
Resolución.
La calle por la que iban estaba llena del humo de las fábricas. Era una zona bastante pobre, y se notaba que la gente de la zona estaba acostumbrada a trabajar todo el día por bastante poco. Al menos los que quedaban.
Ambas llamaban bastante la atención. Dos mujeres jóvenes, bien vestidas -sobre todo gracias a que había sido Hermione quien les había transfigurado la ropa- y con buena figura, que caminaban con seguridad, incluso si no conocían la zona. Hermione la recordaba ligeramente de los recuerdos que Snape le había dado a Harry antes de morir, y de los que seguramente se arrepentiría si hubiera estado vivo el tiempo suficiente para darse cuenta de todo lo que entregó. Pero el hombre murió justo después, y nunca pudo evitar que los recuerdos acabasen siendo vistos por la totalidad del Wizengamot, retratándolo como el héroe que era. Hasta le hicieron una placa en Hogwarts por sus servicios a la guerra. Hermione sonrió con tristeza al imaginarse la cara de disgusto que pondría su antiguo profesor si se hubiera enterado.
-¿Se llevaba usted bien con el señor Snape?
Las palabras de Amelia Bones resonaron en su mente y antes de pensarlo siquiera, un bufido había escapado de sus labios.
-Nadie se llevaba bien con el profesor Snape. Salvo quizás el director Dumbledore. Era un espía. Era un Slytherin. Odiaba a los que no fuesen de su casa, y si acaso toleraba a algunos de la suya por su propia supervivencia, y su otro trabajo. Era muy paranoico y era casi imposible pillarlo desprevenido. Sin embargo, y como dije antes es un genio, capaz de lo mejor como de lo peor. Era un hombre sarcástico y cruel, que fue moldeado de mala forma por la vida y no espero que eso haya cambiado. Pero también era muy leal. Protegió al hijo del hombre que odiaba, solo por que era hijo de su mejor amiga de la infancia, la mujer que amaba y su luz en un mundo oscuro. Creo que estaba bastante obsesionado con ella, en realidad, pero la amaba. El problema es que fue la única mujer que le mostró algo más que desprecio y dolor. No estoy segura que supiese como amar, y acabó alejándola. Nunca se lo perdonó, y eso lo volvió aun más amargado. En resumen, era un hombre complejo que usaba maneras retorcidas para hacer el bien porque no podía soportar que le alabasen en lo más mínimo.
Hermione debía dejar de hablar tanto en presencia de Amelia, y sobre todo debía controlarse o parecería la joven inexperta que era al llegar al mundo mágico. Pero no podía evitarlo. Algo en ella la ponía terriblemente nerviosa. Como si el hecho de saber que esta es la mujer que su esposa ama más que nada fuese suficiente para hacerla temblar y querer impresionarla. Se sentía como una niña perdida con ella a su lado. Lo odiaba.
Pronto llegaron a la dirección que buscaban y tocaron a la puerta esperando que hubiera alguien en casa. Hermione conocía a Severus Snape y sabía como era. Nunca había sido un hombre guapo, más bien todo lo contrario, pero sí iba bien vestido con muchas capas de negro y tenía una presencia imponente e intimidante. No encontró esa presencia en el hombre que les abrió la puerta. Era Snape, pero donde el otro Snape había llevado una vida relativamente cómoda en Hogwarts como profesor, este Snape claramente no. Parecía mayor de lo que en realidad era y debería, su pelo estaba aun más grasoso de lo que recordaba y su ropa era bastante básica, incluso de aspecto viejo. Lo único en lo que se parecía al antiguo él es que iba de negro. Estaba claramente agotado de la vida, y a Hermione le dio un vuelco al corazón encontrarlo así. Parpadeó hacia ellas no solo sorprendido, sino también receloso.
-¿Si?
