A Siriusly Complicated Situation [Traducción]

Harry Potter - J. K. Rowling
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A Siriusly Complicated Situation [Traducción]
Summary
Sirius entró en el velo pero no estaba muerto, cayó por el otro lado en el aire. Muy por encima de los Alpes en Europa. En plena Segunda Guerra Mundial de los muggles.¿Cómo llega desde allí a cazar Horrocruxes con su ahijado?
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Chapter 8

Minerva McGonagall aceptó el mensaje de Fawkes el fénix y suspiró, parecía que Albus tenía otro plan loco y precipitado para la orden.

Al abrir la nota frunció el ceño. -¿Uno de mis leones se va a casar?-. Ladeó la cabeza, pensativa. -Me pregunto cuál... ¿Y me quieren allí? ¡¿Ahora?! ¡¿Hoy?!- Fawkes asintió con un trino. -Bueno, será mejor que me cambie, ¿no?-. Abrió su armario y encontró un traje adecuado para una boda de verano al aire libre y lo levantó. -Sí, con eso me vale-. Un movimiento de su varita y un "verto" susurrado en voz baja y estaba lista para salir. -Tendré que enviarles un regalo más tarde-. Le dijo a Fawkes, que volvió a trinar y se elevó en el aire, se posó en el hombro de McGonagall y, con un alegre chirrido, se los llevó en volandas.

Aterrizaron en un exuberante jardín, con brillantes flores de verano salpicando el verde follaje.

-¡Profesora!- La voz de Harry Potter llegó desde detrás de ella y se apresuró a darse la vuelta, con Potter estaban Granger, Longbottom y la chica Lovegood, además de algunos miembros de la Orden. -Por aquí profesora, tenemos un asiento para usted, aquí mismo-. La acomodaron suavemente en una silla muy parecida a la que utilizaba en su despacho.

-Gracias, Potter-. Señaló con la cabeza al adolescente.

-No se preocupe, profesora. Disfrute del espectáculo-. Casi se estaba riendo.

-Encantador-. La voz de Albus llegó hasta ella y miró en su dirección, divisando a su jefe de pie frente a los espectadores con dos hombres desconocidos, uno de espaldas a ella y otro de frente. Estudió al hombre que estaba frente a ella, pero no había nada en él que le resultara familiar. -Ahora que la profesora McGonagall se ha unido a nosotros, comenzaremos...-

Diez minutos después, se inclinó figurativamente, levantó la mandíbula del suelo y se acercó a los novios.

-El Sr. Black-. Ella le dio a uno de los hombres una sonrisa suave, mientras que el otro recibió una mirada dura. -Enhorabuena. Aunque...- Ella levantó una ceja al hombre que ahora sería conocido como Buchannan Black. -Por qué demonios elegirías a este réprobo como marido, simplemente no lo sé-.

Sirius gimoteó y Bucky rió. -Harry dijo que dirías algo así. Pero... sinceramente, no me ha parecido ni de lejos tan malo como todo el mundo dice-.

-¿De verdad...?- dijo McGonagall con indiferencia.

-Sí-. Bucky asintió. -Después de escuchar a mucha gente decir lo mismo, armamos una serie de recuerdos, en una pensadero por supuesto, para que los dudosos los vieran. Incluso Moody dice que Siri creció-.

-Me gustaría ver esos recuerdos-. Dijo McGonagall. -No es que dude de ninguno de los dos, sólo que quiero ver más de ustedes dos juntos. El matrimonio es un gran paso y con Sirius huyendo del Ministerio durante los últimos dos años, encontrar tiempo para estar juntos debe haber sido difícil. Sobre todo, porque se suponía que estaba encerrado en Londres-. La última frase no iba dirigida a Sirius, sino a Remus Lupin.

-Oh, es mucho más complicado que eso-. Sirius se rió. -Vamos, y te prepararé el pensadero, cuando hayas visto eso, lo entenderás mejor-. La condujo a una casa señorial de aspecto sólido y a través de ella a un pulcro despacho. -Cuando estés lista, pasa por ahí-. Le señaló una puerta que daba a un gran salón de baile.

-Lo haré-. Ella asintió y se acercó a la criba que había sobre un escritorio en la sala central.

