Los magos leen Percy Jackson y el ladrón del rayo.

Harry Potter - J. K. Rowling Percy Jackson and the Olympians - Rick Riordan
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Los magos leen Percy Jackson y el ladrón del rayo.
Summary
Era un dia dentro de todo normal en el mundo mágico, cuando a Albus Dumbledore le llega una extraña carta ordenando que reuniera a la Orden del Fénix y otras personas para leer unos libros sobre futuros aliados.Comenzaron creyendo que era la historia de un mago, solo para verse envueltos en un mundo mitológico del cual no tenían ni idea que existiera.
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Chapter 1

 

En el número 12 de Grimmauld Place, un gran grupo de personas se encontraba reunida. Los integrantes de la nueva Orden del Fénix y otros. Habían sido reunidos por Dumbledore luego de que este hubiera recibido una misteriosa carta que los invitaba a leer unos libros sobre personas que serían sus aliados en esta lucha contra Voldemort.

 

Sin duda nadie lo creyó, parecía más ser obra de los Mortifagos que de alguna entidad que permitía saber el pasado y futuro. 

 

—El tiempo fuera de la casa no correrá,así que no debemos preocuparnos por algún ataque — tranquilizó el viejo director — Se que no parece muy confiable, pero no tenemos más opción que leer estos libros. 

 

Los demás asintieron, sin estar del todo seguros. Además se les había informado que otros invitados llegarían más tarde, por lo que comenzarían la lectura primero.

 

—¿Alguien quiere leer? El primer libro se titula "Percy Jackson y el ladrón del rayo"

 

Hermione levantó la mano ansiosamente, era de las que más curiosidad sentía sobre aquella pila de libros. —Yo leeré. El primer capítulo se llama "Pulverizo accidentalmente a mi profesora de introducción al álgebra". 

 

—¿Pulverizó a una profesora? — Bill Weasley levantó una ceja sorprendido.

 

Mira, yo no quería ser mestizo.

 

Las primeras palabras leídas y ya hacía generado muchas miradas molestas.

 

—¿Que tiene de malo ser mestizo?— murmuró Hermione en voz baja.

 

—¿No le gusta? ¿Prefiere a los sangre pura? — Ron negó con la cabeza — ¡Al menos es un mago!

 

Si estás leyendo esto porque crees que podrías estar en la misma situación, mi consejo es éste: cierra el libro inmediatamente. Créete la mentira que tu padre o tu madre te contaran sobre tu nacimiento, e intenta llevar una vida normal.

 

—¿Qué? — Harry, al igual que el resto se mostraba confundido.

 

—Creo que...debemos cerrar el libro — los gemelos comenzaron a reír. 

 

Su madre suspiró, una vez que comenzaban con sus bromas nadie podía pararlos.

 

Ser mestizo es peligroso

 

—Bueno, con los mortifagos sueltos no lo dudo. Pobre chico, tal vez en ese momento estaba siendo perseguido por uno — Nymphadora suspiró sintiéndose mal por él.

 

Asusta. La mayor parte del tiempo sólo sirve para que te maten de manera horrible y dolorosa.

 

—¿Ha sufrido mucho a causa del regreso de Voldi? — Sirius se compadeció del chico, tal vez cuando terminaran los libros podría traelo a su casa.

 

Si eres un niño normal, que está leyendo esto porque cree que es ficción, fantástico. Sigue leyendo. Te envidio por ser capaz de creer que nada de esto sucedió.

 

—Te entiendo amigo — susurró Harry recordando todas las cosas que le sucedieron desde que descubrió el mundo mágico.

 

Pero si te reconoces en estas páginas —si sientes que algo se remueve en tu interior—, deja de leer al instante.

 

—Significa que vomitaras — comentó Fred

 

Podrías ser uno de nosotros. Y en cuanto lo sepas, sólo es cuestión de tiempo que también ellos lo presientan, y entonces irán por ti.

 

—No podemos negar que esos desgraciados andan por todos lados — chasqueó la lengua un molesto Sirius.

 

No digas que no estás avisado.

 

Me llamo Percy Jackson.

 

—Nuestro protagonista.

 

—Genial, otro mocoso en busca de fama — se quejó Snape quién desde que llegó quería irse del lugar. Solo permanecía allí por pedido de Albus.

 

Tengo doce años. Hasta hace unos meses estudiaba interno en la academia Yancy, un colegio privado para niños con problemas, en el norte del estado de Nueva York.

