
Verdad o reto
Escena retrospectiva
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—Verdad o reto?
—Oh, vamos, Dumbledore, ese juego es de muggles, lo he visto y no seré participe.
El castaño frunce el ceño y eleva sus labios formando un puchero que provoca una ruidosa risa por parte del rubio.
—¿Siempre eres así de aguafiestas?
—Ah, ¿disculpa? —Responde ofendido llevando una mano a su pecho—. Estarías trabajando en una poción para hombres lobos si no te hubiera obligado a salir de tu habitación esta noche. Y peor aún, sin ningún tipo de remuneración económica, esto lo haces por… en realidad no sé por qué. Tu bóveda en Gringotts debe tener polvo.
—Está bien, está bien, ganas esta vez. Es solo que todos estos magos me están poniendo nerviosos.
El rubio dirige su mirada a la parte posterior del bar en donde un grupo de magos cantan celebrando el cumpleaños de una chica. El ambiente está empezando a volverse alocado, el calor sube en la habitación, algunas chicas bailan con sus parejas y otras se acercan torpemente a la barra.
—No está tan mal. Además se suponía que esperaríamos el concurso, me lo debes— dice acercándose lentamente al oído del castaño con la intención de hacerse escuchar sobre el repentino ruido sin tener que levantar la voz.
Cuando se aleja puede apreciar el ligero sonrojo en su acompañante por lo que desvía rápidamente la mirada a la chica que trata de llevar más de tres tragos a la vez y que está a punto de caer sobre la mesa.
El heterocromata logra ponerse de pie evitando la desastrosa caída de la pelirroja tomándola por la cintura y conjura un leviosa salvando las bebidas.
—Oh wow, la habitación gira— afirma la bruja cerrando los ojos y sujetándose torpemente de los brazos del rubio.
Una corta risa sale de la boca de Gellert y Albus se pone de pie para tomar los tragos y colocarlos frente a los suyos en la barra antes de que un despistado logre tirarlos.
—Déjame ayudarte, siéntate con cuidado. Creo que bebeste de más.
Logra llegar al sillón más cercano colocándola cerca del respaldo y tomando asiento a su lado por si llega a marearse de nuevo.
—Es mi cumpleaños diecinueve, a eso vine —logra enunciar la pelirroja mientras trata de bajar su corto vestido verde esmeralda antes de llevar sus orbes verdes a los del rubio—. Bueno, a eso ya bailar hasta no sentir los pies—. Sus ojos recorren sin discreción a la persona junto a ella—. Vaya, ¿qué color de ojos tan peculiar tienes, emm…?
—Gellert, Gellert Grindelwald y sí, tengo heterocromía.
Extiende su mano hacia la pelirroja y cuando sus dedos están por rozar los de ella la voz de Albus lo detiene.
—¿Se encuentra bien, señorita…?
—Gemma, mi, mi nombre es Gemma. Estoy algo mareada pero este caballero apuesto está ayudándome. Gracias.
Ella lleva una mano hasta las del rubio que se posaban sobre su regazo y una mueca incómoda que intenta volverse una sonrisa amable se forma en los labios de Gellert. Ambas miradas se dirigen al de rizos cobrizos, una suplicando ayuda, la otra pidiendo a gritos que se aleje.
—Gell, podríamos conseguirnos un poco de agua. Revisaré que la señorita Gemma se encuentre bien. Que de algo sirvan esas clases extracurriculares con los sanadores. Además puede que traiga conmigo alguna poción que ayude con su mareo.
El mencionado se pone rápidamente de pie liberándose del agarre y se dirige a la barra susurrando un gracias al que Albus responde con un asentimiento.
—Soy Albus, por cierto, ¿sigues mareada, Gemma?
—¿Conoces bien al chico de ojos bonitos? Me gustaría poder darle las gracias después por salvarme de la humillación pública —responde ignorando completamente la pregunta del castaño.
Albus toma asiento a su lado y saca una pequeña bolsa púrpura con detalles dorados del bolsillo interno de su chaleco.