Cuando salió, aunque mucho después, se quedó allí unos instantes antes de suspirar e ir en busca de sus leones. Al ver a la pareja que hablaba con Harry y Tonks, hizo un gesto a Harry, Tonks y Bucky para que no se percataran de su presencia y se acercó silenciosamente por detrás de Sirius.

-Cincuenta puntos de Gryffindor, señor Black-. Le espetó, después de guiñarles un ojo a los otros tres.

Sirius giró en su sitio y graznó -¡Cincuenta!-. Antes de recordar que ya no era un estudiante. -No me haga eso, profesora...- gimoteó.

Bucky se rió y tiró de Sirius contra su pecho. -Me gusta, ¿podemos quedárnosla?-.

-Te gustan todos los que me hacen pasar un mal rato-. Murmuró Sirius.

-Claro que me gustan-. Bucky sonrió. -Significa que vienes enfurruñado a mí, para que te abrace-.

-Oh-. Sirius parpadeó sorprendido.

-Cuanta más gente se burla de ti, más mimos recibo-. Explicó el americano, apoyando la mejilla contra el pelo de Sirius.

-Eso solo funcionará hasta cierto punto-. Advirtió Remus mientras se unía a ellos. -Una vez que llega al límite, empieza a hacer bromas-.

-Oh, ya sé...- Bucky asintió con vehemencia. -Howard solía tomarle el pelo. Mucho. Solía hacerlo. Hasta que Siri volvió toda su ropa rosa y amarilla. Hasta la ropa interior. Después de eso fue un poco mejor. Siri sólo tuvo que recordárselo un par de veces antes de que entendiera el mensaje. Las bromas están bien, pero con moderación-.

-Los gafes de cambio de color son fáciles-, Remus se encogió de hombros, -requieren poca energía y se pueden programar para que caduquen en un momento determinado. También se pueden vincular a una persona y a un tipo de objeto, de modo que cada vez que la persona toque ese tipo de objeto, cambie al color establecido-.

-Sí-. Bucky sonrió. -Siri me lo ha explicado-.

-¿Señor Potter?- McGonagall preguntó.

-¿Sí, profesora?- respondió Harry.

-No esperaba verlo aquí-.

-Ah...- Sirius hizo una mueca. -Le recordé a Albus que Riddle tomó la sangre de Harry para usarla en su... resurrección...-

-Sí...- McGonagall frunció los labios.

-Eso significaría, en lo que respecta a los guardianes de sangre, que Riddle es una parte de Harry-. Explicó Sirius. -Eso anularía las protecciones que Albus puso alrededor de la casa de los Dursley-.

-Oh, Dios...- McGonagall jadeó.

-Lo que significa que Riddle podría entrar en cualquier momento y llevarse a Harry-. Sirius gruñó. -Eso no va a pasar. No durante mi guardia-.

-No-. Remus asintió. -Por eso estamos aquí. Esta isla perteneció a Alphard Black, quien, según las pociones de adopción de sangre que Alphard dejó en su bóveda, es ahora el padre de Sirius. Ha estado bajo fidelius desde antes de que empezáramos Hogwarts, con Sirius como Guardián Secreto. Así que decidimos aprovecharlo y...- durante los siguientes diez minutos Remus explicó lo que estaba planeado para Harry y sus amigos.

-Ya veo...- McGonagall asintió.

-Albus por fin ha accedido a explicar exactamente lo que está pasando y por qué tiene que ser así-. Añadió Sirius. -Dice, que responderá a todas y cada una de las preguntas que tengamos, pero sólo si accedemos a mantenerlo entre nosotros-.

-Va a preguntarle al profesor Flitwick si viene a enseñarnos algo de lucha con espadas y cuchillos-. dijo Harry. -Pero no se le va a decir todo, sólo que es para la guerra. Nada más-.

-Me gustaría saber exactamente qué es lo que le van a enseñar, señor Potter-. Pidió McGonagall. -Como jefe de su casa, sería prudente estar al tanto de sus capacidades. Lo último que necesito es que convierta al señor Malfoy en un hurón como hizo el impostor-Moody en su cuarto año-.

-Eso fue perverso-. Harry sonrió. -Se lo merecía totalmente-.

-Puede que sí, pero independientemente de si era o no realmente Alastor Moody, Bartemius Crouch Jnr, estaba representando a un profesor y debería haber tenido una actitud más profesional-. dijo McGonagall con severidad. -Si me entero de que tú o tus... compatriotas hacéis algo parecido...- Dejó la amenaza en el aire.

