Strawberries and Whisky - Grindeldore

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A pasos lentos

Albus:

 

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Sus labios buscan nuevamente los míos con desesperación, a diferencia del beso del callejón este es más lascivo, su lengua se introduce sin permiso y me arrebata un gemido, mis manos tiran suavemente de su largo cabello en busca de más, mientras las suyas se posan en mi cadera apretándome ansiosamente.

Sin preámbulos rompo el beso para guiarlo hasta mi cama, ambos hemos estado en esta habitación antes, pero no en una situación similar y el simple hecho de pensarlo hace que mi temperatura se eleve. Dejo que tome el control y me recueste casi con urgencia sobre las sábanas frías mientras un escalofrío recorre mi columna ante la anticipación.

Lo único que ilumina la habitación es la tenue luz de mi lámpara de noche y me siento tentado a apagarla hasta que me doy cuenta de que me encantaría ver la piel de Gellert iluminada con esa luz, dando destellos en su cabello y su mirada.

Se comienza a sacar la bufanda e inconscientemente mis manos van hacia su pecho para ayudar a liberar los botones de su camisa, cuando logro sacársela de encima comienza a repartir besos sobre mi cuello, succionando pausadamente hasta que mi ropa también comienza a sobrar. Sus manos que sostenían firmemente mis muslos ahora están ayudándome a desabotonar la camisa hasta que termina en algún rincón de la habitación.

Él continúa el camino de besos descendiendo de mis clavículas a mi pecho, succionando de un poco y aunque estoy seguro de que dejará marcas, no lo detengo, porque quiero tenerlas, lucirlas en mi pálida piel como si fuera un trofeo. Tomo su rostro al sentirme privado de sus besos por demasiado tiempo, junto nuestros labios y me permito tener el control del beso rodeando firmemente su cuello con uno de mis brazos mientras que con el otro atraigo su nuca acercándolo lo más posible, nuestras lenguas danzan al ritmo de una melodía que jamás se ha escrito, pero si lo hiciera sólo se podría describir como perfecta, tan perfecta que nos hace jadear y comienzo a buscar fricción en nuestras caderas moviéndose suavemente cuando siento crecer su erección contra mi muslo, tomándolo por sorpresa. Sus dientes aprisionan mi labio inferior y un gemido se escapa de mis labios haciendo romper el contacto.

Me mira directo a los ojos para después atacar de nuevo mis labios.

—Al, me vuelves loco —susurra en medio del descuidado beso mientras tira de mi cabello para exponer mi cuello y comenzar a repartir besos por doquier; Inicia el movimiento de cadera que yo había detenido cuando culminó el beso. Nuevamente busco el contacto y mis manos se aferran a su espalda, clavando suavemente las uñas, sin poder evitar soltar jadeos ante la fricción de nuestras entrepiernas.

—Tal vez pensarás que es pronto, pero quiero todo de ti—aseguro con la voz firme, pero entrecortada por la excitación.

Detengo mis movimientos y alejo mi rostro para mirar a Gellert, quien de repente se ve confundido por mi accionar.

Mi mente es un desastre, nuestras respiraciones están agitadas, nuestro cabello está despeinado, y en sus ojos solo puedo ver el deseo.

—Sé, que no tengo experiencia en esto pero, quiero que sea contigo, confío en ti.

Se retira con cuidado de encima de mí para recostarme a mi lado derecho dejando suaves caricias en mi hombro.

—También desearía que mi primera vez hubiera sido contigo, Albus. Y si en verdad quieres hacerlo me encargaré de hacer ese momento el más especial para ti. Pero no tiene que ser ahora mismo, puedo esperar, te esperaría una vida hasta que estuvieras lista.

Coloca una mano sobre mi rostro y reparte caricias sobre mi mejilla con su pulgar, provocando que me incline hacia su hombro como suelo hacerlo tras largas horas de investigación en la biblioteca, hasta que decidió romper el silencio.

—Pero yo no quiero esperar, quiero hacerlo ahora mismo Gellert, contigo. Te deseo. Y no necesito pétalos de rosa, no necesito velas, te necesito a ti. A ti abrazándome, necesito tus labios, te necesito perdiéndote dentro de mí. Si estás conmigo el momento será perfecto.

Llevo con duda mi mirada hacía arriba hasta encontrarme con la suya, me doy cuenta de que está sonriendo suavemente de lado, se forman pequeñas arrugas en sus ojos y la duda se disipa de mi mente cuando llevo una mano a su pecho y percibo los acelerados. latidos de su corazón. Porque sé que él siente lo mismo, sé que él cuidará de mí.

»No quiero esperar, te quiero ahora, estoy listo.

