Problemas universales del universo

Harry Potter - J. K. Rowling
F/F
G
Problemas universales del universo
Summary
Bellatrix ha discutido con su mujer, y ahora Hermione a sido atacada y se ha visto separada de su esposa de mala forma. Bellatrix no puede hacer nada y se desespera.oHermione es atacada con una extraña poción y transportada a su peor pesadilla. Ahora debe encontrar la solución mientras intenta no pensar en que su esposa está casada con otra mujer. No es facil.
Note
Hola a todos! Este es el primer fanfic que publico, así que espero que les guste. Por supuesto, acepto consejos y críticas por igual. Y antes de que lo digan, no, poner títulos no es lo mío.Una amiga quería un fanfic donde Bellatrix estuviese en una relación con Hermione y con Amelia, así que se lo hice... más o menos.Disfruten!!
All Chapters Forward

Angustia.

Cuando Hermione despertó intentó quedarse muy quieta tratando de averiguar su estado. Ya no le dolía la cabeza, así que eso era algo bueno, y podía pensar con más claridad. Al inhalar aire le quedó claro que estaba en algún lugar médico. El olor le recordaba en parte a la enfermería de Hogwarts -o al menos lo que ella recordaba del quinto año, después de la debacle del ministerio y la muerte de Sirius a manos de Lucius Malfoy. La verdad es que no debería de haber disfrutado la violencia gratuita, pero cuando Bellatrix le lanzó aquella maldición al rubio idiota por ser quien matase a su primo, cuando era “suyo”, Hermione se alegró. Que acabase en Azkaban por ello solo fue un plus.

Hermione suspiró y abrió los ojos dando las gracias a los medimagos por haber encontrado la solución a su problema, y dejar atrás al fin esa terrible pesadilla donde la gente que ella conocía y apreciaba no la recordaba. Donde su esposa la miraba como si fuese una cucaracha y no como a alguien a quien ama. Pero ahora estaba en algún hospital, probablemente San Mungo, así que todo estaba bien.

Al menos eso fue hasta que mira a su lado y se encuentra una figura que no esperaba ver para nada. No era una mujer que había conocido en su vida, pero no solo había visto varias fotos de ella, sino que trabajaba desde hacía tiempo con su sobrina Susan y eran realmente parecidas. Aunque Susan tenía el pelo rojizo, y su tía lo tenía marrón, y los ojos también eran diferentes, el resto era bastante igual. Hasta el gesto de ladear la cabeza cuando estaba irritada que actualmente su tía estaba haciendo.

Amelia Bones, el primer amor de su esposa y la razón de que se volviese contra su maestro y se uniese a Harry y el trío dorado. Voldemort realmente le pisó la cola a la serpiente al asesinar a Amelia. Si Bellatrix se hubiera salido con la suya, Amelia hubiera llegado a ver el final de la guerra y la derrota del viejo sádico. Tal y como estaban las cosas, Hermione casi agradece su muerte. Casi. Tampoco es tan cruel.

Intenta moverse, y eso al fin capta la atención de su acompañante hacia ella, que se levanta para ayudarla. No puede evitarlo, claro que quiere saber que está pasando, pero también tiene curiosidad por conocer algo de la mujer que su esposa ama. Así que intenta hacer una broma tonta.

-No quería interrumpirla, señora Bones, estaba usted claramente divertida con todo ese papeleo, y bastante a gusto en esa pequeña mesa en la que apenas y puede colocar los papeles.

Bones la mira, y a Hermione se le cae el estomago, porque seguro que no está para bromas estúpidas y ahora piensa que ella es una mujer estúpida. Pero antes de poder decir nada para disculparse, Amelia le habla.

-Oh, eso no es nada, espere usted a ver la deliciosa comida de este maravilloso restaurante.

Bueno. Eso si fue gracioso. Recuerda la comida que le daban al señor Weasley y las muchas quejas de Molly por esa comida apestosa y poco nutritiva. Así que sonríe.

-Estoy deseando probarla, si tan entusiasmada me la nombra.

-Oh, seguro que queda encantada.

Hermione sabe que las bromas deben acabar y simplemente prefiere ir de frente. Cuanto antes termine con esto, antes podrá empezar a averiguar que debe hacer.