-¿Señor Snape? Soy Amelia Bones, jefa del departamento de aurores. Mi compañera es la señora Hermione Granger, y cree que usted podría ayudarnos con un caso. ¿Podríamos pasar para explicarlo, por favor?
-¿Soy sospechoso de algo, señora Bones?
-No lo es, señor Snape. Buscamos al príncipe mestizo. ¿Si pudiéramos hablar con él?
Hermione decidió intervenir de una forma que esperaba convenciese a Snape de dejarlas entrar. No le apetecía explicar nada más en la calle al alcance de los oídos de muchos muggles. Y pareció funcionar, por que Snape abrió ligeramente los ojos y rápidamente las invitó a pasar a su salón.
La casa no era nueva ni lujosa, como las demás casas del barrio, pero si estaba relativamente bien cuidada, aunque llena de libros por todas partes. Snape apartó unos cuantos libros y pergaminos del sofá excusándose en que estaba investigando algo, y las invitó a sentarse. Les ofreció té, aunque ambas rechazaron la oferta y después se sentó en un sillón viejo enfrente de ellas y se quedó en silencio esperando por la explicación que le habían prometido. Hermione decidió ser quien empezara a hablar.
-Verá señor Snape, estoy en un pequeño problema causado por una poción desconocida y creemos que usted puede ayudarnos a resolver qué es la poción y como revertir sus efectos.
Hermione podía decir que había sorprendido al hombre. No había cambiado apenas de expresión, sin embargo recordaba bien al profesor que fue y aunque este hombre conocía la oclumancia y sabía mantener sus sentimientos ocultos para el mundo, no era tan bueno como el otro Snape. Ella continuó explicando, según el plan que habían trazado antes de venir.
-Sin embargo, y antes de explicarle nada sobre dicho problema o dicha poción, debe saber usted que todo esto es confidencial. Trabajará usted con los inefables del ministerio, y nada de lo que aprenda, escuche, lea, investigue, invente o siquiera relacione con este caso podrá ser reproducido de ninguna forma a personas o seres fuera del grupo de trabajo o de los propios inefables. Por ello, si acepta venir con nosotras hasta el ala de misterios ha de saber que le obligarán a hacer uno o varios juramentos que lo obliguen a obedecer antes de empezar a explicar de que se trata. ¿Ha entendido usted las cláusulas que le pedirán?
-Entiendo las cláusulas, lo que no entiendo es por que buscar mi ayuda cuando yo no tengo la maestría en pociones, ni soy alguien que se dedique a ese campo.
Bien, bueno. Quizá debió haberse esperado esto, ya que si hubiera tenido la maestría de pociones, Snape no estaría viviendo en un lugar tan pobre y lúgubre con unos recuerdos tan horribles para él. Recordó entonces que sin un mago oscuro queriendo hacer uso de sus capacidades como pocionista, probablemente Snape no habría tenido el dinero suficiente para la maestría, y por tanto debería haber dejado sus aspiraciones de lado y haberse conformado con otro trabajo más mediocre. Sin embargo Hermione sabía que podía hacerlo, y no se iba a dar por vencida tan fácil.
-Bueno, si es cierto que usted no tiene la maestría no sería un problema ahora mismo. Probablemente si hace un buen trabajo, a los inefables no les importaría que se una a su departamento de forma indefinida para investigar más cosas. El hecho es que usted con 15 años ya sabía mejorar pociones existentes para hacerlas de forma más fácil y rápida, además de con más calidad. Por no contar con todos los hechizos y encantamientos que ya había creado. Muffliato me parece un hechizo realmente útil, señor Snape, y estoy segura que en cuanto mi compañera, la señora Bones sepa qué es y lo que hace, toda la oficina de aurores, sino todo el ministerio lo va a aprender e incorporar a su repertorio de hechizos anti escuchas. Langlock es bastante útil en los duelos, ese también se lo puede mostrar a mi compañera si le parece bien. Y aunque no soy fan de la magia oscura, Sectumsempra nos salvó a mis amigos y a mi en un par de ocasiones también. Quizá no debería enseñarles esa maldición, pero si su contra hechizo. Merlín sabe que los magos oscuros usarán cualquier cosa que les venga bien para acabar con los aurores.
