
Una amistad conveniente en un mundo desconocido
El profundo mutismo es roto abruptamente por una voz chillona y preadolescente que llama desde la distancia, el sonido se vuelve cada vez más claro y fuerte en cada segundo, de un momento a otro se apaga; se ausenta el ruido. Lucian abre los ojos pausadamente tratando de enfocar su entorno, un rostro se posa a centímetros de su cara, observándolo con sus grandes y profundos ojos negros. Lucian parpadea, si bien nadie lo acostumbró a despertar y ver una cara tan extraña y para su consternación fantasmal, no grita, no produce ninguna reacción en su rostro que evidencie sorpresa, en cambio, su cuerpo se tensa en anticipación de manera instintiva.
Lentamente, sin desviar la mirada, Lucian se levanta.
Solo un paso a la vez, aléjate de lo desconocido, no desvíes la mirada y sé prudente hasta que la posible amenaza se halla ido—recita, dando un paso hacia atrás—Nunca bajes la guardia.
La ilusión fantasmal hace una mueca, bueno, sonríe como si encontraba algo gracioso en la situación, pero su expresión cambia rápidamente. Lucian la observa con cautela, analizando su siguiente movimiento, aunque sea un sueño el peligro no disminuye. Si algo ha aprendido es que hasta en el mundo onírico se puede sentir una percepción del dolor realista.
—No me estás atacando—dice confundida.
Podría decir lo mismo— responde Lucian mentalmente y se fija en su apenas aceptable apariencia, la cual no pasa de los quince, con una coleta a cada lado de su cabeza y unas enormes gafas que agrandan de más sus ojos— ¿Acaso la tendencia de hoy es morir joven?, bueno, de igual modo no presenta peligro… por ahora.
—Mi apellido no es relevante, pero mis conocidos me llaman Lucian—se presenta para no alargar el incómodo silencio— ¿Podría decirme el suyo, señorita?—dice con gracia.
El encanto nunca falla: modales impecables, una perfecta apariencia y un buen acento cautiva a cualquiera.
—Mi nombre es Myrtle, me sorprende que no lo me hallas reconocido—concede; de pronto frunce el ceño—, después de todo soy el blanco de un montón de desagradables bromas.
La chica parece encismada en algún recuerdo desagradable.
–Es un placer Myrtle—pronuncia Lucian, tratando de recordar donde escucho ese nombre antes—.Lamento escuchar eso, debe ser una experiencia muy desgastante, si está dentro de mi posibilidad me gustaría ayudarte.
— ¿Por qué me ayudarías?— pregunta defensiva.
Al parecer no estan tonta.
—Nadie merece ser molestado o intimidado, mucho menos una chica agradable como tú—Lucian se cuestiona si sería buena idea mencionar su estado: mejor no, si es sensible a su muerte, no obtendré respuestas— Si me ayudas, te puedo devolver el favor después.
Ella parece halagada y se muestra más accesible, flotando alrededor suyo, sonríe dando un asentimiento.
—Muy bien, solo porque me agradas Lucy, te daré el beneficio de la duda—Myrtle tararea— ¿Qué te gustaría saber?
Lucian hace una mueca interna por el apodo, pero no comenta. Organiza mentalmente las ideas que tienen mayor prioridad, sea un sueño o no debe tener información.
— ¿Para ti esto es un sueño o es la realidad?
—Vaya, es una pregunta filosófica, bien—asiente para sí misma—para mí esta es la realidad, pero la realidad como concepto es diferente para cada uno, además los fantasmas no sueñan.
Lucian frunce el ceño, pensativo, si bien se encuentra en una especie de baño antihigiénico, el mismo escenario anterior de su primer despertar, ahora se agrega que está conversando con un fantasma adolescente de voz chillona. O es un sueño realmente raro, pero no tanto como la vez que soñó que era un reloj de bolsillo o su mente se trastornó producto del episodio de estrés postraumático que le generó su muerte.
Tal vez estoy en el limbo y esta es una prueba para ver a qué círculo del infierno voy a parar.
Lucian palpa su pecho, sintiendo su corazón latir, cada bocado de aire, cada contracción del abdomen. El cansancio, el dolor tenue de su cabeza, se vuelve perceptivo al roce de la ropa húmeda contra su piel y al olor del desagüe de las tuberías. Sensaciones, sentidos y dolor, pruebas de que está vivo.