-No hasta que terminemos la escuela, profesora-. Harry le aseguró a la bruja.

-No me refería a eso, Potter-. Ella resopló.

-Ya lo sé-. Sonrió, provocando la risa de Sirius.

-A veces me recuerdas a tu madre, Potter-. McGonagall sacudió la cabeza con cariño. -Siempre conseguía librarse de los castigos, sobre todo usando lo que habíamos dicho en nuestra contra-. Parpadeó un par de veces y recuperó su actitud severa. -Ahora, necesito hablar con el Sr. Falsworth. Por favor, discúlpenme-. Les hizo una reverencia con la cabeza y se marchó en busca del Comando Aullador.

-Señor Falsworth-. McGonagall finalmente acorraló al hombre cerca de la mesa de bebidas.

-¿Ah...?-.

-James Montgomery Falstworth, creo-. Minerva McGonagall enarcó una ceja mientras hablaba.

-¿Señorita McGonagall?- Falsworth parpadeó al reconocer a la hija de su vecino.

-Efectivamente, señor Falsworth-. McGonagall asintió. -¿Cómo te mezclaste con todo esto? Recuerdo que volviste de la guerra y, aparte del Día del Recuerdo, llevabas una vida muy tranquila. Malcolm y Robert estaban muy decepcionados porque te negaste a enseñarles a luchar. ¿Qué ha cambiado?-.

-Ah... Bueno...-

-Señor Falsworth-. McGonagall se limitó a mirarlo fijamente.

-Ya somos viejos. Y...-

-Desde luego, no lo pareces-. McGonagall lo interrumpió.

-¿Esto?- Señaló su cuerpo. -Esto es inducido por una poción y aunque durará unos meses, no es permanente para nosotros, como lo es para Peggy. Nosotros cuatro somos los últimos Comandos Aulladores, cuando muramos... No quedará nadie, aparte de Barnes. Nadie que haya estado allí, nadie que nos recuerde, de la forma en que queremos ser recordados-.

-¿Y qué, si puedo preguntar, provocó esto?-.

-Barnes-. Falsworth respondió. -Al igual que el público, nunca supimos qué pasó con él o con Black, simplemente desaparecieron. Sólo Phillips, Stark y Peggy lo sabían y Peggy es la única de ellos que sigue con nosotros-.

-Ya veo-. McGonagall asintió con la cabeza. -Deseo ver su programa de entrenamiento-. No era una petición. -Puede que tenga algunas cosas que añadir-. Canturreó. -También tendré que hablar con Albus. Y tal vez con Augusta y Xeno-.

Mientras hablaba, Falsworth volvía a guiarla en dirección al despacho. Se acercó a un escritorio más pequeño y abrió una carpeta que había sobre él.

-Esto es lo que se nos ha ocurrido hasta ahora-. Señaló una hoja de pergamino.

-¿Pruebas? ¿Esto es sólo para una semana?- McGonagall frunció el ceño.

-Así es-. Falsworth asintió. -Necesitamos saber de lo que son capaces los chicos antes de lanzarlos por encima de sus cabezas y esperar que naden, a la primera. Además, Harry quiere aprender a luchar con espadas y cuchillos y no tenemos a nadie que le enseñe eso, al menos no todavía. Albus iba a hablar con algún conocido, pero se supone que eso será hoy más tarde. Esta es una lista aproximada de lo que esperamos enseñarles, dependiendo del tiempo-. Extendió una segunda hoja.

-Ya veo-. Repitió McGonagall tras una rápida lectura. -Muy bien. Añade animagos a la lista, por favor. Justo al principio-.

-No es así como funciona-. Falsworth dijo. -Una vez que sepamos lo que pueden hacer, nos sentaremos con ellos y resolveremos quién va a aprender qué y cuánto saben ya de ello. Luego haremos horarios, uno para cada uno y sólo para una semana cada vez. Cuando sean competentes en algo, pasaremos de la formación intensiva al repaso diario-.

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Al ponerse el sol aquella tarde, McGonagall se sentó en una gran mesa redonda, con todos los demás residentes de la Isla de la Libertad, en el gran salón de baile de la mansión.

-Muy bien, Albus-. Sirius miró al director. -Empieza a hablar y sigue hasta que te digamos que pares-.