Snape se había puesto bastante blanco cuando escuchó sobre la terrible maldición, sin embargo se había animado al oír que podría conseguir un trabajo con los inefables si lo hacía lo suficientemente bien, y Amelia no había reaccionado mal a nada de lo dicho, así que después de eso fue fácil convencerlo.
Mientras él iba a cambiarse y recoger lo que pudiera necesitar para unos cuantos días trabajando en el ministerio, Amelia y Hermione esperarían abajo. Amelia la estaba mirando de forma pensativa, aunque no parecía de mala forma. Hermione le levantó una ceja y ella solo le dijo que dada la forma como había manejado la situación con Snape, podría decir que sí era una política consumada, y sí la veía como una buena Ministra. Hermione se puso ligeramente rosada en los cachetes, antes de disculparse por haber hablado ella en todo momento, algo que Amelia desestimó. Lo había hecho bien y rápido y eso es lo que le valía a ella. Y entonces le lanzó una sonrisa de medio lado. Una sonrisa igual a la que suele hacer su esposa de vez en cuando. Una sonrisa que ella ama, y que aparentemente su esposa copió de Amelia. La nombrada mujer debió de notar algo en su expresión, por que rápidamente se disculpó con ella, aunque Hermione dudaba que supiera el porqué. Se vio en la obligación de explicárselo, por que aparentemente le gustaba retorcer el cuchillo que llevaba clavado en las entrañas.
-Esa sonrisa. Esa sonrisa es la misma que pone Bellatrix cuando algo le hace gracia y no quiere admitirlo. Acabo de darme cuenta que la sacó de usted y yo…
-Oh. ¡Oh! No en realidad es al revés. Verá, conozco a Bellatrix desde el colegio. Siempre chocamos bastante, pero siempre nos estábamos buscando por todas partes. Era como si no pudiéramos vivir juntas pero tampoco separadas. Para el final de nuestros años escolares nos dimos cuenta que la tensión era más sexual que otra cosa y acabamos haciéndonos novias. Hemos estado juntas desde entonces y yo he adoptado algunos gestos de ella, igual que ella ha adoptado algunos gestos míos. Lo siento. Puedo ver que te duele, y siento que tengas que pasar por todo esto.
Antes de que Hermione pudiera contestar, se oyó al señor Snape bajar desde el piso superior, ya cambiado. De hecho, cuando Hermione consiguió controlarse y girarse para verlo, no pudo dejar escapar una pequeña sonrisa. Ahora si parecía el profesor que ella recordaba, todo vestido de negro, con muchas capas y botones y ropa algo más elegante. Llevaba un pequeño rebote nervioso en su paso, aunque su cara estaba seria como siempre, lo cual le hacía bastante gracia a Hermione, pero se cuidó de no reírse demasiado, solo dejar escapar una sonrisa suave. No quería que Snape se enfadase con ella porque pensase que se estaba riendo de él.
-Me alegro de verdad de que aceptase este trabajo, señor Snape. Ahora hágame un favor, y no me deje mal con los compañeros inefables, ¿si? Temo que si lo hace no vuelvan a tomarme en serio nunca más.
Hermione lo dijo en tono de broma, pero en realidad hablaba en serio. Sin embargo, Snape pareció notar esto porque aceptó de forma solemne y le dijo que no la fallaría. Buen Merlín este hombre era tan serio y leal a veces. No sabe como no lo vio antes o quizás sea este Severus y no el de su tiempo, pero pareciese que con un poco de cariño se ganaban la lealtad de este pobre hombre. Casi como un cachorro apaleado. No creía que esa descripción estuviese muy errada.
