Gold rush

Harry Potter - J. K. Rowling
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Gold rush
Summary
¿Quien carajos es James Potter?Regulus lo sabe. Oh lo sabe muy bien. No solo porque últimamente ha escuchado su nombre en cada maldita radio de la ciudad, si no porque, puede y quizás que James sea justamente amigo del hermano que estaba planeando olvidar.Como si fuera poco, James ahora es también su nuevo compañero de Banda-Por obligación-, y aun que su odio hacia él ya es bastante, imagínese como este incrementa cuando James ahora no solo está en las radios si no que en el único lugar donde parecía poder ser libre.Regulus sabe quien es James Potter, y también sabe que va a odiar cada maldito día que pase junto a él.Una canción. Solo una canción.
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Chapter 2

La ansiedad en la vida de Regulus era algo común. La conocía como conocería cualquier otra parte de su cuerpo. Y es que está lo había acompañado probablemente desde que estaba en el vientre de su abusiva madre.

 

Mientras otros niños de su edad estaban preocupados por ir a jugar a la plaza del frente o evitar comer sus vegetales. Regulus sentía ansiedad. Ansiedad por estar presentable para su familia. Ansiedad por que su madre no note que estuvo despierto hasta tarde. Ansiedad porque Sirius aún no llegaba de su salida en la noche. Ansiedad porque sus padres no descubrieran que Barty y él hacían cosas que no solían hacer los amigos. Básicamente ese dolor y peso en el pecho característico de la ansiedad, era parte de él—Si, si había visto a un médico. Si, no tiene nada malo, Regulus era solo un hombre de veinticinco años propenso a estresarse con facilidad.

 

La parte positiva era que, la ansiedad aveces era tan grande que Regulus debía de tratarla con algo que lo relajara, como por ejemplo: escribir—Notaran que viviendo con la ansiedad como Regulus lo hacía, tener que recurrir a tus actividades de confort era algo común.

 

Regulus escribía básicamente todo el día. Incluso antes de estar en The   Snakes. En su adolescencia, la “poesía de chico triste”—Como solía llamarlo su hermano Sirius—era algo tan común como su ansiedad.

 

En sus veintitrés años, Regulus había llenado como mínimo diez pequeños diarios que solía esconder debajo de una tabla suelta en su casa. Cuando escapó de casa, este número de diarios aumentó bastante.

 

El caso era que, como dije, Regulus vivía con la ansiedad como si fuera una amiga más y habían veces en las que le decía que necesitaba un descanso, por lo que cuando el ruido en el estudio por la llegada de James empezó a aumentar, Regulus tomó la decisión de salir del estudio y tomar aire fresco, o tan fresco como se puede considerar el aire de Los Ángeles.

 

Regulus salió al estacionamiento del estudio. Observó con un té en la mano los distintos autos estacionados. El auto de Dorcas era el que más resaltaba, puesto que eraun descapotable color rosa fuerte que compro con la primera paga que les dieron por el álbum.

 

Su corazón se aceleró cuando en el estacionamiento apareció una camioneta algo vieja y de color rojo. De no ser por los neumáticos gastados y el poco de óxido que había en una zona del pickup, Regulus habría dicho que no tenía muchos años, parecía ser que el dueño la había estado cuidando por mucho tiempo como si de oro se tratara.

 

Lo que siguiente que vio fue la misma camioneta estacionarse a unos veinte metros de él y seguido de esto, la puerta del piloto abriéndose con urgencia. El conductor bajándose apresurado y luego abriendo la puerta del asiento trasero con mucha más desesperación.

 

Lo otro que Regulus vio fue como el mismo conductor, al cual solo le vió la espalda, se sacó la camiseta blanca que tenía puesta y el tirón de vuelta al auto mientras buscaba algo. Regulus no aparta la mirada en ningún momento y si Barty hubiera estado ahí, probablemente le habría dicho:

 

—Pervertido—Regulus levantó la cabeza, y vio efectivamente, a su compañero parado en la puerta del estudio.