 

—Oh es estadounidense — se sorprendió Neville — Creí que era del mismo lugar que nosotros.

 

—¡Es un niño! — exclamó Molly, había creído que leerían sobre una persona de unos dieciseis mínimo.

 

¿Soy un niño con problemas? 

Sí. 

Podríamos llamarlo así.

 

Los gemelos rieron, solo leyeron unas pocas palabras pero este Jackson les caía mejor y mejor.

 

Podría empezar en cualquier punto de mi corta y triste vida para dar prueba de ello, pero las cosas comenzaron a ir realmente mal en mayo del año pasado, cuando los alumnos de sexto curso fuimos de excursión a Manhattan: veintiocho críos tarados y dos profesores en un autobús escolar amarillo, en dirección al Museo Metropolitano de Arte a ver cosas griegas y romanas.

 

—¿Corta y triste vida? — Remus se preguntó que tanto había sufrido, solo tenía doce años en ese momento.

 

—¿Verán cosas griegas y romanas? — Fleur habló por primera vez, dejando escuchar su acento francés.

 

—Suena aburrido — dijo Ron

 

—¡Ron! ¡Los museos son divertidos! Guardan tanta información de los tiempos pasados que..

 

—Si si, entiendo. Por favor sigue leyendo — la cortó antes de que siguiera con sus apasionado díscurso.

 

Ya lo sé: suena a tortura. 

 

Ron sonrió.

 

Hermione continuó leyendo la descripción del señor Brunner, al parecer el profesor favorito de Percy.

 

—Suena como un profesor genial — sonrió George 

 

—No nos vendrían mal unos así — susurró su gemelo, para luego sentir las miradas de los profesores presentes sobre él.

 

Esperaba que el viaje saliera bien. Esperaba, por una vez, no meterme en problemas. 

Anda que no estaba equivocado.

 

—Los problemas siempre te encuentran — sonrió Sirius recordando el pasado. Remus y Harry asintieron dándole la razón.

 

Verás, en las excursiones me pasan cosas malas. Como cuando en quinto fui al campo de batalla de Saratoga, donde tuve aquel accidente con el cañón de la guerra de la Independencia americana. Yo no estaba apuntando al autobús del colegio, pero por supuesto me expulsaron igualmente. 

 

—Obviamente lo harían, creyeron que destruyó un autobús — se rió Tonks queriendo conocer al niño, que actualmente ya no era un niño.

 

Y antes de aquello, en cuarto curso, durante la visita a las instalaciones de la piscina para tiburones en Marine World, le di a la palanca equivocada en la pasarela y nuestra clase acabó dándose un chapuzón inesperado. Y la anterior... Bueno, te haces una idea, ¿verdad?

 

—¡Sigue contando!  — exclamaron los hermanos Weasley entre risas, no todos los días escuchabas cosas asi. Además estaban encantados de estar en esa casa y no en las clases o sus trabajos

 

En aquella excursión estaba decidido a portarme bien. 

Durante todo el viaje a la ciudad soporté a Nancy Bobofit, la pelirroja pecosa y cleptómana que le lanzaba a mi mejor amigo, Grover, trocitos de sándwich de mantequilla de cacahuete y ketchup al cogote.

 

Ginny miró mal al libro, como si el fuera la niña que molestaba a los demas. —Tonta

 

Su madre la miró pero no dijo nada, ella también odiaba a los que se burlaban de otros.

 

Continuaron escuchando ahora la descripción de Grover, quien sonaba como un chico amable.

 

Caminaba raro, como si cada paso le doliera; pero que eso no te engañe: tendrías que verlo correr el día que tocaba enchilada en la cafetería.

 

—La comida es lo primero — soltaron risas los amantes de la comida.

 

—Pobre Percy — suspiró Hestia  Jones luego de escuchar como esa Nancy molestaba a los niños y como Percy estaba bajo amenaza de expulsion.

 

Voy a matarla —murmuré.

 

Grover intentó calmarme.

 

—No pasa nada. Me gusta la mantequilla de cacahuete.

 

—¿En el cabello? — comentó sarcásticamente la  única niña Weasley.

 

—Hasta aquí hemos llegado.—Empecé a ponerme en pie, pero Grover volvió a hundirme en mi asiento.

 

—Ya estás en periodo de prueba —me recordó—. Sabes a quién van a culpar si pasa algo.

 

—Es un buen amigo.