-Muy bien-. Albus Dumbledore asintió. -Estamos aquí para ayudar al joven Harry a acabar con esta guerra. Para hacerlo, necesitamos saber todo lo que hay que saber sobre su oposición. Su nombre de nacimiento es Tom Marvolo Riddle. El público lo llama Él-Que-No-Debe-Ser-Nombrado o Ya-Sabes-Quién. No diré el nombre que él mismo se puso, porque hace poco me han informado de que piensa echarle una maldición tabú, si es que no lo ha hecho ya-. Levantó una robusta copa de cristal y bebió un sorbo de dulce zumo de naranja dorada. -Hijo de Merope Gaunt, una casi squib, y de Thomas Riddle, un muggle adinerado, nació en un orfanato londinense el...-

Dumbledore tardó aproximadamente hora y media en divulgar todo lo que sabía sobre Riddle y se recostó en su asiento.

-¿Horrocruxes?- Sirius susurró. -¿De verdad hizo horrocruxes? ¿Está loco?-.

-Lo está ahora, aunque no lo estuviera cuando empezó-. murmuró Remus.

-No estoy seguro de entenderlo-. Albus miró al hombre lobo.

-Los horrocruxes no parten un alma así como así-. dijo Remus. -También dividen la cordura y la inteligencia de una persona-.

-¿Qué se puede hacer para salvarlo?- preguntó Albus.

-Nada-. Remus suspiró. -El daño ya está hecho. Esa fue la razón principal por la que los egipcios se rindieron con ellos. No se puede salvar la cordura ni el intelecto. Aproximadamente uno de cada mil puede volver a fusionar los fragmentos de alma con el original, pero no la cordura ni el intelecto-.

-¿Quieres decir...?-

-¿Siempre estará loco?- preguntó Remus. -Sí. Y nunca recuperará la razón-.

-Oh, vaya-. Susurró Albus. -Tenía la esperanza de redimirlo-.

-No, no es posible-. Dijo Remus.

-¿Y el de Harry?-. Preguntó Bucky mientras Sirius parecía incapaz de hablar, la idea de un horrocrux en la cabeza de su ahijado, lo asustaba.

-No hay forma de eliminarlo sin...- Empezó Albus.

-Sí que la hay-. Remus le cortó. -Pero necesitaríamos un Rompedor de Maldiciones-.

-¿Se puede quitar?- Albus se sentó hacia delante. -Nada de lo que he encontrado indica eso-.

-Se puede-. Remus asintió. -El ritual es simple, es estándar en la mayoría de los aprendices de romper maldiciones. Las posesiones de espíritus les ocurren a menudo. Al pobre Bill Weasley le ha pasado varias veces, según Molly y Arthur-.

-¿Es miembro de la Orden?- preguntó Hermione. -¿Podríamos pedírselo?-.

-Aun sabiendo lo que Molly y los dos más jóvenes planeaban, ¿confiarías en William?-. preguntó McGonagall.

-Trabaja para Gringotts-. Dijo Moody. -Y Gringotts sólo acepta a los mejores-.

-Bill no es Molly+. Objetó Tonks al mismo tiempo.

-No, no lo es. Ni tampoco Ron o Ginny-. Dijo Kingsley. -Arthur está muy molesto con ellos y si le hubieran dejado a él repartir sus castigos, habrían sido mucho más duros-.

-Bill está tranquilo-. Dijo Harry. -Me caían bien él y Charlie-. Puede que Harry estuviera estresado por el Torneo, pero recordaba claramente que Bill lo trataba como a un amigo de la familia, no como al Niño que Vivió.

-Muy bien, me acercaré a William y le preguntaré si quiere ayudarnos-. dijo Albus.

-Y tenemos una lista de los otros horrocruxes-. Dijo Tonks. -Aunque ponerles las manos encima va a ser difícil-.

-La copa va a ser lo más difícil-. Kingsley advirtió. -No tenemos forma de entrar en la cámara acorazada de los Lestrange-.

-En realidad, no, ésa va a ser la más fácil-. objetó Sirius. -Yo soy Lord Black. Lo afirmé antes de hacer las adopciones de Alphard, así que lo mantuve incluso después de las adopciones. Puedo entrar en la bóveda de Bella, no puedo quitar nada, pero puedo acceder a ella-.