Sin esperar una respuesta, me siento a horcajadas sobre él y me inclino para rozar su naríz con la mía en una caricia que finge ser dulce. Lo observa morder sensualmente su labio y me lanzo hacia él buscando la suavidad de sus labios intentando acallar mi mente llena de miedos. Lo que inicia como un beso dulce se vuelve salvaje, codicioso y necesitado.

Sin alejarme sujeta firmemente con ambas manos de las caderas guiándome para iniciar un vaivén que permite una deliciosa fricción en nuestros miembros, pero no es suficiente, necesito más. Me alejo de sus labios en busca de su cuello, tomo el lóbulo de su oreja y tiro un poco de él, saboreo lentamente cada parte de su piel, lo siento retorcerse bajo mi tacto, llevo mis manos a sus rozados pezones que se ven necesitados. de atención y una maldición se le escapa de los labios cuando juego con uno de ellos con mis labios, pasando mi lengua hasta que queda erecto, mientras estimula el otro con mi mano derecha y mi mano izquierda va a su entrepierna.

—Albus... oh, —lo escucho jadear con la voz profunda y rota, como si tratara de pedirme que no me detenga.

Masajeo con firmeza su entrepierna, entendiendo la súplica no pronunciada, puedo sentir su miembro completamente endurecido bajo mi mano, desciendo con mi boca abandonando sus pezones marcando un camino por su abdomen hasta llegar al borde del pantalón y mis mejillas se tornan carmesíes cuando de reojo miro hacia arriba y noto el caos que es el rubio en este momento, pupilas dilatadas, rizos despeinados de tanto tirar de ellos, la mirada perdida en deseo; pero me detengo, me invade el miedo al pensar que jamás he hecho algo así, de pronto temo no ser lo suficientemente bueno para él, de no cumplir con sus expectativas. Porque quiero hacerlo, no hay algo que desee más que complacerlo en todo sentido.

Inclino mi rostro hacia abajo y siento mis ojos humedecerse. Lo escucho acomodarse sobre los codos para después tomar mi rostro de las mejillas inclinándome hacia arriba para conectar nuestras miradas. Se sienta a mi lado, sus manos nunca abandonan mi rostro. Una lágrima se me escapa y la remueve suavemente con su pulgar.

—¿Qué pasa, Albus? ¿Estás bien? —Me mira preocupada, con el ceño ligeramente fruncido, como si me estuviera analizando. Sé que lo estás haciendo.

—Yo... —entreabro mis labios para soltar el aire que no sabía que estaba reteniendo en un pesado suspiro y desvío mi mirada de la suya— Tengo miedo, Gell.

—Albus, hablaba en serio cuando dije que te esperaría una vida si fuera ne...

—No es por eso, —interrumpo antes de que continuar— es porque yo no, no tengo ninguna experiencia con esto y en verdad quiero ser perfecto para ti, Gellert, yo... —Se me corta la voz, las lágrimas empiezan a Bajar sin control por mis mejillas y cortos jadeos vuelve mi respiración más rápida. El calor de sus manos abandona mi rostro y me rodea en un abrazo colocando mi cabeza en el centro de su pecho, envuelve mi cuerpo con el suyo y no puedo evitar apretarme con fuerza hacia él, siento que lo último, pero no emite queja alguna. , solo espera hasta que mi respiración se normalice. Abandono mi escondite en su pecho para mirarlo, esperando encontrar decepción en sus ojos, sorprendiéndome al encontrar con la mirada cristalizada.

—Oh, Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore, qué voy a hacer contigo. —Continúa tras soltar un suspiro, una lágrima traicionera desciende por su mejilla y la limpia con rapidez—. Ante mis ojos eres perfecto, incluso cuando quieres experimentar con sangre de dragón en vez de salir conmigo en tus ratos libres o cuando te obsesionas con una poción y me haces conseguir material para repetirla diez veces. —Ríe por lo bajo.— Al, no tienes que saberlo todo, menos sobre el sexo, habrá cosas que debemos aprender juntos, algunas otras que yo puedo enseñarte, —dice enmedio de una sonrisa con voz pícara y me guiña el ojo, haciendo que se me escape una risa—con el tiempo conocerás aquello que te gusta y lo que no. No hay una guía con instrucciones diciéndo paso a paso que debemos y que no debemos hacer, por eso cada vez es especial, única a su manera, con un toque mágico. Ahora ven, aprendamos juntos, si quieres que nos detengamos lo pides, y si tienes miedo... sujeta fuerte mi mano que a partir de ahora yo voy a estar aquí para ti.

Besa mis mejillas recogiendo las lágrimas que salieron sin que pudiera evitarlo y une nuestros labios en un salado beso, sus manos vuelven a acariciar mi rostro con tiernos movimientos y siento su lengua pedir permiso delineando el borde de mi labio inferior. Cuando éstas entran en contacto tengo la sensación de millas corrientes eléctricas recorriendo mi cuerpo, el vello se me eriza generando escalofríos justo en dónde sus fríos dedos entran en contacto con mi tibia piel, pasa por mi espalda y se detiene a la altura de mi cintura. baja. Deshace el contacto de labios y me recuesta sobre las sábanas colocándose de rodillas frente a mí.