 

Echando la vista atrás, ojalá hubiera tumbado a Nancy Bobofit de un tortazo en aquel preciso instante. La expulsión temporal no habría sido nada en comparación con el lío en que estaba a punto de meterme.

 

—¿Oh? — eso llamó la atención de todos. Por más que estaban disfrutando la lectura y el momento tranquilo en el que no debían preocuparse por el caos de afuera, no entendían muy bien como un niño de doce años los ayudaría en el futuro.

 

La castaña continuó leyendo el recorrido que les daba el señor Brunner y la descripción del museo. Estaba encantada por aprender más sobre otros lugares del mundo.

 

Yo intentaba prestar atención, porque parecía realmente interesante, pero los demás hablaban sin parar, y cuando les decía que se callaran, la otra profesora acompañante, la señora Dodds, me miraba mal.

 

McGonagall frunció el seño. Aquella mujer no tenía razones para mirarlo mal. Por otro lado le recordó mucho al profesor vestido de negro sentado a su lado.

 

Al escuchar la descripción de la profesora de matemáticas Remus comenzó a pensar en el título del capítulo. ¿Acaso ella era la profesora pulverizada?

 

Desde el primer día, la señora Dodds adoró a Nancy Bobofit y a mí me clasificó como un engendro del demonio. Me señalaba con un dedo retorcido y me decía «y ahora, cariño», súper dulce, y yo sabía que a continuación me castigaría a quedarme después de clase.

 

—Ya sabemos por qué lo miraba mal.

 

—Me recuerda a alguien— susurró Ron a su mejor amigo quien no tardó en darle la razon.

 

Una vez, tras haberme obligado a borrar respuestas de viejos libros de ejercicios de matemáticas hasta medianoche, le dije a Grover que no creía que la señora Dodds fuera humana. 

Se quedó mirándome, muy serio, y me respondió: «Tienes toda la razón.»

 

—¿Qué? — Andrómeda se vió confundida.

 

—¿Por qué su amigo le diría eso? — finalmente Kingsley habló, hasta ahora se mantuvo en silencio prestando atención a todos los detalles, y de todo lo que escuchó esto fue lo más llamativo.

 

El señor Brunner seguía hablando del arte funerario griego. Al final, Nancy Bobofit se burló de una figura desnuda cincelada en la estela y yo le espeté:

 

—¿Te quieres callar? —Me salió más alto de lo que pretendía. El grupo entero soltó risitas y el profesor interrumpió su disertación.

 

—Señor Jackson —dijo—, ¿tiene algún comentario que hacer?

 

Me puse como un tomate y contesté: —No, señor.

 

—Es culpa de esa chica insoportable, parece que no tiene nada mejor que hacer que burlarse de los demás — el cabello de Tonks cambio a color rojo.

 

El señor Brunner señaló una de las imágenes de la estela. 

—A lo mejor puede decirnos qué representa esa imagen.

 

Miré el relieve y sentí alivio porque de hecho lo reconocía.

 

—Ése es Cronos devorando a sus hijos, ¿no?

 

Todos hicieron una mueca de asco al escuchar eso.

 

—¿Como alguien puede comerse a sus hijos? — Molly se mostró horrorizada al igual que Andromeda y Hestia.

 

—¿Quién es Cronos?— preguntó Charlie, no recordaba conocer a alguien llamado asi.

 

Hermione  desvió su mirada hacia abajo antes de responder — Lo dirán en unos momentos.

 

—Sí —repuso él—. E hizo tal cosa por... 

—Bueno... 

—Escarbé en mi cerebro—. Cronos era el rey dios y... 

—¿Dios? 

—Titán —me corregí—. Y... y no confiaba en sus hijos, que eran dioses. Así que Cronos... esto... se los comió, ¿no? Pero su mujer escondió al pequeño Zeus y le dio a cambio una piedra. Y después, cuando Zeus creció, engañó a su padre para que vomitara a sus hermanos y hermanas...

 

—¿Existe un rey titán?— Ron abrió su boca sorprendido.

 

Aberforth Dumbledore chasqueó la lengua —No existe algo así, de lo contrario ya lo sabríamos.

 

—Segun recuerdo pertenece a los antiguos mitos griegos — comentó Hermione luego de recordar un libro que leyó en el pasado.

 

Arthur asintió — Están en un museo de cosas griegas y romanas, así que estos mitos son cosas normales allí supongo. Después de todo son mitos.

