Lucian Camout y el precio de la inmortalidad

Harry Potter - J. K. Rowling
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Lucian Camout y el precio de la inmortalidad
Summary
“Morir es como quedarse dormido, un sueño profundo e infinito que alivia el peso de las almas cansadas. Las manos de la muerte son gélidas e inamovibles, cubren con ellas el dolor y el miedo dejando atrás los recuerdos; cautas y precisas remueven el alma dejando la vasija vacía. La muerte es la última compañera, si estás preparado solo será otra gran aventura”.
Note
DESCARGO DE RESPONSABILIDADNo soy propietario de ninguno de los personajes ni de la base de la historia creada por JK Rowling. Realmente no creo que la historia está bien desarrollada si se tiene un solo punto de vista protagónico (Harry) ni me gusta la forma en como la autora trata varios temas a lo largo de la saga. Esperaba un mejor final para el trío de oro.Saludos, soy Lazy_goddess1 y este es mi primer fanfic oficial.Quiero aclarar que las etiquetas irán cambiando según el transcurso de la historia, así como las advertencias serán agregadas según lo considere necesario.Por ahora, no cuento con un lector beta, pero sí con un proceso de edición, por lo que los capítulos se irán modificaran para lograr un mejor escrito que supere a los borradores.En última instancia, este fic se basa en la historia de un personaje original llamado Lucian y de como este va a ir interactuando con el mundo mágico de Harry Potter y sus respectivos personajes. Adicionalmente, irán apareciendo más puntos de vista para aclarar algunas motivaciones de los personajes tanto canónicos como originales, así como sus tramas secundarias.Finalmente, me ayudaría mucho si dejan algún comentario, sugerencia o crítica constructiva. Como se trata de un ejercicio de escritura, se irá mejorando conforme avance la trama.Gracias por todo y disfruten la lectura.
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Una nueva identidad, una mentira piadosa

Lucian despierta melancólico producto de un sueño de infancia, al principio se encuentra desorientado, pero casi al instante muchas imágenes se proyecten por su mente recordándole el día anterior. Está en un mundo diferente, ya no en su cálida habitación, ya no en la mansión de su madre, ya no en las calles, ya no en el piso encima de la clínica producto de la consideración de Giovanna. Ahora es otra persona en un mundo diferente, una nueva identidad y una oportunidad de vida que no desaprovechará.

Myrtle no se encuentra por ningún lado, Lucian sacude algunas motas de polvo de su túnica y se levanta a inspeccionar. Camina hasta llegar al último cubículo donde la anterior mencionada se encuentra posicionada estratégicamente en una esquina.

— ¡Oh, veo que ya despertaste!—le saluda animosa—. En tu ausencia estuve investigando por el lavabo y adivina—da una pausa para dar incertidumbre y continua—encontré una varita tirada. Como estabas durmiendo no quise molestarte, pero ya que estás despierto… ¿Por qué no la revisas?—dice señalando el inofensivo instrumento.

Lucian asiente y se dirige al lugar indicado. Al acercarse toma la varita con su mano derecha y esta responde lanzando chispas al aire. Es aquí cuando siente una vibración dentro de su cuerpo, un sentimiento de elección completa y pertenencia aparecen súbitamente y sin percatarse, sonríe.

 Adquisición del elemento fundamental de un mago. Ahora puedo realizar encantamientos, atacar y defenderme mágicamente.

Mientras lo revisa llega un recuerdo a su mente que tan rápido como viene desaparece.

Un niño corre hacia una vitrina inclinando su cuerpo al frente mientras aprecia las diferentes varitas que se encuentran colocadas, de pronto, aparece un cordial hombre de edad avanzada y le muestra varias de ellas.

La primera que menciona que es de corazón de fénix con madera de caoba, solo lanza unas chispas antes de apagarse. La segunda parece funcionar, pero pasa lo mismo que la anterior. Es la tercera mostrada, la que al final funciona, eligiendo a su mago portador.