Caminaron los tres juntos hasta un punto de aparición y se marcharon en dirección al ministerio, sin embargo, al llegar allí se separaron. Amelia acompañó al señor Snape hasta Croaker y Hermione decidió que iría hasta el despacho de Amelia y la esperaría allí. Al llegar al despacho, la dejaron pasar sin problemas, ya que todos sabían que debía permanecer por allí el mayor tiempo posible sin que nadie de afuera la viese mucho, y rápidamente se sentó en uno de los sofás y empezó a pensar en lo que Amelia le dijo sobre los gestos compartidos entre Bellatrix y ella. Se dio cuenta que ella también compartía gestos con Bellatrix e incluso pensando recordó momentos en los que Bellatrix había adoptado gestos de la propia Hermione y se sintió algo feliz. Puede que fuese por la convivencia, o puede que fuese por que Bellatrix la tuviese cariño, pero estaba claro que ambas compartían más que la casa, y eso a Hermione le hacía feliz. Era una romántica, sus padres siempre se lo dijeron.
Se vio sacudida de repente de sus pensamientos por la puerta cerrándose de repente, pero antes de que pudiese reaccionar ante un ataque se quedó congelada al ver quien o más bien quienes la habían interrumpido tan bruscamente. Bellatrix estaba de espaldas a la puerta cerrada, y Amelia estaba justo encima de ella besándola con desesperación. Hermione se quedó completamente estática, sin poder mover ni un solo músculo de la impresión de la imagen y ni siquiera pudo reaccionar cuando ambas fueron caminando a trompicones hasta la mesa del despacho mientras se desprendían de las ropas que les molestaban en su camino. Amelia estaba demasiado ocupada mordiendo en la clavícula de Bellatrix como para verla, y Bellatrix tenía la cabeza echada hacia atrás, obviamente disfrutando lo que sea que Amelia le estaba haciendo, así que tampoco podía verla y en consecuencia ambas continuaron con lo que claramente era un encuentro sexual. Sin embargo consiguió salir de su estupor al escuchar como Bellatrix soltaba un gemido probablemente producto de la mano de Amelia metiéndose entre sus piernas.
Hermione ya no pudo soportarlo más y sin querer dejó salir un sollozo medio estrangulado que alertó a ambas mujeres y rápidamente se giraron hacia ella, Amelia tapando a una Bellatrix medio desnuda. Sus caras de enfado rápidamente se convirtieron en unas de culpa. O más bien la de Amelia fue de culpa, la de Bellatrix fue de indiferencia que escondía el fastidio.
Hermione necesitaba salir de allí. Balbuceó unas cuantas disculpas y a trompicones consiguió salir de la oficina sin rumbo claro. Solo necesitaba alejarse del lugar donde casi ve a su esposa acostándose con otra mujer. Su corazón completamente roto. En su prisa por salir de allí casi choca con el ministro Riddle, quien al verla tan angustiada decidió llevarla hasta su despacho para ayudarla a tranquilizarse. Hermione simplemente se dejó llevar. Su corazón estaba bastante roto en este momento y odiaba este lugar con toda su alma. Si Snape y los inefables no encontraban pronto una solución a su problema, o en el otro lado no la ayudaban rápido, se iba a volver loca y no creía que pudiera aguantar mucho de esto.
Para cuando consiguió tranquilizarse y darse cuenta de donde estaba, ya había pasado un buen rato, y estaba casi seca de lágrimas. Era la hora de comer, así que el Ministro le dijo que si se arreglaba en el baño al final del despacho, podían ir juntos a comer algo. El invitaba. Tom se estaba sintiendo bastante culpable por Hermione, la verdad. Él nunca había conocido el amor, nunca se había casado, y por lo tanto no podía imaginar lo que estaba pasando la pobre mujer, pero si sabía que si encontrase a su esposa con otra persona probablemente lloraría pero sobre sus tumbas después de asesinarlos. Ah, él no era un hombre paciente. Sin embargo Black y Bones eran sus mejores aurores y casi agradecía que Hermione no les hubiera hecho nada, aunque hubiera tenido que aguantar sus lágrimas constantes durante tanto rato. No le pagaban lo suficiente.