 

—Asi que si se los comió — murmuró la abuela de Neville acariciando el cabello de su nieto. —Ese rey no estaba bien de la cabeza.

 

—¡Puaj! —dijo una chica a mis espaldas.

 

—Puaj — concordó el resto.

 

—... así que hubo una gran lucha entre dioses y titanes —proseguí—, y los dioses ganaron.

 

—Que gran manera de resumirlo — Elphias Doge  sonrió. Lo había tomando por sorpresa ser llamado a esta reunión secreta para conocer a futuros aliados magos, pero no sé opuso, mejor conocer a las personas que los ayudarían antes de su llegada.

 

La gryffindor continuó la lectura de las burlas de Nancy y como el señor Brunner le había hecho una pregunta a Percy  que no pudo responder.

 

. Bueno, señor Jackson, ha salido medio airoso. Es cierto que Zeus le dio a Cronos una mezcla de mostaza y vino que le hizo expulsar a sus otros cinco hijos, que al ser dioses inmortales habían estado viviendo y creciendo sin ser digeridos en el estómago del titán. Los dioses derrotaron a su padre, lo cortaron en pedazos con su propia hoz y desperdigaron los restos por el Tártaro, la parte más oscura del inframundo. Bien, ya es la hora del almuerzo. Señora Dodds, ¿podría conducirnos a la salida?

 

Hubo miradas horrorizadas por parte de los que se imaginaron a una persona siendo cortada en pedacitos y arrojada a un lugar desconocido. Ahora más que nunca agradecían que ese titán y esos dioses no existieran.

 

La otra mitad de la sala bufó divertida al ver como el señor Brunner cambiaba de tema como si nada.

 

Grover y yo nos disponíamos a seguirlos cuando el profesor exclamó: —¡Señor Jackson! 

Lo sabía. Le dije a Grover que se fuera y me volví hacia Brunner. 

—¿Señor? —Tenía una mirada que no te dejaba escapar: ojos castaño intenso que podrían tener mil años y haberlo vistotodo.

 

—¿Como se consigue una mirada así? — pensó Hermione para si misma mientras continuaba la lectura.

 

—Debes aprender la respuesta a mi pregunta —me dijo. 

—¿La de los titanes? 

 

—La de la vida real. Y también cómo se aplican a ella tus estudios. 

—Ah.

 

—Que gran respuesta — se divirtió Remus.

 

—Lo que vas a aprender de mí es de importancia vital. Espero que lo trates como se merece. Sólo voy a aceptar de ti lo mejor, Percy Jackson.

 

Algunos asintieron con la cabeza, todo lo aprendido en la escuela era importante en la vida. Al menos lo que aprendían en Hogwarts los había ayudado más de una vez en diversas situaciones.

Quería enfadarme, pues aquel tipo sabía cómo presionarme de verdad. Verás,quiero decir que sí, que molaban los días de competición, esos en que se disfrazaba con una armadura romana y gritaba «¡Adelante!», y nos desafiaba, espada contra tiza, a que corriéramos a la pizarra y nombráramos a todas las personas griegas y romanas que vivieron alguna vez, a sus madres y a los dioses que adoraban. 

 

—¡Eso suena genial! — Sirius aplaudió al oír ese método de enseñanza, ya quisiera el haber tenido un profesor tan divertido en sus días de estudiantes.

 

—¿Usaba una espada?— los adultos chasquearon la lengua en desaprobación, podría herir a alguno de los alumnos si no se tenía el suficiente cuidado.

 

Pero Brunner esperaba que yo lo hiciera tan bien como los demás, a pesar de que soy disléxico y poseo un trastorno por déficit de atención y jamás he pasado de un aprobado... No; no esperaba que fuera tan bueno como los demás: esperaba que fuera mejor. 

 

—Pobre Percy, debe ser horrible ser disléxico — Hermione se estremeció al imaginarse una vida sin poder leer libros con normalidad.

 

Y yo simplemente no podía aprenderme todos aquellos nombres y hechos, y mucho menos deletrearlos correctamente.Murmuré algo acerca de esforzarme más mientras él dedicaba una triste mirada a la estela, como si hubiera estado en el funeral de la chica.

 

—El chico es muy bueno describiendo — abrió la boca Percival, quien hasta ahora se mantuvo en silencio debido a que se sentía incómodo después de todo lo que había sucedido entre él y su familia. Sabía que era a causa de su orgullo que no podía reconciliarse definitivamente con ellos, pero a medida que pasaban los minutos y observaba la gran pila de libros, donde a partir del sexto se volvían más gruesos, tal vez podría hacer que lo aceptarán de nuevo lentamente.

