BEYOND TIME (ES)

Harry Potter - J. K. Rowling Chronicles of Narnia - All Media Types Chronicles of Narnia - C. S. Lewis Chronicles of Narnia (Movies)
G
BEYOND TIME (ES)
Summary
En una búsqueda por encontrar una nueva y temible arma, El Señor Oscuro se adentra en territorios inexplorados, en busca de algo que le faltaba en su anterior reinado de terror.La Orden del Fénix sospecha que su enemigo ha tropezado con la existencia de nuevos mundos, un secreto celosamente guardado y cuidadosamente transmitido a lo largo de generaciones de varios de sus miembros.Poco saben que la respuesta a su dilema podría encontrarse donde menos lo esperan: en los hermanos Pevensie, quienes albergan un secreto propio que será clave para la salvación del mundo tal y como lo conocen.
Note
Antes de comenzar, quiero aclarar varios puntos sobre el contenido de esta historia:- Esta historia de fanfiction se esfuerza por mantener un alto nivel de fidelidad al canon establecido del universo de Harry Potter. Los elementos centrales, las reglas y la mitología del mundo mágico de J.K. Rowling son mantenidos y respetado. Sin embargo, se introducen modificaciones significativas debido a la inclusión de Narnia y sus personajes en la trama. Esta fusión de dos universos ficticios distintos crea una dinámica en la que la narrativa familiar de Harry Potter se ve alterada por la introducción de elementos de Narnia.- Como resultado de esta fusión, surgen nuevas relaciones y personajes. Las interacciones entre los personajes de ambos mundos conducen a desarrollos únicos e inesperados, enriqueciendo la complejidad de la historia.- El siniestro plan de Voldemort experimenta cambios sustanciales debido a la presencia inesperada e influencia de Narnia en el mundo mágico. Esta alteración en su estrategia introduce un nivel de imprevisibilidad que desafía la narrativa convencional de Harry Potter.- El fanfiction mantiene una línea de tiempo paralela a la serie original de Harry Potter, con la distinción clave de que la familia Pevensie se integra perfectamente en el mundo de la magia. Poseen su propia ascendencia mágica, historia y conexiones familiares dentro de este universo, enriqueciendo la profundidad de la historia.- Los eventos de los tres viajes de los hermanos Pevensie a Narnia ya han tenido lugar en la historia, manteniendo su esencia. Los Pevensie triunfaron exitosamente sobre la Bruja Blanca y ayudaron a Caspian, como en el canon de Narnia. Sin embargo, en esta narrativa, nacen en una época y entorno diferentes dentro de nuestro mundo.- Además, este fanfiction tiene como objetivo dar importancia a personajes secundarios de la serie de Harry Potter, brindándoles la oportunidad de dar un paso al frente y desempeñar roles significativos en la narrativa que se desarrolla. Si bien los personajes principales siguen siendo fundamentales, estos personajes secundarios aportarán nuevas perspectivas y profundidad a la historia. Conoceremos a personajes de otras cosas que pasaron desapercibidos en la saga original, como por ejemplo: Hannah Abott, Eloise Midgen, los hermanos Creevey, Pansy Parkinson... entre otros.- Sin hacer spoiler sobre de qué manera ocurrirá esto, los lectores encontrarán personajes de diversas eras en la historia del mundo mágico. Esto incluye a los Merodeadores y sus ancestros, ampliando el alcance de la historia y brindando perspectivas sobre la rica trama de la historia mágica.Eso es todo, creo ¡Espero que disfrutéis de esta historia! ¡Hogwarts y Narnia os esperan!
All Chapters Forward

Chapter 4

Capítulo 4

 

- La verdad es que hubiera sido mejor idea seguir a Malfoy a la ida, y no a la vuelta.

Susan y Anthony rieron mientras el sol comenzaba a atravesar las ventanas de la sala común, llenando la azulada estancia de un tono rosado. Los dos adolescentes estaban tirados en uno de los sofás cerca de una estantería repleta de libros. Los primeros alumnos de Ravenclaw en levantarse cruzaban por goteo por delante de ellos mirándolos con extrañeza.

- Sí, realmente hubiera sido mejor idea – respondió Susan.

- Pero no me negarás…- dijo él incorporándose un poco para mirarla – que se siente bien romper una norma.

Susan miró al chico que había aproximado su cabeza a la suya. Puso una expresión de falsa seriedad, conteniendo la risa durante unos instantes.