Hermione, tal y como le indicó el ministro se fue a preparar. Tenía los ojos rojos e hinchados, se notaba que había estado llorando, sin embargo, unos cuantos hechizos después volvía a tener la cara perfecta, la hinchazón desaparecida y un ligero toque de maquillaje que realzaba su belleza. Irónicamente era el maquillaje favorito de Bellatrix. Qué crueldad. Sacudió su cabeza para dejar de pensar en ella o volvería a llorar, y terminó de arreglar su ropa. Necesitaría otra ropa, pero por ahora se tendría que contentar con esto. Quizá más tarde podría ir al mundo muggle a comprar algo de ropa y quizás podría pedirle a Tonks o a Kingsley que la acompañasen. Le gustaría saber que tal les iba en esta vida, aunque ellos ni la reconociesen.
Ya algo más animada con la perspectiva de las compras, Hermione salió del baño solo para encontrarse al Ministro Riddle frunciendo el ceño, y a un auror de espaldas a ella explicándole algo. Cuando se acercó, vio que ese auror era Moody, y que llevaba un papel de prensa en la mano. Alguna noticia que no les dejaba bien, quizás, o a lo mejor aquí también tenían a Rita Skeeter dando quebraderos de cabeza y difamando a todo el mundo. Al acercarse resultó estar en lo correcto. Skeeter de alguna forma se había enterado de lo ocurrido en la sala de aurores, y había estado preguntando por ello. Cuando Hermione se enteró, sonrió. Oh, bueno, tenía muchas ganas de vengarse de ese maldito escarabajo.
Tanto Moody como Riddle se miraron recelosos por la sonrisa de satisfacción que apareció en su cara, y cuando sacó su varita ambos se erizaron por un momento. Ella lanzó el hechizo muffliato sobre los tres, y luego le preguntó a Moody si podría por favor revisar la lista de los animagos registrados, ver si Rita Skeeter estaba allí y después comprobar que de hecho era un animago. Concretamente un escarabajo verde. Cuando los dos hombres comprendieron, rápidamente sonrieron de la misma forma que antes había sonreído Hermione, y Moody se marchó corriendo para comprobarlo. Tom sabía que Rita no estaba registrada, lo había comprobado muchas veces antes y si la llevaban a juicio en el Wizengamot esa mujer se pasaría bastante tiempo en Azkaban. El suficiente como para que todos la olvidaran y ya no la tomasen en serio nunca más. Un escarabajo, que ironía. Le quedaba tan bien.
Mientras Moody comprobaba todo el material, Hermione y Tom esperaban para que llegara la escolta del ministro, y Hermione decidió aprovechar para preguntarle si estaría bien que fuese a hacer unas compras. Al fin y al cabo no sabía cuanto tiempo estaría por allí y necesitaba ropa de recambio. El ministro rápidamente preparó algo de dinero y le asignó una escolta para que la acompañase. Tonks fue la afortunada, y así para cuando Moody llegó con las buenas noticias, todos estaban listos y con sus órdenes aprendidas para el resto de la tarde.
Por supuesto, cuando Moody llegó no hizo falta que hablase, solo con ver la sonrisa que traía daba a entender que Hermione estaba en lo cierto, y que ya habían pillado a Skeeter. Estaba de echo camino de las celdas de detención del Ministerio. Iba a las especiales con protecciones anti animagos, así que sería imposible que escapase. Y habían requisado todo su trabajo antes de que lo enviase al periódico, así que no tenían que preocuparse de que algo sobre Hermione se escapase y llegase a la prensa. Tom parecía bastante feliz también. Y así tuvieron una tarde bastante tranquila y entretenida, mientras Hermione compraba un poco de ropa y Riddle preparaba una sesión urgente del Wizengamot para el día siguiente.