—Oh, qué curioso—menciona al niño que emocionado la sostiene—Buena elección….madera de espino de 25 cm, con pelo de unicornio y además es muy elástica—termina mostrando una sonrisa.

— ¿Cuánto costaría?—interrumpe una mujer rubia con aspecto elegante y porte distinguido, parece contenta, pero impaciente, mirando de reojo la puerta principal. Lucian nota que es la misma mujer de su sueño.

—Serían 9 knut—procediendo a guardar el dinero entregado por la mujer.

Después el recuerdo se disipa, dejando algunas preguntas resueltas y nuevas dudas aparecen. Lucian teorizaría que este recuerdo es del portador original. Además, la varita es la que elige al mago y no muchas poseen o poseyeron varios portadores. Los recuerdos pueden ser también falsos y producidos con un propósito diferente según el mago creador.

Da igual como sea el caso, esta es su varita a partir de ahora. Este es su nuevo yo, el pasado queda en el pasado y en el actual presente, Lucian es un mago con una nueva identidad y vida. Existe una infinita curiosidad e incertidumbre por conocer su nuevo mundo, tiene que aprovecharlo al máximo; no hay tiempo para desesperarse y suspirar por la vida que ya se terminó.

— ¿Y bien?, ¿Qué te parece?—Myrtle le trasmite una pregunta, una explicación al anterior suceso.

—La varita me ha elegido—responde sereno—, ahora me pertenece.

—Oh, es algo bueno— dice—ya tienes una varita…. Pero ¿y la otra?

—Te refieres a mi antigua varita, ¿no?— Lucian deduce—bueno, al parecer es la misma.

Su mente, sin embargo, se encuentra en una encrucijada : ¿Cómo es posible? Yo no soy la misma persona...la varita no debería responder a mí, es una contradicción. ¿Acaso este mundo presenta fallas con respecto al original? 

Myrtle parece confundida, pero no lo piensa mucho y solo vuelve a asentir.

—Buena será mejor que asista a clases, no quisiera llegar tarde— Lucian comenta. 

La adolescente se echa a reír y exclama que hoy no hay clases por ser fin de semana.

—Sabes eso fue divertido—responde ya calmada— me tomaré en serio eso de tu pérdida de memoria.

¿Pérdida de memoria?, Lucian no tiene que preguntar para saber cómo Myrtle llego a esa conclusión, pero todo pasa a segundo plano cuando recuerda sus anteriores palabras.

—Un momento, como que recién te tomaras en serio mi falta de memoria—dice fingiendo incredulidad; Lucian tomará la pérdida de memoria como una explicación que usara más adelante.

—Ah, por eso, lo siento, pensé que me estabas tomando el pelo y antes que me reclames solo te diré que a lo largo de los años los alumnos acostumbran a jugarme bromas o cosas similares… De ahí mi desconfianza. Pero en tu caso haré una excepción, me has caído bien y además ya somos amigos—termina con una sonrisa. 

Lucian no la culpa por desconfiar, un completo desconocido que de pronto apareció y le formulo cuestiones obvias, aparentando amnesia como excusa. 

Si el orden se hubiera invertido, yo no sería indulgente; dependiendo de mi humor, Myrtle agradecería estar muerta—piensa sombríamente.

—Entonces has tenido un accidente, te lanzaron un encantamiento desmemorizante o viene de familia—su afirmación parece preguntar.

Todas esas opciones hubieran sido válidas si Lucian no se encontrara en una situación como esta, ¿Renacimiento?, ¿Trasmigración?, o algo similar, por ahora mejor aprovecha el tema de la amnesia.

Un accidente requiere algún tipo de golpes o rasguño, no los tengo notoriamente y la posibilidad de autolesionarme por ahora queda descartada, ¿familia?, se pone que no se sobre este aspecto, es mejor no correr riesgos, por lo tanto, un hechizo podría ser la solución más vial. ¿Un Obliviate?, Sí, eso usaré y puedo decir que me atacaron por la espalda y por eso no vi a mi atacante.