 

—Es cierto — respondió Bill, quien miró a su hermano unos segundos antes de volver su vista a la chica que leía.

 

La castaña continuó leyendo y describiendo el extraño clima que azotaba la ciudad de Nueva York—...Habíamos sufrido brutales tormentas de nieve, inundaciones e incendios provocados por rayos. No me habría sorprendido que fuese un huracán.

 

—Ese si que no es un clima normal — silbó Tonks sorprendía.

 

Los demás asintieron mientras algunos magos guardaban el recuerdo de lo escuchado en sus mentes, ya que si el joven los describía tan bien, seguramente era por una buena razón.

....

¿Castigado? —me preguntó Grover. 

—Qué va. Brunner no me castiga. Pero me gustaría que aflojara de vez en cuando. Quiero decir... no soy ningún genio.

 

—Eso lo sabemos — murmuró Severus con el sarcasmo goteando de su voz. No lo dijo en lo alto porque sabría que todos los presentes se pondrian en su contra y no tenía ganas de lidiar con ellos.

 

Grover guardó silencio. Entonces, cuando pensé que iba a soltarme algún reconfortante comentario filosófico, me preguntó: 

—¿Puedo comerme tu manzana? 

Tampoco tenía demasiado apetito, así que se la di.

 

Varios soltaron carcajadas ante las acciones de Grover.

 

—Quiro conocerlo — Fred y George se rieron, la gente de ese libro era muy agradable.

 

La lectura continuó con Percy recordando a su madre y dejando saber su deseo por verla. Eso provocó muchas sonrisas, la mujer sonaba como una buena madre y se notaba que Percy la amaba.

 

El señor Brunner aparcó su vehículo al final de la rampa para paralíticos. Masticaba apio mientras leía una novela en rústica. 

 

—¿Apio? — Harry hizo una mueca de asco, las pocas veces que comió alguna comida con esa verdura no le había gustado, pero aún así lo tuvo que comer.

 

—Por Merlín, que molesta es esa Nancy — suspiró exasperada Ginny al oír como arrojaba si almuerzo sobre Grover.

 

El consejero de la escuela me había dicho un millón de veces: «Cuenta hasta diez, controla tu mal genio.» Pero yo estaba tan cabreado que me quedé en blanco. Y a continuación oí un revuelo y estrépito de agua. No recuerdo haberla tocado, pero lo siguiente que vi fue a Nancy sentada de culo en medio de la fuente, gritando: 

—¡Percy me ha empujado! ¡Ha sido él! 

La señora Dodds se materializó a nuestro lado. 

Algunos chicos cuchicheaban: 

—¿Has visto...? 

—... el agua... 

—...la ha arrastrado... 

 

—¿El agua? ¿Hizo magia accidental? — a Hestia no le sorprendió el hecho de que hubiera hecho magia accidental,si no el hecho de que fuera magia de agua.

 

—¿Que no es difícil hacer magia elemental? — preguntó Hermione mirando a los profesores.

 

—Por supuesto que sí — McGonagall acomodó sus lentes — Son los hechizos más difíciles, requieren una gran concentración y poder,es todo un logro que un niño de doce años lo haya logrado. 

 

Los que no sabían sobre eso se quedaron admirados. Hasta el momento era la primera vez que escuchaban que Percy usara la magia, casi pensaron que tendrían que esperar más.

 

—¿Nadie más notó que dijo que esa profesora se "materializó"? — Neville sentía que algo malo pasaría dentro de poco.

 

—Debe ser una manera de decir que apareció rápidamente a su lado — le quitó importancia su abuela — Ya sabemos que a esa señora le agrada la tal Nancy.

 

No sabía de qué hablaban, pero sí sabía que había vuelto a meterme en problemas. 

En cuanto la profesora se aseguró de que la pobrecita Nancy estaba bien y le hubo prometido una camiseta nueva en la tienda del museo, se centró en mí. Había un resplandor triunfal en sus ojos, como si por fin yo hubiese hecho algo que ella llevaba esperando todo el semestre. 

—Y ahora, cariño... 

—Lo sé —musité—. Un mes borrando libros de ejercicios.

 

Todo aquel que alguna vez habia sido castigado soltó un quejido, nunca pero nunca había que adivinar el castigo. Era como si una fuerza superior te escuchara y entonces volvería peor el castigo.