—Él… es como mi mejor amigo en este momento. —Una suave sonrisa adorna sus labios y la mirada se ilumina cuando busca al mencionado tras la gente, sus ojos se encuentran momentáneamente con los del rubio tomándolo por sorpresa. Sus mejillas se encienden y se obliga a dirigir su mirada a la chica a su lado. Carraspea al notar los ojos de la misma sobre lo suyos, la toma delicadamente de las mejillas para elevar el rostro y observar sus dilatadas pupilas ajeno al análisis que ella maquila en su cabeza.
—Y ¿hace cuánto que se conocen?
—Menos de dos meses, pero parece que fuimos amigos de toda la vida. Puedes tomar mis manos y apretar con toda tu fuerza por favor—indica el de cabellos cobrizos antes de retirar las frías manos de las tibias mejillas.
Gemma acata la orden de Albus dirigiendo sus ojos al castaño que la mira con curiosidad cuando libera sus manos.
—Creo que estás bien, puede que solo fuera el alcohol. Ahora déjame encontrar la poción para el mareo.
La mano de Albus se pierde repentinamente en el fondo sin fin de la bolsa y la bruja busca a Gellert con la mirada encontrándolo discutiendo con el sujeto de la barra.
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—Es imposible que no tengas agua, una chica casi tropieza con una de tus mesas, no podemos darle más alcohol.
—Ya te lo dije, se terminó más temprano y el chico nuevo al que enviamos por el pedido en escoba se perdió. El dueño colocó hace mucho un hechizo que no permite hacer un simple aguamenti porque pensó que los clientes lo usarían y evitarían pagar el agua del bar.
El rubio coloca ambos codos sobre la barra inclina su cuerpo hacia delante y tira de su cabello con desesperación para después tomar su nariz entre el pulgar e índice en una clara señal de irritación.
—¿Qué hay si se conjura fuera del bar? Salgo con uno de tus vasos y conjuro el hechizo fuera.
—En realidad no lo he intentado jamás, toma un vaso. Intentaría ayudarte pero el concurso de shots de whisky de fuego está por comenzar.
-Gracias amigo. Ahora debo correr, esa es la única razón por la que estamos aquí, no puedo perdérmelo. Ojalá funcione.
Se dirige a grandes pasos a la salida mientras el chico tras la barra comienza a caminar hacia el centro del bar llamando la atención de los presentes al aparecer una larga mesa flotante de color obsidiana con pequeños vasos de cristal y una botella de whisky de fuego.
El bartender se coloca la varita a un costado del cuello y de repente su voz retumba en todos los rincones del local.
—¡Hola a todos, ¿cómo están esta noche?!
Los gritos animados resuenan en sus oídos tras cerrar la puerta del bar y tomar firmemente su varita.
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Gemma bebe a pequeños tragos la poción color violácea para el mareo que el mago delante suyo convocó con magia sin varita.
—Cuéntame Albus, no me lo tomes a mal pero, no pareces mucho de las personas que terminan en un bar la noche del sábado ¿Cómo terminas aquí hoy?
La carcajada la toma por sorpresa haciendo que ella también comience a reír.
—Tienes razón, Gemma, no soy la clase de persona que terminaría en un bar una noche de sábado pero Gellert insistió. Verás tuvimos un duelo hace poco a la mitad de un picnic—la bruja dirige una mirada divertida al rizado—. Lo sé, algo extraño pero esa historia es más larga y no quiero aburrirte, tu fiesta de cumpleaños, deberías volver con...
—Oh vamos, cuéntame un poco. Mis amigos ni siquiera han notado mi ausencia, eso ya es bastante triste. —Toma del hombro a Albus para sacudirlo mientras su mirada suplicante de cachorro trata de convencerlo—. Por favor, es mi cumpleaños.
—Ah, está bien, solo deja de mirarme así.
—Sí, siempre funciona.
—Verás, fuimos a un picnic cerca de un bosque que me gusta mucho, pero se me ocurrió que sería divertido tener un duelo así que se lo propuse. Gellert ayudó e inventó unas cuantas reglas tontas como no usar golpes o…
—Ah, muy de muggles —interrumpe mientras rueda los ojos.