-En cuantos líos estoy metida, señora Bones?

No puede llamarla Amelia. No solo no la conoce, o conocía, sino que además necesita separar a esta mujer de la Amelia de la que hablan su esposa y ella.

-Bueno, irrumpió usted en una zona altamente protegida, en mitad de una habitación llena de gente con bastantes enemigos debido a su trabajo, y aun no sabemos cómo ni con qué intenciones. Y el hecho de que ha hablado de cosas que no han pasado, pero si parece conocernos a algunos de nosotros y bastante bien si sus palabras son ciertas, no ayuda en su caso.

Bien. Bueno. Podría ser peor. Al menos esta vez no parece que va a tener que dormir en una tienda en el bosque con casi nada que comer y cargando un objeto maldito que quiere envenenar su mente. Podría ser peor. También mejor, claro, pero no se va a quejar ahora. Así que solo le toca decir la verdad.

-No tengo ni idea de como llegué aquí, pero técnicamente estaba en la habitación antes de que apareciese en la habitación.

-Bien, alto. Primero, eso no tiene sentido, y segundo, el mismo Ministro de magia está esperando para interrogarla él mismo, con alguien que evitará que diga usted ninguna mentira. Sin embargo si tengo algunas dudas yo misma que son de carácter más personal.

Hermione no tiene que preguntar a quien más va a tener el ministro con él. Está claro que será un inefable. Por supuesto deben asegurarse que no es una amenaza. Aunque está bastante nerviosa por estar en presencia del hombre que, en la realidad se convirtió en el mago tenebroso más poderoso de todos, tiene curiosidad por saber lo que Amelia -Bones tiene que preguntarle. Así que asiente y espera.

-Bellatrix Black. ¿Cuál es tu relación con ella?

Hermione se esperaba muchas cosas, pero no esto. Así que tarda un momento en comprender. Pero cuando lo hace siente que se le congelan las entrañas y le duele el alma.

-Vosotras estáis juntas, ¿verdad?

Bones la mira por un rato y después asiente. Y Hermione no sabe por que se siente tan mal que lo haya admitido. Aunque sea algo lógico. Aquí, en su pesadilla Amelia está viva, Bellatrix no la conoce, y la guerra nunca fue. Por supuesto que en un entorno ideal esas dos habrían estado juntas. Eran perfectas la una para la otra.

-En mi mundo, fuera de esta pesadilla en la que me han metido, hubo una guerra. Una horrible que en realidad duró varios años, con una tregua extraña y quebradiza en el medio. Hubo miles de muertos. Familias enteras desaparecieron. Sangre puras, mestizos o nacidos muggle, no importaba. Si no te unías a ellos eras su enemigo y por lo tanto te acababan. Incluso los bebés estaban en peligro.

Amelia estaba en silencio. Solo la tensión en su mandíbula delataba lo asqueada que se sentía por esto.

-Tú moriste un tiempo después de que la paz se acabase. Diste mucha pelea, y te llevaste a unos cuantos de ellos por delante. Pero incluso tú no eras rival para el hombre que lideraba al grupo. Y así después de enterarse de tu muerte, Bellatrix que te amaba como a nadie, juró vengarse en tu nombre. Toda la historia era complicada, por que ella pertenecía a aquel grupo y estaba cerca del hombre que te asesinó, pero te amaba aunque tu dejaste de hacerlo cuando te enteraste de a quien estaba uniéndose. El caso es que después de tu muerte, ella se acercó a la persona que se suponía debía acabar con su líder, y le ofreció toda la ayuda posible para conseguir matarlo. Y al final lo hicimos. Pero no fue fácil, ni rápido. Y como consecuencia teníamos que pasar mucho tiempo juntos planeando.

Amelia no la estaba interrumpiendo. Apenas se movía. Hermione supuso que no todos los días alguien viene a contarte esta historia y decirte que estás muerta. Aunque la que te lo está diciendo parezca una loca. Así que Hermione tragó saliva y continuó.