Mientras tanto, Snape ya había pasado los controles de los Inefables, había hecho los juramentos necesarios y había firmado todos los contratos mágicos que le ofrecieron, después de leerlos, claro. Si alguien allí estaba enfadado, angustiado o siquiera molesto con el hecho de que Severus no era un maestro pocionista, nadie parecía mostrarlo, así que Snape decidió no preocuparse mucho. No era hombre fácil de sorprender, pero cuando le explicaron la situación, rápidamente entendió por qué tanta seguridad y por qué tanto secretismo, y realmente quedó sorprendido más allá de todas las palabras.
Sin embargo se sobrepuso rápidamente y empezó a trabajar. Preguntó por toda la teoría que tenían sobre los diferentes universos, revisó el recuerdo varias veces, pidiendo que parasen, en varios momentos, e incluso le dieron un despacho y un laboratorio de pociones realmente increíble y moderno para que trabajase. Le encantaba el laboratorio y ojalá pudiera hacerse con el trabajo que Croaker también le había prometido si lo hacía bien. Se lo pasaría genial con este laboratorio. Sin embargo no se dejó llevar por los sueños, estos nunca venían gratis y aun no había conseguido el trabajo. Probablemente no lo consiguiese, pero iba a disfrutar de la investigación, eso estaba claro.
En el otro universo, Bellatrix se había desesperado como por una hora seguida, mientras veía el cuerpo de Hermione retorcerse en dolor. Había balbuceado su nombre en repetidas ocasiones, y en todas y cada una de ellas Bellatrix le había respondido que estaba allí con ella. Le había agarrado la mano, pero no había habido reacción por parte del cuerpo más que solo sufrir y retorcerse, y para cuando por fin se había calmado, Bellatrix se había desplomado en la silla al lado de la cama de hospital absolutamente exhausta. Había estado llorando, y dado que apenas estaba comiendo, estaba bastante débil en estos momentos, pero no podía irse. Simplemente no podía hacer nada por ella salvo estar a su lado y eso es lo que iba a hacer aunque se consumiese en la locura. Bellatrix sabía que era una mujer difícil, y que no era alguien con quien pasar una vida sin discutir. La verdad es que esas parejas tan perfectas le parecían un aburrimiento, y por mucho que lo intentase no estaba en su naturaleza ser tranquila.
Sin embargo, parecía que sus acompañantes actuales no pensaban así, a juzgar por la joven que intentaba hacer que se levantase para comer algo. Era una joven rubia, con ojos saltones. Ella sabía su nombre. Había estado en las celdas de la mansión Malfoy, pero en general no la habían torturado mucho. Algo de que su padre escribía un periódico. ¿Mona?¿Muna? ¡Luna! Sí ese es el nombre de la joven. Había otro hombre en la habitación. Alguien que llevaba una planta en la mano. No podía ver su cara, así que entrecerró los ojos, cuando oyó a Luna decirle que ese era Neville que había venido a ver a Hermione. Entonces el joven se giró y la miró con seriedad. Bellatrix no sabe qué se rompió dentro de ella, pero tuvo que decirlo.
-Gracias. Por estar aquí para ella. Sé que erais amigos antes de que yo apareciese en medio y siento mucho que te veas en la necesidad de apartarte de ella por mi culpa. Ojalá pudiese ser diferente, pero por alguna razón ella me ama, y aunque no puedo entender sus motivos, soy una mujer egoísta que se aferra a ella por que también la amo, y no puedo soportar estar sin ella.
Oh no. Ella había hablado de más. ¿Qué mierdas le pasaba? Tenía que salir de allí antes de que todo se derrumbase. De que ella se derrumbase. Porque lo que dijo era cierto. Amaba a Hermione. No de la misma forma que amaba a Amelia, pero sin duda con la misma fuerza. Y había sido una tonta que no se había dado cuenta hasta ahora. Y ahora empezaba el miedo, porque ¿Y si al despertar Hermione decidía no quererla más?¿Y si decidía que estaba harta de perder amistades por estar con ella?¿Qué iba a hacer ella entonces? Tenía que salir de allí.