- Eres muy mala influencia, Goldstein.

La chica empujó la cara de su compañero con la palma de su mano mientras el soltaba otra carcajada. El agarró su mano, y, en vez de soltarla, entrelazó sus dedos con los de Susan. La chica sintió como se le aceleraba el corazón por un instante. Él sonrió sin decir nada, y soltó la mano en seguida. Las risas parecieron cesar de golpe, pero no sus sonrisas, que permanecieron en sus caras mezcladas con una pequeña dosis de timidez e incomodidad.

- Bueno… - comenzó a decir él.

- …sí, habrá que prepararse para ir a clase ¿No? – siguió ella – no quiero exceder la cantidad de normas que puedo romper.

- ¡Mierda! – exclamó el chico llevándose la mano a la cara – no he hecho la tarea de Transformaciones.

- McGonagall va a matarte – dijo ella mientras el chico se levantaba corriendo.

Se fue como había venido. Rápido y sin dejar rastro. Se giró para sonreír a la muchacha una vez más, y guiñando un ojo, se dio la vuelta para correr hacia las escaleras de los chicos. Susan se sonrió, y se acurrucó en la esquina del sofá unos minutos más antes de decidirse a levantarse e ir a darse una ducha. Apenas había dormido aquella noche, y, sin embargo, se sentía con mucha más energía que de costumbre.

 

Nada pudo pararla aquella mañana. Peinó su pelo húmedo en un moño y se puso la túnica antes de salir corriendo a desayunar. No solo ella se notaba distinta, ya que cuando se sentó a desayunar y comenzó a untarse alegremente una tostada sobre la taza de café, Luna Lovegood no tuvo reparo en comentar:

- Pareces especialmente alegre esta mañana – dijo en su ensoñado tono habitual.

- La verdad es que si, Luna – dijo ella sonriéndole de vuelta – así es.

Pensaba que nada podía pararle aquel día. Y no parecía la única. En su cambio de clases entre Herbología y Pociones, se cruzó con un más que alegre Peter Pevensie, que, para su sorpresa, reía en compañía de nada más y nada menos, que su perpetuo amor secreto durante aquellos últimos años, Hermione Granger. Susan sonrió a su hermano, levantando las cejas mientras le daba una leve palmadita en el hombro.

- Polly vendrá el viernes – le dijo cuando el recuerdo de la carta invadió su mente – pasa un “magnifico” día, hermano.

Parecía estar bajo los efectos del Félix Felicis. Avanzaba por los pasillos en compañía de Luna canturreando las canciones que, en su cabeza, estaban formando la banda sonora de aquella soleada mañana. Pero a veces, los nubarrones llegan sin avisar, y a la salida de la clase de Slughorn, se encontró de bruces con el mayor nubarrón de todos.

 

- Parece que mi pócima ha hecho efecto – dijo Malfoy en un tono sarcástico.

Susan endureció su expresión, pero se decidió a no perder la alegría ante aquel inesperado encontronazo. Apretando los libros que sujetaba entre las manos, miró a Malfoy con media sonrisa.

- No te extrañará saber, Malfoy, que no eres ni mucho menos la causa de todas mis alegrías – dijo ella con sorna.

- Oh, ya… ¿intuyo por tanto que no has bebido la poción esta noche? – dijo con lentitud.

- Así es. Veo que tu intuición supera tu inteligencia – respondió ella.

- Ya… - dijo él sin molestarse - ¿entonces puede ser que fueras tú la que me ha seguido esta noche acompañada de Anthony Goldstein?

Susan sintió genuina vergüenza al verse descubierta, pero no mostro un ápice de ello. Miró a los ojos a Malfoy y abrió la boca con rabia.

- Luna, ¿podrías dejarme hablar un segundo con Malfoy, por favor?

- Claro, Susan – dijo Luna, que de todas formas no parecía estar prestando demasiada atención.

El Slytherin y la Ravenclaw se quedaron solos en la entrada del aula, con la palpable tensión sostenida en el ambiente.

- ¿Y bien, Pevensie? – suspiró el rubio.

- Y bien… ¿qué? – dijo ella cada vez más impacientada.

- Sabes perfectamente que – musitó él - ¿Qué te resultó tan interesante ayer por la noche? Sé que soy interesante, pero…

. Eres desquiciante – dijo ella – estás actuando de una manera extraña, y voy a averiguar de que se trata.

