
CAPÍTULO 23
«——————————»
CAPÍTULO 23
«——————————»
.
«—-—-—-—-—-DM—-—-—-—-—-»
El castillo se vació durante las vacaciones. Las familias querían estar juntas, después de la guerra. Este no era, por supuesto, un problema del que Draco tuviera que preocuparse.
Estaba de pie en los Claustros, bajo la capa de invisibilidad de Harry. La gente había visto a Harry poner flores en su tumba, y ahora era algo. Las flores se extendían desde su pulcra lápida gris en un charco de pétalos. La nieve era espesa, pero las flores estaban encantadas, como los narcisos de Harry, para permanecer eternamente frescas y vividas.
Ella había tenido ese molesto habito, su madre, de molestar a Draco cuando estaba leyendo. Entraba a la biblioteca y preguntaba: «“¿Qué estás leyendo?”».
Y Draco respondía, “Ya no estoy leyendo nada”, todo malcriado, porque era una maldita pregunta muy molesta.
Esperaba no haber sido demasiado horrible con ella. Estaba seguro de que lo había sido.
Harry estaba junto a él en los Claustros.
—Creo que todos se han ido —dijo— Probablemente podrías quitarte la capa.
Draco se la quitó y se la entregó a Harry.
—Gracias por prestármela —dijo.
—Cuando quieras —dijo Harry— ¿Cómo estás?
—Un poco saltarín —dijo Draco.
—En una escala de uno al diez, ¿Qué tan saltarín?
—Tres —dijo Draco.
—Espera, entonces, ¿Qué es uno, en esta escala? —preguntó Harry.
—Uno es “No quiero morir”. Diez es “Dasvidaniya22, bebé” —dijo Draco.
—Así que tres es…
—No sé. Parece que será más fácil, a veces. Inexistente.
—Me arruinaría si murieras —dijo Harry.
—Creerías que ya estás acostumbrado —dijo Draco.
Harry no respondió. Se envolvió más en su abrigo de lana. Era negro con capucha, pero Harry había dejado la capucha abajo, por lo que la nieve se acumulaba en ella.
—Harry —dijo Draco.
Harry lo miró. Su boca estaba colocada en una dura línea a la defensiva.
—Lo siento —dijo Draco— Eso fue realmente una mierda lo que dije.
—Está bien —dijo Harry, con una sonrisa tensa.
Draco miró sus zapatos.
—No está bien. No soy bueno —dijo— Te mereces a alguien bueno.
—No me digas lo que merezco —dijo Harry, frunciendo el ceño. Parecía un poco enojado, por lo que Draco guardó silencio y se fueron de los Claustros sin decir nada más.
De vuelta en la sala común, Draco le pidió a Misty que les trajera tazas de té. Harry estaba hilarantemente incómodo con ella... Draco sabía que la encontraba intimidante.
Ron y Hermione estaban en alguna parte, probablemente teniendo sexo increíblemente romántico. Nadie más de octavo año se quedaría durante las vacaciones, por lo que tenían la Torre para ellos solos.
—¿Qué tan saltarín estás ahora, en una escala del uno al diez? —preguntó Harry, una vez que Misty se fue.
—Tres —dijo Draco— Ya te dije —se hundió en un sillón cerca del fuego.
—Oh —dijo Harry, estallando en una sonrisa encantada— Eso es bueno.
—¿Lo es?
—Sí —dijo Harry, viniendo a posarse en el brazo de la silla de Draco; hundiendo sus pies bajo el muslo de Draco— Pensé… me preocupaba que pelearnos te empeoraría.
Draco se burló.
—¿Es así como peleamos ahora? ¿Con palabritas remilgadas?
Harry de alguna manera se las había arreglado para colocarse alrededor del borde de la silla de Draco, para que su cabeza descansara sobre la de Draco.
—Sería un poco raro si empezáramos a maldecirnos, ¿No crees? —Harry hizo una pausa— A menos que te refieras, como. Algo que sea sexual. Pero, aun así, creo que preferiría no hacerlo.
—Cambiaras de opinión muy pronto —dijo Draco, tratando de no derretirse, de no ceder ante el extraño desastre en ciernes que era Harry Potter quien se engañaba a sí mismo de que estaba enamorado de Draco. Pero no pudo evitar estirar la mano para tocar el cabello de Harry. Era tan grueso que los dedos de Draco tuvieron que luchar para llegar al cuero cabelludo de Harry.
—¿Sobre el sexo? —preguntó Harry— No digo que no esté abierto a eso, solo que…
—¡No! Merlín. Sobre hechizarnos uno al otro, en general.
—¿Quieres? —preguntó Harry.
—¿Quiero qué?
—Cambiar de opinión. Y empezar a hechizarme de nuevo —dijo Harry.
Draco estiró el cuello hacia arriba para mirar a Harry, quien instantáneamente se inclinó para besarlo.
—Ron y Hermione podrían volver —advirtió Draco.
—No me importa —dijo Harry, deslizándose y reacomodándose para sentarse a horcajadas sobre Draco en el sillón. Él sonrió— Esto es bonito.
Draco movió la cabeza con cautela, como si estuviera tratando de sacarse agua de los oídos.
—Es temporal —dijo.
Harry lo besó de nuevo.
—No para mí —dijo.
—No —dijo Draco.
—¿No qué?
—No jodas… no digas esa mierda. Es… —“no es justo”, quería terminar Draco, pero eso parecía demasiado revelador.