-Yo me sentía atraída por ella de alguna extraña forma. Supongo que si alguien puede entenderlo, esa serás tú. Desde luego mis amigos no lo entendían. Pero ella era un misterio complejo, y yo amo esas cosas. Los misterios, las cosas complejas, y las mujeres. Bellatrix cumplía todos los requisitos que ni si quiera sabía que tenía. El caso es que cuando acabó la guerra seguí visitándola, ayudándola, y sin querer me enamoré. Supongo que lo hice antes de todo eso, pero no me había dado cuenta hasta entonces. Y se lo dije. Ella se rió de mí, pero aun así nunca me apartó. Creo que de alguna forma se conformó. No creía que merecía nada, no después de dejarte morir. Ella aún te ama, incluso a veces creo que más de lo que jamás me amará a mí, pero está bien. Yo tengo amor suficiente para las dos.

Hermione hace una pausa. No esperaba contarle tanto y ahora se arrepiente.

-Nos casamos hace unos años, y todo ha ido como en una montaña rusa, pero de una forma u otra lo vamos sacando adelante. Hay días que piensa que la voy a cambiar por otra. Pff como si pudiera. Pero es terca en creer que realmente hay alguien que pueda amarla aun con toda su historia. Y eso sería básicamente todo.

Hermione se queda en silencio, y Amelia parece perdida en sus pensamientos. A Hermione no le molesta. Le duele pensar en Bellatrix amando a Amelia. Se pierde en sus pensamientos sobre su esposa, sobre cuanto la ama y la crueldad de sus palabras en la última noche que la vio. Por eso se sorprende cuando después de un rato Amelia le habla, aun sin mirarla.

-Gracias. Por ayudarla y amarla donde claramente yo fallé en hacerlo.

No sabe que contestar a eso, así que simplemente asiente con la cabeza, mientras intenta pasar el nudo que se le ha formado en la garganta.

Justo en ese momento llega una medibruja a comprobar su estado y hacerle unos chequeos, y Amelia aprovecha para recoger sus cosas y salir, según dice para avisar al ministro de su recuperación. Hermione no la contradice, aunque sospecha que en realidad aún necesita algo de tiempo para asimilar lo que acaba de contarle. Pronto se queda a solas con la mujer que la atiende y le pregunta por su salud. Hermione trata de responder lo más claro que puede mientras intenta apartar las lágrimas que se quieren asomar a sus ojos y alejar el dolor que toda esta situación le está causando.

 

Tom Riddle es un hombre que ha conocido muchas cosas. Sabe por supuesto que aún le quedan muchas otras por conocer y saber. Sin embargo, y no es por presumir, en sus muchos años de vida ha viajado, ha conocido, ha sido tentado terriblemente por el lado oscuro, e incluso ha conocido a comunidades que lo adoraban por hablar una lengua que para ellos significaba ser hijo de los dioses, y sin embargo para los ingleses es signo de maldad.

Y aun y con todo, le está costando entender lo que el hombre encapuchado frente a el le está tratando de decir.

Los inefables llegaron a la sala de aurores para investigar toda la situación de la mujer que apareció de la nada, y encontraron restos de una magia extraña, pero desconocida que indudablemente debía estar involucrada, pero parece que no tienen ninguna explicación plausible. Por que por supuesto se niega a creer que la razón que le están dando es válida. No es posible que esta mujer haya llegado desde otro universo. Y aun así, hay una voz en su cabeza que le pregunta si sería tan descabellado. Después de todo él conoce cosas mucho peores y bastante más oscuras.

El inefable delante de él, Augustus Rookwood, quien por cierto parecía un niño delante del nuevo modelo de escoba en la tienda del callejón Diagon, estaba explicándole la teoría tras este suceso. Había infinidad de universos. Tantos como personas y elecciones tomaban esas personas. Aparentemente el día podía ser muy diferente dependiendo de si tomabas café o té para desayunar. Le estaba costando no poner los ojos en blanco. Sin embargo, justo al lado estaba el jefe Croaker, y Saul no era una persona dada a imaginarios. Por eso le gustaba tanto como le exasperaba. Pero ahora mismo lo que importaba es que no solo estaba dejando que Augustus le dijese todo esto, sino que además estaba afirmando de vez en cuando, apoyando silenciosamente lo que su subalterno estaba diciendo. Así que quizás tenía que empezar a pensar que era real. Ojalá se hubiera quedado en la cama.