- Oh… - dijo él con media sonrisa – he captado el interés de una Ravenclaw…

- Y yo pienso pillar a un Slyhterin – dijo ella alejándose de él por su izquierda.

Malfoy puso el brazo en medio, impidiendo el paso de la muchacha, pero sin llegar a tocarle. Ella agarró su brazo con un gesto brusco y lo apartó, pero se quedó quieta en el lugar.

- ¿Algo más? – dijo mientras notaba como varios mechones se escapaban de su moño.

- ¿Sabes que, Pevensie? – dijo él acercándose un poco más a ella – si quieres saber lo que hago podrías, simplemente… preguntar.

- Está bien – dijo ella - ¿puedes decirme de una vez que tramas? ¿Por qué me diste esa pócima?

- La pócima era un regalo – dijo él con media sonrisa – en cuanto a lo que tramo, si estás dispuesta a acompañarme yo mismo te lo mostraré…

Susan puso los ojos en blanco antes de volver a mirar al Slytherin.

- Vale, venga… enséñamelo – dijo ella.

- Preferiría que lo pidieras por favor, pero me conformaré – dijo él – tendrás noticias mías la próxima semana.

- Afortunada yo – dijo sarcástica.

- Y por favor, - dijo él ignorando su comentario – hazme el favor de no traer al idiota de Goldstein.

Susan colgó de su hombro su mochila, y sin volver a mirar al muchacho, se apartó de él, esta vez sin ser bloqueada en el camino, hasta llegar a donde Luna la esperaba, observando la escena desde lejos.

 

- Es un ser vil y rastrero – dijo Susan.

- Yo lo definiría más como solitario – dijo Luna – supongo que la soledad nos hace eso por dentro.

- ¿Nos? – dijo Susan extrañada – tu eres una gran amiga, Luna. Y una gran persona.

- ¿Somos amigas? – dijo la rubia.

Susan se extrañó ante la pregunta.

- Luna, estamos todo el día juntas, nos hemos carteado dos años seguidos, sí, somos amigas…

- Bien – dijo ella con una amplia sonrisa.

- Bien – dijo Susan en un tono dulce.

Pero entonces Luna dijo algo más, algo realmente inesperado, a lo que Susan no supo dar respuesta, pero que quedó de alguna manera grabado en su interior durante el resto de la semana:

- Quizás Malfoy también quiera tener una amiga.


 

Los hermanos Pevensie estuvieron el resto de la semana anticipando la llegada de Polly Plummer. Lo que no sabían es que la anciana vendría desde su propia casa, aquella mañana de viernes. Con la maleta en la mano, la antigua jefa de aurores, se despidió de Helen y Robert Pevensie con varios afectuosos abrazos, pero con una mentira en los labios.

Alegando ir a ayudar a el director del colegio con un problema con los centauros del bosque prohibido que no terminó de especificar, y que Helen Pevensie no terminó en ningún momento de creer, se apareció en el Callejón Diagon, donde Alastor Moody la esperaba para escoltarle hasta una de las casas de la Orden, donde pudo usar la red Floo para aparecer en el despacho de la Profesora McGonagall. Esa conexión se había abierto momentáneamente con el permiso del director, que consideró que aquella era la mejor ruta para evitar un ataque de Mortifagos.

Albus Dumbledore recibió a la retirada Aurora Plummer en su despacho antes de que los hermanos terminaran sus clases del día. El anciano tan solo había recibido un mensaje en clave, indicando la importancia de que la mujer se quedara en Hogwarts durante una temporada. Pero, a Albus, acostumbrado a manejar él toda la información, le picaba enormemente la curiosidad.

- Vieja amiga – dijo el director abriendo los brazos cuando la vio aparecer en el umbral del despacho.

- Albus… - dijo ella en un tono afectuoso.

Polly observó el despacho con detenimiento después de abrazar a su amigo. No lo pisaba desde que había pertenecido a Armando Dippet, el director cuando ella tan solo era una joven Gryffindor. Sonrió levemente hasta que un negro pensamiento invadió su mente.

- Poderosos, los recuerdos – dijo Albus en su pausado tono habitual.

- La última vez que estuve en este despacho, ese bastardo consiguió que expulsaran a Hagrid.

