desperdicio.

Draco rodó los ojos, despidiendolo con un ademán en el aire.

—Me voy. Esto es ridículo.

Y sin más, jaló a Pansy al andén, conteniendo una sonrisa.

Blaise golpeó sus hombros, sonriéndole.

—Linda obrita, ¿para cuándo en el teatro?

—Espero que para nunca, actúan horrible. —se quejó Daphne, entrando al vagón, con los otros tres chicos atrás—. Pero nuestros padres son imbéciles, nadie se dio cuenta.

Pansy se apoyó en el hombro de Draco, sosteniendo suavemente su muñeca. Daphne apretó los labios al verla, dándole una mirada a su hermana, quien también veía con ojos estrellados al rubio.

Maldita sea.

—¿Estás dejando que tu cabello crezca, Pans?— preguntó el rubio, sosteniendo un mechón entre sus dedos, ahora le llegaba a los hombros.

Sip, ¿te gusta? —parpadeo hacia él, sonriente.

Theo la miró con ojos entrecerrados.

Blaise hizo una mueca, casi riéndose. Crabbe estaba mirando por encima de sus cabezas, en busca de Harry, Goyle se asomaba a cada vagón para lo mismo.

—Mm, te ves bonita. —dijo, desinteresado, también buscando a Harry, aunque con menos efectividad de lo habitual. Su movilización estaba limitada por la chica.

Daphne negó con la cabeza, mirando a su amiga. Astoria miraba a Malfoy con tristeza.

¿Por qué ella? ¿Por qué tenía que ser la amiga de una y la hermana de otra?

Joder.

Oh, ¡Harry! —llamó Draco, zafándose del abrazo de la morena, asomado a una cabina. Ron, Hermione y Harry le sonrieron—. Lo encontré, saluden.

Mientras pedía eso, se dejaba caer al lado de su amigo, quien sacudió su mano hacia sus amigos. Pansy lo saludó de mala gana.

Theo se asomó un poco, junto a Blaise, e hicieron la mímica de lo que fue Pansy y Draco segundos antes. Draco estaba recibiendo un abrazo de Ron, y Harry trataba de unir los puntos de lo que intentaban decirle sus amigos lo más rápido posible, pero eran horribles haciendo mímicas.

—¿Estás más tostado, o soy yo? —preguntó Vincent, señalando a Harry.

El elegido asintió, sonriente.

Draco lo miró, detallandolo por primera vez.

—Tus ojos resaltan más. —aseguró, mirando a Hermione, quien sonrió—. Verdes como... sapos en escabeche.

Nooo. —gimió Ron, cubriéndose la cara con las manos, angustiado.

Neville y Hermione se empezaron a reír, chocando los cinco con el rubio. Harry rodó los ojos.

Zabini le tiró un papel a Harry. El azabache lo miró, y después leyó. Y volvió a leer.

Miró a Pansy, quien parpadeó con confusión. Después Harry miró a Draco.

—Pobrecita. —fue la única respuesta que dio, causando que Daphne se ahogara de la risa.

Blaise se tapó la boca y Theo se escondió detrás de las puertas.

Pansy no entendía.

Draco lo miró, preguntándose de qué hablaban.

— ¡Nosotros nos vamos! —declaró Blaise, arrastrando a Astoria con él. Theo se llevó a Pansy y Daphne a Greg y Vincent.

La mano de Harry se escurrió, sin pudor, a la cintura del rubio, con una sonrisa inocente, acercándolo más a su costado.

La energía divertida se apagó rápidamente, cuando Hermione sacó el diario, con las noticias del verano. El titular era, nada más y nada menos que lo más populista posible.

—Voldemort, eh. —espeto, seco, el rubio, hojeando las páginas. Deliberadamente ignoró a los leones, quienes seguían insistiendo en no llamarlo así—. Suena estupido, hasta para mí, que que está vivo.

Hermione asintió, señalándolo.

—¡Le echaron la culpa a una elfina! ¡y la trataron como... como una cosa!

El rubio la miró, poco impresionado. Sabía que la chica era sensible ante esos desplantes, pero realmente no estaba para lidiar con ese dolor de cabeza.

—Es considerado como un mueble, por lo menos en el contexto legal. Es como tu perro, más o menos. —comentó, con desgano, y eso aumentó la indignación de Hermione.

—¡Eso es horrible! ¡No es un perro!

—Ni una persona. —interrumpió Ron, ceñudo.

