BEYOND TIME (ES)

Harry Potter - J. K. Rowling Chronicles of Narnia - All Media Types Chronicles of Narnia - C. S. Lewis Chronicles of Narnia (Movies)
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BEYOND TIME (ES)
Summary
En una búsqueda por encontrar una nueva y temible arma, El Señor Oscuro se adentra en territorios inexplorados, en busca de algo que le faltaba en su anterior reinado de terror.La Orden del Fénix sospecha que su enemigo ha tropezado con la existencia de nuevos mundos, un secreto celosamente guardado y cuidadosamente transmitido a lo largo de generaciones de varios de sus miembros.Poco saben que la respuesta a su dilema podría encontrarse donde menos lo esperan: en los hermanos Pevensie, quienes albergan un secreto propio que será clave para la salvación del mundo tal y como lo conocen.
Note
Antes de comenzar, quiero aclarar varios puntos sobre el contenido de esta historia:- Esta historia de fanfiction se esfuerza por mantener un alto nivel de fidelidad al canon establecido del universo de Harry Potter. Los elementos centrales, las reglas y la mitología del mundo mágico de J.K. Rowling son mantenidos y respetado. Sin embargo, se introducen modificaciones significativas debido a la inclusión de Narnia y sus personajes en la trama. Esta fusión de dos universos ficticios distintos crea una dinámica en la que la narrativa familiar de Harry Potter se ve alterada por la introducción de elementos de Narnia.- Como resultado de esta fusión, surgen nuevas relaciones y personajes. Las interacciones entre los personajes de ambos mundos conducen a desarrollos únicos e inesperados, enriqueciendo la complejidad de la historia.- El siniestro plan de Voldemort experimenta cambios sustanciales debido a la presencia inesperada e influencia de Narnia en el mundo mágico. Esta alteración en su estrategia introduce un nivel de imprevisibilidad que desafía la narrativa convencional de Harry Potter.- El fanfiction mantiene una línea de tiempo paralela a la serie original de Harry Potter, con la distinción clave de que la familia Pevensie se integra perfectamente en el mundo de la magia. Poseen su propia ascendencia mágica, historia y conexiones familiares dentro de este universo, enriqueciendo la profundidad de la historia.- Los eventos de los tres viajes de los hermanos Pevensie a Narnia ya han tenido lugar en la historia, manteniendo su esencia. Los Pevensie triunfaron exitosamente sobre la Bruja Blanca y ayudaron a Caspian, como en el canon de Narnia. Sin embargo, en esta narrativa, nacen en una época y entorno diferentes dentro de nuestro mundo.- Además, este fanfiction tiene como objetivo dar importancia a personajes secundarios de la serie de Harry Potter, brindándoles la oportunidad de dar un paso al frente y desempeñar roles significativos en la narrativa que se desarrolla. Si bien los personajes principales siguen siendo fundamentales, estos personajes secundarios aportarán nuevas perspectivas y profundidad a la historia. Conoceremos a personajes de otras cosas que pasaron desapercibidos en la saga original, como por ejemplo: Hannah Abott, Eloise Midgen, los hermanos Creevey, Pansy Parkinson... entre otros.- Sin hacer spoiler sobre de qué manera ocurrirá esto, los lectores encontrarán personajes de diversas eras en la historia del mundo mágico. Esto incluye a los Merodeadores y sus ancestros, ampliando el alcance de la historia y brindando perspectivas sobre la rica trama de la historia mágica.Eso es todo, creo ¡Espero que disfrutéis de esta historia! ¡Hogwarts y Narnia os esperan!
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Chapter 5

Capítulo 5

El fuego de la chimenea ya eran tan solo brasas cuando los Pevensie y la Profesora Plummer terminaron de aclarar lo sucedido. Aquella noche, a pesar de ser aún septiembre, el viento chocaba contra las paredes y se filtraba por los rincones de aquella apartada zona del castillo. Pero alrededor de las brasas el ambiente, aunque tenso, era cálido.