—Eso dijo él— muerde suavemente su labio inferior intentando sin éxito reprimir una sonrisa perdiéndose en sus pensamientos.
— ¿Qué pasó en el duelo? —La suave voz lo devuelve a la realidad.
—Oh, sí. Me lanzó un rictusempra y no podía dejar de reír. Así que usé magia no verbal cuando él me despojó de mi varita.
Hubieras visto su rostro, creyó que me había ganado porque estaba rodando sobre el césped y de repente su varita volaba por los aires.
Las risas de ambos inundan el ambiente cómodo que han creado en un rincón del bar.
»Cuando me di cuenta estábamos rodando uno sobre el otro hasta que me tuvo debajo suyo tomado de las muñecas quejándose de la injusticia de mi hechizo hasta que…
Corta la respuesta de golpe tragando saliva con lentitud, su mirada se nubla abandonando repentinamente los ojos verdes para posarse sobre su regazo, como si el recuerdo doliera. Gemma lleva una mano con suavidad al muslo del mago haciendo volver en sí.
—Oye, ¿qué pasó después, Albus?
El de rizos cobrizos se aclara la garganta, coloca una mano sobre las de ella y la mira esperando no ser juzgado por una desconocida.
—Estábamos aún tirados en el césped, me tenía sujeto de las muñecas y me levanté sobre mis codos para decirle que no había roto ninguna regla, había ganado limpiamente. No pude darme cuenta de lo cerca que estábamos hasta que sentí su aliento en mis labios y… y quise besarlo, nunca antes había deseado tanto besar a alguien como en aquel instante pero él liberó mis muñecas y se alejó.
Gemma aprieta suavemente la mano de Albus buscando dar un poco de comodidad e incitándolo a continuar hablando.
—Creo que tengo sentimientos hacia él y me asusta pensar que tal vez no sea recíproco o peor aún que él lo vea como algo ¨antinatural¨ y se aleje de mí para siempre.
El ruido en el bar incrementa desviando momentáneamente la atención de ambos hacia el bartender que aparece a la mitad del bar anunciando que el concurso está por iniciar.
—Puede que no te conozca de nada, Albus pero… los vi cuando venía hacia aquí y dudo que Gellert vaya a hacerte daño de alguna manera, se les veía muy felices. Como si estuvieran en una burbuja solo los dos disfrutando de la compañía del otro. La verdad he de confesar que en realidad no estaba tan mareada, pero el cabello de Gellert llamó mi atención y lo mejor que se me ocurrió para conseguir hablarle fue ser la damisela en apuros.
El castaño le sonríe apenas elevando las comisuras de los labios pero su mirada aún triste baja hasta las manos de ambos que todavía se encuentran unidas y un rizo escapada de su lugar terminando en su rostro.
Una solitaria lágrima humedece la mejilla del mago y es retirada dulcemente por la mano de la bruja frente a él. Acaricia su mejilla y toma su barbilla hasta levantar nuevamente su rostro.
—Sé que es la primera vez que nos vemos pero ¿cómo puedes estar seguro de que él no siente nada por tí?
Los orbes azules la miran con duda y una chispa de esperanza mientras ella llevaba el rebelde rizo de vuelta a su lugar.
»No des la batalla por perdida antes de luchar ricitos. Tal vez al final de la noche te llevas una buena sorpresa.
—Pero Gemma, estoy muerta de miedo, jamás podría confesarme y arriesgarme a perder a mi mejor amigo.
—Creo que lo que necesitas es el valor que nos brinda el alcohol, mi querido amigo. Déjame alcanzar esos tragos que—
—Al fin tengo el agua, no creerán todo lo que tuve que hacer para—. Gellert se interrumpe pasando su mirada rápidamente entre ambos magos, deteniéndose un instante en las manos de ambos, pero cuando posa su mirada en la del ojiazul abandona sin cuidado el vaso sobre la mesa para hacerse un lugar en el sillón y tomar su rostro con preocupación. —. ¿Todo está bien? —pronuncia preocupado— ¿Qué ocurre, Albus? —El recién llegado toma aire ruidosamente y lo saca por la nariz en un intento de guardar la calma—. ¿Estás… estabas llorando? ¿Gemma qué ocurre? Solo me fui unos minutos.