Harry los miró, apático. No le importaba lo suficiente como para meterse en ese debate moralista.

—¡Pero no son animales, Ronald!

—Son criaturas mágicas. —zanjó Draco—. No es una persona pero tampoco un animal.

—Deberían tener un sueldo.

Draco cerró los ojos, ¿por qué cuando menos ganas tiene de discutir, Hermione más quería hacerse ver?

Ron la miró como si hubiese hablado en arameo y Harry estaba midiendo la ventana, para ver si podía saltar fuera del vagón y salvarse de esto. Neville, pobre de él, estaba encogido en una esquina.

Deberías dejar de hablar. —bufó el rubio—. Hay un sistema de protección de criaturas mágicas, hay leyes, pero lo que estás tratando de imponer es un calvario a los sistemas, Hermione. No es así de sencillo, sino ya habría alguien más haciéndolo. Ni siquiera puede empezarse un proceso de tal magnitud porque vas a arruinar la psiquis de todos los elfos que te cruces.

Harry le tuvo que dar la derecha. Dobby, feliz como era, había sufrido mucho cuando se lo liberó e incluso siendo un "elfo libre" las dificultades sólo aumentaron para él. Ahora mismo servía, de alguna forma, a la casa Potter.

No estaba completamente solo, y tenía limitaciones.

—¡No tienes forma de probar eso!

—La magia de los elfos está ligada a la de su amo. —acotó Neville, en voz baja.

Hermione le dio una mirada gruñona. Neville cerró la boca, encogiéndose más.

—E incluso, si no fuera por magia, no hay forma de que tantos elfos quieran separarse. Tienen una casa, comida y están seguros. El mundo no es un lugar amable para los elfos sin un amo, Hermione. Pensa un poco. —la regañó Draco—. ¿Querés un cambio? Empeza por ver cómo van a sobrevivir esas criaturas, siendo que no son individuos con la capacidad de obtener un hogar por sí mismos. No solo te quejes de que los no los traten como humanos, cuando no son.

Las leyes mágicas están para algo, dice mí papá. —parafraseó Ron—. Y me tenes harto, sos tan insufrible como Percy.

Harry realmente se quería ir.

Los gritos empezaron un segundo después, y Draco no estaba dispuesto a lidiar con eso. Se levantó, arrastrando a Harry con él. Neville corrió tras ellos, Trevor entre sus manos.

—Esos dos van a terminar juntos. —murmuró Draco, caminando hacia la zona de los Slytherins—. La tensión que tienen no es normal.

Neville se atragantó. Harry lo miró, curioso.

—No creo que Hermione sea el tipo de Ron...

Draco le dio una mirada, y luego negó con la cabeza.

—Sea o no, hay algo raro entre ellos.

—¿Cómo entre Pansy y tú?

Una pausa, el rubio paró en seco, para darse vuelta y mirar al elegido con su mejor cara de incredulidad.

—¿Qué?

Harry le tendió el papel que había recibido anteriormente, sin dudar.

"A la boba número dos le gusta Draco, ¿pensamientos?"

El rubio parpadeó, una, dos veces, antes de devolver el papel.

—¿Y? ¿No vas a decir nada? —preguntó, un poco arisco, Harry.

Draco lo midió, antes de suspirar. Dándose vuelta de nuevo, emprendió camino. Harry y Neville estaban pisándole los talones.

—Pensé que se le había pasado. Me lo dijo antes de empezar en Hogwarts, pero como pasó el tiempo y no volvió a mencionarlo, no le di tanta importancia. Pobrecita.

—¡Eso dije yo!

Draco abrió la puerta, encontrándose de frente a Pansy, quien parecía estar a punto de salir.

—¿Qué dijo Harry?—preguntó, Astoria, inclinándose a mirarlos.

—Que Hermione es muy pesada cuando le discuten algo. —respondió, sin pausa, el heredero Malfoy. Movió a Pansy y entró, sin darle una segunda mirada.

Harry lo siguió, empujando a Neville dentro.

—Uf, ¿y lo nuevo? —se burló Theo, mirándolos por encima de su libro.

—El amor, tal parece.

Harry se ganó la mirada de todos, y Draco rodó los ojos. El espacio era poco, por lo que esperó a que Potter se sentara, para dejarse caer en su regazo. El elegido lo sostuvo por la cintura, sin inmutarse.

Neville se sonrojó al verlos, apresurándose a volverse lo más pequeño posible en su esquinita.

