
Chapter 1
James Potter siempre tuvo una vida increíble.
Desde niño con unos padres amorosos que cumplían cada uno de sus caprichos, hasta en el colegio junto a sus tres mejores amigos que lo seguían sin dudar.
Una de las pocas cosas que le disgustaba de su vida en ese tiempo era que la hermosa Gryffindor, Lily Evans lo ignorara para pasar su tiempo con una serpiente viscosa como lo era Severus Snape.
Aunque eso solo duró unos años hasta que el Slytherin mostrará su verdadera cara y la pelirroja se alejara para siempre de él. Claro que en ese entonces Evans aún seguía mostrando disgusto hacía James, pero como todo en su vida sabía que se daría.
A lo que no estaba muy equivocado, ya que recién comenzado el sexto año ya había notado que algo cambió en la forma en que su querida Lily lo miraba.
Unos besos a escondidas y escapadas por las noches, fueron el antes de que, en su séptimo año su relación se hiciera oficial.
Y ese, puede recordar James que fue su momento más feliz de su vida. Cuando lo tenía todo, su familia, sus amigos y a la chica que siempre había deseado.
Todo era perfecto.
Simplemente perfecto.
Hasta que ya no lo fue.
La guerra comenzó a extenderse y más personas morían cada día.
El Ministerio comenzaba a quedarse sin aurores a los que mandar en misiones. Estaba muy seguro que ese fue el por que de que Sirius y el entrarán tan rápido a el servicio en el campo.
Intentar ver el lado bueno de todo para no caer en la desesperación era algo difícil después de solo desear y obtener.
Incluso su casamiento temprano con Lily no hizo que las imágenes de lo que veía en su trabajo desapareciera.
Había terror por las calles mágicas y más de una vez vio a sus compañeros perder el brillo de sus ojos.
Cuando Lily le dijo de su embarazo se esforzó para hacerla creer que estaba feliz y que todo iría bien. Algo que realmente no podía creer del todo pensando en lo que pasaba día a día.
Recuerda perfectamente el haber llegado casi temblando a la casa de sus padres por los nervios que causaba el no poder dar el mismo hogar que ellos le dieron.
Su madre igual de cuando era niño, se acercó a él y lo abrazó, calmandolo y diciendo que todo estaría bien.
Y lo creyó, y se lo repitió a sí mismo miles de veces mientras sus lágrimas caían y los ataúdes de sus padres eran puestos bajo tierra antes de siquiera conocer a su nieto.
Sus momentos después de eso fueron algo lúgubres, a tal punto que ni las caricias de Lily podían darle alegría.
Fueron un par de semanas en las que se dejó caer, abatido por el dolor y la pérdida.
Aún debía agradecerle a Sirius el haberlo hecho ver la realidad de que aún tenía personas por las cuales vivir y salir de adelanté.
Se encargó de volverse un mejor esposo, dándole todo su cariño a Lily y apoyándola en cada momento del embarazo. Eso logró que ambos volvieran a su relación llena de alegría, aunque James siempre se dedicó a dejar bien guardado el tema de sus padres, incluso en los momentos que Lily insistía en que ella lo escucharía.
James agradeció mucho que la pelirroja dejará de intentarlo y que su relación tuviera ese aire que le recordaba a los buenos tiempos en Hogwarts.
Con altibajos en el trabajo y todo arreglado en su casa, James no esperaba que las cosas volvieran a salir mal.
Pero así fue.
El-que-no-debe-ser-nombrado estaba detrás de su hijo no nato.
Eso hizo que las cosas comenzarán a ir cuesta abajo.
Lily estaba espantada y eso estaba afectando al embarazo. Tuvieron que llamar muchas veces a Dumbledore para que trajera a Poppy, para que la revisara.
Y el parto que estaba planeado para mitades de Agosto terminó cayendo el 31 de Julio, a finales del séptimo mes como decía la profecía.
El paso de un año encerrados hizo que la idea no les afectará tanto por los días, ocupados cuidando a Harry. Pero cuando la noche llegaba sabía que lo único que pensaría era en perder a su pequeño hijo que tanto cariño le había tomado.
Lily no estaba mejor, pero él apenas podía consigo, así que más de una vez fingió dormir mientras se desvelaba escuchando el llanto casi silencio de su esposa.
Fue en el comienzo de la noche que todo se vino abajo por completo.
Fue un 31 de Octubre que El-que-no-debe-ser-nombrado llegó a su puerta.
Aún recuerda el miedo recorriéndolo mientras le gritaba a Lily que tomara a Harry y se fuera, mientras él se encontraba parado frente a la puerta maldiciendo por no tener su varita consigo.
Recuerda claramente los ojos rojos que lo miraba como si fuera no más que un insecto insignificante.
Y por supuesto que recuerda el destello verde antes de que la maldición asesina chocara contra su pecho, acompañado del dolor más fuerte que había sentido en toda su vida.
Y después de eso…
Nada.
Solo oscuridad.
Sin sentimiento alguno, era como si todas las emociones se hubieran ido y lo único que quedase fuera el recuerdo del dolor.
No sabe con certeza cuando tiempo duro eso hasta que una sombra de mantos negros apareció parada frente a él.
Por un momento creyó que era la muerte que venía a recoger su alma, pero su vista mejoró y logró ver la ganchuda nariz de la persona que lo miraba.
Snape.
Snape estaba en su casa después de que El-que-no-debe-ser-nombrado irrumpiera.
Con rapidez volteo a ver las escaleras al recordar a Lily y Harry, pero fue ahí cuando vio lo que realmente veía el mortífago.
Su cuerpo tirado sin vida.
Era algo muy irreal teniendo en cuenta que él estaba parado a su lado.
Pudo haberse quedado una eternidad así, solo viendo su cadáver, si no fuera por Snape que pasó directo a las escaleras con paso cauteloso.
El miedo lo recorrió cuando sacó su varita.
No sabía si corría o flotaba pero en segundo estuvo a lado de Snape gritándole que si lastimaba a su hijo o a Lily lo mataría.
Cuando vio que sus palabras no eran escuchadas, ya habían llegado a la puerta de la recámara de Harry y si James hubiese tenido sangre, muy de seguro se le habría helado.
Todo pasó muy rápido para él a pesar de saber que la puerta se abrió con lentitud.
Cuando su mente pudo procesar lo que veía Snape ya estaba en el suelo sujetando el cuerpo muerto de Lily mientras lloraba al igual que Harry sentado a un lado.
Él, al igual que con su cuerpo solo pudo quedarse contemplando la escena.
Toda su vida se había derrumbado en tan poco tiempo, igual una torre de naipes tirada por una pequeña brisa del viento.
Un repentino ruido se escuchó fuera de la casa pero esta vez no fue el único que en salir del momento, Snape al igual que él, escuchó el sonido de una moto.
James lo reconoció al instante.
Sirius.
Intentó correr escaleras abajo con la esperanza de que su amigo si pudiera escucharlo y decirle que Peter los había traicionado.
Pero no pudo siquiera llegar a él primer escalón, cuando un muro invisible se atravesó en su camino impidiendo él paso.
Antes de empezar a golpearlo, fue empujado hacia atrás como si tuviera una cuerda atada en su cintura.