Harry presionó su rostro contra el cuello de Draco.
—Está bien —dijo— Lo siento. No fue mi intención asustarte.
Las vacaciones fueron alegres. Volaban como pájaros todos los días, a veces con Ron y Hermione, pero con la misma frecuencia, solo ellos dos. Ron se mudó al dormitorio de los chicos de Hufflepuff donde él y Hermione dormían. En consecuencia, Harry y Draco tenían la habitación para ellos solos. Con esta repentina y maravillosa privacidad, y armados con la investigación de Draco, tuvieron sexo. Fue aterrador, porque lastimó a Harry, pero aun así se sintió bien para Draco. Harry dijo que le gustó, que quería intentarlo de nuevo. Draco se negó. Ya no iba a seguir dañando a la gente.
—No es lo mismo —dijo Harry.
—No lo hare —dijo Draco.
—Podríamos intentarlo al revés —dijo Harry. Estaban en la cama, aunque eran las once de la mañana.
—Yo… —Draco se giró para mirar a Harry— Si tú quieres.
—No quieres —dijo Harry.
—No —dijo Draco.
Harry tomó la mano de Draco y besó cada dedo contemplativamente.
—No me importa —dijo— Tal vez podamos volver a intentarlo en unos meses, cuando estés más seguro de ti mismo.
—¿Qué significa eso? —preguntó Draco, apartando su mano.
—Significa que no volverás espontáneamente a ser un Mortífago si me lastimas durante cinco segundos durante el sexo —dijo Harry.
—No fueron cinco segundos. Y no es volverás, sigo siendo un Mortífago. Es una especie de contrato de por vida. —dijo Draco, metiendo su brazo izquierdo debajo de la almohada y sintiéndose completamente miserable.
—Draco. Escucha —dijo Harry.
Draco sacudió la cabeza contra la almohada.
—¿Quieres intentar jugar un poco de quidditch? —preguntó Harry.
Draco asintió, inmensamente agradecido con Harry por no tratar de disuadirlo de su infelicidad.
Volar en escobas era extraño, después de tantos días como pájaros. Era mucho, mucho más fácil de lo que había sido antes. En parte, eso provino de una valentía nacida del conocimiento de que, si caían, podían transformarse.
Jugaron un juego de Cazadores, para que Draco pudiera practicar un poco.
—Eres brillante —dijo Harry, dos horas más tarde, mientras yacían en el campo— Tienes que unirte a los Cawdor.
—Quiero hacerlo —admitió Draco.
—¿Y entonces…?
—Es una cuestión de dinero —dijo Draco— No podré conservar la Mansión, si me uno.
Harry arrugó la nariz, pero no dijo nada.
—Ha estado en mi familia por siglos —dijo Draco.
Harry estaba en silencio, mirando al cielo. Habían derretido la nieve de los parches de hierba y lanzado hechizos de secado, pero todavía estaba helado. Draco se preguntó qué estaba pensando Harry. Él nunca podría saberlo.
—No puedo perderla —dijo Draco— Es todo lo que me queda.
—Tienes a Misty —dijo Harry— Y… —se detuvo a sí mismo.
—Es importante para mí, ¿De acuerdo? —dijo Draco— Solo lo viste cuando el Señor Oscuro vivía allí. Así no era como fue antes —no sabía por qué se sentía tan importante que Harry entendiera, pero las palabras salieron de él con urgencia— En el verano, hay flores de rododendro23. Solía abrirlos y comer el néctar, porque mi madre no me dejaba comer dulces. Hay… hay un laberinto de setos, que solo te permite encontrar el centro si le gusta tu aspecto. Nunca dejó pasar a mi padre; se enfurecía cada vez que lo mencionaba.
—¿Qué hay en el centro? —preguntó Harry, todavía mirando hacia el cielo blanco como la leche.
—Nada en realidad. Una pequeña fuente y un banco. Hay piedras en la fuente con deseos tallados en ellas. Solía ir allí cuando mi padre y yo peleábamos, y los leía. Mi abuela dejó alrededor de una docena de piedras deseando un hijo.
—Tú papá —dijo Harry.
—Sí. Y había una piedra que me tomó siglos descifrar, porque todo estaba en inglés medio24, pero no era como el inglés medio chauceriano25…
—No conozco la diferencia entre los distintos tipos de inglés medio —interrumpió Harry.
Draco le hizo señas para que Harry se callará.
—No importa —dijo— Era de una chica deseando poder casarse con su doncella. Una antepasada lesbiana medieval mía, languideciendo de amor.
Draco se sentó y envolvió sus brazos alrededor de sus rodillas. Harry se incorporó también, mirándolo.
—El laberinto desapareció cuando el Señor Oscuro se mudó —dijo Draco— Tantas cosas lo hicieron —miró a Harry— Los mirlos. Toda el ala esté. Desaparecieron. Si lo vendo, todo se perderá, para siempre, y no habrá nadie más con vida que lo recuerde…
Se detuvo, conmocionado por una sofocante ola de melancolía.
—Es lo que siento por Hogwarts, creo —dijo Harry— No podría soportar, nunca poder volver aquí.
Draco asintió. Se sintió vagamente avergonzado. Había dicho demasiado.
—Pero… —dijo Harry, vacilante— Pero… ¿Querrías venir a Inverness conmigo, si no fuera por el dinero?
Draco golpeó su hombro contra el de Harry.