Los parpados de Edmund comenzaban ya a pesar, pero más lo hacía la urgencia que le acechaba. Se incorporó levemente en el sofá.

- Entonces, si no he entendido mal. Lo que el Señor Tenebroso quiere saber… - comenzó a decir el Slytherin - … es como Digory y tú conseguisteis viajar entre mundos.

- Exactamente – dijo Polly.

- Pero tú… no recuerdas ese detalle de vuestra historia – prosiguió Edmund con pesadumbre.

- En absoluto, está totalmente borrada – dijo Polly – pero yo creía…

- Que el profesor nos había contado cómo – terminó Susan.

- Pues no es así – dijo Peter con nerviosismo – nunca entró en el detalle de cómo viajasteis.

- Pensábamos que Narnia simplemente te llama, y acudes – dijo Lucy – si pudiéramos elegir volver…

- Nosotros estuvimos en el inicio, en la canción de Aslan… - dijo Polly – viajamos por otro medio. Tenía que ver con el tío de Digory.

- ¿Y el armario? ¿Qué fue del armario? – preguntó Susan.

- Digory lo destruyó, o lo escondió… nunca me lo dijo – dijo la nueva profesora.

- De todas formas, el armario no funciona si Narnia no te llama – dijo Lucy.

- La gran pregunta es – dijo Peter – nosotros no tenemos toda la información, nos falta la pieza clave… pero ¿y Voldemort? ¿Tiene los medios para conseguir esa información?

 

Los cinco se quedaron callados durante varios segundos, con tan solo el sonido del viento como banda sonora. Polly fijó su mirada de nuevo en el fuego, o lo que quedaba de él, pensativa.

- Andrew Ketterley, el tío de Digory – dijo la anciana en un tono reminiscente – era un hombre horrible. Obsesionado con dos cosas: la sangre pura y la existencia de otros mundos. En concreto, como viajar entre ellos.

- Eso nunca nos lo contó el profesor – dijo Susan.

- Pensó que una sangre sucia era la mejor opción para un experimento – dijo la anciana – no recuerdo como ocurrió, pero me engañó… y viajé.

- ¿Qué fue de él? – dijo Edmund con rabia - ¿Con el tío del profesor?

- Tras conocer a Aslan, no volvió nunca más a las andadas – dijo ella – apartó el tema, hasta que años después murió. Realmente hubo un cambio en él, ni siquiera parecía importarle ya el tema de la pureza de la sangre.

- Nadie queda indiferente ante Aslan – dijo Lucy con una sonrisa.

 

Polly sonrió y asintió, mientras acariciaba el pelo de la muchacha. Lucy volvió a sonreír.

- ¿Tenía el profesor más familia? – preguntó Susan - ¿fue Andrew quién descubrió el secreto? ¿La existencia de otros mundos?

- El secreto vino de su madrina, la Señora Lefay. Todos la tomaban por loca, pero consiguió arrastrar a Andrew a creerla antes de morir.

- Otro cabo suelto – dijo Edmund llevándose las manos a la cabeza.

 

Susan por su lado, apuntaba todo lo que la profesora iba diciendo en una hoja de pergamino que había sacado de la mochila, bajo la atenta mirada de Lucy. Peter era incapaz de estar sentado, y daba vueltas a la estancia sin parar.

- Tenía dos hermanas. La madre de Digory, y su tía – dijo ella – creo que no llegaron nunca a conocer la verdad.

 

Polly sonrió mirando al fuego de nuevo.

- Mabel, su madre, era una gran mujer – dijo con nostalgia – nunca le molestó que fuera hija de muggles. Aún recuerdo como nos cantaba… Estuvo a punto de morir, pero le salvó una manzana de Narnia. Un milagro de Aslan.

- ¿Y el padre del Profesor Kirke? – preguntó Edmund, intrigado.