Este no soy yo— pensó, viendo su reflejo por el rabillo del ojo. El niño le devolvió la mirada, o mejor dicho se estaba viendo a sí mismo— ¿pero quién soy?, lo único mío es mi nombre y hasta eso es robado. Era un niño que fingía ser un adulto, que ironía que ahora soy un “adulto” con apariencia de niño. Si esto es un sueño o es real, no importa, ya estoy muerto, bien podría divertirme un poco.
—Oye, te estoy hablando—menciona la chica, un puchero formándose en su rostro—no me ignores.
—Pido disculpas Myrtle, no era mi intención distraerme—apacigua Lucian no queriendo perder su oportunidad— pero la situación en la que me encuentro es complicada, en el mejor de los casos. Imploró a su gracia que me extienda una mano solidaria y me indique, si no es mucho conceder, donde me encuentro actualmente.
La expresión entre encantada y asombrada de Myrtle le dio indicaciones precisas que el lenguaje empleado no era el adecuado para un niño de su edad, al menos en esta realidad.
¿Pero cómo actuar como un niño de once años?, quizá siendo más ambiguo. Un vocabulario más simple—concluye con seriedad.
— ¿Sabes dónde estoy?, me encuentro algo perdido—expresa con fingida vergüenza.
Myrtle alivia su ceño fruncido y descruzándose de brazos, contesta:
—Estamos en el baño de chicas del segundo piso—explica paciente— ¿Te perdiste por los pasillos y entraste aquí de casualidad?, no te avergüences, suele pasar en las primeros meses de clases.
Un colegio entonces, por la estructura del baño, de la década de antes de los 2000, tal vez los 80; el acento similar denota que sigo en Inglaterra, bien, es un comienzo.
—No, yo me refiero al lugar en general—aclara Lucian—, el nombre del colegio—se arriesga.
Ella mira a Lucian extrañada, pero aun así habla.
—Estamos en el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Yo estudiaba aquí antes de mi muerte—responde bajando la voz al final, pero enseguida se recupera.
— ¿Hogwarts?
—Sí, Hogwarts—responde alegremente.
La mente de Lucian se desconecta. No puede ser posible ese Hogwarts del mundo mágico de Harry Potter. El lugar donde se desarrollan las aventuras del trío dorado, donde se realizan y aprenden hechizos. Donde cada alumno dispone de una vivencia compartida, y mucho más como las criaturas mágicas que habitan en el bosque prohibido. Claro también los peligros que en otra escuela no se permitirían. Lucian reflexiona sobre las cosas que su hermana, fanática de la serie, le contaba. Él nunca se consideró fan de la reconocida franquicia, pero tiene conocimientos que hasta un verdadero Potterhead envidiaría, todo solo para complacer a Kate, quien no tenía a nadie más a quien contarle sobre su seria favorita. Su habilidad de enciclopedia puede ser muy útil, aunque sea solo teórico.
Después de todo uno podrá ser tan malo como un villano, pero si es para complacer a uno de los pocos miembros de tu familia, haces cosas imposibles—piensa Lucian con pesar—Hasta me he vestido de princesa y he jugado con muñecas y ponis por el bien de Kate, leer su saga favorita es un asunto sencillo.
Varias reflexiones rondan por su mente a una velocidad vertiginosa—Estoy en una realidad de fantasía, un mundo de mil maravillas, pero como todo no puede ser perfecto, hasta en un mundo como este también existe un mal: Voldemort. Bien dice el dicho: “Algo bueno trae adversidad consigo”. No puede haber héroe sin villano. Siendo así, solo quedará tratar de sobrevivir lo más que se pueda—razona—alejarse de la inminente guerra, ir al mundo Muggle y vivir una vida feliz, lejos de todo el caos que se avecina… Uh, no está mal… Pero primero tengo que averiguar la situación actual tanto del mundo Muggle como del Mágico y ver cómo se desarrollan los acontecimientos antes de actuar. Lo primero será saber el año y fecha en el que me encuentro, particularmente me gustaría estar cuando ya acabo la guerra, Harry Potter ya venció a Voldemort y el mundo se encuentra a salvo. No soy positivo, pero podría intentarlo—Lucian orienta su atención devuelta en Myrtle.
—Agradecería mucho si nuestra siguiente conversación quedara entre nosotros, Myrtle, ya sabes, los amigos se guardan secretos entre sí, ¿no?—Liam observa el brillo en los ojos de Myrtle ante la mención de “amigos”.