—Idiota —dijo.
—Esa no es una respuesta —dijo Harry.
—Es la respuesta que recibirás.
Esa noche, Harry lo besó frente a Ron y Hermione. Estaban todos juntos en la sala común, y Harry insistentemente se apretujó en el sillón de Draco, prácticamente sentándose en el regazo de Draco. Pero bueno, Harry era táctil, ¿No?, así que probablemente pensaban que era algo normal.
Entonces, cuando Draco dijo algo para hacerlos reír, Harry pasó su brazo alrededor del cuello de Draco, lo acercó y lo besó apasionadamente.
Draco mantuvo los ojos bien abiertos, mirando a Ron y Hermione con horror. Pero apenas reaccionaron.
—Potter —dijo Draco con voz ronca, cuando Harry lo soltó— ¿Qué demonios?
—Ellos ya lo saben —dijo Harry.
—Ellos… ¿Qué? —dijo Draco.
—Te estás sonrojando —dijo Ron— Te pones todo rosa cuando estás avergonzado. Como un cerdo.
—¿Es prudente que te burles de alguien por sonrojarse, Ron? —preguntó Hermione.
Draco los miró boquiabierto.
—¿Lo sabían? —preguntó.
—Ustedes dos son poco sutiles —dijo Hermione— Ron dice que han estado durmiendo juntos todas las noches durante más de un mes.
—¡Como, como amigos! —dijo Draco— O, no sé, como enemigos. Potter solo estaba asegurándose de que no matará a alguien en la noche.
Harry se rio.
—Sí —dijo— Por eso lo estaba haciendo. Para vigilar tus tiernos, tiernos… impulsos asesinos.
—No es gran cosa, Draco —dijo Hermione.
—Lo será si El Profeta se entera —dijo Draco. Harry estaba acariciando su oído, y Draco se obligó a no excitarse.
—Oh, Harry ha resistido peores cosas —dijo Hermione, cómodamente.
Después de eso, Harry lo besó frente a ellos todos el tiempo. Parecía deleitarse con ello, de hecho.
En la mañana de Navidad, Hermione le dio a Draco un libro de novelas caballerescas francesas juveniles. Ron le dio a Draco una caja de dulces de Honeydukes, y la madre de Ron le había tejido un jersey verde botella con suave lana de oveja. Draco, por supuesto, no tenía regalos para ninguno de ellos. Ni siquiera se le había ocurrido que intercambiarían regalos. Estaba avergonzado y apenado.
Afortunadamente, Harry no le había comprado nada, o eso pensó Draco. Después del almuerzo, y más específicamente, después de sus orgasmos posteriores al almuerzo, Harry se sentó en la cama.
—Quería hablar sobre tu regalo de Navidad —dijo.
—Realmente no te compre nada. Esa no es una linda mentira para poder sorprenderte más tarde.
Harry se rio. Se reía mucho. Era tan permanentemente feliz; que era contagioso. Si Draco pudiera estar aliviado del temor de perderlo, también podría ser feliz.
—Sé que no lo hiciste —dijo Harry— Respira. Yo tampoco te tengo nada. Pero… —inclinó la cabeza hacia atrás contra la cabecera, levantando los ojos hacia el dosel— Estaba pensando, que podría ayudarte con la Mansión.
Hubo una larga pausa.
—¿Qué quieres decir con ayudarme con la Mansión? —preguntó Draco.
—Aportar para conservarla o los impuestos o lo que sea.
—¿Por qué harías eso? —preguntó Draco.
—¿Porque te amo?
—Harry… eso es… sabes que es ridículo —dijo Draco.
—¿Yo amándote? ¿O ayudando con la Mansión?
—Lo primero —dijo Draco— Obtener dinero para la Mansión a través de favores sexuales está muy relacionado con su historia. Así la mantuvo Cygnus Malfoy cuando estalló la Burbuja de los Mares del Sur26 en 1720.
—Correcto —dijo Harry, frunciendo el ceño— Solo que prefiero no pensar en ello como si te pagaran por sexo, para ser honesto.
—Siento como si hubiera dejado muy claro que saldré contigo, cuando quieras, por el resto de mi vida —dijo Draco, y luego se mordió la lengua. Como si lo que Harry quisiera para Navidad fuera un pseudonovio empalagoso y enloquecido por el sexo.
Pero Harry no parecía horrorizado. Probablemente porque ya no era capaz de tener sentimientos apropiados. Miró a Draco y vio algo que valía la pena; así de jodido estaba Harry.
—¿Sí? —dijo Harry— Eso suena un poco a amor.
—Lo es —dijo Draco. Harry rodó sobre él, aplastándolo.
—Sí —dijo, sujetando las muñecas de Draco a la cama— Lo es.
—Está bien —dijo Draco. No podía pensar cuando Harry lo miraba así.
—Está bien, ¿Qué? Está bien, me amas, o está bien, ¿Me dejaras pagar la Mansión?
—Ambos —dijo Draco.
«—-—-—-—-—-HP—-—-—-—-—-»
.
Harry deseaba que Draco lo dijera, pero Draco era tan cauteloso. Harry todavía estaba preocupado de que Draco le debiera. Por eso no había estado dispuesto a ofrecer ayuda financiera, pero para su sorpresa, Draco se sentía perfectamente cómodo aceptando grandes sumas de dinero.
Cuando Harry mencionó eso, Draco se quedó pensativo.