—Ahora, presta atención, mi querido alumno, hoy vas a aprender algunas cosas. —Sonríe de lado y lleva sus manos al borde de mi pantalón para desabrocharlo. Mis piernas tiemblan y no creo que se deba a la temperatura de la habitación porque dejé de sentir frío hace mucho.

Su mano derecha toma el elástico de mi ropa interior y sus ojos van a los míos en busca de una señal de aprobación.

—Hazlo, no... te detengas.— Levanto la cadera facilitando así la tarea de retirar mi ropa. Él toma sin delicadeza las prendas y las arroja prolijamente en algún rincón de la habitación arrebatándome un gemido cuando mi miembro choca inesperadamente contra mi abdomen.

Sus manos tocan mi piel con dulzura mientras sus ojos me recorren de arriba a abajo provocando que mi rostro se caliente pero no me muevo, lo dejo ver cada parte de mí y no solo mi desnudez, también mis miedos y mis más profundos deseos.

Se aclara la garganta y cuando sus ojos se encuentran con los míos siento la necesidad de volver a sentir su boca contra la mía pero su voz me frena.

—Me veo en la necesidad de recordarte que jamás he hecho esto con un chico así que si en algún momento algo te molesta debes decirme, Albus, y me detendré.

Asiento apenas levantando la cabeza de la almohada y tomo con fuerza las sábanas tratando de reprimir el temblor nervioso de mis dedos.

Lleva sus labios a mis muslos e inicia una travesía de besos hasta llegar a mis rodillas mientras masajea las porciones de piel que sus manos se encuentran ayudándome a relajarme, asciende de nuevo esta vez usando su lengua y un jadeo se me escapa cuando se separa de un poco mi muslo derecho para morder suavemente la piel cerca del hueso de mi cadera.

Sus labios vuelven a mi abdomen y sé que me está torturándome porque en este momento los necesito en otro sitio. Cuando toma con su mano mi endurecido miembro cierro los ojos, mis manos liberan las sábanas para dirigirse a su cabello y tiro de el, percibo el calor y la humedad de su lengua llegar a la base de mi erección que comienza a recorrer casi con pereza , se detiene en el glande para rodearlo repetidamente con movimientos circulares. Arqueo la espalda, me volvió un caos de gemidos y jadeos; Creo que podría correrme únicamente con eso, así que libero su cabello y me apoyo sobre los codos para observarlo pero dudo que haya sido mi mejor idea porque la imagen que tengo enfrente me hace estremecerme. En ese momento sus labios aprisionan dulcemente mi miembro y éste se pierde en las profundidades de su boca, siento tocar el fondo de su garganta que se contrae por la intromisión y me invade el placer cuando el movimiento de arriba hacia abajo se vuelve constante, marcando una deliciosa cadencia.

Enredo mis dedos nuevamente en su cabello tratando de marcar un nuevo ritmo incrementando la velocidad de movimientos, dirigiéndolos, permitiéndome mover las caderas en su dirección; con una mano toma la base de mi erección, con la otra toma la suya sobre su ropa para acariciarse con urgencia, mientras sus labios siguen succionando. Sus ojos encuentran los míos y tras unos cuantos bombeos más alcanzo el clímax liberándome en el interior de su boca.

Gimo su nombre y mi voz se quiebra, me levanto sobre mis codos en busca de sus labios, sube hasta quedar sobre mi pecho, lo tomo de la nuca y cuando lo beso siento por primera vez mi sabor en sus labios. Profundiza el beso volviéndolo desordenado y pasional, nuestras lenguas recorren todos los rincones en la boca del otro hasta que estamos jadeando. Entre beso y beso mis dedos buscan su baja espalda para entrar en contacto con sus redondos glúteos, recorro de a poco sus muslos buscando a tientas su miembro al recordar que él no se ha venido, pero su ropa me lo impide. Se aleja separandonos en busca de aire, delineo su erección con los dedos y responde emitiendo un gruñido gutural que me descoloca. Sus ojos están fijos en los míos mas no pronuncia palabra a la espera de mi siguiente movimiento.

—Quiero intentar eso que acabas de hacer conmigo, tú no… —Bajo la mirada, me sonrojo y puedo sentir la temperatura en mi cuerpo ir a pico cuando mis orejas empiezan a punzar.— Tú no terminaste.

—No te preocupes por mí, Albus, lo importante es ¿cómo estás tú? ¿Cómo te sientes? ¿Quieres que nos detengamos?
Suelto una carcajada más ruidosa de lo que quería y me mira confundido.