—Me parece que alguien me lanzo un Obliviate a quemarropa—contesta Lucian mostrando la mejor cara de tristeza que posee en su arsenal.

—Oh—menciona Myrtle con voz afligida— ¿Estarás bien tú solo?... Si quieres te puedo indicar como llegar a tu casa, después de todo como antigua alumna de Ravenclaw pasaba seguido por ahí.

—Gracias Myrtle, sería de gran ayuda.

Ella asiente y explica cómo llegar con una serie de indicaciones y puntos de referencia, algunos para evitar los pasillos movibles… ¡Movibles!, Lucian reclama en voz baja. Rowena, quien es la responsable de semejante idea, es maldecida en su mente. Suficiente tiene en su plato con el tema de Voldemort como para estar preocupándose por escaleras que en cualquier momento de descuido lo pueden matar.

Qué patético debe ser morir por una caída de ese tipo.

Luego de terminar la explicación, se despide con la promesa de volver a verse; Myrtle desaparece. Lucian suspira y se enfoca en lo siguiente en su lista: arreglar su apariencia. Se posiciona frente al espejo más grande del lavabo y analiza su vestimenta; con una mueca de disgusto arroja las túnicas superiores al suelo, la camisa blanca ahora gris presenta arrugas y puntos oscuros en las mangas, Lucian las doblas para adentro y procede a anudarse la corbata. Una vez satisfecho, sacude el polvo de sus pantorrillas y se ajusta el cinturón, los zapatos son limpiados con un trapo: no están lustrados, pero al menos ya no hay presencia de barro. Con el agua de la cañería se quita la suciedad del cabello, varios mechones caen sueltos, Lucian aparta el cabello de sus ojos para tener una mejor visión, un moretón se proyecta cerca a la sien.

Hasta que pueda curarlo tendré que cubrirlo con el flequillo.

Aún es de madrugada, por lo que la ausencia de estudiantes en los pasillos es notoria. Los madrugadores ya estarán en el Gran Comedor, los más flojos, pegados a sus sábanas y los irresponsables, en la biblioteca, realizando furiosamente los trabajos de mañana. Lucian no se inmuta ante las miradas curiosas de los cuadros vivientes, espera tranquilo las posiciones adecuadas de las escaleras antes de cruzar. En general, recorre los pasillos con confianza; como debería hacerlo un estudiante de su estatus. Lucian se pregunta si estaría con los ojos desorbitados y la boca abierta al ver la estructura de Hogwarts y los fantasmas pasar si su educación hubiera sido distinta.

En su vida pasada, la familia de Lucian contemplaba las expresiones de afecto o cualquier otro tipo de emoción como tabú, él no recuerda haberse entusiasmado o asombrado de niño. Tal vez en los primeros años, pero desde que tiene uso de razón, siempre fue una estatua fría, sin expresión, como el resto de su familia.

Nunca hubo emociones reales solo fingidas para ocasiones especiales, es una vida simple y mundana.

— Una nueva vida, vamos allá—susurra para sí, Lucian apenas levanta la comisura de sus labios, sabe que es una sonrisa muy vaga, imperceptible a la vista, pero le gusta. Si algo aprendió de Giovanna es que las emociones, de vez en cuando, son buenas sentirlas.

Camina por los diferentes pasadizos, subiendo y bajando escaleras mientras observa algunas pinturas que parecen tener vida propia, lee los carteles y cuenta las ventanas. Pasa sus dedos por algunos murales, sintiendo la textura rugosa, reales definitivamente. Esquiva a los pocos alumnos que se encuentra debido a la temprana hora y consigue atravesar otro pasillo.

Ya estaba llegando a su destino, cuando en la última intercepción escucha pasos apresurados como alguien en son de carrera, Lucian se pega a la pared, justo a tiempo para ver el triste espectáculo que hace un estudiante de Gryffindor, al tropezar con sus propios pies.