—Me entró algo en el ojo, Gemma estaba ayudándome, ¿verdad?
Los ojos azules buscan con desesperación los verdes de la bruja en una especie de súplica para seguir su mentira. Pero ella solo puede sentir la mirada molesta de aquel rubio al que antes intentó conquistar y que ahora la ignorante solo para observar detenidamente a su amigo con el ceño fruncido y los dedos sosteniendo con miedo aquel rostro.
—Sí, creo que era un insecto, escuché que alguien abrió la puerta, puede que entrara en ese momento.
—Por Merlín, Albus, esto es mi culpa— el rostro de ambos magos refleja absoluta confusión demostrada sin querer en ceños fruncidos y muecas de duda—. Tuve que salir del bar para conjurar un aguamenti. Se quedaron sin agua en el bar y el dueño tiene algún hechizo que nos impide conjurarla aquí dentro, lo siento. Déjame ver tu ojo, ¿cuál decías que es?
Las mejillas del rizado se colorean de carmín al notar la cercanía del otro mago y la voz se pierde en el fondo de su garganta.
—Creo que ya no es necesario, Gellert. He revisado ya varias veces, sus ojos están perfectos.
—Tal vez no revisaste bien, aún se ven llorosos. Albus, ¿puedes abrir bien ambos ojos?, por favor, esta luz no me deja ver nada, ¿segura que no fue su cabello?, esos rizos tienden a venir hacia su rostro todo el tiempo, y no me mal entiendas, Al, son hermosos pero no sería la primera vez que uno de ellos te lastima e ojo— con delicadeza acomoda unos cuantos cabellos detrás de los oídos del ojiazul que parece petrificado con la situación.
La pelirroja se dedica a sonreír disfrutando la arrepentida situación en la que se encuentra. Con un Albus de mejillas sonrosadas y los labios entreabiertos que parece haber dejado de respirar y un Gellert extremadamente preocupado por algo que a alguien más le habría parecido insignificante. Pensando cómo era posible que Albus no pudiera darse cuenta de los sentimientos de Gellert hacia él, cuando unas cuantas acciones fueron suficientes para confirmarlos a ella.
—¡¿Listos los competidores?! —La voz rompe el silencio tan abruptamente que los tres dan un pequeño salto en sus asientos.
El rubio se vuelve consciente de la situación y suelta el rostro de Albus alejándose un poco al notar la cercanía para después volver a la realidad bajando la mirada a sus pies, intentando disimular el sonrojo. Pero ningún detalle pasa de largo para Gemma que sonríe de lado con suficiencia, notando como Albus acomoda nerviosamente el escaso cabello tras su oreja y mira fijamente la barra flotante pretendiendo fingir que nada acababa de suceder.
—Vamos chicos, creo que puedo ganarles en esto a ambos.
—Ja, no sueñes, niña— dice con seguridad el menor llevando la mirada a los ojos verdes. Recuperándose de la situación previa.
—Eso sonó como un reto, rubio. Y yo nunca digo que no a un reto, pero si gano ustedes dos pasarán el resto de la noche conmigo y mis amigos. Si pierdo… nah, eso no va a pasar.
Las risas de los tres se pierden ante la última llamada del bartender a todos los concursantes.
—Acepto el reto —declara Gellert tomando la mano de la pelirroja para ayudara a levantarse y después repetir aquel gesto con el castaño dirigiéndolos atropelladamente a la barra flotante a mitad de bar—. Ya veremos después cuál será mi premio por ganarles.
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—Perdí— susurra el rubio antes de sentarse en el primer sillón que se cruza en su camino tirando de su cabello con frustración.
—No puedo creer que bebieras el resto de la botella, Gemma. Fue increíble.
—Gracias, Al. Les dije que no me vencerían. Ahora vamos, la noche es joven y ya tengo en mente algunas cosas.