 

Regulus no dijo nada. Solo le dio un sorbo a su té y observó como el conductor sin camisa pareció encontrar lo que buscaba y finalmente volvió a ponerse otra camiseta de color negro que le quedaba mucho más apretada que la primera.

 

Cuando por fin se giró. Regulus intentó no apretar el vaso de cartón con su té y fingir que no acababa de ver los abdominales del mismísimo James Potter mientras se levantaba del escalón del estacionamiento.

 

—Linda tetas—es lo primero que dijo Barty. James parecía no entender hasta que Barty apuntó a su nueva camiseta, la cual no solo le quedaba pequeña, si no que además, tiene el diseño de dos pechos de mujer.

 

—¡Ah!—James río y se rascó la nuca—Si, no es mía, es de mi amiga Marlene y yo…ahm.

 

—Soy Barty—lo interrumpió para ahorrarle la humillación. James finalmente se acerca y estrecha la mano con Barty.

 

-Jaime.

 

—Mmm…creo que te conozco.

 

Regulus estuvo a punto de decir que James estaba con ellos a la escuela cuando Barty se adelanto y chasqueo los dedos.

 

—¡Ah ya se! Tu fuiste el que me entregó la pizza el otro día.—James frunció el ceño.

 

—No, me parece que no.

 

-¡Si! Estoy seguro de que así fue.

 

—No lo creo, amigo. Yo no...

 

—Barty, deja al repartidor tranquilo y entremos de una puta vez—comentó Regulus porque sabia como terminaría esa conversación.

 

En ese momento James giró la cabeza hacia él como si no se hubiera dado cuenta que estaba ahí. Durante dos segundos, Regulus pudo sentir lo que en toda su adolescencia deseo: la atención de James Potter. Fue patético lo mucho que lo descoloco este hecho, así que se giró y entró antes que Barty al estudio suponiendo que James y él lo seguían.

 

—¡James!—exclamo Narcissa—Bien todo el mundo, este es James Potter.—lo presento con una sonrisa orgullosa, como si James fuera algún tipo de trofeo o premio, los demás lo miran como si fuera un trofeo o premio.

 

✩✩✩

 

James recuerda bastante bien su entrada al estudio. Recuerda principalmente haber despertado bastante temprano a comparación de otros días.

 

Recuerda que también tuvo que despertar a Sirius que estaba tirado en el sofá cubierto por una manta que James le había colocado en la noche al verlo ahí. No era como si Sirius no tuviera una cama, el piso lo compartían ambos después de todo, el caso era que Sirius casi siempre acostumbraba a quedarse hasta tarde haciendo cosas de Sirius.

 

—¿Las llaves?—Pregunto James mientras Sirius se restregaba los ojos con sueño.

 

—¿Por qué gritas?

 

—¡Voy tarde!—ExclamoJames.—Y tu también.

 

—Para que?

 

—Mi reunión con The   Snakes, y tu para la sesión de fotos—Sirius se quejó—. Aquí están!—Sacó la cabeza de un montón de almohadones.

 

—Mándale un saludo a mi hermano—Gritó Sirius antes de que James cerrara la puerta. James sabía que no lo decía enserio, los casi diez años que había vivido con Sirius le habían enseñado que Sirius y su hermano no eran un buen tema de conversación.

 

Cuando James llegó a la camioneta con el tiempo de sobra se le permitió relajarse mientras prendía la radio y empezaba a conducir. Le resultó casi irónico que la primera canción que se reprodujera fuera justamente “breaking your soul” de The   Snakes. Una canción bastante movida para el repertorio que estaban teniendo.

 

También recuerda el día en que Narcissa le propuso la colaboración. Esta le habló sobre esta canción que tenían, que Regulus había escrito; “exile”, cuando la había escuchado había sentido que algo le había faltado, algo en la letra que simplemente a James no le cuadraba. Había estado toda la noche trabajando en ella, por eso también estaba necesitado de cafeína. Y aun que pudiera parecer tarde, se permitió detenerse por un café.