- Digamos que amaba mucho a su mujer, era imposible no hacerlo. Quería mucho a Digory también, pero… estaba obsesionado con la pureza de la sangre. Solo podía visitar su casa cuando viajaba.

- Eso es horrible – dijo Lucy.

- Luego estaba la hermana de Andrew y Mabel – continuó Polly – Letitia. Cuando la conocí era una dura mujer con muchos y grandes prejuicios. La única Gryffindor de una larga familia de Slytherins. Al principio, me trataba con desdén cuando Mabel me dejaba entrar en la casa, pero creo, que, con el tiempo, me llegó a coger verdadero cariño. Teníamos un carácter similar.

- ¿Y qué fue de todos ellos? – dijo Peter con algo de impaciencia.

- Los padres de Digory murieron, Letitia también, no estaba casada. Murieron de vejez.

- Entonces ¿Quién va a heredar la mansión Kirke? – preguntó Edmund - todo esto sucedió ahí, ¿no?

- En su casa de Londres, pero fue vendida – dijo ella.

- Pero ¿Y los documentos? – preguntó Edmund – puede que haya documentos familiares que revelen lo que queremos… más bien lo que Voldemort quiere saber.

- Es cierto – dijo Peter - ¡hay que ir ahí en seguida!

- Calma, Peter – dijo la anciana – recuerda las normas de Dumbledore.

- Estoy cansado de seguir normas – dijo Peter - ¡no soy un niño!

- Para él sí – dijo Polly en un tono pausado – se que es duro Peter, pero nos enfrentamos a uno de los magos más oscuros de todos los tiempos.

- Esos documentos estarán escondidos – dijo Susan poniendo la mano en el hombro de su hermano - ¿Crees que el profesor borraría la memoria de Polly para dejarlos a merced de Voldemort? Seguramente esa mansión este protegida de todas las maneras posibles, el Encantamiento Fidelio, muy probablemente.

 

Polly asintió a ese último comentario, haciendo que Peter volviera a respirar y Susan sonriera levemente con orgullo. Peter se dejó caer en el sofá contiguo al de la anciana.

- Lo siento Polly, es sólo qué…

- Tranquilo muchacho – dijo ella acercándose para agarrar su mano – tú y yo, somos muy parecidos… protegemos a los nuestros hasta el final. No has hecho nada malo.

 

Peter sonrió a la Profesora Plummer asintiendo ante su afirmación. Polly se giró para mirar las caras cansadas del resto de los hermanos y decidió que ya era hora de terminar, por hoy, aquella clandestina reunión.

- Bien, esto es lo que vamos a hacer. Y esto lo digo como profesora – dijo medio riendo y dando un suave pero rotundo golpe en el sofá – ahora vais a ir a dormir. Y yo voy a averiguar quién es la persona que ha heredado la casa de los Kirke. Alertaré a Dumbledore para que se vigile la zona, sin dar más información que esa a la Orden. Y ahora que estamos aquí iremos hablando y siguiendo las pistas que encontremos ¿de acuerdo?

 

Los hermanos Pevensie no tuvieron mucho que hacer ante la firmeza de Polly, solo les quedó decir que sí. Tras abrazarla por última vez, los cuatro hermanos salieron por el oscuro pasillo rezando por no encontrarse con ningún profesor por el camino.

Susan y Peter fueron dirección a las torres mientras que Lucy y Edmund bajaron las escaleras hacia la zona inferior del castillo. Una vez se hubieron despedido, Edmund avanzó hasta la sala común. La serpiente abrió el hueco de la pared a su paso, con tan solo susurrar la contraseña.

Cuando bajó las escaleras de caracol a la estancia central, bostezando, algo llamó su atención. Una figura solitaria estaba sentada junto a la chimenea, con un papel en las manos, y los ojos llorosos.

- ¿Todo bien, Parkinson? – dijo él en un tono extrañado.