Un punto vulnerable y aprovechable, esto resultará fácil.
—Sí, no hay problema. Nada saldrá de estas paredes—responde la chica alegremente, flotando a un lado de buen humor.
Lucian asiente.
— ¿En qué año estamos?
Ella lo mira consternada, pero simplemente responde—En 1991.
1991, época en la que Harry Potter se entera de que es mago y cursa su primer año. También donde se forma el trío de oro y el asunto de la piedra filosofal... Al parecer no me salvaré de participar en la guerra—Lucian considera sus posibilidades: ayudar en secreto para terminar este asunto lo más pronto posible y no verse involucrado o simplemente quedar al margen, bueno, la respuesta es obvia.
—Entonces es 1991—ella confirma con un asentimiento—, es una buena fecha para comenzar el primer año, solo espero no haberme perdido mucho mientras permanecía aquí.
—No te preocupes, en los primeros meses los profesores no son muy estrictos y más si es tu primer año—consuela Myrtle con una expresión suave.
No es mucho tiempo, solo tendré que conseguir un compañero o perfecto de casa que me ayude a ver en qué tema van las clases, y que me guie, sutilmente, por el colegio, al ser primer año no levantará sospechas. Primer problema resultó.
—Gracias Myrtle, eras una buena amiga.
Mientras la adolescente se congracia, Liam camina hacia el lavabo, fijándose en unos detalles que antes pasó por desapercibido producto de la conmoción.
Zapatos negros de buena calidad, los cuales están medio embarrados por la suciedad, su vista va subiendo …pantalones grises y por lo que puede ver, hechos a la medida…sigue subiendo…una camisa que antes fue blanca y pulcra ahora ennegrecida por el polvo y la humedad… puntos concentrados de barro…una corbata mal puesta color verde con franjas plateadas….sigue subiendo, y por último una túnica negra con algunos costados verdes, unos tajos cortan la simetría de la ropa y exponen piel, Lucian pasa su mano por uno de los huecos y se centra en una insignia al lado izquierdo de su túnica exterior, portando con orgullo la simbología de casa, una serpiente. Slytherin—administra su mente.
Lucian está conforme, sin importar la casa en la que este, su objetivo es el mismo: sobrellevar la situación.
Volviendo al uniforme, es evidente que es de buena calidad, por lo tanto, las opciones se reducen: debe pertenecer a una familia adinerada y de buena posición, posiblemente sea una sangre pura o a lo mucho un mestizo.
Viendo que está en Slytherin y es muy extraño por no decir casi imposible que hijos de muggles llegan a parar aquí, y siguiendo este patrón es muy probable que su personalidad fuera mimada y orgullosa, molestando a los compañeros de las otras casas restantes por su sangre. Aunque también existe una pequeña posibilidad de que sea amable o simplemente neutral con su entorno, ya veré si estoy equivocado o no.
Entonces viendo todos los puntos anteriores, Lucian analiza quienes podrían entrar en esta categoría: podría ser Blaise Zabini, Draco Malfoy, Theodore Nott, Gregory Goyle, Vincent Crabbe, entre los más conocidos pero aparte de los Lovegood nadie tiene un cabello tan rubio. Es Draco Malfoy—deduce.
—Oye, oye, ¿sigues aquí?— pregunta la joven, sacudiendo una de sus transparentes manos cerca al rostro de Lucian.
Él resiste el impulso de retroceder ante la invasión de su espacio personal. Oculta su pesar bajo una sonrisa complaciente.
—Sí, solo estoy pensando en mis futuros movimientos.
—Lo he notado—su mirada se torna en una mayor intensidad trasmitiendo una pregunta muda.
—Sera mejor que me vaya, se está haciendo tarde—Lucian mira a través de la ventana como el sol se va ocultando.
Ella asiente cabizbaja y al final se atreve a preguntar en voz alta.
— ¿Volverás?, ¿Vendrás a verme?—pregunta y se denota un poco de súplica y esperanza por igual.
—Por supuesto que te visitaré, después de todo me has ayudado bastante—miente con facilidad.
Myrtle parece iluminarse y una gran sonrisa se asoma en sus labios.
—Entontes, ¿hasta pronto?
—Sí, nos vemos luego
Que sonrisa más falsa—se burla su voz interna, Lucian ni se inmuta.