Esta situación le estaba trayendo dolores de cabeza infernales, y parecía que se acercaba otro, si las túnicas coloridas que veía por el rabillo del ojo eran algo para decir. Albus Dumbledore, el jefe de magos del Wizengamot y ni sé cuantos más títulos, acababa de llegar. No es que Albus le cayese mal. La verdad es que había llegado a ser un gran amigo, más de lo que aceptaría jamas, antes prefería cortarse la lengua, gracias. Sin embargo tal y como estaba la situación tenía suficiente con Augustus siendo un niño pequeño, y no tenía ganas de añadir a otro a la ecuación. Aunque tal parecía no iba a tener mucha suerte en esto. Maldita sea, tendría que haber huido en cuanto tuvo la oportunidad, pero claro, tenía que escuchar al viejo que le dijo que haría mucho bien guiando a los magos y brujas de esta maldita isla.

Dejó escapar un suspiro mucho más largo de lo que pretendía, y al oír la risita inconfundible del director se enervó.

-Albus, si solo has venido a fisgonear, hacer diversión a mi costa y no aportar soluciones, mejor te vuelves por donde has venido. No es un buen momento ahora mismo.

-Ah, pero mi querido Tom, resulta que el jefe de inefables aquí presente es quien ha pedido mi presencia. Poder compartir unas risas contigo, mi querido amigo es solo un plus.

-Diría más bien reírte de mí, viejo. Y no somos amigos. Solo compañeros del Wizengamot.

-Claro amigo, claro. Si eso te hace sentir mejor.

Tom rechinó los dientes. Oh, como lo odiaba.

Los inefables, sabiamente habían mantenido la boca cerrada, pero en cuanto las bromas habituales que siempre compartían estaban terminadas, empezaron rápidamente a explicar la situación al recién llegado. Y para empeorar la situación Albus, el hombre odioso que era, parecía no solo creer lo que le decían sino hacer las preguntas aparentemente correctas. Tom tenía dos. Solo quería saber si esto afectaría en algo la seguridad del edificio ministerial y la gente dentro de él, y si podían enviar a la mujer de vuelta a su universo o debía quedarse aquí. Aparentemente las respuestas a ambas preguntas debían esperar al interrogatorio de la mujer que, por lo que él sabía, aún seguía inconsciente en San Mungo.

A partir de ese momento sucedió una conversación que Tom resumiría en mucha especulación, pero ninguna prueba, muchas teorías, pero ninguna comprobable. Unos momentos después, y a pedido del propio Albus, Moody se acercó para volver a responder las mismas preguntas que había estado respondiendo desde el día anterior. Salvo que esta vez preguntaba Albus Dumbledore, así que Moody era un poco más suave. No demasiado, no sea que alguien viera que el hombre tiene favoritos. La verdad, si rodase los ojos tanto como le apetecería hacer, probablemente se quedase con los ojos hacia adentro. Así que se contenta con fruncir el ceño. Pero sacan algo de información nueva. Aparentemente la mujer en todo su balbuceo dejó caer que había una poción involucrada. La cara de Augustus cayó instantáneamente al saber esto, tanto que se le notó incluso con la capucha puesta. No le iba mal en pociones, pero, como la mayoría de los inefables, era mejor con hechizos y encantamientos. Genial, ahora aparentemente tendrían que llamar a algún maestro pocionista y aguantar su maldito ego, sus demandas y su seguramente muy abultada factura. Simplemente genial. Ojalá se hubiera quedado en la cama.

Justo en ese momento la cabeza de Amelia Bones apareció en la chimenea de la sala anunciando que la mujer estaba despierta, y que ya la habían atendido y todo estaba correcto. Aparentemente se había desmayado por el shock y por falta de comida, lo cual ya han solucionado. Los medimagos estaban a punto de darle el alta, así que Amelia preguntaba si debía llevarla al ministerio y por donde. Rápidamente se acordó que lo mejor era traerla al ministerio por la red flu, directamente a la oficina de aurores, y allí tendrían una conversación en la oficina de Amelia, que estaba justo al otro lado.