—Creo que es algo de las personas ricas —dijo, finalmente— De todos modos, te lo devolveré, algún día.
—Es un regalo —dijo Harry.
Draco se encogió de hombros.
—Entonces te daré un regalo caro, ¿Ves lo que quiero decir?
—Realmente no me gustan las cosas caras —dijo Harry.
—Estoy seguro de que pensaré en algo —dijo Draco.
Se sentaron en la biblioteca. Draco le entregó documentos a Harry, y Harry los firmó. Le tomó casi una hora, pero cada vez que Harry firmaba su nombre, se sentía más ligero. Draco parecía como si esperara que Harry retirara su oferta en cualquier momento.
—Entonces, ¿Por cuánto tiempo te permitirá conservar la Mansión? —pregunto Harry, después de que Draco puso todos los documentos en un sobre y los envió a Gringotts.
—Tiempo suficiente para arriesgarme a unirme a los Cawdor, si esa oferta sigue en pie —dijo Draco.
—Lo está. Les mostré algunos recuerdos de tu vuelo y parecían muy interesados en tenerte.
Harry no mencionó que, en su entusiasta carta, la directora del equipo había felicitado varias veces a Harry por su genialidad de marketing. Según ella, lo único que vendería más boletos que Harry Potter era a Harry Potter jugando bien con su infame rival Mortífago.
—Y estás seguro de que no será raro —dijo Draco, viendo cómo la lechuza se alejaba a la distancia.
—¿Por qué sería raro?
Draco hizo un sonido evasivo y cambió de tema.
«—-—-—-—-—-DM—-—-—-—-—-»
.
Draco sabía muy bien que le esperaba una terrible angustia el próximo año, o posiblemente antes, pero estaba feliz de que Harry le hubiera dado el dinero. No tuvo reparos en eso. Habría hecho cosas mucho peores para conservarla, si hubiera sido necesario. Cierto que la Mansión estaría indirectamente en deuda con Harry para siempre, lo que probablemente deformaría un poco su magia, pero era de Draco por un poco más de tiempo, y podría preocuparse por todo lo demás más tarde.
Se sentía deprimido, así que permaneció en silencio mientras Harry, Ron y Hermione conversaban y tostaban bollos en el fuego con largas puntas de hierro.
—… eso es verdad —estaba diciendo Ron— Romilda Vane no ha estado acosando a Harry este año, ¿Cierto?
—Se pasó al Equipo Draco, por lo que puedo deducir —dijo Hermione.
—¿Hmm? —dijo Draco. Harry alborotó ociosamente su cabello.
—Todo el mundo te quiere —dijo.
—A todo el mundo le gustas —dijo Draco— Deberías escuchar a las chicas de quinto año en la sala común de Slytherin. ¡Las cosas que quieren hacerte…!
Harry sonrió.
—¿Les dices que me las has hecho y me encantó? —preguntó.
El rostro de Draco ardía.
—No —dijo, apartándose de Ron, que se estaba riendo.
—Romilda Vane probablemente aprovecharía la oportunidad si la invitas a salir, Harry —dijo Ron, enderezando la cara— Así que no te sientas mal contigo mismo.
—Trataré de mantener el ánimo en alto, a pesar de su pérdida —dijo Harry— Draco, ¿Puedes hacerte cargo de este bollo?
Draco tomó el extremo del hierro con el bollo en la punta y Harry se fue para ir al baño. Cuando estuvo bastante seguro de que Harry se había ido, Draco se giró hacia Ron.
—¿Sabes si está saliendo con alguien? —preguntó Draco.
Ron parecía confundido.
—¿Qué quieres decir?
—No es que me importe, o lo que sea, él puede hacer lo que quiera, obviamente —dijo Draco.
—Sale contigo —dijo Ron, como si Draco estuviera siendo particularmente tonto.
—Bien —dijo Draco, sin querer explicar que lo que tenía con Harry era temporal, incierto— Por supuesto. Pero quise decir… ¿Alguien más?
—Draco —dijo Hermione, en voz baja— No.
—¿Estás loco? —preguntó Ron— ¿Cuándo tendría tiempo?
—No lo sé, yo solo… escucha, olvida que pregunte.
Hermione vino a sentarse junto a él en el sofá y apoyó la cabeza suavemente en su hombro.
—Tu bollo está ardiendo —dijo. Y se fue.
Harry y Draco observaron a los Thestrals traer los carruajes de regreso al castillo en silencio.
—He disfrutado las vacaciones —dijo Harry.
—Ha estado bien —dijo Draco.
—Ya no quiero hacer todo eso de salir a escondidas de tu cama al amanecer —dijo Harry.
“Bueno”, pensó Draco. “Al menos ya tengo el dinero. Buen trabajo, a todos”.
—Bien —dijo en voz alta.
—¿Estás seguro? —preguntó Harry, que era, pensó Draco, algo confuso para preguntarle a alguien con quien estabas rompiendo.
—Lo que sea —dijo Draco.
—Porque puede terminar en El Profeta —dijo Harry.
Draco lo miró. Harry todavía estaba un poco desaliñado, por haber tonteado en la cama toda la mañana.
—¿Qué? —preguntó Draco.
—Le pediré a Seamus, Dean y Neville que lo mantengan en secreto, pero Seamus es un chismoso, y ya sabes cómo se pone Neville si ha estado bebiendo —dijo Harry.