 El niño cae de bruces y suelta un quejido adolorido por el golpe, lamenta por lo bajo su descuido mientras se soba la cabeza. Su cabello, nota Lucian, es rubio cenizo como la arena, la cara redondeada y su contextura es gruesa. Parece a punto de llorar mientras poco a poco se reincorpora, sobándose las rodillas. Cuando el niño levanta la vista y ve a Lucian se queda paralizado, como una presa viendo a su mayor depredador, hace una exclamación lamentable a sus odios. Lucian levanta una ceja expectante.

¿De qué tienes miedo?—quiere preguntar— ¿Qué podría ser tan aterrador de ver en un niño de 11 años?

—Mal… Malfoy—tartamudea, temblando como una hoja suelta. Ve a todos lados, desesperado por buscar una manera de huir rápido de la situación. Lucian lo mira de pies a cabeza, analizando, por fin, comprende su reacción.

—Longbottom, para ser un gryffindor dejas mucho que desear—Lucian pasa a su lado, sin darle una doble mirada, sigue su camino. Este inesperado encuentro le genero una sensación irreal.  

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La mañana no parece terminar de organizarme encuentros—piensa Lucian con pesadez mientras es aprisionado en los brazos de una niña desconocida que llora en su hombro. Él no entiende como algunas personas pueden desatar sus emociones tan libremente, tampoco comprende porque son tan afectivos con otros si no comparten vínculos cercanos.

Hipócrita—se burla su voz interna—, aceptabas los abrazos de Giovanna con gusto; si pero ella era mi madre en todo menos la sangre—le responde Lucian.

Suspira pensando en cómo lidiar con su situación actual.

¿Qué puedo hacer?, ¿Empujarla?, ¿Desviar su atención?, ¿Ignorarla y seguir con mi camino?, tal vez….

La niña ahora solloza suavemente, Lucian con cuidado libera uno de sus manos y acaricia la corta cabellera oscura, trazando algunos círculos en sucesión. Tiene la sensación instintiva de querer tranquilizarla, Lucian tardíamente se pregunta si es una reacción típica de los hermanos mayores: consolar niños pequeños.          La respiración entrecortada se vuelve ligera con el paso de los minutos, la niña inhala y exhala lentamente antes de separarse, quedando a una distancia corta pero moderada. Sus ojos verdes estan hinchados y la coloración en sus mejillas es pronunciada, su rostro es trazado por lágrimas fantasmales con la nariz roja producto del llanto. Lucian vuelve a sentir esa sensación en el pecho, no ayuda que los ojos de la niña sean parecidos a los de su hermana.

— ¿Draco?, ¡Draco!, estaba tan preocupada….cuando no viniste a clases anteayer y luego cuando Blaise me dijo anoche que te espero y no apareciste— dice, y para consternación de Lucian sus ojos vuelven a lagrimear—yo… nosotros... Pensamos que algo malo te había ocurrido…hasta...hasta  ya estaba yendo a la oficina del viejo de Dumbledore para reportar tu desaparición. ¡Oh Draco, que bueno que estés bien!—termina y lo vuelve a abrazar, esta vez su agarre es más fuerte.

Lucian reiría de la ironía si pudiera, Draco no está bien, él no está bien, nada en todo esta situación lo está. Sin embargo, la ansiedad no refleja en su rostro. Es una cuestión de adaptación, algo por lo que destaca con excelencia. ¿Qué es realmente estar bien?, quiere preguntar pero no hace mella de ello, no cree que sirva como palabras de apaciguamiento, solo alcanzaría a alterar más a su compañera. Repite el mismo procedimiento anterior para calmarla, esta vez la acomoda mejor en sus brazos para devolverle el abrazo.

 A Kate le gustaba abrazar pero amaba mucho cuando yo le devolvía el favor.

Lucian no es una persona afectiva por naturaleza, su educación estricta tampoco le permitió mejorar en ese ámbito, no inicia contacto o acercamiento con otros pero si recibe el afecto de las personas que considera importantes en su vida, las que ama profundamente, siempre y cuando la situación lo requiera. El contacto físico es una forma de comunicación primitiva pero efectiva desde tiempos remotos. Lucian ha aprendido a manejarlo con el paso de los años.