- ¿Alguna vez te ha importado, Pevensie? – contestó ella con brusquedad.

Sin insistir, Edmund puso los ojos en blanco y avanzó hasta la zona de los chicos, tan solo girando la cabeza una vez más antes de adentrarse en el sinuoso pasillo. Si, no se lo había imaginado, el ligero tono de terror en la voz de la alumna de sexto. Temblaba ligeramente frente a la chimenea, pero no era de frio. Algo la aterraba, algo la mantenía despierta a altas horas de la noche, y no parecía ser nada bueno.

No dijo nada más, y avanzó por el pasillo hacia su cama, olvidando en seguida aquella nocturna escena que, sin duda, volvería a su mente más adelante. Ahora no era consciente, pero su reflexión de la primera noche del curso no había sido desacertada. La guerra había empezado a lucharse, y el primer disparo era para los Slytherin.

 


- Venga, Pevensie – dijo la voz de Astoria con impaciencia sacándolo de su ensoñación - ¿no quieres ir a Hogsmeade? ¡Vamos!

Edmund abrió los ojos lentamente, aún con el eco de su profundo sueño pesando sobre sus párpados. La habitación de los chicos de cuarto ya estaba vacía y al otro lado de la puerta, se podía escuchar el alboroto.

-¿Qué hora es? – preguntó llevándose la almohada a la cabeza.

- Las once y media – respondió Astoria - ¿Se puede saber dónde te metiste ayer que estabas tan casado?

- Eso es información secreta – dijo el chico bostezando.

- Ni así consigues parecer interesante, Ed – dijo la chica poniendo los ojos en blanco – ¡Te quiero cambiado en cinco minutos o te llevaré levitando yo misma a Hogsmeade!

 

Edmund dio otro bostezo y se estiró mientras la chica Slytherin cerraba la puerta de la habitación de un portazo. Remoloneó un minuto más en su cama y se levantó torpemente. Diez minutos después y con el pelo aún mojado de la ducha, se reencontró con Astoria en la entrada de la sala común.

Astoria era la mezcla perfecta entre dulce y refunfuñona. Durante los primeros minutos de camino, no pronunció palabra, molesta por el hecho de que Edmund hubiera tardado más de lo acordado, o más bien ordenado por ella, en salir de la sala común, y no se hubiera disculpado. Pero conforme caminaban hacia las puertas del castillo, su expresión se fue relajando y su cara pasó del enfado al aburrimiento.

- ¿Has oído lo de la nueva profesora? – dijo la chica con curiosidad.

Edmund se giró para mirarla. Astoria Greengrass era el hibrido perfecto entre Slytherin y Ravenclaw. No solo estaba ávida de conocimiento, no, lo buscaba por todos lo medios. Era altamente intuitiva y observadora, y nada se le escapaba.

- ¿No tendrá algo que ver con el hecho de qué te hayas levantado tan tarde?

- Greengrass, a veces eres tan lista que eres insoportable – le dijo él en un tono alegre.

- Gracias, Ed – dijo riendo – pero no dejes de responder a mi pregunta.

- Es una amiga de la familia – dijo el chico – y Dumbledore ha pensado en ella para el puesto de Estudios Muggles.

- ¿Es parte de la Orden? – preguntó ella, intrigada.

- Simplemente viene a cubrir una vacante, no le des más vueltas, Astoria.

- Bueno… - dijo ella sin estar muy convencida – estaba planteándome dejar esa asignatura, pero daré una oportunidad a la amiga de los Pevensie.

- Siempre me ha sorprendido que hagas esa asignatura – dijo Edmund.

- Deberías apuntarte conmigo, soy la única Slytherin de cuarto que la hace… - dijo ella – aunque tendré que desapuntarme el año que viene para que no figure en mi hoja de los T.I.M.Os

- ¿Por qué? – preguntó Edmund.