Draco parpadeo varias veces para tratar de aclarar su mente.
—Potter, ¿De qué estás hablando?
—Nosotros durmiendo juntos —dijo Harry. Estaban de pie en los escalones fuera del vestíbulo cuando se acercaron los primeros estudiantes que regresaban.
—Sí, lo entendí. Dijiste que ya no querías hacerlo —dijo Draco, lacónicamente.
La mano de Harry se movió hacia adelante, como si quisiera tocar la cara de Draco, pero la retiró.
—No, no lo hice —dijo Harry— Yo no habría dicho eso, porque definitivamente quiero seguir durmiendo contigo.
—Entonces, ¿De qué diablos estamos hablando?
—¡No quiero seguir escabulléndome! ¡Es molesto y, para ser honesto contigo, no me gusta ser tu sucio secreto! —dijo Harry.
—¿Mi… mi sucio secreto? —repitió Draco con asombro.
—¡Sí! Sé lo que estás haciendo. Mantienes abiertas tus opciones para poder ir y casarte con una chica respetable dentro de cuatro años.
—Te dije que no voy a hacer eso —dijo Draco— ¡Yo soy… yo soy el secreto! ¡Soy tu secreto!
—No, no lo eres maldición —dijo Harry, y empujó a Draco en un beso de infarto.
Draco trató débilmente de escapar, pero no tenía ningún sentido. El daño ya estaba hecho: todos los estudiantes regresaban, y Draco podía escuchar los murmullos de sorpresa esparciéndose entre la multitud.
Además, nunca fue muy bueno para separarse de la boca de Harry.
—¿Entendido? —preguntó Harry, en el oído de Draco. Draco asintió con fervor, esperando que Harry comenzara a besarlo de nuevo. Afortunadamente, Harry hizo exactamente eso, y no se detuvo mientras los estudiantes pasaban juntos a ellos aullando y silbando.
Esa noche, Harry no intentó ocultar el hecho de que se iba a acostar con Draco.
—Hágannos un favor, chicos —dijo Seamus— No tengan sexo mientras estemos en la habitación, ¿Sí?
—No hay garantías —dijo Harry, y cerró las cortinas.
Draco había estado en estado de shock durante las últimas cuatro horas. No podía pensar en una sola cosa que decir. Harry se metió debajo de las sábanas con él y envolvió sus brazos alrededor de Draco.
—Has estado muy callado —dijo Harry.
—Estás loco —dijo Draco— Te volviste loco en la guerra. Probablemente necesites ayuda.
—Probablemente —estuvo de acuerdo Harry— ¿Estás bien?
—El Profeta va a ser horrible —dijo Draco.
—Estaba pensando en eso. ¿Y si le damos una entrevista al Quisquilloso?
Era un poco difícil respirar, pero no, reflexionó Draco, de una manera desagradable.
—¿De qué? —preguntó.
—No sé; nosotros, supongo —dijo Harry.
—Lo que quieras —dijo Draco. Todo era surrealista, como si ya se hubiera quedado dormido.
—¿Estás bien? —preguntó Harry.
—Deja de preguntarme eso —dijo Draco.
Harry se rio en su cabello.
—Lo siento —dijo— Solo estoy feliz. Quiero que tú también lo seas.
Draco cerró los ojos. Había algo en su pecho. Estuvo tentado de etiquetarlo como ansiedad, pero en realidad, si lo pensaba, se acercaba, más a la emoción.
—Nervioso —dijo, porque decir que se sentía feliz parecía una buena manera de alentar la ira de los dioses. El karma. Retribución, algo…
—¿Qué tan saltarín, es una escala del uno al diez? —preguntó Harry.
—No siempre estoy saltarín —dijo Draco. Harry lo apretó más fuerte, como para recordarle a Draco que no estaba respondiendo la pregunta correctamente. Draco suspiró— No estoy saltarín, en este momento. No quiero morir.
Harry sonrió.
—Genial —dijo.
—Eso no significa que esté curado —dijo Draco.
—No, lo sé.
—Y no voy a tirarme de un puente si dejamos de perder el tiempo juntos —dijo Draco— La solución a mi depresión no es tu pene.
—Lo sé —dijo Harry— Solo estoy contento.
Y, en verdad, Draco había sentido el intenso deseo de suicidarse con menos frecuencia, desde que Hermione sugirió por primera vez que todos se convirtieran en Animagos. Todavía le caía encima de vez en cuando, un gran cansancio que parecía conducir a una solución inevitable, pero era cada vez menos.
Él y Harry estaban trabajando juntos en la biblioteca unos días después. Aparte de muchas risas, no hubo mucha reacción en la escuela a la noticia de que Harry Potter estaba follando con Draco Malfoy. La gente generalmente los dejaba solos.
Draco se levantó para encontrar un libro que necesitaba sobre las runas Anglofrisonas27 del siglo VI. Cuando regresó, se detuvo por un momento en la esquina de la estantería, permitiéndose observar a Harry, sin ser visto.
Se estaba preguntando si Harry estaría dispuesto a regresar temprano a los dormitorios para que Draco pudiera quitarle la camisa y examinar sus sensuales hombros marrones, cuando un Gryffindor de séptimo año llegó y se sentó en la silla de Draco.
—Disculpa —dijo Harry— Mi novio está sentado allí.
«—-—-—-—-—-HP—-—-—-—-—-»
.