La bruja extiende su mano hacia el rubio y éste la toma para seguirla junto a Albus.
Una capa de humo comienza a cubrir el piso del lugar cuando se reúnen con los amigos de la pelirroja, quienes la reciben entre gritos de celebración y abrazos.
—¡Estuviste fabulosa, Gemas!.
—Dime algo que no sepa Cindy, querida.
—Ah, tal vez que… en media hora podrías terminar en San mungo. La cantidad de alcohol que tienes en el sistema no es buena, ni siquiera para un mago.
—No seas aguafiestas, Melissa —reprocha en tono de berinche rodeando con una mano a su amiga por los hombros.
—Ahora, ¡vengan todos! que quiero presentarles a mis nuevos amigos.
Las miradas de los presentes van de arriba a abajo recorriendo sin pudor a ambos magos que se remueven incómodos sobre sus pies, acercándose sin querer al otro hasta que sus hombros se rozan.
—Ellos son Albus y Gellert, pasarán el resto de la noche con nosotros y les prometo que será ¡la mejor noche de sus vidas!.
Los amigos de Gemma propinan gritos de júbilo y comienzan a acercarse lentamente a los nuevos invitados presentándose para romper el hielo hasta que todos en están sumidos en una amena plástica.
Después de un rato una algo borracha Gemma se acerca hacia Albus.
—Bonito, ven aquí, deja a estos aburridos y vamos a la pista de baile —tira del brazo del rizado separándolo de los otros.
—Suerte con eso Gemma —menciona el rubio—. Albus detesta bailar, dice que prefiere perder un pie y que solo lo haría si es de vida o muerte, o para salvar a un amigo de la humillación pública.
El de rizos castaños lleva el rostro a la alfombra y la bruja puede percatarse del camino tiñendo aceleradamente sus mejillas.
—Lo hará porque es mi cumpleaños y yo se lo pido— responde secamente antes de llevarse al mago dejando con una mueca de sorpresa al contrario—. Vamos, Albus por favor, solo una canción.
—No puedo, Gems, soy muy torpe y además me da vergüenza.
—Eso tiene solución. Toma, traje este tiro únicamente para ti. Te dará el valor que necesitas esta noche, confía en mí.
Las manos del mago toman el pequeño vaso y sin pensarlo lo lleva a sus labios bebiéndolo de un solo golpe, vuelve el rostro al de la pelirroja que sonríe triunfante mientras el intenta evitar hacer gestos por el ardiente líquido que acaba de atravesar su garganta y que ahora brinda calor en su estómago.
El fuerte grito de la bruja no hace más que llamar la atención de todos en el bar y logra dibujar una sonrisa en los finos labios de Albus.
—Ahora, solo déjate llevar por la música que yo te guía.
Le guiña un ojo antes de dar media vuelta, toma al rizado y envuelve sus brazos sobre su cintura siguiendo el ritmo de la canción que se escucha en el bar. Pega su espalda al pecho de Albus, que deja escapar un jadeo y posa sus manos en las caderas de la pelirroja pasando sus dedos quisquillosamente sobre la lentejuela verde sintiéndola estremecerse ante el fino tacto hasta que ambas caderas se mueven con cadencia. La bruja pasea sus manos por el cuerpo del mago tomando entre los dedos los suaves rizos y tirando de ellos hasta que le arrebata un gemido involuntario.
—Lo estás haciendo excelente, Albus, sigue así —murmura acercándose hasta su oído. Lleva la mirada por sobre su hombro hasta el rincón en donde se encuentra Gellert en compañía de sus amigos y cuando comprueba que el rubio tiene la mirada perdida en ellos atrae al mago por la nuca, junta sus narices, rosa pausadamente sus labios esperando una interrupción que nunca llega. Decidida da un último vistazo al rubio y toma a su acompañante en un tierno beso sabor whisky, el rizado la gira hasta quedar frente a frente acercándola por la cintura y el beso termina volviéndose desordenado.
Cuando se separan ambas respiraciones son irregulares y él de rizos cobrizos lleva su frente hasta la de ella tratando de regularizarse.