—Sí, adiós Lucy—contesta y su alegría se aprecia en su totalidad.
Lucian saluda en son de despedida y se va. Una vez está fuera de su alcance, borra su sonrisa y un pensamiento intrusivo cobra mayor fuerza en su mente.
No pensé que la muerte fuera misericordiosa...
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Se encuentra vagando por los pasillos sin poder ubicarse correctamente, en estos momentos desearía tener el Mapa del merodeador para que lo ayudara a saber su ubicación y a donde dirigirse. Este sería como tener un GPS de todo Hogwarts en sus manos. Lástima que Harry Potter lo tenga recién a su tercer año, aunque si Lucian mal no recuerda, los gemelos Weasley robaron el mapa de la oficina de Filch en su primer año en Hogwarts. Lo que quiere decir que ellos lo tienen bajo su posesión.
Lucian tendrá que "tomar prestado" el mapa, después de todo es una herramienta útil. Ya luego verá como lo devuelve, si es que lo hace. Un objetivo propuesto para más adelante. Por ahora se enfoca en su prioridad actual: ¿Cómo llegar hasta la entrada de la casa de Slytherin?
Según recuerda, queda en el último piso de la escuela: Las Mazmorras. La entrada es una sección de ladrillos que se abre con una contraseña, por lo tanto, hay dos opciones: buscar algún compañero de su casa y preguntarle o mejor aún al prefecto, pero viendo la hora no cree que haya alguno deambulando fuera.
Sus esperanzas no son nada alentadoras. Aunque Lucian no resuelve el problema del ingreso y aunque lo hiciera no sabría ubicarse e ir a su habitación respectiva sin despertar las sospechas de sus compañeros.
—Supongo que tendré que intentarlo mañana—susurra para sí—, al menos le sacaré más información a esa fantasma.
Con los planes frustrados, regresa al baño siguiendo el camino involuntario de pisadas que produjeron sus suelas embarradas de lodo. Por primera vez, Lucian se alegra de que estén en ese estado, a su vez es un recordatorio desagradable de su apariencia.
Otra prioridad será arreglarme lo más pronto posible. Ni muerto me ven haciendo el ridículo.
Cuando entra Myrtle lo observa sorprendida, luego su expresión se torna más intensa como adivinado el motivo para su pronta visita. Unos momentos de silencio continúan antes que ella estalle en carcajadas. Al parecer comprendió la situación actual de Lucian.
—Jajaja, sabes, pensé que vendrías a visitarme, pero nunca imagine que sería tan pronto—dice sucumbiendo a otro ataque de risa.
Lucian frunce el ceño ante su falta de propiedad. Solo los maleducados se expresan de esa manera tan desagradable y es un error aun más garrafal viniendo de una mujer.
¿Cuál sería la mejor reacción?—se cuestiona— ¡Lo tengo!
Piensa en un recuerdo feliz, lo que inmediatamente hace aparecer la imagen de su madre en su mente. Sus mejillas adquieren un tono rosáceo saludable y por primera vez desde que llego a este mundo extraño siente seguridad. Al final se termina contagiando de la risa de Myrtle.
—Creo encontrar la gracia Myrtle.
—Ja, quisieras—responde limpiándose una lágrima imaginaria— Entonces, ¿Te quedas por hoy?
¿En un sucio baño?, que deplorable.
—Sí, seamos buenos compañeros—dice Lucian y procede a sentarme en un rincón.
Nunca en su vida había pensado en la posibilidad de dormir en un baño, pero tiempos desesperados requieren medidas desesperadas, además no es el peor lugar en el que ha dormido.
Myrtle se eleva unos metros más hasta quedar encima del lavabo, brinda una sonrisa y le empieza a contar sobre un montón de cosas para pasar el rato, algunas sobre ella y los estudios en Hogwarts, del acoso que sufrió, sobre su muerte y posterior vida como fantasma. Es una fuente propicia de chismes, tiene lengua suelta para hablar de vanidades.
Realmente de todo los lugares en lo que pude estar—maldice mientras escucha la incesante habladuría— por qué diablos aparecí en un baño abandonado como un fantasma como única guía...solo mi condenada suerte.
Lucian no sabe en qué momento de su relato se queda dormido, pero puedo asegurar que duró un largo tiempo escuchándola. Prueba de ello serían las ojeras que aparecieron al día siguiente.