La antigua alumna dijo aquella frase llena de rabia. Podría haber hablado de la muerte de Digory, o los miles de maldades ocurridas antes de aquella, pero su cabeza, en aquel lugar, le llevó a la noche en que Tom Riddle consiguió la expulsión de su compañero de casa, un año menor que ella en aquel momento.

- ¿Puedo pedirte un favor, Polly? – dijo el anciano suavemente.

- Espero poder contestar a esa pregunta con un sí – dijo ella cordialmente.

- Estoy acumulando recuerdos de la vida del Señor Tenebroso. Creo que es clave para su destrucción – dijo él en un tono serio – si no fuera así no te lo pediría, pero, necesito que me muestres los recuerdos que tengas de Tom en la escuela.

- Era un par de años mayor que yo – dijo Polly – pero desde luego aquella no fue nuestra única interacción…

- Lo recuerdo…- dijo el que por entonces había sido profesor de ambos.

- Éramos rivales, a mí no podía engañarme esa sonrisa. Era perverso, desde el primer momento era malvado – dijo Polly – solo yo, Digory, y aquellos como Hagrid… que pagaron un precio, fueron capaz de verlo.

- Y ahora es el mayor enemigo que ha existido para nuestra convivencia – dijo el hombre.

- A ti tampoco te engañaba – dijo Polly sonriendo de nuevo – lo recuerdo.

Ambos se quedaron en silencio unos instantes. Polly se asomó a la ventana y pudo verlos desde ahí, cruzando uno de los puentes. Los alumnos reían, hablaban y jugaban entre ellos en una mezcla de colores creada por las túnicas de sus casas. Tan pequeños, y sin embargo con todo el peso de aquel negro futuro impuesto sobre sus hombros.

- Bueno, no es a lo que he venido – dijo Polly – pero los viejos amigos estamos para ayudarnos unos a otros.

- Gracias, Polly – dijo el director con sinceridad.

- Pero no creo que sea capaz de sacarlos todos hoy.

- A tu tiempo, ya iremos viendo el proceso – dijo él – por ahora podríamos comenzar con el de la noche que expulsaron a Hagrid.

Polly no se lo pensó mucho. Sacó su varita y en unos segundos su recuerdo brillaba en uno de los frascos del director, que se acercó al pensadero y miró a su compañera, invitándola a unirse a la visita de su propio recuerdo. La mujer, con un nudo en el estómago, adentro su faz en el frio líquido.

 

La estancia a su alrededor cambió levemente, apartando de si los cambios que se habían realizado en la decoración de aquel lugar. El recuerdo tenía un tono grisáceo, como desgastado. Había pasado tanto tiempo desde aquella noche horrible.

- Profesor, no puede permitirlo – dijo una femenina y familiar voz a su espalda.

Se giró para contemplar a aquella niña que conocía a la perfección. Trece años, con sus dos trenzas, una cayendo a cada lado. Miraba en su dirección en un gesto de preocupación. Polly y Dumbledore se giraron para observar a un también rejuvenecido Albus, que miraba a la niña con preocupación.

- Lo siento, Señorita Plummer – pero no hay nada que pueda hacerse.

La mirada de todos los presentes fue a la figura acurrucada en una esquina. Hagrid lloraba desconsoladamente. Su ya enorme cuerpo para un niño de doce años se encontraba encorvado en los peldaños del despacho. Polly se observó a sí misma correr hacia Hagrid, y contempló desde fuera como lo abrazaba con fuerza.

- ¿Quería verme, Señor director?

La puerta se abrió y la figura que se encontraba junto al profesor Dumbledore, el director Armando Dippet, bajó los escalones. Polly sintió un escalofrío al volver a escuchar aquella voz. Y su expresión mostró la misma ira que la de la niña sentada junto a Hagrid.

Se dio la vuelta y lo contempló. El mismo que había matado a Digory, el mismo que había matado a los Potter, a la madre de Helen, y tantos otros. El ángel caído, con su expresión de inocencia, escondiendo bajo él una gran oscuridad. Si aquello no fuera un recuerdo, habría levantado su varita y habría ahorrado a su mundo una gran cantidad de problemas.

El anciano Dumbledore comenzó a escuchar atentamente la conversación de Tom Riddle con el entonces director, pero la exaurora Plummer no pudo más que mirar a aquel adolescente con rabia. Si hubiera escuchado a sus instintos entonces, si hubiera hecho caso omiso de aquellos que le decían que eran solo imaginaciones suyas… Que seguro sería el mundo entonces, si aquella niña de las trenzas hubiera tenido la confianza de la anciana.