-Lo recuerdo.
Bellatrix, que por fin había encontrado la movilidad de sus piernas y se dirigía a la puerta, se paró en seco al oír las palabras. Se giró lentamente hacia Neville, pero éste no la estaba mirando, sino que miraba al suelo. Sin embargo su voz era dura, y sus hombros hablaban de una tensión y una furia que no solía encontrarse en él.
-¿Perdón?
-La noche del ataque a mis padres. Lo recuerdo.
Oh Merlín no. Esa noche no, por favor. Era muy pequeño, no puede ser que la recuerde.
-Los dementores son unas criaturas realmente horribles y no deseo volver a encontrarme con ninguno nunca más, incluso si ahora puedo bloquearlos. Pero en nuestro tercer año rodearon la escuela. Y cada vez que estaban cerca yo oía los gritos de mis padres mientras llegabais y oía los gritos desesperados de mi madre por alcanzarme.
Bellatrix estaba temblando y volvía a llorar. Tan horrible recuerdo. Tan terrible que las bestias asquerosas de los dementores estuvieran tan cerca de los niños.
-Pero también te recuerdo a ti. Me recogiste de la cuna y me llevaste a otra habitación. Yo lloraba y tú me calmaste. Y cuando te preguntaron qué hacías respondiste que solo era un bebé llorando por su madre, como cualquier bebé. No lo entendía entonces, creí que era otra forma de hacer sufrir a mis padres. Pero resulta que solo me protegiste. Sin embargo dañaste a mis padres, o quizá no los dañaste, pero no paraste a quienes sí lo hicieron. Y aunque nos hayas ayudado a ganar la guerra no puedo perdonarte. Porque son mis padres los que tienen que estar en una sala en San Mungo para toda la vida. Y yo crecí sin saber como eran más allá de mis visitas con mi abuela. Crecí sabiendo que pude tener algo maravilloso, pero me lo arrebataron.
Neville tomó una respiración profunda. Y después continuó, esta vez mirándola a la cara.
-No puedo perdonarte, no. Pero que no pueda perdonarte no quiere decir que vaya a dar de lado a Hermione. Ella es mi amiga, y eso siempre será así hasta que ella no quiera verme, o algo cambie entre nosotros. Me quitaste mucho, Bellatrix Black, pero no me quitarás esta amistad.
Bellatrix no sabía que decir, así que optó por no decir nada. Justo cuando iba a volverse hacia la puerta Neville volvió a hablar. Su voz igual de dura y enfadada que antes, pero sus hombros algo más relajados.
-Y por cierto. Ella te ama. Nunca te abandonaría. Nunca haría nada que te hiciera daño, y cuando despierte, porque despertará, ella seguirá amándote. Así que aprovecharé ahora para decirte, que si se te ocurre hacerle daño, de cualquier forma, iré a por ti. Seguramente no seré el único pero sí el más vehemente. Porque soy uno de los que más te odia. Y eso pesará para encontrarte.
Fue en ese momento cuando Bellatrix se dio cuenta que había dicho todos sus pensamientos en voz alta, y que los dos jóvenes allí los habían oído. Simplemente se dio la vuelta y huyó de la habitación.
Pasó un buen rato en el baño del hospital, y cuando por fin consiguió tranquilizarse y enderezar su ropa y aspecto lo suficiente para volver a la habitación, Neville y Luna ya se habían ido y Ron y Harry la miraban preocupados. Sabían de la conversación y esta vez cuando Ron se la llevó a comer algo no se opuso. Podría envenenarla, pero a estas alturas le daba igual.
Lo que fuese mientras pudiese estar con su esposa.