- ¿Qué crees que pensará el Señor Greengrass si ve a una de sus hijas apuntada a una asignatura sobre estudios muggles? – preguntó retóricamente – la profesora Burbage omitía las notas que se envían a casa para evitarme problemas, pero los exámenes del ministerio son oficiales.

 

Edmund no dijo nada más al respecto. Solo pudo sentirse agradecido de que, en su familia, a pesar de ser en un gran porcentaje, lo que el padre de Astoria llamaría “sangre limpia”, no había esa visión sobre la pureza de la sangre. Los muggles eran igual de merecedores de respeto que los magos. Su familia lo llevaba viviendo así desde hacía generaciones. Es por ello por lo que el apellido Pevensie ya no figuraba entre la lista de los sagrados veintiocho. Pero para ellos, aquella expulsión era un hecho histórico en la familia que les llenaba de orgullo.

- Siento que tengas que vivir así – dijo Edmund con sinceridad.

- Bueno… me quieren ¿no? Simplemente yo no quiero ser como ellos… - dijo Astoria – no quiero tomar malas decisiones.

- ¿De verdad odian tanto a los muggles? – preguntó Edmund.

- En realidad, lo cierto es que creo que no – dijo ella – simplemente tienen miedo. El entorno de mi familia… todos sus tratos, sus negocios, es como una gran red. Pero creo que tienen miedo a pensar distinto y que les rompan la cuerda.

- Entiendo lo que dices – dijo el chico – es como la tensión que se respira en la sala común…

- Lo he notado – dijo ella – esperaba que nuestra generación fuera distinta ¿Sabes? Que supiéramos romper con tanta maldad. Pero ha vuelto la guerra, e ir en contra de los tuyos, de los que quieres… es una tarea difícil.

- Ayer me encontré a Pansy Parkinson, de madrugada – dijo Edmund recordando la escena – creo que estaba llorando.

- Sería por uno de esos chicos estúpidos con los que sale, Parkinson no se caracteriza por tomar buenas decisiones en ese respecto – dijo la chica – cuentan por ahí que ha pasado algo este verano con McLaggen, el Gryffindor de séptimo… ¿te imaginas?

- No – dijo el chico – ósea, no, no es que no me lo imagine, digo qué… parecía asustada, no simplemente dolida.

Astoria se quedó en silencio durante unos segundos, y puso esa expresión tan concreta que Edmund supo que realmente había empezado a darle vueltas a lo que su amigo contaba.

- ¿Crees que esconderá la marca? – preguntó Astoria.

- ¿Qué…? – preguntó Edmund.

- ¿Qué si crees que es uno de ellos? – dijo ella.

- Sí, sí, sé lo que dices… - dijo el chico – lo que no me imagino es a la snob de Pansy Parkinson siendo una mortífaga. Pensé que se pegaría la vida marujeando hasta convertirse algún día en la Señora Malfoy.

- Uf, realmente hay destinos peores que la muerte – dijo Astoria resoplando con fuerza – así yo también me haría mortífaga.

 

Edmund no dio más pie a la conversación. Astoria siguió elaborando teorías hasta que el chico consiguió por fin encadenar otro tema de conversación algo menos escabroso. Pansy Parkinson podía ser cruel, podía estar llena de prejuicios. Pero ¿una Mortífaga? No, aquello solo podía ser una elucubración de su amiga, nada más.

 


 Susan esperó bajo la escalera de la sala común durante varios minutos mientras los alumnos de Ravenclaw bajaban de la torre y se unían a la marea de Gryffindors que pasaban por aquel pasillo rumbo al puente. Busco entre las cabezas el pelo rojizo oscuro de Henry, pero el chico no había llegado todavía.