Polly miró a la joven Gryffindor, y por un momento, casi pudo imaginar que le miraba a los ojos. Pero a ella le bastó con eso. Acabaría con el Señor Tenebroso, aunque fuera lo último que hiciera en su vida. Lo haría por esa adolescente, por Digory. El león que llevaba dentro se había cansado ya de aquella serpiente.


 

Susan se sentó junto a sus hermanos cerca de la entrada del despacho del director. Edmund le mostraba a Lucy un libro que había encontrado días atrás en la biblioteca, que pensó que podría serle útil a su hermana, y se reían de algo que habían leído en él. Peter parecía distraído, garabateando algo en su pergamino, apoyado contra la pared. Ella se sentó con los codos apoyados en sus rodillas y la cabeza entre sus manos.

Malfoy había conseguido fastidiar su día perfecto. Ahora no hacía más que pensar en que sería aquello que ocultaba, y porque no tenía problema en mostrárselo ¿Sería prudente ir sola? Quizás debiera avisar a Peter para acompañarla, o puede que a Anthony…

Fue inconsciente. Su cabeza fue de nuevo al pasado de un golpe. La imagen de Cedric Diggory apareció de nuevo, en aquel mismo pasillo. Casi pudo imaginarse a sí misma sentada junto a él en el hueco de la ventana.

 

- ¿Todo bien, Susan? – Peter sacó a su hermana de su triste ensoñación.

- Sí, sí… - dijo sonriendo – ha sido una semana dura.

- Bueno, está mañana parecías de muy buen humor – dijo su hermano - ¿Algo que contar?

- No es nada… - dijo con media sonrisa acordándose de la compañera de su hermano aquella mañana - ¿algo que contar?

- Tampoco es nada… – dijo Peter.

- ¡Ey! – gritó una voz desde el final del pasillo - ¡Susan!

La Ravenclaw se giró para observar a la figura que se acercaba hacia ella corriendo por el pasillo, y que había saltado estirando la mano para llamar su atención. Con el uniforme de Gryffindor totalmente desordenado, la camisa abierta y suelta y la corbata colgando, se acercaba Henry Davies con su pelo rojizo desordenado y la escoba bajo uno de sus brazos.

 

Sintiendo algo de vergüenza, Susan se levantó para no tener la conversación justo delante de sus hermanos, que se hacían muecas entre ellos levantando las cejas.

- Henry…- dijo ella en un tono dulce – que gusto verte.

- Te has escapado corriendo de clase de Historia de la Magia antes, quería hablar contigo – dijo él – casi no hemos hablado desde que llegamos…

El chico tenía razón. Desde su alegre encuentro en la estación, Susan solo lo había visto en las clases en las que los alumnos de quinto de Ravenclaw compartían aula con los Gryffindor. Ninguna conversación aparte de saludos rápidos o sonrisas al cruzarse en el pasillo. Ella siempre estaba con Luna y él rodeado de todos sus amigos.

- Cierto es – dijo ella con una sonrisa, sin saber que más decir – la clase de hoy ha sido especialmente soporífera…

- La pregunta es cuando una clase de Binns no lo es – dijo el Gryffindor – en fin, me voy por las ramas… quería preguntarte a ver si vas a ir a Hogsmeade mañana…

La primera excursión a Hogsmeade ¡Se le había olvidado! Entre tanta charla de preparación para los T.I.M.O.S, Narnia posiblemente en peligro, y perseguir a Malfoy, su cabeza no había dejado espacio para esa información.

- Se me había olvidado completamente – dijo ella con una pequeña risa.

- Ah, bueno… - dijo el Gryffindor con algo de nerviosismo - …bueno, entonces, si no tenías pensado con quien ir y te apetece, he pensado que quizás te apetecería ir juntos.

Susan se quedó paralizada un instante. Estaba pensando en dar una excusa, pero, al no encontrarla, pensó en que Henry Davies era una compañía tan agradable como cualquier otra para ir a visitar el pueblo.

- Bien, de acuerdo – dijo ella asintiendo con la cabeza – estaré encantada.

- Bien… - dijo él comenzando a caminar hacia atrás – te espero a la hora de salida, bajo la escalera de la torre de Ravenclaw ¿bien?

- Perfecto – dijo ella despidiéndose con la mano.