El Gryffindor de séptimo año se excusó y se fue, solo para ser reemplazado, casi instantáneamente, por un incandescente Draco Malfoy.
Harry le sonrió. Draco no le devolvió la sonrisa.
—Escuché lo que dijiste —dijo Draco. Parecía… no enfadado, exactamente, aunque habría parecido enfadado si Harry no conociera a Draco tan bien. Ahora, sospechaba que era confusión y miedo.
—¿Cuándo? —preguntó Harry.
—Justo ahora —dijo Draco. Miró furtivamente a su alrededor y lanzó un Muffliato— Cuando me llamaste tu novio.
—¿Ah sí? —dijo Harry— Por qué lo eres, ¿No?
—Pensé que solo estábamos follando —dijo Draco.
—No estamos follando —señalo Harry.
—Oh, no seas tan hetero —espetó Draco— Tú sabes lo que quiero decir.
—Sí, está bien —dijo Harry, quien se sintió como si una tormenta lo hubiera golpeado, estallando en un cielo azul claro. Pero claro, eso era todo Draco, y si Harry tenía que luchar con él para que fuera sensato, lo haría— Pero no sé por qué pensaste eso. Te amo.
Draco puso los ojos en blanco.
—¡Es cierto! —dijo Harry.
—Tú estás… —dijo Draco— Tú estás… no sé. Revelándote.
—¿Contra qué?
—La sociedad. No sé —dijo Draco, agitando sus manos— Estereotipos
—Se supone que debes amarme, por cierto. Has dado a entender que sí —dijo Harry.
—¡Por supuesto que sí! ¡Ese no es el punto!
Parecía tan agraviado que Harry se estiró y tomó sus manos. Draco lo vio hacerlo.
—El punto —dijo Draco, en un tono que sugería que se estaba obligando a mantener la calma— Es que tu pequeña fase no va a durar tanto, así que hacer que todo se vuelva serio y oficial es solo una pérdida de tiempo.
—Es sorprendente cómo te las arreglas para ser un gran imbécil engreído, incluso cuando estás siendo desgarradoramente inseguro —dijo Harry.
—No soy inseguro —dijo Draco, tratando de liberar sus manos del agarre de Harry.
—Ciertamente no tienes razones para serlo —dijo Harry— Realmente me gustas.
Draco finalmente logró apartar sus manos y enterró su rostro en ellas. Harry fue invadido por una repentina incertidumbre.
—Draco —dijo— De verdad te gusto, ¿Cierto?
Draco se rio en sus manos, luego dejó que su cabeza se deslizara a través de ellas y golpeara la mesa.
—¿Draco? —dijo Harry.
—Sí —dijo Draco— Obviamente me gustas también. Incluso si no es… malditamente obvio.
—Nunca lo dices.
—¡Lo acabo de decir!
—Que me amas —dijo Harry.
—Bueno, lo haré.
—Sí, pero como. En pocas palabras. No eres el único con inseguridades, ¿Sabes?
Draco levantó la cabeza.
—Me llamaste tu novio —dijo lastimeramente.
—¿No quieres serlo? —preguntó Harry.
—¡Por supuesto que quiero ser tu novio, maldito loco! —dijo Draco.
Harry sonrió.
—Genial —dijo— Entonces eso está arreglado.
Draco parecía a punto de explotar.
—Es como si tuvieras amnesia —dijo— Es como si hubieras olvidado por completo quiénes somos el uno para el otro.
—Eres el idiota molesto y puntiagudo que miro durante el desayuno —dijo Harry— Realmente eso ha sido bastante consistente.
Draco apoyó la cabeza en la mesa y gimió.
—Estás siendo muy dramático —dijo Harry— ¿No tienes un ensayo de Runas que escribir?
—Sí —murmuró Draco. Así que volvieron al trabajo escolar y no hablaron más.
«—-—-—-—-—-DM—-—-—-—-—-»
.
El artículo, cuando salió en El Profeta, no fue tan devastador como Draco había pensado que sería. Por un lado, el escritor había entrevistado a una docena de estudiantes de Hogwarts, quienes habían elogiado el misterioso encanto oscuro de Draco con detalle. Por otro lado, el artículo del Quisquilloso había aparecido el día anterior, por lo que El Profeta no podía salirse con la suya con demasiadas falsedades.
Draco recortó en secreto el artículo del Quisquilloso y lo escondió debajo de su colchón. Mostraba una foto de Harry y él sonriéndose el uno al otro. Aunque él y Harry habían hecho que Rita Skeeter quisiera arrancarse el cabello con su torpeza, ella había impreso su conversación casi sin modificar.
«D—-—-—-—-—-—-—-—&—-—-—-—-—-—-—-—H»
Rita: ¿Así que han dejado la Guerra atrás?
Draco: no.
Harry: Sí, básicamente.
Draco: Eso es ridículo, Potter. La gente va a pensar que has perdido la cabeza. Lo que ocurrió, por cierto, Rita.
Harry: Tal vez. Sin embargo, realmente Te amo.
Draco: (sonido indescifrable).
Rita: ¿Estás enamorado?
Harry: Sí.
Rita: ¿Tú también, Draco?
Draco: Pensaba que eso era obvio.
Harry: Lo estás haciendo sentir incómodo.
Draco: Estoy bien.
Rita: Este es un sorprendente giro de los acontecimientos. ¿Alguno de ustedes alguna vez tuvo alguna idea de que podrían ser adecuados el uno para el otro?