 

Cuando James dobló en la esquina del estudio, la camioneta vieja que su padre le regaló a los dieciocho le pasó una mala jugada y todo resultó en el café de James salpicado en su camiseta de los Rolling Stones preferida. Frustrado por el accidente, cuando se bajó del auto empiezo a buscar casi con desesperación alguna camiseta en la parte trasera de su auto. Afortunadamente encontré una a los pocos segundos y se la puso sin siquiera darse cuenta de a quien pertenecía. Lo noto más tarde, cuando Barty aludió sus “tetas” y juro matar a Marlene cuando la fuera a ver.   

 

James tiene que aceptar que en su época escolar jamás le presto atención a Regulus, no porque no quisiera si no que Sirius siempre repetía que era terreno prohibido, y James respetaba eso como buen amigo era era. Sin embargo, se sintió extraño cuando después de tanto tiempo y aun cuando James era notable el mejor amigo de Sirius, Regulus no lo reconociera.

 

—Bien—dijo Narcissa cuando las presentaciones acaban.—Comencemos. Reg.

 

James vio como Regulus sacaba un par de partituras de una mochila y caminaba junto a él hacia la cabina.

 

¿Quieres practicar algo antes? ¿Ensayar? Narcissa me dijo que te mando la canción.

 

—Ah, no. No hace falta—Sonrió James mientras se colocaba los audífonos.

 

La pista de la canción partió y cuando Regulus empezó a cantar, James sonó como nunca. Había escuchado a las serpientes y no se refería a la radio. De verdad los había escuchado, y sobre todo a Regulus. A James siempre le recordaba a lamentos, como si de algún modo Regulus sufriera cada vez que cantara. Lo adoraba. Y lo adoraba aún más ahora que lo escuchaba en vivo, tan así que tuvo que golpearse mentalmente cuando su parte comenzó y tuvo que cantar.

 

El problema que siguió es que cuando la voz de James salió, nada se escuchó. James tuvo que salir de su trance de recién para mirar al frente donde todos los Snakes lo miraban, junto con Narcissa y el encargado de sonido, que según James escuchó se llamaba Remus.

 

—Ahm ¿James?—se escucha la voz de Narcissa—Me parece qué hay un problema con tu micrófono. Remus ¿puedes entrar a ver?

 

Remus entró a la cabina y empezó a arreglar lo que sea que estuviera mal mientras James y Regulus estaban ahí haciendo prácticamente nada.

 

El problema era que James no sabía hacer nada. Cuando estaba pequeño lo catalogaban como un niño hiperactivo. Por lo que mientras Remus intentaba arreglar el micrófono de James, él se sentó en un taburete y empezó a palmearse los muslos mientras tararea algo.

 

—Lamentó que tarde tanto—Se disculpó Remus. James simplemente le irritaba.

 

—No hay problema, tardará lo que tenga que tardar.

 

—Entonces, James…

 

James levanto la cabeza y vio a la que antes se había presentado como Dorcas entrar a la cabina, los demás se habían aburrido de esperar y se habían quedado afuera.

 

—Mhh.

 

—¿Cómo lo llevas?

 

—¿El qué?—preguntó. Dorcas se encogió de hombros y James notó como le daba una mirada a Regulus antes de volver con él.

 

—La fama.

 

—¡Ah! Bueno, no estoy seguro—Río James—Quiero decir, supongo que he siempre he vivido en ese mundo. Mi padre es compositor y mi madre bailarina. Aun que siempre me mantuvieron alejado del mundo de la fama, hasta que yo solo me presenté en él.

 

Dorcas ascendió.

 

—¿Tu como lo llevas?—Dorcas río.

 

—Jamás había tenido tanto dinero—James río con eso también.—Por cierto, lindas tetas.