 

Pero no acerté

 

—Me lo esperaba — sonrió el niño que vivió.

 

Ven conmigo —ordenó la mujer. 

—¡Espere! —intervino Grover—. He sido yo. Yo la he empujado. 

Me quedé mirándolo, perplejo. No podía creer que intentara encubrirme. A Grover la señora Dodds le daba un miedo de muerte. Ella lo miró con tanto desdén que a Grover le tembló la barbilla.

 

—Aww Grover es tan buen amigo — Fleur arulló, a pesar de que el niño estaba asustado hacia lo posible para ayudar a su amigo.

 

Me parece que no, señor Underwood —replicó.

—Pero...

—Usted-se-queda-aquí.

Grover me miró con desesperación. 

—No te preocupes —le dije—. Gracias por intentarlo. 

—Bien, cariño —ladró la profesora—. ¡En marcha! 

Nancy Bobofit dejó escapar una risita.

 

—¿Por qué Grover estará tan ansioso por ayudar a Percy?— Kingsley elevó una ceja, sintiendo que había algo que Grover sabia y ellos no.

 

—Yo creo que solo quiere ayudar a su amigo — Hestia que se sentaba a su lado comentó.

—Mmm lo veremos.

 

Yo le lancé mi mirada de luego-te-asesino y me volví dispuesto a enfrentarme a aquella bruja, pero ya no estaba allí. Se hallaba en la entrada del museo, en lo alto de la escalinata, dándome prisas con gestos de impaciencia.¿Cómo había llegado allí tan rápido?

 

—Se los dije, esta señora Dodds parece ser muy rápida. Por eso Percy usó con anterioridad la frase "se materializó".

 

Todos miraron a Hermione divertidos, nadie le había discutido nada.

 

—Me recuerda de cierta manera a Lily — susurró Sirius a su amigo. Remus sonrió con tristeza y asintió.

 

.... 

Me dirigí hacia la señora Dodds. 

A mitad de camino me volví para mirar a Grover. Estaba pálido, dejándose los ojos entre el señor Brunner y yo, como si quisiera que éste reparara en lo que estaba sucediendo, pero Brunner seguía absorto en su novela.

 

—Bueno, definitivamente hay algo por lo que Grover no quiere que el niño se acerque a esa mujer — Molly frunció el seño con una mirada de curiosidad.

 

Hermione asintió mientras leía como la señora Dodds se movía rápidamente de un lugar a otro, como Percy trataba de adivinar el castigo mientras llegaban a la sección grecorromana.

 

Había algo en la manera en que miraba el friso, como si quisiera pulverizarlo... 

 

—Creo que no le gustan los museos...

Has estado dándonos problemas, cariño —dijo. 

Opté por la opción segura y respondí: 

—Sí, señora

 

Los gemelos asintieron, era mejor seguirle la corriente y no discutir,de lo contrario eso provocaría que el castigo fuera peor.

 

Se estiró los puños de la cazadora de cuero. 

—¿Creías realmente que te saldrías con la tuya?—Su mirada iba más allá del enfado. Era perversa. 

«Es una profesora —pensé nervioso—, así que no puede hacerme daño.» 

—Me... me esforzaré más, señora —dije.

 

Harry se mostró escéptico ante en pensamiento del niño, recordaba perfectamente a Umbridge y sus horribles y dolorosos castigos. Esperaba que Percy saliera ileso y no fuera nada grave.

 

Un trueno sacudió el edificio. 

 

Los miembros más antiguos de la orden ya habían notado que el clima solía mencionarse mucho por parte del joven pelinegro, querían creer que era porque Percy era una especie de mago elemental o algo así.

 

No somos idiotas, Percy Jackson —prosiguió ella—. Descubrirte sólo era cuestión de tiempo. Confiesa, y sufrirás menos dolor. 

 

Todos se mostraron confundidos,¿De qué estaba hablando esa mujer? 

 

¿De qué hablaba?. Quizá los profesores habían encontrado el alijo ilegal de caramelos que vendía en mi dormitorio. 

 

Los jóvenes de la sala sonrieron ante el recuerdo, parece que el niño se llevaría muy bien con ellos.

 

O quizá se habían dado cuenta de que había sacado la redacción sobre Tom Sawyer de internet sin leerme siquiera el libro y ahora iban a quitarme la nota. O peor aún, me harían leer el libro. 