Harry: Ni en un millón de años.
Draco: Bueno, obviamente lo pensé, oh. No. Ni en un millón de años.
Harry: ¡Te gustaba! ¡Lo sabía!
Draco: No me gustabas. Te admiraba, como todos los demás en el [eliminado] planeta.
Harry: ¿Creías que estaba en forma?
Draco: ¿Ya es hora de que discutamos mis sentimientos de remordimiento por mis acciones durante la guerra?
Rita: No.
Harry: Apuesto a que pensabas que estaba en forma. Yo pensaba que estabas en forma.
Draco: (Ahogándose con jugo de calabaza).
Rita: ¿Y bien, Draco?
Draco: (en voz muy baja) No lo encontraba poco atractivo.
«H—-—-—-—-—-—-—-—&—-—-—-—-—-—-—-—D»
Continuaba así durante varias páginas. Draco lo sacaba de vez en cuando y releía la parte en la que Harry decía que lo amaba, de manera tan simple y sencilla. Cuando Draco lo vio escrito así, con tinta, «“Sin embargo, realmente te amo”», a veces se sentía como si Harry hubiera descubierto algo, aunque Draco no estaba seguro de qué.
Harry lo acompaño cuando fue a visitar a Goyle. Se sentó en silencio afuera de la sala de visitas y se puso de pie cuando salió Draco.
—¿Cómo estaba? —preguntó.
—Tranquilo —dijo Draco. Goyle no había dicho una palabra en toda la hora. Estaba más delgado de lo que Draco jamás lo había visto.
Harry no preguntó más hasta que estuvieron de vuelta en el castillo.
—¿Quieres hablar sobre ello?
Draco negó con la cabeza.
—En una escala del uno al diez —dijo Harry. No terminó su oración. No necesitaba hacerlo, Draco sabía lo que quería decir.
Pensó en la Torre de Astronomía, en acercarse a la cornisa y luego dar un pequeño paso hacia la nada.
—Creo que estoy cansado —dijo. Así que se fueron a la cama y Harry le contó sobre una broma absurda de George Weasley.
—¿Alguna vez extrañas a tus padres? —interrumpió Draco.
—Todo el tiempo —dijo Harry.
—Extraño a mi padre, cuando veo a Greg —dijo Draco— Me hace recordar visitarlo, en el verano de quinto año.
Harry parecía cauteloso. Intentó comenzar una oración dos veces antes de decidirse por algo.
—¿Qué clase de padre era él? —preguntó. Draco se rio.
—Oh tú sabes. Solo el típico padre terrorista.
—Bien, bien —dijo Harry. Besó la línea del cabello de Draco— Sin embargo, todavía puedes extrañarlo.
—Lo sé —dijo Draco.
Draco no estaba seguro de poder precisar el momento en que sucedió. Cuando fue creciendo, lo que describiría como una nube que se levantó, como algo repentino y milagroso, pero en ese momento no hubo un cambio notable. Simplemente se dio cuenta un día de que era feliz, y de que lo había sido durante un tiempo.
Al principio, pensó que era simplemente porque la primavera llegó antes al castillo ese año y toda la tierra parecía despierta. Pero mientras estaba de pie en los Claustros, llorando a su madre sin querer unirse a ella en el suelo, supo que algo fundamental había vuelto a su lugar.
No se lo mencionó a Harry. Había una parte de él que estaba vagamente avergonzada de que ya no quería suicidarse. Le hacía sentir como si hubiera estado fingiendo, todo este tiempo, somo si tal vez hubiera estado actuando como una trágica victima suicida para obtener simpatía y atención. Intelectualmente, todavía se preguntaba si merecía vivir, aunque ya no se trataba de injusticia, ni si eso realmente significaba que hubiera sobrevivido.
Los colores se volvieron más brillantes. Pasaba más tiempo con Ron. Los dos se escabullían a las colinas de los túmulos para fumar cigarrillos. A Ron no le gustaban, pero pensaba que se veían geniales, pero le gustaba pasar tiempo a solas con Ron.
—¿Amas a Harry? —Ron le preguntó, una brillante tarde de primavera.
—¿Qué clase de pregunta es esa?
—Hermione dice que nadie se lo dijo a él, cuando era niño. Ella cree que lo arruinó un poco.
Draco exhaló una bocanada de humo.
—Él sabe cómo me siento —dijo.
—Sí, escucha, no estoy tan seguro —dijo Ron.
—Me resulta difícil decir cosas así —dijo Draco— Nunca puedo encontrar el momento adecuado.
—¿No puedes decirlo cuando están follando?
—Merlín. No —dijo Draco, aunque no podía explicar exactamente por qué no. Algo relacionado con la vergüenza, la pureza y el miedo.
—Bueno, pues le molesta que no le hayas dicho —dijo Ron.
—Anotado —dijo Draco.
No fue hasta abril que se enteró del plan de Astoria para salvar la Mansión. Él le había contado sobre el regalo de Harry en el momento en que ella regresó a Hogwarts, y pensó que era el final. Pero una mañana, durante el desayuno, ella le entregó El Profeta y él se encontró mirando un anuncio de una elegante boutique en el Callejón Diagon. Misty Malfoy, decía la inscripción en el frente, y luego, debajo, Ropa Atractiva para Damas y Caballeros.
—Quería poner un párrafo completo sobre cómo “haría que las personas fueran hermosas si simplemente entraran, por favor”, pero la detuve —dijo Astoria.