—Pansy—susurra, el nombre sale de sus labios sin su permiso, él pensara en ello después—estoy bien, lamento haberte preocupado, en serio, lo siento mucho. Ella esconde su rostro en su cuello, apegándose más, ya no llora por suerte—Todo está bien Pansy, ya estoy aquí, estoy contigo.

Las mentiras salen de su boca como agua en corriente, pero a diferencia del agua, estas se sientes secas como arena en la garganta. Toma tiempo, casi media hora antes que la niña se tranquilice por completo. Sentados en el sofá, cerca de la chimenea, Pansy permanece aferrada a uno de sus brazos como si tuviera miedo de que en cualquier momento Lucian pudiera desaparecer. No comenta nada al respecto, la niña parece necesitarlo.  

— ¿Dónde has estado?— pregunto con la voz ronca.

Lucian se toma un momento para responder.

—Estuve en el baño abandonado del segundo piso, desperté desorientado—dice, notando su sorpresa—creo que me han tendido una trampa Pansy, no recuerdo como pasó pero estoy seguro que estuve en un enfrentamiento, me lanzaron un hechizo por la espalda que modifico mis recuerdos, esa fue la razón por la que no llegue anoche, simplemente no recordaba cómo hacerlo.

Lucian no dice la verdad pero tampoco miente, puede que a él no lo hayan atacado pero a Draco sí, el desastre del baño deja mucho que pensar, marca el escenario de un enfrentamiento brutal. Además, las heridas y moretones en su cuerpo dan claros indicios de pelea.

Aparte de Voldemort, ¿Quién atacaría a un niño de once años?—piensa Lucian—no tiene sentido, considerando la identidad del personaje. A menos que haya presenciado o escuchado algo que no debía…

El jadeo horrorizado a su lado lo saca de sus cavilaciones, Pansy presiona su brazo casi dolorosamente. Lucian la siente temblar y se preocupa: ¿Acaso la traumó?

— ¿Quién fue Draco? ¿Quién te hizo esto?, porque juro que le hare pagar mil veces lo que te hizo, ¡Le hare revolcarse en su propia inmundicia de sangre!—grita iracunda, sus ojos delatan sed de sangre.

Lucian se encuentra algo impresionado, la postura de Pansy cambia en segundos.

—Espero que esa persona este disfrutando su día porque será uno de los últimos que le quedan—dice con tanta seguridad que le produce escalofríos a los más cercanos.

Lucian siente un dejo de admiración por su tenacidad y su vena vengativa pero esto no es un asunto en el que se deban involucrar niños.

—Pansy, yo personalmente me encargare de esa persona—asegura con firmeza, ya pensando en maneras creativas de matarla.

 Su muerte debe ser lenta, dolorosa y tortuosa, cada segunda será una agonía, cada grito, cada suplica un bálsamo para mis oídos. Esa persona lamentará haberse metido con él, lamentará haber angustiado a la niña, será su peor y último error.

—Draco, déjame ayudarte—pide con vehemencia—, quiero vengarme por lo que te hizo.

—Pansy, no te involucres en esto—Lucian no lo piensa dos veces antes de negar.

Una niña inexperta solo entorpecería el trabajo, además, siente una opresión en el pecho al pensar en que Pansy pueda correr peligro. No lo comprende, la acaba de conocer pero algo le dice que debe protegerla. ¿Serán estos sentimientos residuales?, que inconveniente.

— ¡Draco!—Pansy se sienta frente suyo, tiene una mirada obstinada—Al menos déjame ayudarte a descubrir quién te atacó.

—Pansy—exhorta.

—Solo eso, Draco—suplica con el rostro abatido—, déjame ayudarte aunque sea un poco.

Lucian suspira sospesando las opciones, Pansy lo observa atentamente, parece lista para replicar ante la más mínima objeción.