Para cuando la joven mujer entró en la sala, ya habían despejado todo y a todos, y la llevaron directamente al despacho, donde la esperaban el ministro, el jefe Croaker y Albus Dumbledore. Fue al ver a este ultimo cuando la joven paró en seco, y casi se tiró de rodillas contra él, llorando en su túnica lo feliz que estaba de verlo. El director simplemente se quedó allí sosteniendo a la joven mujer y susurrándole palabras de tranquilidad y consuelo. Bueno, ahora no le sentaba tan mal que a él le mirase con terror y se desmayase justo después.

Cuando ya por fin se tranquilizó, y todos pudieron sentarse, comenzaron con las preguntas sobre la identidad de la mujer y la historia de cómo llegó hasta allí. Fue un viaje bastante interesante, incluso si se sintió ofendido cuando justo antes de empezar a contestar la mujer miró a Albus y le preguntó directamente si confiaba en el ministro, e incluso si estaba seguro de que no usaría todo ese conocimiento para el mal.

Amelia solo entrecerró los ojos hacia él, y le preguntó si era del grupo del que habían hablado antes, a lo que la mujer respondió que era el jefe. Si se sintió extraño oír lo que fuese eso, se sintió aun más extraño ver palidecer a Amelia, pero asentir con la cabeza y decir que aquí no era así, que era un buen ministro y una buena persona. Una buena persona. La osadía.

Pero poco después todo se aclaró. Y maldita sea la hora en la que se aclaró. La joven contestó a la pregunta sobre su nombre, explicó su posición en su universo, y les contó la historia completa de como había llegado allí. Pero por alguna razón cuando la mujer, Hermione, vio que estaba irritado, empezó a contar la historia de todo. Aparentemente él había sido un mago oscuro poderoso. Un tirano maldito que había causado la muerte de miles de magos, había torturado a la mayoría restante y había desfigurado su cuerpo y alma con un ritual de magia oscura. Hermione no había dicho nada sobre qué ritual exacto había hecho, pero no hacía falta. Solo conocía una cosa así y si no hubiera sido un joven con voluntad más férrea él hubiera caído en esa magia oscura. Más oscura que ninguna otra. Horrocrux. Aparentemente, su otro yo del otro universo no había sido capaz de resistirse a ello. Y había sido la peor versión de si mismo. No es que ahora fuese la mejor persona del mundo, pero en comparación, realmente era una buena persona. Maldita sea, con lo que odiaba darle la razón a Bones aunque fuera en su cabeza.

Además de eso, aparentemente había matado a Albus, aunque fuera a través de otro, había matado personalmente a Amelia, y había sido traicionado por dos personas por el mismo motivo. Atacar y matar a la persona que amaban. Aparentemente, Bellatrix era una de sus acólitos, sus mortífagos y al hacer de su mujer un objetivo, ordenar su muerte y finalmente matarla él mismo, incluso si en aquel mundo no era su esposa, había desencadenado la traición en ella. Una traición de la que aparentemente no se había dado ni cuenta, a pesar de que había torturado en varias ocasiones a la mujer por fallar en alguna misión. La otra persona era un misterio. Alguien llamado Severus Snape, a quien no conocía para nada, pero que Albus y su maldito brillo en los ojos si parecían reconocer. Supuestamente era un genio en pociones. Había estado cambiando y mejorando las pociones de sus libros escolares desde joven, e incluso había inventado diversos hechizos, encantamientos y maldiciones, algunos de ellos bastante efectivos para una pelea, e incluso para esconderse. Croaker parecía bastante interesado en ese hombre, pero la historia le interesó aun más, así que siguió preguntando. No es que Albus tuviera menos ganas de saber, por supuesto, el hombre ni siquiera había parpadeado al oír sobre su muerte.

Aparentemente había una profecía, él intentó matar a unos bebes, pero los padres se escondieron con ellos, consiguió dar con uno y fue derrotado. ¿En serio un bebé? Albus se rió en ese momento, el muy idiota. Pasó años como una sombra y torturó al niño que lo había ganado casi cada año que estuvo en la escuela hasta que hizo otro ritual para conseguir un cuerpo . Y con ayuda del ministro Fudge, que en vez de ayudar a Dumbledore decidió difamarlo pudo hacerse fuerte. La verdad es que cualquiera que hubiera conocido a Fudge sabría en ese momento que el tipo era un cobarde y alguien que definitivamente no servía para gobernar. ¿En que demonios pensaban en ese otro universo? ¿De verdad quedaban tan pocos magos o brujas que ese idiota era su mejor opción?