—Misty —dijo Draco, y ella apareció junto a su codo, retorciendo nerviosamente un paño de cocina en sus manos. Draco le hizo lugar en el banco, entre él y Astoria, sin prestar atención a las miradas de sus compañeros.
—¿No está enojado, señor? —ella dijo.
—Misty Malfoy —dijo Draco— Suena bien.
—Se puede cambiar, señor, si cree que no es correcto —dijo Misty.
—Es perfecto —dijo Draco— No estaba muy interesado en ser el único Malfoy. ¿Crees que podríamos hacerlo legal?
—¿Legal, señor?
Draco asintió.
—Como la adopción, pero por lo que sea que seas para mí —dijo— Así heredarías la Mansión si muero.
—Oh, señor —dijo Misty.
—Es una buena imagen —dijo Astoria— Y el artículo es muy halagador. Abres la semana que viene, ¿No?
—Sí, señorita —dijo Misty. Se giró para mirar a Draco— El padre de la señorita Astoria es el principal inversionista.
—No me mires así —dijo Astoria— Aceptó la idea. La liberación de los elfos está muy de moda ahora. Y todo esto hará maravillas para limpiar tu apellido.
Draco se rio de nuevo. Al otro lado del pasillo, Harry llamó su atención, levantó una copia de El Profeta y le dio a Draco una especie de pulgar arriba. Draco negó con la cabeza hacia él, tratando de no sonreír.
«—-—-—-—-—-HP—-—-—-—-—-»
.
En el aniversario de la Batalla de Hogwarts, todos se pusieron un poco raros. Draco parecía estar mejor últimamente (eso era un eufemismo: Harry había pasado algunos de los mejores meses de su vida saliendo con Draco, quien ya rara vez caía en la tristeza del silencio), pero Harry podía decir que estaba luchando. Estaba desenfocado en Pociones y casi puso el tipo equivocado de hojas de parra en su Elixir de Memoria.
—¿Vas a ir al servicio conmemorativo? —preguntó Harry, mientras recogían sus cosas. Draco negó con la cabeza.
—No es para mí —dijo.
—Por supuesto que lo es —dijo Harry.
Draco parecía tener muchas cosas que quería decir en respuesta a eso, pero simplemente apretó la boca y miró hacia otro lado.
—Pero no puedes saltarte el Servicio Conmemorativo —dijo Hermione— Se supone que debes estar dando un discurso.
—Esas personas no me necesitan —dijo Harry, y aunque Hermione discrepó verbalmente con él, no lo convenció. Después de las clases, todos corrieron hacia el Gran Comedor para el servició, pero Harry fue a buscar a Draco. No tenía que consultar el mapa. Sabía dónde estaría.
Draco no estaba usando la capa de invisibilidad. Estaba de pie con la cabeza inclinada junto a la tumba de su madre.
—Hola —dijo Harry.
—Te amo —dijo Draco, sin levantar la vista.
Harry se apoyó contra la piedra amarilla de la pasarela enclaustrada.
—Yo también te amo —dijo. Cuando Draco no dijo nada más, Harry se acercó a él.
Encima de donde Harry había grabado “Amada Madre” en ese terrible día hace exactamente un año, se habían escrito nuevas palabras: “Narcissa Malfoy”.
—Nunca te devolví tu varita —dijo Harry.
—Pensé que lo estabas usando para cosas sexuales raras —dijo Draco.
Harry rio y rodeó cuidadosamente la cintura de Draco con un brazo. Draco inmediatamente se inclinó hacia él, descansando sus cabezas juntas.
—Me gusta usar la varita de mi madre —dijo Draco.
—Hiciste una magia tan hermosa con ella, cuando la enterraste. Creo que fue entonces cuando me enamoré de ti.
—Pensé que dijiste que fue cuando defendí a Greg —dijo Draco.
—Me he estado enamorando de ti por mucho tiempo —dijo Harry.
—¿No se supone que deberías estar dando un discurso de yo derroté al Señor Oscuro en el Gran Salón ahora mismo?
—No. Demasiado ocupado eludiendo mis responsabilidades —dijo Harry.
Hubo una larga pausa, en la que Draco movió suavemente sus dedos, adelante y atrás, adelante y atrás, sobre el brazo de Harry.
—Realmente te amo —dijo Draco, finalmente. Harry respiro hondo; era tan maravilloso escucharlo así, como un hecho.
—Eso es bueno —dijo Harry— Porque tengo planes a largo plazo para nosotros.
Draco movió su cuerpo lejos de la lápida para encarar a Harry.
—Qué siniestro —dijo, con un pequeño beso.
—Vas a odiar cada minuto —dijo Harry.
—Un destino peor que la muerte —dijo Draco, sonriendo.
Permanecieron en los Claustros durante un tiempo innombrable antes de que Draco levantara la cabeza para mirar el cielo.
—Buen día para tener alas —dijo.
Harry también miró hacia arriba. El azul pálido estaba ligeramente teñido de rosa, como un rubor que se extendía por los rincones de la tarde.
—Sí —dijo Harry— ¿Quieres ir allí?
Draco se separó de Harry y se arrodilló frente a la tumba de Narcissa. Tocó la lápida con ambas manos, pero Harry no podía ver su rostro.
Cuando se levantó, parecía sereno.
—Si —dijo— Vamos.
.
.
.
…FIN…