 

James se volvió a mirar su camiseta y bufó.

 

—Se me cayó el café encima cuando venia, era lo único que tenía en el auto—Explicó.—Aún que no creo que se me vea mal, ¿Tu que dices?

 

Dorcas volvió a reír y sacudió la cabeza como si desaprobara esa pregunta.

 

—Es una buena elección, tengo que admitirlo. ¿Tu que dices, Reggie?—preguntó. James se giró hacia Regulus que hasta el momento estaba bastante callado.

 

—No me llames así.

 

—Como digas, Reggie—Sonrío Dorcas burlonamente.

 

—Está listo—dijo Remus probando el micrófono nuevamente para confirmar que funcionará.

 

James se sacudió las manos y esperó que todos, a excepción de Regulus, salieran de la habitación. Empezó de nuevo con lo mismo. La pista sonó y ahora que había pasado un rato, James ya no estaba tan nervioso, aun que por como Regulus se tronaba los dedos, James casi pudo deducir que él si lo estaba. No pude entender porqué.

 

Regulus canto como si estuviera arrepentido. Casi suplicando perdón y muy melancólico. James, para generar contraste en cambio, canto como si ya hubiera sabido lo que iba a pasar mucho antes, pidiendo perdón pero a la vez no arrepintiéndose.

 

En el puente original que Narcissa le había dado, se suponía que James debía de seguir a regulus de la misma manera. Sin embargo luego de dar vueltas varias veces en la cama, se había dado cuenta de que lo mejor era responderle, como si fuera una conversación directa entre ambos.

 

James canto su versión, ahí fue el principio del caos.

 

✩✩✩

 

Regulus tuvo que pararlo enseguida. ¿Que carajos había sido eso? Apreto el talk-back sin dejarlo terminar, había cantado mal la letra, no lo iba a dejar seguir cuando estaba mal.

 

—¿Y eso que fue?—acusó Regulus.

 

—No lo se—Se encogió James—¿La canción?

 

—No, esa no es la letra. ¿Narcisa?

 

—Le pidió a James que si creía apropiado cambiar algo de la canción que lo hiciera—se escuchó la voz de Narcissa.

 

—¿Mi canción?—Exclamó Regulus exasperado—¿Dejaste que cambiara mi canción?

 

Si a Regulus antes no le simpatizaba a James ahora menos. Había convertido su canción sobre arrepentimiento y nostalgia en una pelea y discusión directa. Era su canción, una de sus mejores ¡y la había cambiado!

 

—Sigo aquí—dijo James.

 

—Si ya lo se—bufó Regulus.—Mira, de verdad aprecio lo que estás haciendo, pero necesito que te apegues a la letra, si no, esto no funcionará.

 

James solo alarmantemente y se remojo los labios unos segundos después de que Regulus terminara de hablar.

 

—¿Te puedo hacer una pregunta?—James no dejo que contestara—¿De que crees que va la canción?

 

—¿Mi canción?—Remarco. James ascendió y se encogió de hombros—. Bueno, de remordimiento y nostalgia, sobre la confusión ante el paso del tiempo.

 

—Bien…¿Porque no cantamos mi versión primera y luego vemos cuál es mejor?

 

Regulus se quedó en silencio, ¿ver cuál versión era la mejor? ¡Por Dios! Tuvo que mirar a Narcissa unos segundos a través del vidrio de la cabina y suspirar cuando él lo mira suplicante.

 

James empezó a cantar después de él.   Regulus lo odiaba, de verdad lo odiaba, ¿por que tenía que sonar tan…¡Así!? Era como si le diera una versión más profunda a su canción y por cada suplica que cantaba Regulus, James cantaba por sobre él, como si le estuviera advirtiendo o le estuviera explicando. Le había dado una nueva perspectiva a la canción. Lo odiaba porque su versión era definitivamente mejor que la suya.

 

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