Theo quedó medio encima del regazo de Blaise, también. A nadie realmente le importaba el cambio.

—¿Amor? —vocalizó la duda general, Pansy. Sus ojos fijos en Draco, quien fingía analizar los dulces, como si no fuera a elegir lo mismo de siempre.

—Especulaciones, más de lo mismo. —descartó Harry, alcanzando una rana de chocolate.

La chica se fue, poco después, aún dudosa.

—¿Sentiste las vibras entre Granger y Weasley, no?—chismoseó, Daphne, chasqueando los dedos.

Draco asintió, comiendo una galleta.

—Es que son muy obvios. —señaló Blaise, risueño—. Igualmente, Weasley debería cambiar su manera de coqueteo. Tirar tanto de las trenzas a la chica que te gusta es contraproducente, más cuando ya no estamos en la guardería.

—No creo que nadie aquí, excepto Harry, haya ido alguna vez a una guardería. —interrumpió Astoria, confundida.

—Detalles. —descartó Theo—. Se entendió lo que quiso decir.

—Ambos tienen cinco años. —puntualizó Vincent, re dirigiendo el tema—. Ella queriendo ganar cada discusión, y él peleandole para que se enoje y le dé atención.

El aire es libre. —se burlaron Draco y Blaise, al mismo tiempo, con voces agudas.

Harry se empezó a reír, apoyándose en la nuca del rubio.

—࿐*:・゚


Peeves estaba haciendo de las suyas, como de costumbre. Frente a Harry y Draco varias personas fueron empapadas, pero los uniformados de verde y plata pasaban sin una gota en sus ropas.

Peeves no era ningún imbécil, sentía la presencia sanguinaria del Barón cerca, y no se iba a arriesgar a que lo acusaran.

McGonagall casi se cae, y Hermione casi pierde el cuello. Draco encontró todo muy cómico.

Quizás es que estaba muy tenso por lo que se avecinaba que cualquier cosa podía entretenerlo, y alejarlo de lo que lo carcomía desde el ataque de los mortifagos.

—¡Eh, Harry! —llamó Colin Creevey, quien ciertamente no entendía cuando alguien lo quería lejos, cómo era el caso de todo el grupo de serpientes.

Que tuviera a Harry como una especie de héroe solo lo volvía más molesto. Potter no quería ser un héroe, solo quería ser un chico normal.

Quería tranquilidad, por un año.

—Hola, Creevey.

—Te dije que podías llamarme Colin, ¡Eres muy distraído, Harry! —se rió, cómo si realmente creyera que es gracioso. Harry quería patearlo, le hacía acordar al perro de su tía Marge—. Harry, ¿a que no sabes qué? ¿A que no sabes qué, Harry? ¡Mi hermano empieza este año! ¡Mi hermano Dennis!

—Eh... bien.

Harry miró a Draco, perdido. El rubio miraba desinteresadamente sus uñas, fingiendo no estar ahí. El elegido le dio un codazo suave, indignado. Draco lo miró, encogiéndose de hombros.

Si se metía era para hacer llorar al niño. Harry suspiró.

— ¡Está muy nervioso! —explicó Colin, casi saltando arriba y abajo en sus pies.

— ¡Espero que le toque Gryffindor! Cruza los dedos, ¿eh, Harry?

—Sí, seguro. —accedió Harry, cansado. No tenía ningún interés en quien iba o dejaba de ir a Gryffindor.

Iban a perder contra Slytherin de todas formas, así que, ¿Por qué preocuparse? Que se preocupen los leones por eso, eran responsabilidad de ellos no de los Slytherins.

Suficiente con tener que cuidar tres.

Cuando, ¡por fin!, llegaron a su mesa, se dieron cuenta de todas las ausencias que había. Muchas sillas de la mesa de profesores estaban vacías, incluyendo la que sería de Remus.

Pansy se giró hacia Harry.

—¿Y Lupin? ¿Llega tarde?

El elegido negó, suspirando.

—No es nuestro profesor este año, Dumbledore lo mandó a una misión ultra secreta. —hizo las comillas en el aire—. Tenemos a alguien más como profesor.

—Este año va a ser una tortura. —declaró Draco, cubriéndose los ojos.

Aunque quisieran preguntar, la ceremonia de selección había dado inicio. Y, cómo era costumbre, de cada veinte niños, solo cuatro llegaron a ser de Slytherin.

Menos es más, diría Snape.