—Lo siento —carraspea audiblemente alejándose de la bruja—. No debí, hemos bebido más de la cuenta. Es mejor que me vaya.
—No Albus, no tienes nada por qué disculparte. En todo caso yo lo inicié y lo siento. Vamos a seguir bailando. Sin besos si lo prefieres, por favor, quiero una noche inolvidable.
—Creo que estoy borracho porque normalmente diría que no.
—Pero…
—Acepto.
—Eso quería escuchar. Así que no se diga más. ¡Camarero, otra ronda de shots de whisky para la cumpleañera!
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—¿No crees que llevan demasiado tiempo en la pista?
—Se divierten, Gell. Además creo que a Gemma le gusta tu amigo, o puede que solo esté muy borracha, no han parado de llevarle esos ¨shots gratis para la cumpleañera¨ desde que llegamos. Solo mira como bailan, daría la fortuna que no tengo para tenerla así de cerca.
El rubio los busca con la mirada entre la multitud esperando que no estén besándose de nuevo, pero la escena que observa no lo hace sentir mejor.
El de rizos cobrizos está tomando sensualmente la cintura de la bruja cuya espalda descansa pesadamente en su pecho. Ella tira de su cabello formando una improvisada coleta y su cuello descansa en el hombro del contrario.
—Sabes qué, iré con ellos, eh, normalmente Albus no toma, tal vez está mareado, ya vuelvo.
Toma su bebida de un trago y se dirige a grandes pasos a la pista al percatarse de que la pelirroja está ahora frente a Albus, sus brazos lo toman por el cuello y lleva peligrosamente cerca sus rojos labios a la boca del mago.
—¿Cómo va todo por aquí?
—Gellert, ¡viniste!, creí que te quedarías toda la noche con esos amargados— responde ruidosamente la bruja al tiempo que libera el cuello del rizado.
—De hecho me enviaron por ustedes, eh… —tira nerviosamente su cabello tratando de formular una buena mentira.
-¿Oh yes?
—Sí, ellos… quieren que juguemos verdad o reto.
La carcajada que abandona espontáneamente la boca de la ojiverde hace que ambos la observen fijamente.
—¿Ellos? Si claro.
—Pero, Gellert me dijo que no querías jarra…
—Al, cariño por qué no te adelantas. Gell y yo te alcanzamos en un segundo—interrumpe la bruja.
El ojiazul los mira con duda, pero al final asiente y los deja a mitad de la pista de baile.
—Gellert querido, ¿puedo preguntar algo?
—Lo que quieras mientras después vayamos con Albus. Tengo que comprobar que no ha bebido demasiado.
Ella se acerca cautelosamente hasta el oído del heterocrómata y enuncia la pregunta que la acongoja desde la plástica con el rizado—. ¿Desde hace cuánto sientes algo por Albus?
Se retira alejándose del cuerpo del rubio justo en el momento en que él palidece y casi parece ver cómo un escalofrío recorre dicho cuerpo haciendo tembleque. Una sonrisa malvada se posa en los labios rojos porque ahora comprobó sus sospechas sin importar lo que el otro llegue a responder.
—No sé de qué estás hablando— responde torpemente mientras trata de recuperarse pero el color carmín tiñe su cuello, rostro y oídos antes de que pueda inventar alguna mentira—. Solo somos amigos, nos conocemos hace poco, no hay más.
—Lo que digas querido. Ahora dime ¿cuál de todos ellos sugirió el juego?
—No lo recuerdo.
—Gell, ellos no saben de la existencia de ese juego. Son todos unos sangre pura aburridos, pero está bien. Vamos a jugar, me muero de ganas por retar a alguien a dar un beso.
Toma el brazo del mago y se reúnen con el resto de sus amigos.
—Oye por cierto. Te ves demasiado bien para haber bebido tu sola un cuarto de botella de whisky de fuego, ¿tienes algún secreto bajo la manga?
—Es que soy mitad vampiro.
—Oh, por favor. Deja de mentir.