- Perfecto…- dijo él levantando la mano torpemente, mientras salía corriendo.

 

Susan lo vio desaparecer por el patio interior más cercano. Con miedo, se dio la vuelta para observar las caras de sus hermanos. Todos ellos se sonreían unos a otros.

- Ya os vale – dijo Susan.

- No sé de qué hablas – dijo Edmund llevándose el libro a la cara – eso sí, es uno de los mejores fichajes que ha hecho el equipo de Gryffindor en años.

Peter asintió. Edmund era el que había heredado la capacidad para el Quidditch de su padre, estaba en el equipo de Slytherin con serias posibilidades de convertirse en capitán en unos años. Peter en cambio, a pesar de su maestría y gran agilidad con la escoba, no se caracterizaba por ser tan buen jugador y nunca había hecho las pruebas para su equipo.

-Es mono – dijo Lucy sonriendo, mientras intentaba hacer como que leía El Profeta.

 

Susan no tuvo tiempo de dar respuesta a ese comentario, ya que la estatua de la entrada comenzó a ascender y mostrar consigo la escalera que guiaba hasta la estancia. Los hermanos interpretaron aquel movimiento como su señal para subir al despacho de Dumbledore.

Nada más entrar, una muy afectuosa Polly Plummer fue abrazando con fuerza uno a uno a todos los Pevensie. Los ojos de todos los presentes se llenaron de lágrimas por la ausencia que quedaba palpable en aquella escena. El nombre de Digory Kirke no tardó en llegar a sus labios y una nueva ronda de abrazos fue necesaria.

- Te he echado de menos, Polly – dijo Susan a la anciana con cariño.

Ella llevó su mano a la mejilla de la chica y la acarició con suavidad, enjuagando una de sus lágrimas.

- Cada día estás más guapa – dijo con ternura.

- Eso piensa toda la escuela – dijo Edmund por lo bajo, causando no solo la risa de Peter y Lucy que se encontraban a su lado, sino la sonrisa de Albus Dumbledore.

 

Una vez terminados saludos, abrazos y llantos, el director hizo aparecer un sofá en frente de la mesa donde él estaba sentado. Los jóvenes tomaron asiento alrededor de Polly, que guardaba las manos de Susan y Lucy entre las suyas.

- Bien…- dijo el director – tengo entendido que tenéis que hablar con Polly de algo, algo importante, que podría poner en riesgo nuestra seguridad ¿He entendido bien?

Los adolescentes simplemente asintieron, sin siquiera murmurar palabra.

- He suplicado a la Señorita Plummer esa información, pero me ha revelado que no la contiene toda, pero piensa que ustedes sí.

- Así es – dijo Polly – Digory borró parte de la información de mi memoria.

Los hermanos Pevensie se giraron sorprendidos para mirar a la anciana, que les sonrió suavemente para tranquilizarlos.

- De acuerdo – dijo el director – así es como obraremos. No pretendo forzar a los Pevensie a contarme de que se trata, pero me fiare de la palabra de Polly.

Albus parecía de lo más intrigado, pero su tono procuraba no revelarlo ante su público. El director estaba acostumbrado a conocerlo todo él. Susan observó en su mirada cierta ansiedad, lo cual no era algo común en la mirada de aquel gran mago.

- Ese secreto, mató a Digory – dijo Polly – es vital, y debe mantenerse fuera del alcance del Señor Tenebroso. Y créame, señor director, los hermanos Pevensie son los indicados para guardarlo. Fueron escogidos para ello. Fuimos… fuimos escogidos para ello…

- Esto cada vez resulta más intrigante – dijo Albus mirando por encima de sus gafas de medialuna.

- Sé que va contra los deseos de Digory, pero quiero recuperar esos recuerdos con la ayuda de los niños.

Susan sonrió al ver cómo tras tantos años, Polly seguía llamándoles “los niños”.  Polly Plummer había sido una gran amiga de su abuela materna, fallecida misteriosamente años atrás, en los años de reinado de Voldemort. Desde entonces se había volcado con ellos como una abuela. Fue ella la que les invitó aquel verano a visitar al Profesor Kirke, en cuya casa Lucy encontró aquel misterioso armario.

 

- Este será el proceder – dijo Albus – debemos guardar ese secreto, pero para ello, debemos seguir unas normas.

- De acuerdo – respondió Polly por todos ellos.

