
Chapter 1
El pequeño niño no sabía cómo había llegado a ese lugar, sobre todo porque momentos antes había estado en su alacena debajo de las escaleras. Miró con cautela al señor en silla de ruedas motorizada, preguntándose qué hacer o qué decir.
—Soy Quirón, ¿me dirás tu nombre?
—Harry Potter —murmuró en voz baja.
—¿Cómo llegaste aquí?
—Eso me pregunto desde que llegué, genial.
—¿Tu edad?
—Tengo diez años —dijo, mirando cualquier lugar menos al hombre—. Recién los cumplí está semana.
—Bien, bien. Si estás aquí supongo que debes de ser un semidiós, ningún mortal puede cruzar las barreras del campamento.
Los ojos de Harry se desenfocaron por un momento, como si estuviera recordando algo.
"Ahora tienes mi bendición, la sombra y tú serán unos mismo, los fantasmas responderán a tu nombre, en mi reino, tienes el mismo derecho que mis hijos, pues te considero uno de ellos. Tienes una misión, pequeño, lo dejo en tus manos".
—¿Ocurre algo, Harry? —preguntó Quirón.
—N—no. Sólo..., recordé unas palabras que un hombre muy simpático me dedicó hace algún tiempo.
Quirón asintió, Harry tragó saliva con nerviosismo.
—Se parece mucho a Lilo —comentó con desdén el hombre a lado de Quirón, el Sr. D.
—¿Lilo? —preguntó Harry, confundido.
—Lily, una hija de Deméter.
—¡Así se llamaba mi mamá! —dijo Harry, fascinado —. Aunque mi tía Petunia dijo que era una buena para nada, como mi papá —murmuró, dejando de lado la fascinación anterior.
—Me parece que eres legado de Deméter, ¿alguna cualidad en especial?
Harry frunció el ceño.
—Cuando Tía Petunia dejaba en mis manos el jardín —miró a los lados, como si lo que estaba a punto de decir fuera un gran secreto—. ¡Yo podía hacer que la hierba mala dejara de crecer en el jardín! Y que las flores crecieran más rápido y siempre estuvieran sanas.
El hombre asintió.
—Parece que si es hijo de Lily, Dionisio, tenías razón.
El hombre lo ignoró deliberadamente, gruñendo en su lata de coca—cola.
***
—La carta viene con una llave, Quirón —murmuró Harry, algo nervioso.
—Supongo que es la llave de tu bóveda.
Harry asintió, ignorando deliberadamente al hombre junto a él, escuchando con devoción a la voz en su cabeza.
"Aquí comienzan tu misión, querido mío, Skotádi te ayudará en todo".
—¿...rry?, ¿todo bien?
Harry pestañeó varias veces y miró al centauro frente a él.
—Todo perfecto, Quirón.
Harry fue tranquilamente por ahí, encontrando a Percy en el camino y sonriéndole.
Recordaba que su "padre" había estado furioso ante el pensamiento de que le habían robado, creyendo que el hijo de su hermano había sido el ladrón.
Afortunadamente Harry estuvo ahí para evitarlo, diciéndole todos los puntos de por qué Percy era inocente.
Y Percy le había agradecido.
Sonrió en grande y caminaron por ahí un rato más, hablando de cosas banales como sus comidas favoritas y qué les gustaba del campamento.
Harry solo seguía esperando la llegada de su "transporte", ya que le habían explicado que enviarían un traslador para su uso, ya que la distancia entre los lugares era muy grande.
"Tienes que encontrar todos los cabos sueltos, cuando estés cerca de uno, tu marca comenzará a cosquillear".
—¿Harry? —lo miró el de ojos aguamarina.
—Ah, sí, sí... Eh...
—La señora de por allá te llama.
Harry se palmeó la cara y le dio un abrazo y rápido beso en la mejilla antes de ir con, quien sospechaba, era la profesora McGonagall.
—Buenos tardes, Señor Potter.
—Eh, aquí son días, profesora —dijo tímidamente.
—Bueno, hoy lo llevaré por sus útiles escolares y le entregaré su traslador, cabe aclarar que debe de usarlo de manera responsable y solo por cosas necesarias, llega a tres ubicaciones únicamente, a este campamento, a la entrada del callejón Diagon y a la estación King's Cross.
Harry asintió y la profesora le tocó el hombro, sintió como si un gancho tirara de su ombligo y pronto estaba en lo que parecía ser la parte trasera de un local, si los botes de basura y la pared de ladrillos le decían algo.
—Tiene que tocar este...
Harry miró lo que estaba haciendo la profesora, tratando de recordar lo que le decía. Fue claro, era algo muy sencillo.
—Primero iremos a Gringotts, donde conseguiremos su dinero, hay galeones, sickles y knuts, hay diecisiete sickles en un galeón y veintinueve knuts en un sickle.
Harry absorbió la información como si fuese un hijo de la sabiduría, caminaron hasta el edificio hecho de mármol blanco, frunció el ceño cuando no pudo leer correctamente el enunciado, ¿qué clase de broma era esa? ¡Ni siquiera era semidiós! Era legado ¡un legado!
Aunque se miró inocente mientras observaba a la profesora.
—Señora McGonagall, ¿De casualidad tienen algún... objeto, lentes o en su defecto una poción que ayude con la dislexia?
La mujer se vio pensativa, aunque hizo un ruido de afirmación.
—No es permanente, se deben de ajustar periódicamente según sus necesidades. Son gafas, si no recuerdo mal. Aunque creo que hay variación en pociones.
—Oh, genial. ¿Podríamos tratar de conseguirlas? Realmente no puedo leer muy bien el inglés.
La mujer asintió, llegaron frente a un duende y este les pidió la llave de la bóveda, a lo que Harry se la entregó.
Mientras bajaban, Harry sintió su marca cosquillear, frunció el ceño y miró hacia abajo, queriendo sacar la cabeza, aunque sabía que era potencialmente peligroso.
***
Harry estaba exhausto cuando terminaron las compras, debían de ser las dos de la tarde, si su reloj interno no fallaba (las siete pm en ese caso, pero no estamos para corregir al niño).
—Piense en el campamento y toque la piedra en el centro, eso activará el traslador.
Harry asintió, haciendo lo que la mujer le pidió, inmediatamente sintió aquel tirón detrás de su ombligo de nueva cuenta. Estaba de regreso a casa.