 

Remus y Hermione resoplaron divertidos. Ni que leer un libro fuera tan aburrido, aunque teniendo en cuenta la dislexia de Percy era entendible que no quisiera leerlo.

 

¿Y bien? —insistió. 

—Señora, yo no... 

—Se te ha acabado el tiempo —siseó entre dientes. 

 

—¡Pero si no le ha dado tiempo de decir nada!

 

Entonces ocurrió la cosa más rara del mundo: los ojos empezaron a brillarle como carbones en una barbacoa, se le alargaron los dedos y se transformaron en garras, su cazadora se derritió hasta convertirse en enormes alas coriáceas... Me quedé estupefacto. Aquella mujer no era humana. Era una criatura horripilante con alas de Murciélago, zarpas y la boca llena de colmillos amarillentos, y quería hacerme trizas... 

 

La voz de la joven se volvía más seria a medida que leía sobre la transformación de la maestra antes de hacer una pausa y levantar la mirada. 

—¡¿Que diablos?! ¡Eso no es una profesora! — Ron no pudo evitarlo y casi gritó. Una mirada de horror cruzó su rostro, esa cosa no podía ser real.

—¿Acaso se lo está imaginando? 

—C'est horrible!

 

—¿Será...alguna criatura mágica extraña? Tal vez Hagrid sepa sobre ella...— pero ni siquiera Sirius se creía sus palabras.

—Dudo mucho que Hagrid conozca algo así — los ojos ámbar de Lupin recorrieron la sala, en busca de alguien que supiera que era aquella cosa, pero parecía que ni el propio Dumbledore estaba seguro.

 

Y de pronto las cosas se tornaron aún más extrañas: el señor Brunner, que un minuto antes estaba fuera del museo, apareció en la galería y me lanzó un bolígrafo.

—¡Agárralo, Percy! —gritó. 

 

—Que bueno, Percy está salvado. Podrá clavarle un bolígrafo en el ojo a la cosa esa — la menor de los Weasley rodó los ojos.

 

La señora Dodds se abalanzó sobre mí. Con un gemido, la esquivé y sentí sus garras rasgar el aire junto a mi oreja. 

 

—¿Planea matarlo?— Neville hizo una mueca rezando internamente para que nunca le sucediera algo así.

 

Atrapé el bolígrafo al vuelo y en ese momento se convirtió en una espada. Era la espada de bronce del señor Brunner, la que usaba el día de las competiciones. 

 

—¿Algún hechizo para camuflar las cosas?

 

—Puede ser...

 

La señora Dodds se volvió hacia mí con una mirada asesina. 

Mis rodillas parecían de gelatina y las manos me temblaban tanto que casi se me cae la espada. 

 

Severus suspiró aburrido, solo quería saber a qué escuela de magia asistía el muchacho y largarse. No creía que hubieran muchas cosas interesantes en esos libros. Esta mujer murciélago probablemente era una criatura normal de los estados unidos.

 

¡Muere,cariño! —rugió, y voló directamente hacia mí. 

Me invadió el pánico e instintivamente blandí la espada. La hoja de metal le dio en el hombro y atravesó su cuerpo como si estuviera relleno de aire. 

¡Chsss! La señora Dodds explotó en una nube de polvo amarillo y se volatilizó en el acto, sin dejar nada aparte de un intenso olor a azufre, un alarido moribundo y un frío malvado alrededor, como si sus ojos encendidos siguieran observándome. 

 

Varios soltaron el aire que no sabían que estaban reteniendo. Probablemente esa era una de las criaturas más horribles, aparte de los dementores, de la cual oían hablar,y eso que todavía no estaban del todo seguros de que era esa mujer murciélago.

—Ya sabemos porque el título del libro — Ted se rió falsamente,lo había tomado por sorpresa el cambio de la mujer.

Un brillo misterioso cruzaba los ojos de Dumbledore, como si de repente recordara algo. Ladeó la cabeza preguntándose que era este misterioso aliado, porque para el ya era claro que no parecía ser un mago... simplemente era una sensación, había algo más que ignoraban.

 

Estaba solo. Y en mi mano sólo tenía un bolígrafo. 

El señor Brunner había desaparecido. No había nadie excepto yo. Aún me temblaban las manos. Mi almuerzo debía de estar contaminado con hongos alucinógenos o algo así

 

—¿Eh? ¿Como que ya no hay nadie? — Neville se vió confundido, ¿Acaso todo lo que leyeron hace un momento fue una especie de ilusión causada por un hechizo? Porque dudaba que un hongo causara todo eso.