A pesar de no saber porque había dicho que sí a la invitación del Gryffindor, Susan se había encontrado a sí misma frente al espejo aquella mañana, anticipando el momento. Se había peinado el pelo en una trenza ladeada, dejando que un par de mechones escaparan a ambos lados de su cabeza. Solía peinarse de esa manera en Narnia. No para los bailes o el día a día en palacio, pero si que optaba por aquel peinado en sus largas excursiones a caballo, o sus cacerías. Era así como llevaba el pelo antes de cruzar accidentalmente de vuelta a su mundo la primera vez.

La chica intentaba no pensar mucho en ello. Pensar en Narnia causaba a menudo, demasiado dolor. Añoraba tantas cosas de aquel mágico lugar.

- ¿A dónde vas tan arreglada, Pevensie? – preguntó una familiar voz a su espalda.

Anthony Goldstein estaba de pie, unos pocos escaños por encima de ella, con su brazo apoyado en la barandilla. Sonreía a la chica alegremente.

- A Hogsmeade – dijo ella con nerviosismo - ¿tú?

- A el mismo lugar – dijo con una sonrisa - ¿Vamos juntos? ¿O esperas a alguien?

Susan volvió a mirar al pasillo antes de contestar. Miro a Anthony con una sonrisa nerviosa, antes de decir.

- He quedado con un amigo de Gryffindor – dijo girando la cabeza mientras hacia una pequeña mueca con sus dientes.

- ¡Ah! No te preocupes… - dijo el chico intentando aparentar indiferencia – otra vez será…

- Lo siento, de veras – dijo ella con una sonrisa – la próxima vez, sin falta.

- Bien, de acuerdo, cuento con ello – dijo bajando los escalones, rozando levemente su hombro con el de la chica antes de girarse a mirarla – no rompas ninguna norma sin mi…

- Jamás se me ocurriría – dijo ella, por fin con una sonrisa sincera.

- Bien… - dijo él también sonriendo – nos vemos luego, entonces.

Susan asintió con la cabeza, sonriendo al chico. Él se giro un par de veces antes de despedirse con la mano y perderse al final del pasillo. La chica lo miró durante todo aquel recorrido, sin poder evitar que un suspiro saliera de sus labios, aun levemente abiertos.

 

- Hola Pevensie – dijo la voz de Henry a sus espaldas - ¿Llego tarde?

- No, he sido yo la que he bajado antes – dijo ella girándose para sonreírle.

- Bien, me hubiera sentido fatal haciéndote esperar – dijo el chico.

Susan sonrió mirando al chico con ternura. Llegaba con el pelo aún húmedo y despeinado, se notaba que había llegado corriendo. De todas formas, todo el aspecto algo desaliñado lo compensaba con su amplia sonrisa. Henry Davies sin duda transmitía una sensación de calidez.

El Gryffindor, al darse cuenta de que la chica lo miraba, comenzó a recolocarse la camisa y se llevo la mano al pelo para peinarse. Susan sonrió aún más ante la escena.

- ¿Vamos? – dijo ella – quiero probar esas chuches de Honeydukes de las que todo el mundo habla.

- ¿No las has probado nunca? – dijo Henry – a mi me encanta el helado levitador.

- Solo he estado en Hogsmeade una vez, con mis padres, y la tienda estaba cerrada – dijo Susan – la última vez que estuve en el colegio estaba en segundo, y aún no había podido ir con el colegio.

- Entonces ¿tengo el honor de acompañarte en tu primera visita al pueblo? – dijo él haciendo una pequeña reverencia en broma.

Susan no pudo evitar sonreírse ante la escena. Le trajo a su mente el recuerdo de tantos y tantos caballeros que se habían postrado ante ella. Todos los reinos vecinos llenaban el castillo de pretendientes que buscaban la mano de la reina en matrimonio. Solo uno en ese salón había sido capaz de capturar su corazón.

- El honor será mío – dijo entonces, con los ecos del pasado resonando en su entonación.

Henry Davies le devolvió una amplia y sincera sonrisa que por poco hizo a la chica sonrojarse. Aquel Gryffindor era sin duda, una compañía muy agradable.

 

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