-¿En qué nos ayuda eso?- Tonks quería saber.

-Si Harry puede obtener otro colmillo del basilisco, puedo llevarlo conmigo a la bóveda de Bella y matarlo, aún dentro de la bóveda-. Contestó Sirius.

-¿Profesor Lupin?- preguntó Hermione. -¿Hay algún ritual para romper la maldición que mate a todos los horrocruxes a la vez?-.

-Que yo sepa, no, pero siempre podemos preguntarle a Bill. Él lo sabrá-. Contestó Remus.

-Creo que...- Harry se mordió el labio al hablar, torciendo un poco las palabras. -Creo que preferiría destruirlo, así no habrá confusión. No se puede volver a utilizar si tiene un agujero. La idea de beber de algo que fue un horrocrux es... ugh...-

-Tienes razón-. Albus asintió.

-¿Tienes fotos de los objetos?- preguntó Falsworth.

Albus ladeó la cabeza pensativo. -No estoy seguro, pero puedo conjurar réplicas de ellos-. Sacudió la varita y, uno a uno, varios objetos cobraron vida y flotaron frente a él.

-¡Eh, conozco ese medallón!- jadeó Hermione. -Lo vi en el número... en el número... ¿Por qué no puedo decirlo, profesor?-.

-¿La dirección del cuartel general?- preguntó Albus.

-¡Sí!-.

-Está bajo fidelius, querida, y tú no eres la Guardiana Secreta, por lo tanto no puedes contar el Secreto-. Explicó Albus.

-Oh-. Hermione frunció el ceño. -Ese medallón estaba en un montón de cosas que la señora Weasley quería tirar, pero el señor Weasley no se lo permitió. Dijo que eran joyas y que pertenecían a la casa Black y que a ella no le correspondía decir qué había que tirar y qué había que conservar-.

-Sirius hizo que Kreacher lo metiera en un baúl con un montón de otras cosas con el escudo de los Black y lo metiera en el desván-. dijo Harry.

-¿Eso hice?- preguntó Sirius, parpadeando.

-En realidad no estabas despierto-, se rió Harry, -y más o menos le gruñiste a Kreacher para que hiciera lo que decía el señor Weasley-.

-Eso suena más a mí-. Sirius se echó a reír.

-Bueno, ya somos dos-. Morita dijo. -Quedan cinco por encontrar-.

-Tres, tal vez dos-. Hermione corrigió. -En segundo año, Harry destruyó el diario. El de Harry. Sabemos dónde está el medallón. Y tenemos una pista sólida sobre la copa-. Asintió a Sirius.

-Ah, sí, me había olvidado de ellos-. Morita tomó nota. -Entonces, ¿eso nos deja...?-

-La diadema y el anillo-.

-¿Hay alguna forma de comprobar cuántos ha hecho? ¿Si ha hecho más desde su resurrección?- Hermione preguntó.

-En realidad, sí-. Remus asintió. -Hay unos escáneres, que deberían decirnos cuántas piezas quedan-.

-Muy bien, hasta que sepamos con certeza cuántas piezas hay, creo que deberíamos concentrarnos en sacarle este a Harry-. Dijo Bucky. -Podemos reunirnos cada noche, para discutir las actividades del día. Al menos hasta que Siri ponga en marcha el campo de dilatación temporal, tendremos que volver a acceder al cronometraje más tarde-. Miró alrededor de la mesa. -¿Todos a favor?- Un coro de acuerdo le respondió.

-Excelente...- Dumbledore guiñó un ojo. -Iré a hablar con el joven William. Si jura guardar el secreto, ¿a alguien le importaría contarle lo que estamos haciendo? No sólo un esbozo, sino la verdad completa-.

-Si hace el juramento. Claro-. Dijo Sirius. -Y no te olvides de hablar con Snape. Todavía necesito saber por qué confías tanto en él-.

El brillo de Dumbledore se apagó un poco, pero asintió. -Iré a verle directamente y luego a William. Volveré en cuanto pueda-. Se levantó y Fawkes revoloteó desde la lechucera en la que se había posado hasta el hombro de Dumbledore. Un trino silencioso y la pareja desapareció en un estallido de llamas.

-Bien, ¿quién quiere chocolate caliente?- Sirius dio una palmada.

-Yo-. Remus fue el primero en ponerse en pie y dirigirse a la cocina.

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