—¡Es imposible que no haya nada!— exclamó Hermione resistiendo la tentación de adelantarse a la lectura.

—Si sigue leyendo — empezó Snape — tal vez sabríamos que está pasando, señorita Granger.

La chica apretó el libro tratando de no mirar mal al profesor y continuó.

¿Me lo había imaginado todo

 

—Estoy seguro de que no — Harry sonaba confiado.

 

Regresé fuera. Había empezado a lloviznar.

 

—Otra mención del clima — Kingsley elevó una ceja, tratando de unir los hilos.

 

Grover seguía sentado junto a la fuente, con un mapa del museo extendido sobre su cabeza. Nancy Bobofit también estaba allí, aún empapada por su bañito en la fuente,cuchicheando con sus compinches. 

 

—Todo se ve...normal — Arthur se rascó la cabeza sin entender que estaba pasando exactamente. Hace un minuto luchaba contra un monstruo y ahora pareciera que en realidad nunca pasó.

 

Cuando me vio, me dijo: 

—Espero que la señora Kerr te haya dado unos buenos azotes en el culo. 

 

—¿Quién? — preguntó Ron. 

 

—¿Quién? —pregunté. 

 

—Piensas como Percy — se rieron los gemelos.

 

—Al menos no pienso como esa Nancy.

 

Nuestra profesora, tonto.

 

—¿Qué no era la señora Dodds? — Ginny se comenzó a sentir perdida.

 

Sirius frunció el seño —O todos están actuando para engañar a Percy o en realidad nada de lo anterior pasó,aunque lo dudo mucho.

 

Parpadeé. No teníamos ninguna profesora que se llamara así. Le dije de qué estaba hablando, pero ella se limitó a poner los ojos en blanco y darse la vuelta. Le pregunté a Grover por la señora Dodds.

 

—¿Quién? —preguntó, y como vaciló un instante y no me miró a los ojos, pensé que pretendía tomarme el pelo. 

 

Los gemelos negaron con la cabeza.

 

—Debemos enseñarle a mentir a Grover. 

 

—Estoy de acuerdo Fred. Estoy de acuerdo.

 

—No es gracioso, tío —le dije—. Esto es grave. 

Resonaron truenos sobre nuestras cabezas. 

 

—Bueno, empiezo a creer que si está raro el clima, lo suficiente para que Percy lo note y lo describa a cada rato — murmuró Hermione sintiendo como su boca se comenzaba a secar por leer y hablar tanto.

 

El señor Brunner seguía sentado bajo su sombrilla roja, leyendo su libro, como si no se hubiera movido. Me acerqué a él. Levantó la mirada, algo distraído. 

—Ah, mi bolígrafo. Le agradecería, señor Jackson, que en el futuro trajera su propio utensilio de escritura. 

 

—El si que sabe mentir — asintió George.

 

—¿Como están tan seguros de que mienten?— preguntó su madre mirándolos.

 

—Debido a que Grover vaciló y no miró a su amigo a la cara — negó dramáticamente Fred — Debemos darle clases.

 

Molly hizo una nota mental de que si algún día conocían a este Grover debía mantenerlo alejado de los gemelos.

 

Se lo tendí. Ni siquiera había reparado en que seguía sosteniéndolo. 

—Señor —dije—, ¿dónde está la señora Dodds? 

El me miró con aire inexpresivo. 

—¿Quién? 

—La otra acompañante. La señora Dodds, la profesora de introducción al álgebra. 

 

—¿Acaso todos están sufriendo los efectos de la magia? ¿Como es posible que nadie recuerde a la profesora? — Harry quería respuestas. Odiaba cuando un adulto le mentia o no creía en sus palabras solo por ser joven. —¡Es obvio que sabe de qué está hablando!

Si padrino le colocó una mano en el hombro —Seguro lo sabremos más adelante Harry.

 

Frunció el entrecejo y se inclinó hacia delante, con gesto de ligera preocupación. 

—Percy, no hay ninguna señora Dodds en esta excursión. Que yo sepa, jamás ha habido ninguna señora Dodds en la academia Yancy. ¿Te encuentras bien?

 

—Genial, lo están haciendo ver como un loco — chasqueó la lengua Fleur, quien había mejorado mucho en su inglés.

—Aqui termina el capítulo — anunció Hermione tomando unos sorbos de agua para refrescar su garganta.

 

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