—Aquí el único que ha mentido eres tú— guiña un ojo con picardía y libera el brazo del rubio para tomar lugar en el centro de la multitud. Mientras él se coloca a la izquierda de Albus y rosa con delicadeza su hombro para hacerle saber que está ahí.
»Brujas y magos que se dicen mis amigos. Preste su atención por favor. El guapo caballero que les presentó ha propuesto jugar un juego bastante interesante a mi parecer, ¿cierto Gellert? —El rubio rueda los ojos en respuesta—. El nombre es verdad o reto, las reglas son sencillas. Hacemos un círculo y tomamos un turno cada uno iniciando conmigo obviamente. Quién tiene el turno elige a una persona del círculo y lo hace elegir entre verdad o reto. Voy a resaltar que si eligen verdad su siguiente turno deberá ser un reto. Elian sabiamente.
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—Retó.
—Perfecto, Cindy. Besa a la persona más apuesta del círculo.
La rubia pasa su lengua por su labio inferior y recorre con la mirada a cada uno de los magos. Muerde su labio hasta que este pierde el color y se pone de pie para tomar a la pelirroja de la nuca plantando su boca sobre la contraria arrebatándole un gemido en sorpresa.
Después de unos segundos todos comienzan a gritar que es suficiente y ambas brujas se separan riendo ruidosamente con las mejillas sonrosadas.
—¡Es mi turno! —enuncia Gemma.
—Gellert ¿verdad o reto?
—Verdad.
—Me mentiste hace un rato cuando te pregunté sobre lo que sentías por…?
—Sí, lo hice. —responde interrumpiendo.
El mago susurra un "basta" inaudible a lo que la ojiverde asiente comprensiva.
—Está bien, es tu turno Greg.
—Esperen, Gell ¿de qué habla Gemma?
—Oh, no es nada, Albus, solo… —carraspea suavemente pidiendo ayuda a la ojiverde con la mirada.
—Sólo le preguntó si usaba alguna poción para no sentir el acolho en el esfófago… al día siguiente. Creo que ya me dirás luego.
Albus mira de reojo a ambos pero ya no está seguro de si el rubor en las mejillas de su amigo se debe a alcohol o si está mintiendo. Está a punto de interrogarlo cuando la voz de Greg interrumpe de golpe su pensamiento.
—Albus sigues tú ¿verdad o reto?
—Mmm, creo que me tocaba reto.
—Bebe… 4 tragos de licor de fresa.
—Ay Merlín, espero no vomitar.
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—Estos hielos me están congelando hasta el patronus, ¿puedo quitarlos ya?
Las risas inundan el bar pero Albus niega con la cabeza.
—Dije toda una vuelta, Greg.
—Apresúrense entonces.
—Creo que estoy mareado pero por alguna razón me siento muy feliz, Gell.
—Tal vez es momento de llevarte a casa, Al.
—No esperen, última ronda.
La mirada suplicante de la pelirroja los hace aceptar.
—Ali, tú turno, preciosa.
La bruja gira la botella y la boquilla de esta se detiene apuntando al rubio.
—Gellert, te toca reto, ¿cierto?
El rubio oriental.
—Te reto a besar en los labios a la cumpleañera.
—Ali, basta de besos…
—Por favor, no mares aburrida, Gemma. ¿No era la razón de todo esto?
La pelirroja se pone de pie y tras asimilar el breve mareo toma el rostro del rubio uniendo sus labios en un movimiento tan rápido que apenas es capaz de sentir el calor alejarse.
—Eso no cuenta. Ni siquiera lo sentí. Para que cuente debes pasarle este hielo.
La bruja se coloca el hielo entre los labios para después succionar llevándolo al interior de su boca y tomando desprevenido al rubio atraerlo por la nuca en un profundo y sensual beso del que se separan buscando aire.
—Listo dice él sacando el hielo de su boca para depositarlo en un vaso. Ahora sí nos permiten…
—Albus es tu turno, te reto a una ronda de ¨shots o beso¨. Quiero creer que conoces las reglas pero te las recuerdo. Tomas la botella, las giras y el afortunado o afortunada a quién le toque la punta de la botella es a quien debes besar, si no hay beso beberás dos shots de licor de fresa—. Declara la ojiverde.