- En primer lugar, estoy de acuerdo en que la Señorita Plummer recupere la información perdida, pero… deberás quedarte en Hogwarts, Polly… permanentemente.

- ¿Cómo? – preguntó ella incrédula.

- Nuestra profesora de estudios muggles se ha retirado, hace tan solo un par de días, y pienso que podrías ocupar ese puesto.

Polly se incorporó levemente. Su expresión era extraña, como lo era la propuesta del profesor. Susan contempló como la mirada de Lucy se iluminaba mientras agarraba la mano de la anciana con más fuerza. La idea también se le antojó alegre a Susan. La idea de tener a Polly en el colegio, a la tía Polly, como profesora, le hacía sentir aún más tranquila entre aquellos muros.

- Albus, no sé si…

- Es vital que no salgas nunca de Hogwarts – dijo Albus – Voldemort ya te tiene en su punto de mira.

- Di que sí, Polly… - le susurró Lucy.

Tras una larga charla, Polly aceptó, y se convirtió en la Profesora Plummer. No supo decir si realmente lo hizo por proteger aquel secreto, la insistencia de Albus, de Lucy, las miradas de los otros tres hermanos o esa pequeña inquietud que había tenido siempre por la enseñanza. El caso es que aceptó.

En cuanto a las normas de Dumbledore, no acabaron ahí. Polly no podría, bajo ningún concepto, a no ser que la situación fuera totalmente excepcional, salir de los terrenos del colegio. En cuanto a los hermanos Pevensie, podrían salir, para no levantar sospechas, pero siempre acompañados y a lugares que no se salieran de lo acostumbrado. Es decir, Hogsmeade durante el curso, y su casa en Navidades. Peter se removió en su asiento al lado de Susan, y Edmund levantó levemente una ceja, no muy convencido.

- Insistiría en que se me contara la historia completa, pero he comprendido ya que por ahora la idea está descartada – dijo el director – así que os indicaré los nuevos aposentos para la profesora, para que podáis hablar cómodamente.

 

Minutos más tarde, la puerta del nuevo despacho y aposentos de Polly Plummer se cerraba tras ellos, separando finalmente a la nueva profesora y los jóvenes magos del famoso director. Peter, impaciente, se giró hacia ellos, agitó su varita para silenciar la puerta, y se giró hacia su familia, con un porte y un tono que a Susan le recordaron a otra época, a otro mundo. Casi pudo imaginarlo con su corona dorada sobre su cabeza, cuando el sumo monarca habló:

- Creo que debemos aclarar este asunto de una vez por todas. Narnia está en peligro.


 

La Mansión Malfoy parecía no conocer ya lo que era la luz. Una niebla densa y oscura llevaba ya semanas cubriéndola, escondiéndola de la luz del día. Pero las noches, eran aún más tenebrosas, pero no tanto como el mago que cobijaba bajo su techo. Las velas y las antorchas parecían brillar menos a su paso. El silencio causaba eco al pasar de su sinuosa figura, acompañada de aquella gigantesca y reptante criatura.

Llevaba ya horas sentado en su escritorio, cuando uno de sus Mortifagos más allegados plantó en la mesa una nota, no sin antes hacer una reverencia.

- Parkinson – saludó Voldemort.

- Señor Tenebroso – dijo él inclinándose de nuevo – hemos visto a la aurora Plummer en el Callejón Diagon, acompañada de Alastor Moody.

- ¿Sabemos a dónde se dirigía? – preguntó él.

- A Hogwarts – contestó el Mortífago – nuestros espías en El Profeta nos lo han revelado, se anunciará mañana a primera hora. Dumbledore la ha nombrado profesora de Estudios Muggles.

Voldemort miró a el barbudo mortífago con sus ojos de serpiente, y formó en su faz una pequeña sonrisa, sin separar sus labios. Leyó la nota con la información exacta que le había tendido en la mesa y volvió a mirarlo.

- Comunícate con Draco o Snape, por los medios acordados – dijo en un tono sombrío – es hora de que Pansy Parkinson me muestre su lealtad.

 

El Mortífago asintió, con seriedad, mientras escuchaba atentamente la misión que el mago quería encomendar a su hija. Anotó cada detalle en su mente, no quería que nada fallara. No, no podía fallar, y él lo sabía. Desde aquel momento, Pansy Parkinson sería la nueva espía de la ex aurora, y ahora profesora, Polly Plummer.

 

Forward
Sign in to leave a review.