Bueno, ciertamente podría necesitar a alguien que me guie. Pansy conoce a Draco, sabe quiénes están en contra suya, tiene información con la cual no cuento. Esto no es el libro que una vez leí, es un mundo complejo y real que fue alterado. Si pienso de esta experiencia como un sueño o una transición estaría cuestionando mi propia existencia.

—Está bien—cede y agrega ante el entusiasmo efusivo—pero solo para averiguar la lista de sospechosos, ¿queda claro?

Pansy hace una mueca inconforme pero termina aceptando. Su ánimo mejora notablemente; con un salto campante lo arrastra por un pasillo, tarareando para sí misma. Se detiene en una puerta y lo abre sin parsimonia antes que Lucian pudiera leer la inscripción de los nombres; anuncia su regreso con un grito alegre, sobresaltando a los dos residentes del dormitorio.

Lucian esperaba ver a Crabbe y Goyle, sin embargo, lo que encuentra es diferente: dos niños sentados en una cama, uno azabache de tez morena y ojos marrones, y el otro castaño oscuro de tez clara y ojos azul verdoso, ambos todavía en pijama. Tres de las cuatro personas dentro de la habitación se congelan, mirándose incrédulos. Pansy avanza hacia una de las camas más próximas, sin sentir la tensión o ignorándola.

— ¿Quién usa un pijama lleno de soplones?—el pensamiento intrusivo de Lucian no se contiene a tiempo.

Uno de los niños tiene los ojos abiertos del asombro, el otro bufa despectivamente.

—No quiero escuchar la opinión de alguien que aún duerme con su oso de peluche.

— ¿Qué?

— ¡Ay por favor, chicos!—dice Pansy exasperada—Draco apareció, ¿realmente es lo único que tienen que decir?

— ¡Él empezó!—reclama el chico moreno con una mueca. Su compañero al lado, le da un codazo en las costillas.

—Es bueno que te encuentres bien Draco—responde el niño de pijama normal, ignorando las quejas de su amigo, quien dramáticamente exclama sobre la “traición” cometida— ¿Qué ha pasado? ¿Por qué te desapareciste por casi dos días?

—Esa es una buena pregunta, ¿nos quisieras contar Draco?

Lucian voltea hacia Pansy en una pregunta muda: ¿Se puede confiar en ellos? Pansy se cruza de brazos, deslizando una pierna sobre otra encima de la cama y asiente, acción que es percibida por los otros dos.

— ¿Qué está pasando? —vocifera el niño con pijama de soplón, luego se dirige específicamente a Lucian—Estas actuando muy raro, amigo.

—Draco, este es Blaise Zabini—Pansy señala al niño que anteriormente hablo—y este, Theodore Nott—presenta al otro, de pijama azules—son mis amigos y los tuyos también.

Ambos niños comparten miradas de confusión antes de llegar a una conclusión que los hace levantarse sobresaltados. La atención se enfoca en Pansy al instante, ansiosos por una explicación razonable.

—Esta es una broma ¿verdad?—exclama Theodore con el ceño fruncido. Blaise a su lado, ya no parece divertido.

—Yo no hago bromas de este tipo—responde ella fríamente y se fija en Lucian—. Draco ha sufrido un ataque y ha perdido la memoria, no sabemos quién fue ni porque solo que ha alterado sus recuerdos de tal manera que ni siquiera supo cómo regresar anoche.

Las expresiones de incredulidad y horror no se hicieron esperar. El dormitorio se llena de jadeos, exclamaciones y preguntas rápidas que se mezclan entre sí, creando una desafinación que no permite entender lo que Nott y Zabini quieren expresar. Lucian observa con aprensión el comportamiento de los niños, Pansy, todavía sentada cómodamente en la cama, suspira pesadamente mientras se soba la sien. Ella les indica tomar asiento y cada uno, obediente, se posiciona en una esquina de la cama quedando frente suyo, miran a Lucian esperando un aporte que esclarezca el asunto.

Maldición, aparecieron más incoherencias en el sistema. Esto será un largo interrogatorio—piensa y es cuando comienza a contar todo desde el principio.

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