Luego de lo que les pareció una eternidad, los alumnos pudieron disfrutar de su cena en paz. Como era habitual, la larga mesa de las serpientes estaba en un silencio mortal, solo comían y bebían, mirando sus platos.

Los griterios del mundo alrededor parecía no atravesar su coraza. Y el Barón Sanguinario se erguía orgulloso por eso.

Draco cometió el error de mirar a los leones. Hermione no estaba comiendo, y de hecho lo estaba mirando con reproche. Arqueó las cejas, masticando su tarta de chocolate.

Los murmullos empezaron de a poco en tanto empezaba la sobremesa. Harry se involucró en una charla sobre los materiales escolares con Pansy y Astoria, quienes comentaban muy emocionadas sobre las compras.

Granger señaló la comida y deletreo la palabra "esclavitud" y "elfos".

Draco la ignoró deliberadamente. Sus ansias de revolución se tendrán que solucionar por ella misma, no tenía cabeza para encargarse de otro cambio fundamental en el mundo mágico. Tenía suficiente con lo que ya cargaba.

El director habló, dando las advertencias y noticias regulares, cosa de cada año, hasta que anunció la suspensión de la copa de Quidditch. Nadie en la mesa verde y plata parpadeó, porque eran noticias viejas.

Draco se quería ir a dormir.

— (...) esto se debe a un acontecimiento que dará comienzo en octubre y continuará a lo largo de todo el curso, acaparando una gran parte del tiempo y la energía de los profesores... pero estoy seguro de que lo disfrutarán enormemente. Tengo el enorme honor de informar que este año, Hogwarts será--

Un estruendoso trueno explotó, ensordeciendo a todo el comedor, justo cuando las puertas del comedor eran abiertas. Por allí entraba Moody, apoyado en su largo bastón. Un lunático en la perspectiva de Draco.

Lo vieron caminar, todos en silencio, por el largo pasillo del comedor, hasta que se paró frente al director, y estrecharon las manos.

Segundos después se dejó caer en la silla, el ruido de ropa mojada hizo eco por todo el comedor. Su ojo, el que sobresalía, se movió por todo el comedor, perturbando a más de uno.

Harry se inclinó hacia él.

—Es el profesor. —murmuró.

Draco aprecio que tratara de ponerlo al día, aunque ya sabía.

—Les presento a su nuevo profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras, el profesor Moody. —dijo animadamente, tratando de llenar el silencio de toda la sala.

Nadie aplaudió. Ni profesores, ni alumnos. No movieron ni un músculo, incluso cuando Hagrid y Dumbledore intentaron, pobremente, que todos aplaudieran.

Se siguió el anuncio sobre el Torneo de las Tres Magos, pero Draco se desconectó, poco y nada conseguiría de oír al viejo hablar.

Un prefecto se arrimó a ellos, mirando a Harry.

—Alejate de todo esto, Harry, o te juro por Merlin...

—¡Hey! Yo no quiero tener que ver en esto.

—Más te vale.

Draco pensó, por un inocente segundo, que podrían salvarse de ese problema, pero el recuerdo vago de Harry... del otro Harry, cuando menos, diciendo que él no había sido quien puso su nombre...

Además de que fue elegido siendo menor.

Esa esperanza se apagó rápido. Verdaderamente no tenía ni la más mínima idea de por qué o cómo había entrado, no le había importado. Solo lo había burlado.

Suspiró.

Miró a Cedric, quien estaba hablando con su grupo, todo sonrisas y emoción. Draco sintió un escalofrío, su vista se nubló un segundo.

El cuerpo de Cedric estaba boca abajo, con Harry a unos metros, mirándolo. Draco sabía que esto no era la realidad, los bordes de las figuras eran muy borrosas para serlo.

La copa estaba tirada cerca de su mano.

Oh. Así que ahora estaba viendo las muertes de la gente, espectacular.

—¿...co?

Se espabiló, mirando a Harry, quien lo estaba sacudiendo por el hombro. Volvió su mirada a Cedric, quien le sonreía con confusión, sacudiendo su mano.

Ah. Lo estaba saludando, claro.

Cabeceó hacia él, cortésmente. Acababa de ver la muerte de este chico, ¿cómo eliminar el escalofrío fatal que estaba sacudiendo sus huesos?

Miró a Harry.

—Es... creo que vi algo. Es confuso. —murmuró. Harry lo abrazó, sabiendo cuánta energía drena las visiones del rubio—. Creo que me mareó.

Oh, lo que iba a sufrir esto.

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