—Creo que no pasará, Gemma. Albus está muy mareado.
—Puedo con esto, Gellert.
—Si vomitas no cuenta, y debes beber de nuevo— recalca Greg.
—¿Listo, Albus? Toma la botella.
El ojiazul lleva su temblorosa mano hasta la botella, la toma con miedo hasta colocarla sobre la mesa del centro y girarla sobre la misma hasta que comienza a perder velocidad. El corazón del rizado es un caos de rápidos latidos que se detiene junto con la botella.
—Perfecto, es tu elección ricitos ¿bebes o besas a Gellert?
—Gemma— musita entre dientes el rubio para después mirar al ojiazul.
—Traé el licor —pronuncia el rizado con los ojos vidriosos y una mueca de dolor impidiendo a toda costa mirar en dirección a su amigo.
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—Son solo dos, Albus tú puedes. Eso, solo uno más.
Una arcada hace que el ojiazul gire violentamente hacia atrás, pero logra controlar el contenido estomacal.
—Gemma, por favor. Déjame beber el último por él, no quiero pasar la noche limpiando el vómito.
—Reglas son reglas, rubio. Si no lo bebe debe besarte—responde Rubi.
—Gemas, por favor.
—Esta bien, chico heterocrómata. Solo porque el nuestro fue un gran beso. —menciona atrapando su labio inferior con los dientes.
—Ah, gracias, pero como último favor, ¿pueden ser de whisky de fuego? No quiero mezclar más alcohol por hoy.
—Adelante.
—No, no tienes que hacerlo, yo puedo. Solo déjame tomar un poco de aire.
—Oye, tranquilo. Solo es un shot más—menciona el rubio acomodándose un rizo tras la oreja del contrario—. Estaré bien, además habló en serio sobre el vómito.
El rubio bebe sin pensarlo todo el contenido del pequeño vaso frente a él, se pone de pie y cuando está por despedirse nuevamente la voz de la pelirroja lo impide.
—Sabes qué, Gellert? Cambio de opinión. Ese shot debe tomarlo Albus o cumplir con el beso.
—Oh, vamos Gemma, no crees que ya fue suficiente de…
Pero nuevamente no puede continuar porque unas manos lo toman por el saco impulsándolo con fuerza hacia adelante sin poder siquiera reaccionar hasta que siente la tibia boca moverse delicadamente sobre la suya, casi con miedo de haberlo hecho.
Cierra los ojos con fuerza y corresponde el beso que lleva deseando por semanas. Llevando una mano a la cintura del más bajo atrayéndolo hasta que sus pechos se tocan, mientras la otra mano llega a la nuca del castaño para tomar el sedoso cabello entre sus dedos, disfrutando de todas y cada una de las sensaciones que la situación actual le producir. Se pierde en la suavidad de sus labios, la calidez de las manos sobre su pecho, los escalofríos que recorren su piel y el acelerado ritmo de su corazón.
El rizado gira el rostro para tener un mejor ángulo pidiendo permiso para entrar a la cavidad del otro que separa los labios emitiendo un jadeo cuando sus lenguas se encuentran y el beso toma sabor del whisky mezclado con fresas.
La falta de aire los obliga a separarse y el rubio coloca con ternura su frente sobre la del ojiazul y aún sin abrir los ojos toca la punta de su nariz con la suya mientras trata de asimilar lo sucedido. Hasta que la voz del rizado inunda sus oídos.
—Llevaba tiempo deseando esto, ¿sabías?
Suspira pesadamente abriendo los ojos regulando su respiración, alejándose lentamente del contacto con el ojiazul y cuando los ojos de este parecen querer cristalizarse ante la falta de respuesta Gellert sonríe, lo toma de la mano y los lleva a grandes pasos a la salida del bar.
Lo último que escucha antes de cerrar apresuradamente la puerta para poder tomar nuevamente los labios del ojiazul son los gritos de emoción de Gemma y sus nuevos amigos.
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