—Cuando estás nervioso hablas muy rápido, ¿lo sabías, Gell? —Lanzo un suspiro llevando una mano a su pecho—. Pides que no me preocupes cuando tú siendo la persona más dulce del mundo, eso no me parece justo. Claro que me preocupa por tu placer. Puede que no tenga experiencia en esto, pero sé que es así como debería ser. Algo mutuo, algo en donde ambos disfrutamos por igual, así que recuéstate, disfruta y por favor si me ves perdido no dudes en guiarme. —Giño el ojo y bajo la mirada hasta llegar a su entrepierna.

—¿Por qué siempre tienes tan buenos argumentos, es imposible ganarte en una discusión, Dumbledore?

Los labios se me curvan ante la mención de mi apellido y suelta una corta risa.

Desabrocho el botón de su pantalón y mis manos tiemblan ante la expectativa, trato de recordar lo que él acaba de hacer conmigo, saco de a poco ambas prendas, llevo las manos a sus muslos, los aprieto y masajeo hasta que su boca comienza a soltar. gemidos involuntarios. Su piel es suave al tacto, me gustaría recorrerla toda. Ignoro de momento su ya endurecido miembro que aclama atención para llevar mi mano derecha hacia su abdomen, lo recorro con una línea descendiendo desde su pequeño ombligo hasta la pelvis, disfrutando la sensación de suavidad, apreciando cómo reacciona a mis caricias, como el vello se. eriza al contacto con mis dedos y los músculos de su abdomen se contraen involuntariamente deseando prolongar el contacto, como entreabre los labios para soltar jadeos mientras su respiración se acelera; me mira con curiosidad y mis mejillas vuelven al tono carmesí.

Mis ojos van hacia su miembro y se me forma un nudo en el estómago al notar las dimensiones del mismo, pero recuerdo las palabras de Gellert y armándome de valor lo tomo entre mis dedos, comienzo dando suaves movimientos verticales y reparto besos en su abdomen, bajando a la cadera, jugando con mi lengua, trazando rutas imaginarias hasta que llego a la base de su erección, imito sus movimientos lamiendo de la base a la punta y sus gemidos se vuelven más ruidosos. Lo introduzco a mi boca y empiezo a succionar, juego con mi lengua en la cabeza, pruebo su preseminal tragándome un gemido porque él impulsa su cadera hacia mí y su miembro acaricia mi garganta, me genera una sensación de arcada que intento reprimir alejando el rostro. y tomando aire pausadamente por la nariz.

—Lo siento. —dice poniéndose sobre sus codos.

Mis ojos liberan lágrimas pero niego con la cabeza mientras mi mano continúa masturbándose.

—No fue nada, estoy bien, lo prometo.

Con la mirada sobre la suya vuelvo a hundir cuanto puedo de su longitud en mi garganta hasta que de a poco las arqueadas se detuvieron. Lo dejo guiar mis movimientos, marcar el ritmo, inicia lento y pausado pero cuando lleva sus manos a mi cabello e incrementa la velocidad, mis ojos se cristalizan, trato de seguir el ritmo con bombeos constantes sin dejar de succionar, aguanto la respiración y tras unas estocadas más saboreo su éxtasis. Continúo el vaivén con mi mano hasta que su voz me llama.

—Albus, ven aquí. —La voz está tan ronca que parece una orden y no tardó en acatarla subiendo sobre su cuerpo, me toma entre sus brazos recostándome sobre su pecho, escucho su respiración calmarse hasta acompañarse a la mía cuando rompe de nuevo el cómodo silencio—. ¿Estás seguro de que nunca antes habías hecho esto? —Ríe y hace que todo dentro de mí se revuelva, porque sabe perfectamente la respuesta a esa pregunta—. Fue increíble Albus. —Mi vista va hacia sus ojos, se ve tan feliz que no puedo evitar sonreír hasta que mis ojos se arrugan, veo esa magnífica sonrisa y vuelvo a buscar su mirada, me pierdo en esos ojos tan singulares. Me refugio de nuevo en su pecho sin creer lo que acaba de decirme hasta que me toma por la barbilla e inicia otra sesión de besos, desbordantes de pasión y excitación, llenas de promesas.

—Quiero intentar algo contigo, Al. Sabes que yo tampoco había estado con un chico y sé que puede ser un poco molesto pero estuve buscando hechizos que nos ayudarán a lubricar para que la molestia sea menor, ¿te gustaría…?

—Llévame de nuevo a ver las estrellas de cerca, Gellert Grindelwald. —Respondo antes de que pueda terminar la pregunta tomándolo de las mejillas y lo beso porque sinceramente en este momento lo dejaría llevarme al fin del mundo si me lo pidiera.

 

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