Ah y luego de todo, de conseguir ser el rey en la montaña, van y lo matan. Espera, la chica había dicho algo sobre 7 artefactos ¿hizo 7 horrocruxes? Alabado sea Merlín. Necesitaba una botella de Whisky de fuego. Y no haber salido de la maldita cama. Y dejar de hacerle caso al viejo. Esto seguro no le estaría pasando si no fuese el ministro. O al menos no se estaría enterando.

Al menos ahora todos estaban en silencio asimilando la historia. Necesitarían un recuerdo sobre la poción ya que no sabían lo que era, y suerte. Mucha, mucha suerte. ¿quizá podían contratar al joven pocionista del que hablaba Hermione?

Al final quedaron en enviar a Hermione y a Amelia a contratarle. Por probar que no quede. Croaker las esperaría con el departamento de misterios y si el joven hacía las cosas bien, quizá podrían contratarlo. Albus les dio la dirección de su casa y para allí que se marcharon. Desde luego Tom iba a aprovechar para tomarse una buena cantidad de Whisky. ¿Qué importaba que solo fueran las 10?

 

En el otro universo, en un pasillo del hospital, Harry se estaba volviendo loco. Era su culpa. Él debía proteger a Hermione y no al revés. Él era el que hacía todas las cosas tontas, estúpidas, irreflexivas y peligrosas. Él era quien debía estar en esa cama y no Hermione. Y aunque Ginny, la maravillosa e increíble mujer que era no dejaba de decirle que por supuesto que no era su culpa, no podía dejar de sentirlo así.

Lo peor de todo había sido llegar a la habitación de Hermione y escuchar a Bellatrix balbuceando cosas para Hermione. Harry sabía que Bellatrix era alguien reservada. Había causado mucho dolor y siempre estaba esperando que alguien la atacase en cualquier momento, era tan paranoica como Moody en su día. No es que él se lo fuera a decir, por supuesto, no le apetecía morir de forma terrible, gracias.

Así que llegar a la habitación y escuchar como suplicaba a Hermione que volviese a ella, que no importaba su tonta discusión ni si la quería a su lado después, pero que volviese a ella, que no la abandonase, casi le rompe. Harry era consciente que se jugó mucho el cuello al querer rebajar la condena de Bellatrix y “limpiar” su nombre, y que fue un shock para muchos aprender todo lo que hizo Bellatrix por ellos, pasándoles información, ayudándoles a escapar, entregándoles la llave de su cámara acorazada para robar el horrocrux. Pero si alguna vez le quedó alguna duda de que había hecho lo correcto para su amiga apoyándola en su relación, en este mismo momento viendo a Bellatrix destrozada, con todas las defensas caídas y llorando como una niña, todas esas dudas se habían evaporado sin dejar rastro. Uno no puede fingir ese dolor. No así.

Por un momento se para a pensar en la pesadilla que lo atravesó el poco rato que logró dormir apoyado sobre la mesa de su despacho, y un escalofrío lo recorre por completo. En su pesadilla no es Hermione la que está allí en aquella cama. Sino Ginny. No es que no quiera a Hermione. La quiere y es su mejor amiga sin ninguna duda. Pero no es Ginny. Ginny es especial. Ginny es más. Sin Ginny él estaría perdido. Y quizás por eso comprende tan bien a Bellatrix. Y quizás por eso, y por que es un maldito sentimental vuelve a cerrar la puerta y decide salir a dar un paseo. Hay aurores en la puerta, Tonks no va a permitir que nada ni nadie les haga daño a su amiga y a su tía, así que puede darse un momento para respirar y averiguar como están Ginny y los pequeños y darse una ducha. La necesita en serio. Y necesita a Ginny. Debe asegurarse que está bien, por muy estúpido que sea el sentimiento. Él se va a casa.

Forward
Sign in to leave a review.